lunes, 6 de febrero de 2017

Mi vida, mi fortuna: Cap. 2; Autora Angie

Mi vida, mi fortuna
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 6 de Febrero del 2017
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Capitulo 2
Nuevas reglas para los padres


Autora: Angie

Samuel:

  • Dime algo Aleja – Le rogué. Ya estaba nervioso después de algún tiempo en el que me observaba inexpresivamente
  • ¿Qué quieres que te diga? – Me preguntó taladrándome con la mirada
  • No sé, ¿tal vez lo que piensas al respecto? – le conteste de inmediato – Y por favor, deja de mirarme de esa manera que me haces sentir como un monstruo – acabe confesando eso, pero era cierto, me sentía así de mal, pero ella siguió sin decir nada, entonces añadí tratando de explicar mis actos – Créeme que si tú hubieras estado en mi lugar hubieras hecho lo mismo – es que tanto silencio y esa miradita escrutadora, me ponía cada vez más nervioso, finalmente habló
  • Mira Samuel, la verdad no me lo esperaba, no era lo que habíamos acordado – me dijo y era cierto, pero la situación me obligo a ello, no era algo planeado – yo hubiera preferido todavía no usar esa clase de castigo con los niños porque me parece que aún son muy pequeños – bueno a mi también pero tampoco lo había machacado – Además, si mal no estoy fuiste tú el que dijo que no querías que los castigáramos de esa manera – ¡ay mujer!... tenía que sacar justo eso a colación, ¡diablos! y bueno yo sonreí tímidamente y asentí recordando el momento. ¡Qué memoria tienen las mujeres! pensé, mientras ella seguía hablando – Sin embargo, si tú decidiste castigarlo así, tus razones tendrías. Y aunque todavía no estoy muy de acuerdo, debemos entonces replantearnos cuando lo amerita y cuándo no, pero eso sí que ni se te ocurra utilizar eso para esos menesteres, Samuel Ernesto Saenz Valencia – me dijo señalando mi cinturón – porque hasta aquí llegamos, ¿he sido clara? – terminó diciendo, respiré tranquilo, me acerqué a ella muy despacio, la abrace y dije
  • Como el agua mi vida…

Luego de que hablamos fuimos con nuestros hijos, pensé que Gabriel se iba a quejar con la mamá por haberlo castigado, pero me sorprendió que no solo no lo hizo, sino que no hizo ninguna mención al respecto, cómo si pensara que se lo merecía.
Ya en la noche, después de haber acostado a los niños nos sentamos en la sala a tomarnos un café y a hablar un rato como era habitual en nosotros. Tenemos la costumbre de hacer como una especie de “cierre del día” en el que comentamos las cosas que quedaron de cierta manera inconclusas, o que nos molestan para no dejar ninguna piza suelta y que eso más adelante no perturbe nuestra tranquilidad ni nuestro matrimonio.
Y pues el tema de aquella noche no fue otro sino “el método que usé para castigar a Gabriel” y los castigos que seguramente vendrán más adelante. Es que con lo traviesos que son mis hijos y lo rápido que crecen, podría garantizar que más de un castigo si se llevarán.

  • Aunque quisiera creer que mis hijos son unos angelitos y que continuarán así por el resto de su vida – dijo Alejandra –  no puedo tapar el sol con un dedo y pretender que el hecho de que tú le dieras unos azotes a Gabriel hoy, fue algo aislado y que no se va a volver a repetir – agrego mirando fijamente una foto familiar como si quisiera que el retrato le diera la razón –   porque tú y yo sabemos que, si se hizo una vez, se hará de nuevo – murmuro e hizo silencio durante unos segundos, pensando en cómo seguir – así que lo que hay que definir es que lo amerita y que no – me dijo finalmente, despacio como masticando cada una de las palabras
  • ¡Estoy de acuerdo! – conteste, sacándola de sus pensamientos

Empezamos a considerar diferentes escenarios en los que comúnmente corregimos a nuestros hijos basándonos en qué tan seria es la falta cometida, para así encontrar el castigo apropiado. Estuvimos dándole vueltas y vueltas al asunto durante algún tiempo, porque a decir verdad ninguno de los dos quería llegar a aplicar las nuevas reglas que de esta conversación saldrían. Sin embargo, pensando en nuestros hijos y lo que queríamos para ellos en un futuro fue lo que nos hizo concentrarnos en fijarlas y obviamente en cumplirlas.
Finalmente acordamos que solo cuando se pelearan con brusquedad o cuando nos mintieran se les castigaría físicamente.

  • Ojalá ese momento nunca llegue – me dijo tristemente Alejandra – Odiaría hacerlos llorar – confeso algo que yo ya sabía
  • Lo se…

Murmure, besando su frente, y era cierto, yo sabía lo que estaba sintiendo, su corazón apretado  porque yo también lo tenía en un puño… total, eran mis hijitos los que entraban en juego, o bueno, sus pequeños culitos.




6 comentarios:

  1. Pobre peques... se meteran en problemas sin siquiera saberlo, porque a esa edad ufff facil es pelear con el hermano menor o hacer rabiar al mayor, jejej

    Me gusto mucho Angie, estare esperando saber cual de ellos rompio las reglas primero.
    Marambra

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  2. Muy tierna la historia aunque el padre saliera regañado :)

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  3. Papá regañado por saltarse las reglas, jeje, solo falto que lo manden al rincon a mirar la pared.... para dar el ejemplo.
    Me gusta mucho tu historia Angie, es cortita pero muy simpatica.

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  4. jajajja me dio mucha risa el comentario de arriba...
    Ya veremos como sigue esto!!

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  5. Pura ternura tu relato, me gustó muchísimo. Voy a esperar tus actualizaciones!

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  6. Creo que esta historia va a aportar al blog un toque, no, una camionada de ternura. Ya veremos como les va a los pequeños culitos con las nuevas reglas. Lindo relato Angie y perdón por la demora

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