Mi vida, mi fortuna
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 23 de Febrero del 2017
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Capitulo 3
Los abuelos...
El gran invento de la naturaleza
Los abuelos...
El gran invento de la naturaleza
Autora: Angie
Alejandra:
Desperté sobresaltada
por unas vocecitas que salían del cuarto de Valentina, me levanté sin hacer
ruido para que Samuel no se despertara y en puntillas salí al cuarto de mi
hija. Allí estaba ella lloriqueando abrazada a Lucas, su osito de peluche.
- ¿Qué pasa mi niña? – Pregunté suavemente para que no se asustara. Ella levantó sus ojitos llorosos mirándome fijamente – Me desperté, una pesailla, y yo quiero momir máaaaas – Me respondió mimosa tirando sus cobijas, desordenando la cama y lloriqueando, iba a responder algo cuando entra Gabriel como un ventarrón con el ceño fruncido yendo hacia Valentina diciéndole
- Cuál es tu problema niñita, ¿por qué no dejas dormir? – ya iba a asestarle un puñetazo en el brazo, pero pude detenerlo a tiempo
- Gabriel, ¿qué ibas a hacer, ah? – le pregunte y él abrió los ojos como platos y me miró fijamente haciendo un puchero
- Nadaaa, es que ella me despertó por sus lloriqueos. Y yo quería dormir más… Es… que ella parece una niñita – Me dijo serio y mirándola de reojo. Quise sonreír ante esa descarada respuesta, pero sabía que debía estar seria si quería que un episodio como este no se volviera a repetir
- Primero, te recuerdo que ella es una niña y además es tu hermana menor por lo que debes tenerle un poquito de paciencia – dije arrodillándome a su altura – Segundo, ¿Te acuerdas qué pasó con papá cuando le pegaste a tu hermanita? – le pregunté, mirándolo a los ojos; él bajó su mirada, respiró profundo y solo asintió
Volteé un segundo y vi que
mi hija estaba observando atentamente la escena que estábamos protagonizando
Gabriel y yo. Decidí que este tema les interesaba a ambos así que llamé a
Valentina y la senté suavemente al lado de su hermano.
- ¿Me quieres contar lo que pasó? – dirigiendo mi mirada nuevamente a Gabriel, sabía que, aunque mi hijo era pequeño podría serle un poco incómodo hablar de ello, pero tenía que dejar que fuera él quién lo contara para que entendiera por qué no podía pegarle ni a su hermanita, ni a nadie. Y de paso hacerle saber a Valentina lo que le pasará en caso de hacer algo similar. A Gabriel se le aguaron los ojos e instintivamente llevó sus manitas atrás queriendo cubrirse, me miró a los ojos y dijo
- Papá me hizo pampam – hizo un enorme y tierno puchero
- Sí mi vida, papá te castigo porque le pegaste a tu hermana – Le dije – y volverá a pasar si vuelves a ser brusco con alguna persona – añadí suavemente, pero a la vez firme para que no se sintiera asustado, pero para que viera que era en serio. Luego miré a mi hija y dándole un toquecito en su nariz, le dije – Y esto también va para ti también señorita, nada de ser brusca, ¿de acuerdo?
- Mamiiiiii, yo no soy brusca – me dijo Valentina lloriqueando
- Uhm, si como no – dijo Gabriel
- ¡Niños! Por favor, solo les estoy recordando lo que pasará la próxima vez – dije calmadamente
- No va a haber próxima vez mami – dijeron mis 2 hijos en un perfecto coro que me hizo sonreír
- Eso espero mis amores – añadí abrazándolos cariñosamente y sobándoles la espalda, ya que ambos corrieron hacia mi abrazándose a mis piernas
Los dejé arreglando sus
habitaciones y fui a hacer el desayuno. Entré a la cocina y para mi alivio
Samuel estaba allí empezando a cocinar. Entre los 2 terminamos haciendo
pancakes (los favoritos de mis hijos) chocolate con queso y un poco de cereal
con fruta. El olor a los pancakes atrajo a 2 angelitos que quisieron ayudar,
por lo que les pedimos que pusieran la mesa. Servimos el desayuno, ayudamos a
los niños a sentarse y comenzamos a comer.
- Delicioso mami – dijo Valentina
- Muy ricos los pancakes papi – Dijo Gabriel
- Nos alegra que les haya gustado – contestó orgulloso Samuel, mientras yo me apure a contestar el teléfono que justo ese momento empezó a sonar
- Samuel, niños mi papá nos invita a almorzar hoy – les conté tras colgar el teléfono y entrar a la cocina
- Yupiiiiii – dijeron mis niños
- Ok, vayan a arreglarse mientras yo lavo los platos – nos dijo Samuel a los niños y a mí, pues él sabía que mientras bañaba a los niños y me arreglaba, tardaba mucho más que él que se demoraba en estar listo
Ya todos listos, nos subimos
al carro y nos dirigimos a la casa de mis papás, apenas llegamos mis niños
enseguida salieron a saludar a los abuelos. Mis papás que salieron a recibirnos
se vieron inmovilizados por 2 pequeños que se pegaron a sus piernas muy
entusiasmados.
- Hola abuessss – dijeron emocionados
Como no van a estar
emocionados si mis papás son unos alcahuetes de tiempo completo, les dan
dulces, regalos, tortas y otra cantidad de postres. Además de que les tienen un
cuarto de juegos lleno de juguetes de última generación incluyendo juegos de
video y eso que los niños tienen solo 4 y 6 años. ¿Cómo será cuándo sean más
grandes?... Bueno, otra cosa es que, encasa de los abuelos casi ni me dejan
llamarles la atención cuando se están pasando de la raya.
- ¡Ay! ya hija, déjenlos, son niños – Nos dice mi papá cuando los niños comienzan como mariposas a revolotear por todas partes
Así es que entramos a la
casa y los niños comenzaron a correr por toda la casa. Cuándo pasaron cerca mío,
aproveché y les pregunté a manera de recordarle las normas de la casa.
- ¿Cómo es que nos comportamos en casa ajena?
- No estamos en casa ajena mami, estamos dónde los abuelitos – me respondió mi niña con mucha inocencia, yo me quería reír, ante tal respuesta, pero no era el momento de eso
- Mi vida me alegra que no te sientas en casa ajena, pero estamos dónde los abuelos y aquí también nos tenemos que comportar bien, yo diría que debemos portarnos mucho mejor. ¿Estamos? – Susurré, para no nos oyeran
- Sí mami estamos – me respondió Gabriel de mal genio, cansado de mis recomendaciones y con ganas de salir corriendo, levanté la ceja izquierda, miré a Gabriel y fruncí el ceño, él bajo la mirada – Perdón – dijo con cara compungida
- Perdonado – respondí para que no llore de nada, porque si eso sucedía mis padres vendrían al rescate ya dios normas – ahora escúchenme bien los dos, van a portarse bien y van a dejar de corretear por toda la casa, porque pueden romper algo – les advertí, es que siempre ocurría con ellos – Si quieren pueden ir al cuarto de juegos o pueden salir al patio y correr todo lo que quieran, pero aquí adentro no. ¿De acuerdo? – pregunté queriendo dejar ahí la recomendación, pero la cara de “TRAVESURA” de Gabriel, me llevó a concluir si no hacen caso – porque sino, después de almuerzo no habrá postre y pasarán el resto de la tarde sentados en el sofá de la sala ¿entendido? – repetí, pero los niños se quedaron callados, y Valentina hizo un hermoso puchero que yo desvanecí con mi dedo pulgar – Solo pórtate bien muñeca, anda ve a jugar – sugerí dándole un beso en su cabeza y una suave palmadita. Ella desapareció hacia el cuarto de juegos y yo aproveche para dirigirme a Gabriel y le di un fuerte abrazo – Y tu qué esperas – le dije – ve y diviértete mientras los llamamos a almorzar – Él me dio una enorme sonrisa y se encaminó al patio donde podía correr libremente
Mi mamá nos pidió el favor a
Samuel y a mi, de que fuéramos a comprar fruta para el jugo y algo de verdura
para la ensalada. Ya iba a llamar a los niños para que nos acompañaran, es que
mis angelitos cuando están solos o sin supervisión pueden ser unos pequeños
diablitos. Pero papá dijo que los dejara jugar que él les echaba un ojito de
vez en cuando.
Yo respiré profundo, pues no
me gustaba del todo que ellos se quedaran solos, y salí junto con Samuel a
traer lo encargado. Cuándo estábamos entrando a la cocina a dejar lo que
compramos, escuchamos un ¡CRASH! Demasiado fuerte. Samuel y yo nos miramos y
salimos corriendo a la fuente de tal estruendo. Entramos en la habitación de
mis papás y nos estrellamos de frente con mis 2 angelitos que querían huir del
sitio.
- ¿Qué pasó? – preguntó Samuel bastante serio mirando a los niños
- Nada – contestó Gabriel, mientras que Valentina estaba mirando al piso, con cara de pena, Samuel lo miró fijamente con la ceja levantada
- Lo que sonó, no me sonó como un nada – respondió Samuel es que no nos gustan las mentiras – ¿Estoy preguntando, qué sonó? – y Gabriel miró a su hermana como pidiéndole ayuda y luego volteó a mirarme con cara de arrepentimiento
- Gabriel, contéstale a tu papá – dije con firmeza
- Es que casi encuentro a Gabriel, sino que ese forero se puso ahí – señalando una mesita que estaba en la mitad de la habitación – y ¡pum! se tumbó solo – contestó Valentina calladamente, como si quisiera que nadie la oyera
- Se tumbó solo – Repetí yo pausadamente, pero mirándolos con severidad – No les dije que si querían correr, ¿podían salir al patio? – les regañé suavemente y para mi sorpresa, mi mamá intervino en su defensa como casi siempre, y la mayoría de veces yo cedía, pero era la primera vez que rompían algo y muy a mi pesar no podía dejarlo pasar
Samuel, al ver que yo estaba
controlando la situación, se llevó a mis papás para la cocina, con el fin de
que no intervinieran más y que yo pudiera “hacer mi trabajo”.
Una vez solos, ellos me
miraron con ojos llorosos y haciendo un puchero dijeron.
- Lo sentimos mami
Esta vez, la que lo siente y
mucho, soy yo porque ahora debo cumplir lo que les dije cuando llegamos –
señalé con el corazón arrugado, no me gusta castigarlos. Bueno, y es que a qué
padre le gusta, ¿no?, pero bueno, Valentina se puso a llorar con mucho
escándalo.
- ¡buahh, no mami! ¡Yo quielo jugal! Buah. ¡Ya no coro más! – Con un llanto más bien fingido y escandaloso, mientras que Gabriel pateaba el suelo y se le resbalaban 2 lagrimones silenciosos
- No es tiempo de lamentarse niños. ¡Vamos! se sientan bien juiciosos en la sala y no se levantan de allá hasta que los llame a almorzar – Los 2 niños me miraron tristemente y bajaron la mirada, pero no hicieron ni el intento de moverse, me estaba frustrando, era la primera vez que los castigaba fuera de casa y si no me hacían caso de una vez, tal vez no fuera capaz de seguir adelante. Así saqué fortaleza de dónde no tenía y dije algo más seria y mirándolos directamente a los ojos – ¡Hablé o no hablé claro Gabriel y Valentina! – Valentina se tiró al piso en claro intento de hacer una pataleta, sin embargo, yo la levanté de la cintura y la llevé alzada hasta la sala – Puedes llorar todo lo que quieras aquí sentada mi vida. Pero no te puedes levantar, ¡está claro! – y Valentina asintió, yo relajé la mirada y le di un beso y me dispuse a ir por mi otro hijo, pero él ya venía en camino
Cuando me alcanzó dónde
estaba levantó su mirada y me miró como con odio. Yo respiré profundo, lo tomé
de la mano y lo senté en una silla al lado opuesto donde estaba Valentina. Me
senté a su lado y le dije.
- Créeme que entiendo que estés enojado y te sientas frustrado, pero sabes que lo que hicieron va más allá de una travesura. Se han podido hacer daño, así que te quedas acá juicioso, ¿vale? – Le pregunté acariciando su espalda
- ¡Vaaaale! – Me respondió mimoso.
Le besé sus ojitos llorosos
y me encaminé a la cocina, a “enfrentar la otra batalla” esta vez con mis papás
que no veían con buenos ojos que yo les dijera nada a los niños.
La batalla con los abuelos a veces suele ser muy intensa porque ellos tienden a maximizar todo, definitivamente se olvidan de sus años de padre y el amor a la segunda generación suya suele ser arrasadora. jeje pero muy divertida y siempre se guarda como el mejor recuerdo de la infancia.... quien no recuerdo a los abuelos con la sonrisa en los labios?.
ResponderEliminarAngie esa niña valentina me recuerda a mi sobrina y aunque es berrinchuda la re amo! Muy lindo capítulo
ResponderEliminarMe encantan estos peques son muy tiernos :3
ResponderEliminarU.u que mala esa mamá jajaja bueno sólo un poco
ResponderEliminarPero correr en la casa es divertido!!!
Jajajaja linda historia! y debe ser muy difícil para ellos me refiero a los padres, ya que los niños están en esa etapa de exploración en espera de más capis.
ResponderEliminarProbando
ResponderEliminarBueno, por mucho tiempo quise dejar mis comentarios, pero no sé por qué no podía, como si fuera una mala pasada de la tecnología. Pero en fin, voy a aprovechar ahora que puedo para darles las gracias a todos los que siguen esta historia y a todas esas personitas que además, se toman un momento para dejar sus mensajes. Me llenan de alegría leerlos y me obligan a sacar un ratito para escribir más sobre mis niños.
ResponderEliminarHabrá actualizaciones pronto. prometido.