lunes, 10 de abril de 2017

Solitarios. Cap. Único: Secretos; Autor Pablo

Solitarios
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 10 de Abril del 2017.
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Secretos

Capitulo único 
Autor: Pablo


Eran las ocho en punto de la mañana, lo sé porque el señor que limpia los vidrios en el edificio del frente era puntual en su labor y lo había sido desde que tengo memoria. Una cosa tuve en cuanta porque es algo que suelo admirar en las personas, creo que es símbolo de respeto por los demás cumplir con los horarios, cosa que en este momento mi hermano no estaba demostrando. Ya llevaba media hora que lo estaba esperando y no se había dignado en responder mis llamadas, mensajes y si fuera cierto eso de la comunicación telepática entre gemelos de seguro también me habría ignorado. Pero que más podía esperar de él, no es que sea un desastre, nada más lejos de eso, de hecho es uno de los publicistas más exitosos y es más, entrando en detalles podríamos decir que es algo así como mi jefe… bueno… es mi jefe, pero eso no pienso decirlo delante de nadie y menos de él ya que su madures esta subdesarrollada y eso me llevaría a días de insoportables bromas, esa misma inmadurez que le impedía tomarse las cosas tan seriamente como eran y de un tiempo a esta parte específicamente con esta empresa hacia las cosas como al “que me importa”.
Apenas estaba aclarando la mañana, una de las cosas que odio del invierno, días más cortos, pero no porque el sol se atrase los relojes harían lo mismo, mucho menos mi padre, con quien en unos momentos tendríamos una junta de trabajo y el detalle de que sus hijos sean los dueños de la agencia de publicidad que le presta servicios no haría que él sea más blando con nosotros, es más! era uno de nuestros clientes más exigentes, además de ser el único que no tendría pelos en la lengua a la hora de reclamar cosas como la impuntualidad, lo que me tenía los pelos de punta y lo que seguro de un momento a otro me provocaba un infarto.

  • ¿Qué hay? Ya va a empezar? – llegó campante y yo no lo podía creer
  • Que ¿Qué hay?... ¡Mierda Ian! se suponía que debías estar acá hace media hora, tenemos que repasar la presentación – no soy exagerado esta era la campaña publicitaria más grande que haríamos, tenía tres etapas y no se trataba de una simple pancarta o un jingle pegadizo, había mucho movimiento y mucho dinero de por medio
  • Dios, hermano – me contesta el sinvergüenza – ni que fueras a darle una lección del colegio – tuvo la osadía de decir –  tranquilo… venimos trabajando en esto hace meses, creo que ya sabemos bien todos los detalles. Ahora vas por un té o lo que sea que tu mujer aún te permita tomar y te calmas
  • Sólo no puedo tomar café y ya deja ese tema por favor – mi esposa está embarazada y tiene sensible el olfato, no es que no me dejé tomar café, es sólo que el olor a café le da náuseas y yo prefiero ser considerado y si mi hermano asentara cabeza en vez de saltar de cama en cama o de hacer lo que sea que hace a escondidas lo entendería
  • Ok, vamos a preparar las cosas si tanto apuro tienes – dijo mirando su reloj – igual falta como media hora
  • Ya está todo listo, no te voy a estar esperando
  • Que estrés, con razón estas tan viejo – me dijo el descarado
  • ESTAMOS IGUAL – de verdad, ¡tenemos la misma cara!... Dios que infantil soné, soy un idiota, me está buscando las cosquillas y yo caigo
  • Jajajaja
  • Ya, que divertido, ahora ¿te podrías comportar de acuerdo a tu edad y repasamos? – le pregunte
  • Si está bien, vamos a estudiar, no vayas a reprobar y papá te zurre jajaja – a veces era tan frustrante, parecía que cuanto más nervioso me ponía yo, menos en serio me tomaba, es la única persona que logra sacarme de mis casillas y ahora sería el padrino de mi hijo, definitivamente debo tener algún tipo de trastorno masoquista pero es mi otra mitad, mi mitad malvada para ser preciso

La media hora paso volando y cuando menos me di cuenta la sala de juntas estaba ocupada por la mesa directiva y mi padre.
Cuando terminaron los saludos reinó el silencio, no se suponía que debía haber silencio, se suponía que el autor de la idea estaría dando una introducción sobre las bases que inspiraron el proyecto, pero sólo había silencio. Cuando miré a mi hermano estaba buscando algo en su mochila, casi dándome la espalda, era realmente vergonzoso, no quería decirle “te toca” o “empieza” como hacia cuando iba al colegio y dábamos alguna exposición en conjunto, se suponía que por eso habíamos llegado antes, al final no tuve opción, corregí la garganta y lo taladre con la mirada.

  • Ve comenzando que estoy buscando algo – me dijo mientras sacudida la mano, faltaba sólo que me diga “uscale”, como cuando me corría de su cuarto cuando éramos niños o de su oficina ahora de grandes

Maldito cabrón me iba a dejar hablando sólo, no sé porque creí que esta vez sería diferente, desde hace un tiempo cada vez que trabajamos con mi padre él se convierte en un idiota irresponsable. Siempre esta molestándome, es sólo un juego lo sé, él me busca yo me hago el enfadado y reñimos, sabemos que es un juego, que en realidad ninguno está enojado, como con lo del café o de que soy viejo, pero esto realmente me molesta, siempre me molestó. Cuando hay que dar la cara, las explicaciones las doy yo.
Aún recuerdo la primera vez, o una de las primeras, cuando de cobarde o de pícaro me dejó sólo dando explicaciones. Tenía nueve o diez años, corrección teníamos y aunque todos los niños creyeran que ser hijos de un fabricante de chocolate era como vivir en la fábrica de Willy Wonka la realidad estaba muy lejos de eso. Mi padre trabajaba largas horas al igual que mi madre y nosotros pasábamos casi todo el día entre el colegio, niñeras y otras actividades que nos quitaban tiempo de calidad como familia. Pero las vacaciones eran familiares, no habían teléfonos, computadoras, ni siquiera empleados, solos papá, mamá, mi hermano y yo, y aquel verano además habían venido mis primos junto con el hermano de mi papá y su esposa de turno, ya no recuerdo quien era.
Como cada año armamos maletas y partimos a la cabaña que había en la plantación de cacao, LA PRIMERA, como la llamaron ya que era el primer terreno que comprará mi bisabuelo, aquella que inició la gran empresa que era hoy. La cabaña era un lugar modesto, ni mi padre ni mi tío habían querido modificarla, aún cuando esto signifique tener un calentador de agua a leña al igual que la cocina, pero estar dos semanas en ese lugar era como vivir una aventura. Las dos familias llegamos juntas, apenas con horas de diferencia, lo suficiente para que Ian y yo escogiéramos el cuarto más grande después de los dos principales, que además era el único con una litera, lo que por alguna razón a esa edad nos parecía maravilloso. Pero la paz terminó cuando llegaron mis primos, Julián tenia doce años, era nuestro ídolo y lo fue casi toda nuestra niñez y adolescencia, siempre tenía ideas brillantes y sabía sobre cosas "prohibidas", pero el problema era que, como decía mi abuela “tres son multitud” y en cuanto él estaba con nosotros se desataba una mini guerra por ser el chico malo y merecer la compañía y el padrinazgo de Julián.
Los primeros tres días de aquella ocasión pasaron casi sin inconvenientes, pero esa mañana nuestros padres interrumpieron las actividades familiares para salir sólo ellos a pescar al río que delimitaba el sur del terreno donde una empalizada ofrecía muchas posibilidades de éxito y la tranquilidad para estrechar sus lazos fraternales, además de que  era convenientemente demasiado peligroso para cuidar niños y poder concentrarse en la pesca. Si bien en un inicio iban a llevar a mi primo, para que Ian y yo no nos enojáramos decidieron dejarlo y claro para Julián fue culpa nuestra, ahora que lo pienso, ese fue el primer paso que dio lugar a lo que vino después.
Tal vez de haber sido más observador habría notado aquel destello de maldad en sus ojos, muy diferente a la mirada seria y analítica que tenía en estos momentos, allí sentado al lado de mi padre (en el puesto que este quería para nosotros pero que se resignó a que no ocuparíamos) escuchando como yo relataba las ideas generales de la campaña antes de comenzar a explicar los detalles sobre las  cifras de la investigación de campo sobre el impacto del nuevo producto y a quien iba dirigida la campaña. Julián y su exceso de fijador para cabellos que contrastaba tanto con el recuerdo de aquel niño que odiaba bañarse, estaba escuchando mi presentación y de reojo miraba a mi hermano dibujando media sonrisa en su rostro, ambos sabíamos que Ian sólo estaba armando un circo para no dar la presentación, casi como un niño que finge estar enfermo para faltar a clases. Y como no iba saberlo si fue él quien le enseñó esa artimaña que tan caro me costó en una ocasión de examen y luego en muchas más.
Recuerdo ese día en la cabaña, mi madre acababa de sacarnos de la casa para que saliéramos a jugar, seguramente cansada del teatro que habíamos armado ya que aún sabiendo que los mayores ya se habían ido, Julián e Ian estaban atrincherados en el sofá con el pico por los suelos del mal genio que se traían y yo… mms…. pues yo ya la había aturdido con mi lloradera, colgado de su falda pidiendo que papá regrese y me lleve, lo sé… una vergüenza pero yo era medio llorica y eso solía funcionar además.
En fin, salimos de mala gana, endosados además con los más chicos, mi prima Loira que tenía como cuatro años, la ahora flamante gerente de recursos humanos, o Raulito como la llamábamos en esa época ya que además de andar detrás de nosotros, andaba también sin remera y con el cabello echo un nido de caranchos, que de no ser porque era más largo que el de nosotros, pasaba fácilmente por un niño más y Moisés que tenía como seis o siete años y que era con quien mejor me llevaba ya que me acompañaba cuando yo era el mal tercio entre “los grandes” y esta era una de esas ocasiones.
Habíamos salido de la cocina hacia el patrio trasero que estaba rodeado de plataneros y cacaoteros desde donde se extendían los cultivos y de inmediato Ian y Julián corrieron a reservar la casita del árbol, no habíamos subido ahí desde que llegamos pero en ese momento todos queríamos subir.

  • ¡Ya! no sean así… yo quiero subir – recuerdo que les dije cuando cerraron la trampilla de acceso
  • ¡Nooo! este es un club para mayores – me respondió Julián burlándose, recuerdo que sus hermanos comenzaron a quejarse y la verdad es que yo también empecé a gimotear, es que sólo tenía nueve años y de verdad quería estar en la casa del árbol, no era justo que me dejen afuera sólo por unos minutos de diferencia de edad y lo peor es que mi hermano me cambie por mi primo, aunque de estar en su lugar yo habría hecho lo mismo
  • Le voy a decir a la tía – amenazó la enana con contarle a mi madre ya que tenía más peso para todos nosotros que el que tenia la nueva esposa de su padre y eso surtió efecto, no es que no se me haya ocurrido lo mismo pero eso era ser chismoso, algo que era un insulto si eras varón, sólo las nenas podían chivarse, por suerte ella tenía inmunidad para hacerlo.
  • Noo, no… ¡está bien! si los dejamos entrar – gritó Julián agregando ya nomas con la picardía de ser tres años mayor –  con una condición – claro que aceptamos, era la prueba de hombría que debíamos pasar para poder ser parte del selecto club, y con la inocencia que te da la edad nos tomamos aquel estúpido reto como una expedición al estilo Indiana Jones, un ídolo de mi niñez – Una naranja – dijo

¿Como aquella simple fruta nos metió en más problemas que la mismísima manzana de Adán?, es más fácil de explicar de lo que parece y es que aquella fruta crecía cerca del río donde mi padre había ido a pescar, lugar que teníamos prohibido ir y que además representaba, alejarse de la casa y estar a centímetros de ser pillado por mi padre y mi tío. Pero claro todos aquellos obstáculos no hacían más que aumentar las ganas de cumplir el reto, sin pensar en lo peligroso de perdernos, pues más allá de los límites del terreno había selva y aquel Naranjo está muy cerca del río, cosa que no parecía de importancia en ese entonces. Sobre todo cuando Ian empezó a alentarme como cada vez que yo enfrentaba un reto en la vida, con plena confianza de que yo podía lograrlo, haciendo porras y aplaudiendo tal y como había hecho en cada ocasión en la que sentía que este mega proyecto era demasiado para nosotros. Recuerdo que ese día me sentí realmente bien de saber que él quería que yo supere el reto para que Julián no tuviera excusa para no aceptarme y podamos ser los tres del mismo bando como ocurría rara vez durante nuestra niñez pero se hizo más frecuente a medida que crecíamos.

  • Prefiero trabajar con Brozon – me interrumpió Loira sin ser prepotente, sacándome de mis recuerdos… sabía que ella querría cambiar la agencia de actores que yo había escogido

En una ocasión hace dos años la falta de profesionalismo de sus actores nos habían atrasado dos días la filmación de una publicidad, pero eso había sido con otro agente y desde entonces las cosas habían cambiado, pero también sabía que su palabra tenía más peso que la mía cuando de convencer a mi padre se trataba, y como me había dado cuenta que desde hace unos minutos que él no estaba tan interesado en mis palabras simplemente accedí dispuesto a mostrar la segunda opción. La verdad me aterraba un poco la idea de esta campaña, era la más grande de mi carrera y no quería que mi padre acepte nuestra idea solo por obligación, yo realmente quería demostrar que éramos buenos en esto y que un cambio tan simple como lo era un cambio de agencia de actores era algo que teníamos previsto, pero cuando me di cuenta que la propuesta del otro agente estaba en manos de Ian recién supe porque la atención de mi padre no estaba en mi sino a mi lado, donde debía estar mi hermano y ahora no había nada. En algún momento me había dejado solo y ni siquiera tuvo la decencia de hacerme una seña o de al menos cerrar la maldita puerta de la sala de juntas haciéndola sonar para que yo me entere y no quede moviendo la cabeza en todas direcciones tratando de encontrarlo donde evidentemente no estaba y peor con cara de idiota por la sorpresa.
En ese momento me sentí como de nueve años otra vez, como cuando mi padre me encontró levantando a Moisés para poder llegar a la maldita naranja, habíamos ido todos, los "mayores" para verificar que cumplamos la prueba y que tomemos la naranja que ellos específicamente indicaran, claro que tenía que ser una a la que no llegábamos con facilidad. Recuerdo que en ese momento aquel árbol era un titán, realmente no se qué tan alto era porque dos años después de ese incidente una tormenta derribo el árbol, pero supongo que no era tan imponte como quedo impreso en mis recuerdos.

  • ¿Qué hacen aquí? – pregunto mi padre apenas me coloco lejos de la orilla del rio donde estaba parado segundos atrás. Me había cargado con una mano y con la otra a Moisés, sin decir una palabra antes, supongo que para no asustarnos y que terminemos cayendo al agua, estaba mas extrañado que enojado al principio, pero es que estábamos muy lejos de la casa y solos para el colmo
  • ¡¡PAPI!!! – me lleve un susto del demonio, era consciente de que no debíamos estar ahí
  • PLAF PLAF – sonaron y yo escuche las palmadas y después de lo que supongo que fueron segundos pero yo los sentí como mucho tiempo después porque no podía salir de la sorpresa, sentí el dolor en mis nalgas, mi papá acababa de darme dos palmadas bien puestas en el centro del trasero y por supuesto mi llanto sumado al escándalo no se hicieron esperar
  • BUAAAAAA – llore y segundos después se unió a mi concierto mi primo Moisés para hacer un dueto, mi tío le había dado unas palmadas casi al mismo tiempo

Mi padre siguió preguntándome porque estábamos ahí, pero como yo no dejaba de llorar no obtenía ninguna repuesta,  recuerdo que lo que me preguntaba una y otra vez era si estábamos solos, probablemente preocupado de que mi hermano y mis primos estuvieran caminando solos por los alrededores, finalmente se convenció de que ni Moisés ni yo responderíamos más que con berridos y nos levantaron del suelo para llevarnos a la casa. Solo entonces me di cuenta que los únicos que estábamos ahí éramos mi primo menor y yo. Cuando menguo mi llanto comencé a mirar en todas las direcciones sobre el hombro de mi padre confirmando lo que ya sospechaba, los demás se habían ido antes de que nos atrapen.
Cuando llegamos a la casa yo solo iba hipando pero me había abrasado al cuello de mi padre como garrapata, sabía que la cosa no había terminado con las dos palmadas, después de todo ya tenía nueve años y varias "advertencias" sobre no salir de los territorios de la plantación. Y lo peor es que con nueve años me había empezado a preocupar lo que los demás pensaran de mi y que me hayan dado esas palmadas delante de mi primo y mi tío me tenían abatido, por eso no quería ni sacar la cara del hueco del cuello de mi padre donde estaba ocultando mi vergüenza, pero no me quedo otra que soltarme cuando mi madre me arranco de mi escondite para abrasarme con fuerza.

  • ¿Donde estaban? – preguntó mi madre, imagino que a mi padre porque yo me había puesto a llorar de nuevo en cuanto ella me abrasó – recién nos avisó Julián que ellos dos se habían ido – dijo y en ese momento yo no estaba procesando la conversación

Solo después de unos días supe que el muy pícaro apenas vio a nuestros padres acercarse había tomado a Loira y a Ian para ir a casa y avisar que nosotros nos habíamos ido y tener coartada, lástima que no puedo decir que esa sea la peor juagada que me haya hecho Julián durante nuestra infancia. Recién después de que me dieran agua y esperaran un buen rato pudieron hablar conmigo.

  • ¿Qué hacían en el rio solos? – pregunto mi madre con las manos en jarra, a mi me habían sentado en el sofá de la sala como si esta fuera el banquillo de los acusados mientras mis padres estaban delante mío, cubriendo casi toda mi visión, pero aun as ípodía ver que toda la familia estaba presente ¿por qué te fuiste sin permiso? – pregunto esta vez mas directa, omitiendo que mi primo estaba conmigo, lo malo de ser mayor que él era que ahora yo era el que tenía que explicar, mientras el apenas dejo de llorar se quedo dormido cuando terminaron de interrogarme

No fue por venganza, la verdad en ese momento ni siquiera estaba enojado con mi hermano, es más, ni con Julián, simplemente dije la verdad porque del interrogatorio se estaba encargando mi madre y ella solía tener una cuota de paciencia bastante reducida en comparación a mi padre y entre preguntas que no respondía ya me había llevado varios jalones de oreja. Así que conté todo, la pelea por la casita, el reto de hombría e incluso conté el rayón que me había hecho la primera vez que intente subir al árbol, en un mediocre intento por dar lastima, mostrando la pierna para que todos vean mi tremenda herida.
Lo malo fue que entre mi exagerado llanto, mis hipos y que Moises lloraba cerca mío, apenas si lograron entenderme y fue cuando mi querido primo salió a mi rescate contando una versión más clara, elaborada y modificada de lo que había pasado.

  • Estábamos jugando y dijimos que íbamos a buscar naranjas pero yo les dije que no, porque era peligroso y cuando me di cuenta ya no estaban – aclaró, o mejor dicho mintió –  Perdón por no cuidarlos bien – agrego todavía y yo no podía creer lo que estaba escuchando, su técnica de niño con culpa era mejor que mi llanto y encima le estaban creyendo
  • Mentiraaa – grite, creo que fui a pegarle en ese momento, no me acuerdo bien si esas fueron mis intenciones, lo que si se es que a mi madre le debió parecer porque me frenó a medio camino de la oreja
  • Quieto ahí – me dijo y no hacía falta, no es como si me pudiera mover con ella agarrándome de la oreja
  • Es que está mintiendo – repetí y volví a explicar mi versión

El problema es que ahora era su palabra contra la mía así que tenían que recurrir a un tercero y ese era Ian.

  • ¿Qué pasó? – pregunto mi papá después de traerlo de donde se había ido a esconder, recuerdo que me miró por un largo rato, o al menos a mi me pareció, después miró a mi padre y le respondió con mucha seguridad
  • No sé bien que paso porque yo estaba jugando en la casita, cuando me di cuenta ya no estaban – seguramente él me había metido en líos antes, solo por salirse con la suya y recuerdo bien como se repitió durante años pero aquella vez quedo grabada como la primera vez que sentí que mi hermano me traicionaba y me dejaba solo

En ese momento no me pareció algo tan importante solo estaba enojado con Ian por mentir no por dejarme solo, pero a los nueve años el enojo se te pasa rápido sobre todo cuando no terminas de procesar que paso y ya te cae la paliza.
Recuerdo sentir como el suelo desaparecía debajo mío y aparecía frente a mis ojos, en algún momento había pasado de las manos de mamá a las de mi papá.

  • Plaf – el primero sonó y como yo todavía no caía en la cuenta de lo que pasaba no dije nada, pero supongo que mi padre creyó que no había sentido porque inmediato me bajo los pantalones y los calzoncillos – plaf – sonó mas fuerte y entonces si me queje
  • Auuu – fue más un reclamo, estaba muy enojado porque les hayan creído, porque Moisés se había dormido y Julián había convencido a mi tío de que no lo castigue y Moira no dijo nada por cubrir a su hermano. En cambio a mi me entregaba mi hermano, mi gemelo
  • Plaff – sonó otra vez y aunque me había llevado palizas peores en ese momento me largue a llorar, no era justo! No era solo mi culpa, nos tendrían que haber castigado a todos o mejor a ninguno – plaff en ese momento entre la sensación de injusticia y la rabia di rienda suelta a todo el escándalo que podía armar y una sucesión de nalgadas fueron a dar todas al mismo lugar, mi trasero

Creo que fue la peor paliza de mi vida, no porque dolió mas, ni de lejos! porque con todas las cosas que hacíamos no pasaron muchos años para que mi padre deje de confiar en su mano y ponga su fe en el cinturón, pero aunque ese día se me paso todo con unos mimos de mis padres y con la falsa disculpa de Ian, al recordarlo años después le fui guardando rencor, no a mi familia sino al recuerdo.

  • ¿Necesitan un momento? – dijo mi padre haciendo que vuelva mi atención a él, tenía una ceja levantada y se notaba que estaba molesto, esta reunión estaba pactada desde hace dos meses, se suponía que todo tenía que ser perfecto, yo quería que sea perfecto, demostrar que somos la mejor opción y no solo los hijos del presidente de la empresa
  • Si, lo siento… olvide unos papeles – le respondí realmente avergonzado
  • Tienen una hora, tengo otra reunión pendiente así que cuando termine con eso nos reunimos otra vez – todo lo dijo sin mirarme mientras recogía los papeles que había estado mirando.

Eso fue peor para mí que cualquier castigo que me haya dado antes, porque ahora no era su enojo con lo que tenía que lidiar solamente sino también con mi propia decepción y con el enojo que sentía ahora por mi hermano. Seguramente se notaba mi molestia porque cuando salieron mis primos me dieron justo esa mirada de cuando me retaban delante suyo, algo así como una mezcla de apoyo, empatía y vergüenza ajena, incluso Julián y Moisés me palmearon la espalda como tratando de darme ánimos. Claro que toda la situación había logrado enervarme todavía más, si odiaba sentirme en falta cuando era niño ahora peor, ahora sentía que no daba la talla y lo que más me molestaba es que no era mi culpa y por eso no esperé ni un segundo más para salir de la sala de juntas y ahorcar a Ian, sabía muy bien donde iba a estar.

  • ¿Ya termino? – me preguntó un poco sorprendido porque abrí la puerta de terraza de golpe, él estaba fumando como habíamos hecho tantas veces que por castigo o por no querer que estemos solos en casa nuestros padres nos llevaban a la empresa, claro hasta que se dieron cuenta y después de una paliza pusieron cámaras en el lugar

Ahora las cámaras no eran un impedimento para fumar en ese lugar, pero tampoco me apetecía aceptar el cigarrillo que me extendía Ian, no estaba ahí para compartir nada con él sino para ahorcarlo un poco, al menos lo suficiente hasta calmar mi enojo.

  • No, pero se postergo la reunión porque te llevaste los papeles que necesitaba – le reclamé apartando la mano con la que me ofrecía la cajetilla
  • ¡Dejé todos los papeles en la mesa para que los encuentres! – me dijo algo molesto, como si fuera que él hizo todo lo que tenia que hacer y el que fallarla era yo
  • Se suponía que tenias que estar ahí – le reclame más molesto mientras le golpeaba el pecho con mi dedo índice, sabía que estaba jugando con fuego porque él era muy explosivo pero en ese momento estaba tan enojado que si tenía que liarme a golpes con él lo iba a hacer con gusto
  • Podías hacerlo solo, si no terminaste la presentación no fue porque yo no estaba sino porque no querías! – me acusó apartando el dedo con el que yo lo señalaba – seguro no hiciste el intento de buscar lo que necesitabas en la mesa donde deje todo organizado – Ian levanto la voz y oscureció la mirada de tal manera que sin darme cuenta había vuelto sobre mis pasos para alejarme de él

No sé qué cara habré puesto porque cuando se calló me miró por un momento y después desvío el rostro., creí que me iba a decir que no quería hablar más del tema, es lo que me decía siempre que trataba de que me diga que era lo que estaba pasando. Nadie lo conocía más que yo y era evidente que algo andaba mal con mi hermano, al principio creí que era estrés, solo porque esta campaña me tenia al limite a mí, pero él no era como yo, algo como una campaña aunque sea la más grande de nuestra carrera, no lo tendría tan preocupado y sobre todo tan evasivo.

  • Te traje esto – me dijo de repente como si nada

Y me miró de lado sacando de uno de sus bolsillos un chocolate, una rama de chocolate fabricada por la competencia de mi padre, nuestra competencia si entramos en detalles, pero es que ese chocolate era mi debilidad. Tal vez porque tenía sabor a rebelión o porque mi padre se había negado a fabricar una copia cuando a los doce años se lo sugerí solo porque era el chocolate favorito de la niña que me gustaba en esa época o porque fue el primer chocolate que compre en primaria, cuando todavía creía que mi padre fabricaba todos los chocolates del mundo y cuando llegamos con los envoltorios a casa a mi padre le había dado una indignación tal que terminó siendo el hazmerreir de mi madre. Tal vez era todo eso junto, lo hilarante que resultaba que ese sea mi chocolate favorito, pero además ese acto tenía más peso entre nosotros, esa era su manera para pedirme que hagamos las pases sin hablar más del asunto, era un código. Un código que curiosamente había iniciado después de la paliza que me dieran por ir en busca de la naranja.

  • No va a ser tan fácil esta vez – le dije quitándole el chocolate para que sepa que aunque hablaba en serio también tenía intenciones de bajar las revoluciones y arreglar todo de buena manera

Claro que si no se la ponía fácil él tampoco me la iba a poner fácil a mí y lo dejó claro cuando me miro exagerando una expresión que yo conocía muy bien, la misma que tuvo aquel día hace diecinueve años cuando me abandonó junto al árbol de naranja después de haberme alentado para hacerlo y que lograra que me den una paliza por ello. Recuerdo claramente como espero a que mis padres me calmaran y que mi padre me dé su sermón con renovadas amenazas sobre lo que me pasaría si volvía a desobedecer; recuerdo lo enojado que estaba por haber tenido que aguantarme todo cuando yo creía que era una injusticia aunque ahora que lo pienso la paliza me la había ganado me crean a mi o a ellos pero en ese momento estaba muy enojado por la situación, pero también recuerdo como todo termino cuando llego Ian con un chocolate en la mano, una rama algo maltratada porque evidentemente la tenía desde que habíamos llegado a la cabaña y que la había llevado a escondidas de mi padre, solo para no herir su orgullo y el chocolate se había derretido; yo lo perdone al instante, desde ese día no hizo falta más palabras para saber que estábamos arrepentidos.

  • Es verdad – admití – no intente terminar la presentación, me dio miedo y me enoje – le dije abriendo la envoltura
  • Sobre todo eso último – agregó él reclamándome el cómo había reaccionado como si no hubiera tenido motivos, casi logra que me enoje de nuevo, pero esta vez no me iba a dejar distraer tan fácil, íbamos a tener esa charla le guste o no
  • Pero ahora no estamos por hablar de mi – le dije serio y el cambió de nuevo la mirada, ensombreciéndola – en cambio te quiero hacer una propuesta – le dije y entonces si quedo confundido, él creía que yo iba a reclamar como las veces anteriores pero no, así que cuando supero el asombro levanto la cabeza en un gesto para que le diga que planeaba – voy a hacer la presentación solo y de echo me voy a encargar solo de todo el proyecto si quieres, pero primero me vas a decir que mierda estas escondiendo, ¿qué te pasa? – le dije después directamente
  • No quiero hablar del tema – dijo como tantas veces antes y me esquivo para salir de la terraza
  • Te conozco desde siempre, eres mi hermano, mi reflejo, mi amigo y ahora mi compadre – le dije frenándole el paso y poniéndome delante suyo – ¿que fue eso tan malo que hice para que no confíes en mi? – eso era chantaje y sentimentalismo puro y del bueno porque su cara cambió por completo, es que en realidad un poco de eso si sentía
  • No quieras manipularme – me dijo después de pensar un rato, por un momento creí que iba a hablar – no me pasa nada así que ya deja de estar interrogándome cada vez que nos vemos – me dijo esquivándome de nuevo y se apoyo en la baranda de la terraza mirando a la nada
  • Yo ya me estoy acostumbrando a los interrogatorios, mamá no deja de preguntar porque no vas a verla y ya no vas a cenar los viernes – le dije para dejar en claro que yo no era el único que se había dado cuenta de su actitud – papá creyó que estábamos peleados y después creyó que estabas enojado con él
  • ¿Por qué tienen que ser tan tocapelotas? – no lo dijo fuerte pero si fue muy violento en sus modos, la verdad me estaba preocupando. Se había girado de golpe y con un empujón puso distancia entre los dos – ya te dije que no me pasa nada! – me dijo ahora entre dientes

Ya no sabía qué hacer, no sabía cómo lograr que confié en mi para poder ayudarlo, algo lo tenía muy mal, al final me dije a mi mismo que ni no podía hacerlo hablar al menos tenía que dejarle en claro que yo estaba ahí para él y fue cuando lo abrase. Fue un abrazo distinto a otros, no fue nuestro típico abrazo de saludo con dos palmadas en la espalda, ni esos abrazos de felicidad de cuando cerrábamos un trato. Este fue un abrazo de consuelo y no porque yo lo haya querido así, sino porque su postura, su semblante gritaban por consuelo, todo en él decía que llevaba una carga demasiado grande para sus hombros y ya no podía mas y yo solo intenté corresponder.

  • Estoy viendo a alguien – dijo de repente y yo no entendí para donde iba aquello, en un segundo imagine que tal vez esté sufriendo por amor pero se me hacía difícil de concebir – saliendo con alguien – aclaro aunque no era necesario
  • Y que ¿te peleaste? – se me ocurrió preguntar, no imaginaba porque mas podía estar así, pero después se me vino algo a la mente – ¿la embarazaste? – pregunte separándome para verlo a los ojos sin dejarlo responder a lo primero
  • Jajajaja –  fue extraño, fue la risa más triste que escuche en mi vida y por un segundo pensé que tal vez así era y la chica había perdido al bebe o que tal vez su novia era infértil, no era algo que podía preguntar como si nada así que decidí esperar a que solo me diga lo que estaba pensando – ¿de verdad no te das cuenta de lo que me pasa? – me pregunto dolido y me sentí terrible porque al parecer era algo que yo debí notar pero la verdad no tenía idea de que estaba pasando

Vi con impotencia como se le humedecían los ojos, a mi hermano, al duro, al que nunca llora y me abrazó, esta vez buscando él el contacto y fue justo en ese momento que todo se hizo claro, que entendí todo y me golpee la cabeza internamente por no haber pensado un poco las cosas sabiendo como era Ian. Yo era quien mejor lo conocía, claro que tenía que darme cuenta.
  • ¿Cómo se llama el afortunado? – le pregunte y entonces me apretó con fuerza
  • Cristian… el de contabilidad – me dijo y de inmediato se me vinieron unas imágenes a la cabeza, definitivamente yo era idiota por no verlo antes
  • ¿Y no era más fácil presentármelo a tenerme más de un mes como idiota detrás de ti? – le pregunté dándole un golpe porque él se separó un poco de mi
  • ¿Cómo se lo voy a decir a papá? – me preguntó y yo no supe cómo responder, mi padre no era homofóbico pero si era un hombre bastante cerrado, yo no tenía la respuesta para Ian, pero al menos podía darle todo mi apoyo, esto era algo por lo que yo no podía dar la cara, esta vez era su turno de enfrentar las cosas
  • ¡Primero! – dijo una voz y no hizo falta mirar para saber quién era – tengo una sala llena de personas apuradas que están esperando – papá caminó lento hasta nosotros – y después me vas a traer a Cristian “de contabilidad” porque quiero saber quien tiene tan distraído a mi hijo que no puede dar una presentación de un proyecto

No sé cómo, cuándo y desde hace cuanto estaba ahí pero había escuchado lo suficiente, en ese momento sentí que no debía estar ahí pero tampoco tenía a donde ir. La situación fue muy intensa, sobre todo porque Ian tardo más que yo en entender las palabras de mi padre.

  • ¡Papá! – dijo él sorprendido – yooo… A mi…
  • A ti puede gustarte juntar abejas en una lata y si eres feliz yo también lo voy a ser – mi padre acorto la distancia y yo intente darles espacio – nada va a cambiar que eres mi hijo y te amo – entonces lo abrazó

Ian estaba tieso y yo entendía lo que sentía, se que sin querer yo mismo le había dificultado confiar en mí, sin darme cuenta lo había discriminado cada vez que usaba la homosexualidad como un insulto o un determinante para un tipo de persona, con cada broma que hacia suponiendo que era un mujeriego por no presentar una pareja o descartando la posibilidad de que sea gay solo por ser un hombre serio y muy masculino, tal vez sin todo eso él habría confiado antes en mi… tal vez.

  • Lo siento – escuche a Ian decir y entonces mi padre separo el abrazo para verlo a los ojos, me impresionó ver que aunque tengamos veintiocho años el viejo se veía enorme a nuestro lado
  • ¿Perdón? – dijo como si no hubiera entendido las palabras de Ian – ¿acaso te estás disculpando? – preguntó y mi hermano no respondió – quieres saber que me molesta de todo esto? – siguió y tomo por los brazos a Ian para que lo mire de frente – me duele haber tenido que esperar tanto para compartir tu felicidad – la verdad se veía el dolor en sus ojos, a mi también me dolió eso mismo, pero de repente cambio a un ceño fruncido y elevo la voz – pero lo que me molesta es que después de años sigan comprando esta porquería de chocolate

Solo espero que el tal “Cristian de contabilidad” sea un buen tipo, sino, al menos ahora creo que mi hermano no me va a esquivar.



14 comentarios:

  1. Ian me hizo renegar, malvadito de mocoso, yo estaba gritando justicia, justicia justicia pero vamos un chocolate es un chocolate.
    Me encanto tu relato Chany

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  2. Con ese abrazo de hermano y la Confesión y el Papa diciéndole esa palabras me escociero los ojos a punto de llorar estuvo genial

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    1. Gracias terry, te tuviste que aguantar la intriga jeje

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  3. Querida Chany,el cuento ha sido una sorpresa,
    ...nos has dado diversión,suspenso y alegría de ver papás así,con la capacidad de amar a sus hijos incondicionalmente,solo con un profundo sentimiento lleno de aceptación y deseos de felicidad para ese ser que vino y es parte de ti.
    Ojalá en la vida real se vieran mas amores así.
    ¡y el detalle del chocolate me dejó aún mas feliz! jjjjajjja!!
    Felicitaciones por el relato y el talento que nos dejas ver!
    ¡Ah,en verdad me gustaría saber mas de La vida es un sueño,la verdad me quedé con una gran necesidad de mas con esta historia,aún siento que hay muchas cosas por saber,descubrir y satisfacer.Espero que tu recarga de energías para con Ignacio y Ed,esté por completarse.
    Cariños sinceros,keny.

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    1. Gracias Keny siempre es un placer leer tus comentarios. Por lo de Nacho tengo buenas noticias espero publicar para el cumple del blog, doble ración

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  4. Chany, que relato mas interesante, un ir y venir de pasado a presente y aunque como Abril, también estaba enojada por las cosas malitas que hizo Ian de niño, pero bueno... son hermanos y se hacen maldades justas a la edad jajjj
    Espero que hagas que regrese Nacho lei por ahí que se borrara lo de penúltimo capitulo así que eso espero que nos dejaste con mucha intriga y no solo con el sino con hermanastros y esos niños tuyos de media docena.
    Por favor has que uno de ellos regrese del otro mundo

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    1. Jaja pobre Ian que se las puso a todas en contra.. Gracias por comentar y si lo que leiste de Nacho es cierto jeje

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  5. Chany te leo de muchísimo tiempo, me perdí buena temporada pero veo que no has actualizado a Nachito, espero que lo hagas pronto.
    Mientras decirte que este solitario como se ve en la etiqueta, esta genial, me ha disgustado un poco Ian pero luego lleno de ternura mi corazón, con ese miedo infantil pese a la edad y el hermano dando su apoyo.
    Divertido y con un enfoque fresco.
    Un abrazo
    SOfi

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    1. Gracias por el comentario Sofi y bueno al menos de Nacho no te perdiste nada jeje

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  6. Que es lo peor que le puede pasar a un padre?... que sus hijos coman chocolate de la competencia, jajajajjaj que divertido

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  7. La historia fue realmente linda, aunque le tengo unas ganas a ese hombre "Ian" que no tienes ideas... unas ganas de matarlo grrr... Eso de que te dejen solo, te den toda la responsabilidad aaggggrrr que coraje, siempre es uno el que se lleba todo el paquete y eso no es justo, mal niño, muchacho y hombre.

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  8. Ah yo quería que el papá se los sonara por no dar una buena presentación!!
    jajajja pero ya que no pasó!!
    Me gustó tu capi Chany!!

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