Amor sin medidas
一一一一一一一一一一一一一一一
Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.
Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 30 de Abril del 2018.
一一一一一一一一一一一一一一一
Autora: Egly
Chavase debatió durante los últimos largos cinco
minutos el ir o no a hablar con su padre, tenía muchas cosas que decirle,
primero disculparse por el incidente con Nicole, también se disculparía por
preocuparlos, pero además lo más importante para él, le preguntaría por su mamá.
- Por supuesto pasa – Salvador ingreso con paso tímido, se ubicó justo después de la puerta, aun con la mano en la puerta como buscando una salida en caso de emergencia, Armando tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no reírse, el chiquillo parecía un ratoncito asustado – ven siéntate – le dijo señalando la cama, Chava poco a poco soltó el picaporte y se acercó, con un poco de aprensión se ubicó justo a su lado, fue cuando Armando se fijó en sus pies, los tomo en sus manos haciendo una pequeña mueca de disgusto, estaban fríos y además sucios
- Te recomiendo que uses sandalias, tu abuela se enfada mucho cuando no lo haces, si lo sabré yo – le dijo
Armando
se remontó a su juventud, para ser más exactos a la última tunda que recibió,
por aquel entonces por primera vez en sus 20 años de vida estaba enamorado,
había esperado el fin de semana con ansias ya que ocurriría lo planeando: su
primer encuentro intimo con Melissa, ya habían pasado cerca de seis meses de
relación y por fin su novia le dijo que sí.
Con
casi un mes de anticipación había pasado planeando el encuentro, todo estaba
meticulosamente preparado para que fuera perfecto, la cena, las flores, las
velas, y aunque le incomodara llevarla a un sitio así… un cuarto de hotel, hizo
todo para que Melissa estuviera cómoda y feliz durante su primera noche juntos.
Pero
como dice el popular dicho: uno planea, Dios dispone, llega el diablo y todo lo
descompone, y en esta ocasión su madre fue el diablo, siiii, la tierna y dulce
mujer, siempre amor y amabilidad, le salieron un par de cuernos y puso rojo su
trasero.
Nicole
tenía unos días que andaba de pelos, es decir, de pésimo humor, con todos
echaba bronca, con Augusto las horas de llegada de la oficina, que a pesar de
que estaba llegando casi una hora antes de lo habitual seguía siendo un
problema para ella, con los chicos por todo por los juguetes, por las
calificaciones, por las horas de televisión, por lo que comían y por lo que no
comían, total estaba fuera de sí.
Para mala suerte de
Armando aquella mañana le toco a él, en su sábado esperado. Como cada sábado no
se preocupó por la hora de levantarse, no tenía clases en la universidad ni
compromisos así que se quedó un poco más de las diez, al despertar bajo a
desayunar, hora en la cual Nicole y su marido ya estaban discutiendo.
- No puede ser, nunca estas con los chicos, todos los días llegas tarde – Armando escucho los gritos de su madre en la cocina hasta la escalera – nunca me ayudas, y ahora que por fin tienes un poco de tiempo te vas a jugar golf en lugar de estar con ellos, eres el colmo
- Mujer ¿no puedes entender?, es un cliente, ¡un cliente!… ¿de dónde crees que va a salir el dinero si no atiendo mi trabajo como debe de ser? – Augusto era un poco egoísta con las cuestiones de la casa – además lo que dices es mentira, por supuesto que atiendo a mis hijos, todas las tardes paso tiempo con ellos, les ayudo en las tareas, y si es poco el tiempo que paso con ellos, pero si los cuido
- ¿Tareas?, ¡¿cuales tareas?!... por favor Augusto tienen seis y cinco años, lo que necesitan es que por una vez en sus vidas, te pases todo, pero TODO un fin de semana con ellos, sin teléfono, sin clientes, y que tengan a su padre completo para ellos, eso es realmente lo que tus hijos necesitan – Nicole estaba decidida a ganar la batalla, así que se prendería de uñas y dientes de cualquier oportunidad– también está Armando, todo el día tras de esa niña, jamás se le ve en casa y tu ni enterado estabas
- Buenos días – Armando hizo su entrada triunfal, nunca olvidaría la cara de póker que puso su madre al saberse escuchada hablando de los demás– no te preocupes papá creo que soy ya muy grande como para que me tengas que cuidar –dijo mirando a su madre, una retada sin más ni menos
Nicole
sintió los colores ir y venir hasta quedarse sin ninguno en la piel, con la
derrota en sus manos bajo la mirada, fue cuando se dio cuenta que Armando
estaba descalzo, alzo la vista, sin decir nada vio a su marido y a su hijo y
salió de la cocina.
- No te preocupes ya se le pasara –Augusto consoló a su hijo, aunque internamente sabía que su mujer estaba hecha una fiera y que tarde o temprano la sacaría a relucir
- ¿Porque anda tan enojada? –Augusto tenía la idea de que era por las horas de trabajo pero nada más lejos de la verdad
- No sé, anda un poco estresada últimamente –para evitar más preguntas cambio de tema– ven siéntate platícame cómo vas con tu novia
Habían
pasado más de diez minutos, prácticamente los dos se habían olvidado de Nicole
cuando esta apareció armada con el par de chanclas de su hijo mayor.
- Armando acompáñame al despacho –le dijo y al pobre hombre se le borro la sonrisa nada más al detectar las sandalias, no se habida dado cuenta del delito y es que su madre aborrecía ver descalzo a cualquiera, desde que era niño si su madre se daba cuenta que andaba sin zapatos el castigo era una tunda con ellos, en total tu edad con cada zapato, por lo que se dio cuenta lo que le esperaba
- Nicole por favor, no seas imprudente – Augusto también detecto las intenciones de su mujer
- Yo no me meto cuando tú corriges a los chicos, así que ahora por favor mantente al margen – Hasta ahí llego la intervención de Augusto en defensa de su hijo, desde la primera vez que Armando fue castigado por su padre a la edad 5 años con la señora bronca que tuvieran por el desacuerdo de Nicole al castigo, acordaron no entrometerse en la decisión del otro a la hora de disciplinar a su hijo, a menos de que se corriera el riesgo la integridad física de Armando. Desde entonces era pocas las veces en que Armando había probado unas palmadas en su trasero, la mayoría de ellas las aplico su madre por el delito de andar descalzo en casa, como pretendía hacer ahora
- Mamá por favor se razonable, ya no soy un niño, sé que estas enojada por lo de hace un momento pero – por poco suelta la risa al ver a su madre con ganas de sonarle como si fuera el chiquillo de su hermano, si hasta se imaginó en las piernas de su madre, por favor si la superaba en tamaño y peso, ya no lo podía someter
- Eso es otro asunto que no tiene que ver con esto – Nicole estaba decidida a darle una lección a ese par de machos, primero no podían gritarle como si fuera la criada de la casa y en segundo le darían su lugar en esa casa que era SU CASA y en esa familia que era SU FAMILIA
- Mama por favor – ante la muy decidida madre que Dios le concedió, y al ver que sus argumentos estaban fallando decidió la técnica del perrito apaleado, es decir la súplica
- Escucha armando podemos hacer esto en privado, o aquí, donde tu prefieras
- Mama por favor,es ridículo que pretendas hacer esto, escucha
- No escucha tu Armando, esta es mi casa, son mis reglas, así que acátalas – y se dio unos segundos para tomar aire, ya que con los gritos que pego se estaba ahogando, y con una mirada retadora invito a su hijo a que le replicara
Durante
unos segundos cada uno mantuvo la mirada en el otro, cada uno buscando ganar,
Augusto imagino que estaba viendo una película del viejo oeste, donde en una
calle desierta dos bandoleros se miraban de frente uno al otro, preparándose
para ser más rápido que el oponente, desenfundar su pistola y así ganar matando
al retador, pero no estaba en una película,
se encontraba en la cocina de su casa, su dulce mujer y su universitario
hijo se encontraban en un duelo a muerte, aquí o moría el orgullo de su mujer o
el trasero de su hijo, él había decidido no dejar que Nicole se saliera con la
suya, muy en especial porque el pleito de su mujer era con él, al final Armando
solo estaba pagando justos por pecadores, así que armándose de valor… piensa
bien en esto Nicole.
- Déjalo así papá – Armando salió decidido, su trasero moriría y aunque no se había resignado no tenía muchas opciones, después de todo como dijo su madre esa no era su casa, por lo tanto debía obedecer, pero no le daría la satisfacción de verle acobardado, suplicante, así que con la furia de un tornado salió dirigiéndose al despacho y espero no con poca rabia a que su madre apareciera
Nicole,
totalmente arrepentida ingreso cinco minutos después al despacho, encontró a su
hijo reclinado sobre el escritorio, con la pompa al aire, esperando a que se
ejecutara su condena, pero a estas alturas era lo último que Nicole quería
hacer, para ser sincera consigo misma nunca se imaginó que se convertiría en la
lunática que fue a cantarle las cuarenta a su marido, es que después de recibir
el anónimo donde le aseguraban que su marido tenía una amante, según el
papelito una mujer joven, elegante y exitosa en los negocios, una mujer
totalmente diferente a ella, y a pesar de que sabía lo que valía no dejaba de
ver lo evidente, ella era una mujer madura, que se dedicó a criar a sus hijos dejando de lado una vida
profesional, pues aquello la estaba torturando.
Durante
los dos últimos días, después de recibir el dichoso papelito había tenido a
Augusto en la cruz, no lo dejaba en paz ni a sol ni a sombra, tenía unas ganas
de discutir, hasta con uñas y dientes para dejarle bien en claro qué clase de
mujer era ella y encararlo por la supuesta amante, pero por más que lo
intentaba su marido no mas no le seguía al pleito, parecía que tenía corcho en
las venas en lugar de sangre, así que frustrada, cansada y además dolida se
desquito con el primero que se cruzó por su camino, pero ahora con la cabeza
fría aquello le pareció desquiciado, castigar a su hijo cuando a quien quería
encajarle las uñas era a su marido.
- Levántate Armando, esto no es necesario – dijo con tono amable, al final quiso ser la mujer razonable e inteligente que era
- No, termina de una vez esta payasada para poder seguir con mi vida, si no te molesta – su madre estaba completamente loca, después de la vergüenza que paso delante de su padre, después de que lo humillara, ¿ahora se arrepentía?, ni de broma, él no le iba a dar el gusto de estarle agradecido después de todo lo que acababa de pasar
- Hijo por favor no voy a castigarte, levántate que no es nece…..
- ¿Tú de plano estás loca verdad? – Armando se incorporó cubriéndose para enfrentar a su madre, tenía tanta rabia y se lo haría saber
- No me hables así que no soy tu criada – se hizo un silencio incomodo, Nicole aun no le decía a Armando que se podía retirar por lo que este permaneció en la habitación, Nicole quería de todo corazón hacer las paces, así que con un tono más moderado lo intento de nuevo – lo siento hijo, discúlpame por todo lo que paso en la cocina, lo siento si – quiso acercarse con la intención de abrazar a su retoño pero este aún tenía la espada desenvainada
- Pues a ver si te relajas porque tienes unos días en que pareces loca, peleas con todos como si tuviéramos la culpa de tus tonterías
- Mira Armando ya te ofrecí una disculpa, no tienes por qué hablarme de esa manera, así que tranquilízate de una buena vez, si – y hasta ahí todo habría terminado porque le acababa de poner en su lugar a su hijo, pero acostumbrada a tener la razón volvió a lo mismo – además andabas descalzo no, así que loca o no, merecías que te diera con estas a ver si así aprendes a usarlas – le señalo las por siempre recordadas pantuflas
- Pues termina, ándale para no deberte el favor y pagar por mi “delito” – enconillo con los dedos esa última palabra – anda no te detengas, cumple con el castigo, esta es tu casa ¿no?, pues cumple con tus propias reglas, has valer tu palabra – el pollo quiso ser gallo, acompaño sus palabras valientes con actos suicidas, se volvió a recostar contra el escritorio y descubrió su retaguardia, había decidido jugarla de valiente y perdió
- Clap – aun no terminaba de acomodarse cuando sintió el chanclaso sobre la piel, cosa que le sorprendió – será uno por cada año de vida, cuéntalos – el macho de película mexicana se esfumo, hasta ese momento no se dio cuenta de la metida de pata que cometió – clap – sintió otro, su cerebro apenas estaba tratando de procesar lo que estaba sucediendo – cuéntalos Armando
- Dos – soltó un murmullo tímido que se escuchó como si estuviera muy lejos de ahí, aun no lo creía, no podía reaccionar a los acontecimientos, él un universitario de veinte años, un hombre hecho y derecho, estaba siendo azotado como un mocoso, en cueros y para rematar por su madre
- Aplaude aplaude aplaude,….
- Auuuu, ay, ay, cinco – Nicole había hecho oídos sordos a toda queja, las palabras de su hijo la habían provocado una herida bastante profunda, ya que era precisamente lo que sentía, que ella no era valorada en esa familia, que su palabra en efecto no era válida en su casa, por lo que decidió terminar con lo que empezó
- Clap, clap, clap, clap, clap – Armando nunca se imaginó que su madre tuviera tanta fuerza, en esos momentos sentía como si su trasero se estuviera cocinando a las brasas, la última vez que fue castigado tenía cerca de los quince años, pero si tenía buena memoria su padre nunca le castigo tan fuerte como lo estaba siendo su madre, le costaba concentrarse y estarse quieto
- Diez, diez, aaaa, basta mamá ya por favor, ya….
- Clap, clap, clap, clap, clap, clap – Armando ya estaba llorando abiertamente y gritaba a todo pulmón
- Aaaaaaa, ya no, yaaaa no, no, no, por favor, ya no, buaaaa, aaay – Nicole observaba pero no escuchaba, estaba tan inmersa en su propio dolor que no escucho lo que su hijo decía, así que no se dio cuenta que su hijo estaba en el límite
- APLAUDIR…
- Veinte, VEINTE, ya por favor, paraaaa, ya no más – en este duelo ambos rivales perdieron, ambos tenían el alma por los suelos, el orgullo herido, ambos fueron derrotados. Nicole coloco la pantufla en el escritorio en señal de que todo había terminado, en ese momento no podía consolar y ser fuerte para nadie, y aunque le matara ver a su hijo en las condiciones en las que estaba, poco podía servir, así que con eso dio por terminado desagradable encuentro, pero Armando no, aun no estaba preparado para perder
- Ya estarás feliz, verdad – le dijo a su madre tratando de recomponerse colocándose la ropa en su lugar, su madre había echado a perder su día, ese iba a ser uno muy especial para él, ya que esa iba a ser la primera noche que haría el amor con la mujer que amaba, ahora tendría que suspender sus planes, no podía presentarse con Melissa hecho un trapo, con los ojos como focos, y con el trasero como carbón encendido, Nicole estaba por retirarse pero las palabras de su hijo la detuvieron
- No, no estoy feliz, pero espero que te haya quedado en claro lo que valgo – sin decir más se retiró a la privacidad de su recamara, al salir vio a su esposo junto a la puerta, que le dedico una mirada de pocos amigos, pero a ella no le importo, siguió su camino y no volteo hacia atrás
Al
carajo con todo… pensaba Nicole, que decidió hacer lo más práctico, aunque no
lo más inteligente, con sus problemas, les daría el olvido etílico, así que
acompañada de una botella de tequila había estado auto consolándose los últimos
minutos, pero aun no lograba adormecer su cerebro lo suficiente para cuando
Augusto la interrumpió como un toro embravecido, gritando a todo pulmón.
Este
había tratado de tomar todo por la buenas, afuera del despacho mientras
escuchaba el llanto de su hijo había pensado en cómo actuar para cuando aquella
tortura terminara, así que lo primero que haría sería consolar a su hijo, y
después ya más tranquilos todos trataría de hablar con su mujer para tratar de
entenderla, comprenderla y pues ya entrados buscar una reconciliación para
todos. Pero sus buenas intenciones se fueron al diablo cuando entro al
despacho, después de ver a su hijo hecho una piltrafa, llorando como un niño
pequeño, sin poder hacer más por el que abrazarle y prometerle que lo
recompensaría por lo sucedido, mientras más lloraba entre sus brazos más se
enojaba con Nicole, aquella loca tendría que controlarse, a pesar de sus
esfuerzos le costó bastante lograr que su muchacho quedara más o menos
tranquilo, era hora de tratar con su mujer.
- Te pasaste, esto supero todo, todo, tus histerias son conmigo, me escuchaste conmigo, así que deja a mis hijos en paz – Poco a poco Nicole se incorporó de la cama y se preparó para enfrentar a su esposo
- PLASSSS – le volteo la cara de la tremenda cachetada que le soltó
- ¿Qué te pasa? – Estaba a punto de soltarle la otra pero Augusto le detuvo la mano a la mitad del camino
- ¿Quién es? – Augusto la miro sin entender a qué se refería, observo como su mujer buscaba algo en el alhajero, “Caray, está condenada sí que tiene la mano pesada”, pensaba mientras se pasaba la mano por la mejilla, aquella reacción de su mujer lo tomo por sorpresa. Nicole encontró lo que buscaba y regreso a la batalla – ¿QUIEN ES? – Grito aventándole un papel a la cara, Augusto lo tomo y lo leyó, eran letras negras impresas que delataban su desliz
“Amiga mía, te voy a hacer un favor
para que dejen de verte la cara de idiota, mientras tu pierdes el tiempo
jugando a la casita, otra mujer atiende a tu marido, una mujer de verdad sexi,
exitosa y hermosa, compruébalo”…. Augusto sabía que había
cometido un error, uno grave y ahora tendría que pagar la penitencia, ni
siquiera hablo pero su cara lo dijo todo.
- Entonces es verdad – ella esperaba que lo negara, tenía la esperanza de que ese anónimo fuera mentira, que alguien que le tenía mucha envidia quería terminar la hermosa vida que tenía, pero no, su marido la engañaba, al ver la cara de este lo comprobó – Dios mío que ciega he sido
- Escucha no es lo que parece – Augusto no hallaba donde meter la cabeza, la vergüenza de haber defraudado a su mujer pero sobre todo el miedo de perder a su familia le estaba carcomiendo el alma como un poderoso acido – Escúchame por favor, escúchame
- Quiero que te vayas de mi casa, vete de aquí – lo dijo sin gritos, sin enojos, sin nada más que un terrible dolor que le hacía temblar, ¿Qué había hecho mal?, ¿en que había fallado como para tener que pagar con semejante precio?
Armando
nunca se enteró de la situación simplemente su padre se fue de la casa
alrededor de seis meses después de que el enfrentara la temible chancla, el
dedujo que sus padres tuvieron una discusión por el evento.
- Así que ya lo sabes Salvador, sobre advertencia no hay ni engaño ni traición, procura utilizar zapatos de ahora en adelante si no quieres enfrentar la ira de la súper chancla de la abuela – termino su relato viendo la hermosa sonrisa de su hijo – ya es tarde hijo – se sorprendió al comprobar que había pasado cerca de una hora desde que entro Chava a su cuarto – ¿de qué querías hablar?.....
Probre Armando pago la ira de los padres pero lo dejaste en lo mejor
ResponderEliminarMe encanta tu historia...muy intenso capitulo lo dejaste en la mejor parte actualiza prontito
ResponderEliminarPobre Armando creyendo que fue culpa de no usar calsado que sus padres discutieron. Y si lo dejaste en lo mejor
ResponderEliminarSi, lo dejaste en lo mejor.
ResponderEliminarAnonimo Fantasma AF
Me encanto este capítulo porque creo que es la primera vez que Armando se conecta de algún modo con Chava, que le contara un evento tan intimo como un castigo me parece que es un importante avance.
ResponderEliminarYa quiero leer el próximo porque me quede con las ganas de saber que le dira el peque a Armando.
Erina
Hola Chic@s gracias por sus palabras me siento muy honrada, gracias por ayudarme con este proyecto
ResponderEliminar