viernes, 15 de marzo de 2019

Mis Gemelos: Cap. 310; Autora Marambra

Mis Gemelos
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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.
Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 15 de Marzo del 2019.
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Capitulo 310
Memorias de una vieja herida

Autora: Marambra

Yhanku sonrió tímidamente a Logan tras la pausa que el corto sorbo de café caliente y amargo lo obligó, mientras Logan asimilaba lo que Yhanku acababa de contarle tratando de imaginar la escena… imaginar aquel mozo sentado a su lado en total desamparo emocional a tan temprana edad, fue chocante y duro al mismo tiempo que no pudo evitar darle un abrazo cargado de cariño y empatía, un abrazo protector, de apoyo, de decir… puedes contar conmigo, un abrazo de hermano mayor con amor incondicional, un abrazo como el que recibió Lorenzo de parte de Yhanku aquel entonces, después de la paliza que papá Arturo le dio…
Yhanku había salido corriendo de la casa confundido con una sola idea en la cabeza, hablar con Rubén… pedirle que le firme aquella nota y que vaya a la escuelita para decirle a todos que era su hijo, y que solo estaría con su mamá hasta fin de año, una ilusión que anido en su corazón cuando su madre en un arrebato le dijo aquello solo para salir del paso algunos meses antes.

  • ¡Claro que tenés padre!... ¿Quién dijo que no?, tu padre es el choco, el alemán – aseguró Narda mientras lavaba ropa a un Yhanku que atento llevaba la cesta de ropa de un lado a otra para hacerla secar sobre las piedras
  • ¿Qué es esa palabra? – quiso saber Yhanku pensando en la nueva palabra… el alemán
  • ¿Qué palabra? – Narda frunció el ceño sin entender a su hijo
  • Alemán – murmuro atenta a la respuesta de su madre
  • Así le dicen a tu padre la gente… el alemán, el nazi
  • ¿Pero quién es él? –Yhanku cada vez estaba más confundido y ansioso, la idea de tener un padre le causaba expectación y alegría al mismo tiempo, pero también un profundo temor  
  • El amigo de tu tata, ese que le dice papá Arturo, el Rubén – respondió ella sin pensar siquiera en el mínimo daño que le hacía a su hijo
  • ¿Y porque no vive conmigo? – pregunto inocente, siguiendo simplemente su lógica de niño tras hacer memoria sobre cuál de los amigos de su abuelo se trataba, teniendo en mente la figura del hombre en cuestión aunque sin recordar bien los rasgos de su cara – mi amigo el Javi vive con su papá y su mamá
  • Porque tiene otro hijo y le da todo a él – declaro sin ponerse a pensar en las consecuencias de aquellas palabras vertidas al azar
  • ¿Entonces tampoco me quiere? – aseguro más para si que para su madre, pensando en el rechazo de Illien padre y como a veces Lorenzo sacaba a colación aquello, e hizo caer el balde menos mal vacío empezando a llorar, Narda iba a retearlo pero dos cosas lo frenaron, la llegada de Arturo de los campos a los que fue a trabajar y las lágrimas que Yhanku empezó a derramar y antes de que su tata pregunte de que lloraba ella se apuro a limpiarle la cara mientras hacia una imprudente promesa imposible de cumplir
  • Claro que te quiere, sos su hijo – le dijo apretando su pequeña nariz para limpiar los mocos con el borde su propia ropa
  • ¿Pero porque no viene entonces? – quiso saber haciendo un puchero y terminando de limpiar sus ojos con el dorso de su brazo quemado por el sol
  • Porque ahora está trabajando y cuidando a su otro hijo que de nada se enferma – aseguro con tal seriedad que Yhanku que la miraba atento con los ojos expectantes se creyó todas y cada una de sus palabras – así que no me llore… además los machos no lloran y vos sos machango – le dijo mirando de reojo a Arturo que como costumbre era a esa hora, tiro sus botas a un lado y jalo una toalla del alambre para ir bañarse antes de almorzar, pero intuyendo que Yhanku pueda decir algo se apuro a soltar aquella promesa imposible de cumplir – pero vos no tenés de que preocuparte, que a fin de año vendrá a llevarte a su casa pa que vivás con él, que pa eso es tu padre y sino viene yo misma te llevo a su pahuichi y te dejo a su cuidao, que también es tu derecho disfrutar de su riqueza… ahora ande al gallinero y sáqueme los huevos de la pata, que hoy he cocinao lo que tanto te gusta… majao – y le beso la frente con cariño distraída y le pego un manotazo cariñoso en el trasero como un impulso para que se apure, pensando que Yhanku olvidaría en algún momento aquel imprudente juramento que en su simpleza ella no registro como tal

Pero Yhanku no lo había olvidado y esa tarde que salió corriendo de la casa, las palabras de su madre resonaron en sus oídos ya no como una promesa sino como una amenaza y freno en seco a mitad del camino paralizado, sintiendo su corazón galopar arrebatado por el enorme desasosiego que lo invadió, ¿y si buscaba a Rubén en casa y le decía que era su otro hijo, lo retendría ya no más para vivir juntos?, porque en lo más intimo de su corazoncito no había duda de que ese hombre era su padre y todo porque su madre se lo había dicho y la palabra de su madre era tan sagrada como la de su abuelo y fue por ese pensamiento que el miedo lo invadió entero y se puso a llorar pensando que si eso pasaba, que Rubén lo retenía para vivir con él, lo más seguro era que no iba a volver a vivir con su abuelito, ni con sus hermanos menores y de pronto la idea de ser hijo del Nazi no le gusto para nada y en ese dilema emocional lo encontró su abuelo.

  • ¡0H! mi Yuyo – murmuro su abuelo apenas lo vio ahí como un pollito perdido, él sabía muy bien que cualquier cosa que tenga que ver con su padre biológico lo afectaba de una y otra manera, así que decidió por el mimo antes que el enojo  – ¿quién ha hecho llorar a mi hirpita? – le susurro al oído a tiempo de sentarse a su lado, alzándolo para ponerlo sobre su regazo, abrazándolo mientras besaba su frente, en tanto Yhanku escondió su rostro en el pecho de su abuelo para llorar abiertamente y disculparse
  • Lo sieeeento – fue lo único que dijo y Arturo no necesitaba preguntar la razón, los ojos de su nieto lo decían todo, así que lo sostuvo cerca suyo, mimándolo con palabras dulces y tiernas que poco a poco fueron calmando aunque no del todo, el dolor de su pequeño y tierno corazón
  • ¿Porque m´ijo?... ¿mmm? – murmuro cogiendo el pequeño mentón de su nieto adorado
  • Es que quiero que mi papá firme mis notas de la escueeeela, pero también tengo miedo de que me lleve lejos – se puso a llorar y miro a su abuelo con la culpa titilando en los ojos
  • Pero Yuyo, ya hemos hablado de eso chichilo, tu padre vive leeeeeeeeejos – respondio a propósito alargando aquella palabra para que entienda lo que significaba la distancia – él está en otra ciudad, más lejos que Portachuelo o Roboré – Arturo bajo la voz, arreglando su pelo despeinado de correr – y no te va a llevar a ninguna parte mi pollito, yo no le voy a dejar – prometió intuyendo que aquello lo asustaba – además siempre te firmo yo las notas – agrego pensando que bueno, escribir su nombre era lo único que sabía hacer y cuando necesitaba leer alguna cosa, confiaba ciegamente en Clara
  • No tata, no vive tan lejos, vive allá al frente de donde fuiste a marcar las vacas – le dijo cogiendo la mejilla de su abuelo en su pequeña mano tan serio como si le estuviera dando una nefasta noticia de último momento
  • ¿Dónde hijo? – Arturo frunció el seño ante la aseveración del pequeño y Yhanku claro lo cogió de la mano empezando a caminar tomando el sendero más estrecho porque lo que Arturo supo a donde iba, total aquel camino llevaba a las dos haciendas más grandes de Warnes la de Rubén y la de Nazario
  • Allá abuelito
  • ¿Y quién te dijo que ahí estaba su padre? – pregunto por si acaso, aun cuando ya se imaginaba la respuesta
  • Mi mamá – contesto inocente sin disminuir el paso

Pero antes de que alguno de los dos pueda decir algo más al respecto, se apareció Rubén montando a caballo, acababa de revisar los predios y regresaba a casa por el atajo, haciendo que Yhanku se asuste, algo en aquella silueta le recordó las palabras de su madre.

  • ¡Papá Arturo! – grito Rubén ajeno al dilema del muchacho, apurando el trote pensando que quizás Arturo este de ida a la hacienda
  • ¿Quién es abuelito? – quiso saber Yhanku aunque ya lo sabía, ese hombre era Rubén, y aquel simple conocimiento hizo que su corazón lata a mil por hora arrebatado, de pronto la idea de estar cerca de su supuesto padre lo estresaba y se vio dividido entre el dilema de saltar a sus brazos y reclamarlo como padre o huir de aquel extraño
  • Ese señor es mi amigo, Don Rubén… el alemán – le respondió mirándolo a la cara para ver su reacción y Yhanku como era de esperarse se agarro de la pierna de su abuelo como si fuera un salvavidas y escondió su cara a nivel de su cadera sin querer mirar al amigo de su abuelo, para él, Rubén montado en caballo se veía tan enorme que bien podía ser confundido con un ogro come niños
  • No dejés que me lleve tata, no quiero irme con él – empezó  a gemir asustado con ganas
  • No te va a llevar a ningún lau mi´jo – respondió Arturo alzándolo en brazos y claro Yhanku por instinto metió su rostro en el cuello de su abuelo, calmándose con el familiar aroma de su tata, apretando sus bracitos como un collar alrededor de él, casi asfixiándolo
  • ¿Estás seguro? – murmuro mientras su corazoncito se aceleraba al ritmo que imprimían los cascos del caballo de Rubén, poniéndolo más y más nervioso
  • ¡Claro que si!, ¿Por qué?  respondió acomodando a su nieto en sus brazos debido al peso del muchacho
  • Es que mi mamá me dijo que ese señor es mi papá y ahora que lo veo, no quiero irme con él
  • Eso no es verdá Yhanku, ese señor no es tu padre, tu mamá te ha mentido

Contesto Arturo a tiempo de querer bajarlo de sus brazos y no porque el niño pesara para sus fuerzas, su pequeño ese entonces era peso pluma consecuencia de la terrible diarrea que le dio por beber agua del río, pero era claro que Yhanku no quería abandonar por nada del mundo los protectores brazos, así que Arturo suspiro resignado reacomodándolo mientras Yhanku volvió a apretarse a su cuello mucho más nervioso porque Rubén acababa de apear su caballo en la barda y venia a su encuentro.

  • ¿Le paso algo al niño papá Arturo? – pregunto Rubén con el ceño fruncido extendiendo la mano para coger a Yhanku, pero Arturo le guiño un ojo contestando
  • Tiene un poco de mimitis nada más – le sonrió murmurando – vamos  chichilo, ¿no sabés saludar? – pregunto ahora si bajando a Yhanku del brazo, pero el niño no se separo de su abuelo desconfiado y siguió escondiendo la cara en la cadera del viejo
  • Hola señor – saludo tímidamente moviendo su manito, pero sin querer mirarlo, algo que llamo la atención de Rubén que intuyendo que algo sucedía, prefirió no decir nada
  • Hola Yhanku, ¿quieres un dulce? – le pregunto sacando del bolsillo una barra de chocolate que compro para Logan, pero que con gusto le daría al pequeño Yhanku, sabía que le gustaban y él adoraba ver a los niños con la cara cubierta de chocolate disfrutando de su sabor
  • ¿Puedo abuelito? – pregunto tímidamente asomando su rostro de la cadera de su abuelo, pero sin poder disimular la emoción que brillaba en sus ojos ante la perspectiva de comer chocolate
  • Si, puedes, puedes – alentó Arturo a Yhanku a acercarse a Rubén – ¿qué se dice? – le pregunto apenas Yhanku cogió la barra prácticamente arrebatándola de la mano de Rubén para volver a la seguridad del cuerpo de su abuelo, pero no por el ansia de comer, sino por miedo a que Rubén lo coja del brazo, salte a su caballo y se lo lleve lejos a todo galope tan rápido y ligero como su corazón latía
  • Gracias señor – respondió volviendo a ocultar su rostro en el cuerpo de su abuelo pero abrazando la barra de chocolate como si de una barra de oro se tratara
  • De nada Yhanku – respondió Rubén tratando de despeinar su pelo como solía hacerlo con Logan y alguna vez con los chicos de Arturo las pocas veces que los veía; extrañado pero, de la asustadiza reacción que tuvo Yhanku que se encogió de inmediato como si tuviera miedo a ser golpeado y miro a Arturo con curiosidad, quien entendió la pregunta suspendida en sus ojos
  • Vaya a darle un trozo de chocolate al caballito – su abuelo lo empujo suavemente, sonriendo para que no desconfíe – vaya mi´jo – insistió cuando Yhanku lo miro como suplicando no separarse de él – vaya, rapidingo, que yo voy a hablar un rato con el señor
  • ¿Pero no me vas a dejar verdad? – pregunto casi con pánico en la voz, como si su abuelo estuviera tramando un plan para dejarlo
  • No te va a dejar en ningún lado Yhanku, tu abuelo y yo solo vamos a charlar de trabajo nada más – esta vez fue Rubén quien hablo, pensando que tal vez si él decía eso no desconfiaría, pero la respuesta de Yhanku lo dejo seco
  • Es que no quiero irme contigo – Yhanku se había armado de valor para decir aquello
  • ¡Yhanku! –  lo freno su abuelo antes de que su nieto diga algo más y surtió efecto, Yhanku se calló y se puso a mirar sus pies  avergonzado – vaya a sentarte allá a comer calladingo su chocolate – ordeno apuntando un tronco viejo y pelado bajo un árbol

Y como era de suponer Yhanku obedeció sin rechistar, pero sin dejar de mirar desconfiado a su abuelo siguiendo todos sus movimientos, Arturo consciente de las emociones de su nieto le conto a Rubén lo que había sucedido, provocando emociones encontradas, primero enojo contra Narda por actuar de tan mala manera y jugar con los sentimientos de un niño y segundo desasosiego, porque aun cuando su lado racional negaba la posible paternidad, su lado más íntimo anhelaba aquello, sobre todo porque aquella época, él y Clara buscaban con ansia el nacimiento de un nuevo niño que alegre su hogar sin éxito pese a todos los esfuerzos médicos y divinos a los que se entregaron ambos.

  • No puedo creer que haya hecho eso, ¿pero qué carajos le sucede a esa loca? – pregunto Rubén enfadado, pensando que si tenía a Narda delante le gritaría unas cuantas verdades – disculpe papá Arturo, es tu hija… pero me saca de quicio – dijo cuando se dio cuenta de su arrebato le  jalo la lengua con quien menos debía
  • No te disculpés que no has dicho nada más que la verdá, es una loca de mierda – afirmo golpeando la espalda de Rubén con ese cariño suyo de siempre – que le voy a hacer, es mi castigo – dijo elevando una mano, como dándole una explicación mística a las acciones incoherentes de su hija – seguro algo hice mal en mi pasado – murmuro sin esperar respuesta y Rubén solo movió la cabeza y fijo sus ojos sobre Yhanku
  • ¿Quiere que hable con su chichilo? – pregunto volviendo su mirada sobre el rostro del viejo, quien contemplaba a Yhanku sentadito inocente comiendo un pedacito de chocolate
  • NO, no hay necesidad, ya le dije yo que vos no sos su padre, aunque vos sabés que diera un mundo porque lo fueras – ese no era un secreto para nadie
  • ¡Ay tata Arturo!, yo también – y con eso confeso su secreto deseo, pero ninguno ahondo más en el problema, cambiando bruscamente de tema – pero lo que importa es él y es mejor que se le diga la verdad y quizás sería más fácil si yo se lo digo – agrego atando cabos, la actitud de Yhanku se debía a la desconfianza
  • NO, no es necesario… él tiene que aprender a aceptar mi palabra como ley, además si vos se lo decís él sabrá que hemos hablado de esto y no creo que sea de su agrado, el tema de su padre es su punto débil y me temo que será así por mucho tiempo – suspiro con tristeza mientras Rubén miraba con compasión a ese pequeño niño

Desgraciadamente lo dicho por Arturo fue como una vaticinio en la vida de su nieto, con los años Yhanku dejo de hablar y preguntar sobre su padre biológico porque la respuesta era dura para él y dolía mucho pero el hecho de no preguntar no significaba que haya dejado de pensar en ello y en la fantasía de ser hijo del alemán y ahora que creía superado por fin el tema, Illien Tomonovich había reaparecido en su vida poniéndola de cabeza y no solo eso, enemistándolo con su hermano menor y de eso conversaba con Logan al llegar a la casa del abuelo y pillarse con un Jacinto bravucón que apenas lo vio empezó a gritarle y acusarlo de egoísta buscando pelea, quizás empujado por el orgullo maltrecho por el único cinturonazo recibido de Yhanku en casa de Rubén que lo empujo a desobedecer y agarrarse a puñetes en tierra ajena.


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