Diarios familiares
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 11 deJunio del 2019.
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Capítulo 1
Paul, polvo al
polvo
Autora:
Little Hoshi
Cuando
desperté lo primero que reconocí era esa luz suave y deprimente, sin duda
alguna, estaba en un hospital. Todos los que se han pasado media vida entrando
y saliendo de hospitales saben de lo que hablo. Después fue el ruido
inconfundible de las enfermeras y de los aparatos y de aquellos familiares que
esperan fuera, hablando entre cuchicheos. ¡Sí!, volvía a estar en un Hospital.
Mis
sentidos aún se estaban acomodando cuando noté la mano fuerte de mi padre
apretar la mía. Aquello me reconfortó, estaba en algún sitio lejos de mi hogar,
pero que él estuviera allí conmigo hacía que me sintiera a salvo.
Poco
a poco fui abriendo más y más mis ojos e intenté que mi voz saliera por mi
boca, pero en vez de eso, salió una especie de murmullo seco a penas
comprensible. Mi padre soltó mi mano y me acarició la mejilla, y con la voz aún
entrecortada me dijo que todo estaba bien, que yo estaba bien. Acto seguido
llamó a la enfermera que entró y miró el monitor y volvió a salir solo para
entrar un minuto más tarde con el doctor. Ambos miraron mis constantes, mis
reflejos, la reacción de mis pupilas y sonrieron y le confirmaron a mi padre,
que todo estaba correcto que en cuanto recibieran los últimos resultados del
laboratorio podrían darme el alta.
Aún
estaba muy desorientado, intentaba recordar como había llegado allí, pero no
había manera, solo recordaba la fiesta de cumpleaños de Robert, y que fue un
auténtico muermo, recuerdo que Sunny y Sabrina estaban allí también. ¡Oh, dios,
Sabrina y yo nos besamos! Sí, eso lo recuerdo. Menuda metedura de pata.
Pero
¿cómo había acabado allí?, hacía 2 años que no pisaba un hospital, ya estaba
curado, no podía volver a aquello, las lágrimas empezaron a escapárseme, papá
se dio cuenta y volvió a tranquilizarme.
- No te preocupes, ya oíste, estás bien, en unas horas te darán el alta y volveremos a casa – dijo forzando una sonrisa
- ¿Qué pasó? – Logré decir de una forma más o menos entendible. Pero papá volvió con lo que “todo estaba bien y que pronto nos iríamos a casa”.
Ya
comenzaba a encontrarme algo mejor, seguía doliéndome cada milímetro del cuerpo
pero ya no me sentía tan anestesiado. Los pensamientos justo comenzaban a
hilarse de una forma coherente, cuando mi hermano Fran y el abuelo entraron. El
abuelo enseguida vino a darme un beso y a acariciarme el pelo como hacía cuando
era pequeño y quería que durmiera la siesta a pesar de que yo insistía que no
estaba cansado. Pero la cara de Fran era de enfado, ¡estaba enfadado conmigo!
¿Pero por qué? No era culpa mía que estuviera allí. Fue en ese momento que
empecé a recordar un poco más.
La
fiesta era muy aburrida, era horrible, no podía irme, Robert es el hijo de uno
de los socios de papá, si me hubiera ido papá me hubiera matado y posiblemente
el padre de Robert también. Sabrina es la prima de Robert, ella también estaba
allí. Sabrina lleva enamorada de mí desde parvulario, pero ella no es mi tipo,
para nada, Sabrina es demasiado… demasiado todo. ¿Por qué rayos la besé? Oh
mierda, hicimos algo más que besarnos. Solo pensé que cuando Amanda se enterara
me mataría. ¡Pero como narices había accedido a liarme con ella! Lleva toda su
vida tirándome los tejos y nunca he caído en sus provocaciones. ¿Porque aquella
noche sí que lo había hecho?.
Cada
vez venían más y más recuerdos de la fiesta, eran confusos, desordenados y algo
ambiguos, pero se amontonaban cada vez más y más en mi cabeza. ¿Quizás por eso
empezaba a dolerme horrores?
Papá
salió con el abuelo a por agua, creo, no atendí muy bien, aún estaba algo
mareado. Fran se quedó repanchingado en el sofá de las visitas fulminándome con
la mirada.
- La
has cagado a base de bien, idiota. No me extrañaría que papá te acabara enviando
a un colegio militar – Fran
me soltó en cuanto papá y el abuelo salieron
- ¿Pero de que hablas?
- Ni
te acuerdas ¿verdad? ¡Eres lo peor! – abrí
mucho los ojos Fran no solía hablarme así, no es que fuera un hermano genial y
esas cosas, solía dejarme muy claro que yo le estorbaba, pero no solía ser tan
duro conmigo y mucho menos estando yo enfermo
- No, no lo recuerdo ¿qué pasó?
- Un
accidente de coche, ¿en serio no recuerdas nada? ¿o solo lo dices para que papá
no te estrangule aquí mismo? – pregunto mi hermano
dedicándome una mirada desconfiada
- No,
tío, lo juro. Y papá ni me ha preguntado. Pensaba que me había desmayado, que
el cáncer había regresado – en serio, yo estaba
convencido de que estaba de nuevo inmerso en esa pesadilla
- No
tendrás tanta suerte – dijo
negando enfadado con la cabeza. El comentario me sentó fatal, pero ahora
empezaba a preocuparme ¿Qué demonios había pasado?
- ¿Tú
sabes qué pasó? – pregunto con timidez, temiendo algo peor
- No,
el abuelo solo me ha dicho que tuviste un accidente de coche y que estabas en
hospital. Al menos dime que no conducías tú – me
cuestiono con una dura mirada, realmente mi hermano estaba cabreado
- No lo sé, no recuerdo nada, lo juro
- Pues menudo desfase pillaste. ¿Tío, y en la fiesta de los Hills? ¡Estás fatal! Bertie es como un hermano para papá; tío, que estabas buscando ¿Qué te pillaran? Pues tío, vaya si lo has logrado
- ¡Fran,
para! ¡Me duele la cabeza! Y no sé de qué me hablas – le
dije porque era cierto el dolor de cabeza se estaba haciendo cada vez mayor y además
no soportaba que Fran me viniera sermoneando
- Tranquilo,
hermanito que ya me callo, ya lidiarás con papá – y sacó su teléfono y se
puso los auriculares y no me dirigió ni la palabra ni una mirada más. Pero Fran
había dicho que había tenido un accidente de coche, no recordaba estar en un
coche, ni de ningún accidente, pero los recuerdos seguían llegando pero para
entonces ya cada vez más espaciado y cada vez más confusos, justo como al
principio
Después
de que aquel mago hiciera su espectáculo, Jared y yo dimos por muerta la fiesta
y la vida social de Robert, que por alguna extraña razón, parecía estar
disfrutando de aquella pesadilla. Puede que Robert fuera un año menor que
nosotros, pero ¿magos? Tío tienes 15 años no 5. Hay que decir que Robert siempre
ha sido raro de narices, pero tío, al menos de cara al público respétate un
poquito, no puedes hacer esas chiquilladas con 15 años. Robert iba a ser un
neverfucker toda su vida, al menos con aquella fiesta se había asegurado que lo
sería durante todo el instituto. Oh dios, de repente vino a mi mente una imagen
de Sabrina, Sunny, Jared y yo en el baño haciéndonos unas rayas. ¡Nos hicimos
unas rayas en casa de Albert Hills! ¡En casa de tío Bertie! Ahora entiendo lo
de Sabrina. ¡Mierda! No fue lo único que nos metimos, nos fuimos de allí,
aquello era inaguantable, recuerdo otro sitio, si creo que era una especie de
cabaña, ¡joder sí, la cabaña!... ¡Oh, mierda!, entonces recordé lo de Sunny.
Menuda noche chaval, con Sunny también. Ostra, supe entonces que no habría modo
alguno que no se enterara Amanda.
¡Pero que mierda nos metimos! No recuerdo
donde la pillamos pero si que recuerdo que nos metimos mucho. También bebimos
mucho tequila con granadina, porque por entonces Sabrina solo toma eso. Decía
que es super sofisticado. Pero lo cierto es que era bebida de paletas. A mi aquella noche me daba igual todo, solo
quería divertirme. Y en vez de eso, mi padre me había obligado a ir a una
fiesta de cumpleaños infantil. Recuerdo que en algún momento de la noche la madre
de Jared llamó, vaya gritos metía, nos desencajamos de la risa, la madre de
Jared chilla siempre, pero cuando se enfada es delirante. Jared se rayó con
nosotros. Porque su madre nos había oído descojonarnos de ella, él también se
había reído, ¿no sé porque se cabreó tanto?.
Oh,
sí. Efectivamente, después de aquello tomamos de nuevo el coche conducía Sunny,
aquella noche Sunny no había bebido solo se hizo un par de rayas, las primeras,
las del cuarto de baño en casa de los Hills, y de eso hacía le rehostia de
rato. Así que parecía la más entera de todos, seguramente lo estaba, al fin y
al cabo fue la que le tomó las llaves a Jared. La fiesta se había acabado,
además ya era muy tarde, estábamos muy muertos. Ni modo que nuestros viejos no
se enteraran que habíamos dejado la fiesta. Normalmente cuando pasaba eso,
decimos que nos habíamos quedado en casa de Jared, pero después de la llamadita
de la madre de Jared, eso quedó totalmente descartado. Decidimos que lo mejor
sería decir que nos habíamos ido a una discoteca y ya está, a aguantar el
chaparrón.
Papá
y el abuelo entraron con una botella de agua bajo el brazo y un par de cafés.
Papá le dio uno a Fran y el otro se lo tomó mientras miraba la pantalla de mi
monitor. Miró al abuelo y dijo, todo bien. Para ese instante mi cabeza estaba a
punto de estallar, solo quería que el dolor se apagara. Así que le dije a papá,
que me dolía mucho. Llamó a una enfermera y pusieron algo en el suero que me
hizo dormir un rato. No mucho, pero el dolor de cabeza sí que se aligeró
bastante.
Eran
las siete de la tarde del domingo cuando el medico decidió finalmente darme el
alta. Todo estaba bien. Magulladuras y un par de fracturas que según el médico
ellas solas se soldarían, poner el hombro en su sitio fue lo que me dolió a
rabiar, pero después de darme los calmantes, yo ya estaba bien. Deseoso de
salir de allí.
Cuando
papá acabó con todo el papeleo burocrático, me dieron mis cosas, pude al fin
mirar mi teléfono. Jared y las chicas estaban bien, Jared y Sabrina, ya les
habían dado el alta y Sunny estaba en cirugía porque uno de los cristales del
coche se le había clavado en la mejilla y estaban intentando que no le quedara
cicatriz. Afortunadamente no le quedó cicatriz alguna, Sunny no es que fuera
una topmodel, pero era guapilla y las chicas no les suele molar eso de tener
cicatrices.
El
viaje de vuelta a casa fue silencioso y corto, vivimos muy cerca del hospital,
cuando llegué papá me preguntó si necesitaba ayuda. Le dije que no, realmente
no la necesitaba. Me dijo que fuera a la cama que me convenía descansar. No
quise discutir, lo cierto es que me sentía bastante débil. Al entrar Patricia y
Owen saltaron a mi cuello, la señora Troffeau me empezó a besar y a decir pobre
mi niño. La señora Troffeau lleva toda la vida cuidando de nosotros y es como
una abuela para nosotros que una empleada de papá. Patricia me dijo que se
alegraba que no estuviera muerto, por ahora. Cosa que no me hizo gracia. Y Owen
me dio su videoconsola para que jugara con ella mientras estuviera enfermo.
Owen es distinto a todos nosotros, bromeamos con el hecho de que quizás les
hicieron el cambiazo en el hospital, cosa que él se toma super mal. Pero es
hijo de papá, seguro. En casa todos nos parecemos un montón a la familia de
papá ¡Hasta Patricia que es una niña!
Owen es un FERGUSON de píes a cabeza, solo que es muy calmado y todo siempre le
está bien. Para que os hagáis una idea, ni siquiera montaba escándalos en la mesa
cuando ponían coles de Bruselas.
Aquella
noche dormí como un lirón, supongo que los calmantes hicieron su efecto, al día
siguiente aún estaba medio mareado y muy adolorido, pero estaba bien. Por la
mañana mis hermanos fueron al colegio por lo que la casa estuvo super
tranquila, cosa que agradecí, se notó cuando a las cinco llegaron y todo se
llenó de ruido. Papá se quedó en casa, no es que estuviera todo el rato a mi
lado, pero iba entrando en la habitación cada 2 o 3 horas y me preguntaba como
me encontraba. Comimos los dos solos y todo, cosa que desde que me curé del
cáncer no recordaba que hubiéramos hecho. Siempre eran comidas y cenas
familiares, jamás él y yo solos. Vale, lo sé, es también el padre de mis
hermanos, pero yo no le pedí tener a Patricia Y Owen, Con Fran y conmigo tenían
más que suficiente, es más si mucho me apuras, Fran es bastante molesto el 90%
del tiempo. Si tuviera que elegir entre uno de mis hermanos quizás Patricia,
por el rollo que es una chica y no me molesta mucho. Owen es un encanto pero
papá estaría todo el rato diciendo ¿Por qué no eres más como Owen? Y Fran queda
descartado por capullo.
Aquella
noche después de cenar, le pregunté a papá cuando le había dicho el médico que
podría volver a clase. Papá dijo que al menos 10 días de reposo… 10 días en
casa sin hacer nada aquello me pareció una eternidad. Papá debió notármelo en
la cara y volvió a decir haciendo énfasis en el “al menos 10 días”, y solo
después que el doctor diera su permiso. Después de un soplido de mi parte, papá
dejó un poco apartado su pose de “papi amoroso” y se puso un poco más él. Ya
saben como si fuera estreñido o le dolieran las muelas constantemente.
- ¿Has
hablado ya con tu madre? – me preguntó viendo que me levantaba
para volver a mi habitación, y haciendo que el salón se quedara en silencio. No
dije nada. Por supuesto que no la había llamado – Paul – dijo muy seco, estaba
claro que no me iba a dejar irme sin contestarle – ¿Hablaste con tu
madre?
- No
– dije
flojito y acabé de levantarme
- Pues
ya la estás llamando – dijo muy serio. Papá y mamá se toleran,
lo hacen por nuestro bien, pero está claro que no se pueden ni ver
- Ya hablaré cuando me llame ella
- Te
ha llamado y varias veces, le he dicho que estabas dormido por los calmantes,
pero ya fue suficiente, la llamas y que escuche tu voz y se quede más
tranquila, no te pido que le cuentes toda tu vida, solo que la llames – papá
intenta seguir los libros de educación infantil, esos en que dicen que hay que
hablar con los hijos y hacerles entender, lo lee y realmente le gustaría ser
uno de esos padres, pero digámoslo así, le falta paciencia, enseguida sale el
hijo de militar y se pone a dar órdenes a diestro y siniestra
- Luego
la llamo – dije
porque no me apetecía discutir
- Luego
no, ¡ahora! – el
hijo de militar hizo presencia en su mayor esplendor, porque por supuesto el
“ahora” fue acompañado de un golpe en la mesa)
- No me apetece mucho hablar con ella ahora, llámala tú y dile que estoy bien
- ¡PAUL!
Si me he de levantar de la mesa y hacer que llames a tu madre, te va a costar
un mundo tranquilizarla y convencerla que estás bien, porque se lo vas decir
entre llantos ¿Estamos? – joooo
estaba aún convaleciente, no quería hablar con ella y mucho menos que papá me
riñera, puse una mueca de disgusto pero saqué el teléfono del bolsillo del
pantalón e hice como que llamaba mi madre.
- ¿Mamá?
– me estaba yendo a mi
habitación para hablar con algo de privacidad. En verdad era porque estaba
fingiendo que hablaba con ella, y no quería que me pillaran. Pero esa treta ya
la había jugado un par de veces antes así que cuando pasé al lado de papá para
salir del comedor, me interceptó y me agarró del brazo. De reojo vi a Fran
sonreír, es tan capullo
- Delante
de mí – dijo
fulminándome, me debí delatar de alguna manera porque sacó su teléfono, marcó
el teléfono de mamá y habló unos breves segundos con ella antes de pasarme el
teléfono a mí. No es que odie a mi madre, pero sigo enfadado con ella
La
última vez que estuvimos juntos, no acabó nada bien, me discutí con su marido y
en vez de ponerse de mi lado, se puso del lado de él ¿Qué madre hace eso?
Además, después le fue con el cuento a papá y me cayó una de campeonato.
- Hola
madre – solo le llamo así cuando estoy enfado y sigo enfadado – sí estoy bien…algo magullado, pero nada… Si me tomo los medicamentos
que mandó el doctor… sí hago caso… si… si… bueno, te dejo, estoy cansado… me
voy a la cama – ni
un minuto tardé en despacharla y devolverle el teléfono a papá
Quizás
papá hubiera ganado esa batalla pero no iba a dejar que se recreará en su
victoria. Papá me fulminó con la mirada cuando le devolví el teléfono pero no
era idiota así que me apresuré a salir del comedor. Lo oí de fondo como seguía
hablando con mamá, pero realmente me importaba tres pepinos lo que se dijeran.
Cuando
mamá y papá se divorciaron, fue difícil, pero fue más difícil aún para mí que
para mis hermanos. Pensad que yo estaba siempre en el hospital y mamá y papá
siempre estaban conmigo. Así que para mí fue peor. Pero yo no era el único
chico cuyos padres se habían divorciado, e intenté ver el lado positivo de las
cosas, más regalos por navidad y cumpleaños, dos casas, dos vacaciones de
verano, poder jugar a “pues mamá me deja” o “pues papá me deja”.
En
ningún momento pensé que mamá o papá pudieran volver a casarse y formar otras
familias. Papá empezó a salir con otras mujeres antes que mamá, bastante antes…
pero eran solo sus rolletes, nunca tuvimos que llamarlas mamá o hacer planes
con ellas. Pero mamá al año y medio de divorciarse, se volvió a casar, con ese
estúpido predicadorucho suyo, Walter. Mamá se fue a vivir a Boston junto a él y
su hija de cuadro de honor. Sí lo sé Boston no está en el fin del mundo y nos
veíamos cada dos fines de semana y las vacaciones, pero es que el tipo ese es
un capullo integral. No sé qué demonios vio mamá en él.
Papá
no es perfecto, dista mucho de ser perfecto, pero al menos no es un mojigato
recalcitrante. Solo os diré que para Walter es una gran ofensa decir “mierda”.
¡Venga ya! es solo un mierda de nada “no un me cago en la hostia puta”. Y
siempre con ese rollo de seamos positivos, seamos amables y ayudemos al
prójimo, me dan ganas de vomitar. Papá es un capullo pero en ese sentido es más
auténtico. Fran dice que solo un niño pequeño o un psicópata habla con
diminutivos. Walter habla siempre con diminutivos. No suelo estar de acuerdo
con Fran pero ahí tiene toda la razón. ¡Y esa manía de él de perder el domingo
para ir a misa! Joder para un día que puedo dormir hasta tarde. Y no os creáis
que era el rollo ir un rato a la iglesia y volver para casa, que se están toda
la puta mañana. Que si la misa que si las actividades parroquiales que si
patatín que si patatán. ¡Además, nos hacía vestir de traje, con zapatos y todo!
Ningún chaval viste ya de traje.
Volviendo
a aquel día. Estaba enfadado por esa última jugada de papá. No lo entendía, yo
no me metía cuando él y mamá se enfadaba, así que estaba convencido que él no
debía meterse tampoco cuando yo me enfadaba con mamá. Me acosté y puse la tele
flojita para ver alguna película, era pronto y aún no tenía sueño, en parte
porque era realmente pronto y en parte porque me había pasado el día
dormitando. Cuando papá envió a la cama a Owen aprovechó para entrar en mi
habitación, no lo esperaba y no me dio tiempo a apagar la tele. Sé que le
molestaba que los días de cada día viéramos la tele por la noche, pero yo no tenía
que ir a l cole al día siguiente ¿no?.
- Lo
de antes, con tu madre – lo
miré enfadado, lo vuelvo a decir… eso no iba con él, no debió entrometerse – ha sido muy feo. La pobre no puede estar aquí, y sufre,
- ¿No puede o no quiere?
- No
puede y lo sabes muy bien. Además, no es como si estuvieras otra vez enfermo – me dijo y yo frunci el
ceño – Paul, tuviste un accidente, afortunadamente, quedó en
un susto, pero eso no cambia que sino hubieras bebido y tomado drogas
seguramente no hubieras tenido ningún accidente – y pude notar la
rabia y el resentimiento en sus palabras. Aquello me puso los pelos de punta – Me costó mucho convencer a tu madre que no tomara un avión y se
presentara aquí, solo cuando le envíen el informe de los médicos y le pasé al
doctor al teléfono y le confirmó que no era nada, logré que esperara al fin de
semana para venir. Y ya te digo que sin importar lo que tú y yo hablemos mañana
sobre lo que pasó en la fiesta de Robert, tendrás que responder también ante tu
madre – y
esa frase no habría sido más terrorífica ni que hubiera sonado justo después un
trueno y se hubieran ido las luces. Pero no pasó papá solo agarró el mando de
la tele lo apagó, me dio un beso en la cabeza, como cuando era niño y me dio
las buenas noches
Por
si no hubiera tenido suficiente con la amenaza de papá, Fran subió poco después
con una sonrisa de punta a punta de la cara y me dijo que papá le había pedido
que al día siguiente salir de clase, llevara a Patricia a casa del abuelo. Y
dejó caer “no querrá testigos cuando te mate y oculte tu cuerpo en el bosque”.
Había tenido un accidente y me dolía todo el cuerpo ¿no era ese suficiente
castigo? ¿a quién quería engañar? Ese mismo verano cuando se enteró que Fran
había fumado cannabis le dio tal zurra que Fran estuvo el día siguiente
caminado raro y soltando ruiditos de dolor cada vez que le tocaba
sentarse. Si hizo eso por un porro…Fran
tenía razón yo estaba muy muerto.
Como
un reloj sobre la una de la madrugada mi hermano encendió el teléfono y se puso
los auriculares para ver alguna porno y machacársela como un mandril, no es que
yo no lo hiciera también, pero no tengo una hora establecida para eso, él sí,
desde los 13 años, era como un puto reloj suizo “the wank hour”. Esperé un buen
rato a que hubiera acabado, para que no creyera que estaba despierto, y encendí
la luz.
- Fran,
ehhhh, Fran, despierta – aunque
sabía que Fran estaba despierto que solo fingía estar dormido
- Queeee
– dijo resoplando porque se
imaginaba que le quitaba el sueño a su hermano
- ¿Que crees que me va a hacer papá?
- Yo
si fuera él, te enviaba un colegio militar – le fulminé con la
mirada, papá había ido a uno y dijo que aunque le formó en carácter no era algo
que se planteara para sus hijos
- Va, en serio, que crees.
- Bueno
a mí con lo del porro me dio una buena con el cinto, dos tundas para ser más
exacto, tío creí que me mataba. Así que tú que le das a los polvitos mágicos – hizo una pausa dramática,
le encanta hacerse el interesante – simplemente estás muerto
- Venga Fran, hablo en serio
- Yo
también, tío, llevan casi toda tu puta vida preparándose para enterrarte, y
hace 2 años les dicen que no, que se obró el milagro y que te curaste, que hay
Paul para rato, y vas tú y te metes esas mierdas y pillas un coche, y casi te
matas – me respondió enojado de pronto
- Solo fueron unos golpes
- Tío,
eso no lo podías saber, tuviste suerte, si quieres matarte esa es la forma
rápida, mejor que el cáncer ¿no? – dijo Fran y lo dijo
enfadado, siempre está enfadado pero esa vez lo decía con odio – No entiendo porque te metes esa mierda, no lo entiendo, ni sé de
donde coño la sacas, esas cosas son caras de la hostia. Tío yo me fumo un porro
de vez en cuando con mis amigos para relajarme, rollo tranquis, pero tú, tío
tienes 16 y ya te estás dejando el tabique en los retretes. Créeme que lo único
que impide ahora mismo que vaya ahí te ahostie es que sé que papé te va dar lo
tuyo – wau, el cabroncete realmente parecía un psicópata diciendo
eso, cosa que me enfado, se supone que es mi hermano
- Fran eres un imbécil
- Lo dice el gilipollas que casi se mata hace un par de noches, ¿coca? ¿En serio? ¿quién mierdas te crees?
- No
me creo nadie, solo nos aburríamos y queríamos pasarlo bien – respondí
con sinceridad
- Claro
que sí, tío, sabes que me aburro, voy a echarme unas rayitas, por supuesto, lo
más normal del mundo – dijo con sarcasmo, yo veía que Fran se
estaba calentando más y más por momentos, no me había dirigido la palara desde
el hospital y se veía que estaba deseando echármelo todo en cara
- No fue así
- ¿Pues
como Paul, cómo? ¿Cómo diantres acabaste metiéndote unas rayas en casa del tío
Bertie? ¡Dime! – ya estaba gritando, a ese
ritmo mi padre entraría enfadado – ¿Estaba la coca ahí y se te
metió por la nariz? Además, ambos sabemos que no es la primera vez que te metes
- Lo era
- ¡Y
una mierda! – saltó de la cama – A papá quizás se
la cueles, pero vamos al mismo instituto, idiota. Y en el insti todo se sabe. Y
tú y tus amigos tenéis fama de farloperos. Yo quería pensar que eso era cosa de
Jared, pero tío, estaba siendo un iluso
- ¿Lo
saben? – eso
si que no me lo esperaba
- Tío,
no es que seáis muy discretos – dijo y me hizo pensar en
retrospectiva las cosas que hacía con mis amigos – Durante un montón
de días solo se habló de la que montó Sabrina en la fiesta de cumpleaños de
Adrian. Además, no es ningún secreto que tu mejorísimo amigo, Dan, es un mal
bicho, ¿no lo detuvieron este verano por romper una parada de autobús?
- No,
fue un estúpido rumor, no lo llegaron a trincar – ¿qué
más podía decir?, era la verdad, no lo pillaron
- ¿Tú
te escuchas? – me dijo sentándose de golpe – Eres un imbécil, tío, un redomado ¡imbécil! – eso me
sorprendió, sé que a veces somos como el agua y el aceite pero se estaba
pasando esta vez – esta familia las ha pasado putas por tu
mierda de cáncer y ahora que al fin podemos tener una vida más o menos normal
vas y tu empiezas a meterte esa mierda. ¿De verdad si tantas ganas tienes de
matarte porqué narices te curaste del cáncer?
Fran
no se dio cuenta y poco a poco fue subiendo el volumen de la voz y para esas
alturas ya me estaba chillando, algo normal en Fran, pero era de madrugada y
eso puso en pie toda la casa. Papá entró justo en ese preciso momento en la
habitación y agarró a Fran y se lo llevó de un jalón de allí y después de un grito
nos mandó a todos a dormir.
Como
dije era de noche y por la noche se oye todo hasta el cri cri de los grillos.
Así que estoy seguro de que no me lo imaginé y que escuché bien claro a papá
riñendo a Fran y dándole de nalgadas hasta que Fran empezó a llorar y ha
balbucear como un bebé llorón que es lo que en el fondo es.
Veréis,
yo siempre seré el niño del cáncer, es una mierda, que en el cole todo el mundo
te mire como si fuera una figurita frágil que se puede romper. En casa no es
muy distinto, excepto Fran que me odia porque mi cáncer le robo protagonismo.
Será imbécil, yo no pedí tener cáncer, no era divertido, no fue una fiesta y si
él lo pasó mal, imagínense yo que era el que recibía la quimio, la radio y que
se pasaban el día pinchándome y hurgándome y haciéndome su cobaya particular.
No podía jugar como los otros niños jugaban en el parque porque mi sistema
inmunológico estaba jodido y cualquier mierdecita podía acabar conmigo. Tampoco
iba al cole y cuando iba era mofa porque estaba pelado como un puto
octogenario. No tuve mejores amigos hasta hace un par de años, vi a chicos que
entraron cuando yo al hospital y que no salieron jamás. Nada de eso fue una
fiesta. Pero a él gusta decir que su vida ha sido una mierda por mí, y que si
papá y mamá se divorciaron fue también por mi puto cáncer. Él es siempre la
única víctima, pero él iba al cole, iba a los partidos de hockey, iba de
excursión, de viaje de estudios, tenía sus amigos de toda la vida. Él tenía una
vida y yo tenía cáncer.
Por
aquel entonces empezaron a dejar de verme como el niño que sobrevivió al
cáncer. Empecé a ser solo Paul, uno más y nadie le importaba tres mierdas que
hubiera tenido o no cáncer. Es más la mayoría ni lo sabían. Me trataban como a
un igual, y sí, es cierto, de vez en cuando se nos iba la olla y nos metíamos
algún que otro estimulante y pillábamos unos buenos pedos, pero no es algo que
no hicieran otros chavales de nuestra edad. No sé quizás esperaban que como yo
era “el niño cáncer” se suponía que debía comportarme como un puto moribundo el
resto de mi vida. Pues no me salía de la polla, joder, estaba vivo, y quería
disfrutar de la vida al máximo. Y si me apetecía blasfemar, también lo iba a
hacer. Porque enteraos Walters del mundo, ¡ese puto Dios que ofendo tanto con
mis palabras, fue también el que me dio cáncer y me jodió la vida!.
Lo
sé… ahora pensareis que aún estoy lleno de malos rollos y esas mierdas de
psicología hippy que tanto le gusta a mi madre. Pero tenéis que entender que
estoy bastante harto de que aún a día de hoy a veces me traten como al niño
burbuja. No es que haya hecho las paces con Dios, digámoslo que lo hemos dejado
en tablas. Pero sí que no vivo la vida con aquel rencor que la vivía entonces.
Al principio de curarme era como que tuviera la imperiosa necesidad de
demostrarme que estaba vivo. Vivir la vida, quería sentir todo aquello que no
había podido sentir antes. Estaba vivo, entendéis, estaba vino y me gustaba. Sé
que ni a papá ni a mamá les podía ir con eso para justificar lo de la coca.
Porque ellos tienen grabado a fuego lo de NO A LAS DROGAS. Y no habría manera
humana de convencerles, que no era un yonqui, que solo tomaba de vez en cuando,
cuando quería sentirme realmente vivo, que era capaz de todo, que no había nada
que me pudiera detener.
Volviendo
a la conversación con Fran, sabía que saldría el tema de donde sacaba la pasta
para pillar alcohol y coca, bueno en ese momento no tenía ni idea de lo que iba
a decir, solo tenía claro que no iba a ser la verdad. ¡Mierda! ese era también
un gran problema.
Es
obvio que no podía decirles que la pasta la había sacado empeñando la colección
de sellos y monedas del abuelo Arthur. Lo cierto es que esa había sido mi mejor
idea desde bueno desde que empecé a tener ideas. Cuando mamá se divorció y se
fue de casa, dejó un montón de sus cosas en el desván. Papá las empaquetó y las
guardó en el guardamuebles que Mamá y tía Ruth compraron para dejar las cosas
de los abuelos cuando ellos murieron y vendieron la casa. Cuando encontré la
colección se me hizo la luz, nadie sabría jamás que no estaba en el
guardamuebles. Es más. Estaba convencido que ya nadie se acordaba de esa
colección. A fin y al cabo, es muy normal que se pierdan cosas, cuando uno se
muda, así que pensé que nadie las echaría nunca en falta. No es por presumir,
pero fue mucho dinero, la colección del abuelo era realmente buena. Seguramente
mamá se lo hubiera gastado en unas fantásticas vacaciones en unas islas paradisiacas
con su nuevo maridito.
Pero
conocía a mis padres, y estaba seguro que ambos lo tacharían de robo. No sé, no
conocí al abuelo Arthur, pero seguramente que no le hubiera importado que
acabara en manos de uno de sus nietos. ¿Sino para que guardar la colección hasta
su muerte? la podría haber vendido el mismo ¿no?, digámoslo así, solo estaba cumpliendo con su
última voluntad. Si le llego a decir eso a mi madre me hubiera dado tal bofetón
que probablemente aún estaría dando vueltas. Sin tenerlo aún muy claro e inmerso
en miles de posibles excusas que dar para tratar de salvar mi pellejo me quedé
finalmente dormido.
A
la mañana siguiente, me desperté realmente tarde, cerca de las diez de la
mañana, al salir de la habitación el abuelo y papá estaban hablando en el patio.
Los podía ver hablar, pero no los podía escuchar. Decidí que me prepararía yo
mismo algo de desayunar. Cereales, poptart de chocolate y un plátano. El
desayuno de los campeones. Cuando estaba acabando de prepararme el desayuno,
escuché la puerta corredera del patio. El abuelo no tardó ni un segundo en
preguntarme como estaba y en venir a darme un montón de besos. Batalla perdida
decirle que tenía 16 años y que ya no podía hacer eso. Lo máximo que logramos
mis hermanos y yo es que no lo hiciera cuando había gente que no era de la
familia. Tras los típicos arrumacos del abuelo, agarró mi poptart y me la tiró
a la basura. Por supuesto esas porquerías de buena mañana son inaceptables en
el gran libro del abuelo. Pero no me quejaré, el abuelo agarró una sartén y
empezó a prepararme un sándwich de queso. Y si el abuelo hace los mejores
sándwiches de queso de toda la costa Este. Los cereales no corrieron mejor
suerte que las poptarts, pero al menos ahí el que se llevó el regaño fue papá,
no yo. Mientras esperaba que el abuelo me hiciera el sándwich papá me dijo que
tenía que ir al trabajo un par de horas pero que almorzaríamos los tres juntos.
Después el abuelo pasaría por el cole a recoger a Owen y Fran y Patricia irían
directamente del instituto a casa del abuelo.
Y
aunque el sándwich de queso era delicioso ya no me supo tan delicioso. Sabía
que en cuanto el abuelo saliera por la puerta papá me mataría y como dijo Fran
se desharía del cadáver en el bosque. Lo que no esperaba es que el abuelo
también tuviera algo que decir sobre mi accidente. Sí, ahora lo sé, exmilitar,
es normal esperar que no fuera muy transigente con lo de incumplir las leyes.
Pero era el abuelo, y con nosotros siempre era el abuelo, no era el general
como lo llaman el resto de la gente, incluido papá cuando no está el abuelo
presente.
- Sé
que tu padre ya va a tratar este tema contigo, Paul, pero siento que tengo que
decírtelo – y
no me equivoque, ahí iba su sermón – estoy muy decepcionado contigo,
sobre todo como te has estado comportando este último año. Siento que tu madre
se volviera a casar y que se fuera a Boston ha tenido que ser difícil para tus
hermanos y para ti. Y está todo eso de la adolescencia y de las hormonas y de
la rebeldía, pero ¿cocaína? – y me dedico una mirada de pura decepción que me hizo sentir
momentáneamente como un gusano – ¿Sabes cuantos chicos han muerto
por culpa de la cocaína? –no quería ser borde con el abuelo, pero como el bien
había dicho esa charla ya me la iba a dar papá
- Abuelo,
no quiero hablar de ello ¿por fa? – le puse mis mejores ojitos
de buey degollado
- Paul, de verdad que no entiendo, no puedo entenderlo, tú mejor que nadie
- ¡YO
MEJOR QUE NADIE QUE! – ese
fue el detonante, todo el mundo con la mierda del niño- cáncer – ¿DIME ABUELO YO QUÉ? ESTOY YA HASTA LOS COJONES QUE TODOS ME DIGAIS
COMO ME TENGO QUE SENTIR O QUE TENGO QUE HACER – iba a decirle que
estaba harto de la etiqueta oculta de ser encima el niño milagro que venció al
cáncer, pero me mordí la lengua – TENGO 16 AÑOS, EN UN PAR DE AÑOS
SERÉ MAYOR DE EDAD Y YA ME HABRÉIS VISTO SUFICIENTEMENTE EL PELO – y si chillarle o hablarle
así a mi abuelo no estuviera ya de por si mal lo acabé de arreglar estallando
el plato contra el suelo
- ¡PAUL
MORGAN FERGUSON! – y
sin verlo venir su mano agarraba mi oreja y jalaba de ella tan fuerte que fue
un auténtico milagro que no se despegara y se quedara con ella en la mano – RECOGE ESE ESTROPICIO, DISCÚLPATE Y VE A TU HABITACIÓN HASTA QUE TU
PADRE REGRESE. Y JOVENCITO NADA DE TELEVSIÓN, NI TELÉFONOS, NI JUEGUECITOS DE
ESOS QUE TENEIS LOS NIÑOS HOY EN DÍA – el abuelo retorcía la oreja de tal formo que
las lágrimas brotaban a borbotones, creí que me orinaba allí mismo, en cuanto
soltó el agarré me aseguré que mi pobre orejita no estaba rajada, ni nada.
Después recogí todo, me disculpé, obedecí y me fui a mi habitación
Al
cabo de una hora entró en la habitación, el abuelo nunca llamaba, tampoco
quería que tuviéramos las puertas cerradas. Eran pocas de las normas de cosecha
propia que el abuelo ponía en casa de papá.
- Debes
de tomarte las medicinas ahora – dijo alargándome el vaso de agua y las tres pastillas, aunque
ya no estaba rojo como un tomate, estaba lejos de volver a ser el abuelito
lindo como lo llamaba Patricia de pequeña – Muchacho, tienes suerte que no
sea yo tu padre, porque te aseguro que lo de ahí abajo te habría salido más
caro que un simple tirón de orejas
- ¿Se
lo dirás a papá? – dije sin atreverme a mirarlo a los ojos. El
abuelo no respondió en seguida, supongo que estaba encontrando la fuerza
necesaria para no enviarme a la mierda
- No
– dijo finalmente – pero Paul, si vuelves a dirigirte a mí o a cualquier otro adulto
como lo has hecho antes, no es a tu padre a quien deberás temer ¿entendido?
- Sí,
señor – nunca
más me reiría de papá o de Fran cuando respondía al abuelo con un “sí, señor” o
un “no, señor”
- Falta
aún un buen rato para que tu padre regrese, ordena esta habitación – dijo ya más calmado, pero
eso seguía siendo una orden
- Pero…si
mi parte no está tan mal, es la parte de Fran que… – empecé a protestar pero el
abuelo solo tuvo que dar un paso hacia mí, para que supiera que mejor cerraba
la boca y me ponía recoger TODA la habitación. Por supuesto el abuelo se fue
dejando la puerta de la habitación completamente abierta
Papá
era un hombre puntual, muy puntual, solía llegar siempre 10 minutos antes, a
pesar de que mamá le había dicho que era igual de desconsiderado llegar 10
minutos tarde como llegar 10 minutos pronto. Pero lo único que había conseguido
mamá es que papá esperara 10 minutos enfrente la puerta antes de picar al
timbre, para no ser desconsiderado y sobre todo para no cabrearla a ella. A la
una en punto, abría la puerta de casa y dejaba las llaves en ganchito de la
entrada. Escuché claramente (gentileza de la política de puertas abiertas el
abuelo) como papá despachaba al abuelo y como el abuelo le decía que primero
escuchara y después actuara. Y escuché algo que jamás creí que oiría a papá
replicándole al abuelo con “¿Cómo tú lo hacías con nosotros? Tranquilo, al
menos yo no lo enviaré a una escuela militar”. Supongo que el abuelo se molestó
tanto como flipé yo, porque no oí réplica del abuelo alguna, solo la puerta de
la calle cerrarse de nuevo. El abuelo no se iba a quedar a almorzar con
nosotros, demasiado digno él.
En
ese momento supe que era hombre muerto, mi vida duraría lo que papá tardara en
llegar desde el recibidor hasta mi habitación, ni siquiera habría un último
almuerzo. Y mierda ni siquiera había sido una vida larga y prospera. Al cabo de
un minuto papá apareció frente mi puerta y se me quedó mirando un buen rato,
ninguno de los dos decíamos nada. Yo por supuesto que no, todo esos eran
minutos ganados. Y él supongo que estaba pensando en que forma le resultaría
más fácil matarme y deshacerse de mi cadáver. Finalmente se sentó en la cama de
Fran y se aclaró la garganta.
- Bueno,
Paul, no podemos demorar más esto – yo tragué saliva, claro que sí podíamos demorarlo más,
incluso pasar de ello y seguir con nuestras vidas – Hoy es 3 de junio
del 2015 así que aún tienes 16 años. El sábado te deje en una fiesta de
cumpleaños en casa de unos amigos y decidiste abandonarla sin decir nada a
nadie. Diste positivo en cocaína y éxtasis – mierda, eso ni lo recordaba, sí que recordaba
llevarlo en la cartera e incluso ahora que lo mencionaba sí que recordaba que
en algún momento en la cabaña… de las cosas que se olvida uno ¿eh? – La tasa de alcohol estaba casi rozando el coma etílico. Te montaste
en un coche que manejaba una chica que aunque no dio positivo en la prueba de
alcoholemia sí que dio positivo en cocaína – que podía decir?... nada, había pruebas científicas – Tuvisteis
un accidente y os acabasteis estrellando contra una zanja y acabasteis 2 de los
4 chicos que ibais en el coche hospitalizados.
La chica esa amiga de Amanda y tú. ¿Me dejo algo? – papá no estaba cabreado,
no chillaba, y eso era aún más terrorífico que cuando nos chillaba o nos
amenazaba con la alpargata
- No,
señor – vale,
nunca más me reiré de Fran por bajar la cabeza y decir “sí, señor” y “no, señor”
a papá cuando lo reñía
- ¿Por
dónde quieres empezar, hijo? ¿Vamos cronológicamente?, ¿o por más o menos
ilegal? , ¿o por grado de estupidez?. ¿O quizás – y se levantó brevemente
para sacarse la correa – por cuanto voy a mostrar mi
desagrado con tu trasero? – juro que de haber tenido la vejiga llena me hubiera orinado
encima. Lo miré con terror, no es que no supiera que me esperaba una buena
zurra, ni que no se me hubiera pasado por la cabeza que seguramente el cinturón
haría acto de presencia, pero en el fondo soy un tipo optimista, esperaba que solo
me sermonease
- Papá,
yo… – ¿en serio que esperaba decir?, ¿como si
hubiera existido alguna explicación posible que salvara mi trasero? Si alguna
vez la hubo no era en nuestra dimensión
- Sí,
hijo tú. Tú y solo Tú – me
dijo apuntándome con un dedo, acusándome de todo – Tú de 16 años. Tú
mi hijo. Tú que vas a la escuela donde os hablan de los peligros de las drogas
y el alcohol. Tú mi hijo que vive en mi casa, donde hay unas normas muy claras
sobre lo que pueden y no pueden hacer mis hijos. Y maldita sea la primera de
toda es DROGAS NO; ALCOHOL NO; TABACO NO – ok a este punto a papá se le acabó el rollo zen
y empezó a gritar como costumbre – y espera ¿cuál es la quinta? Oh
si decir siempre donde estás o estarás y con quien. Creo que la tercera es la
de mentir ¿no, hijo?
- Papá,
yo no he mentido – no había mentido eso era injusto pero a mi
padre le sentó fatal que le replicara y me arreó tremendo sopapo que creí que me
dejaba sordo, pero al cabo de unos segundos ya podía volver a oírlo gritarme
perfectamente
- ¿NO HAS MENTIDO? ¿NO? ME HAS MENTIDO A LA CARA CADA VEZ QUE SALIAS POR AHÍ A DROGARTE CON TUS AMIGUITOS Y REGRESABAS A CASA Y TE PREGUNTABA DONDE HABIAS IDO Y QUE HABIAS HECHO.
- PAPÁ, TE juro que
- Ni
te atrevas a decirme que ha sido la primera vez – y me miro feroz, como si
fuera a saltarle los ojos – …no nací ayer niño, se te olvida
que soy médico, que antes de montar la clínica me comí cientos de horas de
urgencias, que uno no lleva éxtasis en la cartera y lo mezcla con coca y
alcohol, la primera vez. ¡Menuda primera vez! ¿no? – papá tuvo que
detenerse unos segundos porque se estaba acelerando sobremanera – ¿Solo quiero saber en qué momento se te cruzó en esa cabecita tuya
que drogarse estaba bien?
- No
lo digas así, haces que suene como si fuera un maldito yonqui – yo
no era eso, estaba lejos de esa línea, un par de rayas de vez en cuando no me
hacía un drogo
- Yo
no hago nada, las cosas son como son, el uso de drogas no se puede endulzar,
hijo. LAS DROGAS MATAN, LAS DROGAS TE DESTROZAN LA SALUD, LAS DROGAS TE
ARRUINAN LA VIDA – papá en ese punto ya escupía y todo. No
recordaba ver así de furioso en toda mi vida, ni conmigo ni con ninguno de mis hermanos,
ni siquiera con mamá
- Solo nos estábamos divirtiendo – lo sé, lo sé ahora lo veo, eso fue tan estúpido como agarrar una granada quitarle el seguro y seguir sujetándola con la mano mientras la miras con cara de idiota. Y efectivamente eso fue lo que pasó papá se levantó de nuevo de la cama de Fran y me agarró del brazo y con la mano con la que sujetaba la correa y sin soltarla, me bajó el pantalón del pijama, se volvió a sentar en la cama de mi hermano y de un tirón más fuerte me colocó sobre sus rodillas y empezaron los cuerazos
- ZWAS
- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA – seguro que me escucharon en todo el vecindario. Me pilló totalmente por sorpresa, en el último año me había llevado algún que otro cuerazo pero nada comparado con el aquel y aquel solo era el primero
- SI crees, muchachito que me voy a quedar de manos cruzadas mientras veo cómo te matas o te arruinas la vida, estás muy equivocado – dijo antes de empezar a azotarme con todas sus ganas – ZWAS ZWAS ZWASS ZWASS ZWASS ZWAS SI crees que voy a consentir todas las estupideces porque casi te perdemos, estás muy equivocado – e iba haciendo pequeñas pausas para que lo oiga antes de sentirlo – ZWAS ZWAS ZWASS ZWASS ZWASS ZWAS si crees que voy a mirar hacia otro lado mientras uno de mis hijos se convierte en un alcohólico o un drogadicto, estás muy equivocado ZWAS ZWAS ZWASS ZWASS ZWASS ZWAS
- Ya, para, papá, por favor, papá, muy fuerte auuuuuuuuuuuu – había tratado de no chillar, no quejarme pero en verdad estaba ardiendo demasiado
- Oh jovencito, no aquí soy yo quien dice cuando se acaba, y esto no ha hecho más que empezar – dijo el muy canijo empezando a molerme literalmente el trasero – ZWAS ZWAS ZWASS ZWASS ZWASS ZWAS
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, por favor aaaaaaaa aaaaaaaaaaaa me estás matando
- No, hijo, te estoy dando una buena zurra, lo que tú te has estado haciendo últimamente, eso sí que es matarse ZWAS ZWAS ZWASS ZWASS ZWASS ZWAS ZWAS ZWAS ZWASS ZWASS ZWASS ZWAS
- Bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa papá por favor, por favor te lo suplico para – sollocé, ya no tenía ni ganas de gritar
- Escúchame bien – me dijo mientras volvia a acomodarme sobre su rodilla, que para eso me había escurrido – hijo, porque más vale que te entre a la primera, el pasado sábado te corriste tu última juerga, no volverás a tomar ningún tipo de drogas nunca más y no volverás a beber hasta los 21 y solo entonces con moderación, porque ay si me entero yo que vuelves a hacerlo ZWAS ZWAS ZWASS ZWASS ZWASS ZWAS ZWAS ZWAS ZWASS ZWASS ZWASS ZWAS
- Aaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaa aaaaaaaaa bwaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaa, no papá, no lo juro, nunca, más pero para – en ese momento idiota de mi pensé que todo se había acabado PERO NO, papá dejó la correa y empezó a nalguearme con la mano, como cuando de pequeño era grosero con los doctores, solo que esta vez dolía a rabiar
- PLASS PLASS PLASS PLA – las nalgadas empezaron a caer y aunque el cinturón había sido increíblemente malo, la mano de papá no estaba haciendo caricias precisamente, ya no sabía que decir para que parara, solo lloraba como no recuerdo haber llorado en mi vida – He cometido muchos errores hijo, pero este no va a ser uno de ellos PLASS PLASS PLASS PLASS A partir de ahora te harás pruebas semanalmente, y esto será solo un aperitivo si alguna vez dan positivo.
- Bwuaaaaaaaaaa lo que sea pero para, para, lo juro, no volveré a tomar nada de nada. Ni alcohol, ni drogas, ni tabaco ni nada bwuaaaaaaaaa – pero no se detuvo, siguió hasta que mi trasero y mis muslos no eran más que carne para hamburguesas
- No tengo ni que mencionar que estarás castigado hasta nueva orden ¿verdad? – dijo apartándome a un lado para poder ponerse de pie, pero yo solo lloraba, no podía hacer otra cosa, me dolía horrores – ZWAS ZWAS – dos cuerazos venido de la nada me devolvieron a la realidad
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
- Castigado hasta nuevo aviso, Paul, y a partir de ya – repitió sonando aún enfadadísimo, espero unos segundo pero no se fue, estaba esperando que le contestara pero yo estaba hiperventilando y no sabía cómo contestarle sin sonar patético – zwass – dejó caer un nuevo cuerazo
- Aaaaaaaaaaaau si, entendido, estoy castigado – las palabras
salieron de golpe y atropellándose las
unas a las otras, pero salieron. Escuché como papá se volvía a poner el
cinturón en los pantalones y me dejó regocijar en mi miseria.
No
recuerdo cuanto rato estuve tumbado en la cama con el culo en popa llorando y
sintiéndome el más desgraciado del mundo. Debió ser un buen rato porque
recuerdo que empezó a oscurecer y solo entonces probé a moverme. Joder sí que
dolía, no dolía solo cuando te sentabas dolía de cualquier manera. Lentamente
con sumo cuidado empecé a subirme el pantalón del pijama, por dios, ¿cómo algo
tan suave podía hacerme brotar las lágrimas?. Pero finalmente, logré recuperar
un poco de dignidad, fui al lavabo por que la naturaleza llamaba y porque
quería ver el alcance de la tragedia. Y mientras contempla, la rojez de mis
muslos y nalgas y la huella que el cinturón había dejado a lo largo de estas mi
padre entró al cuarto de baño. Menuda vergüenza yo allí con los pantalones
caídos hasta los tobillos contemplándome el trasero.
- Anda,
date la vuelta – dijo no
es que sonara muy contento pero ya no gritaba. Rojo como un tomate fui a
subirme los pantalones, pero me picó la mano par que me detuviera. No fue un
guantazo, más bien como cuando le picas la mano au bebé para que no se la meta
sucia en la boca – Date la vuelta, Paul, voy a ponerte una crema
para que no se te hagan hematomas ni se te cuartee la piel – Y abrió
el botiquín que había colgado en la pared del lavabo y sacó un tubo verde y
blanco que alguna vez le había puesto a Owen cuando se había caído en el parque
- Papá, creo que puedo yo…
- No
seas burro, tienes 16 años y acabo de darte una buena zurra en ese culo tuyo,
creo que la vergüenza quedó atrás hace rato, además te aliviará algo la
quemazón. Anda Paul, gírate y déjate ya de teatrillos, ni Owen hace tantos
remilgos – eso
fue golpe bajo, papá. No tenía fuerzas para discutirle así que tragándome la
vergüenza, dejé que me aplicara la pomada. Vaya si funcionó, primero di un
respingo porque estaba helada, pero enseguida noté el efecto calmante, no es
que dejara de doler pero si que era cierto que ya no notaba la piel como si se
estuviera punto de quebrar
- Gra - gracias papá – murmure
- No
me las des, aún. Lávate la cara y las manos y ve para lo cocina. Mientras
preparo algo para comer tu y yo vamos hablar de tu castigo y de un par de
cositas más – la
cara que debí poner debió ser un poema porque a papá se le escapó la risa – si, hijo si, no vas a
disfrutar de la charla, pero tranquilo, mi cinturón ya dejó clara por hoy la
postura que hay en esta casa sobre las drogas, no?
- Si, papá, clara, clarísima, cristalina
- Más vale, Paul, porque no bromeaba con los controles semanales ni con que le ocurrirá a tu trasero si llegan a dar positivo
- No
señor, no darán – me
apresuré a asegurarle. Ya me daba igual sonar como un capullo, lo único que
quería era poner mi trasero a buen recaudo
No
me apresuré a entrar en la cocina, no tenía ganas de charlar ni de sentarme a
comer. Pero sabía que no era el mejor momento para hacerle desaires a papá así
que 5 minutos más tarde entré en la cocina. Me indicó con la mano que me
pusiera el delantal, a papá le gustaba cocinar, pero no en plan comida casera,
a él le van las recetas de cocinero con estrellas Michelin. Decía que la cocina
no era muy distinta de la química. Cada vez que le digo que eso es una
estupidez acabamos enfadándonos, así que me mordí la lengua.
Durante todo el rato
que estuvimos cocinando estuvo sermoneándome, no fue un momento polaroid,
precisamente. De vez en cuando veía como se volvía a calentar pero que él
solito se apaciguaba. Suponía que tardaría aún un par de días en írsele el
cabreo. Iba bastante equivocado, tardó bastante más. Pero ya he dicho que soy
un tipo optimista y realmente pensé que esto iba a ser igual que cuando Fran y
yo nos peleábamos o cuando soltaba alguna bordería o no sé cómo cuando no hacía
los deberes y la profe enviaba una nota. Llámalo optimista, llámalo iluso. He
de decir que papá nunca se había portado así conmigo bueno de pequeño estaba
casi siempre en el hospital y supongo que no daba muchos problemas, que iba a
hacer, me moría. Y después cuando me dieron el alta, justo después vino el
divorcio de papá y mamá, y después los escarceos de papá, Walter, la boda, el
traslado… papá y yo no habíamos establecido una relación normal padre e hijo.
Lo
veía sobre todo con Owen, tenía un montón de normas y papá era super
intransigente con ellas, y eso que Owen es un niño super calmado y bueno. No me
imagino como debía ser lidiar con Fran a la edad de Owen. Seguro que debió ser
un grano en el culo. Lo cierto es que Patricia y Fran siempre han tenido un
montón de, no sé cómo decirlo, de cosas suyas, me refiero cosas que solo ellos
dos entienden. A pesar que se llevan 4 años, entre ellos hay más camarería que
entre Fran y yo que nos llevamos solo uno. En aquella época me fastidiaba un
montón, aunque yo ya estuviera sano y viviera en casa con ellos, aún me sentía
como desplazado. Y eso que papá y mamá nos obligaban a hacer un montón de
actividades en familia, y cuando eres un adolescente creedme que eso no mola
nada.
Fran
siempre enfadado conmigo, Patricia no era antipática pero no sé quizás porque
ella era una chica y nosotros 3 chicos, pero no estaba mucho con nosotros. Owen
era un sol. pero aún era muy crio y al cabo de un rato me resultaba aburrido
seguir con sus juegos. Así que, aunque llevaba 2 años curado seguía sintiéndome
como que mis hermanos habían venido a hacerme una visita esa tarde. Sabía
porque Fran me odiaba, era porque al estar yo siempre enfermo y papá y mamá
tener que cuidarme a todas horas, eso no le había permitido ser el rey de la
casa, como cabría de esperar de cualquier primogénito. Pero cuando la noche de
juegos en familia, Patricia y Fran siempre hacían equipo y los veía chincharse,
pero no en plan mal rollo sino en plan divertido, me sentía algo traicionado
también por PATRICIA. Nunca jugaba en mi equipo, siempre en el de Fran, y por
supuesto ni de coña yo iba a jugar en el equipo de Fran, así que solía jugar en
el equipo de Owen y papá. Solo cuando todos jugábamos contra papá, jugamos los
4 hermanos juntos. Y aún así, les veías como ellos 2 hacían piña.
Años
más tarde supe que mi enfermedad había afectado a mis hermanos más de lo que yo
pensaba. Que ellos no habían tenido tampoco la infancia perfecta. Nunca fueron
de vacaciones, porque papá y mamá no me podían dejar solo. Se criaron entre
niñeras y abuelos, porque cuando no estaban trabajando estaban en el hospital
conmigo. No podían quejarse, porque el que se estaba muriendo era yo y si lo
hacían les recriminaban que fueran tan egoístas. Sé que él único tema de
conversación era el cáncer y posibles tratamientos. Se criaron sabiendo que
tendían que enterrar a un hermano que apenas conocían y que tendrían que lidiar
con unos padres destrozados el resto de sus vidas. Fran aún recordaba un poco
como era todo antes de que me diagnosticarán el cáncer, pero ni Patricia ni
Owen recordaban nada que no fuera ir a visitar al hermanito al hospital todos
los fines de semana. Una vez, mamá me dijo que “El cáncer no solo lo había
pasado yo, lo habíamos pasado todos. Y todos lo habíamos superado” pero a mamá
se le olvidó comentar que también todos con secuelas.
Volvamos
a esa cocina, papá seguía cocinando como si de un experimento de química se
tratase, la comida solía estar buena, no le vamos a quitar mérito, pero no era
divertido cocinar así. En eso mamá y el abuelo le ganaban de calle.
- Hijo,
sé que quizás no he ejercido de padre tan bien como se hubiera esperado – soltó de repente y yo alcé
una ceja, se estaba echando las culpas, ¿no podía haberlo hecho antes de
zurrarme?
- Lo de la coca no es por ti, papá.
- No es solo de la coca, de un tiempo a esta parte, has cambiado mucho
- Se llama adolescencia papá, eres médico deberías saber
- No
estoy de broma, Paul, estoy intentado hablar contigo seriamente, de una forma
civilizada y respetuosa – vaya
ahora hablaba como mamá, eso era algo nuevo para él y estaba claro que no se
sentía cómodo
- Vale,
te escucho – dije
aunque no me interesaba lo que me iba decir, porque seguro que era otro sermón
sobre las drogas
- Sabes
nosotros somos una familia los 6, sí, Paul,
tu madre aunque viva ahora en Boston sigue siendo tu madre y sigue
formando parte de esta familia – dijo rápidamente al ver que me enfadaba – Y no se ha desentendido de vosotros bien cada 15 días, os llama a
diario aunque tú no quieras hablar con ella, y está aquí para todos los
acontecimientos importantes – en serio aún me maravilla ver como mis padres hablan bien el no del otro, sabiendo todo lo
que se dicen a la cara el uno al otro – Y las familias deben de estar
unidas y hacer piña, no solo cuando las cosas van mal sino también cuando van
bien.
- ¿Y ahora van bien o mal, papá?
- Podrían ir mejor, y ese es el motivo de esta charla. Hijo, estás sano, doy gracias cada día por ello.
- ¿Pero?
– con papá suele haber un
pero
- Pues
eso, que estás sano, eres un chico normal y corriente de 16 años – sonreí, era idiota y por
entonces me gustaba que me dijeran que era un chico normal y corriente – Y es hora que te comportes como uno y para eso es hora que te
tratemos como uno.
- e
parece genial papá – realmente
era lo que deseaba desde siempre
- Eso significa que se acabó tratarte diferente.
- Claro,
papá – yo
seguía feliz por oír eso, no acaba de ver que ese tarto especial tenía cosas
malas pero también había alguna que otra buena
- Me alegro que estés de acuerdo, conmigo, hijo. Porque sé que al principio te va a costar un poco, pero debes acostúmbrate a la normalidad
- Papá, ya estoy acostumbrado, eres tu y mamá los que no os acabáis de hacer a la idea
- Puede
que lleves algo de razón, pero te prometo que al menos por mi parte haré todo
lo posible para no darte un tarto distinto que a tus hermanos – y para entonces yo ya
sonreía de punta a punta y eso tienen merito porque también me dolía el trasero
de punta a punta – Mañana mismo empezamos con la distribución de
las tareas de la casa – fue entonces cuando me di cuenta que me habían dado gato por
liebre – Tú y tu hermano os repartiréis los días que toca
recoger a Owen de la escuela. Al igual que un mes tú y un mes Fran os
encargareis del mantenimiento del patio. Reharemos el cuadro de
fregar/recoger/reponer/ de la nevera. No es justo que hasta Owen que tiene 10
años, tenga más tareas que tú ¿no crees?
- Supongo
– a
esas alturas ya no sonreía
- Además
quiero que te apuntes al menos dos actividades extra escolares, siempre he dicho
que una física y otra intelectual, pero bien pueden ser ambas culturales.
Mañana le diré a Fran que traiga la oferta para asignaturas extracurriculares –
eso
ya me parecía demasiado pero decidí ir por el lado diplomático
- Papá, no creo que pueda con asignaturas extracurriculares, ya voy un curso atrasado, no creo que
- Pues que sean de refuerzo, mejor me lo pones, así matamos 2 pájaros de un tiro
- Papá ¿esto es parte de mi castigo, verdad?
- No,
hijo. Esto es parte de pertenecer a esta familia. Habrá reuniones con tus
profesores, actividades extraescolares, tareas en casa y se acabaron los desplantes
y las malas palabras – eso si me tomo por sorpresa, era casi
como oír al gilipollas del nuevo marido de mi madre
- ¿Qué ahora te has vuelto del club de Walter?
- ¿Sabes porque te cae mal Walter?
- ¿Por
qué es un capullo? – no sé porque dije eso, pero era cierto, era
lo que yo sentía por ese hombre
- Plass
- Auuuu
– lo miré alucinado jamás
habría esperado una nalgada por hablar mal de Walter
- Porque es precisamente él único que te trata como trataría a cualquier otro chico de tu edad
- ¿Me
acabas de pegar por llamarle capullo al capullo de Walter? – pregunté indignado sin
prestar atención a su respuesta
- Plass Plass
- Auuu auuuuu para que aún duele mucho, una advertencia hubiera bastado
- ¿En
serio, hubiera? Además, ya sabes que no quiero que habléis así del marido de tu
madre. La semana pasada tu hermano se llevó unas cuantas nalgadas precisamente
por eso. O ya no te cuerdas – claro que lo recordaba, lo
disfruté al 100x100 – Y a eso mismo me refiero con que seas uno
más. Se acabó la manga ancha contigo, muchachito. A partir de ahora te voy a
exigir lo mismo que les exijo a tus hermanos, no solo en tus estudios sino
también en tus modales
- Papá ya tengo 16 y…
- Y Fran 17 y no veo queja alguna de su parte
- ¡Y tanto que se queja! pero ni tu ni mamá le hacéis caso
- Pues eso, Paul, ni caso. Y ve refrenando esa boquita tuya, que más de una vez nos hizo sacar los colores a tu madre y a mí, porque ahora juega en las ligas mayores
Dijo con la espátula en la
mano, no sé di fue coincidencia o la agarró para ese preciso instante, pero el
mensaje me llegó bien claro.
Mi querid Little, muchisimas gracias por este hermoso regalo, como siempre con un relato impecable y una trama original, muero por leer el resto de la historia.
ResponderEliminarMarambra
Realmente ha sido un gusto el disfrutar de esta nueva historia Little Hoshi,siempre disfruto de tu trabajo y suelo leer tu fanfic constantemente.Me gusta tu manera de plasmar buenas historias con tramas bien escritas y con todo aquello que definitivamente te hace enganchar con el relato y te despierta el deseo de saber cada vez mas,al punto que el lector empieza incluso a imaginar las posibles situaciones que podrían suceder.
ResponderEliminarEl captar el interés de los lectores con tus excelentes historias es una de tus particularidades y en mi humilde opinión con "Diarios familiares"nuevamente lo has logrado,¡felicidades por esta nueva historia!,se presenta bastante buena y me encantaría disfrutar de nuevos capítulos,saludos y espero que hasta pronto!
Keny.
Muchas relatos he leído tuyos!!! Me encanta como escribes!!!
ResponderEliminarMe encantó lo disfruté al máximo porfa sigue escribiendo
ResponderEliminarEscribes muy bien. Muchas gracias por este buen capítulo. Wenseslao
ResponderEliminarQué bueno que estés de vuelta y con una nueva historia
ResponderEliminarTerry
Hola Litle, estupendo capitulo. Tu historia se ve muy prometedora. Muero de ansias porque publiques el proximo capitulo. Pobre Paul, me parece que Fran es muy cruel con el, deberia ser todo lo contrario, como hermano mayor deberia preocuparse y cuidar de su hermanito, y sobre todo el que acaba de vencer el cancer. Escribes muy bien. Me encanto esta nueva historia. Por fis actualiza pronto. Un abrazo! Saludos!! :)
ResponderEliminarMuy buena la historia. Bastantes subidas y bajadas, pero fue realmente buena. Una historia llena de realidad y problemas que se pueden presentar en los jóvenes y sus ideas medio tontas que a veces los hacen caer en las delicadas manos de sus padres y sus pequeños y largos sermones jeje
ResponderEliminarMuy buena historia.
MAry
Pero qué buena historia me vine encontrar como siempre little me has vuelto adicta a tu trabajo!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el trama de la historia los personajes y sus diálogos me encantaron de verdad que se nota el esmero que le pones a cada historia y siempre nos dejas a todos con ganas de seguir leyendo más así que espero encontrar más capis!!
Bueno como verás yo estuve ausente del blog ya tiene un buen de tiempo y pues me estoy poniendo al corriente y fue una grata sorpresa encontrarme con tan buena historia!!