domingo, 10 de julio de 2016

El Jefe ·1", Primera Temporada: Cap. 9; Autora Little Hoshi

El Jefe
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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.
Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 10 de Julio del 2016.
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Capítulo 9
Problemas en la escuela, problemas en casa
Autora: Little Hoshi  

Simón y Lucía empezaron a estar más encima de los chicos, no en plan acosador, era más bien en plan planear cosas juntos y buscar cada día un ratito para charlar todos aunque fueran de cosas mundanas como la oficina, la escuela o la rehabilitación.  La vuelta a la escuela ayudó mucho a retomar rutinas y los chicos también estuvieron un largo tiempo castigados. Cuando al fin recobraron su status de libertad María y su marido ya había más que perdonado  todo el asunto de la caída y del coche.
Habían riñas como hay en todas las casa pero nada que fuera de especial mención. Y Simón disfrutaba de un periodo de calma que le hacía sentirse en una segunda luna de miel. Incluso ya se había acostumbrado al barullo que formaban los niños por las mañanas y ya no salía de casa cabreado y deseando llegar a la oficina para relajarse un poco. ¿Quién diantres se relaja mirando hojas de cálculo?. Pero la paz nunca es eterna y los chicos pasado un tiempo se relajaron tanto que volvieron a las andadas, primero estirando los horarios de dormir o de llegar a casa, después descuidando o aplazando al máximo las tareas en casa y finalmente tanto relax se trasladó a la escuela, en caso de Victor en la presentación de sus tareas y en el de Ernesto en su trato con los profesores.
Lucia llevaba desde la guardería oyendo quejas de los profesores de Ernesto de lo poco caso que hacía y de que a veces rayaba lo irrespetuoso. Y con los años las quejas quizás no fueran tan frecuentes pero seguían ahí. Victor era educado con sus profesores y atendía en clase, más bien intentaba pasar desapercibido, pero sus cualificaciones también pasaban desapercibidas. Hasta aquel curso Victor había ido tirando con aprobadillos y bienes, pero aquel era su último año en primaria y al final había que pasar un examen estatal y los profesores habían empezado bien fuerte desde el primer día.
Como la principio los chicos estaban castigados, tenían mucho tiempo para dedicar a los deberes, y más o menos lo había ido trampeando. Si que había suspendido un par de controles pero los profesores le habían permitido hacer repesca y gracias a eso los había aprobado también. Pero los dos últimos exámenes de mates los había suspendido y las repescas también, sabía que estaba a un examen de que llamaran a casa, así que durante tres días estudió mates como un loco para salvarse de la llamadita. La cosa fue bien, aprobó el examen y quitó así la diana de su espalda. O eso creía él, porque al centrarse tanto en el examen de mates, dejó de presentar el resto de tareas de aquellos días y los demás profesores tomaron nota de ello. Y en la reunión semanal de claustro lo comentaron. Ahora Victor no solo cojeaba en mates sino que había empezado a bajar su rendimiento en el resto de asignaturas.
Posiblemente sus profesores hubieran esperado a ver si seguía igual las siguientes dos semanas, o solo había sido una mala semana antes de llamar a Lucia. Pero por desgracia el bocazas de su hermano volvió a meterse en un lio de pelotas por culpa de su bocaza y puestos que habían de hablar con Lucia de Ernesto también le comentarían lo de Victor. Las desventajas de ir a una escuela donde también van tus hermanos.

  • Buenas tardes señora Martín y señor Gómez, primero agradecerles que hayan venido esta misma tarde, normalmente esperaríamos a la reunión trimestral pero me temo que el asunto que trataremos hoy no podía esperar.
  • ¿De qué se trata? – pregunto Lucia –  La secretaria no quiso decirnos nada, solo que querían vernos lo antes posible.
  • Empecemos con Victor ¿No? – dijo aquella profesora mirando a la tutora de Victor
  • ¿Empecemos con Victor, Es que venimos por más de uno –  dijo Simón escandalizado
  • Señor Gomez, digámoslos así, no les hubiéramos llamado y concertado una cita por Victor, hubiéramos esperando a la reunión trimestral pero ya que están aquí su profesora pensó que sería bueno hablar con ustedes – volvió a decir aquella maestra
  • Lo de Victor no tiene mayor importancia, solo que en esta última semana ha descuidado bastante sus tareas, normalmente solo recibo quejas de su maestra de matemáticas, pero precisamente esta semana recibí de casi todos sus profesores. Por lo general esperamos un par de semanas antes de concertar visita con los padres, pero ya que venían ustedes…pensé que sería  bueno que lo habláramos
  • Sí, muchas gracias
  • ¿Ha pasado algo en casa esta semana que justifique ese repentino detrimento de su rendimiento? – preguntó la profesora de Víctor. Simón al oír eso de “detrimento” dedujo que aquella mujer era profesora de lengua y sonrió inconscientemente
  • No, nada. Es más, la semana pasada pasó menos tiempo en el salón con la tele y más tiempo en su habitación.
  • Pero eso no significa que estuviera estudiando – le dijo retorciendo el morro Simón
  • También estaba Ernesto y Ernesto no le deja el ordenador si está él…así que estaba con las tareas, estoy casi segura – dijo Lucia un poco irritada pero no con Simón sino por tenerse que enterarse por otra persona que su hijo no hacía las tareas
  • No lo entiendo, señorita.
  • Antes de venir, he vuelto a hablar con sus profesores, y a ellos también les ha sorprendido. Victor no es un alumno de cuadro de honor pero siempre ha sido muy cumplidor con sus tareas – Simón y Julia se sintieron más relajados al oír algo bueno de Victor –  Lo curioso es que la única maestra con la que tiene más problemas, me ha comentado que precisamente esta semana había sacado bien las pruebas a la primera,
  • ¿CÓMO QUE A LA PRIMERA? – saltó Lucia que de repente todos hablaban otro idioma – Yo firmo sus exámenes, y estaban todos aprobados – dijo Lucia
  • Bueno…como saben, en la escuela los viernes a la tarde damos la oportunidad a nuestros alumnos de repescar aquellos controles que por un punto o dos no llegaron al suficiente. Victor lleva casi todo el curso beneficiándose de esa oportunidad que les ofrecemos. Le cuestan las mates, pero el chico no se ha dado aún por vencido, como hacen otros compañeros suyos en su misma situación.
  • Creo que deberían informarnos también de eso ¿no? –  preguntó Simón
  • La escuela tiene la política de confiar en sus alumnos, normalmente el que sus padres no sepan que suspendieron un test motiva más a nuestros alumnos a esforzarse y superarse ellos mismo – intervino la profesora que había hablado al principio
  • Si hubiera suspendido más de tres test seguidos o un examen parcial o uno final se les habría comunicado de inmediato, pero no es el caso. Solo quería hablar con ustedes para asegurarnos que no había problemas en casa. Como ya les he contado es muy poco usual en Victor que no presente una tarea, así que no presentará ninguna durante una semana entera, me preocupó – dijo la profesora casi disculpándose
  • Le agradezco que nos haya informado, hablaremos con Victor y veremos que pasó, y no se preocupe, Victor volverá a presentar todas sus tareas como venía haciendo – le aseguró Lucia muy seria
  • Estoy segura de ello – dijo la profesora de Victor sonriendo cálidamente
  • Pues si no hay nada más que tratar sobre Victor pasaremos a temas más serios – dijo de nuevo aquella profesora que parecía la nueva jefe de estudios. Y el único profesor que no había abierto la boca hasta entonces tomó su silla y se acercó un poco más a la mesa – no es ninguna novedad que me lleguen quejas sobre el vocabulario y los modales de Ernesto. Normalmente solemos solucionarlo restringiendo sus recreos. Mandándoles tareas extras o incluso castigándolo obligándolo a quedarse y limpiar las aulas después del horario escolar. Pero esta mañana Ernesto cruzó una línea que la escuela no está dispuesta a consentir.
  • ¿Qué hizo ya? – dijo Lucia en tono derrotista, lleva años oyendo la misma cantinela, y aquel colegio tan prestigioso no iba a ser distinto que los anteriores. En ese momento la jefe de estudios se echó para atrás y permitió que el profesor prosiguiera
  • Buenas tardes, señor Gómez y señora Martin. Me apena mucho tener que conocerles en estas circunstancias, soy el profesor de Olga y Enrique de pretecnología. No es una asignatura que los chicos se tomen muy enserio pero intento que salgan sabiendo unos mínimos. También intento mantener la clase bajo una mínima disciplina. Y he de reconocer que este curso  me ha estado costando mucho esfuerzo y que su hijo es uno de los principales motivos por los cuales he de tomar más tiempo poniendo orden que impartiendo clase – Lucia estaba avergonzadísima y Simón estaba rojo, pero no de vergüenza sino de rabia
  • Disculpe, profesor, pero de qué es exactamente de lo que tiene queja de Ernesto – dijo Simón intentado sonar calmado. EL profesor abrió mucho los ojos, le sorprendió la pregunta. Había mirado el historial de Ernesto y aparte de unas notas excelentes tenía un montón de incidencias abiertas y todas versaban más o menos sobre lo mismo
  • Pues – dijo dubitativo – normalmente es un chico que no sabe guardarse su opinión para sí mismo y no se corta mucho en compartirla con quien le escuche sin importar el momento y el lugar. Pero hoy aparte de dejar patente su disgusto porque decidí que como los conocimientos medios de clase no parecían muy firmes  no pasaríamos de modulo hasta final de mes… bueno en resumidas cuentas se lo ha tomado a lo personal y me ha faltado al respeto de palabra y de gesto. Después ha abandonado la clase dando un portazo y ha pedido a la jefa de estudios que le cambiara de materia. Por supuesto la profesora Ruiz lo ha consultado conmigo antes de autorizarle el cambio. Y entonces le explicado lo que ha pasado esta mañana en clase y ella ha decidido que debía ponerlo en su conocimiento – y tras decir eso, volvió a echarse hacia atrás en la silla y se mantuvo en silencio
  • Tenemos quejas como esta de casi todos los profesores de Ernesto. Por lo general solo son desplantes o comentarios en voz baja, pero este año hemos notado una actitud más descarada. Sé que los 15 años es una edad difícil para los chicos, pero el resto de sus compañeros también tienen 15 años y parecen no tener problemas para mantener sus modales a raya – dijo muy seria la jefe de estudios – Es por eso y porque sabemos que Ernesto aparte de gran estudiante es muy buen muchacho que acudimos a ustedes. Esperemos que ustedes encuentren la forma de hacerle entender que deben mantener unos mínimos de educación y respeto no solo con sus compañeros sino y sobre todo con sus maestros – aquella mujer los miró fijamente y alzó una ceja. Simón simplemente respiró hondo intentando controlar sus imperiosas gansa de salir de allí, ir en busca de Ernesto y darle unos buenos azotes allí mismo delante de toda la escuela –  …porque si no cambia de actitud nos veremos obligados a tomar medidas más serias, que podrían afectar seriamente el futuro ingreso a una buena universidad aún con el expediente tan sobresaliente  que lleva Ernesto.

La reunión aún duró unos 10 minutos más, en los cuales repasaron rápidamente los progresos que estaban haciendo los tres chicos des del inicio del curso. Pero lo cierto es que ni Lucia ni Simón ya escuchaban mucho lo que aquellos profesores decían, sabían que la reunión había acabado ya. Lucia solo pensaba en la reacción de Simón, él no estaba acostumbrado a que lo llamaran de la escuela para quejarse. Ella que ya  llevaba 12 años tragando con ello aún había veces, como aquella, que se le hacía muy cuesta arriba salir de aquellas reuniones sin ganas de llorar o de matar a su hijo. Al salir de aquel despacho Simón llevó a Lucia a una pequeña cafetería que había cerca de la escuela, solía tomarse un café allí para hacer tiempo cuando salía antes del trabajo y era un sitio agradable.

  • Ahora entiendo la cara que ponías cuando volvías de las reuniones con los profesores de los niños. No lo entendía porque tanto Olga como Ernesto no han sacado nunca nada más bajo que el sobresaliente. Incluso pensé que eras muy dura con Victor porque esos dos te habían mal acostumbrado – dijo justo después que el camarero se fuera tras servirles dos cafés
  • Toda la vida llevo escuchando las mismas quejas. Lo he probado todo, incluso eso que estás pensando. Y no sirve de nada. Se comporta una temporada pero es más fuerte que él, no puede morderse la lengua. Y lo peor es que es una lengua envenenada – esto último lo dijo entre dientes
  • Pues eso se acabó – dijo Simón muy enérgico – aunque tenga que lavarle la boca con jabón cada día y ese crio tenga que dormir cada noche con el trasero más rojo que el de un mandril.
  • No todo se arregla a golpes, Simón. Lo lleva en la sangre. Tenías que haber conocido a su padre… – dijo poniéndose triste. Simón la miró extrañado porque por lo general las pocas veces que le había hablado de su exmarido había sido con odio no con tristeza – Sabes eso que dicen que a las chicas les gustan los chicos malos. Pues yo era así de idiota. Su padre era un bueno para nada, siempre metido en jaleos, siempre de juergas, siempre buscando un empujón de adrenalina…era y por lo que tengo entendido aún es. Sé fue cuando Ernesto y Olga tenían apenas siete años, pero dejó buena huella en ellos.
  • También tienen mucho de ti – dijo animándola
  • Si, pero a veces pienso que de mí también solo han sacado mis defectos. Olga es terca y resabida como yo, si lo he dicho soy terca
  • Yo diría perseverante – dijo aguantándose la risa –  y con mucha confianza en si misma.
  • Y Ernesto tiende a confiar demasiado en que todo le vendrá de cara  y sé que eso le va a suponer muchas decepciones en la vida
  • Yo siempre he admirado tu optimismo, y ese no es un rasgo que me desagrade de nuestro hijo. Su vocabulario y modales en cambio, y esos no los ha sacado precisamente a ti – dijo Simón intentando volver al tema – ¿y Victor que ha sacado de ti?
  • Pues está claro, ambos somos muy guapos pero unos negados en las matemáticas jajajaja – y Simón tuvo que reírse a la fuerza, porque al poco tiempo de conocerse Lucia le pidió ayuda con la contabilidad de su boutique
  • Creo que deberíamos contratar a un profesor particular.
  • No sé ¿no podrías ayudarle tú? Es que Victor es muy sensible con eso de los estudios…no quiero que piense que creemos que es tonto o algo así.
  • Cariño, me encantaría ayudarle, pero…no soy muy bueno dando clases…puedes preguntárselo a cualquiera de mis hermanos pequeños…me llamaban tirano. He de confesar que no tengo paciencia para esperar que los demás hallen la respuesta cuando yo la veo tan evidente – dijo bajando la cabeza como si estuviera confesando un crimen terrible
  • Se lo pediría a Ernesto, pero sé que se pasaría el rato metiéndose con él y acabarían peleando o haciendo cualquier otra cosa menos estudiar.
  • ¿Y Olga?
  • Olga en esto es como tú – dijo desinflándose. Simón la miró extrañado –  que para no perder su tiempo le haría a Victor los deberes en un momento y se lo quitaría de encima. Pero enseñarle, nanai de la china.
  • ¡Mujer, yo no haría eso! – protestó Simón
  • No, porque ya no tienes 15 años – dijo riendo. Simón pensó cuando él iba a la escuela y alguno de sus hermanos les pedía ayuda. Aún recuerda que acabó haciendo él, la caja de puros del proyecto de carpintería de Josete. Y se acabó riendo – Lo mejor será contratar a uno de esos chicos que se están sacando la carrera para que le ayude. A ver cómo se lo planteamos, porque me huelo una bronca del copón.
  • Bueno…no creo que esté en condiciones deponerse muy terco. Recuerda que lleva semanas  ocultándonos  que va mal en mates, incluso ha suspendido algunos test.
  • Que después ha recuperado – dijo Lucia haciendo de abogado del diablo
  • Y que esta semana casi le cuesta el resto de materias. Y ambos sabemos que si se la ha jugado tanto es porque no quería que nos enterásemos de que iba mal.
  • Ya…no es fácil para él. Olga y Ernesto siempre han sacado muy buenas notas y sin esforzarse a penas…y él siempre le ha costado todo mucho. Trabaja 7 veces más que sus hermanos y el pobre no saca más que aprobados.
  • Y aun está en la primaria, de aquí a dos años cuando pase a secundaria va a tenerlo negro ¿no?
  • Eso me temo. Pero no pensé que tendría que preocuparme hasta entonces –  dijo Lucia –  Entonces de acuerdo ¿no? Contratamos a alguien y que le dé clases de mates.
  • Pues que remedio – dijo Simón soltando el aire lentamente – Pero creo que deberíamos castigarlo también, eso de que nos mintiera
  • ¿Nos mintiera?
  • ¿Te dijo a ti algo de los tests suspendidos? – Lucia negó con la cabeza –  ¿y no le preguntamos cada tarde cuando regresan de la escuela cómo les ha ido el día? ¿y no nos responden cada día lo mismo? “bieeen” – imitando el tono pasota de sus hijos
  • Solo son tests, Simón. Los exámenes aún no han llegado y por ahora siempre se las ha apañado para
  • Lucia, sé que es tu pequeñín, pero si en vez de Victor hubiera sido Olga o Ernesto ¿Le castigarías? – Lucia sabía que Victor era su talón de Aquiles y sabía que Simón llevaba razón pero también sabía que para el niño tener un profesor particular ya iba a ser un castigo – No habrá tele hasta que apruebe 5 test consecutivos. Y a partir de ahora tendrá que enseñarnos las tareas de la escuela, los test de seguimiento también. No solo los exámenes  – dijo Simón muy serio
  • Eso podemos pedírselo a los tres – dijo Lucia un poco más convencida
  • ¿A los tres? Ernesto y Olga siempre han hecho sus tareas, son muy buenos estudiantes. No veo porque hay que pedirles cuentas a ellos también – Simón no entendía la forma de pensar de su esposa
  • Bueno, es que así no habrá diferencias entre ellos y Victor  no se sentirá…
  • Lucia, hay diferencias entre ellos. Las hay y las habrá siempre, son distintos. Y no podemos ser injustos con Ernesto y Olga solo porque no queremos herir los sentimientos de Victor. Las cosas que son iguales se tratan igual y las cosas que son distintas se deben tratar de forma distinta – dijo como si estuviera en una junta en vez de tomando un café con su esposa. Lucia resopló, como lo haría su hija, pero no dijo nada más, sabía que Simón llevaba razón
  • ¿y con Ernesto, qué? – dijo al cabo de un rato
  • ¿El colegio militar queda descartado, verdad? – dijo desanimado y Lucia sonrió pero era un sonrisa  forzada – Hablaré con él – dijo retorciendo el hocico con gesto de desaprobación
  • Espero que tengas más suerte que yo – dijo Lucia desanimada
  • Quizás antes fuera muy pequeño para entender, pero ahora ya tiene 15, ya tiene edad para entender que hay que guardar unas ciertas normas de educación y civismo. Vivimos en una sociedad no en una jungla – dijo de nuevo Simón volviendo a sonar como cuando estaba en el trabajo
  • Muy bonito, pero eso ya lo sabe. No es idiota. Ernesto le gusta provocar, le gusta escandalizar a sus profesores y compañeros, lo sé, porque su padre era igual pero en tonto… y por si no te has dado cuenta, le importa bien poco que le puedan expulsar de esta escuela, desde que lo matriculamos que no ha hecho otra cosa que quejarse y pedirme que lo volviera  matricular en el Miguel de Cervantes – dijo Lucia alzando una ceja
  • ¡Por dios! Hace ya más de dos años que está en esta escuela, es muy buena, por no decir que la mejor
  • Lo sé, yo solo te digo que no vayas por el discursito de que te pueden expulsar porque no vas a ir a ninguna parte con Ernesto.
  • En momentos así me gustaría que mi padre estuviera aún vivo, él tenía mano con los chicos – dijo resoplando
  • Fue un gran hombre ¿verdad? Solo hay que verte.
  • Se lo debo todo…no solo me dio su apellido y una buena casa, buena ropa, buenas escuelas… siempre tenía tiempo para escucharnos… no sé cómo se lo hacía. Nosotros éramos un puñado y de lo más variopintos… ellos son solo tres y me sobrepasan la mayoría de veces.
  • Yo creo que lo estás haciendo muy bien, a veces incluso pienso que mejor que yo misma.
  • Jajaja muchas gracias, cariño, pero ambos sabemos que no es así.
  • Hablaba en serio – dijo poniéndose seria – Los niños se ven felices… antes lo eran, no te engañaré, pero después de todo lo que ha pasado – refiriéndose al accidente –  ellos siguen igual, y eso te lo debo a ti  – dijo acariciándole la mano
  • Gracias – y se quedaron un rato mirándose tiernamente sin decir nada. Solo el timbre de la escuela los sacó del ensimismamiento. Simón pagó rápidamente dejando la propina acostumbrada y llevó a  su esposa hasta el coche, para ir hasta la entrada a recoger a los niños

Ernesto no era idiota, sabía que su desplante en la clase de pretecnología le iba a costar caro. Y eso le hacía estar aún más furioso con aquella escuela de niños pijos y profesores snobs. Sabía que al llegar a casa su madre le iba a montar una de las suya. Gritos, amenazas, castigos incumplibles y todo tipo de reproches y quejas. Solo confiaba que su padre no estuviera en casa, porque sabía que si escuchaba a su madre ponerse como una loca, saldría a ver qué pasaba y él también se apuntaría al festival.
La última clase pasó volando, eso del tiempo es relativo, a veces tenía otro significado más allá de la física. Y en este caso cuanto más lento quieres que pase el tiempo más rápido vuela.  Cuando al salir de la escuela y buscar el automóvil de su padre vio la cara de su padre y que su madre lo acompañaba, supo de inmediato que la llamada de la escuela ya se había hecho y que no solo su madre iba a ponerle de vuelta y media, su padre también parecía tenerle ganas.
El primero en montar en el coche como siempre fue Victor, después Ernesto y solo cinco minutos más tarde tras despedirse de todas sus amigas, Olga.

  • Hola mami, que bien que viniste ¿nos vamos al McDonalds  a merendar? – preguntó excitado Victor que ni se olía que estaba por caer una tormenta
  • No, vamos directos a casa, que tenemos mucho de qué hablar – los tres chicos la miraron asustados. Su madre había usado un tono muy siniestro. Olga arrugó la frente y miró a Ernesto. Ernesto puso cara de resignación y Olga rodó los ojos y se echó hacia atrás en el asiento. Esa tarde iban a ver fuegos artificiales en casa, mejor se iba directa a la habitación y se ponía los auriculares
  • ¿Qué tal el día? – preguntó Simón mientras maniobraba para salir del aparcamiento de la escuela. Aquella era una pregunta de lo más rutinaria así que ni pensaron que pudiera ser trampa
  • Biennnn  – dijeron a la vez Olga y Victor, mientras que Ernesto se quedó callado. Sabía que si realmente estaban tan cabreados como parecían decir bien solo sería la excusa que buscaban para empezar a echarle toda la artillería encima
  • ¿Bien? – preguntó Simón otra vez – ¿Seguro? ¿Nada que destacar? – Olga y Victor miraron a su hermano esperando que abriera la boca pero Ernesto seguía mirando los ojos de su padre en el retrovisor sin decir nada
  • No – dijeron Olga y Victor hundiéndose de  hombros
  • Vaya, pues entonces debemos habernos reunidos con vuestros profesores por gusto ¿no? – dijo Lucia girándose para mirar a Victor y Ernesto. Victor la miró sin entender ¿no estaba enfadada con Ernesto, porqué lo miraba a él?
  • Lucia cuando lleguemos a casa – dijo Simón al ver que su mujer estaba a punto de empezar la tercera guerra mundial. Lucia cerró los ojos, respiró hondo y se mantuvo en silencio el resto del trayecto. Todos estuvieron en el más absoluto silencio hasta llegar a casa. Al llegar a casa Victor y Olga corrieron para alejarse del huracán Lucia
  • Victor, al salón – dijo Simón seco pero no parecía enfadado –  Ernesto, ponte con los deberes de la escuela, cuando los hayas acabado sube a mi despacho – Victor miró a su hermano sin entender, sabía que estaba en un lio de pelotas porque su padre había dicho al despacho. Y Ernesto le había dicho que si papá te decía el despacho podías darte por muerto. Lo que no entendía que pintaba él en toda esa movida de Ernesto
  • Hoy hemos ido a la escuela a hablar con vuestros profesores, no hemos ido por hacer una visita de cortesía sino porque nos han llamado. Como ya debes haberte imaginado tu hermano la ha vuelto a liar – dijo Lucia, viendo que Victor los miraba como si les hubieran salido tentáculos – También hemos hablado con tu maestra, y nos ha comentado que esta semana has descuidado tus tareas – Victor tragó saliva, eso sí que no se lo esperaba – ¿Por qué hijo, ha pasado algo que hiciera que no pudieras entregar tus tareas? – estaba claro que su madre sabía la respuesta era muy mala jugadora de póker
  • No es que no quisiera hacerlas…es que no tuve tiempo – dijo casi en un susurro
  • ¿No tuviste tiempo? Os ponen tantas tareas que no te da tiempo…de hacer ni una sola – preguntó Simón saliendo de su mutismo
  • Es que…tenía que estudiar mucho y no me dio tiempo de hacer el resto de tareas – volvió a repetir rezando por que sus padres se dieran por satisfechos
  • ¿Qué es eso que tenías que estudiar tanto que te impidió hacer el resto de tareas ¿porque por lo visto tus compañeros se las apañaron para entregar sus tareas – Simón dijo aún sin parecer enfadado pero cada vez sonaba más serio – ¿Victor? – al ver que le niño no decía nada y empezaba a comerse los pellejitos del labio
  • Mates – dijo tan flojito que realmente no lo oyeron, solo le vieron mover los labios
  • ¿Matemáticas? ¿Te refieres a la asignaturas que llevas suspendiendo casi todos los test de seguimiento desde que empezó el curso? – Victor lo miró horrorizado y miró a su madre buscando auxilia. Lucia lo miró con ternura pero no dijo nada – Si, esa es la cara que he puesto yo cuando tu profesora me lo ha contado. Porque no tenía ni idea! Porque según mi hijo la escuela va bien ¿No? – ahora Simón ya empezaba a sonar disgustado – ¿Cuándo planeabas decírnoslo? ¿Cuándo en vez de un test hubiera sido un examen o la asignatura entera? Sabes que no tolero que me mientan. Y eso es lo que has estado haciendo cada tarde cuando te preguntaba cómo te había ido la escuela y decías bien – Victor empezó a llorar – ¿Lloras? Haces bien, porque no estoy enfadado porque hayas suspendido eso test estoy enfadado porque nos lo ocultaste. Creí que había dejado ya claro mi opinión sobre ocultarnos cosas, jovencito – dijo mirándolo muy enfadado. Victor instintivamente dio un paso atrás y se cubrió la retaguardia
  • Snif snif snif pero los aprobé en la repesca… no están suspendidos.
  • Si tienes problemas con alguna asignatura en la escuela nos lo tienes que decir, Victor. Esto no es algo nuevo. Llevo mucho tiempo diciéndotelo – dijo Lucia apenada al ver al niño llorar – No me…. no nos enfadaremos, sabemos que trabajas muy duro, pero puede que te podamos echar una mano, y así te ahorrarías lo mal que debes haberlo  pasado esta semana intentando estudiar tu solo.
  • Mamá, lo siento, pero no quería que pensarais que soy tonto snif snif
  • No eres tonto – dijo Simón enfadado –  eres muy listo, tan listo que podrías llevar mi empresa mejor que yo – dijo exagerando un poco para que le chico supiera que no pensaban que fuera tonto
  • Pero Ernesto dice
  • Ernesto está ya en mucho problemas por lo que dice… ¿Vas a hacer caso al chico que se va a llevar una buena paliza por las perlas que salen de su boca? – Victor lo pensó un segundo, se limpió las lágrimas y finalmente negó con la cabeza – Respuesta correcta.  Ves, como eres listo.
  • ¿Entonces no estoy en líos?
  • Bueno nos mentiste, y eso no te lo voy a premiar…no va haber tele hasta que traigas 5 test aprobados consecutivos
  • Pero eso es ¡imposible!
  • Bueno, espero que con la ayuda del tutor que te pongamos si que lo sea – dijo Simón
  • ¡Que! Pensé que dijiste que no era tonto
  • Y no lo eres, te cuestan las mates, pues tendrás que dedicarle más tiempo, y quizás sea algo tan sencillo como una hora más de mates al día cuando llegues de la escuela –  dijo empezando a enfadarse de nuevo al ver que le niño le replicaba. Lucia ya se lo  olía y empezó a avanzar hacia al niño para agarrarle de la mano e intentar apaciguarlo
  • ¡Pensáis que soy tonto, por eso me queréis poner un profe para tontos! – dijo muy enfadado Victor
  • No, pensamos que te cuestan las mates, y para reforzar tu trabajo en la escuela vamos a ponerte un profesor de mates que te ayude – dijo Simón intentando hacerle entender pero Simón estaba con la paciencia bajo mínimos por culpa de Ernesto
  • No, no es verdad. Soy tonto. Y ni un millón de profesores cambiarán eso
  • PlackSimón que no tenía ninguna intención de pegar a Victor acabó dándole una dura palmada sobre el pantalón – Que sea la última vez que te oigo llamándote tonto. No eres tonto. Tonto serías si ofreciéndote ayuda y necesitándola, la denegases. Todos necesitamos ayuda alguna vez. ¿Porque crees que hay más de 300 personas empleadas en la oficina del centro?. Porque yo no valgo para todo, y he de recurrir a los demás para que el trabajo salga delante. Pues tu con las mates igual, necesitas que te ayuden para sacarlas adelante. Ese profesor te ayudará, pero él que va a acabar haciendo esos test y esos exámenes, vas a ser tú. Así que no veo por ninguna parte lo de ser tonto – dijo enfadado. Victor puso pucheros pero no dijo nada más. Su padre llevaba razón en la oficina había un montón de gente trabajando y después estaban las otras delegaciones y un montón de gente que le enviaba cosas…y Simón era el tipo más listo del mundo mundial
  • Hijo, las cosas que más cuestan son las que más valor tienen. Tus aprobados valen tanto o más que los excelentes de tus hermanos ¿entiendes? Nunca te he pedido que trajeras notazas, no porque no crea que puedas traerlas sino porque estoy muy orgullosa de lo responsable que eres con tus estudios. Sé que tenías tan claro que debías aprobar ese test, que has dedicado tantas horas a estudiar que no has podido hacer el resto de tareas. Y me siento orgullosa. Pero hijo, no es necesario ese nivel de sacrificio, no si podemos pagar a un profesor que te ayude  – dijo Lucia con cariño
  • ¿Vendrá todos los días? – preguntó poniendo morros
  • De lunes a viernes, los fines de semana no – dijo Lucia antes que Simón pudiera decir algo sabiendo que le habría dicho todos los días
  • ¿Y si mejoro mucho le diréis que ya no venga?
  • Si mejoras mucho y las demás asignaturas no se ven comprometidas, como esta última semana, entonces tu mismo le podrás dar boleto – dijo su madre. Y Simón le echó una miradita que dejaba claro que esa parte si que no estaba de acuerdo – Pero esa mejora tan espectacular tendrá que durar todo el curso, no me vale con un par de exámenes de infarto, ¿eh? –  dijo Lucia mirando a su marido a ver si con esa última condición  contentaba algo a los dos
  • Vale, pero los fines de semana podré ver la tele – y estiró la mano con su madre para cerrar el trato
  • No hay tele hasta que traigas 5 test aprobados consecutivos – se apresuró a decir Simón antes que su esposa le rebajara también esa condena
  • ¡Eso son 5 semanas! – dijo escandalizado
  • Muy bien, veo que no eres tan malo e matemáticas…pero pueden ser el doble, es decir 10 semanas si sigues protestando o no te comportas con el profesor que venga   darte las clases de refuerzo – Lucia miró a su marido y asintió, eso de que fuera bueno con el profe de repaso había sido una muy buena idea. Victor masculló algo que bien parecía algún tipo de maldición etrusca – ¿Disculpa, hijo, no entendí eso último? – dijo Simón poniéndose las manos en la cintura dejando ver a la perfección el cinturón – ¿Te comportarás con el profesor que venga?
  • Sí, señor – dijo Victor  no muy contento, pero sus padres sabían que cumpliría su palabra – En ese caso, ves a cambiarte y a  lavarte las manos, merienda y te pones con los deberes de la escuela. No queremos más llamadas de profesores ¿vale? – Victor retorció el morro, respiró hondo y sin decir nada se fue a su cuarto a cambiarse
  • Uno fuero, solo queda el otro. ¿lo has mandado a tu despacho sabiendo que mi silla no puede ir allí o ha sido casualidad? – dijo Lucia alzando una ceja
  • Casualidad, si quieres le digo, que baje – dijo seco
  • No, yo ya he tenido esta discusión demasiadas veces, y ya ves, que éxito he tenido.  Llamaré a Charo, me voy a rehabilitación – dijo Lucia empujando la silla de rueda hacía la habitación de la enfermera
  • ¿Algún consejo? – dijo antes que saliera del salón
  • No dejes que te saque de quicio, el asesinato es delito en todo los países del mundo – dijo con sarcasmo.

Simón esperó que Lucia y la enfermera salieran de casa antes de subir a aquel cuartucho que ahora hacia de despacho. Ernesto estaba allí, sentado en su silla cotilleando en sus cosas. No le importaba mucho, no era un chico que dejara sus cosas desordenadas o se las extraviara. Pero esperaba verlo en una actitud más cohibida

  • Sal de ahí – dijo tranquilamente e indicándole que se sentará en la silla de delante del escritorio. Ernesto salió y se sentó donde Simón le había señalado – Voy a ser breve, porque no creo que merezca explicaciones algunas. No tolero las faltas de respeto, mucho menos a tus profesores. No tolero la mala educación de ningún tipo, porque tu madre te ha educado bien y yo no me tengo ni por insolente ni por bárbaro. Y no tolero que me saquen los colores por puro capricho de un mocoso que no sabe cuál es su lugar. Dicho esto…pasemos a la física… ¡Vaya! como he tenido que ir a la escuela hoy, me debo a ver vuelto didáctico. ¿Recuerdas a Newton? – Ernesto lo miró con desconfianza y asintió – Perfecto, porque hoy vamos a repasar las tres leyes de Newton.  ¿Sabes qué dice la primera  ley de Newton? – aunque Ernesto sabía la respuesta algo le decía que no debía contestar  –  La primera ley de Newton dice algo como que todo cuerpo se mantiene en reposo o en movimiento a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él. Pues vamos a ver qué hay de cierto. Yo quiero que tu dejes de comportarte como un troglodita y según Newton la única forma para cambiarlo es obligándote mediante la fuerza, pues mira esta es la fuerza –  dijo enseñándole la regla que acababa de sacar del cajón – y tu eres el cuerpo –  y con el dedo índice le indicó que se levantara y se acercara a él
  • Papá, por favor, hablémoslo. No fue todo culpa mía, ese profesor es un inepto – dijo a la defensiva sin levantarse de la silla
  • Inepto o no, es el profesor, el decide como lleva la clase no tú, y como a todo profesor le debes respeto y obediencia. Eso, Ernesto,  se enseña en el parvulario así que como te he dicho hoy me ahorraré los sermones. Ahora levanta, pantalones y calzoncillos a bajo y sobre mis rodillas
  • ¿No me das a elegir? – Ernesto le preguntó con la boca seca
  • No – dijo muy seco –  Y no me hagas contar, porque cuento muy rápido – No escomo si no se lo esperara, pero a Ernesto le sorprendía la frialdad con la que Simón lo estaba tratando. Sabía porque le iba a zurrar pero que no lo sermoneara le hacía sentir como si en vez de su padre lo estuviera castigando un funcionario. Ernesto temiendo que su padre pudiera enfadarse más se levantó e hizo lo que le había mandado. En cuanto estuvo en su regazo Simón empezó a descargar la regla fueron solo 20, pero se aseguró que dolieran a rabiar PLACK  PLACK PLACK
  • AAAAAAAARGGGG
  • PLACK  PLACK PLACK
  • GRRRRRRRRRRRRRRRR ARGGGGH
  • PLACK  PLACK PLACK
  • AAAAAAAAAAAAAAAU AY AY AAAAUUUU
  • PLACK  PLACK PLACK
  • BWUAAAAAAAAAAAAAA ARGGGG COF COF LO SIENTO AUUU LO SIENTO
  • PLACK  PLACK PLACK
  • BWUAAAAAAAAAA BWUAAAAAAAAAA PERDÓN, PERDÓM BWUAAAAAA LO SIENTO, NUNCA MÁS BWUAAAAAAAA –  Simon dejo que Ernesto se calmara antes de indicarle que se levantara y se vistiera
  • Ahora vamos por la segunda ley de Newton…y para la segunda ley de Newton me vas a acompañar al cuarto de baño – Ernesto abrió mucho los ojos…tenía una pequeña idea de lo que su padre iba a hacer. Victor ya era un habitual del baño como para no saber que iba a pasar, Y Simón ya lo había amenazado a él mismo  alguna que otra vez que le iba a lavar la boca con jabón si seguía soltando  palabrotas. Mientras bajaban Simón empezó a explicarle la segunda ley de Newton, aunque sabía perfectamente que su hijo también la conocía – La segunda ley de Newton decía que El cambio de movimiento es directamente proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime. Es decir a más te tuerzas tú más fuerza tendré que aplicar yo  para regresarte al camino recto – Y lo agarró por el cuello de la camisa y lo arrastró hacia el baño. Lo sentó de malos modos sobre la taza del baño haciendo que el chico diera un pequeño respingo al sentir la dura loza contra su trasero. Ernesto empezó a llorar, cosa que no era muy normal en él. Él solía llorar durante el castigo nunca antes 
  • Snif snif snif, papá por favor, por favor, escúchame
  • Ya te he dicho que no hay nada sobre lo que discutir…está todo muy claro, tan claro como las leyes de la física – menuda perra le había dado a su padre con la maldita Física
  • Pero papá, de verdad que ese profesor es un…
  • Shhhhhhhhhhhhhh – lo mandó a callar, y sacó del gabinete una pastilla de jabón que ahora solo se usaba para lavar la boca de Victor cuando se pasaba con las palabrotas – Abre la boca – dijo como quien pide que le pasen la sal. Ernesto lo miró con ojos suplicantes, pero Simón parecía de hielo, ni se inmutó. Ernesto abrió la boca y Simón lavó a consciencia la boca de su hijo – ahora levanta – Ernesto se levantó – las manos en el lavamanos – Ernesto tragó saliva y aquella saliva era jabonosa y casi vomita. Cuando Ernesto estuvo en posición su padre tomó el cepillo de ducha y dejó caer 12 veces sobre el trasero de su hijo PLACK  PLACK PLACK PLACK  PLACK PLACK PLACK  PLACK PLACK PLACK  PLACK PLACK –  Tras el último golpe le dio un vaso de agua para que se enjuagara la boca
  • BWUAAAAAAAAAAAAA BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAAA – Ernesto lloraba desconsoladamente, no habían sido peor que los reglazos, pero ¿porque lloraba de esa manera?, parecía Victor. Aunque intentaba no llorar la angustia era mayor al dolor y eso hacía que no tuviera control sobre sus lágrimas. Simón observaba a su hijo, parecía que algo empezaba desquebrajarse, solo esperaba que su hijo no fuera tan terco como su madre o su hermana y finalmente se diera cuenta que no necesitaba llevar esa coraza –  Lo siento bwuaaaaaa lo siento mucho, lo siento bwuaaaaaaaa lo siento de verdad bwuaaaaaaaaaaaa – a Simón le costó un mundo no abrazar y consolar a su hijo, pero si lo hacía nada de aquello iba a servir de nada
  • Para la tercera ley de Newton, mejor vamos al dormitorio de tu madre y mío, creo que agradecerás tener algo más de intimidad  – dijo como si fuera el botones de un hotel
  • Papá, papá, escucha, lo siento, lo siento, ya no más… ya entendí, no volveré a faltarle al respeto a nadie, a nadie, lo juro, en mi vida snif snif – Ernesto suplicaba desesperado. Simón lo agarró del brazo y lo condujo hasta su dormitorio, el chico ya no decía nada solo lloraba. Una vez dentro, Simón cerró la puerta deshizo un poco la cama y puso uno de los almohadones en una punta de la cama
  • Pantalones y calzoncillos a bajo, y pon tus caderas sobre el almohadón – y tras decir eso empezó a quitarse el cinturón
  • Papá, por favor, por favor escúchame primero, escúchame te lo ruego snif snif
  • ¿cómo lo haces tú? – dijo enojado – ¿Cómo nos escuchas tú a tu madre o a mi? – Lo fulminó con la mirada –  vale, hijo,  habla y cuando me hayas repetido un millón de veces lo que tenías que decirme y veas que no te estoy haciendo el más mínimo caso entonces me cuentas – Simón no pudo morderse la lengua, después de decir eso se maldijo, debió permanecer impasible un poco más. Pero es que ese chico lograba encontrar siempre su punto más débil – La 3º ley de Newton – empezó a hablar de nuevo Simón en un tono casi robótico, señalándole el punto donde quería que se tumbara – dice que con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria. Resumiendo que la proporción de tu castigo será siempre proporcional a tu error. Tu rompes yo reparo,  tu rompes mucho yo reparo mucho. Acción-reacción, hijo….. Zwassy dejó caer el primer cuerazo sobre los pantalones de su hijo. Simón solo le dio 10 veces con el cinturón, no se trataba de ese tipo de zurra, esta vez no solo quería castigarle sino que quería demostrarle algo  – Zwass
  • Aaaaaaaaaaaay aaaaaaaaaaaaaau au bwuaaaaaaaaaaaa
  • Zwas
  • Aaaaaaaaau ay papá no papá lo siento, lo siento, perdóname, perdóname, seré bueno auuuuu
  • Zwas zwas
  • Aaaaaaaaaaaaaaaau bwuaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaa por favor papá, perdóname, perdona, no volveré a fallaros, lo juro bwuaaaaa pero perdóname
  • Zwas
  • Bwuaaaaaaaaaaaaaaa lo siento, lo sientoooooo bwuaaa por favor papá   no le estaba doliendo tanto como aquella vez que se escapó o incluso cuando lo de la clavícula de André. Pero no podía parar de llorar, sentía como si aquel ya no fuera más su padre. La había cagado a base de bien, se había confiado, pensó que Simón le querría incondicionalmente como lo hacía su madre. Que podía ser un grano en el culo que no pasaría nada. Pero aquel hombre que lo estaba castigando no sentía nada
  • Zwas zwas zwas – los tres cayeron en los muslos en vez de las nalgas y aquel alarido fue auténtico
  • Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaauuuuu
  • Zwass zwasss
  • Aaaaaaay auuu auuu, lo siento, perdóname, perdóname papá, perdóname, juro que seré el mejor hijo que jamás te hayas imaginado, pero perdóname, vuelve a ser mi padre bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa – Simón quería pegarse un tiro, pero aún no podía desplomarse. Dejó que el llanto de su hijo  se fuera pagando poco a poco sin interferir lo más mínimo. Y cuando el chico ya estuvo totalmente calmado y se subió los pantalones, se sentó en la cama a su lado
  • Mi padre me adoptó cuando yo tenía 11 años. Era un hombre muy rico con una gran casa una mujer muy bella y dos hijos increíblemente lindos, listos y educados. Yo era de cafetales, si, ese barrio que sale cada dos por tres en las noticias porque hay reyertas y demás. Mi madre no tenía suficiente dinero para alimentar a sus hijos y le quitaron la custodia, yo fui a para aun hospicio… y estuve allí 3 años, un buen día aparecieron mis padres, Pedro Simón Gómez y Ainoa Goikoetxea en su precioso mercedes Benz. Mi hermano Josete que entonces tendría 3 años se fijó en mí, le hice gracia… y estuvimos jugando todo el rato mientras mis padres miraban la sala de los bebés. Imagínate mi sorpresa cuando aquel cura se acercó a mí y me dijo que hiciera las maletas que me iba con los señores. Nadie adoptaba a niños tan mayores y menos los ricos – Ernesto lo miró sorprendido, no sabía que Simón era adoptado – Aunque mis padres eran unos auténticos ángeles mi adaptación no fue nada fácil. Yo mismo me boicoteaba una y otra vez, sentía que no pertenecía allí, que no pertenecía a ellos. Yo no merecía estar allí. Yo era un niño de cafetales. Tuvieron mucha, mucha paciencia. Ninguno de los dos tiró nunca la toalla. Hasta hace poco admiré eso de mis padres, ahora sé que un padre jamás tira la toalla con un hijo. No puede simplemente.
  • No sabía nada de eso – dijo Ernesto mirando a su padre
  • No soy una persona que le guste mucho hablar de si mismo. Pero, hijo, creo que esto te conviene escucharlo. Cuando ya hacía unos cuantos años que vivía con mis padres, volvieron a  adoptar a dos niñas más Anabela ya María. ¿sabes que María es mi hermana biológica? Bueno es una larga historia…en aquella casa nos juntamos 8 niños finalmente. Y todos éramos adoptados, algunos los adoptaron siendo bebés y otros como a Anabela y a mi ya mayorcito,
  • ¿por eso estás tan unido a Anabela?
  • Sí, ella es mi princesita…bueno hasta que llegó Olga, claro.
  • Aja, lo reconoces, Olga es tu princesita.
  • Si lo quieres ver así…bueno… entonces  tu y Victor sois  mis principitos
  • ¡Puajjjj papá por dios, no!
  • Me dejas continuar con la historia – dijo alzando una ceja pero sonriente – cuando tenía yo unos 16 años, un chaval de la escuela empezó a meterse conmigo, me llamaba “el recogido”. Los chicos pueden ser muy crueles y los chicos ricos no son distintos, así que entiendo que es estar en una escuela de niños ricos y no serlo – Ernesto lo miró de otra forma. Simón prosiguió – Bueno aquello de recogido fue haciendo mella en mí. Y acabé por creyéndomelo un poquito – dijo acercando los dedos –  Y me pregunté si mis padres ahora me querían porque me había moldeado a su manera. Era un chico estudioso, educado, de modales muy pulcros… ya sabes el típico niño que odiarías en la escuela
  • Jejejeje
  • Ya quedaba bien poco del niño abandonado de cafetales. Pero aquella duda me estaba torturando, y un día decidí probar… mi padre era arquitecto, y decidí suspender física y matemáticas. Solo para ver si dejaba de quererme. Tu abuelo era un hombre muy sabio y se dio cuenta en seguida de lo que había hecho. Se enfadó muchísimo. Nunca lo vi tan enfadado. Y eso que hice cosas peores – Ernesto escuchaba atentamente, eso de un Simón en problemas con sus padres, le gustaba – Cuando me llamó a su dormitorio  esperaba la peor bronca de mi vida y si, hijo, una paliza de campeonato también. Pero tu abuelo se limitó a enumerarme las 3 leyes de Newton. Como he hecho hoy contigo. Solo que con el cinto todo el rato – dijo poniendo una auténtica  mueca de dolor – Y cuando acabó me dejó solo sintiéndome lo más miserable que jamás me había sentido hasta entonces. Al cabo de una hora, se sentó en la cama, a mi lado. Y me dijo “Simón, eres mi hijo, me duele que dudes de eso, porque eso significa que aún no me ves como tu padre. Duele sentir que no le quieren que no perteneces a nadie… hoy lo has experimentado, esas lágrimas eran por los cuerazos pero también porque te sentiste solo y desamparado. Ese es el dolor que siento cada vez que uno de ustedes duda del amor que vuestra madre o yo sentimos por ustedes. Espero que no lo olvides nunca. El dolor más profundo viene de la mano de aquel a quien amas más profundamente. Y no siempre con golpes a veces con meras palabras, miradas  o gestos”.
  • Pero papá yo jamás dude que me quisieras, no hasta hoy…
  • Pero sigues provocándome para ver cuánto soy capaz de aguantar hasta darte la patada. Hijo, no te voy a dar la patada, nunca. ¿entendiste? Así que deja de comportarte como un idiota para ver si me fijo en ti o si me importas ¿vale?
  • ¿Crees que lo de la clase fue por ti? – dijo casi riéndose
  • Pues sí, hijo, quizás inconscientemente, pero lo fue. Dime porque si no,  un chico que tiene educación, modales y más conocimientos que ese profesorucho iba a ponerse en esa situación – dijo alzando una ceja –  tu madre no te abandonará nunca y yo tampoco. Puede que tu padre biológico lo hiciera cuando solo tenías 7 años, y solo por eso merece mi mayor desprecio, pero ni tu madre ni yo podríamos separarnos de vosotros. Digámoslo así… con vosotros tenemos el síndrome de Estocolmo,
  • ¿y no podías decirme todo esto en vez  de zurrarme?
  • Pues ahora que lo dices… – dijo fingiendo que lo pensaba –  si que podría haberlo hecho. Quizás la próxima vez que te zurre podría …
  • ¡No, no, no – dijo casi en pánico – no habrá próxima vez! Pero… papá yo no he suspendido Física yo solo le dije al profe que me chupara la polla y…
  • Ejem ejem – tosió Simón  y lo miró con reprobación, Ernesto se calló al darse cuenta que volvía  a meterse en camisa de once varas – puede pero las leyes de Newton siguen cumpliéndose  que yo sepa.
  • Oye, papá y eso de que al principio de que te adoptaran te portabas fatal y que te metiste en lios … me gustaría saber más – dijo con picardía
  • No lo dudo, pero ahora mismo lo que vas a hacer es ir a tu cuarto y escribir la nota de disculpa más sentida que hayas escrito en tu vida. Y mañana se la entregaremos a tu profesor de pretecnología.
  • ¿QUÉEE? – eso era… era peor que la paliza
  • Sin discutir Ernesto – dijo Simón frunciendo el ceño y cogiéndolo de los hombros
  • Pero papá, eso de cartas, eso ya no se lleva…y si me disculpo y estrechamos las manos – dijo medio sonriente a ver si colaba y aunque ya tenía claro que iba a acabar escribiendo esa maldita carta de disculpas debía de probarlo. Pero Simón le echó una de esas miradas que cortan el buen rollito de cuajo – Vaaaaaaaale escribiré esa carta.
  • Y se acabaron las llamadas de la escuela quejándose de ti.
  • No más llamadas – dijo rodando los ojos
  • Hablo en serio, Ernesto. No vamos a dejar de quererte pero puede que te queramos vestido de uniforme militar – dijo intentando sonar muy serio, pero Ernesto empezó a reírse en el acto
  • ¿Sabes que aquí no hay escuelas militares, verdad? ¿Qué eso es cosa de las películas americanas, no?
  • Confiaba que tú no lo supieras.  Pero ahora en serio, no quiero más quejas, hijo. Eres listo y estás bien educado así que toda esa puesta en escena no nos engaña. No quiero tener que recurrir a las amenazas, hijo. Pero esta fue la última llamada de la escuela, ¿hablé claro?
  • Pero si llamasen seguirías queriéndome ¿no? – dijo burlándose un poco de su padre
  • Claro, hijo. Mis sentimientos por vosotros son como las leyes de la física que se cumplen siempre. Y no sufras que no  tendré problemas por demostrarte ambas cosas siempre que lo necesites – dijo molesto porque no estaba haciendo broma y quería que su hijo se comprometiera en no volver a faltarle al respeto a un profesor
  • Vale, me comportaré  aunque sean unos auténticos sopla…
  • ¿Pero tu es que disfrutas cuando te pego o qué? Esa boca, ¡maldita sea!, Ernesto
  • Iba a decir soplagaitas  – dijo a la defensiva
  • Ni soplagaitas ni porras, se acabó lo de insultar a tus profesores, ni delante de ellos ni a sus espaldas – dijo volviéndose a enfadar. Y esta vez Ernesto se dio cuenta que se había pasado un poquito
  • Vale – dijo tímidamente –  me comportaré – y realmente lo iba a intentar
  • Eso espero, hijo, eso espero…ahora largo de aquí….que quiero cambiarme – dijo

Y Ernesto salió de allí pitando antes que su bocaza lo volviera a meter en un lío


6 comentarios:

  1. Paredón para Simón, jajajajajja


    Oye, que te digo, pobre Ernesto, fue un mal trago la paliza, pero cuando la gripe pasa a bronquitis, el remedio no sabe igual, jajajaj

    Se lo merecía por maleducado, decir semejante cosa al profe, pero bueno, SImón con todo supo leer lo que sentía lo malo es que aquello aprendió con llanto, que él, papá no va a dejar de quererlo solo porque haga tonterías. jejej
    Y Victor pobre... malditas matemáticas, lo comprendo.

    Lo que si fue revelador ha sido la vida de Simón, y que al contar aquel pedazo de si mismo a Ernesto sea el mayor ejemplo de confianza pero sobre todo de comprensión ante lo que los chicos sienten, me gusto saber de él.

    Me encanto Litlle,estuvo genial

    Y en espera del otro cap, un abrazo amiguita, cuidate

    Marambra

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  2. Paredón para Simón, jajajajajja


    Oye, que te digo, pobre Ernesto, fue un mal trago la paliza, pero cuando la gripe pasa a bronquitis, el remedio no sabe igual, jajajaj

    Se lo merecía por maleducado, decir semejante cosa al profe, pero bueno, SImón con todo supo leer lo que sentía lo malo es que aquello aprendió con llanto, que él, papá no va a dejar de quererlo solo porque haga tonterías. jejej
    Y Victor pobre... malditas matemáticas, lo comprendo.

    Lo que si fue revelador ha sido la vida de Simón, y que al contar aquel pedazo de si mismo a Ernesto sea el mayor ejemplo de confianza pero sobre todo de comprensión ante lo que los chicos sienten, me gusto saber de él.

    Me encanto Litlle,estuvo genial

    Y en espera del otro cap, un abrazo amiguita, cuidate

    Marambra

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  3. Pobre Ernesto, bueno a ver si ahora a prende a ser un poco mas respetuoso con sus profe.

    Muy lindo Litle, me gusto mucho

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  4. Por fin puedo comentar! Me encantó el cap. Que bueno saber algo de la vida de Simón pero pobre de Ernesto que supo ese pasado después de repetirlo y repasar física jajaj. Que ingenio jajaj no se olvida de Newton nunca más.
    Que bueno que nadie me enseñó física así porque fui a rendir tres veces antes de que el profesor me apruebe de lástima.

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  5. Que maneras de explicar la física!! Jajaja...
    Pobre Ernesto así ya ni para volver a ser grosero ..
    Víctor yo te enseño matemáticas!! Y tú me presentas a tu hermano!! Sería un buen trato!!
    Lindo capítulo!!! Muy entretenido!!

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