Un ramillete de flores: Cap. 1; Autora Nicole

Un ramillete de flores

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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 20 de octubre del 2016.

Etiqueta F/f - M/f

Advertencia: Lenguaje soez

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Capitulo 1

Paseo en la playa o Rumba

Autora:Nicole

Viernes  por la tarde a las 2:00pm  una  mocosa  hablaba  por  teléfono  y  llevaba ya más de tres horas antes que su madre le cortara la llamada y esto fue lo que ocurrió:

• Mia Valentina suelte ya ese teléfono o es que usted no entiende muchachita – dijo Elizabeth, al momento que desenchufaba el cable de conexión telefónica.
• ¡OHH MAMÁ! ¿Por qué sos tan cansona? Estaba hablando algo importante. ¡Entrometida!
• Ya le he dicho mil veces a usted que el teléfono no es un juguete y a mí no me habla en esos términos. ¡Culicagada! Tan chiquita y tan contestona – respondió y la hizo parar de la silla donde estaba sentada y en cuestión de segundo se quito una de las alpargatas que traía puestas y le arreó diez azotes bien dados encima de la minifalda de pliegues que cargaba.
• AYAYAYYYY  Mami eso dolió ¿Por qué me pegaste? – preguntó indignada sobándose la cola con ganas, aquello con la alpargata había picado
• ¿Y todavía lo pregunta? Mire Mía… yo soy su madre y a mí me respeta y además este fin de semana no hay playa para usted – Dijo la señora decidida, ya que la chiquilla había pedido permiso desde el lunes con anticipación para irse a la fiesta de Mauricio Alexander (su novio) y Paola (hermana melliza) en la playa. Su madre no estaba enterada de la fiesta ya que, la niña le hizo creer que se trataba solo de un paseo de recreación, pero de igual forma se iba a quedar con las ganas por grosera.
• No es justo maaaa.  Vos me prometiste. ¡No es justo! – iba a armar la pataleta en grande

Mia Valentina era la menor de cinco hermanas, de una tradicional familia paisa (de Medellín) y había entrado en la adolescencia; con apenas trece años ya daba pequeños dolores de cabeza a sus progenitores, y molesta la mayor parte del tiempo por ser más vigilada que las demás chicas de la casa. Carmen pensaba que aún estaba muy niña  para experimentar cosas como salir sola de casa con amigas (os) como lo hacían sus hermanas mayores. Hasta los doce y medio no reclamaba tanto y obedecía hasta cierto punto a sus padres, pero al cumplir las trece primaveras todo cambio de pronto y comenzó a sacar las uñas.

• ¡Ya dije que no! O la señorita no entiende que es un NO – dijo la señora, quien era bastante estricta con sus hijas cuando intentaban cruzar la línea.

Mia no dijo nada, pero muy en el fondo estaba que echaba chispitas de la rabia que tenía; a ella todo el tiempo le prohibían y ahora que finalmente había convencido a mamá le salía con un NO rotundo, pero claro todo era buscado por andar de alzada reconoció para sus adentros. Estaba muy molesta, sin embargo ponerse a discutir solo agravaría las cosas por lo que decidió irse a su habitación calladita mientras Carmen se dirigía a la cocina a ayudar a Danna a preparar comida para la cena.

Mia en su pieza se encontró con Emily que leía una revista de modas.

• ¡Quiubo parce! ¿Todo bien? – Cerró lo que estaba leyendo y miro a su hermanita fijamente
• ¡No! Mamá cancelo mi fin de semana a la playa, tengo una rabia que ni te imaginás – respondió con un gesto de frustración en el rostro mientras tiraba unos cojines que habían en su cama.
• ¿Y qué hiciste ahora? – Cuestionó perpleja al ver la reacción de la menor de la casa
• Nada… solo porque estaba hablando por teléfono y ella corto mi llamada y… me tiene jarta siempre es lo mismo, a todo lo que yo quiero  dice  que no,  en cambio  a  Ariadna  y  Cata  las  deja  hacer  lo que  quieren.  No es justo – refunfuño
• No grités…  – le llamo la atención. A Emily no le gustaba que le gritaran a la cara porque lo consideraba una falta de respeto
• Disculpáme vos pues. Estoy con una rabia de las berracas.
• Te comprendo, y si hablás con mamá y le pedís disculpas a lo mejor te de otra oportunidad ¿no creés?
• ¡No se! vos sabés que cuando ella dice que no es muy difícil convencerla
• ¡Eh Ave María pues! Entonces tenés que hablar con papá
• ¡Sisas!  Tengo que ir a esa fiesta como sea.
• ¿Y eso? – preguntó una confundida Emily
• Es que  irá…

Mientras tanto…

• Entonces que mi amor va conmigo o la fiesta ¿o qué?
• Pues como no voy a ir, voy donde usted quiera papito – dijo Ariadna a su novio Brian mientras le daba un beso apasionado en los labios
• ¿Y eso que fue mi amor? – preguntó cariñoso a su novia, de la que estaba perdidamente enamorado y es que la tercera de cinco hermanas de la familia Cardona Betancur era una chica hermosa en rostro y cuerpo. Las otras también, pero Ariadna tenía algo especial, tal  vez  era  su  picardía  y  rebeldía  lo  que  lo  traía loco.
• Me traés loco mamita – dijo el chico, la cogió por la cintura y la atrajo hacia él y la beso durante dos largos minutos mientras bajaba su mano lentamente por su bien formado trasero, pero  Ariadna  le  aparto  la  mano bruscamente – Que pasa mami ¿no le gusto? – pregunto haciéndose el inocente ante la reacción de la chica
• No ve  que  estamos en la calle y no me gusta dar espectáculo – dijo ella molesta
• Bueno no te enojés vos pues… Disculpáme ¿sí? – le pidió
• Está bien, pero no te volvás a pasar – dijo ella – nos vemos en la fiesta de tus hermanos – me tengo que ir – anunció
• No te vayás. Ahora en la noche iremos con mi primo Juan Camilo y pensábamos invitarte a vos y a Cata para rumbear junticos los cuatro. ¿Qué decís?
• Es que bueno yo…–  habló nerviosa como decirle que tenía que pedir permiso, si se iba así como si nada  era segura una muenda por partida doble

Para él era fácil y aunque apenas iba a cumplir dieciséis años, iba diciendo a todo el mundo que ya era mayor de edad, hacia lo que le venía en gana, vivía con su mamá y sus dos hermanos mellizos de casi catorce años.  Sandra (su señora madre)  se  había resignado  a  la  actitud  de  su  hijo  mayor,  y  al  no  vivir  con  su  padre; el chico se sentía en control de todo, tanto de sus  hermanos menores como  de su propia madre. Tampoco era un angelito tenia malas compañías y andaba en malos pasos, por lo que a Carmen  y  a  Carlos  no  le  agradaba  en  lo  más mínimo la relación de Ariadna con ese muchacho, pero  esta  no iba a ceder. Era demasiado  terca  y  no  terminaría  con  él  así  sus  padres  la  obligaran.

• ¿Vos qué?
• No sé, mi familia se puede preocupar
• Pero vos me dijiste que eras una chica muy independiente ¿o era mentira?
• Si vos tenés razón. Te acompaño a la fiesta y llego mas tarde a casa – dijo decidida; lo que menos quería era parecer una niña pequeña ante su enamorado
• Vamos a mi casa entonces – dijo y se fueron juntos

Mientras todo eso sucedia, en casa de los Cardona, una caprichosa Mia Valentina tratando de convencer a su padre de lo imposible.

• Si mama ya le dijo que no entonces, usted no sale de casa – dijo su padre serio
• Pero papa yo no hice nada. Y yo quiero ir, si ella no da el permiso. Dámelo vos – hablo en un tono bastante infantil. Mia no encontraba la formula de hacerle entender a su padre que era muy importante ir a la playa; en realidad era una fiesta de cumpleaños de Mauricio y Paola hermanos menores de Brian, y ella estaba perdidamente enamorada del varón, pero eso ni en broma se lo contaba a su papá ya que, si este se enteraba que su niñita la menor  estaba en  planes de noviazgo a escondidas  la cogía a nalgadas y mataba  al  tal  Mauricio  que  llevaba  su segundo nombre.  Por ello  la chica no comento su urgencia real de ir y como no era Ariadna; quien sí podía convencer a su padre solo con una miradita se fue enfurruñando más al ver que su padre no la ayudaba
• Las cosas no funcionan así y si su madre la ha castigado por alzada pues no le toca sino hacer caso muchachita – dijo finalmente mientras se iba en dirección a la cocina
• Papá no es justo. No es justo. No es justo – dijo azotando los pies contra el piso en son de pataleta
• ¿Que no es justo para vos? – pregunto al ver la reacción tan infantil de su hija más joven
• QUE NO ME  DEJAN  IR  TU Y MAMÁ ME TIENEN JARTA ¿Y SABÉS QUE? IGUAL ME VOY PARA LA FIESTA ASI USTEDES NO ME DEJEN IR – grito a todo pulmón, molesta y se tiraba de ambas coletas; si tenía el pelo recogido como la chilindrina. Su padre se quedo boquiabierto con los ojos como plato, así que el dichoso paseíto a la playa, era una fiesta y no un paseo como tal.  Él tenía pensado que iría con sus amiguitas del colegio y las mamás de alguna para que las vigilara
• Mía ¿cómo así que fiesta? – interrogó
• No papi… yo quise decir que faena que da cuando vas a la playa – dijo pasando una mano por la cabeza nerviosa. Ahora si estaba en tremendo problema
• No pues… yo soy el más pendejo. Mia Valentina usted ni mentir sabe, así que no la embarre mas por favor que yo no naci ayer – dijo frunciendo el ceño y parándose en todo su tamaño –  ¿Qué van a hacer exactamente en la playa? ¿Quiénes van a ir además de sus compañeras del colegio?
• Pues es una pequeña reunión papi entre las peladas de la cuadra. ¿Puedo ir? Por favor – le pidió casi suplicando
• ¡No! – Dijo volviéndose a sentar – Usted no va para ningún lado, y ahora no hay nada que me haga cambiar de opinión por mentirosa.
• ¿QUE? VOS NO PODES HACERME ESTO – volvió a subir el tono
• Claro que puedo. Soy su padre ¿o ya se le olvidó? – respondió su padre abriendo el periódico –  y además me baja el tonito mocosa – agrego mirándola de reojo – que la próxima  vez  que  me  grite  su  sentadero  me  las  paga  bien caras. No le voy a permitir que me falte al respeto – advirtió, pero Mia estaba en otro barco
• NO ES JUSTO… NO ES JUSTO – empezó a chillar a todo pulmón – Y  ME  IMPORTA  UN CULO  LO  QUE  VOS ME DIGÁS IRÉ A  ESA  HIJUEPUTA FIESTA QUIERAN O NO Y  VOS  PODÉS  IRTE A LA MIERDA MALPARIDO GONORREA – Mia se salió de control, su padre no dijo nada, pero sí pensó. ¿Donde había podido aprender la chiquilla semejante vocabulario? y  la  cogió  del  brazo  y  a rastras  la  llevo  a su pieza – NO… NO… SOLTAME  JUEPUTA ME DUELE SOLTAME – la mocosa chillaba y trataba de librarse del agarre de  su  padre, resistiéndose a que la llevaran a su habitación; sabia  de  sobra  la que  le esperaba apenas Carlos la llevara a su destino y cerrará la puerta , Mia era re contestona y malcriada y eso se tenía que acabar, pensó Carlos  mientras la encaminaba dándole  duros  azotes con la mano a cada paso que daba  y  por  supuesto regañándola
• ¡Cállese, que quiera o no, se las voy a dar! – dijo finalmente abriendo la puerta y metiéndose con la sardina a la pieza. Ya dentro se encontró con Emily a quien le indico con un gesto que saliera; la jovencita nerviosa obedeció y salió corriendo por las escaleras – Vamos a ver si después de esto te quedan ganas de faltarme al respeto – la soltó por un momento y se saco la correa; seguidamente  la  doblo en dos. Mia palideció y abrió los ojos como plato. Sabía de sobra que una muenda con la correa era muy dolorosa. La probó por primera vez  a los once años por  pelearse en el colegio y faltarle el respeto a una profesora; aquella vez solo diez correazos que no aguanto muy bien, pero aun así su trasero la pago caro y ahora estaba en la misma situación a punto de hacerse pis en los panties más por susto que por otra cosa, ella se impresionaba rapidamente. Muchas veces presenció las duras tundas que recibían en las nalgas  Cata y Ariadna por parte de mamá o papá y ahora le tocaba a ella recibir ese mismo castigo
• ¡No me abra los ojos que no le voy a echar gotas! Y muévase y colóquese aquí – le indico que doblara su cuerpo con las piernas juntas y las manos en los dedos de sus pies. Mia no se movió ni un milímetro estaba realmente asustada. Su padre conto hasta tres y al no ver respuestas de esta la volvió a coger de brazo, la puso en la posición que quería, luego le subió la faldita y bajo sus interiores hasta medio muslo y así con el culo al aire  y bien levantado empezaron los correazos uno de tras del otro mientras la cantaleteaba
• Zass zas Que sea la primera zass Y última vez zas Que usted zass zas,  me falta el respeto zass zas
• AU AUUU AUUUUUU BUAAAAA NO MAS POR FAVOR – chillo y se movió de su posición, poniendo las dos manos en el centro del trasero que ya lucia un color rojo pálido, empezando a sobarse rápidamente. Parecía que la mocosa no iba a aguantar pero esto a su padre no lo conmovió en lo más mínimo y siguió con su labor.
• Quieta allí – dijo – No zass zas ZAASS, ZAASS, he terminado ZAASS, ZAASS, con usted zass zas ¡Alzada! zass zas – Aquellos tres últimos golpearon la parte baja del trasero, que la hicieron que pegara un gemido que se oyó por toda la casa. Paro por dos minutos para darle tiempo a la peladita que se recuperara – ZAAS, A mi ZAASS, no me ZAASS,  va a despistar con esas bobadas – se refirió cuando Mia reaccionó como si quisiera orinándose, para salir ilesa de la paliza, ya lo había hecho antes y eso lo tenía claro Carlos Mauricio su progenitor – ZAASS, zass zas – tres  mas cayeron al centro de las nalgas de forma pausada, pero certera, Sus nalgas ahora parecían un tomate
• ARGGGGG AHHHHHHHH YA NO MAS ME DUELE – Mia daba respingos y se salía de su posición lo que le dificultaba a su padre castigarla a gusto
• Respete, Respete. zass zas, ZAASS. Respete, Respete ZAASS, zass zas
• AYAYAI ESS…ESS…ESTA BIEN… AYAYAI AY ME DUEELE NO MAS SERE  BUE…BUE… SERE BUENA… BUAAAAA YAAAA NO ME NO ME PEGUÉS MAAS POR… POR FAVOR – Suplico, llorando desesperadamente y metiendo la mano en varias ocasiones para salvar sus nalgas de más azotes. Su padre se las aparto,  la volvió a colocar en posición  y le dio la última tanda en la parte baja del trasero
• ZAASS, zass zas, ZAASS. ZAASS – sonaron fuerte los cinco últimos cuerazos y la coloco en un rincón de la habitación
• Se queda quietica en esa esquina – le dijo papá enfadado dándole un golpe en la mano para que deje de frotarse –  y escúcheme bien culicagada. Que esto le sirva de lección a papá y a mamá no se les contesta. Se obedece y se hace caso. ¿Le quedo claro?
• Si – musito ella dolorida y aun con llanto
• Si ¿qué? PLAS, PLASS – pregunto en son de mandato y le propino dos nalgadas bien fuertes para hacerla reaccionar
• Si sniff si sniff  señor – dijo con voz entrecortada mientras se sobaba las nalgas con ganas
• Manos a la cabeza muchachita – dijo su padre al tiempo que el mismo se las colocaba donde él quería, luego que limpio el piso de la habitación,  cerró la puerta y salió en dirección a la sala

En tanto en la salsa de la casa una dividida madre esperaba que todo concluya.

• Escuche todo… le pegaste a la niña ¿cierto?
• ¡Si!, ¿viste como me contestó? – pregunto él a su mujer
• Claro lo escuche todo. Mia está demasiado grosera, ya le estaba haciendo falta esa pela que le diste
• Si estoy de acuerdo con vos, ya tiene trece años y esa falta de respeto merecía la tunda completa con la correa para que aprenda a respetar – dijo mamá sin dejar de lado lo que hacia, acomodar las nuevas flores de su florero, a ella le encantaban las rosas –  Ya basta de consentirla. Esa mocosa se está saliendo del cascaron y no podemos permitirle que haga lo que se le venga en gana.
• Si tienes razón si uno no les calienta el trasero como se debe, es por el gusto – respondió Carlos sentándose en el sofá cerrando los ojos – La juventud cada vez está peor – se quejaba de forma generalizada – Prefiero verlas con las nalgas adoloridas por varios días a que un desgraciado venga y las viole y preñen
• Si eso también digo y ¿Dónde está Ariadna y Catalina son más de las seis y no las he visto? – pregunto preocupado
• Bueno mijo las niñas me pidieron permiso desde ayer disque tienen trabajo pendiente del colegio – dijo
• Mamá… papá… Emily… Mia vengan a cenar. Ya tengo todo listo – grito Danna desde la cocina, quien había estado preparando un delicioso platillo japonés
• Ya vamos mija – respondió su padre – Ojala que todas nuestras hijas fueran como Danna o Emily que casi no nos dan problemas – dijo Carlo suspirando
• Son diferente mijo. Lo importante es cuidarlas y enseñarles el buen camino – respondió ella

Y diciendo eso se encaminaron al comedor, mientras que al otro lado de la ciudad, florecía otro amor, justo en casa de la familia Piedrahita Tabares…

• Uyyy mi amorcito usted esta tan buena, pero tan buena que me la quiero comer a besos – dijo un chico de unos quince años llamado Juan Camilo mientras abrazaba a su novia y le daba muchos besitos apasionados
• Y yo también te amo – dijo Cata
• Mami ¿entonces qué? Nos vamos de rumba la misma gente de siempre. Conozco un lugar muy rico para pasar el rato preciosa – dijo entusiasmado
• Y vos ya le pediste permiso a tus papás – preguntó ella
• No hace falta. Mi padre nunca está en casa y mamá ella no es que pregunta a donde paso los viernes. No se preocupe mi amor – dijo él
• Ahh bueno si vos decís. Yo voy
• Y yo también – apareció Paola, hermana menor de Brian y amiga de Mia
• Mia no viene y vos no vas a ninguna parte con nosotros – dijo su hermano que apareció de pronto
• Pero Brian. Vos me prometiste – lo cogió de la camisa, y tiraba con fuerzas de esta intentando convencerlo para que la llevaran, pero Brian sabía de sobra que esos lugares no eran para ella o Mauricio dos niños inocentes. El ya estaba involucrado en vicios y no quería meter a sus hermanos en ningún lio ya que, a pesar de todo los quiere
• ¡Nanay Cucas!
• Yo quería ir – dijo la mocosa
• Y yo igual. Pero si no va Mia. No me resulta bacano. Me voy a dormir – anuncio Mauricio
• Yo igual. ¡Diviértanse! La próxima vez nos invitan a Mia, a Mauro y a mi – dijo emocionada y se retiro
• Qué bueno que entendieron sin armar berrinches. Ojala Mia hubiera visto este tipo de comportamientos. Uyyy esa niña es tan inmamable a veces – dijo Ariadna que hasta ahora no había abierto la boca
• No pues... hablo mi mamá – dijo Catalina sarcásticamente – Si vos sos peor hermanita – añadió
• ¡Tan chistosa! ¿Fue que tomo caldo de payasito? – respondió de igual forma
• Ya no se peleen – Sugirió Juan Camilo ¿Por qué las viejas siempre discutiendo por pendejadas?,  pensó
• Si muy cierto – habló ahora Brian
• Ya mejor cállense y vámonos que se nos hace tarde – dijeron ambas hermanas al unísono y así salieron los cuatro a un lugar nocturno

Mía Valentina