Amor sin medidas
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 14 de Noviembre del 2017
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Capitulo 3
La despedida
Autora: Egly
Eran más de las diez de la mañana cuando
despertó, la cantidad de luz que se filtraba por la ventana le indicaron que
debería levantarse ya para atender a su hijo, ¡Dios mío!... ahora tenía un hijo, su cabeza no dejo de dar
vueltas al asunto, tratando de organizar el desastre de vida que por
circunstancias de la misma se había complicado, vaya… pensó… qué noche la de ayer, escucho llorar a la criatura hasta altas
horas de la noche, fue un llanto sentido, doloroso, de una persona que acababa
de perder al único ser que conocía en su vida y él se sentía tan impotente,
desarmado completamente para poder consolarlo, para darle la seguridad que le
hacía falta, para que el pobre niño dejara de llorar. El cambio no solo era
para él sino para todos los de su entorno, con más razón también para este
niño.
Después
de acordar todos los detalles necesarios para hacerse con la custodia de su
hijo, de realizar y firmar los papeles legales necesarios, todo estaba listo, a
partir de ese momento Armando era legal y moralmente responsable de Salvador
Luna, un niño de once años, cuya paternidad se le imputaba y cuya madre estaba
a un paso de morir.
Solo
quedaba ir por él, de todo el proceso este era el momento más temido, tanto por
Melissa como por Armando, Melissa sabía
que esa sería la última vez que vería a su hijo, sentía que le arrebataban una
parte de su cuerpo y sin anestesia, el dolor era tan grande que le costaba
mantenerse consciente y en sus cinco sentidos, se consolaba en el hecho de que
lo dejaba en buenas manos. Mientras Armando pensaba en la libertad que estaba
por extinguirse, ¡cuánto amaba su independencia!, su vida de soltero, el entrar
y salir a cualquier lugar sin dar explicaciones a nadie y el ser libre lo cual
en un rato más pasaría a ser parte del pasado.
Cuando
llegaron a la antigua casa de los padres de Melissa, está ya tenía las lágrimas
corriéndole por las mejillas, bajo del auto con la rapidez con la que un
condenado a muerte se dirige hacia su verdugo, Armando la esperaba cerca de la
puerta, la veía tan frágil, tan vulnerable que sintió el inmenso deseo de
borrar toda esa angustia y tener la capacidad de crear un milagro que pudiera
salvarla de esa terrible enfermedad.
Cuando
ingresaron a la casa, Armando distinguió
a un pequeño ser humano que se encontraba en uno de los asientos de la sala
principal, poco a poco fue internándose dentro de la vivienda hasta que estuvo
frente a él, cuando lo vio con claridad por segundos se olvidó de respirar, al
ver a ese niño tuvo la impresión de que viajo a través del tiempo como en
aquellas películas de ciencia ficción y se encontró consigo mismo pero más
joven, al diablo con las pruebas de ADN ese niño era suyo y cualquiera que los
viera juntos lo sabría de inmediato.
Salvador
era un niño de facciones fuertes, no tan alto como lo era él a esa edad, pero
en todo lo demás era idéntico a su padre, tenía el cabello ondulado y negro
intenso, piel clara, su boca era pequeña y sus ojos, o esos ojos eran el sello
distintivo de su parentesco con Armando, grandes y de color miel, si… ese niño
era su hijo.
En
la estancia del lugar se instaló un silencio incomodo entre los tres, nadie
había dicho una sola palabra, solamente se observaban unos y otros, sin embargo,
alguien tenía que lograr que ese momento fluyera, ese papel se lo adjudico
Armando, quien se trasladó hasta estar cerca del chiquillo, le extendió la mano
con la intensión de generar un saludo.
- Hola Salvador, me llamo Armando Moncada, soy, soy tu padre
Salvador
se le quedo mirando a la mano que esperaba que le correspondiera, estaba
intimidado, si ese hombre estaba ahí quería decir que se tendría que ir con él,
con su padre, él ya sabía quién era mucho antes de que su madre le confesara la
identidad del hombre que lo concibió, se ganó una buena tunda por llegar a
hacerse de esa información.
Tenía
alrededor de ocho años, regresaba como todos los días laborables de la escuela
planeando como pasaría el día siguiente ya que por ser sábado estaría en casa
todo el día para estar a sus anchas ya sea para ver televisión, navegar en
internet, o salir a jugar con los chicos del vecindario. Al entrar observo a su
madre llorando sentada en la mesa de la cocina, tenía en las manos un papel, el
imagino que se trataban de cuentas, esas molestias que llegaban cada mes y que
hacían que su madre se preocupara de más, estaba tan absorta en sus ideas que
no escucho cuando él llego…
- ¿Mamá por qué lloras? – Melissa pego un gran salto y de inmediato guardo varios papeles en una cajita de madera, se levantó de la silla y corrió a guardarla en un cajón bajo llave de su buro de cama, de no haber reaccionado de esa manera, él no le habría dado más importancia que a un recibo de luz, pero le intrigo que su mama no le dejara ver y se preocupara tanto, sin embargo no dijo, ni pregunto nada al respecto
- Hola amor, no pasa nada, no te preocupes, quieres comer, como te fue en la escuela – y sin más, se dio la media vuelta y cambio de tema
Al
día siguiente, su mama salió temprano hacia el trabajo, en cuanto se aseguró
que estaba lo suficientemente lejos, busco la llave del buro arriba del ropero
en donde siempre estaban las llaves de todo, lo abrió y saco la cajita, con
mucho cuidado saco los papeles que había dentro de ella, había varias
fotografías, unos sobres y por ultimo un trozo de periódico, el que su madre
observaba el día anterior.
Observo
dicho papel era de la sección de sociales, en el aparecía una pareja joven, la
mujer era muy elegante y el caballero la tenía tomada por la cintura, al pie de
la fotografía decía que se trataba del arquitecto Armando Moncada y de su
pareja la señorita Samantha Ugalde.
En
la cajita también estaban varias fotografías, las analizo una por una, en la
primera se veía a sus abuelos, en otras estaba él más pequeño y la última que
observo vio a su madre abrazada al hombre del periódico, en la parte de atrás
de la fotografía estaba la fecha en la que fue tomada el 15 de enero de 1999,
antes de que el naciera, pero muy cercana a la fecha de su nacimiento, de ahí
supo que él era su padre.
- Pero que estás haciendo – escucho la voz en grito de su madre desde la puerta del dormitorio, inmediatamente dejo todos los papeles sobre la cama y se puso de pie, su madre lo alcanzo y lo tomo del brazo – te pregunte que estabas haciendo – Melissa había olvidado el teléfono celular, se dio cuenta cuando iba a unas cuadras de su casa y como aún tenía tiempo de volver y llegar puntual a su trabajo se regresó, lo necesitaba pues al ser sábado Chava estaría todo el día solo y ella a través de llamadas lo supervisaba, le marcaba a ciertas horas, para cosas triviales como ¿ya comiste?, ¿ya te bañaste?, es hora de hacer la tarea, por lo que necesitaba su celular, pero al llegar se quedó de piedra al ver a su hijo con su cajita de madera, estaba perdida
- Nada, mami no hice nada – dijo asustado, sabía que su madre estaba molesta, ella se dirigió a sus pertenencias y las guardo de nuevo bajo llave con tanta prisa que parecía que le quemaban las manos
- ¿Que viste?, respóndeme – grito con voz temblorosa en un intento de obtener respuestas, ¿cómo pudo haber sido tan tonta?, dejar esas cosas a la mano de su hijo, ahora ¿cómo iba a responder a las preguntas de Chava?; el niño no quería que su madre se enojara con el mas de la cuenta, así que mintió, mintió con descaro
- Solo unas de las fotos, son mías de cuando era pequeño y de mis abuelos, nada más – Melissa sabía que le mentía, pero ninguno de los dos estaba preparado para la verdad, por lo que siguió la corriente
Lo
tomo del brazo y lo arrastro con fuerza hacia su cama, lo acostó sobre sus
rodillas y de un tirón le bajo los pantalones de la piyama que aun tenia puesta
y junto con ella los calzoncillos.
- Mama por favor – rogo asustado – no mama, no vi nada, escúchame no vi nada – Chava gritaba y pataleaba en su desesperación por soltarse de las garras de su madre, le venía una paliza por curioso, no era la primera vez que se le castigaba de esa manera, su madre utilizaba ese método con bastante regularidad para corregir sus malos comportamientos, y esta iba a ser una de esas ocasiones
- Que sea la última vez Salvador, la última vez que esculcas mis cosas sin mi autorización, ¿entendiste? – y le soltó dos nalgadas al centro del trasero con bastante fuerza – plass, plass
- Auuu, haaay, si mamá es la última, lo prometo por favor déjame – a Chava le dolía el estómago ante la espera, la anticipación que sobreviene al conocer de primera mano lo que era recibir un castigo que conlleva palmadas, esperar el dolor, tenía la sensación de que no se sentaría a gusto durante toda la tarde, y Melissa no lo defraudo de dio otras veinte nalgadas en ese momento sin decir absolutamente nada
- Plass, plass, plass, plass, plass plass, plass, plass, plass – la habitación era un concierto de sonidos independientes que se conjugaban en una melodía, por un lado la respiración agitada de la justiciera en plena función de labores, por otro el choque de pieles, la mano se estampaba con fuerza sobre las nalgas de Chava dejándoselas al rojo vivo, y por último, el llanto y las suplicas del ajusticiado
- Auu, haauy, haaay, ya mami por favor ya mami, ya, no más, por favor
- Plass, plass, plass, plass, plass
- Ya mami déjame por favor, ayyy me duele, por favor – después de eso dejo de luchar, se quedó tendido sobre las piernas de su madre boca abajo, esperando que Melissa termina de hacer lo suyo, no tenía más fuerzas para evitar su castigo, además no tenía caso suplicar no lograría nada, recibió las últimas cinco sin decir nada más, solo le quedaba aguantar
- Pplass, plass, plass, plass, plass – por fin todo había terminado, sintió que fue liberado cuando mamá lo puso de pie, tenía la cabeza agachada, por la culpa no podía ver a los ojos a su madre, y ella no hizo intento de contacto visual tampoco estaba libre de culpa, le ayudo a vestirse de nuevo, mientras lo hacía se puso de pie y lo abrazo con fuerza, estaba arrepentida, fueron más los nervios que el enojo lo que la orillo a castigar a su niño, aun temblaba todo su cuerpo, no podía pronunciar palabra, se quedaron abrazados por un rato tratando de tranquilizarse, hasta que se dio cuenta que el Chava había terminado de llora
- Escúchame bien Salvador – dijo abrazándolo todavía – la próxima vez que yo te descubra agarrando lo que no te pertenece sin mi permiso, te daré una paliza igual a esta, pero con el cinturón, estamos de acuerdo – ella no era de promesas sino de advertencias, no quería que le dijese que no lo volvería hacer, sino que supiera que era lo que iba a pasar si volvía a ocurrir una cosa así
- Si mama, no volverá a ocurrir, lo siento mucho
- Ya no tiene importancia – le dijo – ahora ve a bañarte que yo tengo que ir al trabajo, te estaré marcando durante el día sí, pórtate bien – le dio un beso en la frente y espero a que ingresara al baño, busco la cajita de madera y se la llevo con ella al trabajo, ya no era seguro tenerla en casa
Pero
Chava tenía muchas cosas que aclarar todavía, se propuso saber todo lo que se
pudiera del arquitecto Armando Moncada, afortunadamente sabía dónde buscar las
respuestas a las preguntas que tenía, existía una herramienta maravillosa… el
Internet, bendito fuera el internet y el señor que lo invento; en google tecleo
el nombre del individuo que por ser conocedor de su existencia le habían
proporcionado una buena paliza, aparecieron un sinfín de noticias y notas sobre
él, paso todo el sábado investigando, así fue como se enteró que era un
arquitecto prestigiado de Monterrey, una de las ciudades más importantes de
todo México y que pertenecía a una familia de abolengo.
Incluso
conocía a su familia, por Facebook contacto a un hermano menor del arquitecto,
desconocía si existían más, pero Xavier había aceptado su invitación de
amistad, y de esa manera pudo ver fotografías
de fiestas y viajes familiares además observo los comentarios hechos a
estos acontecimientos , Dios sabía que en más de una ocasión, en los momentos
de mayor crisis estuvo tentado a contactar a su padre, pero lo freno el hecho
de que no se hiciera cargo de él desde que nació, pensaba que a lo mejor nunca lo quiso. Hacía
poco tiempo que su mama le explico que su padre jamás se enteró de su
existencia.
Y
ahora tendría que irse a vivir con él, con ese hombre que tenía la mano
estirada para que lo saludara y tendría que dejar a su mama en un hospital,
como odiaba ser pequeño, odiaba el no poder quedarse en casa solito, él no
poder trabajar para ayudar a su mama, estaba imposibilitado a hacer algo que le
permitiera seguir como hasta el día de hoy, y no tener que depender ni vivir
con ese hombre desconocido.
- Chava por favor saluda – reprendió su madre al ver que no tenía intención de mostrarse amable, en realidad él no había querido ser rebelde o faltar al respeto, pero se le fue la onda recordando cómo se había enterado de él. Sin más estiro el brazo y tomo la mano de su padre
- Buenas tardes señor Moncada, yo soy Chava – no menciono nada más, todavía no estaba preparado para reconocerlo como padre
Melissa
se acercó a su hijo y lo abrazo, con fuerza, no quería soltarlo, pero entre más
rápido se fuera con su padre, más rápido podría desmoronarse, ya no podría
aguantar mucho tiempo, se derrumbaría frente a su hijo y este se negaría a
marcharse al verla así, por lo que se obligó a serenarse y hablar lo más
precisa posible.
- Mi amor – le dijo tomando la cara de Chava y elevándola para poder verlo a los ojos – mi niño… tu padre ha aceptado tu tutela; desde el día de hoy vivirás a su lado, él te va a cuidar y va a procurar que no te falte nada mi vida – hizo una pausa larga, dándole tiempo a su hijo de que asimilara la noticia, cuando Melissa se tomó el tiempo para explicarle que su enfermedad había avanzado y que necesitaba hospitalización, le dijo que dado que no podía cuidarlo más, tenía la intención de dejarlo con su padre y si este no aceptaba su tutela, avisarían a los servicios sociales para que le buscaran una casa de acogida, desde ese día había vivido en suspenso, hoy tenia certeza de que sería ¡ese día!
Chava
había comenzado a acumular lágrimas en sus ojos, trataba de no llorar y de
comportarse como un hombre, no quería que su madre se angustiara más por él,
desde en la mañana durante las tres horas de vuelo, en avión que los traslado
desde Houston hasta Monterrey había analizado todas las posibles soluciones a
su situación, pero lamentablemente no tuvo muchas, su madre estaba enferma, no
lo podía cuidar y por más que lo negara él tampoco podía cuidarla como ella lo
necesitaba, la observo detenidamente estando junto a ella… la vio cansada,
agotada, ya no era lo mismo que antes, su madre ya no lo era desde que enfermo,
por lo que tomo la decisión de que aceptaría con dignidad lo que su madre
creyera que era lo mejor para él, era la única manera en que podía ayudarla y
que así fuera. Por lo que asintió levemente, se retiró las manos de su madre de
la cara, las beso y se dirigió a su padre…
- Traeré mis cosas – Armando que hasta el momento estaba en segundo plano, solamente asintió dándole a conocer que escucho lo que dijo y este se trasladó a otra habitación. Admiraba la fortaleza de ese niño, no hizo pataletas, tampoco hubo ruegos ni suplicas, lo vio cuando volvía cargando una pequeña maleta y una mochila escolar, él se acercó y las tomo
- Voy al auto a dejar esto – le dijo con voz firme, señalando las maletas con las manos – los dejo un momento a solas – cuando estés listo te espero afuera – y sin más salió de la casa, se trasladó al maletero del coche y metió en el las pocas pertenencias del chico, en ese momento su teléfono comenzó a sonar, lo saco de su bolsillo para ver en la pantalla quien le hablaba, diablos Samantha, la dejo plantada para ir cine al estreno de una película de la cual tenía meses conversando, bueno no tenía importancia, probablemente mañana al enterarse que tenía un bebe de once años, ya no tendría novia, dejo que entrara al buzón
Adentro
de la casa no había quien pensara en el cine, Chava no pudo contener más las
lágrimas, lloraba abrazado a su madre mientras asentía a todas las peticiones
que ella le hacía.
- Prométeme que te vas a portar bien, que vas a hacer buen niño, que te vas a permitir querer a Armando como tu padre y por favor prométeme solo una cosa más – hizo una pausa, tratando de que su hijo le prestara atención – prométeme con el corazón que vas a ser muy feliz, que no vas a dejar que nada te robe tu derecho de vida a ser feliz, prométemelo por favor hijo, haz feliz a tu madre con esa promesa
- Te lo prometo mamá, pero tú también prométeme algo
- Dime amor, lo que tú quieras
- Prométeme que te vas a cuidar, y que vas a hacer todo lo posible por vivir y vencer al cáncer – y diciendo esto no pudo más, se abrazó a ella y lloro hasta que se quedó sin lágrimas
Habían
pasado cerca de veinte minutos desde que Armando salió de la casa para que se
pudieran despedir, cuando no tuvieron nada más que decir, Melissa guio los pasos
del muchacho apoyando sus manos en los hombros y lo llevo hacia la puerta.
- Es hora de partir amor – con un último beso en la frente lo dejo partir hacia el auto donde Armando lo esperaba, este lo ayudo a subir y se dirigió hacia Melissa que se encontraba a pocos metros, la abrazo susurrándole al oído
- No te preocupes, lo voy a cuidar, va a estar bien, recuerda tienes que ponerte en contacto en cuanto estés en el asilo, por favor, no me dejes con la angustia de no saber de ti –Melissa asintió y lo alejo de si para que se fuera
Desde
el auto tanto Armando como Chava le dieron un último adiós con un gesto de
mano, el cual Melissa contesto, esa sería la última vez que la verían con vida.
He llorado muchisimo, me ha dolido bastante la despedida, ha sido duro, casi cruel, esperemos que su padre esta a la altura de las circunstancias.
ResponderEliminarMarambra
Que fuerte que esta esto!! . Hay tres cosas que la estan conviertiendo en tan pocos capis en una de mis historias faboritas. La intensidad de la trama, lo bien escrita que está y la puntualidad en las entregas.
ResponderEliminarRealmente una muy buena historia!!
Un gusto que te hayas animado a escribir
Es muy triste o yo estoy muy sensible! Quiero los próximos capítulos sólo para saber que este niño va a volver a ser feliz. Escribes muy bien pero me haces llorar, lo que imagino te hará sentir muy bien como escritora, pero no es justo!!! Jeje escribes muy bien voy a seguir tu historia
ResponderEliminarEsta despedida fue muy dura, pobre Salvador es tan pequeño como para cargar con un dolor tan grande pero se comporto como todo un hombre frente a su cruel destino, espero que Armando también se comporte como uno y no intente imponerse al peque por la fuerza.
ResponderEliminarErina
Me debes una caja de pañuelos desechables
ResponderEliminarGinebra
QUÉ TRISTEEEE!!!!! espero que Chava por fin pueda volver a ser el niño que es, sin preocuparse tanto por la vida. Quiero que Armando y Chava se amen incondicionalmente y que Chava haga muuucchasss travesuras!!!!
ResponderEliminarGrace
Waoooo que despedida que me destrozó el alma ...
ResponderEliminarDe verdad quisiera que la mamá encontrara cura para su enfermedad!!
Es cruel para el niño que con 11 años todo lo que tiene que enfrentar y pues espero que él papá lo cuide bien y lo comprenda!!
Y que bien encontrar actualizaciones seguidas jajaja
Estoy leyendo y no de porque siento que eres de las mías de las que tienen ese toque dramático pero la diferencia que tú si actualizad porfavor sigue así está historia me atrapó completa
ResponderEliminarMuy lindo capitulo.
ResponderEliminarMAry