¡Odio amarte tanto!
一一一一一一一一一一一一一一一
Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.
Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 1 de Junio del 2020.
一一一一一一一一一一一一一一一
Capítulo 1
Capítulo 1
Tan
solo dame una oportunidad.
Autora:
Nicole
N/A: Amo está pareja, no recordaba cómo eran los personajes, pero viendo un
par de capis de la serie que más bien parecía una novela animada con harto
melodrama XD, pero bueno eso no importa,
acá tengo esta historia alternativa, pero alteré algunas cosas como por ejemplo
que los chicos están en sus quince primaveras, bueno Eliza 16 porque sí no me
equivoco ella era mayor que Neil.
Desde hace un tiempo no puedo
dejar de shipearlos, para mí, sí Candy no quedaba con Terry, debió de darle una
oportunidad a Neil, él sí tuvo los
huevos para declararle su amor, de hecho fue el único de todos sus
pretendientes que lo hizo de frente; el otro día buscando por youtube encontré
como se lo dijo en un poema, me enamore más cuando casi al final le dice: Te
amo tanto y tan de verás que por ti sería el príncipe azul que siempre has
esperado. Más lindo ❤ Cierto, fue villano, odioso,
vil, pedante y todo lo que ustedes quieran, pero luego maduro y pues yo Candy
si lo perdonaba, ya que gracias a ella cambió y conoció el amor. Neil x Candy tienen mucha química; como
perros y gatos, media retorcida la pareja, amor apache para variar, me apetece
hacer tantas historias con ellos como pareja principal, pero por el momento les
muestro esta que será corta como todo lo que escribo super corto lol. Por cierto, amo a los personajes antagónicos,
no sé si se nota que escojo casi siempre a
los más malvados para escribir de ellos, siiiii chicos malos, sin ellos
no hay party XD. El título no es muy original, pero no encontré otro que los
describiera a la pareja sobre todo a Neil que es complicadito el personaje
jejeje. Sin más disfruten de la lectura.
Neil Leagan caminaba
alrededor de su habitación muy desesperado, sin saber ya que más tenía que
hacer o decir para conquistarla; lo había intentado ya tantas veces, algunas de
buena gana y otras a la fuerza, por momentos le hablaba con desprecio y al rato
la halagaba, luchando con la
ambivalencia de sus sentimientos
casi al borde de la demencia. Llevaba, ya un tiempo en lo mismo, nunca
imaginó que la chica que había odiado tanto desde el primer momento que la
conoció, lo trajera de ese modo, porque
aunque se empeñara en olvidarla o en querer volver a odiarla como al principio,
todo era en vano, ella, aquella dama de establo como solían llamarla él, su
señora madre y su hermana, se había metido en lo más profundo de su corazón.
¡¿Cómo pudo ser
eso posible?!, era como sí lo
hubiera hechizado, reflexionaba él, quien antes solo buscaba hacerle la vida
imposible, ya fuera por manipulación de la odiosa y malvada Eliza o bien por
cuenta propia, incluso cuando empezó a enamorarse, era su forma de acercarse a ella importunándola
allá dónde iba. Candy por su parte cada vez estaba más perturbada por la
psicosis que mostraba ese chico cada que tenía oportunidad.
Sin embargo y a pesar de sus incoherencias no daba su brazo a torcer, él amaba todo de
sobre esa chica, desde su belleza,
personalidad encantadora, inocente y pura hasta su fortaleza tanto
física como en carácter, vaya mujer tan admirable, supo sobreponerse a pesar de
todas las maldades que hizo contra ella.
Candy White Andrew nunca se dejó amedrantar, siempre le daba batalla y terminaba
ganándole, aparte de defenderse también era la niña más dulce que en su vida
había conocido, aquella combinación lo enloqueció por completo, sin embargo su
inmadurez no le permitió ganarse su corazón desde el inicio, y ahora se recriminaba
todos los días lo mismo. ¡¿Cómo rayos pudo comportarse como un imbécil ante una
señorita tan bondadosa, tierna y hermosa como ella?! Tal vez hubiera tenido el
privilegio de convertirse en su amigo desde los doce años, así fuera a
escondidas porque estaba claro que su madre no iba a aceptar jamás que se
relacionara con una chica como esa, la detestaba con toda su alama. Para la
señora Leagan Candy era poca cosa para ellos, no estaba a la altura de su hijo,
eso aseguró más tarde cuando se dio cuenta de los sentimientos de Neil hacia la
alegre rubia.
El joven Leagan de ahora quince años pensaba en
todas las situaciones desagradables y humillantes que tuvo que aguantar la
pobre Candy por culpa suya, de su envidiosa hermana e incluso su madre.
Remordimientos de conciencia atacaron su mente, definitivamente hasta que Candy
no lo perdonara, no iba a poder vivir tranquilo, tenía que intentar un nuevo
plan para conseguir otro encuentro con ella, tan solo que la rubia le diera una
oportunidad, era todo lo que el moreno de ojos color miel pedía a gritos
implorando al Señor de los cielos, estaba dispuesto a pagar el precio, lo que
implicaba no solo emendar sus errores pasados, si no otros aspectos de su vida
personal.
Candy ha sido su primer y único amor desde que fue
consciente que era el amor y todo gracias a la propia Candy porque antes nadie
le había enseñado el significado de esa palabra. Neil había agotado todos sus
recursos, mandarle cartas expresándole sus sentimientos de diferentes
maneras; tratando de no sonar tan brusco
como en las primeras ocasiones, le compró
flores de todos los colores, perfumes, joyas, vestidos, pero sin éxito,
ya que siempre se los devolvía
acompañado de una nota de desprecio en cada obsequio, que ponía mensajes
tales como: No quiero saber nada de ti, no insistas, no me busques, no creo en
tus mentiras, sigues siendo el mismo egoísta que conocí la primera vez, etc.
El chico leía cada una de ellas con profunda
tristeza en su corazón, pero no podía culparla. Candy tenía todo el derecho de
sentir todo eso por él, sí fue él, el causante de hacerla sufrir desde el
primer día que la conoció; no se cansó de humillarla y hacerle pasar malos
ratos, volvía a reconocer que fue un estúpido en su proceder, pero ahora solo
le pedía una oportunidad, tan solo una para demostrar lo mucho que la amaba, no
era un simple capricho como toda su familia pensaba.
La señora Leagan y la tía abuela unos meses atrás, a
pesar de no agradarles la jovencita,
programaron una boda solo por conveniencia, pero Albert el protector de
la muchacha se dio cuenta de sus intenciones y canceló todo. Nadie tocó más el
tema, lo último que Sarah le dijo a su hijo fue, que se olvidara de Candy y que
tuviera más dignidad. Eliza la apoyó, la sola idea que Candy se convirtiera en
su cuñada, ya no le agradaba, pero por el momento no tenía que preocuparse;
cada vez le era más difícil a su hermanito conseguir algo con Candy, ni
siquiera era invitado a la zona de amistad como el resto de bobos que caían en
sus encantos, se reía para sí de forma maquiavélica. Por otra parte, ella
estaba feliz con su nuevo novio o al menos eso era lo que le hacía ver a la
gente. En cuanto a Neil, él no se rendiría tan fácilmente, aún con todas las
advertencias de su señora madre, el despreció de Candy, para él, las palabras
se las había llevado el viento, estaba
dispuesto a todo por Candy, iba hacer que lo amara tanto como él la amaba a
ella.
Neil se estaba terminando de arreglar, se vistió lo
más guapo que pudo, bueno tampoco necesitaba mucho, con cualquier ropa que se
pusiera se veía muy bien y él lo sabía, pero quería en el fondo impresionar a
Candy, se colocó el mejor de sus perfumes y aprovechó que su madre había salido, no era que no pudiera hacerlo en su
presencia, pero sabía cómo era y no tenía tiempo para aguantarse sus
imposiciones, y él ya estaba grandecito como para que le dijeran que hacer o
no, así que bajó las escaleras precipitado y cuándo
alcanzó la sala se topó con algo que no le gustó para nada, el bastardo ese que
no sabe a qué hora llego, prácticamente encima de su hermana, besándola de
manera muy atrevida, apretó los puños con la escenita, le entraron ganas de
molerlo a golpes y agarrarla a ella por los pelos, de pronto paso por su
mente darle también una sacudida por no darse a respetar, vamos eran solo
celos de hermano; muy difíciles de
esconder, después de todo, odiosa y demás sinónimos, era su hermanita. Se
controló no quería armar un espectáculo, luego pasó frente a ellos; medio aclaró
su garganta para que notaran su presencia, los chicos rojo escarlata se
acomodaron, él no dijo nada, no podía perder el tiempo cuidando a Eliza, ya se
entendería con papá o mamá cuando llegaran, se dijo internamente mientras
alcanzaba la puerta y partía al hogar de Pony que era dónde estaba Candy. Cogió
uno de los automóviles que habían el garaje y partió a su destino.
Llegó al hogar de Pony con la sola idea de conseguir
ver a Candy y decirle aunque fueran un par de palabras. Tocó varias veces la
puerta de aquella vieja casa, pero nadie respondía, pasaron veinte minutos que
para Neil fueron como cinco horas, no era la persona más paciente, pero por su
rubia de ojos verdes, lo que tenga que hacer. Y la puerta fue abierta.
- Buenas tardes hermana María, vine a ver a Candy – dijo
el moreno mostrando una sonrisa encantadora.
- Muchacho, ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas? Ven entra – lo jaló hacía dentro y lo hizo sentar – espera un
momento, ya te la llamo – añadió mientras entraba al cuarto de la
rubia.
- Candy, Neil vino a visitarte – informó ella parada en el marco de la puerta.
- ¡¿Neil?! ¡¿Qué demonios hace ese aquí?! – respondió la chica molesta, dejando a la hermana
María boquiabierta, jamás la había escuchado hablar de esa manera.
- ¡Candy! – Exclamó
luego sin salir de su asombro.
- ¡No lo quiero ver, hermana María, dígale que se vaya! – contestó sin levantarse de la cama.
Y a la hermana no le quedó otra que inventarse una mentira piadosa.
- Candy no se siente bien, lo siento Neil, creo que lo mejor es
que te marches – respondió la
monja ahora en la salita.
- ¿Me está corriendo? – cuestionó
indignado – Ya veo, así es como tratan ustedes a
las personas que los vienen a visitar, me lo esperaba de cualquiera, pero menos
de quienes profesan el… – Y
la hermana se avergonzó con ese comentario, empezando a tartamudear.
- No… es… es eso… es solo que…
- Tranquila hermana, yo me retiro, pero me voy dolido – mencionó dramático mientras se paraba del asiento y
se daba la vuelta para irse, pero fue detenido.
- Está bien, puedes quedarte, hay un cuarto disponible al lado del
de Candy – dijo en voz baja
para que la rubia no escuchara, el chico sonrió pícaramente porque se había
salido con la suya.
- Muchas gracias – mencionó
él siguiendo a la hermana María.
- Nada de molestar a Candy ¿Entendido? – advirtió la monja y joven asintió poniendo cara de
santito, pero en el momento que la hermana María le dio la espalda una sonrisa
maliciosa se dibujó en su rostro.
Una hora más tarde…
- AUX… – Auxilio era lo que iba a gritar la señorita rubia,
pero Neil le había tapado la boca.
- Relájate Candy, vengo en son de paz – habló el moreno, soltándola – Tenemos que hablar.
- Yo no tengo nada que hablar contigo y hazme el favor de salir de
mi cuarto – gritó la muchacha
despertando a algunos niños y a la señorita Pony que corrió a ver qué pasaba.
- Candy no grites, Candy yo te amo, no puedo de dejar de pensar en
ti, Candy tan solo dame una oportunidad… – prácticamente
le suplicó
En su vida se había rebajado tanto e impulsivo como siempre por segunda vez la tomó con fuerza por los hombros y se apropió de esos suaves labios, podría amanecer pegado a su boca, fue lo que pasó por su mente en esos instantes cuando un grito lo hizo brincar del susto.
- ¡Dios mío santo! – Exclamó
la señorita Pony con las manos en la cabeza, a Neil se le había olvidado
asegurar la puerta – ¡¿Pero qué significa esto
Candy White Andrew?! ¡¿Cómo te atreves a meter a un chico a tu recámara?! – interrogó
con el ceño fruncido, a su lado estaban todos los niños y la hermana María muy
sorprendidos.
- Señorita Pony, hermana María puedo explicarlo, este abusivo ha
entrado en mi cuarto y me ha tomado desprevenida – decía intranquila la muchacha ante la mirada de
nerviosismo de Neil, y la de todavía perplejidad del resto. Candy le soltó una
buena cachetada a Neil.
- ¡Violenta! – dijo
sobándose la cara, aquello sí, que fue dado con ganas y añadió – Pero así me gustan para dominarlas.
- ¡Qué barbaridad! ¡Qué falta de respeto por la virgen! – – exclamaban
alarmadas ambas mujeres – ¡Neil fuera de aquí!
- Esto no tiene nombre, traicionaste mi confianza – añadió
la hermana María enojadísima.
- Como quieran, me marchó,
pero Candy, tú y yo tenemos pendiente una conversación – anunció alcanzando la ventana saltó hacia el pasto
Luego corrió hasta su auto y de ahí partió a su casa, dejando a una Candy furiosa igual que las dos mujeres adultas.
Una hora y media más tarde…
- ¿Dónde estabas metido Neil? ¿Por qué llegas a estas horas? – cuestionó seria Sarah, su madre al pillarlo entrando
a la casa. Se había salido sin avisar, esto ya era el colmo, actuando de manera
arbitraria y sabía por quién lo hacía. Pero le iba a exigir las debidas
explicaciones.
- Tenía un asunto pendiente que atender – respondió él áspero, no daría más detalles, pero
antes que avanzara hacia su cuarto otra pregunta lo detuvo.
- ¿Ese asunto no tendrá que ver con Candy? Te he dicho hasta el cansancio que te olvides de ella, no seas tan necio.
- ¡No! y sí así lo fuera no es tu problema – contestó otra vez de forma agresiva, enojando a su
madre más de lo que ya estaba.
- No me hables en ese tono jovencito y respóndeme ¿Dónde carajos
estabas metido? ¿Quién te dio autorización para salir? ¡No vas a hacer lo que
se te da la gana! ¿Qué diablos te está pasando? Esa Candy te tiene completamente
desquiciado – siguió retándolo
un rato más hasta que él muchacho se cansó y la dejo con la palabra en la boca – ¡Neil
Leagan, vuelve aquí inmediatamente, que no he terminado de hablar contigo! Voy
a conversar seriamente con tu padre cuando regrese, ¡Estas imposible! – fue
lo último que le gritó, pero el adolescente hizo oídos sordos y al llegar a su
habitación tiró bruscamente la puerta.
Neil iracundo pateaba y tiraba todo lo que tenía a su paso desde las cerámicas que recientemente fueron colocadas como adorno, los almohadones junto con las sábanas que había sacado del colchón, luego sus zapatos y ropa de salir también las aventó al suelo, poniéndose a saltar con rabia encima de la misma ensuciando todo, la lámpara de noche también la pagó porque el niño la desbarato y la lanzó por la ventana, al final el cuarto quedó hecho un desastre.
- Maldita sea, esto que estoy pasando es un castigo del cual no tengo manera de salir, desearía otro tipo de condena porque siento que me voy a morir – empezó a carcajearse – No dejo de pronunciar su nombre, desde que amanece hasta que anochece tengo a Candy en mis pensamientos, quisiera odiarte Candy, pero mi corazón no me lo permite, ¡¿Qué diablos me hiciste?! – ahora cerraba sus puños enojado – Te odio tanto porque gracias a ti soy mejor persona, gracias a ti aprendí a apreciar las cosas sencillas de la vida, te odio tanto como nunca llegue a odiar a alguien – pateaba lo que había en el suelo frente a él – Tal vez fue parte de tu plan el enamorarme con tus encantos, sí, lo sabía es parte de tu venganza; más claro agua, quieres cobrarte cada fechoría que cometí en tu contra, quieres verme sufrir para tu satisfacción, ¡Demonios ya no puedo más! – sacudió su cabeza y continuó – Yo no soy malo, no lo soy, yo solo quiero que me ames tanto como yo te amo porque yo te amo Candy, no sabes cuánto – Las lágrimas caían incontrolables – Eres un ángel caído del cielo, tu corazón es bueno, eres tan dulce que cada vez que pienso en esa verdad, te odio sin control, pero te amo Candy
Waoo como te lo dije por privado no soy tan fan del anime porque no tengo tiempo de estar sentada viendo TV...
ResponderEliminarPero así como eres no necesito ver la serie para conocer a los personajes porque los describes también y lo que siempre me encanta es que le metes muchos diálogos!!
Pobre chico si lo tiene por la calle de la amargura esa Candi!!
Jajajaja hay Estrella pues es que el chico es bastante peculiar, ya luego sabras más de él. A mi me encanta los dialogos, pero en esta historia sí haré un poco de narración jajaja. Y bueno me encanta conservar las personalidades de los personajes, para mi eso es fundamental. Sí les hago Ooc (cambio en algun aspecto de su personalidad, lo describiré) jajaja gracias por leer, me encanta que te guste lo que escribo.
EliminarSolo a ti se te ocurre que Neil se enamore de Candy, pero pensandolo bien, tanta animosidad no puede ser solo fruto del veneno de su hermana jjajajja
ResponderEliminarYa estoy deseando leer el resto de esto
Pues dejame decirte que Neil sí se enamoro de Candy, a su manera, pero lo hizo jajajaja, pero está bien loquito el pobre, te juró que la primera vez que vi la serie me caía mal por majadero ese niño siempre haciendole maldades a Candy, pero cuando al final se enamora de ella, me da cosita tan lindo todo tragado por ella aunque se pasaba de acosador, nunca pensé que eso pasaría, pero eso se refleja en el manga y el anime, y a mi se me hace un villano bien sexy aunque pervert jajajaja también pienso que culpa que fuera así era de la mamá que lo tenía más consentido, yo con ganas que le dieran un castigo de esos que leemos acá, pero lástima que nunca paso😠! Pero estaba para que en cada capi que salía se las dieran.
EliminarA nunca has escuchado ese dicho que el que siempre te molesta y odia, es porque está enamorado de ti, entre el odio y el amor solo hay un paso. Ya te envié el capi 2 y trabajo en el 3, solo espero que Neil no se me salga de control, y lo vaya a hacer muy endemoniado, ya sé es más malo que caín y eso le encantá a mi mente perversa ñacañaca.
Yo también muero por saber cómo sigue esto. Está complicado que Candy lo perdone jeje. Pero es mi villano favorito. Para mi siempre gustó d Candy, pero estaba en negación igual quiero leer a Neil así como es él perverso. Por lo menos a mi me gusta así.
ResponderEliminarNeil no es malo, es el mismo lucifer igual que su hermana Eliza ambos unos hijos del demonio. Y eso que no tenian poderes como Freezer. No quiero ni pensar sí los tuvieran. Jajaja.
ResponderEliminar