¡Odio amarte tanto!
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 23 de Junio del 2020.
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Capítulo 4
Capítulo 4
Muero
en el alcohol
Autora:
Nicole
- Si estuviera en tus ojos o dentro de tu piel, miraría tantas
cosas, que aquí no puedo ver, así pasan los días y todo sigue igual, yo sigo
viendo la vida del lado que tú no estás – Decía el moreno mientras tomaba licor.
Y una copa alcanzaba otra, esa noche, sí, era muy
tarde ya, el cielo se había oscurecido; las horas pasaban tan rápido y él
todavía sin saber qué hacer con su vida, no tenía ganas de nada, sin la pecosa
nada tenía sentido, lo único que lo tranquilizaba aunque fuera un poco, era la
bebida, así que iba a descargar todas sus penas con la botella de vodka que
tenía consigo; una vez más se había salido de sus cabales. Admitió con esfuerzo
que se volvió a equivocar. Debió pensar bien antes de hablar y actuar, su
maldita boca y su comportamiento siempre arruinaban todo lo que iniciaba con
buena intención, pero ¡¿cómo evitarlo?!
Sí cada vez que tenía, a esa chica frente a su vista, se descontrolaba
por completo, endemoniada obsesión, que lo tenía poseído. Sí, su rubia
obsesión; en eso también se había convertido esa muchacha para él; quien
actuaba como depredador detrás de su presa, muchos dirían que aquello no era
amor, pero para Neil era su manera de amar. Deseaba cada parte de su cuerpo con
lascivia, se imaginaba protagonizando las escenas más sucias junto a ella; le
provocaban tantas ganas de insultarla hasta decirle de que se iba a morir
mientras la hacía gritar de placer pero
a la vez, quería abrazarla y protegerla como la
tierna y pura niña que parecía ser, anhelaba que siempre descansara en
sus brazos. La quería como hija de lucifer; agresiva, pero también como una
santita con aureola; sumisa, la deseaba de todas las formas habidas y por
haber, a toda hora, pero la quería solo para él, para ningún otro, no soportaba
escucharla pronunciar el nombre de Anthony, quería arrebatarle las fotos que
todavía conservaba de aquel que una vez cultivo rosas en su nombre ¿Por qué
mierda, tenía que seguir amando a ese muerto? ¿De qué le valía eso?, sí los
muertos no regresaban ¡Estúpida Candy, aferrada a un ser inexistente! Cuánto
había intentado hacerla entrar en razón, pero la mujer era más terca que una
mula, sin soltar el pasado; quería además borrar de su cerebro los pensamientos
acerca de ese pésimo actor, bueno para nada; como él solía referirse a
Terrence, y deshacerse de su otro rival; el tal Albert; bisabuelo Williams o
cómo demonios se llamará, lo sacaría del mapa, sería su primera víctima, lo
exterminaría como cucaracha y no le iba a importar que fueran hasta familia; no
tendría piedad, sí Candy no era para él, no lo sería para ningún otro,
decretaba en voz alta; sus pensamientos volvieron a atacarlo, empezando a
temblar por la reciente ira que estaba experimentando en lo que sostenía su
vaso de cristal ya casi al termino del mismo, su confusión mental no
desaparecía ni siquiera su vicio podía ser el remedio en esos instantes.
- ¡¿Cómo demonios puedo pensar que Candy me perdonara actuando de
esa manera?! – ahora se preguntó
enojándose con el mismo, arrojando su vaso a la pared, algunos del personal del
servicio escucharon el ruido, pero sabían ya de que y quien se trataba el
asunto en cuestión por lo que decidieron no meterse, lo que menos querían era
tener un enfrentamiento con el jovencito irascible; eso al día siguiente, solo
podía significar el despido de cualquiera que se atreviera a decirle una sola
sílaba – Tengo que olvidarte Candy, ya no puedo
más, acabaré perdiendo la razón y todo por tu culpa Candy ¡¿Por qué tuve que
enamorarme de ti sucia huérfana?! ¡¿Por qué?! No es justo ¿Qué me hiciste
maldita mujer? ¿Por qué mierda no te puedo sacar de mi cabeza? ¡Quiero ser
feliz, vivir como antes, antes de haberte conocido! Te odio, te amo, te odio,
te amo, te odio, te amo, te odio, te amo ¡Demonios, como odio amarte! – Y
las contradicciones de sus sentimientos no se hicieron esperar – Sí estuviera en tus ojos encontraría la razón… porque
lo llevo clavado muñecota linda dentro mi corazón, no, no, no, digas que no, sí
estoy sin tu amor muero en alcohol y está soledad, hoy la siento más, cuando tú
no estás…
Neil seguía tomando sin conseguir saciarse, ni
calmarse en lo absoluto con sus ojos llenos de agua, parpadeó varias veces, con la intención de no
dejar escapar ni una sola lágrima; no iba a llorar, no de nuevo. ¡Hasta cuando
con lo mismo! Se regañaba internamente ¿Cuántas veces se había quebrado por
ella? Volvía a cuestionarse intentando pensar en otras cosas; tal vez en los
momentos en los que acusó a Candy de ladrona, las bromas de mal gusto que le
gastó, las constantes vejaciones que le hizo pasar, y el sin fin de trampas que
le puso con el fin de culparla de sus propias fechorías en contra de otra
gente, ya fueran estos familiares o desconocidos, quería volverse a reír
recordando como la inocente muchachita cayó en cada una de ellas, pero todas
esas recientes imágenes resultaron en vano pues no pudo contener más el llanto;
las lágrimas le recorrían por toda la cara y sus pensamientos lo volvían a
hacer perder el juicio, tal vez Candy tenía razón, su cabeza se estaba
enfermando; sería bueno que consultara a un profesional, reflexionó en medio de
su estado de ebriedad, pero luego negó con la cabeza; solo al considerar esa
posibilidad. ¿Para qué diablos le iba a hacer caso a esa idiota de Candy? Él
estaba perfectamente, no necesitaba de un estúpido médico que le dijera lo
contrario, se molestó ante la sola idea en lo que caminaba tambaleándose de un
lado a otro con los primeros botones de su camisa abiertos, la corbata colgando
del cuello de la camisa y despeinado, fue por un mechero para encender uno de
los cigarros del paquete que se había detenido a comprar en un establecimiento
antes de llegar a su casa y mientras Neil se fumaba su primer blanco, Candy
estaba en su habitación también experimentando diferentes estados de ánimo que
iban desde la rabia, decepción hasta el deseo. Sí, no pudo evitar ruborizarse
por completo al recordar la manera como el moreno la tocaba, jamás se había
sentido tan excitada, casi al borde de perder la cordura, se odio por eso;
sacudiendo su cabeza, a ella sus madres no la educaron de esa forma. Estaba mal
por pensar que algo así podía gustarle, ese chico era un sucio pervertido, un
completo desequilibrado además le daba asco que la besara; sacaba la lengua en
lo que seguía llamándolo por medio de distintos calificativos que prácticamente
tenían relación y describían rasgos de la personalidad del chico; ese
mentiroso, maleducado, patán, reptil, despreciable bastardo, odioso.
Definitivamente lo detestaba con todas sus fuerzas. ¡¿Cómo pudo atreverse a
faltarle el respeto de esa manera?! Se las iba a pagar la próxima vez, lo iba a
dejar de hospital, decía la rubia decidida y luego analizaba detenidamente lo
que acababa de decir, ¡¿Acaso después de todo el show que le montó, iniciando
desde el restaurante hasta la vía pública, su actitud posesiva; porque el muy
imbécil se creía su dueño y encima intentar tocarla a fuerzas, aún con todo
eso, lo volvería a ver?! Tenía que estar
loca, pero no podía hacerse la tonta con ella misma. No sabe, ni como, ni
cuando, ni por qué, de un momento a otro se sentía así, pero sí que tenía ganas
de verlo y estaba claro que lo haría en cualquier oportunidad que tuviera, solo
que está vez sería la primera y última vez que lo haría y solo sería para
ponerlo en su sitio o al menos era lo que de todas maneras la Candy quería
meterse en su mentecita que al final la llegaría a traicionar. De cualquier
manera tendría otro encuentro con ese mocoso grosero que parecía que se había
criado en el establo con los caballos bueno no estaba alejada de la realidad,
por lo menos la señora Leagan siempre tenía cara de caballo mientras pensaba en
esa verdad se reía a carcajada limpia y de pronto:
- ¿Qué te está pasando ahora Candy? ¿Por qué tienes tantas ganas
de ver a ese imbécil? – volvió a
cuestionar sus sentimientos levantándose de su cama, mientras abría la ventana
y salía por allí hacia patio a tomar un poco de aire fresco, necesitaba ordenar
sus pensamientos – Neil no sabes cuánto te odio,
solo espera que nos encontremos de nuevo, te vas a arrepentir, está vez
llegaste demasiado lejos, no te perdonaré.
Decía la rubia pecosa sentada en una rama del padre
árbol mientras en la residencia de los Leagan el ambiente se ponía cada vez más
tenso y no por los cambiantes estados de ánimos del heredero de esa familia.
No, la razón era que Sarah acababa de llegar en medio de la lluvia, ya que hace
una hora aproximadamente había empezado a llover, y aunque finalmente pudo
arreglar su automóvil, no encontró a su querido y consentido hijito por ningún
lado; había recorrido media ciudad, se cansó de perder el tiempo y regresó a
casa, abrió la puerta principal de la
misma y sin siquiera cambiarse de ropa se dirigió al mini bar dónde se
encontraba su hijo todavía, solo que esta vez sentado el suelo. Ella sin
más comenzó a reclamarle:
- ¿Quién diablos te has creído para pasar por encima de mi
autoridad? ¡Te di una orden y la incumpliste por ir tras esa harapienta! – Gritó ella cogiéndolo de la manga de la camisa
intentando levantarlo, pero era Inútil, ese chico estaba recio y pesado para
sus quince años.
- ¡Suéltame! ¡Déjame tranquilo! – con la poca cordura que le quedaba pronunció algunas
frases y se jaló con fuerza, manteniendo la vista clavada en el suelo.
- Que te levantes, te digo, y no te lo estoy pidiendo, es una
orden ¡¿Por qué nunca me haces caso?! – insistió
ella, ya desesperada, pero Neil parecía que no la escuchaba, no quería hacerlo
o no tenía ganas, así que se acostó en el piso dándole la espalda.
- ¡Neil, no me hagas perder la poca paciencia que tengo! ¡Ponte de
pie inmediatamente! – lo empezó a
sacudir, pero nada, el chico solo roncaba.
- Señora es inútil, no se puede hacer mucho cuando alguien está en
ese estado – intervino Steward
que hasta el momento se había ocultado detrás de la escalera, no le gustaba
meter las narices en asuntos familiares, pero al ver a la señora Leagan sin
saber ya que hacer, pues quiso intentar ayudar.
- Ya lo sé, este muchacho es un completo desastre. Hablaré con mi
marido sobre esto, yo ya no sé qué hacer con él, mejor no pude haberlos criado,
pero Neil es la oveja negra de esta familia – se quejó la señora, y se le olvidó que la
responsable del comportamiento de
su niño era ella, porque le permitió hacer lo que se le viniera en gana desde
pequeño, nunca le llamó la atención o lo corrigió cuando el niño lo necesito,
solo cedía ante sus arranques, mentiras, entre otras malas acciones que usaba
Neil para salirse con la suya.
Lo mismo hizo con Eliza; a la cual tampoco puso un
alto, por eso ambos eran dos niños caprichosos y mimados acostumbrados actuar
de forma irresponsable e intransigente,
pero claro ella eso, jamás lo aceptaría, y ahora el adolescente se le
había salido de control, no solo por su enamoramiento con la dama de establo,
sino por la desobediencia, rebeldía, malos modos, vicios, sed de venganza y
otros aspectos de su caótica personalidad que Sarah pensó que Neil nunca
sacaría a relucir, ¡¿pero que esperaba ella?!, sí la mayor parte de su temperamento,
lo heredo de su persona.
- Si quiere yo me encargó del muchacho, sí usted me lo permite – se ofreció amablemente.
- Haga lo que crea conveniente – dijo ella retirándose a su habitación en lo que el
sirviente cargaba a Neil en su espalda hasta su cuarto.
N/A: Hola chicas este capi fue de más corta duración, es que
me dio flojera como dice Estrella seguirle lol. Ah lo olvidaba, ya sé que llevo
mucho drama y solo van cuatro capis, aparte no es mi estilo:-P pero este anime siempre fue así y está pareja
pinta diferentes ángulos entre ellos la drama y ellos Neil y Candy también son
tóxicos, pero igual se aman a su manera, tampoco se puede escribir rositas
desde el principio porque Neil no es Anthony jejeje, pero les prometo buenos
momentos y algo de humor que me caracteriza en casi todos mis relatos, más
adelante. Sobre spanking estoy viendo cómo hacer para que no se vea forzado,
pensé hacerlo aquí, pero luego dije: Sarah a su niño no le pegaría borracho
aparte que Neil no iba a sentir nada en ese estado y la idea es que cuando lo
corrijan lo hagan bien, que sepa que luego le va costar sentarse jajajaja. La
señora Leagan siempre consintió mucho a su niño por eso tiene mucha
responsabilidad en el actuar de Neil; él o la que vio la serie sabe lo que
hablo. Y si preguntan por la correa, se le quedó a Sarah en el auto XD. Sin más
espero sus comentarios acepto sus sugerencias y recomendaciones, un besote y
nos leemos pronto.
Neil no es Anthony jaja cierto no se parecen en nada, bueno solo el corte de cabello, igual ni quiero que se parezca al rubio, me encanta como es él con su personalidad aunque hay muchas haters del personaje, pero por acá no han aparecido. Y pobre niño sigue sufriendo porla Candy, quiero leer cuando lo perdonen, hasta el momento solo ha estado rabiando y llorando y ahora alcóholico. Me gustó mucho. Fuerte como siempre, pero me gustó. Has revuelto mis tripitas con tanta intendidad.
ResponderEliminarAmiga qué pasó con los diálogos?? Jajajaja no te creas éste también estuvo bueno!!
ResponderEliminarComo no conozco a los personajes pues me ayudó a entenderlos un poco!!
La Candy se hace la ofendida y bien que le gustó la manoseada que le dieron 🙄 jajajaja
Uy ya sé que soy mala porque me voy a apurar a leer porque quiero saber como le fue al borrachito de Neil jajaja
Y si te entiendo lo de la flojera jajajaja 😅