martes, 23 de junio de 2020

Odio amarte tanto: Cap. 4; Autora Nicole

¡Odio amarte tanto!
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 23 de Junio del 2020. 
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Capítulo 4
Muero en el alcohol
Autora: Nicole

  • Si estuviera en tus ojos o dentro de tu piel, miraría tantas cosas, que aquí no puedo ver, así pasan los días y todo sigue igual, yo sigo viendo la vida del lado que tú no estás – Decía el moreno mientras tomaba licor.

Y una copa alcanzaba otra, esa noche, sí, era muy tarde ya, el cielo se había oscurecido; las horas pasaban tan rápido y él todavía sin saber qué hacer con su vida, no tenía ganas de nada, sin la pecosa nada tenía sentido, lo único que lo tranquilizaba aunque fuera un poco, era la bebida, así que iba a descargar todas sus penas con la botella de vodka que tenía consigo; una vez más se había salido de sus cabales. Admitió con esfuerzo que se volvió a equivocar. Debió pensar bien antes de hablar y actuar, su maldita boca y su comportamiento siempre arruinaban todo lo que iniciaba con buena intención, pero ¡¿cómo evitarlo?!  Sí cada vez que tenía, a esa chica frente a su vista, se descontrolaba por completo, endemoniada obsesión, que lo tenía poseído. Sí, su rubia obsesión; en eso también se había convertido esa muchacha para él; quien actuaba como depredador detrás de su presa, muchos dirían que aquello no era amor, pero para Neil era su manera de amar. Deseaba cada parte de su cuerpo con lascivia, se imaginaba protagonizando las escenas más sucias junto a ella; le provocaban tantas ganas de insultarla hasta decirle de que se iba a morir mientras la hacía gritar de placer  pero a la vez, quería abrazarla y protegerla como la  tierna y pura niña que parecía ser, anhelaba que siempre descansara en sus brazos. La quería como hija de lucifer; agresiva, pero también como una santita con aureola; sumisa, la deseaba de todas las formas habidas y por haber, a toda hora, pero la quería solo para él, para ningún otro, no soportaba escucharla pronunciar el nombre de Anthony, quería arrebatarle las fotos que todavía conservaba de aquel que una vez cultivo rosas en su nombre ¿Por qué mierda, tenía que seguir amando a ese muerto? ¿De qué le valía eso?, sí los muertos no regresaban ¡Estúpida Candy, aferrada a un ser inexistente! Cuánto había intentado hacerla entrar en razón, pero la mujer era más terca que una mula, sin soltar el pasado; quería además borrar de su cerebro los pensamientos acerca de ese pésimo actor, bueno para nada; como él solía referirse a Terrence, y deshacerse de su otro rival; el tal Albert; bisabuelo Williams o cómo demonios se llamará, lo sacaría del mapa, sería su primera víctima, lo exterminaría como cucaracha y no le iba a importar que fueran hasta familia; no tendría piedad, sí Candy no era para él, no lo sería para ningún otro, decretaba en voz alta; sus pensamientos volvieron a atacarlo, empezando a temblar por la reciente ira que estaba experimentando en lo que sostenía su vaso de cristal ya casi al termino del mismo, su confusión mental no desaparecía ni siquiera su vicio podía ser el remedio en esos instantes.

  • ¡¿Cómo demonios puedo pensar que Candy me perdonara actuando de esa manera?! – ahora se preguntó enojándose con el mismo, arrojando su vaso a la pared, algunos del personal del servicio escucharon el ruido, pero sabían ya de que y quien se trataba el asunto en cuestión por lo que decidieron no meterse, lo que menos querían era tener un enfrentamiento con el jovencito irascible; eso al día siguiente, solo podía significar el despido de cualquiera que se atreviera a decirle una sola sílaba – Tengo que olvidarte Candy, ya no puedo más, acabaré perdiendo la razón y todo por tu culpa Candy ¡¿Por qué tuve que enamorarme de ti sucia huérfana?! ¡¿Por qué?! No es justo ¿Qué me hiciste maldita mujer? ¿Por qué mierda no te puedo sacar de mi cabeza? ¡Quiero ser feliz, vivir como antes, antes de haberte conocido! Te odio, te amo, te odio, te amo, te odio, te amo, te odio, te amo ¡Demonios, como odio amarte! – Y las contradicciones de sus sentimientos no se hicieron esperar – Sí estuviera en tus ojos encontraría la razón… porque lo llevo clavado muñecota linda dentro mi corazón, no, no, no, digas que no, sí estoy sin tu amor muero en alcohol y está soledad, hoy la siento más, cuando tú no estás…

Neil seguía tomando sin conseguir saciarse, ni calmarse en lo absoluto con sus ojos llenos de agua,  parpadeó varias veces, con la intención de no dejar escapar ni una sola lágrima; no iba a llorar, no de nuevo. ¡Hasta cuando con lo mismo! Se regañaba internamente ¿Cuántas veces se había quebrado por ella? Volvía a cuestionarse intentando pensar en otras cosas; tal vez en los momentos en los que acusó a Candy de ladrona, las bromas de mal gusto que le gastó, las constantes vejaciones que le hizo pasar, y el sin fin de trampas que le puso con el fin de culparla de sus propias fechorías en contra de otra gente, ya fueran estos familiares o desconocidos, quería volverse a reír recordando como la inocente muchachita cayó en cada una de ellas, pero todas esas recientes imágenes resultaron en vano pues no pudo contener más el llanto; las lágrimas le recorrían por toda la cara y sus pensamientos lo volvían a hacer perder el juicio, tal vez Candy tenía razón, su cabeza se estaba enfermando; sería bueno que consultara a un profesional, reflexionó en medio de su estado de ebriedad, pero luego negó con la cabeza; solo al considerar esa posibilidad. ¿Para qué diablos le iba a hacer caso a esa idiota de Candy? Él estaba perfectamente, no necesitaba de un estúpido médico que le dijera lo contrario, se molestó ante la sola idea en lo que caminaba tambaleándose de un lado a otro con los primeros botones de su camisa abiertos, la corbata colgando del cuello de la camisa y despeinado, fue por un mechero para encender uno de los cigarros del paquete que se había detenido a comprar en un establecimiento antes de llegar a su casa y mientras Neil se fumaba su primer blanco, Candy estaba en su habitación también experimentando diferentes estados de ánimo que iban desde la rabia, decepción hasta el deseo. Sí, no pudo evitar ruborizarse por completo al recordar la manera como el moreno la tocaba, jamás se había sentido tan excitada, casi al borde de perder la cordura, se odio por eso; sacudiendo su cabeza, a ella sus madres no la educaron de esa forma. Estaba mal por pensar que algo así podía gustarle, ese chico era un sucio pervertido, un completo desequilibrado además le daba asco que la besara; sacaba la lengua en lo que seguía llamándolo por medio de distintos calificativos que prácticamente tenían relación y describían rasgos de la personalidad del chico; ese mentiroso, maleducado, patán, reptil, despreciable bastardo, odioso. Definitivamente lo detestaba con todas sus fuerzas. ¡¿Cómo pudo atreverse a faltarle el respeto de esa manera?! Se las iba a pagar la próxima vez, lo iba a dejar de hospital, decía la rubia decidida y luego analizaba detenidamente lo que acababa de decir, ¡¿Acaso después de todo el show que le montó, iniciando desde el restaurante hasta la vía pública, su actitud posesiva; porque el muy imbécil se creía su dueño y encima intentar tocarla a fuerzas, aún con todo eso,  lo volvería a ver?! Tenía que estar loca, pero no podía hacerse la tonta con ella misma. No sabe, ni como, ni cuando, ni por qué, de un momento a otro se sentía así, pero sí que tenía ganas de verlo y estaba claro que lo haría en cualquier oportunidad que tuviera, solo que está vez sería la primera y última vez que lo haría y solo sería para ponerlo en su sitio o al menos era lo que de todas maneras la Candy quería meterse en su mentecita que al final la llegaría a traicionar. De cualquier manera tendría otro encuentro con ese mocoso grosero que parecía que se había criado en el establo con los caballos bueno no estaba alejada de la realidad, por lo menos la señora Leagan siempre tenía cara de caballo mientras pensaba en esa verdad se reía a carcajada limpia y de pronto:

  • ¿Qué te está pasando ahora Candy? ¿Por qué tienes tantas ganas de ver a ese imbécil? – volvió a cuestionar sus sentimientos levantándose de su cama, mientras abría la ventana y salía por allí hacia patio a tomar un poco de aire fresco, necesitaba ordenar sus pensamientos – Neil no sabes cuánto te odio, solo espera que nos encontremos de nuevo, te vas a arrepentir, está vez llegaste demasiado lejos, no te perdonaré.

Decía la rubia pecosa sentada en una rama del padre árbol mientras en la residencia de los Leagan el ambiente se ponía cada vez más tenso y no por los cambiantes estados de ánimos del heredero de esa familia. No, la razón era que Sarah acababa de llegar en medio de la lluvia, ya que hace una hora aproximadamente había empezado a llover, y aunque finalmente pudo arreglar su automóvil, no encontró a su querido y consentido hijito por ningún lado; había recorrido media ciudad, se cansó de perder el tiempo y regresó a casa,  abrió la puerta principal de la misma y sin siquiera cambiarse de ropa se dirigió al mini bar dónde se encontraba su hijo todavía, solo que esta vez sentado el suelo. Ella sin más  comenzó a reclamarle:

  • ¿Quién diablos te has creído para pasar por encima de mi autoridad? ¡Te di una orden y la incumpliste por ir tras esa harapienta! – Gritó ella cogiéndolo de la manga de la camisa intentando levantarlo, pero era Inútil, ese chico estaba recio y pesado para sus quince años.
  • ¡Suéltame! ¡Déjame tranquilo! – con la poca cordura que le quedaba pronunció algunas frases y se jaló con fuerza, manteniendo la vista clavada en el suelo.
  • Que te levantes, te digo, y no te lo estoy pidiendo, es una orden ¡¿Por qué nunca me haces caso?! – insistió ella, ya desesperada, pero Neil parecía que no la escuchaba, no quería hacerlo o no tenía ganas, así que se acostó en el piso dándole la espalda.
  • ¡Neil, no me hagas perder la poca paciencia que tengo! ¡Ponte de pie inmediatamente! – lo empezó a sacudir, pero nada, el chico solo roncaba.
  • Señora es inútil, no se puede hacer mucho cuando alguien está en ese estado – intervino Steward que hasta el momento se había ocultado detrás de la escalera, no le gustaba meter las narices en asuntos familiares, pero al ver a la señora Leagan sin saber ya que hacer, pues quiso intentar ayudar.
  • Ya lo sé, este muchacho es un completo desastre. Hablaré con mi marido sobre esto, yo ya no sé qué hacer con él, mejor no pude haberlos criado, pero Neil es la oveja negra de esta familia –  se quejó la señora, y se le olvidó que la responsable del comportamiento de su niño era ella, porque le permitió hacer lo que se le viniera en gana desde pequeño, nunca le llamó la atención o lo corrigió cuando el niño lo necesito, solo cedía ante sus arranques, mentiras, entre otras malas acciones que usaba Neil para salirse con la suya.

Lo mismo hizo con Eliza; a la cual tampoco puso un alto, por eso ambos eran dos niños caprichosos y mimados acostumbrados actuar de forma irresponsable e intransigente,  pero claro ella eso, jamás lo aceptaría, y ahora el adolescente se le había salido de control, no solo por su enamoramiento con la dama de establo, sino por la desobediencia, rebeldía, malos modos, vicios, sed de venganza y otros aspectos de su caótica personalidad que Sarah pensó que Neil nunca sacaría a relucir, ¡¿pero que esperaba ella?!, sí la mayor parte de su temperamento, lo heredo de su persona.

  • Si quiere yo me encargó del muchacho, sí usted me lo permite – se ofreció amablemente.
  • Haga lo que crea conveniente – dijo ella retirándose a su habitación en lo que el sirviente cargaba a Neil en su espalda hasta su cuarto.

 
N/A: Hola chicas este capi fue de más corta duración, es que me dio flojera como dice Estrella seguirle lol. Ah lo olvidaba, ya sé que llevo mucho drama y solo van cuatro capis, aparte no es mi estilo:-P  pero este anime siempre fue así y está pareja pinta diferentes ángulos entre ellos la drama y ellos Neil y Candy también son tóxicos, pero igual se aman a su manera, tampoco se puede escribir rositas desde el principio porque Neil no es Anthony jejeje, pero les prometo buenos momentos y algo de humor que me caracteriza en casi todos mis relatos, más adelante. Sobre spanking estoy viendo cómo hacer para que no se vea forzado, pensé hacerlo aquí, pero luego dije: Sarah a su niño no le pegaría borracho aparte que Neil no iba a sentir nada en ese estado y la idea es que cuando lo corrijan lo hagan bien, que sepa que luego le va costar sentarse jajajaja. La señora Leagan siempre consintió mucho a su niño por eso tiene mucha responsabilidad en el actuar de Neil; él o la que vio la serie sabe lo que hablo. Y si preguntan por la correa, se le quedó a Sarah en el auto XD. Sin más espero sus comentarios acepto sus sugerencias y recomendaciones, un besote y nos leemos pronto.

2 comentarios:

  1. Neil no es Anthony jaja cierto no se parecen en nada, bueno solo el corte de cabello, igual ni quiero que se parezca al rubio, me encanta como es él con su personalidad aunque hay muchas haters del personaje, pero por acá no han aparecido. Y pobre niño sigue sufriendo porla Candy, quiero leer cuando lo perdonen, hasta el momento solo ha estado rabiando y llorando y ahora alcóholico. Me gustó mucho. Fuerte como siempre, pero me gustó. Has revuelto mis tripitas con tanta intendidad.

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  2. Amiga qué pasó con los diálogos?? Jajajaja no te creas éste también estuvo bueno!!
    Como no conozco a los personajes pues me ayudó a entenderlos un poco!!
    La Candy se hace la ofendida y bien que le gustó la manoseada que le dieron 🙄 jajajaja
    Uy ya sé que soy mala porque me voy a apurar a leer porque quiero saber como le fue al borrachito de Neil jajaja
    Y si te entiendo lo de la flojera jajajaja 😅

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