domingo, 22 de mayo de 2016

El Jefe "1", Primera Temporada: Cap. 2; Autora Little Hoshi

El Jefe
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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.
Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 22 de Mayo del 2016.
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Capítulo 2
A mi eso no me pasara
Autora: Little Hoshi 


Los siguientes días fueron muy tensos, todos sabían lo que había pasado pero nadie hablaba de ello, como si fuera un gran secreto de familia. Simón a pesar de haber castigado a Ernesto se mostraba especialmente atento con él. Puede que lo tuviera archivando prácticamente todo el fin de semana, pero en los siguientes días Simón estuvo más cercano al muchacho que jamás lo había estado. Simón en el fondo se sentía mal por haber pegado al chico, sabía que era lo correcto, pero aún así no se sentía cómodo en esos zapatos. Y lo peor es que sabía que Simón solo tenía 14 años, y por muy buen chico que fuera, justo ahora empezaban los quebraderos de cabeza.
Hacía ya dos semanas des del fiasco de la fiesta cuando los chicos empezaron a relajarse un poco. Los dos chicos empezaron pelearse como hacían siempre por cualquier cosa, desde los cereales del desayuno, el canal de televisión, quién salía primero por la puerta o a quién le tocaba bajar la basura. Olga jamás discutía con Víctor, nadie sabía cómo pero Olga siempre conseguía que el niño hiciera todo lo que decía. Incluso alguna vez Lucía le había pedido a su hija que se lo dijera ella a Victor porque a ella le hacía caso. Olga solo discutía con Ernesto, según Lucia empezaron a discutir ya cuando los lleva en el vientre y no había dejado de hacerlo des de entonces.
Las discusiones entre Ernesto y Olga no tenían nada que ver con las de Ernesto y Victor, eran a grito pelado y siempre acababan con portazos e insultos de lo más coloridos. ¿Cosas de mellizos? Eso decía Lucia pero Simón siempre le sorprendió como aquellos dos no acababan matándose. Lo cierto es que a Simón le molestaba bastante como se trataban Ernesto y Olga pero como la cosa nunca iba a las manos, nunca había intervenido. Además Lucia solía acabar  toda las discusiones de aquellos dos con un “o paráis o sin paga los dos”. Y esas parecían ser laspalabras mágicaspara acabar con toda discusión.
Aquella mañana fue como todas, Ernesto y Victor empezaron de buena mañana peleando por ser el primero en ir al cuarto de baño, los chicos compartían el cuarto de baño y en teoría no debería de haber problemas pero ellos solo lo veían como una excusa más para hacerse la puñeta. Lucia hacía años que había dejado de intentar mediar entre aquellos dos por cada minúscula confrontación. Pero para Simón aquello era empezar el día con muy malas vibraciones. Además aquella mañana Simón se había levantado con un terrible dolor de cervicales y lo último que quería era gritos y burlas. Pero se tomó una aspirina, y se fue hasta la cocina a preparar a tomar el desayuno.
Al poco rato de sentarse a desayunar entró Olga que parecía de igual o peor humor que Simón. Ni siquiera le dio el acostumbrado “buenos días” simplemente lo miró y se esforzó en darle una sonrisa, para cambiar al segundo a la cara de perro con la que había entrado. Olga y Simón estaban desayunando en silencio, ignorándose mutuamente, y eso era aunque parezca triste, un poco de paz de buena mañana. Lucía y la enfermera que la asistía entraron al cabo de un rato y en pocos segundos los chicos que no habían dejado de discutir desde que se levantaron. No era una discusión sería solo la típica bravuconería entre hermanos. Pero a Simón ahora no solo le dolían las cervicales, ahora también tenía un terrible dolor de cabeza. Así que educadamente pero en un tono algo tosco les pidió que dejaran de discutir, al menos durante el desayuno. Los chicos lograron mantenerse civilizados 15 minutos, no más, porque en cuanto tuvieron ocasión volvieron a picarse, esta vez fue por quien se servía el último vaso de jugo de ciruelas. Lo que más le cargaba a Simón es que sabía que Victor prefería el jugo de kiwi al de ciruelas, pero como su hermano quería el de ciruelas, él también. Simón irritado tomó su plato y su café y se fue a la terraza a acabar el desayuno. Lucia amonestó a los chicos, era obvio que Simón no se encontraba bien y los chicos no habían tenido ninguna consideración. Ernesto que aún le quedaba una semana de castigo se disculpó, pero con su madre, Victor solo se calló y acabó de desayunar en silencio.
Lucia tras reñir a los chicos fue a ver a su marido, estaba sentado en una de las sillas de la terraza mirando al infinito, aferrado a su taza de café como si fuera un bote salvavidas.

  • ¿Sigue doliéndote el cuello? – le dijo apoyando su cabeza en su hombro
  • Me he tomado una aspirina – contesto espero que haga efecto para cuando esté en la oficina. Tengo una reunión a primera hora – Simón no se quería quejar a su mujer, no estando ella en el estado que estaba, no por un simple dolor de cabeza y cervicales.
  • Pues cuando acabe te vienes para casa.
  • Quizás lo haga – y se quedaron ambos callados un rato mirando el skyline de la ciudad – ¿Hoy no tienes que ir a rehabilitación?
  • Sí, Cristina – dijo Lucia por la enfermera personal de Lucia – me llevara sobre las diez
  • Pffff seguramente a esa hora aún estaré en la reunión – Simón parecía un adolescente de esos que ven todo negro.
  • Cariño, ya te he dicho que no vale la pena acompañarme, no te dejan entrar y te tienes que quedar en la sala de espera. Y no es un ratito que son al menos 4 horas – dijo tiernamente.
  • Lo sé – y se sacudió la cabeza para quitarse las musarañas
  • He hablado con los chicos esta mañana no te darán más guerra – dijo Lucia con una tierna sonrisa
  • Perfecto – dijo pero sin mucha alegría – mejor empiezo a moverme o llegaremos todos tarde – agrego acabándose de un trago el café con leche ya tibio y levantándose

Como siempre hubo que esperar a Olga, Simón le sorprendía lo mucho que se demoraba la chica, era la primera en levantarse y era la última en salir. Y no lo entendía porque en el desayuno ya estaba duchada, peinada y vestida. Pero después volvía  a meterse en su habitación y entonces ¡PLUF! El tiempo se detenía para ella, no para el resto de la humanidad, claro. Ernesto empezó a meterle prisa y de paso a meterse con lo tardona que era y que no valía la pena fuera lo que fuera que estuviera haciendo, que siempre sería la más fea de la escuela. Ya saben las típicas ricuras que te dice un hermano. Simón solo tuvo que echarle una mirada a Ernesto para que el chico palideciera y tragara saliva. Realmente Simón no tenía ni gota de paciencia aquella mañana. Y el hecho de que fuera hasta la habitación de Olga y le picara en la puerta diciéndole que ellos se marchaban ya, con o sin ella, fue algo asombroso para todos.
El viaje en coche a la escuela, fue como siempre. Olga delante y los chicos detrás pellizcándose cada vez que veían un coche azul o dándose pataditas o lo que se les ocurriera. La migraña no solo no desaparecía sino que iba a peor, Simón respiró hondo cuando al fin llegó delante de la escuela de los chicos y los tres desaparecieron de su vista. Lo peor es que quedaba por delante una tediosa reunión con los comerciales de su empresa. Odiaba esas reuniones la mitad del tiempo se las pasaban diciendo bobadas y lo que se podría despachar en 20 minutos podía llevar 2 horas. Era mucho más sencillo con los otros departamentos, bueno exceptuando los de IT ¿o quizás los del departamento fiscal?.
Efectivamente la reunión duro más de dos horas, con las mismas reclamaciones de siempre, más personal dedicado a la captación de nuevos clientes. Muy acomodados eran esos comerciales, eso de tener que salir ellos mismos a buscar nuevos clientes era demasiado penoso, ellos preferían cuidar las cuentas importantes. Finalmente accedió a contratar un becario para el verano y que con eso debían pasar. Ese año habían cerrado unas cuantas cuentas nuevas y tampoco podía cerrarse en banda. En cuanto acabó la reunión le dijo a David, el subdirector de la oficina central, que se iba, que se encargara él de todo y si había algo importante estaría en casa que en cualquier caso podían llamarle.
Simón se llevó una sorpresa al entrar en casa y escuchar un televisor, no era el del salón, sonaba más lejos. Fue hasta su dormitorio, quizás Lucia se lo habría dejado encendido. Pero tampoco, el ruido venía de la habitación de Olga. Simón rodó los ojos, esos críos no pensaban nunca en apagar luces o aparatos, como ellos no pagaban las facturas. Sin llamar entró en la habitación de Olga para apagar el televisor. Pero se quedó parado cuando se encontró a la chica con otras dos amigas y un chico sentados en el suelo comiendo porquerías y viendo una película.
  • ¿Simón? ¿Qué haces tú aquí?
  • ¿Qué hago yo aquí? ¿Qué haces tú aquí? ¿No deberías estar en la escuela?
  • Eeeeeeh – Olga se quedó en blanco
  • Semana cultural – dijo una de las chicas al rescate – los profes nos han dado permiso.
  • ¿Ah si? ¿Y no se los han dado a Ernesto y a Victor también? – dijo en un tono irónico algo áspero
  • Claro pero ellos se deben de haber quedado en la escuela haciendo algún partidillo de esos
  • No sé quién eres – dijo mirando a la chica atentamente –  pero esta es mi casa y no me gusta que me traten de imbécil en mi propia casa.
  • Hoy no había nada importante, así que
  • ¿Nada importante? ¿Recibir una buena educación te parece nada importante? De píe todos, os llevo a la escuela, que es donde deberías estar. Y dad gracias que no llame a vuestros padres dijo Simón terriblemente molesto. Los chicos se apresuraron a obedecer y salir de la habitación de Olga. Olga se quedó la última mirando con temor a Simón, si se lo decía a su madre ya podía despedirse de ir de excursión el próximo fin de semana y llevaba semanas esperándolo
  • – Y tu señorita – dijo agarrándola toscamente del brazo – ya hablaremos esta tarde cuando regreses.

Simón en vez de meterse en la cama, tuvo que llevar, de nuevo,  a Olga y sus amigos a la escuela, pero esta vez se quedó hasta verlos entrar por la puerta. En cuanto los chicos entraron volvió de nuevo a casa y esta vez si se metió en la cama. Lucía llego pasadas las tres de la tarde, y al verlo dormido, no quiso despertarlo así que lo dejó dormir. Había pasado mala noche y lo mejor era que descansara.
Simón durmió hasta que el barullo de los chicos le hizo salir del trance y regresar a la realidad. El dolor de cabeza se había esfumado, aún le dolía las cervicales, pero ya no tanto. Se quitó el pijama y se puso algo de ropa cómoda y salió a ver a su esposa.

  • Me quedé dormido. ¿Quién trajo a los chicos?
  • Nadine, la madre de Paola.
  • Aaaaaaaaah – dijo seco, Paola era una de las amigas de Olga, pero no era ninguna de las chicas de aquella mañana
  • ¿Todo bien?
  • Sí, todo bien, aún me duele un poco pero ya puedo mover bien el cuello – dijo moviendo el cuello en círculos
  • Eso es que dormiste en mala postura
  • Ya – volvió a contestar muy seco por ver a Olga pasar furtivamente a la cocina
  • ¿Seguro que estás bien? – preguntó preocupada Lucia
  • Si, cariño, un poco adormilado, quizás – mintió para no preocuparla –  ¿Qué tal la rehabilitación?
  • Horrible, odio a ese nuevo terapeuta, creo que lo han sacado de algún campo de torturas o algo así.
  • Jejeje
  • No te rías, ya me gustaría verte a ti aguantarlo. Sé cree que me invento el dolor y que no hago más por flojera –  Simón sabía que su esposa era fuerte, tenaz y constante así que imposible que aquel hombre llevara razón
  • ¿y si vuelves con el otro?
  • El otro ahora está el turno de tardes grrrr tendré que esperar a que vuelvan a cambiar de turnos
  • Pobrecita mía – dijo aguantándose la risa y Lucia no pudo evitar reírse también

Simón no habló con Olga hasta al cabo de un par de horas, justo un poco antes de la hora de cenar. No fue una conversación muy larga simplemente le dijo que fuera la última vez que la pillaba haciendo campana de la escuela. Olga le preguntó si iba a decírselo a su madre y Simón dijo que por esta vez no, pero si se volvía a repetir no solo tendría problemas con su madre sino con él también.
Olga respiró aliviada, lo cierto es que se había puesto en lo peor, llevaba todo el día pensando en la bronca que se iba a llevar, que no podría ir de excursión, y después de lo de la fiesta de Ernesto incluso se le pasó por la cabeza que Simón pudiera darle unos azotes. Olga agradeció que Simón fuera chapado a la antigua y que la tratara de forma distinta que lo hubiera hecho de ser Ernesto. Así que respiró tranquila sabiendo que con simón tenía un aliado y no un perro guardián.
Habían pasado casi dos meses desde que Simón la pilló haciendo campana. Olga no olvidó la pillada, así que decidió ser más cautelosa. Esta vez no quedarían en su casa, quedarían en casa de María, sus padres trabajaban los dos y podían estar allí hasta las tres que regresaba su padre para comer.
Olga, María, Teresa, Ana y Javier hicieron como la última vez, se bajaron de los respectivos coches y fueron hacía la escuela, pero en vez de entrar se quedaron en el porche y en cuanto los coches de sus padres desaparecieron tomaron el autobús hacia la casa de María. Olga no era mal estudiante, le gustaba la escuela, pero también le gustaba tomarse un día de vez en cuando y hacer el gandul o ir a patinar con sus amigos. Y cómo no era tan torpe como Ernesto, nunca la había pillado. Y si Simón no se hubiera encontrado mal aquel día nadie nunca habría sospechado que la chica del cuadro de honor pudiera ser un poco juerguista. Todo lo juerguista que una niña bien de 14 años puede ser. Olga era una chica que lo pensaba todo muy bien, antes de faltar a la escuela avisaba a sus profesores, esta vez había sido que tenía que acompañar a su madre a hacer unas gestiones en el consulado para las próximas vacaciones de verano. Así sus profesores no le pedirían el certificado médico y tampoco llamarían a casa porque no había asistido. Olga se sentía muy bien con ella misma, era más lista que ninguno de sus compañeros, incluso que sus profesores y tenía a su madre y a Simón comiendo de la palma de la mano.
No me he recreado tanto en Olga porque si, es obvio que las cosas aquel día se torcieron, pero el cómo se torció es lo que ni ustedes ni Olga en aquel momento se imaginan Simón no dejó pasar lo de faltar a la escuela y quedarse en casa holgazaneando como Olga pensaba. Simón creía en las segundas oportunidades y también entendía que Olga tenía 14 años y pico, y todos alguna vez hemos hecho campana en la escuela para quedarnos en casa viendo la tele. Eso no era un crimen imperdonable, quizás un poco reprochable pero nada por lo que poner el grito en el cielo.
Aún así Simón, no había nacido ayer y el hecho de pillarla haciendo campana le hizo estar más atento. De una forma sutil y cautelosa había empezado a observar de más cerca a la niña. Y ya no escuchaba todo lo que oía de la boca de Olga como si fuera verdad absoluta, empezó a pasarlo todo por un tamiz de recelo más propio de su trabajo que de su vida personal.
Así que aquella mañana cuando Olga se bajó del coche y salió despedida hacia la escuela, como hacía todos los días no se percató que Simón en vez de irse para el trabajo solo avanzaba un par de metros y esperaba en la otra esquina para cerciorarse que efectivamente la niña entraba en la escuela y no volvía a hacerle la pirula. Simón des del mismo día que pilló a Olga haciendo campana había tomado la costumbre de no irse al trabajo hasta ver con sus propios ojos como Victor, Ernesto y Olga entraban en la escuela. Hoy podía ser hacer campana pero y si por el camino los raptaban o algo peor, aquello lo inquietaba mucho y prefería dormir a pierna suelta sabiendo que efectivamente los tres estaban a salvo.
Simón podía haber intervenido en el mismo instante que vio a los 4 mocosos salir en vez de entrar. Pero la curiosidad le pudo, y al ver que los niños tomaban un autobús que no llevaba al centro sino al norte, siguió el autobús. Paradas más tarde los chicos se bajaron todos alegres y empezaron a caminar calle arriba hasta llegar a una casa con una preciosa arboleda. Simón reconoció la casa, había ido una vez a recoger a Olga a esa casa, vio como la chiquilla del moño se sacaba una llave del bolsillo y abría la puerta de aquella casa. Fue entonces cuando tomó su teléfono y llamó a Lucia. Lucia no podía creérselo, estaba furiosa con lo imprudente que se había vuelto su hija pero también estaba enfadada con Simón por no haberle contado lo que pasó el día en que llegó a casa antes por lo de las cervicales. Si no hubiera estado ya en la clínica le hubiera dicho a Cristina que la llevara de inmediato a casa de María, iba a sacar a su hija de allí de la oreja.

  • Esto es culpa tuya ¿Lo sabes? – le recriminó Lucia por teléfono
  • ¿Culpa mía? – esa acusación lo dejó fuera de combate
  • Si, cuando la pillaste el otro día me lo hubieras dicho yo la habría castigado y ahora no estaríamos en la misma, pero tapándole la travesura solo le has mandado el mensaje que está bien saltarse la escuela
  • Solo le estaba dando una segunda oportunidad, algo de confianza – se excusó
  • Son niños, no entiende eso de segundas oportunidad, las cosas son blanco o negro con ellos, está bien se premia, está mal se castiga – Lucia le alzó la voz a Simón por primera vez en la vida
  • Vale, vale, lo he pillado, la he cagado y bien cagada, debí contártelo, son tus hijos al fin y al cabo – dijo molesto pero sin chillar
  • Son NUESTROS hijos, Simón, tú mismo lo dijiste cuando me pediste en matrimonio, no solo me querías a mí sino querías ser el padre de mis hijos. Mira Simón, yo también la cago a veces con los críos, es normal. Pero solo te digo que en esto debemos ser totalmente sinceros él uno con el otro. Porque ellos están siempre al acecho esperando la más mínima oportunidad para salirse con la suya. Y no siempre salirse con la suya es no recoger los platos después de comer o tomar postre aunque no hayan acabado su comida a veces son cosas serias como lo de la cerveza o ahora lo de faltar a la escuela – Lucia se le escuchaba aún irritada pero ya  no gritaba
  • Sí, llevas razón, y lo mantengo, los quiero también y ya no porque sean tus hijos, en este tiempo he empezado a quererlos por si mismos – Simón estaba así reconociendo algo que en su interior hacía ya tiempo que sabía
  • Me alegra oír eso, cariño. De verdad que sí, pero sigo molesta porque fueras a mis espaldas.
  • Lo siento – y se hizo un silencio – fue mía la cagada así que yo me encargo.
  • Vale – dijo un poco dubitativa – pero no te dejes ablandar por sus lágrimas o por sus bonitas palabras, te lo digo por experiencia, Olga te dirá lo que quieres oír y después acabará haciendo lo que le bien en gana, lo lleva haciendo toda la vida, no es algo que ni tú ni yo podamos cambiar. Solo hay que dejarle claro que no toleramos de ninguna manera que nos mienta y que falte a la escuela…Y llama a la escuela quiero saber cuántos días ha faltado este curso.
  • Ahora llamaré, nos vemos esta tarde
  • Hasta esta tarde y dile a esa mocosa de mi parte que ya se puede despedir del concierto ese al que íbamos a llevarla en Junio. No me costará encontrar a alguien que quiera esas 2 entradas.
  • Eso no le va a gustar nada – dijo para sí mismo pero en voz alta

Pues a mí no me gusta que se vaya a hacer el gamberrillo por ahí cuando se supone que debe de estar en la escuela aprendiendo – y con eso colgó, volvía  a estar de un humor de perros y no quería discutir con Simón, no en la sala de espera de la clínica donde todo el mundo la estaba oyendo.
Simón llamó a la escuela, no descubrió a Olga en su mentira porque sabía que eso podría suponer que le abrieran un expediente disciplinario y eso no era lo que quería. La escuela le pasó el reporte de asistencia de los tres chicos. Y solo Olga había faltado dos veces ese año el día que la pilló en casa y hoy. Al menos no era algo que hiciera muy a menudo. Llamó a la oficina para decir que no iría ese día, que le pasaran todas las llamadas importantes a casa y guardó el teléfono en el bolsillo de la americana.
Simón respiró hondo y se preparó mentalmente para afrontar la situación. Al picar al timbre de la puerta, nadie le abrió, volvió a picar varias veces pero nada. Así que aporreó la puerta y chillando le dijo a Olga que sabía que estaba ahí dentro y que si no salía en menos de un minuto llamaría  al escuela para que informaran a los padres de los demás chicos que no estaban en la escuela sino de picos pardos (¿picos pardos? Olga ni sus amigos no habían oído en su vida esa expresión pero entendieron que se refería a estar de fiesta o algo así. Simón sabía que si Olga no salía por sí misma, la presión de sus amigos la harían salir. Nunca supo cual de las dos cosas fue, pero Olga salió con la cara desencajada cuando aún faltaban 10 segundos para el minuto).

  • Sube al coche, nos vamos a casa – ordenó Simón nada más traspasar el quicio de la puerta
  • ¿A casa?
  • Sí, sería raro que te llevara a la escuela cuando se supone que estás con tu madre – Olga respiró aliviada, Simón estaba cabreado pero no iba a delatarla
  • ¿Y mis amigos? – preguntó tímidamente Olga
  • Tus amigos me importan tres cominos, ellos no son nada mío – a Simón estaba a punto de reventársele la vena de la frente – ¡Al coche! – ordenó una vez más apuntando con el dedo hacia donde había estacionado el coche. Olga se apresuró a ir donde estaba el coche y subirse. Simón la siguió un paso por detrás por si hacía como su hermano y salía huyendo y sin decir ni mu puso en marcha el coche y puso rumbo a casa
  • Gracias por no delatarnos – dijo Olga mirando de reojo a Simón. Pero Simón no respondió nada. Se mantuvo en silencio todo el trayecto. Solo abrió la boca cuando entraban por la puerta de casa
  • A tu habitación y no salgas de ella hasta nueva orden – dijo Simón intentando controlar su temperamento. Olga obedeció sumisamente, si solo se llevaba un par de bufidos de Simón ya le estaba bien. Mientras que su madre no se enterara ella ya firmaba

Simón se metió en el despacho y empezó a hacer trabajo de papeleo, cualquier cosa tediosa y monótona para calmarse iría bien. Cuando fue la una, encargó comida por teléfono y en cuanto llegó el repartidor con las dos bandejitas, dejó el trabajo y le llevó una bandeja a Olga a su habitación. Olga intentó disculparse en cuanto vio a Simón, pero Simón le dejó patente que no estaba dispuesto a escucharla. No por ahora, Simón iba a esperar a que Lucia regresara. Si que se iba a encargar él mismo de lidiar con Olga, pero sentía que la madre de la niña debía de estar presente también. Como fue con Ernesto.
Lucia llegó sobre las tres y media, Simón le dio a Cristina la tarde libre, la mujer no se lo discutió, le venía de perlas tener una tarde libre extra. A Olga le dio un vuelco el estómago cuando escuchó la puerta y al cabo de un rato la voz de su madre ¿Qué le contaría Simón? ¿Cómo explicaría que ya estaba en casa a esas horas? ¿le diría la verdad? Olga rezaba porque como la otra vez Simón la cubriera con su madre. Pero Simón estaba muy enfadado, casi más que cuando castigó a Ernesto. Pero no escuchaba ningún grito, y conocía bien a su madre, si se lo estuviera contando ella ya habría puesto el grito en el cielo.
Al cabo de una hora, Lucia escuchó la puerta de casa, miró el reloj, debía de ser Simón que iba en búsqueda de sus hermanos. Olga con sigilo abrió la puerta de su habitación y fue a investigar. Cuando asomó su naricita por el salón se encontró a su madre escribiendo algo en el portátil, sonrió no parecía rabiosa ni nada. Pero la sonrisa se le esfumó cuando su madre alzó la cabeza y la miró fijamente. No estaba furiosa pero tampoco estaba como siempre.

  • Creo que Simón te ha dicho que no salieras de la habitación ¿no? – dijo Lucia un poco seca, Olga la miró absorta – ¿Olga? – le llamó la atención al pensar que no la había oído –  Te han dicho que no salgas de la habitación ¿no?
  • Si – dijo en lo que se podría considerar más una expiración que una respuesta
  • Pues a tu habitación entonces – Lucia llevaba horas que ya había asimilado la travesura de su hija y ahora ya estaba más calmada, no estaba nada contenta pero ya no estaba encolerizada – Ya estás en suficientes problemas con tu padre para sumarle más – no sé si le chocó más a Lucia o A Olga lo de “tu padre” pero ya estaba dicho
  • ¿Te lo ha contado? – era evidente que algo le había contado
  • Si – dijo secamente
  • ¿y?
  • No es a mí a quien has mentido y desobedecido, no es conmigo con quien tienes que rendir cuentas – dijo alzando una ceja. Lucia vio como la cara de su hija se transformaba de preocupación a pánico – Pero me has decepcionado mucho, no solo por faltar a la escuela sino por aprovecharte de la buena fé de Simón. Te dio la oportunidad de emendar tu error y en vez de eso le das una bofetada en toda la cara burlándote de su buena fé así.
  • No era esa mi intención.
  • No, claro que no, no esperabas que te pillara, porque la señorita es más guapa, más lista y mejor que todos ¿no?
  • Noooo – dijo con lágrimas en los ojos, pero su madre la conocía bien, había dado en el clavo
  • Olga, Simón no tardará mucho en regresar y no le va a hacer ni pizca de gracia encontrarte fuera de tu habitación – le avisó de nuevo y Olga tragó saliva y salió corriendo hacía su habitación

Al llegar a casa Ernesto le dijo a Victor si le apetecía echar una partidita a la play con él, eran pocas veces las que su hermano le invitaba a jugar con él, así que sin pensarlo accedió. Ernesto ni pidió permiso a su madre simplemente empezó a conectar los cables de la videoconsola a la televisión del salón. Lucia se acercó un momento a su hijo y lo miró fijamente. Él solo se hundió de hombros, iban a la misma clase, por supuesto que sabía que no había ido, y al ver que no estaba a la hora de salida en la puerta de la escuela, y al ver la cara de perro de Simón no necesitó ser un genio para saber lo que había pasado.
Simón apareció al cabo de unos minutos, se había quitado el traje y se había puesto algo más cómodo. Miró a su esposa y ella asintió y lo siguió hasta la habitación de Olga. Simón picó a la puerta y tras unos segundos Olga dijo un tímido adelante. Simón no se esperaba ver a la niña con los ojos todos rojos, se había pasado la tarde llorando. Pero Lucia le ayudó siendo ella la primera en hablar.
Vas a una de las mejores escuelas de la ciudad, una escuela muy cara, pero que da la mejor educación que puedo darte. Eres buena estudiante así que no me vengas con que estás desmotivada. Y en vez de aprovechar al máximo el sacrificio que estoy haciendo vas y te saltas la escuela. Os pido muy poco, ir a la escuela y sacaros los cursos es una de esas pocas cosas que os pido. Así que no te puedes ni imaginar lo decepcionada y enfadad que estoy en estos momentos contigo, señorita.

  • Lo siento, mamá, de verdad que lo lamento, pero todos hacen campana y…..
  • No me vengas con que todos lo hacen, porque eso nunca ha funcionado conmigo.
  • Pero es verdad, no sabes bajo cuanta presión estoy. A nadie le cae bien los cerebritos, así que tengo que comportarme como lo hacen los demás, sino nadie querrá ser mi amigo – dijo llorando
  • Nunca has tenido problemas para hacer amigos, Olga. Y nunca antes te habías saltado la escuela. Lo que has hecho es injustificable y lo sabes. Despídete del concierto de Junio.
  • ¿Qué?!NO! ¡No puedes, es el regalo de mi cumpleaños, no puedes! – dijo casi histérica
  • Y tanto que puedo, señorita. Y ahora Simón se va a encargar de ajustarte las cuentas. Porque esta vez no solo me has fallado a mí, también y sobre todo, le has fallado a él – y así Lucia le daba la entrada a Simón
  • Pero...pero…  – empezó a recular pero la habitación no era muy grande y tras tres pasos dio con la pared
  • Tu madre ya ha dicho todo lo que se podía decir sobre saltarse las clases – dijo Simón muy serio poniéndose ambas manos en las caderas – y yo la última vez ya te dejé claro que tampoco lo aprobaba y no solo eso sino que te advertí que si se volvía a repetirse no solo tendría problemas con tu madre sino conmigo también – Simón alzó una ceja y la miró fijamente – ¿Creías que bromeaba?... ¿Acaso me viste reír?
  • No – dijo en un susurro
  • ¿Quizás creíste que te estaba mintiendo, no? – Olga negó con la cabeza – ¿Entonces que fue? – Olga bajó la cabeza y empezó a llorara en silencio – No llores y respóndeme.
  • No sé – dijo hundiéndose de hombros
  • ¿no sabes? ¿No sabes porque haces las cosas que haces?
  • No – dijo en un susurro
  • ¿No? ¿En serio? ¿Una chica tan lista como tú no sabe porque hace lo que hace? No me lo creo. Sabes lo que creo, creo que creíste que podías saltarte la escuela cuando te viniera en gana porque te crees más lista que nadie y creíste que cuando te advertí que no lo volvieras a hacer no hablaba en serio que solo te daba la bronca porque es lo que se suponía de debía hacer pero no porque me importara que fueras o no fueras a la escuela – Olga tragó saliva – Ya hace tiempo que nos conocemos Olga, ya deberías saber que no digo nada que no piense en verdad eso no era del todo cierto pero bueno quería dejar claro que si le decía no hagas algo esperaba que no lo hiciera
  • No fue así, yo no iba a volver a hacerlo, pero mis amigos insistieron y yo no pude negarme – protestó desesperada Olga
  • ¿No pudiste negar? ¿Qué pasa te apuntaron con una pistola? ¿Pero por quién nos has tomado? Nosotros también fuimos a la escuela, también tuvimos amigos que nos tentaron de hacer cosas que no estaban bien. Y eres una chica con mucho carácter, cuando no quieres hacer algo no te cuesta mucho decir que no Simón de un tirón, sin tomar aire
  • Es distinto
  • Es  exactamente lo mismo, y lo que pasa es que tú, señorita, no querías decir no. Y no lo dijiste, pasaste de todo lo que te dije, como quién oye llover ¿no? Pues mira, siento que sea por las malas, pero te voy a dejar una cosa clarita, aquí y ahora. Yo no hablo para las paredes.  Cuando doy una segunda oportunidad para hacer lo correcto y vas y vuelves a cagarla no solo me enfado sino que me siento estafado. Y eso es algo que no estoy dispuesto a sentirme en mi propia casa – Y simón empezó a remangarse las mangas de la sudadera 
  • NOO ¿QUE VAS A HACER? – dijo Olga poniendo las manos en frente a modo de defensa 
  • Pues si con palabras no entiendes tendré que usar otros métodos, te advertí que no quería que se repitiera y mis palabras no hicieron ningún efecto en ti, pues vamos a ver si mi mano hace mejor faena – dijo y la agarró del brazo y tiró de ella
  • Noooo, no , no puedes, mamá, dile que me suelte – dijo como loca intentando soltarse del agarre desesperadamente
  • Tú misma te has puesto en esta situación, hija – le dijo Lucia. Simón se sentó sobre la cama y puso a la chica sobre sus rodillas, fue infinitamente más fácil con ella que con Ernesto pero por alguna estúpida razón también era más duro tener que castigarla así
  • Plass – Simón se apresuró a dejar caer la primera nalgada, quería acabar con aquello lo antes posible, Simón le subió la falda pero dejó las bragas en su sitio, pensó que no era necesario y que sería muy violento para todos si lo hacía. Además aquella prenda tan fina no podría ofrecerle mucha protección – plass plass plass – Simón dejó caer una rápida ráfaga de palmadas sobre las posaderas de Olga. Olga lloraba, pataleaba y se movía como una sanguijuela – Plass plass plass Plass plass plass Plass plass plass Plass plass plass Plass plass plassPlass plass plassPlass plass plass Plass plass plass
  • Nooooo ahhhhh suéltame, aaaaaaaaaaaah suelta cabrón aaaaaaaaaah suelta, te odio aaaaaaa
  • Plass plass plass Plass plass plass Plass plass plassPlass plass plass Plass plass –   Simón dejó un momento las nalgas y empezó a castigar los muslos hasta ponerlos de un color rosadito intenso – Plass plass plass Plass plass plass
  • ¿Vas a volver a desobedecerme?
  • Nooo aaaaaaaaaaaau aaaaaaaaaaah no bwuaaaaaaaaa no mamá dile que pare Aaaaaaaaau.
  • Plass plass plass Plass plass plass Plass plass plass ¿la próxima vez que te diga algo me harás caso?
  • Siiiii bwuaaaaaa lo juro, lo juro, pero para aaaau
  • ¿Vas a faltar a la escuela sin permiso otra vez? Plass plass plass Plass plass plass Plass plass plass Plass plass plass Plass plass plass – Simón volvió a castigar las nalgas de la niña, podía notar el calor de la piel a través de la tela de las braguitas
  • Nooo, nunca más lo juro, lo juro bwuaaaaaaaaaaaa – Olga ya no luchaba con uñas y dientes solo lloraba sobre la almohada a la que abrazaba como si le fuera la vida en ello. Simón tomó el cepillo que la niña tenía en la mesita de la noche y le dio 10 veces con él. Olga no estaba preparada para ello y al notar el primer estoque se giró para ver con que le acababa de pegar – noooo por favor, papá , no, por favor no, con eso no, duele, duele bwuaaaaaaaaaaa – Lucia se dio cuenta que Olga acababa de llamar a Simón papá, alguna que otra vez en broma lo había llamado “papi” pero jamás en serio, no de aquella manera
  • PLACK PLACK PLACK SEÑORITA, CUANDO TU MADRE Y YO DECIMOS UNA COSA PLACK PLACK PLACK ES PARA QUE SE NOS ESCUCHE Y SE NOS HAGO CASO PLACK PLACK PLACK NO PARA QUE SE LLEVE EL VIENTO LAS PALABRAS ¿OK?
  • Siiiiiiiiiiiiiiiii bwuaaaaaaaaaaaaaaaaa – Simón dejó el cepillo donde lo había agarrado, y empezó a acariciar el pelo de Olga, hasta que se calmó del todo. Le colocó la falda otra vez en su sitio y le indicó que se levantara para poder levantarse él también
  • No quiero volver a tener que tener esta conversación contigo, Olga. Pero si la tengo que tener te aseguró que lo recordarás por mucho tiempo ¿entendiste?
  • Siiii snif snif, no volveré a faltar a clase en mi vida, lo juro.
  • ¿Y? – dijo Lucia que era perro viejo en estos menesteres
  • Y no volveré a defraudarte – dijo temblándole la voz. Simón se ablandó y le acarició la mejilla
  • Sé que no lo harás – le dio un beso en la frente y ayudó a Lucia a salir de la habitación, antes de salir miró a Olga – Estás castigada el resto de semana, no quiero verte fuera de esta habitación si no es para ir al baño ¿vale? – Olga asintió y se secó las lágrimas con la mano Muy bien, que descanses…


Y cerró la puerta tras de él.







5 comentarios:

  1. Bien,como que ya estamos claros con que "quien es el jefe"Little,este ha sido un capítulo de lo mas interesante.
    Me he quedado pensando en los mellizos ,puede que se peleen como el perro y el gato pero igual poseen eso de ...como decirlo...?especie de "código de lealtad"incrustado en ellos ya que Ernesto si es que van en la misma clase bien que tiene que haberse percatado de su inasistencia la primera vez y nada que soltó prenda a sus padres jjjjuajjjj tierno si me lo pienso bien.
    Gracias Little Hoshi,estoy disfrutando de tu historia,me ilusiona esperar por mas capítulos,saludos,
    Keny

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  2. Guau... Keny...

    No me percate de ese fino detalle, es cierto, sin mellizos y yo también supongo que van a la mismo grado y supongo que llevan las mismas clases, jajajaj o es como tu dices que su codigo de lealtad hace que tenga el pico cerrado
    O El peque se faltaba los mismos dias jajajajajjaja

    Como sea, Little ya nos contaras, demás esta decirte que te agradezco infinitamente el que nos mimes con tan hermoso relato.

    Y estaré atenta como el resto a las nuevas aventuras de este trio de niños, jajajajja

    UN abrazo

    Marambra

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  3. Muy buen capítulo "que te apuntaron con una pistola?" esa frase me transportó en el tiempo a mi adolescencia jajaja aunque generalmente era yo la de las ideas chuecas los padres siempre creen que la mala influencia son los otros.
    Pero por suerte para él y por desgracia para Olga a papá no le importó de quien era la idea y paro la oreja y afino la vista para saber que hacía la niña, un poco paranoico pero quien lo culpa.
    Espero con ancias saber más de los niños y del jefe.

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  4. De verdad que me ha gustado esta historia felicidades litle hoshi

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  5. El jefe...es el jefe...ya quedo claro../.jajaja

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