domingo, 12 de junio de 2016

El Jefe "1", Primera Temporada: Cap. 5; Autora Litlle Hoshi

El Jefe
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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.
Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 12 de Junio del 2016.
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Capítulo 5
Soy un hombre de palabra
Autora: Little Hoshi  

"Y sino la abres a la de tres, te pegaré hoy, mañana, pasado y hasta que me cerciore que te entra en esa cabezota que tienes que obedecernos” Ernesto se despertó en medio de la pesadilla, pero no había sido una pesadilla, si bueno, si. Pero como dicen en las películas “basada en hechos reales”.
Cuando entró en la habitación después de la zurra que le había propinado su padre tanto Salva como Victor se había hecho los dormidos, pensaron que Ernesto lo último que querría sería hablar. Y así era. Pero ahora con la luz de la mañana las cosas eran distintas. Y Victor no perdió la oportunidad para meterse con su hermano. Era lo que los chicos  conocían como cortesía fraternal, hoy por ti mañana por mi. Ernesto no solo estaba aún un poco adolorido sino que encima había tenido puras pesadillas así que zanjó la burla de la mejor forma que supo con un tremendo pellizco el culete. Cuando Victor fue a darle un puntapié a modo de respuesta Salva lo detuvo y les pidió a ambos que se calmaran, que el horno no estuviera para bollos. Y Victor aunque no muy conforme decidió que dejaría su venganza para más tarde.
Cuando los chicos finalmente entraron en la cocina Olga ya estaba recogiendo sus cacharros y Lucia estaba hablando algo con Cristina en voz baja. Ernesto buscó disimuladamente con la mirada a Simón pero su madre lo conocía bien y tras decir cuatro cosas más a Lucia le aclaró que Simón ya hacía un buen rato que se había ido al trabajo. Ernesto se sintió en parte aliviado y en parte angustiado. Lucia miró a su  hijo y vio una mueca de decepción, lo cierto es que había veces que no entendía a sus  hijos.

  • Salvador, Olga, Victor, Cristina y yo vamos la centro vamos a ahorrar algo del presupuesto montando nosotros la decoración de la sala. Estás castigado así que he llamado a  Teo y se pasará ahora a las diez
  • Mamá – Ernesto estaba escandalizado – ¡tengo 15!
  • Y estás castigado – dijo sin dar importancia a la protesta de su hijo –  Y antes que me digas que no necesitas niñera, te diré que normalmente no la necesitarías pero que debido a lo sucedido en los últimos días mi confianza en ti está bajo cero, así que más vale que no te comportes como un chico de 15 años como pregonas ser y no como uno de 10
  • Eyyyyy – protestó Victor sintiéndose aludido
  • He hablado hace un ratito con Teo y le he puesto en antecedentes, ley marcial para el caballero – dijo su madre con retintín
  • Mamá en serio, no es nece…  – pero su madre le echó una mirada glacial y Ernesto se calló de golpe eso si se cruzó de brazos se apoyó en el respaldo se la silla y puso morros a modo de patente disconformidad

Ernesto aborrecía enormemente a Teo. Teo era un primo segundo o tercero de su madre y nadie de la familia lo tragaba, pero como estaba casado con una de las hijas de los Zamora (el mayor constructor del país) no pegaba palo al agua y siempre estaba disponible para cualquier emergencia. Cuando Olga y Ernesto eran pequeños Teo solía llevárselos mucho a su “mansión” y allí pasaban horas y horas hasta que su madre al fin podía ir a buscarlos. Incluso antes de conocer a Simón, la mitad del verano la pasaban con los abuelos y la otra mitad con Teo y Claudia (Claudia  Zamora su esposa y señora). Pero no por eso le caía bien a Ernesto. Si le preguntabas a Ernesto sobre Teo te decía que era un prepotente, capullo  y chulo de mierda de campeonato. Por supuesto nunca delante de su madre, una vez oyó decir que era un idiota y tuvo sabor a jabón en la boca durante horas.
Teo llegó a las nueve y media, media hora antes, seguro que disfrutaba atormentando a Ernesto. Un poco si. Ernesto jamás le reía las gracias y siempre estaba intentando dejarlo en evidencia, des de muy pequeño y al casarse Lucia con Simón, el trato de Ernesto a Teo fue incluso a peor.

  • Así que te calentaron el culete ¿eh? – dijo Teo mientras ojeaba el diario, había puesto a Simón a limpiar los muebles de la terraza. Ernesto murmuró algo inteligible pero que a Teo no le costó deducir que seguramente era algún insulto –  ya era hora que alguien  te pusiera en tu sitio. Llevo años diciéndole  a Lucy que lo que necesitas son buenas dosis de mano dura. Esa silla aún no está – señalándole la parte de abajo del asiento, Ernesto volvió a murmurar algo pero le dio la vuelta a la silla y se puso con el cepillo a limpiarla. Teo solo sonrió –  ¿Quién lo hubiera dicho de Simón? Sabes lo conocí hace unos 10 años en una fiesta, parecía el típico hombre que solo piensa en hacer dinero. Y míralo ahora, teniendo que lidiar con 3 mocosos – Teo seguía hablando mientras hacía que ojeaba el periódico
  • ¿Está la silla ya a su gusto? – dijo con odio Ernesto mostrándole la silla que estaba impecable
  • Si, ahora sigue te quedan 5 más y después la mesa. Y date un poco de prisita que esto tiene que estar acabado antes de las doce
  • ¿Qué pasa que los muebles de la terraza se convierten en calabazas a las doce? – dijo riéndose Ernesto
  • No, pero le dije a tu madre que a las doce, te pondrías con los deberes del cole – Ernesto lo miró sin mucha simpatía. Podía hacer los deberes cualquier otro momento, justo acababan de empezar las vacaciones, hasta el regreso a la escuela no tendría que presentarlos – Y me repitió varias veces que quería letra de caligrafía y presentación impoluta – Ernesto rodó los ojos y agarró la siguiente silla

Teo se lo pasó en grande metiéndose con Ernesto, se hubiera quedado gustoso toda la tarde también, pero a las tres Simón llegó a casa y de una forma muy sutil le dejó entender que quería quedarse a solas con Ernesto. Teo sonrió pensando que Simón tenía a Ernesto atadito en corto y que el chico al fin recibiría algo de buenos modales y educación. Ernesto tenía educación  y buenos modales pero no con Teo, no con la rabia que le tenía.

  • Ernesto deja eso y ven aquí – le dijo Simón y Ernesto dejó encantado el cuaderno de gramática y fue al despachito que tenía Simón en el altillo. Antes tenía toda un señor despacho pero lo transformó en suit cuando Lucia tuvo un accidente y tuvieron que contratar a una enfermera para que la ayudara
  • ¿si? ¿quieres que te ordene la correspondencia? – eso era una de las cosas que Simón solía mandar a los chicos cuando pedían un dinerillo extra. Simón se lo quedó mirando fijamente un rato antes de abrir la boca, el chico se le veía bastante nervioso así que seguramente ya supiera de que iban a hablar
  • Ahora no, ahora quiero hablar contigo, siéntate – y Ernesto se sentó en la silla más lejana que había. Simón sonrió – Tenemos que hablar de tu castigo
  • Me quedo sin viaje ¿verdad? Mamá estaba deseando encontrar una excusa para…
  • Ernesto, déjame hablar antes de pensar lo peor de tu madre – le riñó Simón –  Estarás castigado hasta el 15 –
  • el 16 era el día en que se iba a casa de Pascu –  y cuando digo castigado, es como hoy, siempre va a haber un adulto vigilándote. Lo siento hijo, no me mires así, no nos has dejado otra.
  • ¿Con Teo? – dijo con cara de asco
  • Con Teo, con tu madre, conmigo, con tu tía, con quién sea pero un adulto. Y si tanto te fastidia Teo puedo contratar una niñera en una de esas agencias
  • Vale, vale, lo he pillado estoy bajo arresto domiciliario
  • Si quieres llamarlo así, perfecto. Tu madre y yo te pondremos unas tareas diarias y queremos que se cumplan además un par de días te llevaré a la oficina, ya sabes que allí siempre eres bienvenido – dijo con una sonrisita. Era cierto más de una vez le había preguntado cuándo Ernesto volvería por allá, que siempre había papeleo que archivar
  • ¿y la fiesta de cumple? – preguntó mirando a Simón de reojo para estudiar su reacción
  • Tu hermana lleva meses planeándola, y no te librarás tan fácilmente, irás y te comportarás, piensa que todo lo que hagas hasta el día 15 de julio irá sumando puntos. Y después de lo de ayer tu cuenta está en negativos – Ernesto bajó la cabeza al oír eso de en negativos –  Pero no es por eso que te he llamado. Es por lo de ayer a la noche
  • Papá, de verdad que lo siento, lo siento, fui un idiota, no debí ir a esa fiesta, ni siquiera me lo pasé bien y encima la fastidié con vosotros – dijo Ernesto sinceramente
  • Sí la fastidiaste y lo remataste con la escenita de después. Y hablando de tu gran puesta en escena – Ernesto tragó saliva sus peores temores se estaban cumpliendo – ayer cuando te encerraste en el cuarto de baño.
  • Papá yo, yo estaba enfadado no pensaba lo que hacía
  • Veo que te acuerdas – dijo alzando una ceja
  • ¿en serio que me vas a pegar otra vez? – Ernesto lo miró con los ojos vidriosos
  • Ernesto, sabes que soy un hombre de palabra.
  • Pero papá, aún me duele la de ayer, te pasaste mazo
  • No me pasé lo más mínimo, te llevaste lo que te merecías –  dijo tenso y a la defensiva – Y no voy a darte una zurra como la de ayer solo van a ser 15  – Ernesto pensó que eso podría aguantarlo, aunque aún le dolía un poco el trasero, 15 nalgadas no era para nada lo que llevaba todo el día imaginando –  15 hoy, 15 mañana y 15 pasado mañana antes de la fiesta – dejó claro Simón, Ernesto no estaba nada contento con lo que estaba escuchando pero no le pilló de sorpresa y además era mucho menos de lo que imaginó
  • ¿Me las vas a dar ahora? – preguntó sin salirle apenas la voz
  • Como tu prefieras, ahora o luego después de cenar, pero como ahora estamos solos, pensé que preferirías recibirlas  ahora sin tus hermanos y tu primo rondando por la casa –Simón no veía problema con el escarnio público pero sabía que Ernesto prefería que nadie se enterara
  • ¿Me he de bajar los pantalones? – era una pregunta la cual ya sabía la respuesta pero esperaba darle algo de penita a su padre
  • Sí – dijo Simón aunque le hubiera encantado decirle que lo olvidara que estaba todo perdonado, pero de hacerlo estaría abriendo una puerta a que Ernesto volviera a salir  huyendo con tal de evitar que lo castigasen. Ernesto se levantó y se desabrocho el botón del pantalón. Simón respiró hondo abrió el primer cajón del escritorio y sacó una regla de madera. Ernesto se detuvo de golpe
  • ¿Para qué quieres eso? –  preguntó asustado
  • Ernesto, venga, son solo 15, no pensaría que serían con mi mano ¿verdad? –  dijo dando la vuelta al escritorio y poniéndose frente a frente a su hijo
  • Pero, pero… – no sabía ni que decir
  • Sobre el escritorio o sobre mis rodillas, tu eliges – Ernesto pensó que de poder elegir realmente él, elegiría no recibirlas en ninguna parte
  • Escritorio – dijo tragando saliva, al menos no dejaría que lo castigara como a un niñito pequeño. Simón se apartó un poco para dejar que el chico se inclinara sobre el escritorio. Ernesto en cuanto notó la madera en su estomago se tensó de píes a cabeza. Se aferró al borde de la mesa y cerró fuerte los ojos
  • Hijo quiero que quede claro, esto no es por lo de fugarte e ir a esa fiesta que tu madre te había prohibido, esto es porque saliste corriendo y te encerraste en el baño y cuando te dije que abrieras la puerta no lo hiciste.
  • Tenía miedo.
  • ¿miedo de qué?
  • De que fueras a pegarme
  • Iba  apegarte, pero no iba a lastimarte y lo sabes. Ya habíamos hablado de eso, antes me pego un tiro que heriros a vosotros o a vuestra madre. Hijo ¡jamás  lo haría! – le reafirmó Simón
  • Si lo sé, pero estabais tan enfadados que me asusté.
  • Tienes razón ayer estaba realmente cabreado con todo lo que hiciste y dijiste, y puede que te hablara de una forma muy dura, pero aún así no tenía intención de matarte ni nada por el estilo. Y sabes me duele un poco que me creas capaz de ello
  • No es eso, sé que no lo harás, pero joder, papá que duele
  • ¡Esa boca Ernesto! – le amonestó muy serio –  Sé que duele, caricias no son, pero mírate hoy a penas notas algo de lo de ayer.
  • Aún escuece un poco cuando me voy a sentar – protestó poniendo pucheritos, Simón rodó los ojos
  • Mi mano tampoco salió bien parada – dijo Simón mientras se sobaba la mano derecha
  • ¿En serio papa? ¿Espera que sienta pena por tu mano? – miró a su padre todo indignado
  • Deberías…Bueno dejémonos de charlas y vayamos por faena, vuelve sobre el escritorio – Ernesto intentó una última vez dar pena a su padre y que le perdonase pero no hizo el menor efecto. Ernesto se inclinó de nuevo sobre la mesa, Simón se puso a un lado, apoyó la mano izquierda sobre la espalda del muchacho, con la derecha agarró la regla y la alzó al aire –  seré rápido, cuando acabemos puedes irte a tu habitación un rato si quieres, sino necesito poner en limpio unas ofertas – Simón dijo y tras decir eso dejó caer el primer reglazo


Ernesto ya tenía experiencia con la regla, en la escuela, pero eso Simón no lo sabía y fue bastante benévolo, era la primera vez que lo castigaba a alguien con una regla y no sabía muy bien el alcance del daño que podía hacer con eso. Cuando él era aún estudiante solían golpearles en las palmas de la mano con una regla muy similar a esa y recordaba que dolía horrores pero jamás hizo nada que le llevara a recibir una zurra en el trasero con aquello. Su hijo en cambio era otra cosa bien distinta, su lengua afilada y rápida le había metido en más de un lío con sus profesores y estaba ya familiarizado con aquella maldita cosa y sabía perfectamente que 15 reglazos en el trasero no era moco de pavo. Aquello iba a doler y con ganas.  Los primeros 8 reglazos los recibió de una forma bastante estoica, aguantándose las ganas de gritar, solo gemía cada vez que recibía una estocada. Pero los últimos 5 fueron imposibles de aguantar sin quejarse. Simón, incluso tuvo que sujetarle las manos porque Ernesto no pudo reprimir la necesidad de protegerse el trasero de las últimas estocadas. Y eso que su padre no había sido tan duro como lo era generalmente su profesor. Pero 15 ya era un número considerable y él aún estaba un poco adolorido por la zurra de la noche anterior. Así que en cuanto cayó el último azote, Ernesto se apresuró a levantarse, acomodarse la ropa y secarse las lágrimas. No fuera que su padre creyera que aún podía darle un par de reglazos más. Ernesto se disculpó una vez más y le prometió que nunca más se encerraría en el baño. Simón le dio un beso en la cabeza y le dijo que fuera a descansar un rato. Ernesto decidió que eso sería lo mejor, además estaba deseando ir a su cuarto y quitarse los pantalones y acostarse sobre su estómago para cerrar los ojos y olvidarlo todo.
Cuando la familia al completo regresó era casi la hora de cenar, Ernesto estaba contento de ver a alguien más que no fuera Simón. Escuchó atentamente como su madre, su primo y su hermana explicaban todo lo que habían hecho. Y en cierto modo casi se sentía afortunado de no haber tenido que ir. Todo sonaba tan aburrido, pero parecía que ellos se lo habían pasado bien. Incluso Victor (que tenía la capacidad de concentración de un mosquito) se le veía super animado.
Cuando acabaron de cenar Ernesto recogió la mesa y se puso a limpiar la cocina. Sabía que no tenía que esperar a que su madre o su padre se lo dijeran, estaba castigado y eso formaba parte del castigo. Olga se alegró porque aquella semana le tocaba a ella las coas de la cocina y ahora con su hermano castigado no tendría que hacer ni el huevo en casa.
A las nueve empezó la dura pelea entre Lucia y Victor por irse a la cama, cada noche igual, pero ni Lucia ni Victor se daban por vencidos. Ambos eran tercos como mulas. Victor finalmente de metió en la cama a las 9:20 y Lucia cansada le dejó la luz del pasillo encendida y se reunió con le resto de la familia en el salón. 0 minutos más tarde Simón le decía a Ernesto que se despidiera de todos que era hora de irse a la cama. Ernesto lo miró indignado e incluso protestó algo, pero tras ver que su padre estaba a punto de levantarse y darle un par de azotes, decidió que mejor se iba a la cama y se ponía  leer un comic hasta que le llegara el sueño.
Ernesto se recostó de lado,  encendió la lamparita de la mesita de noche y pilló uno de los comics que Salva había traído. Pero no había hecho más que abrirlo cuando Victor saltó sobre su cama como un mono.

  • Ey ¿quieres ver algo chulo de verdad? – dijo flojito pero super emocionado
  • Victor, vete a tu cama, si te pilla mamá se va a cabrear – le dijo quitándoselo de encima porque lo estaba aplastando y ahora si que le molestaba el trasero. Pero Victor solo se apartó un poco no se fue a su cama
  • Están viendo la serie esa de los periodistas, hasta que no termine no vendrá a ver si dormimos – le dijo Victor  como si fuera el mayor secreto del mundo
  • Vale, pero yo quiero dormir
  • No, estás leyendo los comics del primo. Y se supone que no puedes – Ernesto rodó los ojos pero era cierto y se le había olvidado –  Te voy a enseñar una cosa pero me tienes que prometer que no se lo dirás a nadie. Nia  Salva –dijo levantando el meñique para hacer una promesa
  • Victor, déjame anda, que estoy cansado
  • Venga promételo – insistió Victor y Ernesto con tal de quitarse de encima a su hermano levantó su meñique y lo cruzó con el de su hermano
  • Lo prometoooooo – dijo Ernesto cansado. Y Victor de un brinco salió e la cama de Ernesto y fue a la percha donde tenía colgados los pantalones que había llevado aquel día y sacó algo del bolsillo y corrió de nuevo a la cama de su hermano para enseñárselo
  • Mola verdad – dijo Victor emocionado enseñándole una navaja suiza de esas que tiene tropecientas herramientas
  • ¿de dónde has sacado eso? – dijo quitándosela rápidamente de las manos, pero Victor se apresuró a recuperarla y se fue corriendo a su cama
  • Es mía, la he encontrado yo
  • Victor, eso es una navaja muy cara, eso no es algo que se encuentre así como así, además no puedes tener eso, eres muy pequeño si te pilla mamá se te cae el pelo
  • Por eso no puedes decírselo a nadie, ¡Y lo has prometido eh! – dijo Victor muy serio. Ernesto se levantó de la cama y fue a la cama de su hermano
  • Dámela, yo la guardaré
  • ¡No! Es mía, yo la guardo
  • Victor, dámela o se lo digo a  la mamá
  • No, no puedes lo has prometido – Ernesto resopló pero sabía que no podía romper su promesa
  • Si te haces daño aún me las cargaré yo, y mira ya estoy de mierda hasta el flequillo para que encima me vengas fastidiando tú, dámela, la guardaré ahí arriba – dijo señalándole el altillo del armario. Victor sabía que no tenía nada que hacer en cuerpo a cuerpo con su hermano y se la dio. Ernesto la miró bien una vez más y la puso donde le había dicho –  ¿y dónde la has encontrado?
  • No te lo puedo decir
  • Victor – y Ernesto se puso las manos en las caderas como había hecho Simón con el la noche anterior – ¿Dónde?
  • En la sala grande – dijo flojito
  • ¿En qué sala? – preguntó impaciente Ernesto y entonces pensó  en todo  lo que habían dicho que habían hecho ese día –  ¿En el salón donde se celebrará la fiesta de Olga? – Victor asintió sin mirar a la cara a su hermano –  ¿Dónde exactamente del salón? – imaginándose dónde podía haberlo encontrado
  • En una cajita de metal
  • ¿En una cajita de metal? ¿Quieres decir como esas cajitas de metales donde se guardan las herramientas? – Ernesto estaba a punto de estrangular a su hermano. Victor no contestó pero empezó a morder el cuello de la camiseta como hacía cuando estaba nervioso – ¡estupendo! Simplemente estupendo. ¡Lo has robado!
  • No, no lo he robado, no era de nadie
  • Estaba en una caja de herramientas, seguro que era de alguien, y esas cosas son muy caras, seguro que la echará en falta ¡Joder! Victor. Papá te va a matar y no está ahora en plan buen rollito precisamente
  • Eso es por tu culpa
  • Por mi culpa o no, estás en un problema de los gordos.
  • No le digas nada, vale, recuerda – enseñándole el dedo meñique para recordarle la promesa
  • No creo que sea necesario, en cuanto el dueño de esa navaja se dé cuenta que le falta se pondrá a buscarla y cuando no la encuentre preguntará quien estuvo en el salón. Y tenemos reservado ese salón solo nosotros y los del salón hemos estado allí.
  • ¿Y si la devuelvo mañana? ¿Quizás aún no se haya dado cuenta? – dijo Victor nervioso
  • Bueno ¿mañana volvéis?
  • No lo sé – dijo con un mohín y a punto de llorar
  • ¡De puta madre, Victor! – Dijo dando un puñetazo a su almohada –  simplemente de puta madre – Ernesto sabía que si su padre se cabreaba con su hermano y seguro que se iba a cabrear no iba a ir bien para él. Porque es difícil ganar puntos cuando el tipo que los reparte está que muerde
  • Shhhhhhhhhhhh te oirá mamá – Victor se lanzó a donde estaba su hermano y le  tapó la boca con la mano. Ernesto se libró de su hermano con facilidad y lo colocó de nuevo en su cama
  • Quédate aquí, voy a por Olga, a ver si ella nos echa una mano.
  • Nooooooooooooo ella se chivará – Victor sabía que su hermana siempre le hacía chantaje con todo
  • No, lo hará –  y salió con cuidado de la habitación y se fue al pasillo a ver si podía llamar la atención de su hermana sin que sus padres se dieran cuenta.

Pero Olga estaba muy atenta a la tele y no podía llamarla porque sus padres estaban también allí viendo la tele. Ernesto tuvo que esperar hasta la publicidad fue entonces que le tiró una gomita a su hermana. Olga se giró automáticamente y vio como Ernesto estaba haciéndole señas. Olga dijo que iba al baño y fue hasta donde estaba Ernesto.

  • ¿Estás idiota o qué? Si papá te pilla – Olga le susurró
  • Shhhh te necesito – dijo flojito para que nadie los oyera
  • Ni hablar, no pienso meterme en líos, no hasta que haya pasado la fiesta, no me interesa Ernesto – dijo muy digna y se dio la vuelta para regresar a l salón, pero Ernesto la agarró por el codo y la volteó –  No es para mí, imbécil, es Victo – aquello le picó la curiosidad –  si, Victor, ven a nuestro cuarto anda y te lo explico  – Olga siguió a Ernesto que cerró la puerta en cuanto estuvieron los tres dentro y le explicó todo a su hermana
  • ¡Pero que pasa con vosotros dos! ¡ Os habéis empecinado en fastidiarme la fiesta! – dijo Olga tras oír toda la historia
  • No todo gira a tu alrededor, bonita – dijo Enrique con asco –  además yo no le dije que lo agarrara fue cosa de él, pero si se entera papá llevas razón tu fiesta no va a ser nada bonita con papá y mamá con cara de perros y nosotros dos castigados.
  • Vosotros dos no paráis hasta hacerme la puñeta ¿Verdad? ¿Qué queréis de mi? –  dijo furiosa  cruzándose de brazos
  • Tienes que hacer lo que sea para regresar mañana al salón donde se hará la fiesta, y que éste – hablando de Victor –  pueda regresar la navaja a su sitio
  • ¿En serio? Mamá no es idiota, me preguntará porque
  • Seguro que encuentras alguna estúpida razón para regresar.
  • Y aunque así fuera, no crees, que ya la habrán echado a faltar – mirando fijamente la navaja suiza
  • Yo lo haría – confesó preocupado Ernesto que siempre quiso tener una – pero esa gente trabaja con herramientas, no creo hagan inventario  cada día
  • Esperemos que no. Voy a decirle a mamá que necesito que regresemos al salón, a ver si cuela – dijo dándose la vuelta para salir de allí –  pero me debéis una y de las gordas
  • ¿yo? Te la debe él – dijo Ernesto indignado
  • Ambos sabemos que tienes mucho interés que papá no se enfade otra vez sea contigo sea con quien sea, así que sí, los dos – Olga se mostraba muy chulita eso de tener a sus dos hermanos comiendo en su mano era fantástico
  • Eres una puta chantajista – le dijo Ernesto con asco
  • A que no os ayudo – les amenazó
  • Por fa por fa Olga – le suplicó  Victor. Olga miró a Ernesto y Ernesto furioso asintió con la cabeza –  iréis a mi fiesta, y os pondréis esmoquin y – apuntando con el dedo a Ernesto – y tú, bailarás al menso tres bailes con Irene,
  • ¿Con Irene? – dijo horrorizado porque era una niña insufrible
  • Sí – dijo con cara de satisfacción
  • Eres un mal bicho, Olga – dijo entre dientes Ernesto
  • Si quieres bailo yo con Irene, a mi no me importa dijo Victor viendo la cara de odio de su hermano
  • No tiene que ser Ernie – dijo con sonrisita burlona
  • Lo que sea, ya me la pagarás – Ernesto masculló apretando fuertemente los puños. Olga se dio por satisfecha y salió del cuarto de los chicos

A la mañana siguiente simón despertó a Ernesto a las seis, se lo llevaba a la oficina para hacer algo de limpieza en el archivo y ayudar con la tareas más sencillas pero desagradecidas del los del departamento de contabilidad. Ernesto debía de reconocer que su padre no le había mentido seguro que no existía tarea más aburrida en el mundo. Sobre las tres y media Simón decidió que era hora de regresar a casa, llamó a Ernesto y se fueron para el apartamento.
Al llegar la casa estaba desierta, Ernesto preguntó a su padre dónde se había metido todo el mundo y Simón le dijo que su hermana había perdido un pendiente el otro día y que habían salido a buscarlo. Ernesto sonrió al oír eso, debía de reconocer que su hermana ponía buenas excusas.

  • Pues aprovechemos que estamos solo, ve al despacho, yo voy a ponerme cómodo.
  • Papá, de verdad, que no hay manera de que lo dejemos, te juro que…
  • Hijo –  le interrumpió Simón –  no insistas, no intentes negociar conmigo, he hecho una fortuna por algo…Además me irrita mucho que me cuestionen cuando creo haber dejado muy claro que ibas a recibir un recordatorio los  siguientes 3 días –  Simón no estaba molesto, es más, lo entendía, él hubiera intentado lo mismo, pero quería que su hijo supiera que no iba a claudicar en eso, por mucho que él mismo odiase tener que cumplir su promesa
  • Pffff – resopló Ernesto pero se fue al despacho, cuando minutos más tardes entró Simón al despachito vio que Ernesto estaba de píe esperando nervioso mordiéndose la uña del dedo meñique
  • Hijo, me disgusta tener que zurrarte pero más me disgusta como te comportaste y quiero asegurarme que no se vuelva a repetir, no quiero tener que aporrear ninguna puerta más  para que uno de mis hijos me haga caso – y se fue hacía el cajón donde estaba guardada la regla – y antes de empezar quiero oírlo de tu boca – dijo sentándose sobre una esquinita del escritorio. Ernesto respiró profundamente, se preguntaba cuantas veces más tendría que decirle a su padre que había aprendido la lección que nunca más se encerraría en el baño para evitar un castigo
  • No debí salir corriendo cuando me reñíais y no debí encerrarme en el baño para evitar que…que me castigarais  – dijo muerto de vergüenza
  • Ok  ¿Sobre el escritorio o sobre mis rodillas? – le preguntó como había hecho el día anterior. Esta vez Ernesto se le vio más dubitativo. Si que parecía más de macho recibirla sobre el escritorio pero sabía que el recorrido que hacía la regla era más corto sobre las rodillas y por lo tanto dolía menos –  hijo es para hoy – dijo Simón mirándose el reloj viendo que el chico no se decidía
  • Sobre tus rodillas –  dijo en un susurro, simón tuvo que esforzarse para entender lo que acababa de decir Ernesto. Simón tomó aire, agarró la regla y se sentó en su silla, con el dedo le indicó que se acercara. Ernesto obedeció y de inmediato se echó sobre el regazo de su padre
  • No tan rápido, jovencito, esto va fuera –  dando un tironcito a los pantalones. Ernesto se había colocado tan rápido precisamente con la esperanza  que su padre olvidara lo de los pantalones. Ernesto puso cara de pocos amigos pero se levantó de nuevo y se bajó pantalones y calzoncillos hasta las rodillas y ahora por pudor y no por picardía se colocó de nuevo rápidamente sobre el regazo de su padre –  15 –  anunció  Simón y alzó la regla

Ernesto estaba subiéndose los pantalones cuando escuchó la puerta de casa cerrase y lo que indiscutiblemente eran las voces de Lucia y Olga. Ernesto se le transformó la cara de dolor a pánico. Simón negó con la cabeza y le puso una mano en el hombro y le dijo que podía quedarse ahí el rato que necesitara. Él mientras iría a recibir a la  familia.
Bien tentado estuvo Ernesto de arrojar por la ventana la maldita regla, pero sabía que a partir de infantil eso no solucionaría nada. No solo no solucionaría nada sino que seguramente cabreara más a Simón. Y ya solo le quedaba una zurra más y ya habría acabado todo, agarró la regla y la guardó en el primer cajón. Se limpió las lagrimas y esperó un rato a que los ojos se le deshincharan. Mientras esperaba cotilleó un poco por aquel despachito, su padre lo tenía todo super bien colocado. Le hizo gracia que sobre el escritorio hubiera tres fotos. Una de la boda de su madre con Simón, otra de ellos tres haciendo muecas y una en blanco y negro de lo que debían ser los padres de Simón.
Ernesto se dio cuenta que de la vida de simón sabía bien poco, si conocía  a su hermana María y había oído hablar un par de veces de otra hermana, Carmen que trabajaba en una granja o algo así. Y a la boda habían ido un montón de primos de Simón y dos tipos muy parecidos a Simón pero un poco más jóvenes, pero que Ernesto no había hecho mucho caso porque aquel día estaba más preocupado por la música y la comida que por conocer gente.
Ernesto agarró la foto en blanco y la miró atentamente buscando similitudes entre aquel señor antiguo y Simón, pero Simón era enorme y aquel señor era pequeñito y medio calvo. La señora también se la veía menudita y parecía medio mestiza, Ernesto se quedó un poco sorprendido porque Simón se veía tan alto y regio…Ernesto dejó la foto tal y como estaba al oír unos pasos subiendo la escalerita. Era Cristina, venía a buscarlo porque su madre quería hablar con él.
Ernesto bajó enseguida porque sabía que su madre seguía muy enojado con él y no quería que empezara a gritar por toda la casa lo mal mandado que era. Lucia traía los esmóquines de Victor y de él yq quería que selos probasen, por si había que cambiarlos poder hacerlo esa misma tarde. La fiesta era mañana y no había tiempo que perder. Cuando Ernesto vio el esmoquin se le puso muy mala cara. Odiaba profundamente a su hermana. Era retorcida a más no poder y lo de tener que bailar con aquella estúpida de mierda se la iba a guardar por mucho tiempo. Ernesto tomó el esmoquin de mala gana y fue a su habitación a probárselo. Victor estaba luchando con el fajín, Ernesto no pudo más que reírse al ver como un traje le estaba dando una paliza al enano.
  • Esto es imposible, debería llevar instrucciones, como los muebles del ikea ¿sabes? – le dijo Victor
  • Te estás poniendo lo de detrás, delante – le dijo Ernesto riéndose
  • ¡Imposible! Lo graparé – dijo Victor frustrado dándole un tirón al fajín
  • Tu hazlo y verás la que te cae. Por cierto ¿devolviste eso?
  • Si, ningún problema, la caja seguía allí, la coloqué donde estaba y Olga “encontró el pendiente” y nos largamos.
  • Menos mal, al menos algo bueno. Oye idiota, no vuelvas a coger algo que no es tuyo, hablo en serio Victor. No te diré eso de que robar caca, pero joder, tío, que si te pillan puedes ir a la cárcel
  • ¡No seas idiota, Ernesto, los niños no van a la cárcel!
  • No, van a reformatorios, no has visto tu en las pelis como son los reformatorios allí pegan y abusan de los niños, sobre todo de los niños como tú
  • ¿Cómo yo? –  preguntó extrañado Victor
  • Si, medio gilipollas
  • Idiota – y ambos niños se empezaron a pelear más bien en broma, sin hacerse mucho daño, solo fastidiándose
  • ¡Vosotros dos! Es que no podéis estar bien ni un minuto – dijo enfadada Lucia en el quicio de la puerta  – Victor, pobre de ti que hayas roto el traje con la peleíta. A ver, ven aquí  – y en cuanto estuvo a tito Lucia agarró a Victor por el brazo y empezó a examinar minuciosamente la ropa. Respiró aliviada al ver que solo estaba arrugada –  Plass – le dio una dura nalgada –  llévalo a la cocina, le pediré a Sagrario que lo planche. ¿te está bien?
  • Auuuu me hiciste daño – se quejó Victor sobándose el trasero
  • ¡Victor! ¿te he preguntado si te queda bien?
  • No lo sé, no pude ponérmelo, no hay forma – Lucia rodó los ojos y pidió al señor que la colmara de paciencia –  anda, trae,  que te ayudo – y Victor sonrió triunfante–  ¿Y  Tú qué? ¿te vas a quedar en calzoncillos todo el día?, Anda, pruébatelo – le dijo a Ernesto que empezó rápidamente a probárselo mientras su madre ayudaba a su hermano
  • Oye mamá ¿Sabes si vendrá alguien de la familia de Simón a la fiesta? – preguntó Ernesto mientras se metía la camisa por dentro
  • Pues vendrá María y Jose Luís y los chicos, por supuesto – dijo  Lucia mientras luchaba con Victor –  y una prima de vuestro padre que tiene una hija de la edad vuestra –  refiriéndose a Olga y a Ernesto
  • Es raro que no vengan mucho la familia de papá por aquí ¿no?
  • Hijo, ¿a qué viene eso ahora? la nuestra tampoco viene mucho. A parte de Teo que vive a 20 minutos de aquí, y los abuelos que vinieron en Navidad, no hemos recibido muchas visitas.
  • Es que…Simón…papá no habla mucho de su familia.
  • Bueno hijo, ¿Qué quieres saber? Son 7 hermanos, él es el mayor, tres chicos y 4 chicas. Y creo que es la hermana más joven de tu padre la que  vive en Suiza y es informática como lo que tú quieres ser de mayor – dijo sin dar importancia
  • Pues primera noticia – Ernesto se encogió de hombros
  • Bueno hijo si no te encerrarás en ti cuarto y hicieras más vida familiar quizás te enterarías de estas cosas – Ernesto rodó los ojos su madre nunca perdía la oportunidad para regañarlo – ¡Ohhhhh estás guapísimo, de figurita de tarta de bodas, que hijos más guapos tengo, madre! – dijo pellizcándole las mejillas y dándole un beso a cada uno. Que ambos no tardaron ni un segundo a limpiarse
  • Mamaaaaaaaaa – protestaron los dos a la vez
  • Quejaros todo lo que queráis pero estáis de marco de foto.Todas las niñas van a querer bailar contigo, Ernesto – dijo hinchada de orgullo
  • Jajaja y alguna hasta tres veces – dijo Victor burlándose porque le tocaría bailar con Irene tres veces. Ernesto le dio un cocorotazo a su hermano por el comentario
  • Plass – tal y como Ernesto le daba el cocorotazo a Victor  Lucia le daba una nalgada a Ernesto
  • Aaaaaaaaaah auuuu mamá auu duele  – se quejó Ernesto dando saltito, no había ni media hora que su padre le había calentado a base de bien el trasero
  • Me duele la boca de repetiros que no os peléis de esa manera –  dijo enfadada de nuevo
  • Pero es que –  empezó Ernesto
  • Ni es que ni es ca, Ernesto sé que también es tu cumpleaños, pero tu hermana lleva meses planeando esta fiesta, para ella es muy importante, así que quiero que os comportéis como dos auténticos caballeros, no quiero peleas, ni insultos, ni burlas ni nada. No le vais a estropear la fiesta ¿estamos? – y cuando Lucia amenazaba no tenía nada que envidiar a Simón, realmente intimidaba al más duro  – Y eso va especialmente por ti – dijo apuntando con el dedo a Victor –  nada de bromas ni de payasadas – ambos chicos se desinflaron – ¿estamos?
  • Estamos – dijeron tristes los dos
  • Muy bien, quitaros eso antes que los manchéis y llevarlos a la cocina para que Sagrario los planche.

Al fin llegó el tan esperado día Olga y Ernesto cumplían 15 años. Lucia preparó un super desayuno para festejarlo, cosa que hizo el deleite de los chicos pero que Olga a penas probó porque no quería que le vestido le fuera estrecho. Olga estaba medio histérica, de repente le entró el pánico y empezó a decir que nadie iba a ir y que sería el mayor ridículo de su vida. Ernesto le pidió a Simón que le diera algo de trabajo que no aguantaba más los lloriqueos de su hermana. Simón se rió y se lo llevó a limpiar el coche. el coche quedó como una patena, a Ernesto no le importaba limpiar el coche no lo veía como una tarea, además Simón siempre iba a una pequeña montañita para limpiar el coche y Ernesto le encantaba el aire libre.

  • Bueno, hoy cumples 15, aunque sé que el único regalo que has pedido era el viaje y que no es que hecho muchos méritos últimamente, quería tener un detalle contigo – y sacó una cajita del bolsillo interior de la chaqueta y se lo dio
  • Vaya, joder, no sé qué decir
  • Pues empieza por no decir palabrotas – le riñó y Ernesto puso una mueca muy graciosa –  de verdad hijo, que eres lo que no hay. Pero ábrelo que no muerde – dijo Simón más nervioso que Ernesto. Ernesto lo abrió y dentro había el último modelo de iphone
  • ¡Joder, papá, esto lo caña! – comenzó a dar salto de pura alegría
  • Esa boca – Simón rodó los ojos ese chico era imposible –  a que te lo quito por deslenguado
  • No, papá no – y empezó a abrazarlo y darle besos – eres el mejor, el mejor, es una bomba, solo un par de chicos del cole lo tiene, espera que selo enseñe a Pascu, él tiene el 6s  aún, jajaja
  • Estaba entre el telefonito o un reloj
  • ¡El teléfono tiene reloj!
  • Eso me dijo Ortuño jejeje Ey ey hijo, calma, hijo – empezó a llamar la atención de su hijo que seguía dando botes como loco  – eyyy! –   alzó la voz y se puso serio – esto no es un juguete, es muy caro
  • Lo sé casi 1000 dólares – dijo con cara llena de felicidad
  • Más si le sumas la carcasa y el seguro y el protector de pantalla – Simón no podía creerse que le estuviera dando un regalo tan caro, él que siempre había criticado a aquellos que se gastaban fortunas en regalos para sus hijos. Pero llevaban una pequeña fortuna en la fiesta de Olga y no le parecía justo que Ernesto no se llevara nada en el día de su cumpleaños
  • Te juro que lo cuidaré mejor que a mi vida, lo juro – dijo sin poder quitar el ojo del teléfono
  • Eso espero porque no pienso comprarte otro hasta que cumplas 18.
  • No será necesario, este me durará toda la vida.
  • Muy bien, ahora dámelo – y alargó la mano para que se lo diera
  • ¿Qué?
  • Estás castigado Ernesto ¿recuerdas? Hasta el día 16 no podrás disfrutar de tu regalo
  • joooooo papá eso es super injusto venga…juro que no lo utilizaré mientras estoy haciendo tareas
  • Mira hacemos un trato te lo dejo hoy por ser tu cumpleaños y mañana me lo das y yo te lo devolveré el 16 para que te lo lleves de vacaciones ¿ok?
  • Vale – dijo estrechando la mano de su padre aunque no estuviera muy feliz de tener que esperar casi un mes
  • Eyyy nos vamos ya a casa quiero enseñárselo a Salva – dijo super emoncionado
  • Si, ahora, antes tenemos una última charla pendiente tú y yo.
  • ¿Qué? ¿Ahora? ¿Aquí? Pero si es mi cumple – comenzó a protestar
  • Lo sé te acabo de regalar un teléfono de más de mil dólares – dijo con una media sonrisa
  • Venga, papá, por favor…olvídalo, por una vez en tu vida, te juro que no le diré a nadie que faltaste a tu palabra
  • Lo sabré yo y lo sabrás tú y eso para mí ya es mucho. Anda que con esta ya acabamos – dijo metiendo la mano en la guantera y sacando la regla
  • ¿HAS TRAÍDO ES A MALDITA COSA AQUÍ? ¡ESTÁS FATAL! – dijo alucinado Ernesto
  • Hoy la casa está llena de gente que entran y que salen, pensé que preferirías algo de intimidad.
  • Así que lo de lavar el coche era una treta para poder  zurrarme a solas ¿no?
  • No, el coche estaba realmente sucio pero se puede decir que hemos matado dos pájaros de un tiro
  • No le encuentro la puta gracia – dijo enfadado Ernesto cruzándose de brazos
  • Hijo si te tengo que avisar hoy otra vez que cuides tu lenguaje no te va a gustar como ni tantito como lo haré –  dijo mortalmente serio y Ernesto tragó saliva
  • Lo siento –  dijo bajando la cabeza arrepentido
  • Hablo en serio Ernesto, ni una mala palabra más –  dijo muy serio Simón. Ernesto levantó la cabeza y miró a Simón y asintió con la cabeza –  muy bien  – y se sentó en el asiento del copiloto y se dio una palmada en la pierna para indicarle que se pusiera sobre su regazo – Las últimas 15 y se acabó – dijo Simón mirando con ternura a Ernesto. Ernesto se desabrochó el pantalón de mala gana y se colocó sobre el regazo de su padre. Y se agarró fuerte a la pierna de  Simón para no perder el equilibrio y para aguantar el dolor – Será rápido, lo prometo – dijo y dejó caer tres reglazos casi sin darle tiempo a respirar – PLACK PLACK PLACK
  • AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAU NO NO NO PAPÁ NO AUUUUU
  • PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK  – acto seguido cayeron 5 más a velocidad del rayo
  • Nooooooooooooo auuuu au así duele más no au au no lo hagas rápido no auuuuu – empezó a retorcerse hasta que acabó en el suelo – papá por favor, no, como siempre hazlo como siempre  – dijo alejándose de él un par de pasos
  • De acuerdo, perdona, pensé que querías acabar con esto cuanto antes
  • Y quiero pero jo… – se mordió la lengua casi se le escapa el joder – jopetas así es inhumano – Simón tomó buena nota que lo de la velocidad con la regla no era buena idea
  • Lo siento hijo, no pensé que fuera más duro, ok los que quedan lo haremos al ritmo que tu me digas – y Ernesto se acercó de nuevo a Simón un poco receloso pero se volvió a colocar en posición – Cuando tú digas – Y Ernesto respiró hondo varias veces hasta que reunió valor para continuar
  • Vale, ya – dijo flojito y agarrándose fuerte a la pierna de su padre
  • PLACK – Simón dejó caer la regla firme pero esta vez menos fuerte – no volverás a marcharte y encerrarte cuando estemos riñéndote – aprovechó para decir  mientras esperaba que el chico se recuperara
  • Arghhhhhh buffff grrrrr – Ernesto respiró hondo otra vez un par de veces hasta que encontró las fuerzas para hablar – vale
  • PLACK – Simón maldijo el momento en que le dijo a Ernesto que le estaría zurrando los siguientes días
  • Aaaaaaaaaaaaarghh bufff bufff auuu grrrr  – Ernesto sabía que había recibido zurras peores pero el hecho que esos primeros reglazos fueran tan fuerte hacía que le costara ahora más aguantar el tipo – vale ya
  • PLACK no eres un niño pequeño para ir escondiéndote y nosotros no somos ogros que se comen a las criaturas ¿Te das cuenta de lo ridículo que fue?
  • Aaaaaaaaaaaah ay au bwuaaaaaaaaaaaa si, auuuu lo sé ahora lo sé, auuuu y nunca más snif snif  – Ernesto se tomó un poco más de tiempo esta vez antes de decirle a su padre que continuara –  ya
  • PLACK Hijo no sabes cuánto me repatea que me desobedezcas pero que encima me ignores y huyas mientras te estoy riñendo por haber hecho algo mal eso…eso me saca de mis casillas. Es la guindita al pastel a la falta de respeto.
  • Bwuaaaaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaa sniff snif papá por favor ya no más, duele, duele de verdad
  • Solo dos más hijo, solo dos PLACK – y tras dejar pasar unos minutos de dio la penúltima – No vuelvas a hacer algo tan estúpido, infantil e irrespetuoso como lo de salir corriendo cuando se te riñe ¿vale? – pero esta vez sonaba más como una súplica que como un reproche
  • Bwuaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaaaaa – Enrique no se veía capaz para contestar solo podía llorar
  • Ya hijo ya, la última y se acaba, o juro. Ya, y olvidamos de una vez por todas lo que ha pasado estos últimos días PLACK – cuando Simón notó que Ernesto volvía a respirar con normalidad dejó caer el último reglazo y en seguida abrazó al chico y empezó a consolarlo
  • Bwuaaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaaa lo siento, lo siento mucho – repetía una y otra vez Ernesto abrazado a su padre
  • Lo sé hijo, lo sé. Yo también lo siento mucho, pero no me has dejado otra. por favor, hijo, te lo ruego no vuelvas a ponerme en esta situación, no quiero tener que pasar por esto mismo todos los días. No me gusta ni siquiera cuando te tengo que zurrar de vez en cuando, así que  ni te imaginas lo que ha significado tener que hacerlo a diario.
  • Papá no te ofendas, pero se te olvida que es mi culo el que ha recibido todos esos golpes. Yo si que no quiero que esto se vuelva a repetir jamás
  • Jejeje bueno en eso llevas razón, así que creo que por ambas partes estamos de acuerdo,  no más menoscabar mi autoridad ¿eh?
  • Vale, quedó claro, cuando digáis no es no  y cuando digáis ven aquí, voy y sin demorarme.
  • Eso es  – dijo despeinándolo – anda, vamos para casa, como lleguemos tarde a comer va a ser tu madre quien rusta mi trasero.
  • Jejeje pues hoy con lo de Olga está de un humor de perros, así que mejor nos apresuramos
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6 comentarios:

  1. Little voy a darle un golpe a Simón, y me uno a los pensamientos de Ernesto, es un palo de golf metido al culo, jajajajjaja

    Pegar 3 veces, no podia ser indulgente en su cumpleaños?... vamos era SU CUMPLE, NADIE ES CASTIGADO EN SU CUMPLE

    RECLAMO, RECLAMO, RECLAMO, JAJAJAJJA

    un abrazo guapa

    Marambra

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  2. Little,un capítulo genial.nada como ser fiel a la palabra dicha.
    jjj y cumplir a rajatabla!
    me imagino que Ernesto habrá entendido la idea de papá.
    por otra parte me gustó el gesto del teléfono nuevo,por lo visto Simón ya sufre de las debilidades de los papás jjjj los chicos son cada vez mas naturales con él y me he sentido muy a gusto leyendo el capítulo.
    Espero leer pronto mas de esta familia y saber como le va en el viaje al chico,¿se habrán comportado como "caballeros"los dos muchachitos en el baile de su hermana como dijo mamá????
    Saludos y muchas gracias,
    Keny

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  3. Me encanto el capítulo muy bueno me encanta el personaje de simón de gran Papá

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  4. Me encantó el capi, pobre Ernesto que se lo zurrón en su cumple pero bueno... es de palabra el jefe y ahora lo dejó más que claro.
    Llevar la regla en el auto? lo tenía todo fríamente calculado, al menos volver a casa co ese teléfono tiene que haber mermado el dolorcito.
    A mi también me encanta la naturalidad que hay entre padre e hijos, que si bien Simón se portó bien desde que decidió participar más en la crianza de los niños y cumplir su rol de padre los niños demoraron más.
    Me quedé con eso de la familia de Simón y la pareja de la foto, será que hay algo por ahí que no sabemos? Después de todo cada familia s un mundo y hay secretarios por todos lados.
    Bueno, también queda saber algo de la fiesta, al menos están todos en paz, Ernesto cumplió la condena y Víctor se salvó por un pelo de que lo pillen, que bueno que los hermanos mayores se portaron bien, aunque tambien hayan tenido sus intereses privados en mantener la fiesta en paz.
    Como siempre un gusto leerte

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  5. Realmente Simon se ha adaptadoa su papel de padre de una forma asombrosa y lo chicos lo llaman papa asi que definitivamente lo esta haciendo muy bien. Excelente

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  6. Auch pobre Ernesto... Ahora si le fue mal!! Pero waaaoo que regalazo!! Punto para el jefe!!
    Me pareció muy justo que después de todo lo que esta gastando con Olga le de un celular a Ernesto!!
    Ese teo me cae muy mal!!...
    Y olga se pasó porque chantajea a Ernesto si el favor y la salvada de trasero era para su otro hermano!!

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