El Jefe
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 3 de Julio del 2016.
Etiquetas: M/m - M/f
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Capítulo 8
Los problemas de tres en tres
Autora: Little Hoshi
A cuatro días
para que iniciaran las clases la casa era una auténtica locura. Lucia solía
dejar todo para último momento, porque según ella a más tarde comprara el
material más probabilidades había que llegara intacto al inicio del curso.
Simón que era un hombre que le gustaba tenerlo todo atado y bien atado de
antemano, no lo estaba llevando muy bien. Los chicos, en especial Victor, se
apuraban a acabar las tareas del verano, que por mucho que hubieran asegurado y
reasegurado que estaba todas ya acabadas, siempre acababa saliendo alguna que
se les pasó o extravió.
Lucia
fan de las compras de internet, tenía la casa llena de cajas, y cada dos o tres
horas sonaba el timbre, con el mensajero de turno con una caja o dos más.
Cuando aquella mañana llamó al interfono el tercer mensajero Simón saltó, y de
muy malos modos le dijo a su esposa que porque no dejaba la puerta abierta
total aquello parecía más un almacén aduanero que una casa. El mal humor de
Simón se debía a varias cosas, en el
trabajo la vuelta de vacaciones de verano siempre era tarea complicada. La
gente se había acostumbrado demasiado rápido a un nivel de trabajo más calmado
y cuando regresaba la normalidad empezaban las bajas, las quejas y los malos
humos. Después estaba el asunto de que los chicos parecían totalmente
asilvestrados sobre todo Victor, en unos días empezarían de nuevo las clases y
eran incapaz de acostarse antes de las 12 de la noche. Y para más colmo
Cristina se había despedido, había encontrado una plaza fija en el hospital y
por supuesto la había aceptado. Así que a unos días de que los niños regresaran
a la escuela aún estaba entrevistando enfermeras, y por desgracia Cristina
había puesto el listón muy alto.
- ¡Aaaaaaaaaaaah – grito Sagrario en la cocina – ¡Maldito niño del demonio! Cómo te pille te voy a deslomar – dijo saliendo tras el niño que corrió alrededor de la mesa del comedor mientras reía y le hacía burla
- Pero que es todo este jaleo – dijo Julia
- Señora, ese demonio que quiere matarme de un ataque al corazón
- Jijiji – se rio Victor
- ¿Qué has hecho Victor? – dijo cansada Lucia porque Simón había vuelto a coger la perra de las bromitas
- Nada mamí, solo una bromita de nada, Sagrario que es una exagerada
- ¿Una bromita? – dijo ofendida Sagrario y le mostró lo que era una mano de maniquí. Lucia reconoció enseguida la mano del maniquí, era de Olga, la usaba para guardar sus anillos – ¿usted cree que ponerme esto dentro de la lavadora es gracioso? – dijo sagrario blandiendo la mano del maniquí ante las narices de Lucia
- Lo siento, mucho Sagrario, estoy seguro que Victor no pensó que se llevara un susto tan grande – dijo muy apenada – ¡Victor! discúlpate ahora mismo con Sagrario – le dijo enfadada a su hijo
- Lo siento Sagrario – dijo pero con una cara de pillo que daba miedo. Sagrario sabía que no iba a sacar más que aquella falsa disculpa y viendo la hora que era regresó a la cocina refunfuñando todo tipo de maldiciones
- Victor, por el amor de Dios ¿Es que quieres matar de un infarto a la pobre Sagrario? – empezó a reñirle su madre en cuanto Sagrario salió del salón – nada más nos faltaba que Sagrario también se fuese – y en ese instante entró Simón en el salón
- ¡Qué Sagrario se va! – dijo casi en pánico. Sagrario llevaba trabajando para él desde hacía más de 10 años y le tenía mucho aprecio
- No, tranquilo, no se va. Solo estaba riñendo al niño que le ha gastado una broma a Sagrario…
- ¡Victor! – Simón buscó con la mirada a Victor que se había mimetizado con la cortina de la terraza – no te escondas, ven aquí – y apunto con el dedo justo en frente de él. Victor que sabía que su padre no andaba de muy buen humor, no lo hizo esperar y fue hasta donde él estaba. Simón le agarró por la orejita y tiró de ella – No… más… bromas – dando un tironcito más fuerte a cada palabra – Si de aquí a que empiece la escuela te pillo haciendo alguna otra broma, por inocente que sea, te voy a dar una buena – le soltó la oreja
- AUUUU SNIF SNIF Valeee – dijo sobándose la orejita
- Ahora ve a tu cuarto y no salgas hasta que te lo mande – Victor corrió a su cuarto sabía que estando su padre de ese humor lo mejor era poner tierra de por medio
- Estamos de mejor humor ¿eh? – dijo Lucia con sarcasmo
- Si, ya ves – dijo enfadado – ni que fuera posible ponerse de mejor humor cuando tu casa está llena de cajas, te pasa el día entrevistando a mocosas que no quieren ni dar palo al agua y tus hijos se comportan como salvajes – y con ese pequeño berrinche Simón se desfogó un poco
- ¿No has encontrado aún sustituta para Cristina? – Dijo preocupada Lucia
- Nooo, está siendo tan complicado…no sé que ha cambiado de un año a esta parte pero las chicas de ahora solo piden piden piden y cuando le dices las condiciones como que me tratan de negrero – dijo sentándose en el sofá al lado de su esposa
- Podríamos preguntarle a Cristina ¿quizás ella sepa de alguien de confianza, ya sabes…por preguntar no se pierde nada.
- No quería molestarla, después que la chica aguantó hasta que nos fuimos de vacaciones. Sé que al día siguiente empezaba en el Hospital, ni un día de descanso tuvo.
- Sí, que era un cielo y será muy difícil encontrar alguien como ella. Pero ahora ya soy más independiente que antes, me valgo bastante bien por mi sola.
- Necesitas una enfermera, el médico lo dijo, eso o me quedo yo en casa y
- ¡No digas estupideces! Si te quedarás en casa al cabo de tres semanas te estarías subiendo por las paredes y yo no te aguantaría y te pediría el divorcio – dijo riendo Lucia
- Estoy muy gruñón ¿verdad? – dijo dándole un beso muy dulce
- Un poquito – dijo riéndose y devolviéndole los arrumacos
- Por dios que asco, buscaros un hotel – dijo Enrique con cara de asco al entrar con unos amigos en el salón
- ¿Ernesto? No ibais a casa de Pascu a jugar a no se que – dijo Lucia sorprendida de verlo en casa y apartándose un poco de su marido
- Está con cagaleras – Simón rodó los ojos al oírlo – nos hemos venido aquí – dijo empezando a sacar al videoconsola y preparando los mandos y todo
- ¿Al menos podrías preguntar? – dijo simón respirando hondo ya garrando al cuello a su esposa y poniéndola en la silla de ruedas
- ¿Podemos? – pregunto muy descarado Ernesto. Simón de buen gusto le hubiera dicho que no. Pero era cierto llevaba unos días muy gruñón y además mientras Ernesto estuviera con sus amigos en el salón, Lucia y él podrían pasar un ratito juntos. Así que tras lanzarle una de esas miradas de “no te pases ni un pelo” empujó la silla de Lucia fuera del salón dejando aquellos 4 chicos solos alborotando con el jueguecito de moda
Estar
a solas como cuando empezaban a salir le hizo bien a Simón y a Lucia aunque
fuera con Victor castigado en su habitación y Ernesto dando gritos en el saló.
El resto del día estuvo de mejor trato y no le importó tanto que siguieran
llegando mensajeros a traer ¿todo?.
A
la mañana siguiente, el cantar de cada día, los niños peleándose, Olga
metiéndose por lo inmaduros que eran, Lucia lidiando con los niños por que se
comportaran. Un millón de email del trabajo con el asunto “URGENTE” y aquella
maldita calor que aún no se iba.
Simón
se refugió en la oficina, aún no le tocaba regresar de vacaciones pero con la
excusa de firmar unos documentos se acabó quedando hasta casi la hora de
almorzar.
- Al fin llegaste – dijo Lucia, nada más ver a su marido asomar la nariz por la cocina
- ¿Pasó algo?
- Si – dijo ella sonriente – Tengo dos noticias, una buenísima y otra no – dijo sin parar de sonreír
- Ok – dijo riéndose Simón – dame primero la buenísima que hace tiempo que no recibo de esas – y se apoyó en la isleta de la cocina para escuchar a su esposa
- Ya tenemos enfermera – dijo con una sonrisa de punta a punta. Y Simón abrió los ojos sorprendido– sí, llamé a Cristina. Y me dijo que justo una compañera de su promoción se había quedado en el paro y que le urgía encontrar trabajo porque se le acababa el dinero para el alquiler. Así que la llamé y le conté el trabajo y las condiciones y el hecho de poder vivir aquí y ahorrarse el alquiler le encantó, así que el lunes mismo empieza.
- Dios, mío, Lucia , eso es fantástico
- Se la veía muy buena mujer, ya la verás, te encantará – dijo Lucia muy contenta
- Eso hay que celebrarlo, nos vamos a cenar fuera esta noche. Llamaré a mi hermana seguro que no le importa quedarse con los…
- Alto, alto, falta la otra noticia – dijo Lucia mirando de reojo a su marido
- Y ahora es cuando nos quedamos sin cenita ¿verdad? – dijo Simón triste
- Han llamado de la escuela, por lo visto teníamos que haber ido a por los uniformes le martes pasado. Pero no fuimos – dijo poniendo una mueca. Lo cierto es que habían llamado pero el recado lo tomó Ernesto y se le había olvidado darlo. Pero Lucia no quería problemas y omitió esa parte de la información – así que sabiendo nuestras circunstancias, me han hecho el favor y si vamos esta tarde con los niños podemos recogerlos. Pero después podemos ir a esa cenita – dijo forzando una sonrisa
- Vaya que me toca hacer de chofer y personal shopping ¿no? – dijo poniendo morros y Lucia solo lo miró con algo de pena
- Los niños ya han comido y están listos, mientras te caliento la comida, ves a ducharte y cambiarte. Hay que estar allí antes de las 4 – dijo Lucia
- Perfecto de compras con Victor y Ernesto, menudo planazo
- Te lo compensaré esta noche – y por alguna razón Simón se puso rojo como un colegial
Ninguno
de ellos iba contento a la escuela, todos odiaban eso de llevar uniformes. Eran
de lo más snob que jamás habían llevado. Además Ernesto siempre se quejaba de
tener que llevar corbata, él no era ningún banquero. Simón no soportaba ir a
comprar ropa y mucho menos tener que acompañar a comprar ropa. Y las quejas de
los niños no ayudaban nada. Pero cada vez que estaba a punto de pisar el freno
y darles cuatro gritos, respiraba hondo, contaba hasta 20 y se centraba en la
noche “romántica” que le esperaba con Lucia.
- Joder, este año también nos obligan a llevar la puta corbata – se quejó Ernesto
- Señor Soto, esa boca – le amonestó uno de los profesores que estaba allí repartiendo los uniformes – espero que el lunes se le hayan quitado ya esos modales de cavernícola – Ernesto no dijo nada solo puso cara de haber olido un pedo
- Lo siento – se disculpó Simón al ver que su hijo no solo no lo hacía sino que ignoraba por completo a aquel profesor – está aún con el chip de las vacaciones, pero el lunes ya volverá a ser el Ernesto de siempre.
- Estaría bien que en vez del Ernesto de siempre fuera un Ernesto más educado – dijo el profesor como venganza de haber sido ignorado. Simón forzó una sonrisa como si fuera una broma y asintió con la cabeza
- Papá ¿qué talla tengo? – chilló Victor en la otra punta del salón para alivio de Simón, que se despidió y fue a ver que quería Victor – papá, el profe de gimnasia me dice que qué talla – dijo llevándole tres pantalones de gimnasia.
- Pues ni idea, es pera que llamo a tu madre – y sacó el teléfono y en menos de un minuto ya sabía la talla de blusa, zapatos, pantalones y gorro de los tres – la 11.
- Genial, eso significa que soy alto ¿verdad? – dijo dando un salto de alegría
- Si – y Simón rio por primera vez en la tarde. Victor corrió hacia el profesor de gimnasia gritando “la once, la once”
- Yo ya estoy – dijo Olga con 4 bolsas
- ¿Todo eso? – preguntó Simón sorprendido
- Si – dijo muy seca
- A ver, trae que vea – dijo desconfiado
- Papaaaaaaaa – dijo muerta de vergüenza
- No sé a qué tanta vergüenza si solo es ropa de la escuela ¿no? – dijo alzando una ceja y empezando a examina las bolsas – ¿6 uniformes? ¿y todos estos trajes de baño? – dijo Simón sorprendido pero no gratamente
- 3 de verano y 3 de invierno, y no todos son trajes de baño estos dos son mallot de gimnasia – dijo un poco enfadada volviendo a guardar todo en las bolsas
- Tu madre dijo que – y sacó el móvil y miró el whatsapp – 2 de verano y 2 de invierno solo 2 trajes de baño y 1 mallot de gimnasia – leyó en voz alta – y no dejes que te enrede comprando más.
- Pero así siempre llevaré le mismo mallot – dijo escandalizada
- Olga, es el colegio, no la fashion week de New York – dijo Simón volviendo a sacar la ropa de más de las bolsas – ve y devuélvelo – le dijo firme pero sin parecer enfadado
- Pero papá…. – empezó a protestar de nuevo
- Hija, por si aún no te has dado cuenta estos días no ando de muy buen humor, si sabes lo que te conviene devolverás eso y te dejarás de pucheritos, replicas y miraditas de odio ¿estamos? – dijo con una sonrisa pero el tono no era para nada simpático. Olga lo miró fijamente unos segundos evaluando si podía forzar un poco más pero se dio cuenta que su padre estaba en plan Harry el sucio “big my day, baby” esperando la más mínima excusa para saltar sobre sus cuellos
- Vale – dijo aunque poniendo morros fue a devolver todo lo que había comprado de más. Con los chicos pasó todo lo contrario. Tanto Ernesto como Victor solo llevaban la mitad de las cosas que necesitaban. Tras cerciorarse 2 veces que lo llevaban todo, dieron las gracias por el favor de abrir para ellos y se despidieron
- Papá, te equivocaste, esta no es la salida para casa – dijo Ernesto sacándose un auricular de la oreja
- ¡No vamos a casa – dijo Simón
- ¡Más compras!... NOOO! – dijo horrorizado Ernesto
- No. Os voy a dejar en casa de mi hermana, esta noche la pasáis allí, vuestra madre y yo tenemos un compromiso – no iba a decirles que era para estar en plan enamorados con su madre
- ¡Yupi! – saltó Victor y Simón sonrió y acto seguido miró por el retrovisor la reacción de Olga y Ernesto. Aunque no estaban tan entusiasmado como Victor no parecían molestos
Tanto
Lucia como simón disfrutaron de su noche romántica, hacía muchísimo tiempo que
no salían ellos dos solos en plan romántico. Su tiempo casi estaba
completamente ocupado por el trabajo y los niños y cada vez era más esporádicos
los momentos para ellos dos. Simón no era un hombre muy romántico, pero cuando
quería y se ponía sabía cómo hacer
sentir a una mujer la mujer más deseada y más bella del mundo. Y aquella noche
Lucia olvidó por completo todo, niños, dolores, trabajo, problemas y disfrutó
de la compañía y el amor de su marido.
A
la mañana siguiente mientras desayunaban
Simón pensó que sería buena idea tomarse un fin de semana para ellos
solo una vez cada dos o tres meses. Escaparse y alejarse de los problemas
cotidianos y dedicarse a mimarse el uno al otro. Aquel era su primer matrimonio
pero por amigos sabía que el matrimonio se debía mantener vivo incluso cuando
venían los hijos y lo descolocaban todo. Simón decidió que ese mismo día
buscaría algún plan romántico para hacer con Lucia por internet. Pero eso fue
antes de que su hermana llegara a cas con los niños y soltara la bomba atómica.
Ding
dong
- Esos son los niños – dijo Lucia mirándose el reloj
- Oooooh se nos acabó lo bueno – dijo Simón levantándose de la tumbona para ir abrir. Simón supo que algo malo había pasado en cuanto abrió la puerta y vio la cara de cabreo monumental que llevaba su hermana y las caras de funeral de los niños – Buenos días, hermanita – le dio dos besos y abrió del todo la puerta par que todos entraran – aunque me parece a mí que no son muy buenos ¿Qué pasa?
- Mejor entramos y te lo cuento – dijo muy seca y Simón cerró los ojos y suspiró
- Hola María ¿qué tal se han portado los…? – pero Lucia tampoco acabó la frase la cara de María daba miedo – ¿Tan mal, eh? ¿Qué habéis hecho ya? – dijo Lucia mirando a sus hijos pero los tres bajaron la cabeza y no dijeron nada – ¿Los tres? – dijo alucinada
- Mira, querida – empezó María a hablar sin ni tomar asiento – te quiero mucho, como una hermana y lo sabes, y a ellos – refiriéndose a los niños – ya los quería mucho cuando solo eran mis vecinos, pero yo también soy madre y lo primero son MIS hijos – Lucia abrió mucho los ojos no le gustaba nada como sonaba eso
- ¿Qué ha pasado María? – dijo Simón preocupado
- Pues que Victor y Andrés decidieron que sería divertido tirar sus planeadores desde el tejado de la casa y se subieron, en medio de la noche a oscuras a hacer prácticas de lanzamiento – tanto Lucía como Simón miraron a Victor que empezó a llorar – Entonces como suele ocurrir empezó una disputa, allí, arriba, en el tejado – remarcaba María con dramatismo – y Andrés cayó. Se ha fracturado la clavícula.
- Dios mío – Lucia se llevó ambas manos a la boca como para ahogar un grito
- ¡Victor Andrés Soto! – rugió Simón
- No he acabado, Simón – dijo Maria – Como los niños sabían que estaba mal jugar en el tejado, cuando Andrés cayó en vez de acudir a nosotros decidieron que se encargarían ellos mismos. Enrique y Olga lo llevaron al hospital. Así que imagínate que susto nos llevamos cuando a la una de la madrugada sonó el teléfono y eran del hospital diciendo que nuestro hijo había ingresado con una clavícula rota. Corrimos a la habitación y allí ni rastro ni de Victor ni de Andrés, y tras revisar la casa tampoco encontramos ni a Olga ni Enrique. Cuando mi marido fue a coger el coche para ir al hospital, tampoco estaba el coche – entonces Lucia y Simón miraron a Ernesto y a Olga. Que volvieron a bajar más aún la cabeza – Llamamos a un taxi y finalmente llegamos al hospital. Andrés ya había sido atendido y curado y ellos tres estaban en la sala de espera, con esas mismas caras que traen ahora y sin soltar prenda – acabó de decir furiosa
- De verdad, Maria, no sé qué decir – dijo Simón que aún estaba en estado de shock – ¿Cómo está Andrés?
- Con la clavícula rota y lleno de calmantes, pero ha sido fractura limpia, se pondrá bien. Pero hermanito ¡El tejado! Podía haberse matado, el mío o el tuyo – María seguía claramente afectada por el susto
- Yo no sé qué decir, María , de verdad que lo siento – dijo Lucia – lo siento mucho – repetía Lucia muy afectada y pensar que se podían haber matado
- Ya bueno, entenderás que en una temporada larga no sean bienvenidos a casa, me costará convencer a mi marido que solo ha sido una chiquillada – le dijo a Lucia pero mirando de reojo a su hermano
- Claro, igualmente no creo que vayan a ir a ninguna parte en mucho tiempo – dijo Lucia echando una mirada fulminante rápida a sus 3 hijos
- Bueno ya os los he traído, yo me regreso al hospital que nos han dicho que quizás le dan el alta antes de comer – y rápidamente le dio dos besos a su hermano y a Lucia y salió a toda prisa de allí
- ¡LOS TRES! ¡AL SOFÁ! ¡AHORA! – en cuanto escuchó la puerta de la calle cerrarse de un portazo Simón señaló al sofá y mandó a los tres críos sentarse. Los niños dieron un bote, al oír a Simón alzar la voz de esa manera y corrieron a sentarse al sofá. Simón los miró como si no los reconociera y se tapó la boca. Era el subconsciente que le decía que debía callar antes de que dijera algo de lo que tuviera que arrepentirse. Lucia que también estaba sentada en el sofá los miraba también atónita – Iros a vuestro cuarto y no salgáis hasta que yo o vuestra madre os lo digamos – dijo sonando espeluznantemente calmado. Lucia miró a su marido pero espero a que los niños salieran para hablar – Victor, tú ve a nuestro cuarto, no os quiero juntos – dijo antes de que saliera por la puerta
- ¿Qué vamos a hacer con ellos? – dijo Lucia en voz alta pero era más una reflexión que otra cosa
- Yo no puedo tratar ahora con ellos, te juro que si entro ahí ahora no respondo. Me voy al Hospital a ver a Andrés. Si te ves con fuerzas de encargarte tú, bien. Sino… – negó con la cabeza – no sé, de verdad que no sé – Simón no se había sentido tan perdido en su vida. Lucia se quedó sola en el salón ella tampoco sabía ni que decir ni que hacer. Era demasiado gordo. No solo estaba lo del tejado que podían haberse matado sino que después estaba lo de tomar el coche y conducir hasta el hospital, por si aún no habían tentado lo suficiente a la suerte
Simón
no fue muy bien recibido en el Hospital, su cuñado le dijo de todo menos
bonito. Le acusó de ser negligente de ser un mal padre de no saber educar a
esos niños que des de que estaban en su casa se habían asilvestrado…incluso le
amenazó de llevarlo a los tribunales por intento de homicidio y robo de
automóvil y no sé que más cosas. Simón entendía perfectamente a su cuñado, de
haber estado él en sus zapatos seguramente no se lo hubiera tomado mejor. Pero
María logró poner algo de calma en su marido y finalmente le dejaron ver a
Andrés. El chico no parecía muy afectado, se lo había tomado como una super aventura
y decía que iba a presumir un montón con sus compañeros el lunes cuando
iniciaran las clases, también le pidió a Simón que no castigara a los chicos,
lo de no llamar a la ambulancia fue cosa suya. No quería que sus padres se
enteraran y la montaran. Simón lo miró con ternura pero no le prometió nada, lo
cierto es que tanto su sobrino como Victor tenían ideas de gato tuerto. Pero
esta vez la bromita les había salido cara, sobre todo a Andrés.
Simón
llegó a casa a la hora de comer, cargado de bolsas del restaurante favorito de
Lucia, los había encargado el día anterior y ya no podía anular la reserva,
aunque lo último que le apetecía era una gran comida en familia. Pero tenían
que comer igualmente y la comida ya estaba pagada.
Lucia
había estado todo ese tiempo dándole vueltas de qué hacer con los niños y
descartado el asesinato se había quedado en blanco. No estaban hablando de que
los habían desobedecido o que habían hecho algo que estaba solo mal. Jugar en
el tejado de una casa a las tantas de la noche no solo estaba mal es que era
como jugar a la ruleta rusa. Aún habían salido demasiado bien parados. Y lo de
agarrar el coche y conducir hasta el hospital. Nadie mejor que ellos deberían
saber que un coche conducido en manos equivocadas puede ser peor que una
pistola. Ella estaba en una silla de ruedas porque un maldito borracho decidió
que no estaba tan bebido como para tomar un taxi.
Ahora
mismo podría estar en la morgue reconociendo el cadáver de sus hijos y aquel es
el peor temor de cualquier padre. Lucia se cuestionaba que tal madre estaba
siendo. ¿en qué momento empezó a fallarles? ¿Cuándo se descarriaron tanto como
para pensar que agarrar un coche sin licencia estaba bien? ¿O jugar en un
tejado? Ellos la habían cagado a base de bien pero ¿Qué parte de esa cagada era
también responsabilidad suya?
Mientras
Simón sacaba la comida de las bolsas y preparaba la mesa, Lucia y él hablaron
sobre esas inquietudes que ambos les había surgido a partir del incidente de
aquella noche. Simón se sorprendió que Lucia también tuviera dudas sobre su
labor como madre. Él al fin y al cabo era novato en eso, pero ella llevaba
siendo la madre de los niños desde que los concibió. Ambos estaban de acuerdo
que merecían un castigo ejemplar pero también creían que debían hablar con
ellos era evidente que había algo que fallaba si creyeron que podían hacer
todas esas cosas.
Lucia
se sentía mal porque des del accidente no se había dedicado tanto a los niños
incluso había delegado mucho de la educación de los críos en Simón. Básicamente
de un año y medio a esa parte solo se preocupaba de la escuela y cuando había
salido algún problema. Ya no les comía tanto con la cabeza con los modales con
lo que está bien y está mal con pequeños consejos como hacía antes. Estaba
claro que los niños no eran aún lo suficientemente mayores cómo para tener la
suficiente cabeza para hacer siempre lo correcto por si solos. Simón también se
sentía en gran parte culpable, no solo porque eran SUS hijos los que habían
perpetrado tal LOCURA sino porque si no era para darles la bronca o hacerles de
chofer o de talonario con patas no estaba mucho con los niños. No era como su
padre que se pasaba la comida o al cena charlando del día a día, o que el fin
de semana se los llevaba a pescar o hacer senderismo para estrechar vínculos.
El de los chicos era el mismo caso que el suyo y él en vez de hacer como su
padre y esforzarse en conocerlos mejor se había limitado a subirse al vagón y
seguir el trayecto que Lucia toda sola hasta entonces había tomado.
- Voy a decirle a Matilde que me voy a tomar el trabajo con más calma, delegaré algo en Javier y en Pedro, al fin y al cabo son muy competentes y trabajadores y tiene tanta o más experiencia que yo. Estaré más por casa. Creo que me he acomodado demasiado con los niños. No quiero ser solo el papá de las broncas.
- Pues hoy no es que vayamos a ser los papas de las florecitas, precisamente – dijo Lucia con sarcasmo – yo también he estado pensando en eso mismo. Yo también me he acomodado mucho, con eso que son buenos chicos que van a una de las mejores escuelas del país y que ahora tienen padre y madre…pues como que me he relajado bastante.
- Cariño ¿TU precisamente? Pero si te pasas la vida diciéndoles que se laven los dientes, que coman sus verduras, que no pongan los codos sobre la mesa, que hablen bien…
- Si, si ,si eso ya me sale de forma automática, como un robot, pero me he quedado ahí…hay que asegurarse que esos tres agarran los valores adecuados. Y el todo se vale si me salgo con la mía, no es uno de esos valores que quiero que tengan – dijo Lucia poniendo una mueca de disgusto
- ¿y qué propones?
- Debemos hacer más cosas en familia, y yo estaré más encima de ellos, se acabó eso de llegar y encerrarse en la habitación – eso iba por Ernesto – o desaparecer el fin de semana – eso iba por Olga y Victor
- Mi padre solía llevarnos de excursión y de pesca y siempre estábamos haciendo cosas juntos. Éramos una auténtica piña y he de reconocer que muchas de las cosas que aprendí con él aquellos días me han servido después en al vida – dijo con cara de añoranza
- Nosotros nunca hemos hecho cosas así, estaba sola y tenía que trabajar para poder pagar todas las facturas un sueldo 4 bocas, ya te imaginas…suena bien – dijo Lucia – Y ahora hemos de hablar de que haremos con ellos, si quieres me encargo yo de Victor y tu de los mellizos.
- ¿Estás segura? – dijo mirando la silla
- Si, no sufras, podré apañármelas y recuerda que hasta lo del accidente era yo sola la que se encargaba de esos tres. Y aunque te parezca mentira esta no es la primera vez que tengo que lidiar con los 3 a la vez, eso si nunca tan gordo como lo de hoy.
- Pues no te mentiré, te agradezco que te encargues de Victor tú – dijo respirando hondo – ¿seguro que no prefieres encargarte de Olga? – preguntó Simón con cara de inocente
- Jejeje lo haría pero tanto Ernesto como Olga son ya demasiado altos como para ponerlos sobre mi silla de ruedas y eso de ponerlo sobre un escritorio y darle con una regla pues tampoco tengo me parece algo sencillo con la silla. Así que lo lamento tendrás que castigar también a tu princesita.
- ¿pero qué os ha dado a todos con que Olga es mi princesita?
- Porque lo es. Solo hay que ver como la colmas de regalitos. Tienes suerte que a los chicos no les gusta la ropa ni las baratijas y les da igual a que restaurante ir mientras puedan comer patatas fritas y carne – dijo aguantándose la risa – oye que hasta yo me he puesto celosilla alguna que otra vez. Que elige la niña más veces donde ir que yo misma. Mucho predicas que crees en la igualdad entre chicos y chicas pero en casa se te ve un poquito el plumero jajaja
- No es así, tu misma lo has dicho vosotros soy de buen conformar y ella es un poco más selectiva – dijo aguantándose la risa porque su mujer lo había calado muy bien
- Caprichosa querrás decir ¿no? Jejeje Está bien Simón eso no es malo, no es malo mimar a los hijos con este tipo de cosas – le dijo Lucia apoyando su cabeza en la cintura de Simón. Simón la acarició el rostro y le devolvió la sonrisa – venga, llamemos a esos a comer antes que esto sea más una merienda más que el almuerzo.
La
comida fue en absoluto silencio nadie se atrevía o quería decir nada. Cuando
finalmente Simón retiró la bandejita del postre y trajo su café a la mesa como
acostumbraba, los niños empezaron a echar miradas disimuladas a sus padres.
Simón
dio su último sorbo al café y se echó hacia atrás como solía hacer, ahora le
apetecía un cigarrillo pero tenía otras cosas que hacer. Quizás luego. Miró a
su esposa y está suspiró y se puso muy seria.
- Muy bien quiero una explicación, quiero que nos expliquéis que pasó ayer a la noche y que os hizo creer que estaba bien jugar en el tejado o conducir un coche sin licencia – y tras decir eso Lucia se hizo el silencio. No un silencio absoluto porque Victor empezó a llorar y de vez en cuando se le oía como sorbía los mocos
- ¿No habéis oído a vuestra madre? – dijo Simón tras unos minutos – ¡Empezad a hablar! – dijo muy seco pero sin elevar la voz – Victor, deja de llorar, ya habrá momento para lágrimas después, ahora dinos como acabasteis en el tejado en vez de en la camita donde os había dejado vuestra tía María – dijo Simón alzando una ceja
- Es que el tío apenas nos dejó jugar con los planeadores y pensamos que sería guay verlos planear de noche, las alas son fosforescentes y brillan…
- Se lo que es la fosforescencia, hijo – le cortó Simón – ¿De quién fue la idea de subir al tejado? – Victor bajó la cabeza y se calló – Victor te he preguntado de quién fue la idea – pero Victor en vez de contestar empezó de nuevo a llorar – Victor si me he de levantar de la silla voy a dar por acabada la conversación y va a ser mi mano la que va a empezar a hablar – dijo Simón esperando que el miedo le desatara un poco la lengua. debía confesar que era jugar sobre seguro cuando se trataba de Victor
- Fue idea de Andrés la de levantarnos para jugar con los planeadores pero… des de la ventana de su habitación llegaban en seguida la suelo, así que – empezó a morderse los pellejitos de los labios como hacía cuando estaba nervioso – así que pensé que desde más altura volarían más y…
- Y no se te ocurrió otra cosa que subir al punto más alto de la casa, que es el tejado, para ver cuánto planeaban ¿no? – dijo claramente enfadada Lucia. Simón bajó la cabeza y lloró con más intensidad – sabes que tu primo no solo se hizo mucho daño,. Se rompió la clavícula. Y eso es solo porque tiene un ángel de la guarda que hace horario nocturno por lo visto. Podías haberos matados. Una mala caída desde esa altura y os podrías abrir la cabeza o romper el cuello! ¡Tienes casi 10 años ya! ¡No eres un bebé que no entiende!
- No pensábamos que pudiéramos caernos snif snif – dijo entre sollozos
- ¿Sabes des de donde seguro que no os caerías? Desde vuestras camitas donde debíais estar – dijo furiosa Lucia, pero enseguida recuperó el control – Hijo, sabes lo que más me enfurece, que sabíais perfectamente que no debíais subir allí arriba y sabíais el porqué. Porque podíais caeros y mataros. Pero eso no fue suficientemente motivo para que no lo hicieras. Y eso, eso me enfurece de verdad. Si poner en peligro tu propia vida no es suficiente motivo para no hacer algo ¿qué puedo esperar de ti? – y Lucia a medida que hablaba iba calentándose más y más – y eso también va por vosotros dos – mirando a los mellizos – Tomar el coche de vuestro tío sin permiso. Conducirlo sin licencia! ¿Pero se puede saber cuándo y dónde narices habéis aprendido a conducir? – ahora Lucia ya había puesto el grito en el cielo
- Eso…porque llevo horas dándole vueltas yo también – Simón intentaba mantenerse imparcial y no miras solo a Enrique pero algo le decía el as de los juegos de formula 1 estaba detrás de todo aquello – ¿Quién llevaba el coche? ¿Y cómo sabía cómo conducirlo y llegar hasta el hospital?
- El hospital estaba cerca a penas a 10 minutos – dijo Olga sin darse cuenta que esa no iba a ser una respuesta que hiciera feliz a sus padres
- Ni a diez minutos ni a 10 segundos! – dio un manotazo en la mesa – no debisteis ni subiros a ese coche, mucho menos conducirlo. ¿sabéis lo que debisteis hacer? ¿lo sabéis? ¿O sois tan idiotas que ni eso? – Lucia parpadeó varias veces, nunca había visto así de enfadado a Simón ni cuando lo de Italia ni cuando lo del baño de Ernesto
- Debimos llamar a una ambulancia – contestó Olga cuyo ego no soportaba que la trataran por idiota
- Debisteis llamar a vuestros tíos, ese era su hijo y estaban en esa misma casa no en Kualalumpur, y ellos ya llamarían a una ambulancia. Pero sí llamar una ambulancia hubiera sido mejor opción que robar un coche y conducirlo por la calle – Simón también subió un poco la voz pero aún no se podía decir que estuviera chillando
- ¿Si lo sabíais porque no lo hicisteis? – preguntó Lucia y ambos chicos bajaron la cabeza – ¿En serio? ¿Silencio?
- ¿Quién conducía? – volvió a preguntar Simón, pero no obtuvo respuesta, los mellizos se miraban el uno al otro pero no soltaban prenda
- ¿Sabéis que tan peligroso fue lo que hicisteis vosotros como lo de Victor y Andrés? – dijo Lucia casi mascullando las palabras – Quizás incluso más, porque vosotros erais 4 en un coche en marcha por una ciudad y a oscuras. Vosotros tenéis 15 no 10. Así que no me vale eso de son cosas de críos, porque de críos tenéis ya bien poco ¿No es eso lo que nos decís cada dos por tres? – A diferencia de Simón que era lo normal cuando su madre usaba el sarcasmo durante una bronca es que las cosas pintaban realmente mal
- Lo voy a preguntar una vez más – dijo Simón poniéndose letalmente serio – y sino contestáis asumiré que lo conducíais los dos y os castigaremos a los dos por robar y conducir un coche sin licencia.
- No lo robamos – protestó Olga
- No lo tomasteis sin permiso, eso es robo
- Hurto si algún caso – dijo flojito Olga pero nadie allí era sordo
- ¿Lo encuentras gracioso, señorita? – Simón se levantó de su silla enfurecido
- No, no – dijo Olga tragando saliva – no, lo siento – dijo como si su padre pudiera tragársela de un solo bocado. Ernesto le lanzó una miradita de puro odio a su hermana ¿pero cómo se ponía chulita con Simón en un momento así?
- Espero una respuesta – dijo alzando una ceja y poniéndose ambas manos en la cintura donde a los mellizos se les fue la mirada al cinturón y tragaron saliva – ¿nada? Muy bien pues entonces nada más que hablar. Vosotros dos – dijo Simón mirando a Olga y Ernesto – a mi despacho
- ¡QUE! ¿JUNTOS? – dijeron los dos a la vez escandalizados
- Sí, robasteis y condujisteis el coche de vuestro tío juntos pues seréis castigados juntos también ¿No estáis tan unidos ahora? – Olga y Ernesto se miraron mutuamente, eso si que no se lo esperaban. Cuando los dos acordaron que si callaban no podrían saber quien fue realmente quien condujo o quien decidió tomar el coche del tío, no pensaron que su padre pudiera castigarlos a los dos por eso ¿Dónde había quedado la presunción de inocencia? ¿Dónde había quedado aquello de indubio pro reo? Estaba claro que Simón se pasaba por el forro todos los principios jurídicos. Pero Simón era perro viejo y antes que cura fue monaguillo. A ese juego ya había jugado él con sus hermanos. Y su padre siempre lo había solventado de la misma forma. ¡Pues todos al paredón! Y en toda cadena siempre hay un eslabón más débil, solo había que esperar y que aquel que menos mereciera la zurra confesara.
- Muy bien Victor, mientras tu padre se encarga de tus hermanos tu y yo arreglaremos cuenta en tu cuarto, levanta y marchando – dijo Lucia que creía saber a lo que estaba jugando su marido
- ¿Qué? ¿Tú? – ahora el que tenía cara de indignación era Victor. Su madre no le había dado unas nalgadas desde que empezó la escuela. Y jamás fueron más de 4 o 5 palmadas para avisarle que parase o que aquello que había hecho estaba muy muy muy mal. ¡Y ahora estaba diciendo que le iba a dar la que seguramente iba a ser la paliza más dura de su vida! Por una parte su orgullo se sintió dolido, lo trataban como a un bebé y por otra aliviado, era imposible que mamá pudiera hacerle tanto daño como papá. Victor que quizás no fuera tan buen alumno como sus hermanos tomó la decisión que creyó más inteligente, cerró el pico, se levantó y fue hacia su cuarto. Lucia echó una última miradita de reproche a Olga y a Enrique y empujó la silla hacía el cuarto de los chicos
- ¿Preferís que os castigue aquí en el salón? – viendo que no se movían ninguno de los dos – por mi bien – dijo desabrochándose el cinturón. Los dos lo miraron con pánico después se miraron mutuamente como en busca de auxilio – ¿por quién empezamos? – dijo tomando una silla de la mesa y poniéndola en medio del salón – ¿Algún voluntario? – dijo con maldad y Olga lo fulminó con la mirada. Olga sabía a que estaba jugando su padre solo esperaba que Ernesto también lo supiera – Muy bien, si nadie se anima, seré yo quien decida – y Simón hizo una pausa para ver si finalmente alguno de los dos se desmoronaba y confesaba o acusaba,. Sinceramente, en ese momento le daba igual una cosa u otras. Pero los dos no abrían la boca solo lo miraban como el cordero que sabe que va a ir al matadero – Olga ve al baño y trae el cepillo de la ducha
- ¿No nos irás a pegar con eso, no? – preguntó Olga escandalizada
- No, lo que voy a hacer es lavaros entre las paletillas – dijo con mucho sarcasmo y después la miró muy serio y señaló con el dedo en la dirección del baño. Olga tragó saliva y miró a su hermano, él asintió y ella salió hacia el baño unos segundos más tardes regresaba con aquella antigualla. Simón dejó el cinturón sobre el respaldo de la silla y tomó el cepillo, se dio un ligero golpecito sobre la palma de la mano y los miró por última vez. Esperando que al fin hablaran – Muy bien, Olga, pantalones a bajo y sobre mis rodillas, venga, no te demores que ya sabes cómo va esto – dijo haciéndose el impaciente. Ernesto dio un paso delante pero Olga lo miró de inmediato y volvió a dar un paso atrás. Simón maldijo a la niña, estuvo tan cerca de que Ernesto se derrumbara y confesara. Si uno de los dos confesaba solo tendría que zurrar a uno, el otro con estar castigado un par de meses ya haría. Pero así tendría que zurrar a los dos – Olga que es para hoy – dijo dándose un golpecito sobre la pierna. La niña respiró hondo y se tumbó sobre el regazo de Simón. Simón le dio unas suaves palmadas en el trasero – Olga, he dicho pantalones abajo, no hagas que también sea las bragas – Olga se puso todo roja cuando su padre pronunció la palabra bragas. Pero por nada en el mundo iba a dejar que la pegara a culo desnudo ante su hermano. Así que se levantó rápidamente y se bajó con muy malos humos los pantalones hasta por debajo del muslo y volvió a colocarse sobre el regazo de papá. Simón arqueó una ceja y con un tirón seco acabó de bajar los pantalones hasta las rodillas – Muy bien, empecemos – y a diferencia de otras veces no hubo sermón mientras castigaba a sus hijos, simplemente se centró en la tarea de castigar esos traseros estúpidos – PLACK PLACK PLACK – Simón iba a ser sistemático casi robótico, pausa entre azote y azote y asegurándose que no quedaba ninguna parte sin castigar – PLACK PLACK
- GRRRR – Olga corrió a morder el cuello de la blusa para evitar gritar
- PLACK PLACKPLACK – Simón intentaba pensar que en vez de Olga era un cojín polvoriento pero era imposible los cojines no dan saltitos y no gruñen
- Grrrr ainnnnnns – aquel cepillo era un autentico suplicio, era muchísimo peor que la mano, el dolor era como más seco
- PLACK PLACK PLACKPLACK – Y Simón empezó a castigar también los muslos. Ernesto abrió mucho los ojos, eso era nuevo, y no era algo nuevo que le gustara. Prefirió que el resto del castigo de Olga mejor solo lo oiría y cerró los ojos fuertemente – ¡Ernesto! – dijo Simón sin dejar de zurrar el trasero de Olga – La idea de castigaros uno delante del otro es precisamente que aprendáis de los errores del otro y poco aprenderás si cierras los ojos – Ernesto tragó saliva y tímidamente abrió los ojos. Simón lo miró detenidamente unos segundos y prosiguió con el castigo – PLACKPLACK
- Auuuuuuuuuuuuu – ese último cepillazo había sido especialmente duro, su padre estaba castigándole ahora en la zona donde se junta el trasero con la pierna y ahí dolía un montón
- PLACK PLACK PLACK PLACKPLACK – Simón hizo una breve pausa durante la cual miró de nuevo a su hijo esperando que finalmente hablara pero al ver que nada, siguió – PLACK PLACK PLACK
- Aaaau ay ay papá noooo papá – al fin empezó a llorar y a ser más verbal. Quizás ahora Olga se replanteaba lo del pacto del silencio. Simón decidió que le daría un poco más con el cepillo y entonces le diría que iba a cambiar al cinturón, quizás como Victor Olga se asustara y delatara a su hermano. Tampoco era como si Olga y Enrique fuera uña y carne, pero si se pasaban el santo día insultándose y peleándose
- PLACK PLACK PLACK PLACKPLACK – otra pequeña pausa antes de volver a los muslo – PLACK PLACK PLACK
- Auuuuuuuuu bwuaaaaaaa auuuu no papá no, por favor auuuuu duele duele – Olga intentaba con la mano libre parar a su padre
- Olga esa mano al suelo, o tengo que volver a recordarte que pasa cuando intentas interceptar o evitar el castigo – dijo Simón con una voz oscura y tenebrosa. Olga de inmediato volvió a poner la mano en el suelo para no perder el equilibrio
- Papi duele, duele, ya no más, ya no más, lo siento, lo sientoooooooo, no volveré a hacerlo, seré buena lo juro bwuaaaaaaaaaaa – Olga lloraba desconsolada, Simón cerró los ojos e intentó serenarse. Una vez ya recuperó la fuerza de voluntad abrió los ojos y miró de nuevo a Ernesto. Estaba llorando en silencio. Se sintió un auténtico mierda pero aquella vez habían ido demasiado lejos
- PLACK PLACK PLACK PLACKPLACK – y todos fueron a parar al mismo punto al trasero de Olga, ahora al centro a hora ala nalga derecha ahora a la izquierda y nuevamente al centro – PLACK PLACK PLACK
- Bwuaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaah aaaaaaaaay noooo papi, papi nooooooo papá, por favor, perdona , perdona bwuaaaaaaaaaaaaaa
- Ok, Olga ahora si quieres puedes levantarte y estirar un poco las piernas, en un minuto seguiremos, ahora con el cinto – dijo y faltó que sonara un trueno de fondo para ser más siniestro. Olga poco a poco se puso de píe no paraba de frotarse las pobres posaderas buscando algo de alivio, pero alivio ninguno. Pasado un minuto Simón se levantó también dejó el cepillo sobre la mesa, agarró el cinto del respaldo de la silla y se volvióa sentar – ya se acabó la pausa – y se dio de nuevo un golpecito en el muslo
- No papá, por favor, ya no más, ya aprendí al lección, acudiré siempre a un mayor cuando haya una situación de peligro o hay heridos o estemos en problemas, nunca más tomaré algo que no es mío sin permiso nunca más conduciré sin licencia – iba recitando como si fuera el padre nuestro entre gimoteos
- Hija sé que lo sabes, y ya lo sabías ayer, no te estoy castigando porque no lo supieras te estoy castigando porque lo hiciste. Eso no cambia y esto tampoco – refiriéndose al castigo – ahora acabemos con esto, aún le toca el turno a tu hermano.
- Noooo, no papá, nooo. Él no fue – empezó a repetir Olga
- ¡Olga! – le chilló su hermano para que se callase
- El no fue, fui yo, yo conduje el coche – repetía llorando sin parar
- Muy noble quererle ahorra la zurra a tu hermano pero
- No es ahorrársela, es verdad, es verdad, lo juro, lo juro por lo más sagrado. Él no sabe conducir yo si – dijo desesperada con la cara llena de lagrimones. Simón se dio cuenta que la niña no estaba siendo caritativa sino que se estaba confesando y la miró extrañado – Me enseñó Trini, es aquella niña que…una de mis amigas…su padre es mecánico en un desguace y alguna vez hemos llevado los coches por allí.
- ¿habías salido a la calle antes? – Olga y Trini y otros compañeros de clase habían salido un par de veces, no muy lejos. Pero sabía que su padre no tendría forma de averiguarlo nunca, así que decidió jugársela y mentirle
- No, fuera en la calle nunca, solo ayer – dijo entre lágrimas que no eran del todo falsas, en ese momento le dolía horrores el trasero y sabía que aún quedaba una tanda con el cinturón
- Agradezco tu sinceridad aunque llegue tarde para tu hermano – dijo Simón
- ¿qué? – dijo sorprendida Olga – pero si ya te he dicho que no fue él.
- Y yo os he dicho que sino lo decías cuando os di la oportunidad os castigaría a los dos igual. Pudiste salvarle el culo entonces y no lo hiciste, tú sabrás porque, hija. Ahora acabemos con esto.
- Pero no es justo… – dijo enfadada
- ¿Sabes que no es justo, hija? Que habiendo dos supuestos chicos de 15 años en casa tus tíos se llevaran el susto que se llevaron cuando recibieron la llamada del Hospital y cuando descubrieron que no tenían coche para ir al Hospital a ver su hijo. El quizás no condujera pero tampoco hizo lo correcto y además podía haberse librado de esta zurra contándonos lo que pasó cuando os lo he preguntado antes. Ahora su castigo será otra consecuencia más de otra mala decisión – dijo Simón mirando de reojo a Ernesto que no protestó él sabía desde el momento que decidieron meter a Andrés en el coche que su trasero estaba bien muerto – ahora vuelve aquí – señalando su muslo – y que no tenga que repetirlo – dijo otra vez serio. Olga miró con desolación a Ernesto y tras soltar unas lagrimitas se colocó de nuevo sobre el regazo de su padre
- SERÁN SOLO 15, PERO TE ASEGURO QUE SE TE VAN A QUITAR LAS GANAS DE CONDUCIR SIN LICENCIA DE CUAJO – Simón sonó algo perverso, se dio cuenta en cuanto las palabras salieron por su boca, pero ya habían salido – después haremos borrón y cuenta nueva. Vamos a empezar todos de cero, vosotros os vais a esforzar por ser coherentes entre lo que sabéis que es correcto y lo que hacéis y vuestra madre y yo vamos a empezar a dedicar más tiempo a vuestra educación, no todo recae sobre la escuela – Ni Olga ni Ernesto entendieron eso último, y no supieron si era algo bueno o malo, pero el ruido del primer cintazo hizo que sus pensamientos volvieran al presente – ZWASS
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuu
Mientras tanto en la habitación de los
chicos…
- Mamí por favor nooooo, lo de Andrés fue un accidente, yo fui con cuidadito – dijo Victor mientras reculaba alejándose lo máximo posible de su madre
- Me da igual si fuiste con cuidadito o no, no debisteis subir al tejado nunca. ¿Pero que no piensa esa cabecita de ahí? – dijo Lucia mientras avanzaba con la silla hasta dejar a su hijo entre la espada y la pared, casi literalmente
- Los accidentes pasan, tu siempre
- Victor Andrés ni te atrevas a tomarme el pelo…porque en vez de darte una zurra hoy te daré una cada noche antes de dormir hasta que a tu primo se le cure la clavícula – y Victor la miró aterrorizado
- Nooooo, lo siento, mami, lo siento.
- Y corta el rollo del mami que hace años que no me llamas así – dijo mirándolo fijamente
- Pero mamá de verdad que fue un terrible accidente
- Un accidente que no hubiera pasado si os hubierais quedado en la cama donde debíais estar. Además también estoy muy enfadada con vosotros porque después de caer tu primo ninguno de los tres acudió a los tíos
- Es que se hubieran enfadado
- ¡Y con motivo! Pero no hay excusa tu primo se había roto la clavícula, sabes que en el trayecto al hospital podríais haberle hecho más daño?
- No, Enrique lo iba sujetando muy bien todo el rato – dijo y Lucia se dio cuenta que si Enrique lo sujetaba bien no podía estar conduciendo el coche. Al darse cuenta de quien conducía era Olga se quedó en blanco – ¿Mamá? ¿Mamá? ¿Me escuchas? – Lucia volvió a la realidad – Estaba bien sujeto, enrique hizo un cursillo en el cole que te explican que hay que hacer en caso de accidente.
- Y la primera norma es no tocar al herido y llamar a una ambulancia ¿eso también se le olvidó? – dijo enfadada Lucia y Victor empezó de nuevo a comerse los pellejitos de la boca. Lucia bajó el respaldo de los brazos de la silla y Victor empezó a llorar. Sabía que venía ahora. A diferencia de su marido ella no le ordenó que se pusiera sobre su regazo. Ella mima empezó a desabrocharle los pantaloncitos y se los bajó junto a los calzoncillos. Victos se cubría sus partes mientras su llanto iba cada vez más. Lucia movió un poco la silla y la puso de tal forma que fuera más cómodo poner al chico sobre su regazo. Agarró la alpargata que había en el suelo y de un tirón colocó a Victor sobre su regazo – que sea la primera y última vez que haces algo tan peligroso PLAC PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLCA – después de 10 zapatillazos se detuvo – Mira que subirte al tejado, para haberte matado – PLAC PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLCA
- AYYYYYYYYYYYYYY AYYY BWUAAAAAAA NO MAMÁ NOOO AYY PARA, PARA AUUUU
- Qué pare? Tendría que dejarte sin píel, eso eslo que tendría que hacer, señorito. Siempre que os quedáis en cas de otros os decimos lo mismo que os comportéis PLAC PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLCA que hagáis caso, que no os metáis en lios PLAC PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLCA que parte de salir de la cama en medio de la noche y subirse al tejado es comportarse y hacer caso PLAC PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLCA
- Bwuaaaaaaaaaaaaaaaaa auuuu auuuu no mamá, no dueleeeeeeeee noooooooo – Victor lloraba casi ahogándose por el mismo llanto. Lucia se detuvo miró el trasero de su hijo un color rosado muy intenso, espero unos minutos hasta que el llanto del niño se hubo calmado
- PLAC PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLCA – le dejó caer otras diez justo en los muslitos, Victor dio un bote no esperaba que también le diera con la zapatilla ahí – Hijo, se acabó hacer las cosas sin pensar, a lo loco PLAC PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLCA ya tienes 10 años, ya es hora que mepieces a pensar antes de hacer algo si eso está bien o si es peligroso. Porque hijo puede que la próxima vez seas tú el que tenga el accidente PLAC PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLCA y puede que sea algo más que una clavicula PLAC PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLAA PLCA ¿lo entiendes?
- Aaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaaaa perdón, perdón, mami, lo siento, nunca más, nunca más, no haré nada peligroso en mi vida bwuaaaaaaaaaaaa – lloraba porque esa tanda había sido terriblemente dolorosa.
- Shhhhhhhhhh – dijo Lucia acariciándole la espalda hasta que estuvo clamado. Lucia dejó la zapatilla en el suelo sonde la había encontrado – shhh ya ya respira, Victor, respira hondo – Cuando se hubo al fin calmado Victor hizo el gesto para levantarse pero Lucia no selo permitió – No mi hijo, no tan rápido. Aún tenemos que tratar lo de no haber ido directamente a vuestros tíos cuando Andrés se cayó
- ¡Pero ya me castigaste! Ya duele, ya no lo haré más, lo juro mamá, lo juro por lo más sagrado de lo sagrado. Que me muera ahora mismo si vuelvo a hacer algo peligroso en mi vida – empezó a llorar de nuevo. Lucia rodó los ojos
- Bueno es saberlo, hijo – pero igualmente dejó caer la mano sobre el culete rosadísimo de Victor – PLASS
- Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu – y Victor se volteó de golpe para ver con que le estaba golpeando su madre. ¡Solo era su mano! ¿desde cuando su madre se había vuelto en el increíble Hulk? Eso deir a rehabilitación y empujar todo el día la sillita la había vuelto super fuerte. Menuda desgracia, pensó Victor
- PLASS La próxima vez que estéis heridos o en peligro acudirás a un adulto, nos vayamos a enfadar tu padre y yo o no
- Aaaaaaaaaaaaaau no tan fuerte aaaaau
- PLASS Se acabó tapar vuestros errores para que no se os riña, Si hubierais acudido directamente a vuestros tíos, ahora esto ya habría acabado y tus hermanos no estarían siendo castigados ¿lo ves?
- Aaaaaaaah si si si pero para, para bwuaaaaaaaaa
- PLASS Sabes que me repatea que siempre intentéis ir con engaños, no solo hacéis algo mal sino que encima lo mejoráis con embustes
- Bwuaaaaaaaaaaaaaa
- Plass….
De vuelta al salón
- Aaaaaaaaaaaaaaah papá no, no por favor auuuuuu – suplicaba Ernesto sobre las rodillas de su padre. Olga miraba a su hermano y no podía parar de llorar. Todo había ido tan mal
- Creí que con el asunto de la navajita ya habíamos aprendido que cuando se tapa una travesura las cosas siempre acaban torciéndose y mucho – Simón a diferencia de con Olga estaba siendo más didáctico con “Ernesto”
- PLACK PLACK PLACK – Simón también estaba castigando de forma robótica a Ernesto – PLACK PLACK Estoy muy harto de que os creáis que podéis decir si vuestro hermano merece o no ser castigado
- GRRRR – Ernesto gruñó porque justo ahora empezaba a zurrarle en los muslos que hasta entonces se los había respetado
- PLACK PLACK PLACK – Simón dejó caer los siguientes tres en el mismo punto – ninguno de los dos se vería en esta posición si hubierais actuado con algo de cabeza,
- Grrrr ainnnnnns – aquel cepillo era un autentico suplicio, era muchísimo peor que la mano, el dolor era como más seco
- PLACK PLACK PLACK PLACK maldita sea Ernesto, que se había caído del tejado, no de la acera – Y Simón empezó a castigar con más intensidad. Olga abrió mucho los ojos, para a continuación no poder más y cerrarlos fuertemente – ¡Olga! – dijo Simón sin dejar de zurrar el trasero de Ernesto – Te digo lo mismo que le he dicho antes a tu hermano. La idea de castigaros uno delante del otro es precisamente que aprendáis de los errores del otro Y tú sobre todo tienes mucho que aprender porque esta zurra se la podrías haber ahorrado a tu hermano si te hubieras sincerado cuando te preguntamos – Olga tragó saliva y tímidamente abrió los ojos. Simón lo miró detenidamente unos segundos y prosiguió con el castigo PLACK PLACK PLACK
- Auuuuuuuuuuuuu – ese último cepillazo había sido especialmente duro, su padre estaba castigándole la zona donde se junta el trasero con la pierna
- PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK De verdad Ernesto que con lo alto que eres y la poca cabeza que pones a veces ¡Que tu primo tenía la clavicula fracturada, debía estar rabiando de dolor! PLACK PLACK PLACK
- Aaaau ay ay papá noooo papá – al fin empezó a llorar sin tapujos. Quizás ahora Ernesto se replantearía eso de jugar a lo del pacto del silencio entre hermanos para el futuro. Simón decidió que le daría un poco más con el cepillo ya que no planeaba darle con el cinto pero eso no dejaría que Olga lo supiera, no al menos hoy. Quería que el sentimiento de culpa acabara de enseñarle que no debía urgir planes para ocultarles cosas
- PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK – Simón hizo otra pequeña pausa antes de volver a los muslos – PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK
- Auuuuuuuuu bwuaaaaaaa auuuu no papá no, por favor auuuuu duele duele – Ernesto empezó a toser
- Ernesto ¿estás bien? – Simón se detuvo y lo ayudó a incorporarse de inmediato, Simón asustado esperó que el ataque de tos se parara – ¿Quieres agua? – dijo Simón con una voz temblorosa. Ernesto negó con la cabeza y se volvió a colocar sobre el regazo de su padre sin decir nada
- Acabemos – dijo en un susurro y Simón podía oír las lágrimas de sus hijos, de los dos
- Muy bien solo 10 más
- ¿10? – preguntó triste – Papá por favor, no tantas ya duele, no aguantaré tanto – pensando que aún quedaba la parte con el cinto – ya no más, lo siento, lo sientoooooooo, no volveré a hacerlo, seré buena lo juro bwuaaaaaaaaaaa – Ernesto se vino abajo, poco le importaba ya que su hermana hubiera aguantado mejor la primera parte del castigo que él. Él estaba convencido que su padre estaba siendo mucho más duro con él y eso que él no conducía. En parte llevaba razón, pero solo porque Simón no pretendía continuar con el castigo más allá de esos últimos 10 azotes
- PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK PLACK – y todos fueron a parar al mismo punto al trasero de Ernesto, ahora al centro a hora a la nalga derecha ahora a la izquierda y nuevamente al centro, volvió a ser sistemático como al inicio de la zurra – PLACK PLACK PLACKPLACK PLACK Ernesto quiero oírte decir que se acabó todo esto de ir a nuestras espaldas. Sé que sois hermanos y lo entiendo pero cuando se trata de cosas serias de verdad, nosotros decidimos si os merecéis una buena zurra o solo una bronca cuando la cagáis, aquí los padres somos tu madre y yo.
- Aaaaaaaaau bwuaaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaa – y en cuanto recuperó la fuerza empezó a balbucear algo, finalmente Simón entendió que era lo que mascullaba su hijo – No volveré a cubrirle el culo al enano, ni al enano ni a nadie, vosotros sois los padres, vosotros.
- Bueno para esta última parte, no necesitas público, digamos que puedes darle las gracias a la confesión tardía de tu hermana, algo si que sirvió. Olga, vete a tu cuarto… estaréis castigados hasta nueva orden – dijo antes que Olga pusiera pies en polvorosa. Simón esperó a oír la puerta de la habitación de su hoja cerrarse – levántate – y Ernesto obedeció pensando que le iba a dar esos minutos de pausa que le había dado a Olga – ve a mi cuarto y acuéstate un ratito, ya te llamaré para la merienda – Ernesto lo miró como si a su padre le hubiera salido una segunda cabeza – si me entero que le cuentas a tu hermana que te perdoné esta parte del castigo… cumpliré con mi palabra y lo retomaré justo donde nos hemos quedado ¿eh?
- ¿Vas a romper tu palabra? – Ernesto seguía sin entender nada
- A veces por los hijos uno se tiene que comer con patatas sus principios, ya lo aprenderás cuando seas padre – dijo dándole un beso en la frente – venga, ve a acostarte un ratito. Seguro que esta noche no dormisteis nada…
Y
Ernesto asintió con reparo y se fue hacia la habitación de sus padres, porque
realmente sentía como que podría dormir 3 años seguidos
Hay que admirar la fidelidad de Ernesto que yo en su lugar entregaba a la hermana en bandeja de plata jajaja, se ve que la quiere, aunque también tubo su culpa y de todas maneras algo se iba a llevar le hubiera ido mejor siendo el buchon.
ResponderEliminarLa verdad que la armaron grande y entiendo la bronca de los tíos pero su hijo no era ningún ángel caído y nadie lo obligó a subir al tejado y bien pudo pedir que llamen a sus padres que al fin y al cabo el que no quería que avisen fue él y que si el que se caía era Víctor los tíos tendrían que estar dando la cara por no cuidar bien a los chicos, los tíos tienen bastante mugre bajo las uñas en este asuntito como para jugarla de ofendidos solamente. Pero en fin, los padres siempre creen que la mala influencia son los otros.
Muy buen capi, a ver como les va a partir de ahora que los papás vana a poner más empeño en pasar tiempo de calidad con sus niños.
¡Uuuuffff,agotador capítulo Little!!
ResponderEliminarPero hay que reconocer que el asunto era grave.
Estuvo muy bueno,¡¡GRACIAS!!
Keny
WIIIII por fin F/m !!! Quiero mas porfiss y vaya que se la llevaron en grande los chicos, espero con ansias el proximo capitulo y que bueno que cada vez participen mucho mas ambos, sobretodo la madre porque solo era palabras pero hasta que al fin tomo mas participacion de esto :D porfiss reitero mas F/m mira que tienes una lectora directa ^^
ResponderEliminarBien por Simon al no darle con el cinto a Ernesto...el pobre siempre victima de los grandiosas ideas de sus hermanos.
ResponderEliminarSi yo tambien opino lo mismo que Ernesto ya andaba de pandero, jajajajjajaj pero que manera de premiar sus buenos actos, que nadie me va a negar que ayudar a un hermano aunque sea errando es un buen acto, jajajjaja
ResponderEliminarY si, Little, bien hecho con la princecita jjjj
Marambra
Mm porque siempre paga Ernesto por sus hermanos!! Ojalá que cuando el se porte mal sus hermanos sepan corresponderle con la misma lealtad!!
ResponderEliminarPero que interesante capítulo!! Hubo de todo waaoo!!
Y ahora si se pasaron!!