Dear... ¿Daddy?: Cap. 1; Autora Marambra

“Dear… ¿Daddy?”

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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 15 de Septiembre del 2016.

Etiqueta: A/a (adulto mayor, adulto joven)

Advertencia: Spank homo

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Capítulo 1

Autora: Marambra

Advertencia:
Este es un relato que involucra una relación homo, que rompe el esquema de nuestro blog, para quienes quieren leer, espero lo disfruten, sino simplemente pase la pagina.

Feliz Cumple Pablo

• LO ÚNICO QUE TIENES QUE HACER ES ESTUDIAR – grito Lautaro a Gilbert aun con el cinturón colgando a un lado de su pierna porque todavía lo tenía en la mano, mientras Gilbert era un lio de mocos y lágrimas y trataba sin éxito de aguantar la tentación de frotarse el trasero cambiando la caricia por el rascado
• Daaaaddyyy – gimió Gilbert, tragándose el llanto queriendo conmoverlo con aquella frase consiguiendo una respuesta opuesta
• NADA DE DADDY – se enojo mucho más Lautaro – ¿QUE ES LO QUE QUIERES? – pregunto enfadado poniendo las manos en jarra sobre su cintura sin soltar el cinto, cosa que ponía a Gilbert los pelos de punta, porque eso significaba que si lo consideraba oportuno podía sobarlo de nuevo – TE DOY TODO, ROPA FINA, CALZADOS DE MODA – fue enumerando uno a uno todos los caprichos y lujos que sin reparo Lautaro le confería a la hora de pagar por muy costosos que sean los artículos de su mimo – UN AUTO DE ULTIMO MODELO, CELULARES CADA QUE LOS PIERDES Y EN LA CAMA TE TENGO SATISFECHO – agrego haciendo que los colore de Gilbert se suban del trasero a la cara – Y A CAMBIO LO ÚNICO QUE TIENES QUE HACER ES ¡ESTUDIAR!... NADA MÁS, NADA MÁS POR DIOS – y Gilbert no pudo más con el asunto, se puso a llorar como si tuviera 10 años, o sea con todo el sentimiento…
• Te estás aburriendo conmigo – musito Gilbert y Lautaro le regalo un tremendo cinturonazo en medio de las piernas, que el muchacho no lo vio venir hasta que fue demasiado tarde
• ZAASSS – trono la piel lastimada, dibujándose un rectángulo largo de color rojo encendido y en relieve como el resto de los azotes dados
• AAUUUUUU – grito Gilbert bajando las manos al lugar agredido y soplando como un mocoso los mocos en la nariz
• TE QUIERO EN LA CAMA PERO ¡SHA! – le ordeno Lautaro chasqueando los dedos antes de salir de la alcoba dando un portazo 

Tras aquello, Lautaro exhalo abruptamente, agotado física y emocionalmente, sin darse cuenta que aun iba con el cinto en la mano y entro a la sala prendiendo una de las lámparas antes de tirarse al sofá frotándose los ojos de agobio y se quedo ahí un momento tratando de relajarse y pensando como siempre en su pequeño tormento; como quiera Gilbert era su debilidad y haga lo que haga al final el muchacho tenia la última palabra, quizás esa era la raíz del problema… que lo tenía cogido como se dice de los huevos y cedía fácilmente a sus falsas promesas con la idea de que algún día maduraría, pero visto lo visto no era el caso, Gilbert aun tenía mucho trecho que recorrer y a él no le quedaba otra que guiarlo, solo que nunca imagino llegar a este extremo, tener que darle una paliza.

Lautaro, un morocho bonaerense de 38 años de edad, empresario de profesión se declaro abiertamente homosexual desde hace 8 años después de un fallido matrimonio sin hijos, que había conocido o mejor dicho entablado comunicación con Gilbert, un desgarbado joven inglés de 20 años de edad procedente de una familia ortodoxa, cuya homosexualidad no supo ser aceptada debido a que reñía con su principios religiosos y morales de su familia, en un discreto bar alterne en el corazón mismo de Barcelona donde ambos vivían juntos desde hace dos años atrás, pese a que se conocían cinco años previos por ser vecinos.

Aquel entonces, Lautaro rondaba los 30 años y andaba en busca de un heredero desde hace 4 o 5 años atrás, un hijo que herede la enorme fortuna recibida de parte de sus padres y engordada por sus habilidades en la bolsa de valores y su olfato innato para los negocios millonarios, desgraciadamente pese a su enorme fortuna y su mano mágica que como Midas lo que tocaba se volvía oro, por mucho dinero que tenía de por medio no pudo engendrar un hijo, prologándose dicha agonía un año más, visto en retrospectiva fueron seis duros años que con su esposa batallaron por la llegada de un hijo, seis años que además le sirvieron para ahondar en sus impulsos homosexuales dormidos desde su adolescencia a raíz de la cultura familiar de su época que para bien o para mal dio como resultado el deceso de su matrimonio menos mal en son de paz.

Aquel entonces Gilbert, el menor de 5 hermanos vivía en el mismo vecindario que el suyo, justo frente a su casa, convirtiéndose sin querer en mudo testigo de la evolución vivida por el muchacho pubescente de aquel entonces, que tenía 11 o 12 años al hombre joven que ahora era, y como vecino suyo fue testigo también  del severo trato que recibía de sus padres por las tendencias que Gilbert empezó a desnudar a raíz del influjo hormonal y que lo único que hacían era ahondar las grietas en su relación paterno filial por la incomprensión ante su homosexualidad, hasta que las cosas estallaron cuando Gilbert cumplió 15 años y no pudo mas con la opresión vivida y decidió retar a sus padres, a raíz de aquello Gilbert abandono el hogar paterno cuando estos lo expulsaron considerando que los avergonzaba.

Llegando a vivir o mejor dicho sobrevivir en las calles como mejor podía, tiempo que coincidió más o menos con los conflictos maritales que Lautaro venía arrastrando, perdiendo de vista a su adolescente vecino creyendo que se había marchado junto con toda su familia de regreso a Londres olvidándose del asunto, hasta que una fría noche de noviembre aburrido de su soledad, aceptada y asumida su condición homosexual decidió aventurarse en clubs de alternes en el centro de Barcelona sin afán de algo más profundo y fue cuando lo vio ahí, trabajando como barrendero, más flaco que la propia escoba que tenía en la mano y le llamo la atención la situación del muchacho, nunca pensó encontrar en ese estado al mozuelo, creyó sinceramente que estaría estudiando en una prestigiosa universidad en Londres, no vistiendo un mandil de limpieza, llevando de un lado a otro vasos y botellas, o el brujito para limpiar el licor derramado o la escoba alzando vidrios rotos.

Y decidió esperarlo hasta que el bar cerro para abordarlo, algo que ocurrió cerca de las 6 de la mañana; casi había desistido de aquello pero al ver al chico lavarse la cabeza en el baño del local y cambiarse la ropa en un rincón y cargar un montón de cosas en una mochila que parecía de campamento hizo que se quede hasta el final y fue así que Lautaro termino llevando a Gilbert a su casa, inicialmente debido a su tendencia generosa ofreciéndole un trabajo en su empresa, algo simple debido a que el chico no había ni terminado el bachillerato, se había saltado la secundaria en su totalidad y cuando se entero de aquello, decidió echarle no una mano, sino dos, un salvavidas y un bote de agua para que el chico salga a flote sin pretextos.

En ese ínterin ambos se enamoraron y finalmente Gilbert después de casi dos años de ocupar la habitación de invitados paso a la suite principal compartiendo lecho, mesa, ducha, y todo lo demás cuando cumplió 19 años, oficialmente eran una pareja consolidada con la bendición de la mayoría de edad de ambos; donde uno de ellos maduro y serio renovaba sus ganas de vivir con la vitalidad y la desbordante alegría del más joven y dicha vitalidad era recompensada cumpliendo con todos los caprichos del muchacho, la única condición era que estudie, porque Lautaro tenía un lema: de que sirve el dinero sino lo sabes gastar en quien amas y que mejor inversión que la educación.

Y ese era ahora la raíz del problema… Gilbert era un chico encantador, pero disperso, distraído que prefería la juerga a la responsabilidad y que no hacía nada sin que se lo arree y que había llegado a colmar los estribos a Lautaro con la última queja que recibió del colegio al que lo había inscrito para terminar el bachillerato e iniciar la universidad, y ese no era un trato o una condición, Lautaro lo amaba y la mejor muestra de amor que podía ofrecerle a Gilber no era necesariamente su fortuna, sino su futuro en calidad de ciudadano, algo que Gilbert acepto y se comprometió cumplir, presentado a Lautaro como tutor suyo en aquel colegio solo para guardar las apariencias y evitar rumores, después de todo Gilbert tenía todavía algunos prejuicios arraigados a raíz de su educación extremadamente religiosa, guardándose todo el ronroneo para la intimidad de pareja, de donde nació el irónico apodo de “Daddy” que ahora en un lapsus Gilbert acababa de usar a modo de ruego tras la paliza ganada a pulso.

Mientras pensaba en eso, sonó el timbre de la casa, ¡mierda! murmuro Lautaro mirando su reloj, se había olvidado de la cena y movió la cabeza, no podía creer que acabara de mandar a la cama a Gilbert como si fuera un crio a semejante hora, eran las OCHO y lo peor… tenían visitas, habían planeado una cena entre amigos, en realidad otra pareja que frecuentaban los mismos círculos de ambos, Roberto de 35 y Gustav de 27 así que ni modo, tomándose un minuto para recomponerse decidió atender a sus visitas, no podía cancelar aquello a semejante altura, después de todo Roberto y Gustav, acababan de llegar de Valencia trayendo para Lautaro un carísimo cuadro de una subasta de arte y un regalo sorpresa para Gilbert motivo de su cumpleaños, en realidad aquella cena era por su santo, una cena sorpresa.

Solo que la sorpresa para Gilbert no fue la que quería… fue una paliza.