El precio de una dulce infancia
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Capítulo 2
En las palmas del destino
Segunda parte
Autor: Arthur Maya
- Hola que tal ¿cómo les fue en estos días? ¿bien? ¿mal? No sean tímidos respondan… ¿no quieren? bueno tal vez otro día…
A mí
me ha ido bien en lo que cabe, he conseguido un par de cosas que necesitaba y
otras tantas que quería bastante… ¿qué, qué tal con el campamento? bueno siendo
sincero las cosas se han puesto un poco tensas, han habido algunas peleas y los
niños pequeños han estado llorando por sus padres, bueno todos lo hacen de vez
en cuando pero a los peques como Alim y Polaris les ha costado bastante
adaptarse, Armando, el joven RoAzpasio y los otros mayores hacen lo posible por
qué todo vaya para mejor, pero es difícil para ellos y para los niños también
pues la mayoría son nuevos y aún nos estamos conociendo.
A mí
en ese aspecto no me ha ido tan mal pues tengo a mi lado algunos de mis mejores
amigos y aunque se extrañan bastante por cómo me he comportado estos días, no
me han dejado de lado, oh y hablando de buenos amigos Dante les manda saludos
dijo que espera verlos pronto, tal vez lo traiga conmigo la siguiente vez, con
respecto a Leo él ha estado bastante más juguetón que de costumbre, creo que
quiere animarme un poco y lo ha logrado jejeje, por eso vengo de tan buen humor
pero bueno creó que lo mejor sería continuar la historia donde la dejamos ¿no
les parece?... ¿si?, pues genial comenzamos entonces.
A ver el otro día me quedé
en qué apenas si había empezado mi misión y yo ya tenía colmada la paciencia,
los niños no dejaban de decir tonterías y la maestra Antelo en lugar de
sosegarlos los alentaba.
- Bueno niños tenemos tiempo
para una pregunta más, ¿alguien quiere hacerle otra pregunta a su compañerito?
– habló
la carismática maestra para toda su clase.
- Yo, yo, yo – respondieron
tres niños escandalosos, pero la maestra Teresa escogió para mi gran sorpresa a
Manuel quien solo había levantado la mano sin decir nada.
Manuel
se quedó callado mirando nervioso a mi… ¿short?; "carajo, bonita forma de iniciar tercero de primaria",
pensé sin evitar poner un mohín de disgusto al saber que el moja pañales se
burlaría de mí por algo que era por completo su culpa.
Manuel
debió notar mi cara pues se puso aún más nervioso cuando dijo algo mucho peor
de lo que yo imaginé.
- ¿Por qué estás aquí y no
con los de kinder? – preguntó haciendo oficial mi desagrado hacía
él que se limitó a disculparse con la mirada nada más escuchar la risa de
varios y los comentarios hirientes de otros tantos, mismos que callaron de
inmediato al ver la cara de disgusto de la profesora quien, menos uno no tan
cauto que limpiándose las lágrimas de risa terminó por decir.
- Es verdad no mide ni lo de
mi hermanito de seis años jaja… – el pobre incauto calló como
el resto al escuchar a la profesora pedirle que se parara.
- Ya fue suficiente señorito
Mebage por lo que veo su pequeño y travieso trasero requiere que le den
disciplina – El pequeño mequetrefe se paró de inmediato
más no se movió ni un centímetro, en cambio trago saliva por el castigo que se
le venía encima.
- Perdón miss Antelo, no me
castigue por favor ya me callo, ya me callo – se
disculpó para mi sorpresa con temor marcado en su voz, llevando las manos a su
retaguardia.
- No señorito Mebage, tuvo su oportunidad de callar como el resto y dejarlo en una simple tarea extra y una disculpa con su compañerito que es con quien se disculpara después de su castigo.
- No por favor miss Antelo,
no me castigue seré bueno no lo vuelvo hacer – rogó
con premura, el pequeño de infantiles overoles pero la profesora no le escucho
en cambio señaló a su escritorio haciendo que el niño comenzará a llorar
mientras se dirigía al escritorio.
- Por favor, miss Antelo…
snif, no quiero Buaa, Buaa – pedía el niño sin contener
el llanto. Mientras yo solo podía contener mi propio miedo al imaginar lo
terrible que debía ser el castigo que le darían para tenerlo llorando así.
- Puede llorar todo lo que
necesite señorito Mebage y disculparse todo lo que quiera, pero eso no lo
librará de su merecido castigo, así que ya sabe que hacer a menos de que
prefiera que se encargue de usted la señorita Ester. – El
niño palideció y casi tropieza al correr hacia el escritorio, a la vez que yo
hacía nota mental para no meterme en problemas con ninguna de esas dos damas.
- Noooo, no miss ya lo hago, ya lo hago no me mande con ella por favor Bua, Buaa.
- Pues ya sabe que hacer
jovencito – aseveró la dama cruzada de brazos.
- Siii – respondió
con voz lastimera desabrochando sus overoles y bajándolos junto a su
calzoncillo de dibujos de cerditos y ovejas hasta los muslos, antes de subir
con dificultad sobre el alto escritorio donde se acostó boca abajo dejando su
blanco y desnudo trasero a la vista de todos.
La
severa pero amable mujer se acercó hacía mi nuevo compañero para bajarle su ropa
hasta los tobillos y masajear su trasero que aunque por aquel entonces no lo
sabía: lo hacía para que no lo tuviera tan duro ya que lo menos que quería miss
Antelo era provocarle algún daño. La maestra volteó un instante hacia la clase
y con voz firme declaro.
- Muy bien niños saben que
no me gusta hacer esto, pero lo haré siempre que sea necesario así que si no
quieren ser los próximos en recibir cinco azotes con la regla deben de portarse
bien y no burlarse de su compañerito o de lo contrario dejaré que sea Demi
quien los azote otras cinco veces – amenazó la maestra y todo el
salón enmudeció. Mientras el niño seguía esperando con su desnudo trasero el
castigo que le iba a imponer la maestra.
Sin
más la dama de facción amable, cambió por completo su mirada al agarrar con una
mano las manos de mi compañero, según ella para no lastimarlo, mientras que con
la otra mano tomó la tan temible regla de madera que estaba en el escritorio y
la elevo alto para después bajarla rápido e impactar fuerte en las redondas
nalgas de mi compañero.
- Smack
- Ayyy! – respingo
el pequeño con sus nalguitas apretadas antes de otro reglazo
- Smack
- ¡Aaauuuch, miss duele! – se
quejó el pequeñín intentando patalear, lo cuál lejos de ayudarle seguro hizo
enojar a la dama pues el siguiente "reglazo" sonó aún más fuerte
- ¡SMACK!
- Buuuuuaaaaaa, yaaaa seré
bueno – chillo el crío con su blanco culete marcado de rojo por
la palma de la dama seguido de otro fuerte
- ¡¡smack!!
- Buaaaaaaa ¡miiis poompiiis
mee duelen! – hizo saber a toda la clase entre lágrimas y
mocos justo antes de que su cuerpecito se arqueara de dolor a recibir el último
y más fuerte reglazo de todo su castigo
- SMACCKK
- ¡Buuuuuaaaaaa,
buuuuuaaaaaa! – lloraba el pequeño como un complemento bebé.
Mientras que yo no podía creer que le hubieran pegado en el culo en frente de
todos.
Cuando
la Miss terminó con su castigo o por lo menos yo así lo pensé, acarició el rojo
trasero de mi nuevo compañero hasta que su llanto se convirtió en un simple
sollozo, sin más la dama le ayudó a bajar del escritorio y con sumo cuidado lo
dejo en el suelo, donde el pequeñin hacia lo posible por apartar sus lágrimas y
mosquitos de su carita.
- Lo si-hip, siento Miss
sniff, sniff – se disculpó el niño limpiando las lágrimas de
su ojo derecho.
- Yo también lo siento, Jerry sabes que lo que menos me gusta hacer es pegarles en sus nalguitas, pero esas son las reglas del colegio y se deben acatar, solo esperó que con esto hayas aprendido tu lección.
- Siii sniff, sniff ya no lo
hip, vuelvo a hacer – prometió el pequeño; muy de en vano cabe
decir, pues Jerry es tan inteligente como boca suelta.
- Así se habla chiquitín – se
expresó contenta, antes de tomarlo por debajo de la axilas y cargarlo hasta el
rincón con sus pantalones y calzoncillos en los tobillos, mostrando a todo
mundo un castigado traserito más rojo que un tomate a todos nuestros
compañeros; nunca había visto algo igual, si bien en alguna que otra ocasión me
había topado con adultos castigando a sus niños, jamás lo habían hecho de esa
manera, aquella escena fue tan impactante para mí que por un momento me quedé
en blanco.
- Demi… Demi… Demian te
estoy hablando – me sacó de mi trance la profesora, que no
supe ni en qué momento se acercó a mí con la regla en mano.
- Perdón profesora no me
pegue en mis nalguitas – se me escapó de los labios lo que jamás
imaginé decir por mi cuenta sin siquiera pensarlo, llevando mis manos a que
protegieran mi culo pues no quería tuviera el mismo destino que el de aquel
mequetrefe.
- No cariño como crees, aquí
nadie te va a castigar sin que tú te lo merezcas – respondió
media divertida y enternecida a mi comentario – ¿o acaso tu travieso traserito necesita
un correctivo hee? – preguntó alzando la ceja y con una sonrisa de
medio lado.
- No, no yo no he hecho
nada, lo juro – respondí con premura – con ambas manos aun en
el trasero.
- Te creo Demi, te creo, no
necesitas tener miedo pequeño jejeje – rió la mujer de mi
vergonzosa reacción infantil. Mientras a mi me llevaba la fregada de coraje.
"Pero
claro que no necesitas tener miedo imbécil, ¿que podría hacerte una dama tan
débil como ella en primer lugar? ya verá cuando… espera ¿dijo travieso
traserito? ¿Y todavía se atrevió a amenazarme con una tunda? ¿que se cree esta
bruja?", me pregunté mientras todos incluyendo la maestra me miraban
extrañados, seguro porque seguro estoy murmurando dentro de la boca, una
torpeza que Padre dijo debo cuidar… ¡diablos!.
- Demi veo que tu miedo no
se va por completo – comentó la dama al tiempo que se agachaba a
mi altura y viéndome a los ojos continúo
– si bien no es la mejor manera de decírtelo te
informo que aquí hay reglas que se deben seguir por el bien de una sana
convivencia y sobre todo por el bien de tu travieso traserito... – "Si, si… dijo travieso traserito la muy
loca", dije a mis adentros, a la vez que ella continuaba. – en este
colegio la mayoría de los correctivos son ejecutados sobre tus nalguitas
desnudas, cada maestro, profesor o docente tiene su propios métodos, en mi caso
por ejemplo si tu travesura es fuerte aparte de las nalgadas te tocará escribir
en el pizarrón debo portarme bien, obviamente con tus nalguitas desnudas
¿entendido? – mencionó su discurso con voz tranquila, mientras yo
solo pensaba en cómo de locos debían de estar para pensar que un niño cambiaría
su conducta con un par de nalgadas; sé lo que están pensado, no hace falta
decir lo equivocado que estaba, pero a mí defensa a pesar de los crueles
castigos que me imponía mi padre jamás había recibido una sola nalgada en mi
corta vida así que no me juzguen.
Retomando
lo anterior pasaron apenas cinco minutos de aquello cuando la maestra fue por
el pequeño bocón.
- Jerry espero no tener que
volver a repetir esto nunca más pequeño y es que enserio me extraña de ti, tú
también sabes lo difícil que es dejar a todos tus amiguitos lejos al llegar a
un nuevo país y aun si te comportaste muy mal con Demi – aseveró
la mayor con firmeza en sus palabras.
- Perdoooon – chilló
el pequeño con aún más sentimiento.
- Conmigo todo esta
perdonado pequeño, pero aún te falta disculparte con tu compañerito – respondió
la dama llamándome con la mano a lo cual atendí no muy seguro.
- Lo sien-sniff, lo siiiento
muchooo – se disculpó el pequeño antes de rodearme con sus bracitos
en un abrazo que me dejó con mi cara pegada a su pechito sin que al pequeño le
importara en lo más mínimo seguir desnudo de la cintura para abajo y que todos
vieran sus mise… coff sus partecitas; que de pequeñeces con mi pipi de bebé no
soy quien para criticar.
- Descuida, la verdad es que
igual me pasa seguido – le hice saber seguido de ligeras
palmadas en su pequeña espalda antes de agregar – lamento que te hayan castigado por eso –
le respondí sin evitar sentir verdadera lástima por el pequeño niño
a pesar de qué, este me sacaba más de una cabeza de altura y de la incomodidad
por tan peculiar situación.
Jerry
sorbió sus mocos en un acto que me pareció de lo más desagradable y me sonrió
contento, antes de que la profesora nos felicitara a ambos y lo ayudara a
vestirse haciendo que el pequeño diera ligeros brinquitos de dolor por el roce
de la ropa.
- Muy bien Demi sé que seguro no ha sido la mejor de las introducciones a mi clase y eso te genere un poco de temor, pero te aseguro que mientras hagas tus deberes y te comportes como el niño bueno que seguro eres, la pasaras increíble en mi clase y de paso tu nalguitas traviesas no serán castigadas – me explico la mayor con voz dulce revolviéndome el cabello, lo cual a mi me chocaba bastante; en ese momento solo podía pensar en la gran posibilidad de que mi misión fuera parte de mi castigo por haber dejado vivos a aquella mujer y a su hijo.
- Seré bueno – me
force a contestar con voz aniñada a su discurso.
- Me alegra saberlo pequeño,
ahora se tan amable de tomar asiento por favor – pidió
señalando el pupitre doble que compartiría con Manuel Cortés.
- Sí, gracias – respondí
a su pedido a la vez que me dirigía con cierta ansiedad hacia mi asiento, pues
las cosas no solo no estaban saliendo tan bien como esperaba, si no que de
alguna forma que no entendía, me sentía bastante nervioso lo cual no era para
nada normal en mí y si por sí aquello fuera poco, todo fue a peor cuando pase
junto a la profesora.
- Sin miedo Demi que Manú no
muerde – me animo con voz juguetona antes de hacer que yo abriera
los ojos como platos al escuchar crujir mi acolchonado trasero con su nalgada –craachh.
"Mierda",
pensé entre mí temeroso de que alguno hubiera descubierto mi humillante
situación, pero para mí suerte parecía que ninguno lo había tomado en cuenta,
por lo menos ningún niño pues la cara de la profesora reflejaba muy bien que la
había "cagado" y lo comprobé en el mismo momento, en que se hinco a
mi altura y después de un fugaz lo siento me pidió que le hiciera saber
cualquier cosa que necesitará. Yo solo asentí deseoso de no estar allí...
Después
de eso la maestra comenzó su clase a la vez que yo llegaba hasta mi pupitre no
sin antes brincar por reflejo a la zancadilla que el ingenuo de Ricardo me puso
con la intención de tumbarme.
- Que me vez imbécil – puede
leer en sus labios después que vio que no logró su cometido, pues el muy
cobarde no quería que la maestra lo escuchara y yo que detestaba a los de su
tipo, me vi forzado a ignorarlo en lugar de partirle toda la cara y dejarle en
claro que nadie se mete con un Vurietry sin atenerse a las consecuencias. Pero
cuando llegué a mi pupitre lo primero que escuché fue
- Perdón por lo de antes – era
pequeño Manuel quien me hablo sin atreverse a mirarme a los ojos nada más tomar
asiento junto a él.
- Descuida, como dije, me
pasa seguido ya estoy acostumbrado, por lo menos esta vez no me han confundido
con uno de guardería – le respondí con voz aniñada y terminé
por meterme un momento el dedo gordo a la boca fingiendo que lo chupaba,
ganándome la risita del pequeño, mientras yo me lamentaba por dentro de lo
ridículo que se debió ver aquello,
- Jajaja, que chistoso eres
Demi – aseguró el nene pelirrubio riendo de mí infantil
ocurrencia.
- Niños, me da gusto que se
hayan caído tan bien, pero necesito que pongan atención a la clase o acaso
quieren cinco azotes para estar atentos a la lección – aseveró
la profesora Teresa mirando hacia nosotros armada con una regla de madera en
sus manos.
- Perdón miss – contestamos
a coro y un par de risitas de nuestra parte se escucharon antes de que la
profesora cambiará su dulce mirada por una severa y nos calláramos por fin.
La
clase como tal transcurría como cabría esperar de cualquier clase de colegio,
las lecciones eran sencillas y bastante aburridas pues a pesar de que eran
equiparables a las que tendrían chicos de secundaria y que con mi edad debía
estar según yo a lo mucho en primero, padre había explotado muy bien mi gran
capacidad de aprendizaje, por lo que a momentos me costaba un poco no bostezar
o acabar los ejercicios antes de que la profesora los explicara siquiera.
Estábamos
a casi media hora de salir al receso cuando la profesora salió del aula a
atender una llamada de la directora después de pedirnos hacer un trabajo en
grupos de tres, para lo cual todos los niños corrieron a formar parte del grupo
de sus amigos.
Cuando
estaba a nada de pedirle a Manú estar en su grupo, dos niños y dos niñas de
distintos grupos me invitaron a unirme al suyo, fue justo en ese momento que me
di cuenta de algo bastante curioso y es que todos los niños parecían evitar
acercarse a Manuel, mismo que solo veía cabizbajo su libro de texto.
- Hey niñas nosotros
llegamos primero – habló molesto Jerry junto a otro niño de
nombre Daniel.
- Y a mí que, ustedes no
pueden hacer equipo con el bebé – "Cómo
me llamaste maldita mocosa", le recrimine a mis adentros
bastante molesto por qué me llamara bebé y muy tentado a incluir su
insignificante vida en el menú de mi semana. – porque
es su turno de invitar a Manuel —continúo Sophia sin apartar su
mirada de mí, ajena al hecho de que su insolente comentario había puesto serio
riesgo su corta vida.
- Eso no es justo, desde
que… – el pequeño Daniel se detuvo a punto de decir algo que sin
duda no debía, pues el bocón de Jerry le tapó la boca a su amiguito bastante
molesto con él, antes de que Daniel mirase con tristeza al nene sentado junto a
mí que se encogió de hombros como temeroso de escuchar lo que Daniel estuvo a punto
de decir.
- Ustedes dos siempre han
invitado a Manuel – continuo Jerry en un tonito recriminatorio.
- Pues ya ven que ahora no,
vamos Demi – contestó la pequeña de nombre Isabel
tomándome de la mano y jalándome con toda su fuerza.
- ¡¿Qué?!, claro que no,
Demi irá con nosotros – rebatió el pequeño Daniel tomando mi
otra mano tironeando hacia ellos como si yo fuera el juguete favorito de todos.
- Suéltalo Jerry – ordenó
Sophia.
- Si suéltalo ya, a ustedes
les toca con Manuel – le secundo Isabel jalando mi mano hacia
ella, mientras Jerry tiraba de mí hacia su lado y yo estaba a nada de perder la
paciencia con ambos.
- Ni loco haré equipo con el
nalgas miadas de Manuel – puntualizó furioso Daniel, haciendo que
toda la clase volteara hacia nosotros mientras que Manú hacía pucheros con un
par de lágrimas a nada de llorar.
- Señorito Alameda venga
para acá – ordenó una dama alta y delgada entrada en sus
treinta, de cabello oscuro y mirada penetrante que entró de pronto al salón
causando que las fastidiosas niñas junto con Jerry se apartarán de inmediato y
que cada niño pusiera su vista sobre sus libros sin atreverse a ver directo a
aquella dama.
Daniel
en cambio sí que miró a la dama y lo que vio no le gustó para nada, pues su
cara se puso pálida del miedo antes de que un par de lágrimas se formarán en su
rostro y soltar mi mano como si está llevará fuego.
- ¿Qué espera Señorito
Alameda? – llamó al pequeño niño que comenzó a temblar
como cervatillo recién parido al escuchar la voz calma, pero a su vez
intimidante de la dama que esperaba su respuesta con sus manos descansando
sobre su vestido en ese porte que alguna vez usaron las institutrices de
antaño.
- No, señorita Ester yo no –
respondió
sollozando.
- Sabe que no me gusta
repetir las cosas – interrumpió la respuesta del pequeño a la vez
que avanzaba hacia él antes de endurecer su semblante y agregar con un ligero
desdén – y
también lo que pasa cuando no se me obedece – término al tiempo que
tomaba una silla que hasta ese momento yo creía de más en el salón.
- Siii – respondió
Daniel sin contener el llanto, caminando en lamentables pasos hacia la dama.
Cuando estuvo frente a la imponente mujer que ya se encontraba sentada, ésta
tomó al niño del brazo y lo puso sobre su regazo, le bajó los shorts junto a
los calzoncillos y se los quitó por completo con una rapidez que me dejó
sorprendido y a Daniel con sus dos nalgas color canela a merced de la dama que
sin aviso de nada comenzó a darle de... nalgadas.
- Plass, plass, plass, plass, plass,
plass – Sonó
al impactar la mano de la dama con las nalgas del pequeño a un ritmo casi
melodioso intercalando los golpes entre cada pompa.
- Aaaay, auu me duele – se
quejaba Daniel llorando con la cara roja mientras sus tiernas nalguitas tomaban
un tono similar. Más la dama no se detuvo, en cambio aumentó el ritmo y la
fuerza entre nalgada y nalgada.
- Plass, ¡plass!, ¡¡plass!!,
¡¡¡plass!!! – Sonaba en todo el salón, mientras los nenes, niños
y yo guardábamos silencio viendo hipnotizados como el castigado trasero de
Daniel se volvía rojo intenso a la vez que él pataleaba con la cara llena
lágrimas y mocos hasta que tan pronto como comenzó vimos como la señorita Ester
paro por un momento las nalgadas y levantó
en todo lo alto el culo de Daniel con su pierna. – ¡¡PLASS!! ¡¡PLASS!! ¡¡PLASS!! – Terminó
con tres nalgadas en la unión de las pompas tan fuerte que hizo al pequeño
Daniel perder el aire antes de soltarse a llorar como nene de kinder.
- BUUUUUAAAAAA,
BUUUUUAAAAAA, MAAAAMIIII – La dama dejó a Daniel llorando un par de
minutos sobre su regazo sin decir o a hacer nada, antes de bajar a Daniel de
sus piernas tomar la ropa del pequeño doblarla, dejarla sobre el escritorio y
decirle.
- Terminaremos tu castigo en
mi oficina señorito Alameda y ya que estas tan obsesionado con las nalgas de tu
compañero, supongo que no te importara mostrarle a todos como quedaron de rojas
las tuyas después de tu castigó y de una vez le digo que se llevará una nota
para que su madre se entere de su comportamiento – dejó
en claro la dama antes de tomar la mano del pequeño que salió por la puerta
llorando a todo pulmón desnudo de la cintura para abajo y con ambas nalgas
rojas temblando de dolor.
- ¡Por favor no le diga a mi
mamita, no quiero que también me haga pam, pam en mis nalguitas! – rogó
entre llantos el crío a las afueras del salón.
Todos
escuchamos la súplica de Daniel y como si el diablo llamara a junta yo y otros
niños asomamos la cabeza fuera del salón para ver cómo la directora y su
condenado se metieron a la oficina de a aquella dama.
Al
terminar aquella peculiar escena todos volvimos a nuestro lugar, mientras yo no
acababa de creer ni la mitad de lo que había pasado y sentía como un cosquilleo
recorría mi trasero.
Los
minutos pasaron y aun a pesar del mal trago del pequeño Manuel con un poco de
esfuerzo pude convencerlo de que hiciera equipo conmigo y Toby que para
sorpresa de ambos y extraño disgusto de Manuel insistió y terminó en formar
parte de nuestro equipo pues al final solo el quedaba libre de todos los niños.
Los
tres realizábamos la actividad sin que ninguno dijera nada de lo sucedido y en
cambio reíamos a momentos por las infantiles y muy tontas ocurrencias que les
contaba. A pesar de los contratiempos y las raras circunstancias en las que
estaba envuelto, todo iba de acuerdo al plan, Manú se mostraba contento con mi
presencia, estaba seguro que pronto me consideraría digno de confianza y más
temprano que tarde su fiel amigo, pues, a final de cuentas así son todos los
niños y eso sin contar que aquel nene por sus tiernos siete añitos ni siquiera
contaba para mí como un niño pequeño.
Lo
dicho todo iba según yo, de maravilla, más yo no contaba con algo que no solo
me complicaría las cosas sino que le daría un completo vuelco a mi vida, por
qué cuando la campana sonó marcando el inicio del recreo nada más ponerme de
pie con la intención de invitar a Manú a jugar. El pequeño pelirrojo y el nene
ojiazul que me acompañaban a la mesa se me quedaron viendo preocupados y sin
saber por qué, mis ojos se llenaron de lágrimas, a la vez que yo sentía como de
la nada mi entrepierna y nalgas se mojaban de cálida pipí sin que pudiera
detener una sola gota, mientras a mí memoria venían las palabras de Padre "Un
castigo que te seguirá toda la vida..." ; pero en fin eso y más ya
lo sabrás para la próxima vez nos veamos, de momento los chicos en el
campamento y todos los problemas en este me esperan. Buen día y hasta pronto.
¡Atención!
Querido y estimado Lector (a), les ruego
de la manera más atenta recuerden y tomen muy en cuenta, que está es una
historia con contenido adulto y por ende como en este capítulo y en muchos
capítulos venideros se encontrarán con escenas de carácter bastante fuerte y
con temas de mucha discreción, por favor ten muy en cuenta que esto solo es
parte de la trama, jamás y hago gran énfasis en "jamás", será mi
intención alentar ni fomentar a nadie a que repita o se inspire en mi obra para
realizar cualquier acto fuera de lo legal y moral, para mi toda vida es valiosa
e inviolable, mi texto sólo está meramente para entretenerte y tal vez con gran
suerte, para que puedas tomar algo bueno de él. Sin más les brindó un afectuoso
saludo y una disculpa por interponerme en lo que espero sea una grata
lectura.
Estimado Arthur...
ResponderEliminarPues que te digo, a parte de bienvenido al blog, muchas gracias por tu aporte, espero que los lectores disfruten tu hstoira como lo hice yo mientras lo editaba.
Es un poco controversial y obviamente no tiene la estructura del resto de los relatos, pero tengo fe, en que el duro corazón de Leonardo y su cruel castigo tengan un dulce proposito en la vida de Demian, que a proposito se me hace muy lindo.
Muchas gracias nuevamente y en espera de los siguientes capitulos.
Se que enviaste uno más, pero esperare unos dias antes de publicar, tu sabes para crear suspenso, jajajajja
Marambra
Woow que lindo detalle Maramba, de verdad que no te das una ida la ilusión de ver mi historia en el mismo blog que alberga tan increíbles obras. Se que mi relato es como mínimo controversial, a quién le gusta ver a un nene sufrir? No hay ser sensible en mi opinión no hay ser sensible que pueda siquiera tolerarlo, pero es parte fundamental de la trama y de la historia, Demi pasará por muchas cosas que para él ser humano común serían como mínimo controversiales y por momentos de cariño y amor que a él le parecerán la peor de las torturas. Con respecto a Leonardo Vurietry tiene todo menos ser predecible aún que si te adelanto que el "castigo" que le dio a su bebé es tal vez lo mejor que le pudo brindar en su vida.
EliminarMe gusto mucho el relato, espero que actualices pronto, y ya despertaste gran espectativa en mi, con eso de que son seres sobrenaturales, me gusta la fantasia.
ResponderEliminarY que bueno que haya un nuevo escrito, espero que eso despierte al blog nuevamente y lo ponga en buena forma, como era antes.
Sofia
Antes que nada, gracias por leer mi historia poner de tu valioso, para leer ambos capítulos me y decir que te a gustado me deja encantado.
EliminarSigue interesante, espero la continuación muy pronto. Gracias Arthur
ResponderEliminarCatBlueRed
Super genial, que gusto que te haya parecido interesante. Gracias a ti por leer mi historia.
EliminarMuy buen capítulo, me encariñe con Demi,es divertido como piensa sobre el resto de personajes y como interactúa con ellos, entiendo que él está más avanzado que el resto de sus compañeritos en cuanto a los conceptos, gracias seguramente a los conocimientos que su amo Padre como él lo llama le ha brindado, por lo que para él esas clases con la señorita Antelo deben ser un chiste.
ResponderEliminarTengo mucha curiosidad por conocer el personaje de Padre por como lo ha descrito Demi y obvio saber más del prota, también que tipo de castigo le impuso y que repercusiones ha generado en su vida, hay cabitos sueltos, que imagino que con el transcurso de los capítulos me enteraré.
Las escenas de los dos castigos estuvieron geniales, no me debería burlar del mal ajeno, pero vamos que Jerry se las merecía por imprudente y el Daniel ni hablar, aparte de castigado en el trasero, que ya de por sí es vergonzoso, todavía más vergonzoso que la tal Ester lo deje con el culo al aire y lo haga ir hasta su oficina. Me recordó los colegios ingleses, con sus institutrices imponentes. Y bueno yo adoro el Fm en todas sus variantes.
Actualiza en cuanto puedas!