El precio de una dulce infancia
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Deshonra... deshonor... grrrrr
no, caprichito de papá
Capítulo
4
Autor: Arthur Maya
Hoy nada
puede arruinar mi día, me siento fenomenal ¿quieren saber por qué? ¿a qué sí?, pues
no les digo jijiji es broma, es broma venga no pongan esa cara ha sido solo una
bromita de nada, ya, hablando en serio, la razón por la que estoy tan contento
es que... ¡¡he amanecido secó!! ¿¡pueden creerlo!? todos los chicos me han
felicitado por ello, bueno todos los que saben de mi problemita como por
ejemplo mi amigo Jerry y el pequeño Alim los cuales casi me hacen fiesta por
ello.
¡Jolines!
si es que no me lo puedo creer, estoy tan contento, ya tenía mucho tiempo sin
amanecer seco, espero mañana sea igual y pasado mañana y el que viene y… y tal
vez incluso deje los pañales de noche y también de día y sea por fin un niño
grande como mis amiguitos y... umm bueno tal vez algún día pueda... ¡no Demi
hoy es un buen día y hay que estar feliz!, mejor no pensar en cosas sin remedio
¿verdad que sí?... jiji ustedes si saben.
¡AAAYYY!
Que emoción ¡yupi, yupi!, hoy estoy súper genial y me siento como un niño
grande, Armando incluso me ha dejado usar calzoncillos para celebrarlo miren ¿a
qué son bonitos?
Si,
lo sé, molan muchísimo a Alim le han encantado también y el pequeño Polaris ha
opinado igual Jiji... ¿eh? ¿qué, quién es Polaris? pues obvio uno de los nenes
del campamento... el campamento es mi verdadero hogar, mi mundo sobrenatural,
oh pero que tonto de mi ¿cómo van a saberlo? si de eso no les he comentado
nada, perdón es que la emoción de mantener seco mi pañalito y haber arreglado
las cosas con Armando y los chicos me tiene como "chimpayate" con
juguete nuevo jiji.
Bueno
les cuento, Polaris es el apodó del nuevo hermanito de Alim, el nene es de lo
mejor: es juguetón, parlanchín bastante "avispado" con sus
ocurrencias y algo travieso, ya le han tocado un par de nalgadas por parte de
Armando jeje, pero aún siendo así de fantástico, él como otros pequeños de su
edad como Nicolo, o el Pato Lucas o Favito patito que sólo se la pasaban
llorando tristes y sin querer hablar con nadie, eso obvio era de lo más
preocupante.
Si,
si lo sé, a mí también me hace "bolas" tanto apodó, pero debido a que
ningún niño confiaba en el otro apenas si se dirigían la palabra entre ellos,
por ello entre bromas los más pequeños y yo empezamos a ponerles apodos a cada
nene, niño y jovencito en el campamento, claro que esto no les pareció nada
gracioso al principio, de hecho muchos se molestaron, pero como mi amiguito
Héctor dice "a todos los chiquillos
grandes o chicos les gusta el borlote" y pronto le agarraron el gusto
a nuestro juego y cada uno de ellos se inventó su propio apodó para que le
llamáramos así, de forma que me se pocos nombres pero un sin fin de motes.
Obvio
eso ni lejos solucionó todos los problemas pero sí facilitó bastante las cosas,
pues de esa forma pudimos lograr entendernos un poco y tener más en claro los
problemas y necesidades de los chicos en el campamento por ejemplo que algunos
como el pequeño Nicolo habían llegado al extremo de dejar de comer y dormir.
Las
cosas no podían seguir así, por lo que nos pusimos manos a la obra para solucionarlo,
cosa que no es nada fácil cabe decir, tantos niños pequeños y no tan pequeños
en un sólo lugar no es como jugar "bebeleche" precisamente, a
Armando, a los chicos más grandes y a mí que obvio no me iba a quedar fuera
solo por ser de los más pequeños del campamento, nos tocó una charla muy larga
y bastante tensa para solucionar el problema, lo bueno es que por lo menos fue
fructífera.
Entre
todos acordamos algunas cosas peculiares pero bastante efectivas, por ejemplo
hacer lo posible por qué los niños más pequeños y los niños grandes que se
sintieran solos estuvieran con un hermano guía, por lo que niños como Jerry y
Alim que eran niños super responsables fungirán como hermanos mayores para los
peques como Polaris y Nicolo que aún eran demasiado pequeños y vulnerables para
andar sin que alguien les "echara un ojo", sus nuevos hermanos
mayores se encargarían de brindarles los cuidados y cariños en la medida de lo
posible que requiere todo niño pequeño.
En
contra parte para los niños grandes que se sentían solitos como Gerardo y
Stalker los peques más carismáticos como el pequeño Arnau y Héctor se
encargarían de brindarles compañía y apoyo emocional animándolos a qué se
volvieran más sociables, de hecho, yo me apunte para el proyecto hermano guía,
pero Neutrón me mando por un tubo, bueno le digo Neutrón porque es como una
partícula atómica por su desbordante energía negativa…
- Si claro – sonrió Neutrón – yo también quiero lo que te fumaste para creer que tú,
pequeñajo tienes semejante responsabilidad – y al ver la cara
que puse, se lanzó una carcajada que me hizo enojar, pero lo más indignante fue
que me saco de su oficina golpeando mi pañal –
mejor ve a tomar tu biberón junto a los otros nenes – dijo con
aires de suficiencia, pero fue lo último que dijo porque su atrevimiento costó
bastante caro al pobre, pues no pasaron ni dos segundos de haber dicho eso
cuando ya lo había sometido en el piso con su manita en la espalda y mi
cuchillo a milímetros de su garganta.
Si
lo sé, lo se eso no estuvo bien de mi parte, pero si hubieran visto la cara de
reproche de Armando cuando pensó que estaba fumando a escondidas de él, me ganó
el coraje pues yo no me había fumado nada, todos los presentes con excepción de
Armando que me pidió de inmediato que me detuviera, se quedaron helados con su
vista fija en lo que un simple comentario a mi persona había ocasionado.
- Que lo dejes Demi, no te lo pediré otra vez – sentenció
Armando acercándose a mí.
- No hasta que deje de mentir – hice
saber al tiempo que un fino hilo de sangre se resbalaba entre el cuello de Neutrón
y la hoja de mi cuchillo.
- Demi no lo tomes tan literal fue solo un decir, él no te estaba
acusando de nada – intervino Jerry con premura y yo volteé
hacia él confundido.
- ¿Un decir? – pregunté extrañado.
- Si Demi, solo fue en sentido figurado, uno un poco retorcido...
pero figurado al fin de cuentas – contestó Jerry con cierto
alivió en el rostro al verme retirar el cuchillo y deshacer la dolorosa llave
que quedó a nada de quebrar el brazo del jovencito que con sus doce o trece
añitos de edad se quedó en el suelo sudando frío con la respiración
entrecortada y un marcado olor a pipi; suerte por él la verdad, si es que de no
ser por qué yo confío con total plenitud en mi amiguito Jerry y las nalgadas
especiales que me hubiera dado Armando cómo mínimo le hubiera arrancado el
brazo.
En
retrospectiva puedo agregar que Jerry a pesar de ser a veces un bocón es uno de
mis amiguitos más entrañables y que a veces suelo decirle hermano y reconocerlo
como mi mayor aunque me da vergüenza y creo que tanto él como yo estamos bien
como mejores amigos, bueno casi siempre; aún no me gusta la idea de que me dé
nalgadas cuando no pongo atención a su clase de biología pero ¿que esperaba?,
por más genio que sea él y más chiquito que sea yo, casi sabemos lo mismo del
tema, de hecho estoy seguro que él lo sabe muy bien y pienso que tanto él como
Armando solo me ponen a "aprender" con los nenes del campamento para
que yo conviva con niños de mi edad.
Lo
digo porque Jerry no hace mucho me preguntó que si no me entusiasmaba ir a la
escuela como todo un niño normal, lo cuál me dejó pensando mucho, pues a
diferencia de la primera vez que me preguntó eso cuando estudiamos juntos en la
clase de miss Antelo, no pude decirle que no, al contrario le sonreí entre
triste y alegre de saber que él me ve como un niño normal y no como el monstruo
que soy; me hizo sentir muy feliz.
Jerry
debió malinterpretar mi sonrisa pues no tardó ni un poco en agregar que aún
cuando él sabía lo mucho que me molestaba que Armando casi me obligará a ir a
clases con los nenes de mi edad, por las risas y juegos que compartía con mis
compañeritos, seguro y lo disfrutaba bastante. Yo lo medite un momento y sin
más le dije que era verdad, que si me gustaba y mucho pero, por lo que me había
hecho Padre "aprender" algo nuevo era difícil para mí pues la Bestia
era un erudito en muchas cosas y con el tremendo orgullo que me cargaba poco
podía aprender de los demás.
Jerry
se quedó en silencio sin saber que contestar lo noté triste y eso no me gustó
pues como le había dicho alguna vez a Armando lo que más me entristece es ver
mal a mis seres queridos y Jerry es uno de los más importantes para mí, por eso
es que no tarde ni dos segundos en darle un abrazo y decirle que no estuviera
triste por mí que yo ya los tenía a él a Armando y a los chicos.
Jerry
me devolvió el abrazo con una gran sonrisa y eso sí que me hizo feliz pues con
Manu aprendí que lo que más disfruto en la vida es ver sonreír a los que amó.
Claro que el encanto no podía durar para siempre pues el muy sonso y bocón de
Jerry arruinó el momento diciéndome.
- Gracias bebé.
- No soy un bebé – respondí con un puchero que
se convirtió en sonrisa cuando mi amiguito Jerry beso mi frente, pero creó que
me he ido por las ramas otra vez jiji… Ujum volviendo a lo del jovencito que se
orinó del miedo. Cuando el coraje se me pasó y me di cuenta de la
"tarugada" que había hecho solté el cuchillo y un sentido – lo siento – y me disculpé con
Neutrón a tiempo que Armando me recogía entre sus brazos – Perdón
Armando – susurré arrepentido, mirándolo un poco borroso por las
lágrimas que se acumulaban en mis ojos. Armando por su parte frunció el ceño
disgustado, más no supe si era por lo que había hecho con el pobre jovencito
que ya se estaba incorporando entre ligeros quejidos o por qué me empeñara en
decirle solo Armando, lo cual sabía que a él le dolía muchísimo, pero que yo no
podía evitar de hacer desde... bueno tú sabes bien a qué me refiero.
Neutrón
ya estaba de pie, siendo observado por el resto a una prudente distancia pues,
aunque yo sabía que era un buen chico por el aroma que emanaba, también solía
ser algo problemático cuando algo no le gustaba y verlo levantarse armado con
el mismo cuchillo que hacía nada había estado en su cuello, no podía traer nada
bueno.
- Baja el cuchillo – ordenó Armando abrazándome fuerte, no por
temor a que él jovencito me lastimara, si no porque yo lo podría tomar como una
amenaza y eso literal sería su sentencia de muerte, sin embargo para sorpresa
de todos él se soltó a reír divertido antes de gritar eufórico
- ¡Wow chiquitín, eso fue increíble! – todos
se quedaron sorprendidos ante la escena, incluso yo dudé mucho de sus
intenciones cuando se acercó a Armando y a mí, aún cuando el aroma que
desprendía Neutrón me decía a ciencia cierta que él no quería hacerme daño – Nunca pensé decirle esto a un bebé de cuatro años, pero
espero algún día me enseñes a atacar de esa forma tan increíble – comentó el jovencito con una gran sonrisa,
entregándome el cuchillo aún manchado con su sangre, el cual tomé antes de
contestarle indignado.
- ¡No soy un bebé!, tengo ocho años – alcé
ocho dedos para mostrarle cuán grande era y continúe – ya
soy un niño grande, bueno casi... los cumplo en un mes – termine
por decir bajando un dedo mostrando siete dedos: uno por cada año que tengo
antes de esconder mi cara en el hombro de Armando avergonzado por haber hecho
algo tan infantil. Los chicos soltaron la carcajada rompiendo por completo la
tensión que los tenía tan atenazados a su lugar, mientras yo me aferraba con
más fuerza Armando, con las orejas ardiendo de vergüenza.
- Oh anda no lo sabía, con lo pequeño que te ves y los pañales
pensé... bueno no importa, solo lo siento no quise ofenderte – comentó
el boca floja, rascándose la cabeza. El chico era un sonso sin duda, pero por
alguna razón me cayó muy bien, por ello estire mi brazo hacia él que al
instante entendió que yo quería que me cargará, el jovencito atendió a mi
capricho y me sostuvo en brazos donde observé de cerca el fino corte que
recorría su garganta, bese mi mano y la lleve a su herida.
- Sana, sana colita de rana si no sanas hoy sanaras mañana – recité
el hechizo que la abuelita Juanita utilizaba con Jerry su hermanito Luis y
conmigo para que no nos doliera ningún golpe o herida y debió ser súper
efectivo pues Neutrón me sonrió y me abrazo agradecido.
La
asamblea terminó y yo salí super contento en los brazos de mi nuevo pupilo al
cuál para mí gran gusto era un fanático de las armas, el combate y la violencia
vuelta técnica. Llegamos hasta mi cabaña donde apreté un poco las nalgas al
escuchar que Armando le pidió a mi pupilo que lo dejará cargarme, Neutrón
accedió de no muy buena gana sin querer tentar su destino pues ni un ciego
tendría pretexto para no darse cuenta de que Armando era la única persona que
podía controlarme, umm... bueno más o menos. Entre los brazos de Armando
pregunté preocupado.
- ¿Me vas a castigar? – casi seguro de que mis nalguitas se marcarían
con su mano, pues por mejor que habían salido las cosas me había comportado
como un niño malo. Armando me miró a los ojos dubitativo antes de caminar hacia
la cama conmigo que ya había empezado a sollozar – No
me hagas Pam, Pam – le pedí
casi a ruego y aunque nadie dijo nada todos voltearon a ver a Armando con cara
de disgusto, cosa que a él no le importó, se sentó sobre la cama y a mí sobre
su regazo – No Armando sniff, porfis, seré un niño
bueno... nooo, sniff no me castigues – le
pedí mientras mi short con dibujos de conejitos acompañaban a mis tenis dejando
al descubierto de los presentes lo que tanto me avergüenza de ser un niño
pequeño… mi pañal.
De
hecho, ahora que hablamos de pañales recuerdo que el otro día nos quedamos en
mi primer cambio de pañal, uno que sin duda estuvo de locos y que como todo lo
significativo en la vida del hombre siempre queda marcada la primera vez...
bueno en mi caso, la primera vez que me cambiarían uno desde que había dejado
de ser un bebé, uno más pequeño jejeje.
Después
de mi gran primer accidente ni tiempo me dio en decir nada, cuando la maestra
me tomó de la mano para llevarme hasta la oficina de la señorita Ester con la
intención de ponerme ropa limpia, junto a unos... pañales. Salí sollozando del
salón tomado de la mano de la maestra que me dirigió por el pasillo como a un nene
incapaz de andar en sus propios pies sin la ayuda de un adulto.
Me
sentía humillado, inútil... indefenso. De nada me valía la daga oculta en mi
pulsera, la pistola 22 escondida en mi juguete, ni siquiera los años de
riguroso entrenamiento me habían preparado para enfrentar tan vergonzosa
situación, solo pude dejarme llevar de la mano maldiciendo mi cruel destino.
Si,
lo sé, suena demasiado dramático pero con un carajo no se dan una idea de lo
mal que estaba en ese momento. Literal me pesaba el culo de tan orinado que
tenía el pañal, no podía mantener las piernas cerradas ni caminar sin escuchar
un squish, squish a cada paso que daba. Quería desaparecer, volverme invisible
y no ser el niño al que varios mocosos inmaduros se le quedaran viendo entre
risas a mí infantil ropa empapada de pipí.
- Tranquilo Demi, no pasa nada chiquito – habló
la mayor intentando reconfortarme al notar por mis pucheros que estaba a nada
de soltarme a llorar, justo después de que todos los niños en el pasillo
salieran corriendo al ver su mirada de enojo. Me estaba yendo fatal, más no
todo fue tan malo pues justo en ese momento una cálida manita tomó la mía y la
apretó suavemente.
- Todo estará bien Demi, no estás solo – dijo
para mí sorpresa el pequeño Manuel con una seguridad tan grande, que de alguna
forma me hizo sentir que le podía creer y evitó que me pusiera a llorar como un
completo bebé.
Avanzamos
unos cuantos metros más antes de llegar a la oficina, porque vaya que era largo
ese pasillo o por lo menos lo sería para cualquiera que no mide ni un metro
diez.
Al
entrar a la oficina nos encontramos a Daniel completamente desnudo con unos
libros en la cabeza sosteniéndolos con sus manos. El pobre niño tenía su
trasero al rojo vivo con unas marcas en sus nalgas las cuales le sobresalían
como si le hubieran pegado con una vara en el culo.
- Miss Antelo que se le ofrece, ¿necesita algo de mí? – preguntó
la regía docente justo antes de verme y alzar la ceja – o
acaso el niño nuevo requiere un castigo o mejor dicho sus nalguitas requieren
un castigo – terminó la
directora con una sonrisa que se me antojaba malévola dirigida hacia mí, que en
ese entonces no supe porque pero me dio pavor, aún cuando estaba acostumbrado a
peores amenazas de parte de padre. Pero ahí me tenían escondido detrás de las
faldas de mi maestra muerto de miedo y vergüenza.
- No señorita Ester lo que pasa es que Demi tuvo un pequeño
accidente y vengo a cambiarlo – aclaro todo miss Antelo y la directora
dirigió su mirada al pequeño Manuel que no tardó ni un segundo en abrazarse de
mí
– Manuelito también necesita un cambio – apresuró
a decir la maestra Teresa.
- Muy bien no hay problema y no se preocupe por las burlas
jovencito, porque ahora mismo les advertiré a sus compañeritos que es lo que
les pasa si hacen burlas hirientes – la dama se levantó de su escritorio caminando
hacia la salida y continuó – ah, señorito
Alameda ya terminó su castigo, ya puede sobarse el trasero, ahora le traigo su
ropa y una crema para evitar que le queden moretones – estaba ya casi por salir cuando habló otra
vez – ah y quiero que se disculpe con su compañero Manuel ¡me
entendió! – ordenó con un severo tono de voz dejando por
fin la oficina.
- Siii señora directora snif, snif – acató
el pequeño Dani al instante con marcado miedo tapando su trasero.
La
directora salió de su oficina y la maestra sin avisó de nada procedió a
quitarme mi ridícula camisa con imágenes de cachorros, mis tenis con lucecitas
y mi short dejando al descubierto el desastre que había hecho en mis pañales
tipo pull ups con huellitas de perrito, los cuales también me vino quitando
quedando así desnudo frente a ella y los dos niños cuya mirada indiscreta
reflejaba su desconcierto por ver mi pudor tapado con mis manos.
Estaba
muerto de vergüenza que una señora y un par de críos que muy apenas conocía me
vieran tal y como Dios me trajo al mundo, era humillante por decir poco, sin
contar lo repugnante que era sentir en mis manos la humedad de mi propia orina,
misma que aún escurría en pequeños pero notorios chorritos por mis piernas, más
nada podía hacer ya que tenía que centrarme en mi maldito papel de mocoso.
Miss
Antelo me sonrió antes de apartar mis manos de mis partes.
- No hay porque tapar tu pajarito pequeñín, no eres el primer nene
que veo desnudito ni tampoco el que se orina frente a toda la clase, también
aquí a tu compañerito Daniel una vez se orinó frente a todos, ¿verdad Dani? – preguntó
mirando al pequeño Daniel quien no tardó ni un par de segundos en tener la cara
tan roja como su castigado trasero.
- Pero eso fue el año pasado y solo fue una vez – se
apresuró a decir muerto de vergüenza. Yo no pude evitar sonreír, fue divertido
verle no solo el culo rojo sino también su rostro tupido de vergüenza porque la
maestra me reveló su secreto a mí.
- ¿Y dime cómo te sentiste Dani y más importante cómo te hubieras sentido si tus compañeros se hubieran enterado si yo no te hubiera ayudado hee?
- Creo que igual que Manu y que Demi maestra, pero por favor no
les diga a los demás, prometo que ya no me voy a burlar de Manu ni de ningún otro
niño o niña – rogó
el pequeño mequetrefe.
- Eso, así se habla chiquitín y solo por ello voy hablar con la
directora para que no notifique a tus padres, pero espero que en serio sea la
última vez que haces un comentario tan hiriente porque a la otra no pienso
ayudarte – concedió la amable mujer al tiempo que a mí
se me contraían mis partes por el frío que sentía en mi empapado trasero.
- Está bien maestra se lo prometo – respondió
contento de evitar otro castigo por parte de sus padres.
Sin
decir más la maestra siguió con su cometido tomando una toallita húmeda limpio
mis partes íntimas. Puedo agregar que al menos ella lo hizo con una delicadeza
que se sentía bien y por completo diferente a como me hicieron sentir las
asquerosas manos de muchos otros objetivos.
- A ver Demian date la vuelta corazón para limpiarte bien – me
pidió con una dulzura que me resultaba desconcertante y que de alguna forma me
hacía sentir una calidez en mi pecho que me confundía pero me gustaba mucho,
por lo que sin pensarlo siquiera hice lo que me pidió, pues… algo dentro mí me
decía que lo menos que quería era desobedecerla. Nada más darme vuelta sentí como paso otra toallita húmeda sobre
mi trasero limpiándolo de todo rastro de orina, seguido de un ligero pellizcó
en mi pompa izquierda haciendo que diera un pequeño brinco – Que bonito traserito tienes Demi jejeje
redondito y bien formado, espero que estas lindas nalguitas no se metan en
problemas porque de ser así tendrán una seria charla con mi mano o con la regla
Plass, plass
- Auch.
Me
dio dos pequeños Pam, pam en mis pompitas como bien diría Armando, los cuales
no me dolieron pues fueron muy suaves y aunque lo normal hubiera sido gritarle (¡suelta
y deja de tocarme vieja loca!) no puede siquiera pensarlo pues me sentía umm,
como lo digo ... ya saben... ¿vulnerable? tal vez, no sé... en fin.
La
maestra me dio otra vez la vuelta y sin más pasó su brazo por debajo de mi
trasero y me cargo como se carga a los nenes con sus manos por debajo de mis
nalgas, al tiempo que yo me abrace de su cuello casi por instinto temiendo
caer. Uno que me desconcertó bastante, ¡tenía miedo!
"¿Miedo? ¿¡Miedo a
qué!?", me recrimine, pues yo solo sabía temer a
Padre. "Algo no está bien", me dije seguro, intentando procesar
lo que me pasaba.
- No tengas
miedo chiquito, no te dejaré caer – hizo
saber la dama entre divertida y enternecida por lo que le parecía un simple
miedo infantil.
La
maestra caminó con una tranquilidad exasperante. En cada paso que daba sentía
como mis nalgas se amoldaban a la suave mano de aquella mujer.
Cuando
por fin llegamos hasta el amplio sillón que la directora Ester tenía en su
oficina para un peculiar propósito que descubrí poco tiempo después, la maestra
me acostó no sin antes poner un tapete de plástico con dibujos de patitos
utilizados por las profesoras de preescolar y de las maestras que tenían niños
como Manuel o como a mí... Ya acostado
con mis partes a la vista de todos vi como la directora regresó con la ropa de
Dani.
Oh pero que lindo te ves pequeño – dijo
nada más voltear hacía mi.
"¿Lindo?
¿Qué tiene de lindo andar con las pelotas al aire?", pensé entre mí sin
poder hacer otra cosa que sonreír con timidez, pues sabía que con seis años no
es normal tener tanta vergüenza y lo corroboré con el pequeño Manuel, que a
pesar de ser casi dos años mayor ya estaba quitándose sin pena alguna su pañal
mojado dejando ver su blanco trasero y sus partecillas.
- Señorita Antelo aun no tengo la hoja de alergias del joven Valtierra por ello creó que el talco anti alergias que tenemos para los niños de kínder le viene mejor que el que usted usa con su hi...
- Gracias – interrumpió la maestra
Teresa de forma cortante y bastante molesta.
- Perdón Tere, he visto a Manuel y se me ha escapado —se
disculpó apenada por algo que en ese momento solo Manuel entendió, a la vez que
la maestra Teresa tomaba el talco sin decir nada – Bien
miss Antelo la dejó un momento, espero no le importe encargarse de los niños,
debo atender las entrevistas para la nueva enfermera, aquí le dejo la crema
para el Joven Alameda, ah si necesita pañales para el joven Valtierra la
señorita Ágata dejo unos cuantos en aquella gaveta – dijo señalando un mueble con
infantiles garabatos y manitas pintadas al lado de un letrero que decía
"Preescolar 2A"
- Gracias directora Ester y suerte con las entrevistas – agradeció y se despidió miss Antelo más
calmada y sin más dilación la directora se fue.
- Muy bien Demi hay que preparar ese lindo traserito de bebé – "¿Bebé cuál bebé?", pensé entre sus
declaraciones – te pondré talco en tus nalguitas ¿de
acuerdo? – continuo ella ajena a mi gran desconcierto y con un
ligero asentimiento de mi parte, con él talco en las manos miss Antelo tomó mis
tobillos, levantó mis piernas dejándome con el culo al aire y roció una cantidad
considerable en mi trasero y en mis partes, mientras me decía lo lindo y tierno
que era. Palmeó un poco el escandaloso contenido asegurando que cada parte
quedara tupida de este, para bajar mi blanco trasero sobre un pañal de cintas
donde se suponía debía terminar, sin embargo, espero un poco pues para ternura
de ella y gran vergüenza mía me di cuenta muy tarde de que mi pequeño miembro
de 4cm quedó erguido en todo su esplendor. Mi cara roja y una torcida sonrisa
fue mi respuesta a la humillante acción infantil de mi cuerpo. Y la maestra
Teresa pensando tal vez que yo era demasiado pequeño e inocente para que
aquello tuviera importancia para mí – Parece que a
cierto nene le ha gustado mucho su cambio de pañal hee – comentó
la dama sonriendo haciéndome cosquillas en la barriga mismas que no tardaron ni
un segundo en hacerme reír por primera vez desde aquellas carcajadas que me di
por las ocurrencias del pequeño Martín. Entre risas le pedía que parará, pero
ella no desistió en su cometido llenando la oficina con la risa de un niño
pequeño tan alta, aguda y sincera como la de cualquier otro crío disfrutando de
los mimos de su mami – Pero qué linda risita tiene este chiquitín – comentó
con gusto la pelinegra pellizcándome los rojos cachetes después de casi dos
interminables minutos de hacerme cosquillas. Mi virilidad quedó flácida y la
dama aprovechó para cerrar e intentar ajustar lo mejor que pudo el pequeño
pañal que para mí sorpresa me quedaba suelto. Me levanto y me reviso de pies a
cabeza analizando su trabajo – Uumm, creo que te
queda un poco grande Demi, tal vez si sea mejor tomar uno de los que tenemos
para los nenes de kínder.
- ¡No! – grité aterrado por la idea, haciendo
brincar a Daniel y a Manuel el cual cayó de nalgas por el susto.
- ¿Perdón? – exclamó la maestra con la
ceja alzada indignada por mi repentino grito, mientras Manuel se soba las
nalgas y Daniel se me quedaba viendo preocupado por lo que aquél grito le
podría costar a mi acolchonado trasero.
Pero
temo que por hoy lo dejaremos hasta aquí, se que tal vez me quede en algo
interesante y lo siento por eso, pero hace nada fue el cumple de Manuelito y le
he prometido al señor Ángelo que llevaría lo necesario para una excelente
fiesta de cumpleaños, por eso me he dado una pequeña escapadita del
campamento... o no, no se apuren Armando y los chicos seguro ni se han enterado
de que no estoy en el campamento pues como dice el pequeño Neutrón "Soy la sombra que sale cuando menos te
lo esperas pero en el mejor momento posible", jeje además ya solo me
faltan los globos y las diez velitas para adornar el pastel que hicimos entre
Dante y yo, hay que emoción seguro nos la vamos a pasar increíble cantaremos
las mañanitas le daré su abrazo y, y... eso me encantaría pero Manu, bueno
él... en fin ahora sí ya me tengo que ir me falta mucho por hacer y aunque
Armando está de muy buen humor hoy, dudó que esté lo suficiente como para no
calentarme el culete si no llego temprano, por ello mejor no tentar al destino
y partir temprano por el bien de las nalguitas de su querido narrador jejeje.
Ufff tu relato es un sube y baja, no se que pensar ni sentir, por momentos me desenchufa, pero creo que ese es el proposito, seguire esperando un gran momento entre Padre y su precioso bebé.
ResponderEliminarHola Maramba, un verdadero placer saber de ti ,espero te encuentres súper bien y todo te esté llendo de maravilla.
EliminarAntes que nada me gustaría felicitarte por el día de la mujer, el mundo nada sería nada sin grandes damas como tú y cada una de ustedes que luchan el día a día, por lo mejor.
Respecto al capítulo, sinceramente que te puedo decir la verdad es que el relato surgió como primera instancia en torno al infantilismo forzoso, pero de alguna forma sentía que la historia me exigía mucho más que eso, por eso es que a momentos, es bizarra y otros adorable. Nuevamente gracias por publicar mi historia en tu blog. Saludos cordiales.
Cada vez se pone más interesante esta historia, y que verguenza con el cambio de pañal al cual fue sometido con necesidad Demi, aunque te juró que lo disfrute, estas situaciones tipo así vergonzosas que le pasan a los personajes me gustan jajajaja.
ResponderEliminarBueno pobre Daniel se ganó una buena con la vara y todo el mundo vio el resultado.
Lo que no me queda claro si Armando es Padre o es otro personaje, pero quiero que Demi nos siga contando los lios de su vida, estoy engánchadísima con la historia y lo mejor que hay variedad de personajes.
Esther es perversa y a la señorita Antelo es morbosilla, genial que hayan personajes femeninos, el 8 fue el día de la mujer, este mes es de la mujer, no nos han regalado ningún relato, sobre las chicas al poder.
Por cierto me encanta que Jerry y Demi sean amigos aunque el primero sea un bocón. Saludos y sigue adelante con esta historia.
Hola Nicole, muchas gracias por tus comentarios, me animan mucho, más por qué se que sé, que mi historia es algo cuando menos fácil de leer, los temas a tocar en mi historia llegan desde lo crudo hasta lo absurdo, pero siempre intento que sean interesantes para el lector.
EliminarSi bueno a Demi, como ya habrás visto no le hizo ni poquita gracia aquello, el nene lejos de pensar como un inocente bebé, se ve a sí mismo como una bestia, portadora de los grandes males del mundo, la cual nada tiene que ver con esos momentos tan bochornosos e infantiles.
Si a Dani, no le fue para nada bien, aún con sus morenas nalguitas lo rojo se resaltaba en su travieso traserito.
Ooh bueno, Armando es como decirlo enigmático tal vez ya verás tu porqué lo digo.
Esther es una mujer muy estricta, pero contrario a lo que aparenta es una mujer que adora a todos y cada uno de los niños del plantel. Con Miss Antelo no te equivocaste en decir que es un tanto morbosa, sin embargo te adelanto que jamás será en el mal sentido, si bien a la dama le parece le parece sumamente adorable ver a los nenes desnuditos, no es, ni será nada de índole sexual. Menos Demi que a sus ojos es solo un bebé.
Jerry y Demi pasaron por mucho antes de que ambos bribónsuelos se consideraran amigos.
Aunque se que tarde espero que en tu día, hoy, mañana y siempre te demuestren lo importante que son para todo el mundo. De mi parte muchas felicidades.