sábado, 22 de junio de 2024

Mis Gemelos: Cap. 329; Autora Marambra

Mis Gemelos

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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 22 de Junio del 2024.
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Capítulo 329

Firmando su propia sentencia, literal

Autora: Marambra

 

  • Yaaaa papá, YAAA, yaaa – lloraba Iván muy sentido agarrando las muñecas de su padre, tratando de evitar un doloroso encuentro con el cinturón, ya le dolía demasiado el trasero como para aquel regalo
  • ¡Obedece! entonces y cambia de actitud mocoso, ¡cambia de actitud! – sentencio papá muy enojado, sacando a Iván del baño entre zarandeos medio bruscos, y con el cintu en la mano regalándole un último azote, pero bien dado – ZAAAS
  • AAAAHHH Yaaa

 

Y a Iván le falto pies para ir al potrero con su hermano pese al maldito sueño que lo acosaba, pero se notaba que papá estaba muy enojado y razón había de sobra, habían mentido con total descaro, se salieron sin permiso de la casa armando un plan de fuga muy elaborado y fueron arrestados, mientras el dormía con la tranquilidad de pensar que toda su prole estaba bajo su ala. Además de la tonta pelea que se le ocurrió protagonizar en casa.

Oscar el joven policía, enamorado de Annika, vio superada su incredulidad por el sorpresivo accionar de Florencia, nunca imagino que dicha dama fuera de armas tomar e ir hasta las últimas consecuencia; cuando la vio ingresar a la comisaria junto a don Fedor y la chica de sus sueños, al ver el rostro enfadado de la señora, creyó sinceramente que a lo sumo avergonzaría su hija menor riñéndola en la comisaría, no que se lance a darle semejante paliza y cuando la señora empezó a protestar contra los gemelos, prefirió hacer caso a uno de sus colegas y retirar a los chicos de su alcance, no vaya a ser que la señora decida ajusticiarlos también, ahí sí que se armaría la grande, porque don Rubén era muy protector de su prole, además se suponía que ninguna persona que este bajo custodia policial sufra algún inconveniente dentro de sus instalaciones.

Tampoco imagino que Fedor exigiera que el padre de los gemelos se haga presente en la comisaría, ¿plan venganza?, no lo sabía, como sea, tuvo que llamar a Rubén por seguridad de los muchachos, si el trasero de ambos corría riesgo no iban a derramar sangre en su comisaría, allá don Rubén en su hacienda si quería moretear el culo de los chicos, eso era otra cosa, era su padre con derecho innato, por tanto no podía permitir que los padres de Pankarita, por muy enfadados  e indignados que estén, quieran tomar la justicia por sus propias manos y deseen reprender a los gemelos como hijos propios, algo que casi sucede en los segundos aquellos que no permitió que nadie se acerque a su oficina con pretexto de salvaguardar la intimidad familiar.

 

  • BUAAAAGGG AGGGG YAAA MAAAAMI, YAA – se había oído el grito lastimero y la súplica de Pankarita en toda la comisaría, a esas alturas todo el personal uniformado estaba enterado de las andadas de la chica y los tojos, menos mal no había nadie arrestado, sino era la comidilla de todo el pueblo – YAAA BAAASTA ME DUEELE MAMÁ… ME DUEEELE BUAA – admitió por fin la muchacha y ante semejante queja, Fedor superado el respeto que siempre tuvo por Florencia y sus acciones decidió que era suficiente
  • ¡FLORENCIA! – el hombre elevo la voz sobre los gritos de su hija, logrando sujetar la muñeca de su esposa para que pare – YA FUE SUFICIENTE, ¿qué pretendes? – pregunto, haciendo que su esposa mire por un momento muy detenidamente el estado de su hija, pensando recién que lastimo seriamente a su niña, pero lo único que vio fue el rubor habitual de una paliza como fondo sobre sus largas piernas e imagino que igualmente estaría el trasero, no le bajaría la ropa aunque quisiera y menos delante de aquel par que en su mente, también merecían una soberana tunda, fuera de eso  3 o 4 reglones bastante rojos que quizás moreteen un poco, coronaban la parte alta de sus piernas, pero no pudo inspeccionar nada más pues Fedor le quito a su hija y también la regla – ¿quieres molerla o quieres sacarle sangre? – pregunto con todo el drama que pudo, lo que molesto a su esposa, pues con aquella pregunta tonta, la estaba acusando y queriendo chantajearla emocionalmente, ¡ah! pero no iba a caer en su sucio juego, pensó ella, respondiendo muy seria
  • ¡Sangre no! Fedor, ¡sangre no!, solo voy a sacarle LA ESTUPIDEZ de la cabeza por el trasero – declaro decidida a recuperar a la chica, pero sin poderlo hacer, y ante la frustración vivida decidió atacar a los chicos – y a ese PAR TAMBIEN – anuncio para consternación de todos y se giro en redondo buscando a los gemelos y quitándole a Fedor la regla sin tiempo a atajarla,  atrapando a Lex a quien ya se la tenía jurada y para demostrar su punto apretó el brazo del muchacho lastimándolo, antes de estamparle la regla en el trasero, con todo el veneno que guardaba – CCLAAPPP
  • AAAAYYY – y si el reglazo en si no llamo la atención, aquel grito lo hizo, menos mal Oscar reacciono a tiempo y atrapo la regla por el extremo opuesto antes de que vuelva a atacar a Alexander o en su defecto a su hermano
  • ¡Suelte la regla señora Florencia!, ¡¿qué le sucede?! – exigió el joven con determinación, sin permitirle maniobrar más de lo necesario ni soltar dicho objeto pese a los gritos enojados de Florencia que exigían lo contrario
  • SUELTA OSCAR, ¡SUELTAME! QUE VOY A AGARRAR A REGLAZOS A ESE DE MALANDROS – chillo la mujer roja de enojo, pero Oscar opto por la diplomacia
  • ¡Deje ir al joven de inmediato señora mía, o me veré obligado a detenerla por desacato! – al final Oscar se vio obligado a asumir un papel que no quería y nada menos que con la madre de la chica que él admiraba, pero era lo que tenía que hacer antes de que su comisaria se vea envuelta en un quilombo
  • ¡Suéltame tu más bien Oscar, no te creas muy mayor que apenas ayer te vi en pañales! – declaro Florencia toda ofendida, sin poder creer que el hijo menor de su entrañable amiga la amenace de esa manera, quizás él no lo recuerde, pero ella a veces incluso lo bañaba cuando su madre lo dejaba en su casa, obvio no iba a mencionar aquello, hasta ella sabía que eso era cruzarse tres pueblos
  • Eso no viene al caso señora, le estoy pidiendo que suelte al muchacho, usted está cruzando límites, no me obligue a tomar otras medidas – volvió a recalcar Oscar, estirando el límite de su paciencia hasta el fondo, la testaruda mujer no quería soltar el brazo del chico, en cambio apretaba más, lastimando la piel de Alexander, a ese paso iba a dejarle un horrible cardenal, si es que ya no lo hizo
  • No lo voy a soltar, por lo que me dijo Annika, este mocoso se declaró culpable de tumbar el muro, y aquí no veo a sus padres DANDO LA CARA… ¡exijo que sus padres estén presentes! – y los gemelos se encogieron de miedo, lo último que ellos querían eran que su padre o su abuelo vengan a la comisaría, ambos sabían que sobre todo Rubén podría darles una tunda en público si había motivos y aquí esos sobraba – Y NO LO VOY A SOLTAR Oscar, no lo voy a soltar HASTA QUE VENGA SU PADRE – exigió sentándose en el mismo sofá que minutos antes usara para azotar a su hija, y obligó a Alexander sentarse a su lado bien cogido del brazo, para eso ya había soltado la maldita regla, no iba a pegar al muchacho por mucho que ella quisiera
  • Señora Florencia – Oscar se quedó con la regla en la mano y sin saber cómo actuar, por primera vez en todos sus años de servicio que, si bien no eran muchos, no vivió semejante experiencia
  • ¿Y que estas esperando Oscar?, cumple con tu trabajo – agrego la obstinada mujer, por lo visto Oscar tenía que pensarlo muy bien si quería a esta señora de suegra
  • ¡MAMÁ! – grito Annika horrorizada por la actitud de su madre, arrepentida de haber dejado que la patrulla se lleve a su hermana y a los gemelos
  • ¡Florencia nos vas a meter a todos en problemas, suelta al chico ahora y vámonos a casa! – amonesto a su vez Fedor, pero sin lograr nada tampoco
  • No me importa si me abre un maldito expediente, pero NO ME VOY A MOVER DE AQUÍ ni soltar a este chico HASTA QUE VENGA SU PADRE… ya está bueno de huevadas – agrego para sorpresa de todos, nadie imagino que fuera malhablada – haz lo que tienes que hacer Oscar, ¿Qué estas esperando? – lo cuestiono, muy erguida y sin soltar a su presa
  • ¿Está usted segura señora Florencia? – Oscar no estaba dando un farol, estaba hablando muy en serio también, quería asegurarse de que su queridísima suegra se de cuenta de que él no era un niño, sino un hombre
  • He dicho que hagas tu trabajo, nada más – ¿quién podría dudar de sus palabras?, hablaba como si fuera ella el comisario y no una simple madre de familia envuelta en un lio de pelotas
  • Es que mi trabajo implica abrir un expediente, no solo a usted por desacato, sino a Pankarita y los gemelos, ADEMÁS de tener que llamar a servicios sociales, porque si usted no se dio cuenta señora Florencia, los tres son menores de edad y estaban ¡sin supervisión! – y miro a Annika de paso, esto la salpicaba quiera o no, porque desgraciadamente para todos fue idea suya que el los traiga a la comisaría, aunque tenía que admitir, que solo un pelotudo enamorado como él haría caso solo para complacerla sin medir consecuencias
  • NO me importa siempre y cuando venga Rubén, es a quien debiste llamar de inmediato – reclamo Florencia, de nuevo envuelta en un enojo sin fin – y creas o no Oscar estoy enojada contigo y decepcionada, porque sé que tú no tienes intención de llamarlo para arreglar este asunto – confeso, y Oscar le dio en parte razón, no tenía esa intención, como tampoco que ella reaccione como lo hizo
  • Yo nunca dije que no iba a llamar al padre de los gemelos señora Florencia, pero parte de razón tiene, debí hacerlo de inmediato y llamarlos a ustedes también, pero no fue así, por eso me disculpo de usted y de su esposo – agrego con sinceridad – pero de ahora en adelante, manejare este asunto con pinzas, por eso le conminó a que suelte a Alexander – empezó a explicarle muy educadamente, esperando que ceda voluntariamente – o caso contrario me veré obligado a acusarla formalmente por golpear a un menor de edad ante la brigada de protección a la familia, e informarle también al señor Hansen, si el desea formular cargos en su contra, esta en su derecho, independientemente de las cosas que hicieron o no los gemelos
  • Buen discurso el tuyo Oscar – respondió Florencia convencida de que era una trampa – pero no voy a soltarlo solo por tu linda cara, ¡de ninguna manera!… él se queda porque tenemos que hablar con su padre – testaruda mujer, pensaba Oscar respirando hondamente, al parecer no entendió el alcance de sus actos – ahora haz lo que tienes que hacer Oscar – parecía como si Florencia se pasara por el forro de su falda lo que acababa de decir Oscar, el cual lo sintió como una gran falta de respeto, era hora de cambiar de táctica pensó Oscar por primera vez desde que comenzó esta pesadilla
  • Teniente Oscar Ponce de León Rivadavia, si me hace el favor – contesto Oscar destilando el enojo que sentía en aquella palabras, sorprendiendo a propios y extraños, pero sin dejarse llevar por las miradas curiosas continuó – y como le dije antes, siéntase libre de conversar con don Rubén cuando guste, pero eso sí, lo que yo tenga que tratar con él solo me concierne a mí y a Don Rubén, si el desea presentar cargos contra suya me veré penosamente obligado a arrestarla, ahora con su permiso, me llevo a este joven y a su hermano a mi oficina – y para poner peso a sus palabras, cogió del brazo a Lex jalándolo con firmeza pero sin ser torpe en ningún momento, había terminado con Florencia, era hora de preservar a salvo a ese par – ahora tú, ¡andando! – le ordeno colocando a su vez su diestra en el hombro de Iván para que los acompañara, dándole la espalda no solo a Florencia, sino a una perpleja Annika que no dejaba de mirarlo entre la admiración y el respeto recién adquirido y la simpática incredulidad
  • ¡Oscar! – Florencia se paro y elevo la voz no con enojo sino con sorpresa, nunca imagino que el chico le plantara cara de esa manera, punto a su favor
  • Teniente Ponce de León, ya se lo dije – recalco desapareciendo por la puerta, dejando a la familia alucinada – y le recuerdo, no puede abandonar el recinto hasta tomarle declaraciones a su hija menor

                               

Y diciendo eso, Alexander se vio obligado a despedirse de todos con un leve asentamiento de cabeza, seguido por su gemelo que lo imito rápidamente, ambos aliviados de estar lejos del peligro que representaba esa señora y no eran los únicos que se sentían así aliviados, flotando para sus adentros, el mismo Oscar sintió que sus pulmones se aflojaron apenas cruzo el umbral de su despacho, pensando que era hora de hacer las cosas como normalmente haría, sin la distracción del par de ojos vivaces y retadores como los de Annika, el amor de su vida, no sin antes asignar a uno de sus colegas vigilar a la madre, no vaya a ser que  quiera seguir con su plan original y regresar por Alexander o Iván y golpearles en trasero como lo hizo con su hija

Tras eso resuelto cumplió con su palabra, llamo a don Rubén cuidando las formalidades, conminándolo a presentarse a la comisaría porque los gemelos se encontraban en la misma, tras un incidente de tránsito sin sufrir menos mal, ningún daño personal, cosa que si bien apaciguo a Rubén del miedo, no disminuyo su enojo, la única diferencia fue que supo controlar su casi siempre exaltado temperamento cuando uno de los gemelos o ambos hacían de las suyas a sus espaldas, lo que no significaba que deje a los chicos sin castigo, ¡los iba a castigar!, sí señor, les iba a dar un escarmiento que no iban a olvidar de por vida...

 

  • Pero ellos ¿están bien? – pregunto Rubén, sentado ya en la oficina con Oscar, no lo habían visto ni los gemelos ni la familia de Pankarita, habían llevado a los tojos a una de las salas de interrogatorio bajo la supervisión de otro policía.
  • Si señor, sin un rasguño menos mal – contesto Oscar
  • Y ahora qué debo hacer, ¿firmar algún papel? – si él hacia aquello, todo cobraba un nuevo sentido, y Oscar se vería obligado a reportar el incidente a la brigada del menor, así que decidio dejar eso en manos del destino, pero antes tenia que confesar un último pecado
  • Mire don Rubén, como le dije, traje a los chicos y a Pankarita porque Annika me lo pidió, subestime mi capacidad de control de algo que parecía inofensivo y trivial, pero no fue así – confeso arrepentido de sus malas decisiones – no estuve a la altura de mi trabajo y mi negligencia ha ocasionado que la señora Florencia, le de una paliza a su hija menor aquí, delante de todos – y se callo abruptamente, no queriendo confesar la última parte, Rubén de pronto le clavo la mirada queriendo escudriñar algún secreto que sabía existía porque Oscar de pronto se puso tenso y desvió los ojos, así que Rubén presiono, no hizo falta mucho, solo un pequeño empujoncito
  • ¿Yyyy?
  • La señora, estaba y esta muy brava aún y bueno… golpeo a Alexander – ya estaba, lo dijo se dijo así mismo, cerrando los ojos por fracción de segundos, esperando el rugido
  • ¡Golpear! ¿golpear?, o golpear – e hizo una señal de azote con la mano
  • ¡NO, no! – Oscar para entonces se paró de golpe haciendo gestos – le dio un solo golpe con la regla en el trasero que sonó muy mal – confeso – pero fue solo uno – y Rubén se lo quedo mirando, pensando
  • ¿Solo uno?
  • Si señor, solo uno, le doy mi palabra – y puso su mano al pecho, como el buen scout que era – y si usted desea poner una denuncia contra la señora Florencia, esta en su derecho, como esta en su derecho presentar una queja contra mi persona por lo sucedido, no solo con la señora Florencia, sino por…
  • Complacer a Annika de quien estas colgado – termino Rubén, poniéndole voz a sus pensamientos, haciendo que Oscar se sonroje
  • Don Rubén, por favor – murmuro mortificado
  • No te preocupes por eso, no voy a presentar ninguna denuncia porque Florencia le dé un reglazo a mi hijo, porque entre nos, se merece la versión completa; pero quiero saber, si ahora los chicos tienen cargos pendientes por el destrozo de la pared que me comentaste
  • No don Rubén, eso le corresponde a la familia de Annika, fue su hija la que estaba en el volante, pero si usted decide compartir los gastos con ellos, yo no me opongo – esa era una buena manera de agilizar las cosas
  • ¿Hay algo más pendiente?
  • No, nada… puede retirarse cuando guste y llevarse a los chicos a casa
  • Bueno, pero antes, quiero pedirte un favor – y Oscar imagino que quizás don Rubén quería hacer lo que hizo Florencia
  • Preferiría que castigue a sus hijos en su casa por favor, fue muy incómodo ser testigo de lo que le toco a Pankarita, así que no pida que traiga a los gemelos aquí para castigarlos – agrego mortificado el teniente, no estaba acostumbrado a escenas como esa, en su fuero interior, los castigos corporales eran de orden privado; en su casa eran casi un tabú por la intensa vergüenza que implicaba ser azotado porque te portaste mal, no es que a él lo sigan castigando, no, sino que dada su edad, no fueron muchos años los que pasaron para olvidar algunas feas experiencias con el cinturón de su padre
  • OH, no, no, Oscar, ellos se mereces una buena paliza y un castigo extra y para eso necesito estar en casa; lo que quiero es que me redactes un compromiso para que mis hijos, no puedan salir a la calle solos por un mes – y Oscar lo miro extrañado, así que Rubén decidió explicarle sus razones – así no tendré la dura tarea de negarles los permisos cada que quieran salir, dejare eso en tus manos, pero también necesito que me redactes otro compromiso para que Alexander y Pankarita no puedan reunirse bajo ningún pretexto igualmente durante un mes y antes de que pienses que soy cruel, no le estoy negando que se comuniquen por teléfono o video llamadas, solo no quiero que hagan planes, porque estas salidas de tono que tiene Alexander, siempre tienen que ver con ella porque esta  enamorado hasta las patas y de paso arrastra a su hermano… y entre nos Oscar, Pankarita es el diablo mismo, necesita un freno
  • Es una petición un poco extraña, y la verdad no sé cómo figurará esto en un expediente – confeso Oscar incomodo por la extraña petición, pero entendiendo el punto de aquel buen hombre
  • Oscar, no necesito que esto sea en papel membretado o que figure en tu cuaderno de reportes – agrego tranquilamente dando un suspiro – solo quiero que parezca un evento real para darles un susto de muerte a esos carajos y de una vez por todas entiendan que hay cosas que no se solucionan solo con una paliza
  • Está bien señor, lo entiendo y haré lo que me pide, enseguida regreso con los papeles y sus hijos, solo deme unos minutos por favor – se despidió Oscar satisfecho de lo bien que estaban saliendo las cosas con el alemán, como solían llamarlo en su casa, y en el camino se le ocurrió redactar un tercer compromiso con el mismo tenor, pero para Pankarita, don Rubén tenía razón, como lo tenía Annika, la niña necesitaba entender que algunas situaciones no se resuelven solo con una tonta disculpa de niña mimada y quien sabe, le estaba haciendo un favor a ambos chicos.


Como prometió, Oscar volvió no solo con los gemelos, sino con Pankarita, Annika y los padres de ambas, además de un colega suyo a quien le comento lo que hacía y le pareció una original forma de castigo adicional; en el camino le explico de esto a Annika asegurándole que no tenía peso legal contra los chicos, solo era un castigo que originalmente Rubén decidió para sus hijos, y que fue a él quien se le ocurrió que tal vez Pankarita se beneficie de un castigo de este tipo, pero que debía explicarle aquello a sus padres. Ella lo intento, Dios es testigo, su padre entendió su punto y estuvo de acuerdo, pero Florencia era un punto y aparte.

A Oscar se le ocurrió hacer ingresar a los gemelos en una sala contigua a su oficina donde dejo a Rubén, y prefirió atender a la familia de Pankarita para que puedan marcharse.

 

  • Bueno, señora Florencia – empezó Oscar colocando el papel sobre la mesa – acabo de hablar con el señor Hansen, se le explico lo mismo que a usted, está al tanto de todo… incluido el que usted jalara del cabello a sus hijos y que golpeara a Alexander con una regla – Florencia que tuvo tiempo de meditar en lo sucedido se puso incomoda y desvió la mirada medio avergonzada y medio enojada
  • ¿Presentará cargos contra mi madre? – y la pregunta que Florencia y Fedor no se animaban a formular, cobro vida en los labios de Annika
  • No, no, nada de eso… el señor Hansen no presentara cargos, no quiere prolongar este asunto, pero con una condición – respondió
  • Que condición – esta vez fue Fedor quien puso voz a la curiosidad
  • Que Pankarita y ustedes firmen este compromiso – respondió, deslizando el papel que había redactado, pero fue Florencia que lo leyó primero y aunque le gustó la idea de que su hija no se vea con los gemelos, no le gusto que la idea parta de Rubén
  • ¿Ahora resulta que él pone condiciones? – quedaba claro para todos que el disgusto que sentía ya era incalculable, pero Oscar estaba cansado del drama así que decidió cortar por lo sano
  • Bueno señora Florencia, lo toma o lo deja, pero si lo deja, aquí Pankarita hace su declaración y yo llamo a la Brigada de protección a la familia, tanto porque usted golpeo a Alexander, como por no saber lo que hacia su hija a las 3 de la mañana
  • No, no… por favor, no se exalte – y de nuevo fue Fedor quien decidió por la paz – nosotros firmaremos – declaro, estampando su firma de inmediato y entregándole la hoja a Pankarita, que claro firmo sin leer su sentencia
  • ¡Fedor! – parecía que Florencia estaba decidida a convertir en un infierno la noche de todos
  • ¡Basta Florencia!, ¿qué más quieres?, Rubén como nosotros quiere lo mismo, que los chicos no se vean por
  • ¿QUÉ?... NOOOOOO, YO NO QUIERO EEESO – grito Pankarita queriendo recuperar el papel y romperlo, acto que finalmente motivo a Florencia a firmar y entregarle los papeles a Oscar preguntando
  • ¿Eso es todo?
  • Si señora mía, pueden volver a casa en paz


Respondió Oscar, abandonando la sala donde estaban ellos, yendo al despacho pidiendo a uno de sus colegas que traiga a los gemelos, eran más de las 9 de la mañana y quería deshacerse de este lio de pelotas e ir a dormir, pero aun quedaba lidiar con los gemelos, menos mal el padre de los chicos era mucho más práctico y como él estaba desesperado de llevarse a sus chicos a casa y descansar un poco, había sido una larga y pesada noche con la familia de su amada.

 

  • Pasen, su padre los está esperando – les dijo Oscar a ambos chicos a quienes un escalofrió les recorrió la espalda, había llegado la hora de dar la cara, solo esperaban que a su padre no se le ocurra hacer lo que hizo la madre de Pankarita – entren, ¿qué esperan? – murmuro el teniente, empujando la puerta e instando a los chicos que entren, cosa que hicieron pese a la natural resistencia que opusieron, respuesta al miedo y a la incertidumbre del momento
  • Si el papá me pega aquí, juro que te rompo los dientes – amenazo Iván a su gemelo, no pudiendo evitar meterle un codazo lastimando las costillas de su hermano
  • ¡Sin pelear!, están en demasiados problemas como para armar un alboroto aquí en mi oficina – amonesto Oscar enojado justo cuando termino de abrir la puerta, imposible que Rubén no oyera el comentario
  • ¿Están peleando? – pregunto Rubén mirando a Oscar, frunciendo el ceño apenas poso los ojos sobre los gemelos – ¿ustedes están peleando? – insistió con voz dura, pero observando a Oscar hacer una mueca hacia el menor – ¡Iván! – agrego para consternación del chico
  • Es que… – y esa respuesta solo lo condeno
  • No quiero oír una sola palabra – cortó papá, pero quitándole también la sonrisa torcida de la boca a Alexander, jalándole la oreja – y tu deja de burlarte – le dijo haciendo que Lex se encoja de vergüenza
  • No hice nada, ¡auuu! – y un nuevo jalón lo hizo ponerse rojo, ese que dolió más que el primero
  • Siéntense muchachos – Oscar decidió intervenir, no quería que don Rubén cambie de opinión, sabía que iba a darles una paliza a los chicos, pero no quería que sea en la comisaría


Tras aquello, Oscar volvió a relatar los eventos de la noche a don Rubén como si fuera la primera vez, pero esta vez delante de los chicos, nombrando además de la enorme lista de delitos, las consecuencias de los mismos, observando ambos como los dos chicos se encogían sobre sus asientos, avergonzados y claramente asustados, hasta que Rubén tras un largo silencio que siguió a las ultimas palabra de Oscar decidió sacar a los chicos de su miseria.


  • ¿Y no hay alguna forma de solucionar esto, sin que intervenga la brigada?
  • Señor Hansen – contesto Oscar lo mas formal posible tras un suspiro exagerado – por ser la primera vez y considerando que la culpa directa no recae sobre sus hijos, no voy a llamar a la brigada, así que no presentare cargos, siempre y cuando me firmen un compromiso – agrego, alzando el papel, mostrándole primero a Rubén, quien lo leyó atentamente
  • ¿Y solo lo deben firmar ellos? – pregunto tras la corta pausa que supuso terminar de leer
  • ¡De ninguna manera!, este es un documento legal que, de aceptar, no solo deben firman ellos sino usted como padre, comprometiéndose a hacer cumplir lo que aquí se redacta, caso contrario debo informar a la brigada de protección a la familia y ella puede abrirle un expediente por incumplimiento, ser sancionado y los chicos también – y los gemelos se miraron asustados, ellos no querían más complicaciones
  • Bueno pues, entonces no se hable más, préstame un lapicero para firmar – dijo papá – que yo hare cumplir a rajatabla este compromiso – agrego estampando su firma y entregando ya no mas el papel a los gemelos – elay, a firmar – ordenó, entregando el papel a Iván primero, quien sin leer nada estampo su nombre, un poco presionado por la mirada enojada de su padre, pasando luego el papel a Lex, quien al ver que lo escrito no era largo, decidió leer, hombre cauto pensó su padre para sus adentros, pero quiera o no, iba a firmar – no tenemos todo el día, firma de una vez – Rubén iba a presionar, pase lo que pase
  • Pero… esto ¿qué significa?... dice que mi hermano y yo ¿no podemos estar juntos? – e Iván frunció el ceño extrañado, queriendo leer el papel – y que no puedo ver a Pankarita – agrego Lex evitando que su gemelo tome el documento, pero fue Oscar que le quito el papel de las manos antes de que los chicos lo rompan
  • No dice eso, dice que ustedes dos, NO PUEDEN hacer ninguna actividad fuera de casa – Oscar, le ahorro a Rubén quizás una discusión sin sentido – o sea, no pueden ir de fiesta, cine, viajes, o cualquier actividad lúdica sin un adulto y en cuanto a Pankarita, queda terminantemente prohibido que te reúnas con ella bajo ningún pretexto
  • ¿Qué quiere decir? – pregunto Alexander con evidente pánico en la voz, cogiendo el papel que contenía el compromiso de no ver a Pankarita – ¿qué nunca más voy a verla?, ¿qué tengo que terminar con ella? – la sola idea estrangulo su voz y se encogió de hombros como seguro se encogió su corazón de miedo
  • No Alexander, nadie te esta pidiendo que rompas con ella, la restricción se termina cuando se cumpla el plazo – le contesto Oscar
  • Y cuánto tiempo es eso – volvió a preguntar Alexander echando una rápida mirada al papel que tenia en sus manos, empezando a impacientar a su padre
  • Que importa cuando tiempo, tu firma y punto, ¡deja de perder el tiempo! – contesto su padre, pero Oscar prefirió ser sincero
  • Un mes
  • UN MEEES, NOOO… ESO ES MUCHO – grito Alexander
  • ¡Deja de gritar y firma! – presiono su padre entregándole un lapicero
  • Pero…
  • No puedo obligarte Alexander, pero eso significa que debo abrir un expediente


Y fue decir eso para que Alexander, con un tremendo pesar en el pecho firmo como Pankarita su sentencia.


2 comentarios:

  1. Que inteligente el abuelo, muy torcida su forma de castigar a los chicos sin ensuciar su nombre.
    Y Pankarita la pobre firmo sin leer. Jajaha

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  2. Amooooo jajajaa ellos siempre metiéndose en problemas, hombre prevenido vale por dos Alexander leyendo a ver de qué se trataba el dichoso acuerdo😅

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