Mis Gemelos
Capítulo 329
Firmando su propia sentencia, literal
Autora: Marambra
- Yaaaa papá, YAAA, yaaa – lloraba
Iván muy sentido agarrando las muñecas de su padre, tratando de evitar un doloroso
encuentro con el cinturón, ya le dolía demasiado el trasero como para aquel regalo
- ¡Obedece! entonces y cambia de actitud mocoso,
¡cambia de actitud! – sentencio papá muy enojado, sacando a Iván del
baño entre zarandeos medio bruscos, y con el cintu en la mano regalándole un
último azote, pero bien dado – ZAAAS
- AAAAHHH Yaaa
Y a Iván le falto pies para ir al potrero con su hermano pese al maldito sueño que lo acosaba, pero se notaba que papá estaba muy enojado y razón había de sobra, habían mentido con total descaro, se salieron sin permiso de la casa armando un plan de fuga muy elaborado y fueron arrestados, mientras el dormía con la tranquilidad de pensar que toda su prole estaba bajo su ala. Además de la tonta pelea que se le ocurrió protagonizar en casa.
Oscar el joven policía, enamorado de Annika,
vio superada su incredulidad por el sorpresivo accionar de Florencia, nunca
imagino que dicha dama fuera de armas tomar e ir hasta las últimas
consecuencia; cuando la vio ingresar a la comisaria junto a don Fedor y la
chica de sus sueños, al ver el rostro enfadado de la señora, creyó sinceramente
que a lo sumo avergonzaría su hija menor riñéndola en la comisaría, no que se
lance a darle semejante paliza y cuando la señora empezó a protestar contra los
gemelos, prefirió hacer caso a uno de sus colegas y retirar a los chicos de su
alcance, no vaya a ser que la señora decida ajusticiarlos también, ahí sí que
se armaría la grande, porque don Rubén era muy protector de su prole, además se
suponía que ninguna persona que este bajo custodia policial sufra algún inconveniente
dentro de sus instalaciones.
Tampoco imagino que Fedor exigiera que el
padre de los gemelos se haga presente en la comisaría, ¿plan venganza?, no lo
sabía, como sea, tuvo que llamar a Rubén por seguridad de los muchachos, si el
trasero de ambos corría riesgo no iban a derramar sangre en su comisaría, allá
don Rubén en su hacienda si quería moretear el culo de los chicos, eso era otra
cosa, era su padre con derecho innato, por tanto no podía permitir que los
padres de Pankarita, por muy enfadados e
indignados que estén, quieran tomar la justicia por sus propias manos y deseen
reprender a los gemelos como hijos propios, algo que casi sucede en los
segundos aquellos que no permitió que nadie se acerque a su oficina con
pretexto de salvaguardar la intimidad familiar.
- BUAAAAGGG AGGGG
YAAA MAAAAMI, YAA – se había oído el grito lastimero y la súplica
de Pankarita en toda la comisaría, a esas alturas todo el personal uniformado
estaba enterado de las andadas de la chica y los tojos, menos mal no había
nadie arrestado, sino era la comidilla de todo el pueblo – YAAA BAAASTA ME DUEELE MAMÁ… ME DUEEELE
BUAA – admitió por fin la muchacha y ante semejante queja, Fedor
superado el respeto que siempre tuvo por Florencia y sus acciones decidió que
era suficiente
- ¡FLORENCIA!
– el hombre elevo la voz sobre los gritos de su
hija, logrando sujetar la muñeca de su esposa para que pare – YA FUE
SUFICIENTE, ¿qué pretendes? – pregunto, haciendo que su esposa
mire por un momento muy detenidamente el estado de su hija, pensando recién que
lastimo seriamente a su niña, pero lo único que vio fue el rubor habitual de
una paliza como fondo sobre sus largas piernas e imagino que igualmente estaría
el trasero, no le bajaría la ropa aunque quisiera y menos delante de aquel par
que en su mente, también merecían una soberana tunda, fuera de eso 3 o 4 reglones bastante rojos que quizás
moreteen un poco, coronaban la parte alta de sus piernas, pero no pudo
inspeccionar nada más pues Fedor le quito a su hija y también la regla – ¿quieres molerla
o quieres sacarle sangre? – pregunto con todo el drama que pudo,
lo que molesto a su esposa, pues con aquella pregunta tonta, la estaba acusando
y queriendo chantajearla emocionalmente, ¡ah! pero no iba a caer en su sucio
juego, pensó ella, respondiendo muy seria
- ¡Sangre
no! Fedor, ¡sangre no!, solo voy a sacarle LA ESTUPIDEZ de la cabeza por el
trasero – declaro decidida a recuperar a la chica, pero
sin poderlo hacer, y ante la frustración vivida decidió atacar a los chicos – y a ese PAR
TAMBIEN – anuncio para consternación de todos y se giro en
redondo buscando a los gemelos y quitándole a Fedor la regla sin tiempo a
atajarla, atrapando a Lex a quien ya se
la tenía jurada y para demostrar su punto apretó el brazo del muchacho
lastimándolo, antes de estamparle la regla en el trasero, con todo el veneno que
guardaba – CCLAAPPP
- AAAAYYY
– y si el reglazo en si no llamo la atención,
aquel grito lo hizo, menos mal Oscar reacciono a tiempo y atrapo la regla por
el extremo opuesto antes de que vuelva a atacar a Alexander o en su defecto a
su hermano
- ¡Suelte
la regla señora Florencia!, ¡¿qué le sucede?! – exigió
el joven con determinación, sin permitirle maniobrar más de lo necesario ni
soltar dicho objeto pese a los gritos enojados de Florencia que exigían lo
contrario
- SUELTA
OSCAR, ¡SUELTAME! QUE VOY A AGARRAR A REGLAZOS A ESE DE MALANDROS – chillo
la mujer roja de enojo, pero Oscar opto por la diplomacia
- ¡Deje
ir al joven de inmediato señora mía, o me veré obligado a detenerla por
desacato! – al final Oscar se vio obligado a asumir un
papel que no quería y nada menos que con la madre de la chica que él admiraba,
pero era lo que tenía que hacer antes de que su comisaria se vea envuelta en un
quilombo
- ¡Suéltame
tu más bien Oscar, no te creas muy mayor que apenas ayer te vi en pañales! – declaro
Florencia toda ofendida, sin poder creer que el hijo menor de su entrañable
amiga la amenace de esa manera, quizás él no lo recuerde, pero ella a veces
incluso lo bañaba cuando su madre lo dejaba en su casa, obvio no iba a
mencionar aquello, hasta ella sabía que eso era cruzarse tres pueblos
- Eso
no viene al caso señora, le estoy pidiendo que suelte al muchacho, usted está
cruzando límites, no me obligue a tomar otras medidas – volvió
a recalcar Oscar, estirando el límite de su paciencia hasta el fondo, la
testaruda mujer no quería soltar el brazo del chico, en cambio apretaba más,
lastimando la piel de Alexander, a ese paso iba a dejarle un horrible cardenal,
si es que ya no lo hizo
- No
lo voy a soltar, por lo que me dijo Annika, este mocoso se declaró culpable de
tumbar el muro, y aquí no veo a sus padres DANDO LA CARA… ¡exijo que sus padres
estén presentes! – y los gemelos se encogieron de miedo, lo
último que ellos querían eran que su padre o su abuelo vengan a la comisaría,
ambos sabían que sobre todo Rubén podría darles una tunda en público si había
motivos y aquí esos sobraba – Y NO LO VOY A SOLTAR Oscar, no lo voy a soltar HASTA
QUE VENGA SU PADRE – exigió sentándose en el mismo sofá que
minutos antes usara para azotar a su hija, y obligó a Alexander sentarse a su
lado bien cogido del brazo, para eso ya había soltado la maldita regla, no iba
a pegar al muchacho por mucho que ella quisiera
- Señora
Florencia – Oscar se quedó con la regla en la mano y sin
saber cómo actuar, por primera vez en todos sus años de servicio que, si bien
no eran muchos, no vivió semejante experiencia
- ¿Y
que estas esperando Oscar?, cumple con tu trabajo – agrego
la obstinada mujer, por lo visto Oscar tenía que pensarlo muy bien si quería a
esta señora de suegra
- ¡MAMÁ!
– grito Annika horrorizada por la actitud de su
madre, arrepentida de haber dejado que la patrulla se lleve a su hermana y a
los gemelos
- ¡Florencia
nos vas a meter a todos en problemas, suelta al chico ahora y vámonos a casa! –
amonesto a su vez Fedor, pero sin lograr nada tampoco
- No
me importa si me abre un maldito expediente, pero NO ME VOY A MOVER DE AQUÍ ni
soltar a este chico HASTA QUE VENGA SU PADRE… ya está bueno de huevadas – agrego
para sorpresa de todos, nadie imagino que fuera malhablada – haz lo que
tienes que hacer Oscar, ¿Qué estas esperando? – lo cuestiono,
muy erguida y sin soltar a su presa
- ¿Está usted
segura señora Florencia? – Oscar no estaba dando un farol, estaba
hablando muy en serio también, quería asegurarse de que su queridísima suegra
se de cuenta de que él no era un niño, sino un hombre
- He
dicho que hagas tu trabajo, nada más – ¿quién
podría dudar de sus palabras?, hablaba como si fuera ella el comisario y no una
simple madre de familia envuelta en un lio de pelotas
- Es
que mi trabajo implica abrir un expediente, no solo a usted por desacato, sino
a Pankarita y los gemelos, ADEMÁS de tener que llamar a servicios sociales,
porque si usted no se dio cuenta señora Florencia, los tres son menores de edad
y estaban ¡sin supervisión! – y miro a Annika de
paso, esto la salpicaba quiera o no, porque desgraciadamente para todos fue
idea suya que el los traiga a la comisaría, aunque tenía que admitir, que solo
un pelotudo enamorado como él haría caso solo para complacerla sin medir
consecuencias
- NO
me importa siempre y cuando venga Rubén, es a quien debiste llamar de inmediato
– reclamo Florencia, de nuevo envuelta en un
enojo sin fin
– y creas o no Oscar estoy enojada contigo y decepcionada, porque sé que tú no
tienes intención de llamarlo para arreglar este asunto – confeso,
y Oscar le dio en parte razón, no tenía esa intención, como tampoco que ella
reaccione como lo hizo
- Yo
nunca dije que no iba a llamar al padre de los gemelos señora Florencia, pero parte
de razón tiene, debí hacerlo de inmediato y llamarlos a ustedes también, pero
no fue así, por eso me disculpo de usted y de su esposo – agrego
con sinceridad – pero de ahora en adelante, manejare este asunto con pinzas, por eso
le conminó a que suelte a Alexander – empezó a explicarle muy educadamente,
esperando que ceda voluntariamente – o caso contrario me veré obligado a acusarla
formalmente por golpear a un menor de edad ante la brigada de protección a la
familia, e informarle también al señor Hansen, si el desea formular cargos en
su contra, esta en su derecho, independientemente de las cosas que hicieron o
no los gemelos
- Buen
discurso el tuyo Oscar – respondió Florencia convencida de que era una
trampa –
pero no voy a soltarlo solo por tu linda cara, ¡de ninguna manera!… él se queda
porque tenemos que hablar con su padre – testaruda mujer,
pensaba Oscar respirando hondamente, al parecer no entendió el alcance de sus
actos –
ahora haz lo que tienes que hacer Oscar – parecía como si
Florencia se pasara por el forro de su falda lo que acababa de decir Oscar, el
cual lo sintió como una gran falta de respeto, era hora de cambiar de táctica
pensó Oscar por primera vez desde que comenzó esta pesadilla
- Teniente
Oscar Ponce de León Rivadavia, si me hace el favor – contesto
Oscar destilando el enojo que sentía en aquella palabras, sorprendiendo a
propios y extraños, pero sin dejarse llevar por las miradas curiosas continuó – y como le
dije antes, siéntase libre de conversar con don Rubén cuando guste, pero eso sí,
lo que yo tenga que tratar con él solo me concierne a mí y a Don Rubén, si el
desea presentar cargos contra suya me veré penosamente obligado a arrestarla,
ahora con su permiso, me llevo a este joven y a su hermano a mi oficina – y
para poner peso a sus palabras, cogió del brazo a Lex jalándolo con firmeza
pero sin ser torpe en ningún momento, había terminado con Florencia, era hora
de preservar a salvo a ese par – ahora tú, ¡andando! – le ordeno
colocando a su vez su diestra en el hombro de Iván para que los acompañara,
dándole la espalda no solo a Florencia, sino a una perpleja Annika que no
dejaba de mirarlo entre la admiración y el respeto recién adquirido y la
simpática incredulidad
- ¡Oscar!
– Florencia se paro y elevo la voz no con enojo
sino con sorpresa, nunca imagino que el chico le plantara cara de esa manera,
punto a su favor
- Teniente
Ponce de León, ya se lo dije – recalco desapareciendo
por la puerta, dejando a la familia alucinada – y le recuerdo, no puede abandonar el
recinto hasta tomarle declaraciones a su hija menor
Y
diciendo eso, Alexander se vio obligado a despedirse de todos con un leve
asentamiento de cabeza, seguido por su gemelo que lo imito rápidamente, ambos
aliviados de estar lejos del peligro que representaba esa señora y no eran los
únicos que se sentían así aliviados, flotando para sus adentros, el mismo Oscar
sintió que sus pulmones se aflojaron apenas cruzo el umbral de su despacho,
pensando que era hora de hacer las cosas como normalmente haría, sin la
distracción del par de ojos vivaces y retadores como los de Annika, el amor de
su vida, no sin antes asignar a uno de sus colegas vigilar a la madre, no vaya
a ser que quiera seguir con su plan original
y regresar por Alexander o Iván y golpearles en trasero como lo hizo con su
hija
Tras
eso resuelto cumplió con su palabra, llamo a don Rubén cuidando las
formalidades, conminándolo a presentarse a la comisaría porque los gemelos se
encontraban en la misma, tras un incidente de tránsito sin sufrir menos mal,
ningún daño personal, cosa que si bien apaciguo a Rubén del miedo, no disminuyo
su enojo, la única diferencia fue que supo controlar su casi siempre exaltado
temperamento cuando uno de los gemelos o ambos hacían de las suyas a sus
espaldas, lo que no significaba que deje a los chicos sin castigo, ¡los iba a
castigar!, sí señor, les iba a dar un escarmiento que no iban a olvidar de por
vida...
- Pero
ellos ¿están bien? – pregunto Rubén, sentado ya en la oficina con
Oscar, no lo habían visto ni los gemelos ni la familia de Pankarita, habían
llevado a los tojos a una de las salas de interrogatorio bajo la supervisión de
otro policía.
- Si
señor, sin un rasguño menos mal – contesto
Oscar
- Y
ahora qué debo hacer, ¿firmar algún papel? – si
él hacia aquello, todo cobraba un nuevo sentido, y Oscar se vería obligado a reportar
el incidente a la brigada del menor, así que decidio dejar eso en manos del
destino, pero antes tenia que confesar un último pecado
- Mire
don Rubén, como le dije, traje a los chicos y a Pankarita porque Annika me lo
pidió, subestime mi capacidad de control de algo que parecía inofensivo y
trivial, pero no fue así – confeso arrepentido de sus malas decisiones – no estuve a
la altura de mi trabajo y mi negligencia ha ocasionado que la señora Florencia,
le de una paliza a su hija menor aquí, delante de todos – y se
callo abruptamente, no queriendo confesar la última parte, Rubén de pronto le
clavo la mirada queriendo escudriñar algún secreto que sabía existía porque
Oscar de pronto se puso tenso y desvió los ojos, así que Rubén presiono, no
hizo falta mucho, solo un pequeño empujoncito
- ¿Yyyy?
- La
señora, estaba y esta muy brava aún y bueno… golpeo a Alexander – ya estaba,
lo dijo se dijo así mismo, cerrando los ojos por fracción de segundos,
esperando el rugido
- ¡Golpear!
¿golpear?, o golpear – e hizo una señal de azote con la mano
- ¡NO,
no! – Oscar para entonces se paró de golpe haciendo
gestos –
le dio un solo golpe con la regla en el trasero que sonó muy mal – confeso – pero fue solo
uno – y Rubén se lo quedo mirando, pensando
- ¿Solo uno?
- Si
señor, solo uno, le doy mi palabra – y
puso su mano al pecho, como el buen scout que era – y si usted desea poner una denuncia
contra la señora Florencia, esta en su derecho, como esta en su derecho
presentar una queja contra mi persona por lo sucedido, no solo con la señora
Florencia, sino por…
- Complacer
a Annika de quien estas colgado – termino
Rubén, poniéndole voz a sus pensamientos, haciendo que Oscar se sonroje
- Don
Rubén, por favor – murmuro mortificado
- No te preocupes por eso, no voy a presentar ninguna denuncia porque Florencia le dé un reglazo a mi hijo, porque entre nos, se merece la versión completa; pero quiero saber, si ahora los chicos tienen cargos pendientes por el destrozo de la pared que me comentaste
- No
don Rubén, eso le corresponde a la familia de Annika, fue su hija la que estaba
en el volante, pero si usted decide compartir los gastos con ellos, yo no me
opongo – esa era una buena manera de agilizar las cosas
- ¿Hay algo más pendiente?
- No, nada… puede retirarse cuando guste y llevarse a los chicos a casa
- Bueno,
pero antes, quiero pedirte un favor – y
Oscar imagino que quizás don Rubén quería hacer lo que hizo Florencia
- Preferiría
que castigue a sus hijos en su casa por favor, fue muy incómodo ser testigo de
lo que le toco a Pankarita, así que no pida que traiga a los gemelos aquí para
castigarlos – agrego mortificado el teniente, no estaba
acostumbrado a escenas como esa, en su fuero interior, los castigos corporales
eran de orden privado; en su casa eran casi un tabú por la intensa vergüenza
que implicaba ser azotado porque te portaste mal, no es que a él lo sigan
castigando, no, sino que dada su edad, no fueron muchos años los que pasaron
para olvidar algunas feas experiencias con el cinturón de su padre
- OH,
no, no, Oscar, ellos se mereces una buena paliza y un castigo extra y para eso
necesito estar en casa; lo que quiero es que me redactes un compromiso para que
mis hijos, no puedan salir a la calle solos por un mes – y
Oscar lo miro extrañado, así que Rubén decidió explicarle sus razones – así no tendré
la dura tarea de negarles los permisos cada que quieran salir, dejare eso en
tus manos, pero también necesito que me redactes otro compromiso para que Alexander
y Pankarita no puedan reunirse bajo ningún pretexto igualmente durante un mes y
antes de que pienses que soy cruel, no le estoy negando que se comuniquen por
teléfono o video llamadas, solo no quiero que hagan planes, porque estas
salidas de tono que tiene Alexander, siempre tienen que ver con ella porque
esta enamorado hasta las patas y de paso
arrastra a su hermano… y entre nos Oscar, Pankarita es el diablo mismo,
necesita un freno
- Es
una petición un poco extraña, y la verdad no sé cómo figurará esto en un
expediente – confeso Oscar incomodo por la extraña petición,
pero entendiendo el punto de aquel buen hombre
- Oscar,
no necesito que esto sea en papel membretado o que figure en tu cuaderno de
reportes – agrego tranquilamente dando un suspiro – solo quiero
que parezca un evento real para darles un susto de muerte a esos carajos y de
una vez por todas entiendan que hay cosas que no se solucionan solo con una
paliza
- Está
bien señor, lo entiendo y haré lo que me pide, enseguida regreso con los
papeles y sus hijos, solo deme unos minutos por favor – se
despidió Oscar satisfecho de lo bien que estaban saliendo las cosas con el
alemán, como solían llamarlo en su casa, y en el camino se le ocurrió redactar
un tercer compromiso con el mismo tenor, pero para Pankarita, don Rubén tenía
razón, como lo tenía Annika, la niña necesitaba entender que algunas
situaciones no se resuelven solo con una tonta disculpa de niña mimada y quien
sabe, le estaba haciendo un favor a ambos chicos.
Como
prometió, Oscar volvió no solo con los gemelos, sino con Pankarita, Annika y
los padres de ambas, además de un colega suyo a quien le comento lo que hacía y
le pareció una original forma de castigo adicional; en el camino le explico de
esto a Annika asegurándole que no tenía peso legal contra los chicos, solo era
un castigo que originalmente Rubén decidió para sus hijos, y que fue a él quien
se le ocurrió que tal vez Pankarita se beneficie de un castigo de este tipo,
pero que debía explicarle aquello a sus padres. Ella lo intento, Dios es
testigo, su padre entendió su punto y estuvo de acuerdo, pero Florencia era un
punto y aparte.
A Oscar
se le ocurrió hacer ingresar a los gemelos en una sala contigua a su oficina
donde dejo a Rubén, y prefirió atender a la familia de Pankarita para que
puedan marcharse.
- Bueno,
señora Florencia – empezó Oscar colocando el papel sobre la mesa – acabo de
hablar con el señor Hansen, se le explico lo mismo que a usted, está al tanto
de todo… incluido el que usted jalara del cabello a sus hijos y que golpeara a
Alexander con una regla – Florencia que tuvo tiempo de meditar
en lo sucedido se puso incomoda y desvió la mirada medio avergonzada y medio
enojada
- ¿Presentará
cargos contra mi madre? – y la pregunta que Florencia y Fedor no se
animaban a formular, cobro vida en los labios de Annika
- No,
no, nada de eso… el señor Hansen no presentara cargos, no quiere prolongar este
asunto, pero con una condición – respondió
- Que
condición – esta vez fue Fedor quien puso voz a la
curiosidad
- Que
Pankarita y ustedes firmen este compromiso – respondió,
deslizando el papel que había redactado, pero fue Florencia que lo leyó primero
y aunque le gustó la idea de que su hija no se vea con los gemelos, no le gusto
que la idea parta de Rubén
- ¿Ahora
resulta que él pone condiciones? – quedaba
claro para todos que el disgusto que sentía ya era incalculable, pero Oscar estaba
cansado del drama así que decidió cortar por lo sano
- Bueno señora Florencia, lo toma o lo deja, pero si lo deja, aquí Pankarita hace su declaración y yo llamo a la Brigada de protección a la familia, tanto porque usted golpeo a Alexander, como por no saber lo que hacia su hija a las 3 de la mañana
- No,
no… por favor, no se exalte – y de nuevo fue Fedor
quien decidió por la paz – nosotros firmaremos – declaro,
estampando su firma de inmediato y entregándole la hoja a Pankarita, que claro
firmo sin leer su sentencia
- ¡Fedor!
– parecía que Florencia estaba decidida a convertir
en un infierno la noche de todos
- ¡Basta Florencia!, ¿qué más quieres?, Rubén como nosotros quiere lo mismo, que los chicos no se vean por
- ¿QUÉ?...
NOOOOOO, YO NO QUIERO EEESO – grito Pankarita
queriendo recuperar el papel y romperlo, acto que finalmente motivo a Florencia
a firmar y entregarle los papeles a Oscar preguntando
- ¿Eso es todo?
- Si señora mía, pueden volver a casa en paz
Respondió
Oscar, abandonando la sala donde estaban ellos, yendo al despacho pidiendo a
uno de sus colegas que traiga a los gemelos, eran más de las 9 de la mañana y
quería deshacerse de este lio de pelotas e ir a dormir, pero aun quedaba lidiar
con los gemelos, menos mal el padre de los chicos era mucho más práctico y como
él estaba desesperado de llevarse a sus chicos a casa y descansar un poco,
había sido una larga y pesada noche con la familia de su amada.
- Pasen,
su padre los está esperando – les dijo Oscar a ambos
chicos a quienes un escalofrió les recorrió la espalda, había llegado la hora
de dar la cara, solo esperaban que a su padre no se le ocurra hacer lo que hizo
la madre de Pankarita – entren, ¿qué esperan? – murmuro el
teniente, empujando la puerta e instando a los chicos que entren, cosa que
hicieron pese a la natural resistencia que opusieron, respuesta al miedo y a la
incertidumbre del momento
- Si
el papá me pega aquí, juro que te rompo los dientes – amenazo
Iván a su gemelo, no pudiendo evitar meterle un codazo lastimando las costillas
de su hermano
- ¡Sin
pelear!, están en demasiados problemas como para armar un alboroto aquí en mi
oficina – amonesto Oscar enojado justo cuando termino de
abrir la puerta, imposible que Rubén no oyera el comentario
- ¿Están
peleando? – pregunto Rubén mirando a Oscar, frunciendo el
ceño apenas poso los ojos sobre los gemelos – ¿ustedes están peleando? – insistió
con voz dura, pero observando a Oscar hacer una mueca hacia el menor – ¡Iván! – agrego
para consternación del chico
- Es
que… – y esa respuesta solo lo condeno
- No
quiero oír una sola palabra – cortó papá, pero
quitándole también la sonrisa torcida de la boca a Alexander, jalándole la
oreja – y
tu deja de burlarte – le dijo haciendo que Lex se encoja de
vergüenza
- No
hice nada, ¡auuu! – y un nuevo jalón lo hizo ponerse rojo, ese que
dolió más que el primero
- Siéntense
muchachos – Oscar decidió intervenir, no quería que don
Rubén cambie de opinión, sabía que iba a darles una paliza a los chicos, pero
no quería que sea en la comisaría
Tras
aquello, Oscar volvió a relatar los eventos de la noche a don Rubén como si
fuera la primera vez, pero esta vez delante de los chicos, nombrando además de
la enorme lista de delitos, las consecuencias de los mismos, observando ambos
como los dos chicos se encogían sobre sus asientos, avergonzados y claramente
asustados, hasta que Rubén tras un largo silencio que siguió a las ultimas
palabra de Oscar decidió sacar a los chicos de su miseria.
- ¿Y no hay alguna forma de solucionar esto, sin que intervenga la brigada?
- Señor
Hansen – contesto Oscar lo mas formal posible tras un
suspiro exagerado – por ser la primera vez y considerando que la culpa
directa no recae sobre sus hijos, no voy a llamar a la brigada, así que no
presentare cargos, siempre y cuando me firmen un compromiso – agrego,
alzando el papel, mostrándole primero a Rubén, quien lo leyó atentamente
- ¿Y
solo lo deben firmar ellos? – pregunto tras la corta
pausa que supuso terminar de leer
- ¡De
ninguna manera!, este es un documento legal que, de aceptar, no solo deben firman
ellos sino usted como padre, comprometiéndose a hacer cumplir lo que aquí se
redacta, caso contrario debo informar a la brigada de protección a la familia y
ella puede abrirle un expediente por incumplimiento, ser sancionado y los
chicos también – y los gemelos se miraron asustados, ellos no
querían más complicaciones
- Bueno
pues, entonces no se hable más, préstame un lapicero para firmar – dijo
papá – que
yo hare cumplir a rajatabla este compromiso – agrego estampando
su firma y entregando ya no mas el papel a los gemelos – elay, a firmar – ordenó,
entregando el papel a Iván primero, quien sin leer nada estampo su nombre, un
poco presionado por la mirada enojada de su padre, pasando luego el papel a Lex,
quien al ver que lo escrito no era largo, decidió leer, hombre cauto pensó su
padre para sus adentros, pero quiera o no, iba a firmar – no tenemos todo el día, firma de una vez
– Rubén iba a presionar, pase lo que pase
- Pero…
esto ¿qué significa?... dice que mi hermano y yo ¿no podemos estar juntos? – e
Iván frunció el ceño extrañado, queriendo leer el papel – y que no puedo ver a Pankarita – agrego
Lex evitando que su gemelo tome el documento, pero fue Oscar que le quito el
papel de las manos antes de que los chicos lo rompan
- No
dice eso, dice que ustedes dos, NO PUEDEN hacer ninguna actividad fuera de casa
– Oscar, le ahorro a Rubén quizás una discusión
sin sentido –
o sea, no pueden ir de fiesta, cine, viajes, o cualquier actividad lúdica sin
un adulto y en cuanto a Pankarita, queda terminantemente prohibido que te
reúnas con ella bajo ningún pretexto
- ¿Qué
quiere decir? – pregunto Alexander con evidente pánico en la
voz, cogiendo el papel que contenía el compromiso de no ver a Pankarita – ¿qué nunca
más voy a verla?, ¿qué tengo que terminar con ella? – la sola
idea estrangulo su voz y se encogió de hombros como seguro se encogió su
corazón de miedo
- No
Alexander, nadie te esta pidiendo que rompas con ella, la restricción se
termina cuando se cumpla el plazo – le
contesto Oscar
- Y
cuánto tiempo es eso – volvió a preguntar Alexander echando una
rápida mirada al papel que tenia en sus manos, empezando a impacientar a su
padre
- Que
importa cuando tiempo, tu firma y punto, ¡deja de perder el tiempo! – contesto
su padre, pero Oscar prefirió ser sincero
- Un mes
- UN
MEEES, NOOO… ESO ES MUCHO – grito Alexander
- ¡Deja
de gritar y firma! – presiono su padre entregándole un lapicero
- Pero…
- No puedo obligarte Alexander, pero eso significa que debo abrir un expediente
Y fue decir eso para que Alexander, con un tremendo pesar en el pecho firmo como Pankarita su sentencia.
Que inteligente el abuelo, muy torcida su forma de castigar a los chicos sin ensuciar su nombre.
ResponderEliminarY Pankarita la pobre firmo sin leer. Jajaha
Amooooo jajajaa ellos siempre metiéndose en problemas, hombre prevenido vale por dos Alexander leyendo a ver de qué se trataba el dichoso acuerdo😅
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