Mis Gemelos
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 07 de Mayo del 2016
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Capítulo 220
Tonaditas de amanecer
Autora: Marambra
Una sensación
de infinita paz inundo su pecho después de tantos días, sobre todo tras los
últimos acontecimientos, pero hoy en particular esa paz no era solo la
sensación de silencio que le rodeaba, sino que era profundamente visceral,
podría jurar que la sentía incluso en las entrañas; sus grandes ojos color miel
verdosa se abrieron como ventanas diáfanas al mundo mirando absorto la bóveda
del cielo que se abría para él tan azul y tan profundo como jamás lo recordara
previo a éste instante… ésta era la primera hora del día antes de que el último
minuto de la noche duerma una nana en el regazo de la luna y se extinga… y se
quedo mirando sin pestañar el tono del cielo, absorto en la inmensidad de aquel
vacio tan azul y tan profundo como lo eran los melancólicos ojos de su abuelo
(ahora su padre).
Sí,
aquel tono era exactamente como el tono de los ojos de Rubén y así de férrea
como su mirada… penetrante; tan azul y tan profundo como ninguna otra cosa más
que pueda encontrar en el universo y que curiosamente también podría compararse
al primer parpadeo de la noche que se abre paso lentamente sobre la última nota
de la tarde antes de que un millar de estrellas la decore, antes de que el sol
se hunda; ni el fondo del mar que alguna vez sus ojos vieron buceando junto a
hermano, en aquellos tiempos idos como la risa de Logan, en ese inmenso
arrecife de coral australiano esa vacación que hoy es historia era siquiera tan
azul y tan profundo como los ojos de papá, ni el mar, ni el fondo del abismo,
ni el zafiro más azul, ni el lapislázuli más hermoso tenían comparación alguna
con ese tono… un azul que le recordaba tantas cosas, unas buenas otras malas
pero sin lugar a dudas, únicas.
Alexander
acababa de abrir los ojos justo sobre las cinco empunto de la madrugada, antes
de que el sol lo cubra todo con su dorado resplandor y esbozo una sonrisa al
darse cuenta de donde estaba, éste era sin duda alguna el mejor lugar del mundo
para despertar: el campo y sus maravillas todas… la vera del rio justo a sus
pies casi besando sus dedos, la selva a su espalda como una mano protectora que
rompe el viento que amenaza la paz, la tibieza del sol derramándose como
diminutas monedas sobre su frente antes de caer del todo sobre la tierra, el
aire limpio y perfumado que henchía los pulmones al punto de quitarle el
aliento… ¿qué más podía querer?... a su hermano por su puesto compartiendo esta
experiencia, pero no podía ser, Iván seguro estaba durmiendo aun en su lecho
enojado después de todo lo que había pasado.
Pero
no, Iván igual que él estaba despierto contemplando el cielo, pero no para
admirar el tono del mismo ni compararlo con los grandes ojos de papá, él
observaba la inmensidad de la soledad y el silencio en el que se encontraba,
buscando la mejor rama para balancearse y caer al patio sin hacer el menor
ruido y escapar antes de que la lluvia se rompa sobre su cabeza, toda la noche
estuvo relampagueando, es más hace dos días ya que el cielo andaba conjeturando
(oscureciendo con amenaza de lluvia) y hoy prometía romperse el dique bajo las
nubes negras… que distintas experiencias para un par de muchachos calcados.
Alexander
suspiro hondamente al mirar una caprichosa bandada de tordos en la copa de los
árboles alzar vuelo entre trinos y gorjeos matutinos, despertando a los
habitantes de la selva, moviendo las ramas que a su vez jugaban dibujando
extrañas sombras sobre sus dedos, mientras que Iván agudizaba el oído sin
llegar a oír ningún trino que alerte la salida del sol; ambos arrugaron la
nariz, sintiéndolas heladas, la brisa mañanera se estaba abriendo paso
suavemente y un súbito escalofrió les recorrió como una culebrilla el largo
total de sus espaldas, era el sereno que se levantaba de la tierra con un vaho
helado envolviendo de neblina el horizonte, dejando entre ver apenas siluetas
de todo lo que les rodeaba, escarchando de diminutas gotas de agua aquello que
tocaba, de pronto sus pestañas, su pelo y los rubios vellos de sus brazos
estaban envueltos en una tupida capa de rocío pulverizado, ¡qué fascinante
experiencia!, solo que uno no se quedaría quieto a diferencia del otro para
apreciar más de cerca aquel fenómeno de la naturaleza, uno de ellos tenía prisa
por huir ya no más, dejando tras suyo una estela de mentiras y tristeza,
mientras el otro no hacía nada más que extasiarse de alegría…
Alexander
dejo su cuerpo a merced de la nada y agudizo su olfato, era como si de repente
el roció despertara los olores más profundos y secretos de la selva, una mezcla
de dulzor florado y corazón de madera le lleno sus sentidos, un golpe con olor
a agua fresca enamoro su nariz despertando su sed y el penetrante olor a miel y
fruta le abrió el apetito… decidió incorporarse quedándose sentado mirando su
alrededor pensando en que quizás si buscaba un poco podría encontrar algo que
comer, una manga madura tirada en el suelo quizás, cocos caídos a los pies de
las palmeras o una deliciosa y jugosa ambaiba (cecropia peltata para los
botánicos) colgando como dedos verdes de los bajos gajos; pero cuando a punto
estuvo de escabullirse, de pronto papá en medio de un sueño aun pesado se
acurruco inconsciente por el frio beso de la mañana y estiro la mano buscando a
tientas hasta encontrar entre la nada el tibio cuerpo de su hijo, lo jalo a su
lado y lo envolvió en un abrazo grande y protector aplastando el rostro del
muchacho contra su pecho, tapándole incluso la cabeza con aquella manta cálida
que mamá les preparara, y fue recién que Alexander se dio cuenta de lo frio que
realmente estaba y se acurruco entero buscando el calor abrazador del cuerpo de
su padre, como un infante que busca ocultarse de su miedo en los brazos de su
ángel protector y se quedo quieto oyendo el musical ronquido de su tata que lo
fue adormeciendo poco a poco y sin darse cuenta alguna, se le contagió el sueño
y se quedo dormido hasta muy entrada la mañana rompiendo lo prometido, madrugar
para ayudar a montar el campamento.
Habían
viajado kilómetros enteros hasta Aguas calientes cerca a Roboré, un largo y
ajetreado viaje al corazón de la Chiquitanía con un solo propósito en la mente
de Rubén: esperar a los rumanitos para hacer la posta a Arturo a quien los años
empezaron a pasar factura; como cada año el verano arrastra tormentas sin aviso
previo y en un viaje de aquella talla el dormir a la intemperie no era bueno
para un hombre de la edad de Arturo, después de todo 75 años no perdonan
calambres, ciática u otros achaques, por lo que Yhanku en contra de la voluntad
de su abuelo se comunico con Rubén, explicándole que su padre estaba muy
dolorido y que prefería llevárselo de regreso a casa en movilidad, a lo cual
Rubén acepto encantado viendo la posibilidad de disfrutar de una tarea que
aprendió como ahora aprendía Jacinto, a lomo de bestia, por lo que éste no era
un viaje estrictamente de placer ni aventura para papá a diferencia de
Alexander que así lo percibía, y porque no?, era un mocoso aun en muchos
sentidos que lo único que quería era sacarle partido a la vida y jugo a la
diversión.
A
este viaje de trabajo Rubén quiso traer a los gemelos y enseñarles a ambos
algunos gajes del oficio de la ganadería, producto de su propia cosecha
teniendo como base lo aprendido del viejo Arturo, siempre invaluable fuente de
conocimientos sobre todo lo que comprometa tierra y bestia; seguro que incluso
ahora aprendería algo nuevo de ese viejo hombre a quien con el tiempo dejo de
ver como a un amigo y más como a un padre de crianza madura y eso sin contar
con los conocimientos de los nietos de Arturo, bajo la filosofía de que todo el
mundo en el mundo tiene algo que aprender y algo que enseñar sin importar la
edad y los tres mozalbetes de la estirpe de Arturo eran tan mandados como el
abuelo cuando de cal y canto se trataba, total… era una estirpe de duro laburo,
mezcla de raza entre hierro y bronce, tierra y agua, selva y pampa.
Desgraciadamente
a este viaje solo se sumo Alexander porque quiéralo o no, con todo el dolor de
su corazón tuvo que dejar a Iván castigado en casa después de lo que había
pasado; es que no podía ir en contra de sus propios principios y leyes
paternas, la condición del viaje había sido simple: nada de peleas, nada de
colerones, nada de disgustos, Rubén estaba harto de ver a sus muchachos como
novillos dispuestos a cornearse y en muchas ocasiones lo dejo pasar, pero lo
que Iván hizo dos días antes no lo podía pasar por alto, merecía una sanción
extra además de la paliza que se gano; por todo eso solo Alexander y él estaban
ahora mismo a las afueras de Aguas Calientes, a donde llegaron un día antes
para descansar y disfrutar del lugar antes de encargarse de separar las reses
suyas de las de Gerardo y entregarlas en persona mientras Arturo y los chicos
descansaba en el campamento.
Después
de todo Yhanku, Lorenzo e Illien Jacinto se ensartaron en un viaje apoteósico y
único desde Riberalta hasta Santa Cruz trasladando ganado y no porque no puedan
hacerlo en camiones de carga sino como una silenciosa prueba de hombría, algo
así como una ceremonia ritual que le diera a Jacinto la bendición de la mayoría
de edad con todas sus letras, Jacinto que ya cumplió los 18 años sentía que le
faltaba algo para estar a la altura de sus hermanos… el arreo de reces a campo
traviesa y sus fraternos estuvieron de acuerdo y vieron en este viaje la
oportunidad de prepararlo como Arturo en su momento les enseñara a ambos, por
lo que pidieron no solo a Rubén sino a Gerardo otro ganadero les confieran no
solo la tarea sino la confianza para llevarla a cavo.
Así
que para ambos, éste viaje tenía como único propósito enseñar al menor de ellos
el viejo oficio de trasladar reses de un lugar a otro a la vieja usanza, a lomo
de potro ululando largos látigos de nervio y cuero cortando el aire, marcando
el paso de un mar de reses blancas en medio de la selva por estrechos caminos
de tierra y lodazal; saciando el hambre en puntos muertos con lo que cargaran
en el tapeque y si eso no bastaba cazando o cosechando lo que la tierra tenga
para dar, procurando siempre buscar la humedad de algún gran curichi o en el
mejor de los casos los brazos de un rio, no solo por ellos sino por las reses
que traían de tan lejos… amazonia adentro.
Pero
como todo en la vida, planes vienen y planes van, Arturo se puso terco como las
mulas y se negó en redondo soltar al menor de sus nietos en semejante travesía,
así que inicialmente aquel viaje lo iban a hacer solo Yhanku y Lorenzo pero a
la bandada de dos a último momento se unió Jacinto y Arturo a fuerza de ruego y
enojo… ruego del primero entre mocos e hipos después de una paliza y enojo del
último por verse a obligado a vencer al muchacho en su terquedad… sin darse
cuenta que él también salió perdiendo, los hipos agónicos de su nieto tras la
tunda regalada surtieron efecto pese a su férrea determinación de no hacerlo,
decidiendo en el último minuto enviarlo con sus hermanos sobre todo al ver la
cara destemplada y la amargura en la mirada del menor que parecía gritarle en
silencio lo que con abierta voz le dijera en medio del llanto, que era egoísta
e injusto, que nunca puso pegas a sus hermanos y que claramente tenia
preferencia por los mayores; y cuando a punto estuvieron de partir, en el
último segundo el abuelo decidió unirse a la travesía, si el menor quería
aprender, que lo aprenda de primera mano… o sea de él.
De
esa manera, Arturo que inicialmente se negó en redondo concederle a Jacinto
este capricho que no era tal, reconoció que se lo debía, ésta como el resto de
las cosas que hacía o dejaba de hacer para con sus nietos, era una lección de
vida, total, era su oficio, su profesión, el legado intangible que ya había
pasado a la siguiente generación de forma duplicada al enseñarles el cómo
hacerlo a Yhanku y Lorenzo, y pensó que no era justo negar este conocimiento al
menor de sus nietos, aun cuando tenía la certeza de que ninguno de ellos se
rompa el lomo como él, trabajando la tierra, después de todo él se saco la
mierda rompiendo la tierra para que sus tres hirpas estudien y sean lo que él
hubiese querido ser, recordando como antaño llevo primero a Yhanku y luego a
Lorenzo sobre las ancas de su propio caballo para familiarizarse con la faena
de galopar o trotar en medio de la reses que mansas la mayor parte de la veces
podían ser peligrosas si no se reconocía sus advertencias como en todo animal.
Cosa
que no objetaron ninguno de los mayores, felices dentro suyo de contar una vez
más no solo con la compañía, sino con el consejo y la sabiduría de alguien que
vivió lo nunca nadie viviría, porque aprender el oficio de otro no te hace
experto en su tarea, sino en la tuya… y aun cuando Yhanku a puertas de
recibirse de ingeniero, Lorenzo con media profesión en el bolsillo e Illien a
punto de empezar la universidad tenían algo en común, que hagan lo que hagan
con su vida, la primera lección que habían aprendido era a trabajar la tierra,
ese fue su primer sustento, esa su fue su primera puesta de ropa nueva, su
tarro de leche, su pequeño juguete, su primer cuaderno, su primera tarea, su
primera paliza y su primer consuelo… experiencia que transmitirían a sus
propios hijos cuando llegue el momento como lo hizo su abuelo, porque ese era
su único y real patrimonio… el conocimiento.
Pues
mal que bien su abuelo, su tata querido analfabeto e ignorante en letras apenas
con el reconocimiento básico de los números y la suma se hizo cargo de cuatro
bocas contando con su madre y se ampollo las manos, se curtió la piel, se molió
los huesos con tal de llevar un trozo de pan a su mesa y un vaso de leche que
llene tres barriguitas que crecían bajo su ala como pichones en un nido…
- Estoy hablando en serio mi´jito, así que no me venga a mendigar el permiso pa su yunta, Jacinto no me va y punto – el patriarca de aquel clan había hablado, si bien pausado y en voz baja no dejo de lado lo acerado del asunto, y para eso solo faltaba verle el ceño fruncido mientras calaba un charuto, signo inequívoco de que estaba llegando al límite de su paciencia, resultado final de tanto moco y tanto gemido de Jacinto cuando se entero que sus hermanos habían arreglado la travesía desde Warnes a Riberalta y viceversa haciendo un corto desvío en Aguas Calientes para entregar primero caballos de raza y segundo traer ganado tanto para Rubén como para Gerardo que vivía en dicha localidad justamente
- Por favor papá, prometo que voy a cuidarlo en todo momento, no voy a fallarle – Yhanku estaba haciendo un último esfuerzo y lo hubiera logrado de no ser por Jacinto que salto ya no más a lo loco cayendo del sartén caliente al fogón quemándose el culo en el proceso
- He dicho que NO – Arturo se giro y miro de frente a Yhanku con el ceño fruncido y la boca demasiado seria para el gusto de todos – Jacinto no me va a ningún lado – sentencio fiero – además ustedes par de mamones ¿que se han creído?, ¿qué van a tramar triquiñuelas a mis espaldas?, como si no supiera que esta faena se la buscaron hace un mes y no tuvieron la gentileza de decirme nada en lo absoluto – y Yhanku bajo la cabeza avergonzado y arrepentido de haber saltado la autoridad de su padre, seguro de que soltaría a Jacinto sin poner pegas, pero debió imaginar que su Tata del alma no veía a su hermano menor con otros ojos que no sean de un abuelo que mira a su nieto en pañales y que no quería ni que la mosca vuele alrededor
- Eso es porque usted a todo se niega – acuso Jacinto sin poder morderse la boca pese a la promesa que le hiciera a sus hermanos de no interferir en las negociaciones, pero es que hasta ahora nada de lo que dijeron y hicieron cambiaba el parecer de su padre y eso obviamente lo frustraba
- JACINTO – Yhanku elevo la voz en signo de llamar la atención de su hermano y cierre el pico, pero Arturo estaba buscando como Jacinto tres pies al gato y tener la escusa perfecta el uno para pelear y protestar a riesgo de una tunda y el otro justamente lo mismo para soltar las manos y azotar
- Deje no más que hable, que pa eso Dios le dio lengua y a mi oreja, quiero saber que tiene que decir al respecto – mando callar Arturo a Yhanku y Yhanku solo atino a cerrar la boca y mover la cabeza mirando fijamente a su hermano como diciendo, piensa antes de decir nada – …que igualindo no va a servir de nada, igual no me va a ninguna parte que no sea su cama – aquella era una clara amenaza y provocación, Arturo no podía negarse que estaba buscando la excusa perfecta para poner al muchacho en su lugar, toda la santa semana a puro capricho estuvo haciendo renegar, portándose como un mocoso engreído, nunca antes había visto a Jacinto tan desafiante, desobedeciéndolo deliberadamente, poniendo caras cuando sus hermanos le llamaban la atención aprovechando que ambos sabían que estaba frustrado por culpa suya, ya que ellos habían sembrado la semillita del viaje y la aventura sin el ojo vigilante de papá – andá no te callés ahora, quiero saber lo que pensás
- Pues eso tata – aseguro Jacinto sintiendo el gusanito de la rebeldía morderle la panza y apretar los hilos en los lugares precisos, levantando los hombros en señal de desdén y frustración – que usté a todo y nada dice NO y no es JUSTO
- Justo o no, usté no me va – volvió a recalcar el abuelo – y si no tenés más nada bueno que decir, arranque pa´dentro y a buscarse oficio, que de puro ocio estas jochando – lo encaro para luego amenazarlo sutilmente – no me saqué de quicio Jacintito que no le va gustar el jarabe de palo que tengo reservao pa´usté – a buen entendedor pocas palabras
- Pero ¿por qué? – no, no era un buen entendedor, era terco como el abuelo
- Porque NO y punto – aquello era como darse de frente a un muro y Jacinto decidió que no valía la pena golpearse a lo bruto… si no se puede tumbar la pared, bien haría trepar la tapia
- Igual voy a ir, me voy a escapar y seguiré a mis hermanos, usté no puede hacer naaaada pa detenerme – amenazo, antes de darle la espalda a su padre descaradamente, realmente estaba buscando pelea como un gallito que estrena espolón
- JACINTO – volvió a conminar Yhanku enfadado con su hermano, pero que mocoso más insolente pensaba – JACINTO HE DICHO QUE – y el que calló la boca fue él y para eso solo basto la mirada de su viejo que parecía esculpida en piedra y Yhanku levanto las manos, si Illien quería meterse en camisa de once varas allá él – bueno allá tu, pero luego no digás que no te lo advertí – dijo y se marcho y Jacinto al ver que su hermano lo abandonaba decidió defender su lucha solo
- VETE!... NO ME IMPORTA – grito procurando el desdén sin lograrlo, estaba más que claro que se sentía herido y traicionado además – VOS SOS COMO EL TATA – acuso enojadísimo – SEGURO SE HAN ENSEÑAO PA QUE YO NO VAYA – acuso enardecido – LO QUE QUERÉS COMO ÉL ES TENERME BIEN ATADINGO A LA CASA COMO UN PERRO GUARDIÁN
Y
corrió tras de su hermano con ganas de ensartarse a golpes, tenía que
desquitarse con alguien y Yhanku ahora era un blanco perfecto sobre todo después
de ver a Lorenzo quitar su macuto del lomo de su potro y ponerlo sobre la vieja
mesa del patio, mientras terminaba de atar los utensilios del viaje.
Sin
lugar a dudas, los hermanos Tominovich estaban al filo de salir de casa, pero
Illien estaba al filo de una paliza.
Bien marambra, ya estube en capilla repasando los gemelos ya estoy lista para más,falta el 221 que ya estaba publicado y estoy con sed de nuevos capis. Me encanta
ResponderEliminarHola marambra!hacía tanto q me había perdido q empecé a leer de nuevo a tus gemelos y de un tirón. Y q puedo decir marambra.... estos últimos capítulos me sacaron de quicio. Me molesta enormemente la actitud de Logan y clara. Por ratos dejaba de leer por pura bronca. Pero se q eres una genial escritora y q todo en algún momento cerrará. Por otro lado yo fui una de las q siempre quiso q logan estuviera viví pero me decepciona mucho. Esperaba ese padre niño q pintabas, ese papa q no daba una paliza por nada... me sorprendió mucho como reacciona este Logan, es como si no fuese el que nos presentaste. Más allá de eso marambra espero q puedas salvar ese personaje q primero me hiciste amar y ahora estoy odiando. Lo bueno es q estoy más cerca de los capítulos actuales a ver q pasa
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