Formando una pequeña manada
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 17 de Noviembre del 2016.
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Capítulo
9
Autora:
Marambra
Sebastián entro a la vivienda
en medio de tropezones y gemidos corriendo como en una maratón directo a su
alcoba, tenía el corazón acelerado, la frente sudorosa y la nariz congestionada
además de los ojos rojos, había estado llorando ya desde que saliera de la
dirección… y no era para menos, Joaquín estaba enfadado con su hijo, es que el
doctor acababa de pasar el mayor bochorno de su vida, la peor vergüenza de un
padre y encima tuvo que firmar un compromiso de buena conducta a nombre de su
hijo en el colegio bajo amenaza de expulsión cuando se suponía que estaba yendo
a reclamar los derechos del muchacho, así que sí, tenía bastante razón para
estar enojado y por mucho que Sebastián llore no se lo iba a pasar, tenía que
aprender a controlarse.
- ¡Fuera! pantalones Sebastián – ordeno
Joaquín apenas ingreso a su alcoba pero sin gritar, eso era lo más peligroso
- Nouuu paaapiii – Sebastián se quedo quieto en medio del
salón a donde llegaron mientras Joaquín cerró la puerta tras suyo
- Sebastián estoy hablando contigo – agrego
estirando la liga hasta donde alcance su paciencia y eso era mucha
consideración, sobre todo tras lo que acababa de pasar en el colegio… ggr cada
que pensaba en eso sentía una tremenda rabia pero no por Sebastián sino por si
mismo que no supo manejar a su hijo
- Pero paaapiii – Sebastián quería alcanzar lo inalcanzable a
estas alturas
- Última oportunidad Sebastián, no hay una cuarta – dijo,
llevándose ya no mas las manos al cinturón, con todo el dolor de su corazón si
Sebastian no obedecía le daría una tunda con el cinto sin importar que día
antes le hayan sonado con la vara en el colegio, pero estaba el colmo – Sebastián he
dicho pantalones fuera – dijo muy
a su pesar hablando por cuarta vez
- NOOO agssss – y eso seria
- ZASS ZASS ZAAS
- AAUUUUU AUUU AUUU NOOO PAAAPI NOO AU NOOO – termino
gritando Sebastian dando saltos a cada asalto del cuero en su piel – nooo aggs
dueeele – murmuro su queja
suavecito para no enfadar a su padre lo que hizo que Joaquín haga una pausa
para no arruinar más las cosas
- Vas a obedecer esta vez o que va ser – pregunto
su padre aun con el cinto en la mano y el ceño fruncido, le estaba costando un
mundo aguantar su enojo, pero la actitud de Sebastián no ayudaba en nada – Sebastián – dijo una vez más después de casi 20 segundos
de espera… parece poco, segundos, pero en cronometro real los 20 segundos
insignificantes son más largos de lo que uno se imagina y Joaquín no estaba
para perder el tiempo, tenía que ir a cocinar e ir al banco a hacer algunas
gestiones – ¡Sebastián! – y ahí iba la quinta advertencia de la mañana,
pero no iba a haber una septima
- Papi, aaaggg – y Sebastián se quedo quietito llorando
parado frente a su padre sobándose el trasero lo que obligo a Joaquín su
siguiente jugada
- He dicho que te saques el pantalón Sebastián, esta vez no te
voy a aguantar y te juro que te voy a dar el doble de lo que tengo pensando – amenazo
muy a su pesar, pensando en su amenaza… adiós a su promesa de no haber una septima,
la pregunta era ¿habría una octava?
- Pero paaapi – fue lo único que Sebastián se animo a
decir, alzando la mirada a su padre con la cara roja surcada de lágrimas y los
ojos hinchados
- ¡CARAJO HE DICHO QUE TE SAQUES EL PANTALÓN! ZASS zas ZAS zas – bueno
si hubo una octava, la vencida
- AAAHH PAAPI NNOO, AUU AYYY AUUU – Sebastián
llevaba las manos de un lado a otro para protegerse, pero Joaquín estaba
sonando sin consideración, acababa de llenar su cuota de cero paciencia y mal
humor
- HE DICHO QUE TE SAQUES EL PANTALÓN! Zas ZAS zas ¿QUIEN CREES QUE TE ESTA HABLANDO? – reclamo
haciendo circular el cinto y todos en los muslos, algo dentro suyo le decía que
no toque el trasero de su hijo, no había visto todavía lo que le había hecho el
profesor
- BUAAA AGGG PAAAGGPI – Sebastián se agacho un poco, el último de
refilón le llego al culito despertando el dolor de los varazos – AYY Yayy YA YA
ME SACO YA ME SAAAACO – empezó a
llevar las manos a la hebilla de sus propios jeans, menos mal estaba con un
pantalón grueso, sino que sería, pensaba mientras con manos temblorosas se
quito el pantalón lo más rápido que pudo en medio de gemidos y se quedo
paradito ahí sin moverse con el pantalón y la ropa interior bajada y cuando
termino su padre lo jalo de una de las muñecas y lo giro y fue cuando vio el
desastre, 4 líneas ligeramente violáceas, cosa que hizo hervirle la sangre
- ¡MIRA LO QUE TE HACES HACER! – chillo
Joaquín en un momento de rabia irracional – zass zaas ZAAAS – estaba
tan enfadado, que lo único que atino a hacer, fue calcarle el cinto tres veces
más en las piernas
- AAAHHHGGG PAAAAPIII – grito Sebastián llevando las manos a las
piernas para frotarse
Y
fue cuando su padre lo soltó y lo dejo ahí en su recamara, llorando, estaba tan
enojado consigo mismo que no se soportaba, y se metió a su propio dormitorio
después de tirar la puerta con fuerza que hizo caer las cosas que colgaban del
perchero de la misma, sintiendo el cuerpo temblarle del enojo y la impotencia.
- ¡MIERDA, MIERDA… MIERDA!
Grito
mirando el cinturón en sus manos antes te hacerlo volar por la ventana
mordiendo sus labios, estaba enojado, no pudo controlarse, no pudo controlar su enojo… se dejo llevar, y
se sintió el peor hombre del mundo, el peso de todo se le vino encima
hundiéndolo y se tiro a su cama cerrando los ojos con un puñete sobre la frente
y la otra mano en el pecho, pensando en lo que había sucedido; ¿cómo pudo ser
tan idiota?, Sebastián tenía todo el derecho de sentirse enfadado, después de
todo el profesor había insistido que era Sebastián el que siempre le gastaba
bromas y él había dudado de la credibilidad de su hijo acorralándolo.
- ¿Es verdad lo que está
diciendo tu profesor? – pregunto
Joaquín a Sebastián cada vez mas enfadado con este asunto
- ¡NOOO! – grito su hijo parándose como un rayo del
asiento mirándolo enojado
- No grites, no es
necesario gritar – se
vio obligado a decir sintiéndose cuestionado por la mirada que el dio el
dichoso profesor, el director y el cura aquel que lo azotara
- ¿Ve como es su hijo? – murmuro el profesor – no sabe hacer
caso y lo único que hace en mi aula es gastarme bromas pesadas – dijo
el tipo aprovechando muy bien los desatinos de Sebastián, lo que hacía que
Joaquín se enfade sin poder llamar la atención de su hijo para no ser demasiado
obvio y Sebastián se descontrole
- ¡MENTIRA! ESO NO ES
CIERTO – volvió
a defenderse Sebastián mientras Joaquín no lograba que se quede callado
- ¡Basta! Sebastián, he
dicho que no grites, estamos tratando de llegar al meollo del asunto – repitió
con infinita paciencia
- NO tiene caso, así es
como imagino se comporta todo el tiempo en las aulas – dijo el tonto del fraile aquel que lo
azotara – para
muestra basta un botón – dijo el muy ladino y fue suficiente, Sebastián vio
negro y su padre no lo vio venir
- ¿POR QUE NO METE SU
LENGUA A SU TRASERO Y DEJA DE DECIR IDIOTECES? – escupió Sebastián parándose como un rayo, atestando
una patada al cura que menos mal no llego a su objetivo porque el fraile
distraído en su aire señorial se giro para mirar la ventana, sino otra seria la
historia
Y
se armo una trifulca, porque el cura no dudo en jalarle la oreja a Sebastián y
Joaquín se volvió un tigre de Bengala, ¡nadie!, nadie podía tocar a su cachorro
sin su permiso y menos en su delante; Sebastián y Joaquín no tenían muy claro
que paso en esos escasos minutos en que casi se agarran a puñetazos donde el
fraile del demonio quería a toda costa hacer expulsar a Sebastián y no era un
pedido cualquiera, el código del colegio lo estipulaba, pero el antecedente del
exceso cometido por el cura y la promesa de Joaquín de remover su pasado,
fueron suficientes para calmar la cosa, solo que tuvo que firmar un compromiso
puntilloso, en el cual Sebastián estaba bajo la lupa del establecimiento en lo
que resta del año y se reservaban el derecho de admisión futura si lo veían
conveniente, en resumidas cuentas, si Sebastián cometía un error grande, estaba
expulsado de hecho y no podría postular al curso inmediato, teniendo que
cambiarse de establecimiento, lo que claro tenía a Joaquín de los pelos.
Pero
la paliza no era por esto, sino que al salir de la dirección Joaquín y su hijo
vieron el profesor de música ir hacia el garaje y Joaquín quería limpiar en
algo a reputación de su hijo y le pidió que se acerque al profesor y se
disculpe de él, pero Sebastián se negó en redondo y no solo eso sino que le
hizo un gesto obsceno al hombre aquel, que menos mal no vio porque justo ese
momento se cayeron sus llaves y fue el motivo por el que Joaquín se enfado con
su hijo, quien tuvo tiempo de meditar en sus actos de camino a casa, mientras
su padre lo reprendía verbalmente.
Y
ahora Joaquín estaba recordando todo aquello, meditando en donde había fallado
para llegar a la situación en la que estaba, porque para él, lo errores de los
hijos eran nada más que las flaquezas reflejadas de sus padres, dándose cuenta
que quizás no fue buena idea pedirle aquello a su hijo en un momento de
calentura, total Sebastián era un adolescente y no uno cualquiera, sino uno con
algunos complejos personales que lo hacían vulnerable de por sí, así que fue su
error esperar a que se comporte como un muchacho maduro, sobre todo sabiendo
que Sebastián no sabía manejar situaciones de estrés y se sentía atufado,
acorralado bajo presión; pero tampoco podía pasar por alto las cosas que hizo y
dijo su hijo esa mañana y lo peor de todo… que lo desafíe delante de ajenos
haciéndolo quedar mal y no obedezca a ordenes simples, solo que… ¡mierda!, lo
había reprendido con el cinturón, cuando su hijo tenía 4 marcas feas en el
trasero, ¿qué clase de médico era?, ¿qué clase de padre era?... se preguntaba;
en eso estaba, en su proceso de profunda meditación dándose de garrotazos
mentales, cuando alguien llamo a su puerta sacándolo de sus ensoñaciones, es
más lo despertó porque Joaquín como todo medico que trabajo muchos años en
emergencia sabia aprovechar al máximo dormir apenas se cierran sus ojos, así que
se despertó sobresaltado y apenas abrió los párpados se fijo en Sebastián.
- Papá – murmuro apenas parado en el umbral, se
había vestido un pantaloncillo corto de verano y estaba solo con sandalias, sin
medias y una polera blanca, tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar y
la voz estaba un poco ronca
- ¿Mmmmm? – musito Joaquín abriendo y cerrando los ojos
para despegar la nube que tenía delante suyo que no era más que el sueño y el
cansancio
- ¿Vamos a almorzar? – pregunto y Joaquín proceso la oración
mirando su reloj, ¡carajo!, se había quedado dormido por hora y media y se paro
como un rayo
- ¡La comida! – grito recordando que tenía que cocinar y
salir, no había tiempo – mierda – dijo
enojado consigo mismo y Sebastián retrocedió ante el enojo de su padre – ve a vestirte,
vamos a ir a almorzar afuera y luego te regresas porque yo tengo que ir al
banco – le indico frotándose la cara un poco molesto al darse cuenta
que fue lo que lo llevo a este olvido, pero Sebastián no se movió de la puerta,
parecía avergonzado, es mas se había hundido un poco dentro de sus hombros como
si se achicara en un afán esconderse de él – ¿Qué pasa? – pregunto
Joaquín al reparar en la actitud de Sebastián, mientras lo miraba morderse la
boca nerviosamente, como cuando hacía alguna trastada
- No te enojes – dijo y Joaquín casi, casi ve sus sospechas
hacerse realidad, ¿qué había hecho ahora?, no podía ser posible que hiciera
algo malo si acababa de reprenderlo ¿verdad?
- ¿Qué hiciste? – pregunto su padre un poco desconfiado ya
sintiendo su corazón prepararse para el nuevo arrebato
- Queme la olla con el arroz, pero la ensalada y las papas
están bien, solo que no se si la carne esta cocida – murmuro
mirando el suelo y levantando la vista un poco para ver a su padre
- ¿Quemaste el arroz? – repitió Joaquín saliendo disparado a la
cocina con la idea de pillar un incendio en la cocina, pero más bien se dio de
frente con una grata sorpresa, la mesa estaba bien puesta, con un bonito mantel
azul, los cubiertos, los vasos alineados y la comida en fuentes, y sobre el
mesón la olla carbonizada – ¿tú hiciste todo esto solo? – le pregunto a su hijo mirándolo recién
completamente despierto mirando el arroz, la mesa, los detalles sin soltar la
olla negra
- No te enojes por favor papá – murmuro de nuevo Sebastián con un nudo en
la garganta, al parecer su esfuerzo era en vano y Joaquín dándose cuenta de lo
que estaba pasando, dejo a un lado la olla quemada y extendió la mano hacia su
hijo, quien por reflejo se fue hacia atrás pensando que su padre quería jalarle
la oreja, pero esa no era su intención
- ¡Oh! Ven aquí – fue lo único que dijo con voz mimosa, atrayendo
su cuerpo al suyo, sintiendo en su pecho el ahogado llanto de Sebastián que
parecía que en ese gemido soltara toda la tensión acumulada – mi travieso y malcriado gorrioncillo
– dijo papá, abrazarlo con
fuerza, entendía a su hijo a la perfección, era su manera de disculparse por
todo
- Disculpaaaame por favor – murmuro en medio de gemidos y sonoros
sollozos, Sebastián tenía muchas dificultades para adaptarse debido a su pasado
y su timidez en el colegio casi llego a ser patológica, rara vez se metía en
problemas porque no podía controlarse, algo en lo que estaban trabajando, eso y
el hecho de no saber manifestar sus miedos, sus penas, o sus dificultades lo hacían
especial como de especial y rara era su forma de querer enmendar sus errores; así
que entendió muy bien la intención de su muchacho, su forma poco usual de
disculparse, recordando lo que dijo el
psicólogo, que Sebastián tenía un miedo irracional a que lo abandone, que
alguna vez manifestó que tenía miedo de hacer algo realmente malo y su padre se
canse de él, pero que procuraría hacer algo grande para compensarlo… y al
parecer cocinar era una forma de hacer
- Ya cielo, ya paso – dijo Joaquín por primera vez sin sentarlo a
meditar en lo que había pasado, su hijo había tenido dos horribles días
cargados de estrés, de dolor y de llanto y no valía la pena ahondar en ello
ahora, ya tendría tiempo para eso, lo que si tenía que hacer era mimarlo y
preocuparse por las líneas dibujadas en el trasero, tenía que llevarlo a un
forense que certifique la severidad de aquello, no podía quedarse con las manos
cruzadas y dejar que ese salvaje lastime a otro niño, peor al suyo – ya no llores
¿si?, vas a hacer que me sienta culpable y mucho mas mal de lo que ya estoy – hablo con total sinceridad y Sebastián se
atrevió a mirar a su padre sin entender – Hijo – farfullo
Joaquín cogiendo la cara de su niño en las manos – yo debí haberme fijado ayer lo que
ese salvaje te hizo – declaro y Sebastián entendió lo que su padre
quería decir y se abrazo a él como única respuesta –
voy a llevarte donde Carlos, mi amigo el forense, porque esto no se va a quedar
así, yo voy a denunciarlo por maltrato – le
explico sus intenciones – quiero que me dé un certificado del tipo de lesión que
tienes –
y Sebastián casi se infarta al darse cuenta de aquello,
alguna vez su padre le explico los procedimientos reales en un examen forense
cuando venían las noticias asi que entendía de que iba la cosa… tendría que
quitarse la ropa y posar sin calzones para la foto, ¡ni muerto!
- NOOO, NADIE ME VA A SACAR FOTOS SIN ROPA – chillo
apartándose de su padre y saliendo de la cocina
- ¡Sebastián!... hijo escucha – rogo Joaquín cogiendo su cara en las manos
nuevamente después de atajarlo en el pasillo – ese hombre tiene que pagar por lo que
te hizo, eso es un delito penado, entiéndeme por favor – le explico
- No… yo no quiero – contesto el muchacho agarrando las muñecas
de su padre – estás ¡loco
papá!, yo no quiero que nadie vea eso, además igual tu puedes ir a la policía
por pegarme – le dijo y Joaquín
se puso blanco, había lastimado a su hijo y en un arrebato de consciencia le
bajo la ropa a Sebastian para fijarse los daños causados – ¿QUE HACES PAPA? SUEEELTA – grito Sebastián
- Tengo que ver si te he lastimado – contesto
tratando de bajarle la ropa interior que Sebastián agarraba como si fuera la
cura milagrosa contra la lepra
- No me has hecho nada papá DEJA – se
quitoneaba como podía, pero sin lograrlo, Joaquín estaba empeñado en mirar a su
hijo
- NO, TENGO QUE VER SI TE LASTIME – respondió Joaquín sacudiendo un poco a su
hijo cogido de los codos – No voy a poder
estar tranquilo con la idea de que te hice tanto daño como esa bestia, no me lo
perdonaría Sebastián, yo te prometí protegerte, no lastimarte – le recordó y fue cuando Sebastián cedió
- NO tengo nada papi – le dijo al final – ¡nada!, ¿vez? – se
dio la vuelta y se bajo un poco la ropa para que vea su padre, entendiendo que
no lo dejaría en paz, pero aparte de eso por la mortificación en la cara de
Joaquín, no fue su intención que su padre se ponga así, solo quería salir de la
embarazosa idea de tener que ir donde un desconocido y contarle que un cura lo
había azotado con una vara como en los viejos tiempos, esa idea era
espeluznante – si tú me hubieras lastimado, yo no
estaría aquí en casa – le dijo
poniendo su palma abierta en la mejilla de su padre – yo me hubiera marchado lejos de ti y
no me hubiera quedado a cocinar para que me disculpes por lo que paso hoy – agrego
y Joaquín abrazo a su hijo con necesidad, la necesidad de expresarle que lo
amaba y que lo quería más que nada en el mundo, orgulloso de la madurez que su
niño empezaba a mostrar
- Te quiero Sebastián, te quiero muchísimo hijo – confeso
calcando un beso en su frente y sonriendo pese a que tenía los ojos nublados de
la emoción, vamos que estaba más emocionado que si la miss universo se le
hubiera declarado – y me moriría de vergüenza si llegara a lastimarte, no me lo perdonaría
jamás, antes de eso me corto una mano Sebastián, ¡me corto una mano! –
declaro con tal seriedad que Sebastián se sintió abrumado de tal muestra de
amor de su padre, entendiendo el alcance de aquellas simples palabras
- ¡Oh papá! – fue lo único que pudo musitar abrazándose a
él como una pequeña musaraña, quedándose ambos largo rato así, disfrutando del
sublime momento de sinceridad de ambos como padre e hijo, era en realidad la
primera conexión real como tal que tenían ellos, con esa brutal sinceridad que
los cogió desprevenidos; después de todo valió la pena la paliza pensó
Sebastián, disfrutando de los besos que su padre dejaba caer sobre su frente y
se hubiera quedado ahí para siempre de no ser por el gruñido sonoro que dio su
estomago de hambre, vaya momento para reclamar
- Bueno, basta de amor por hoy – dijo
papá en son de broma – por lo menos
hasta que llenemos la panza ¿no crees? – le pregunto sonriendo – además quiero que vayamos al…
- NO AL FORENSE – se apuro Sebastián y su padre lo miro
seriamente primero analizando los gestos tensos de Sebastián, realmente no le
hacía gracia la idea, así que decidió dejar aquel tema a un lado
- No hijo, no – respondió para tranquilidad del chico,
quien dio un suspiro disimulado de tranquilidad – nos iremos al cine más bien… nos
merecemos mimarnos un poco después de tan feos días – le dijo, pasando el brazo sobre los hombros
del chico para caminar a la cocina de nuevo, después de todo Sebastián acababa
de acomodarse la ropa – pero antes a comer, que quiero probar lo que cocinaste y
si esta riquito podemos turnarnos cocinar – dijo
en broma, es que la idea de que Sebastián haga cosas en la cocina no era de su
agrado, había visto demasiados chicos quemados en el hospital cuando estudiaba
y muchos por hacer las cosas que los adultos deberían
- ¡OH NO!, no, no, eso no se va a poder – respondió
Sebastián mirando a su padre – no te acostumbres papá, esto es solo un soborno – declaro sinvergüenzamente Sebastián soltándose
de su padre para correr a la cocina
- ¿Quemar la comida es un soborno? – pregunto
Joaquín sin dejar que el chiquillo corra, atrayéndolo a su costado despeinando
su pelo
- No toda la comida, solo el arroz – respondió
Sebastián mirando a su padre queriendo leer entre líneas
- Pedazo de sinvergüenza – dijo Joaquín en medio de la carcajada sin
dejar de abrazar a su hijo y besar su cabeza con cariño
- Pero así me quieres – murmuro tímidamente Sebastián, de pronto
cohibido ante aquella osadía según él, sin atreverse a mirar a su padre
- Si, Sebastián, así te quiero
Respondió
su padre con firmeza, la que su hijo necesitaba y Sebastián se sintió
satisfecho aun cuando esa firmeza y ese cariño duela alguna vez el trasero.
Por fiinnn!!! Ya extrañaba este par y sobre todo ya no popéis con la duda de saber que había pasado.
ResponderEliminarOdio esa escuela, ese profesor y sobretodo a ese fraile del demonio, menos mal esta papá que aunque se le fue en control de la situacion, ama a su niño y hace lo que tiene al alcance y mas para curar las heridas que tiene acumuladas.
Hermoso capi
Si por fin me gusto que al final lo arreglará con su niño , pero la cago en el cole ,lo acusó en vez de preguntar y encima quería que se disculpen del profe
ResponderEliminarA el le deben más que una disculpa , pero aveces las csa no sale como se debe
Es que yo defiendo las injusticias y con el lo hicieron������
TERRY
Malcriado gorrioncillo, que bonito, se hizo esperar...
ResponderEliminarEs un relato que no me lo esperaba Marambra, es decir, lo que pusiste, lo que a veces los padres hacen sin querer, dudar, enojarse, castigar y luego arrepentirse. Reflejo nada mas de que son humanos, solo eso.
Ha sido muy revelador el capitulo, porque Sebastián se va tejiendo de a poco, mostrándose un trocito a la vez, hoy su singular manera de disculparse, buen detalle la comida muy original.
Te felicito, espero pronto nos regales otro entretenido capitulo de este niño
Lara
Te apoyo Terry, opino lo mismo la disculpa deberían pedirsela a él, que injusticia.
ResponderEliminarYa se extrañaba a este par!!!
ResponderEliminarPobre Sebastian!! Pero lo importante es que con su papá todo arreglado!!!
Que linda reconciliación tuvieron!!
Odio a esos Frailes abusivos, que lo saquen de ese colegio, pobre Sebas y pobre Joaquin no hay derecho a que pasen por eso por culpa de esos supuestos educadores y todavia firmando acta de compromiso deberia sacarlo de inmediato y elevar la queja al ministerio de educacion. Me encanto el relato
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