Formando una pequeña manada
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 17 de Mayo del 2016.
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Capítulo
8
Autora:
Marambra
Sebastián entro
a la casa casi como un rayo, tropezando con todo lo que tenía por delante en un
apuro irracional por encerrarse en su alcoba y buscar en ella el consuelo a su
pena tirándose sobre la cama y haciéndose un ovillo abrazando su almohada, pero
sabía que nada de eso sería posible, por lo menos no antes de saldar cuentas
con su padre... es que papá esta vez iba a matarlo, esta vez iba a hacerlo de
verdad, iba a trocear su trasero con las manos y luego seguro lo asaba a fuego
blanco con el cinturón… se lo había prometido apenas sacaron los pies del
colegio.
- ¡Fuera! pantalones Sebastián
¡OH MIERDA!... papá no iba a esperar nada, ni siquiera iba a darle su acostumbrada charla previo castigo, ni siquiera su siempre aburrido sermón de hacer lo que se ordena; esta vez ejecutaría la sentencia sin derecho a defensa, es más si el hombre incluso ya había cerrado la puerta aunque no había necesidad de aquello porque solo vivían los dos y no tenían visitas precisamente para evitar el mal trago, es que estaba muy enojado que prefirió no abrir la boca y esa horrible supuesta calma que llevaba encima le producía escalofríos al pobre de Sebastián, quien como nunca preferiría que su padre grite o le reclame, pero no iba a ser el caso, ¿qué podía decir Sebastián a esto?... nada, había metido la pata a fondo.
Maldición,
se decía a sí mismo en que maldita hora NO escucharía a Bryan, se metió en
tantos problemas por hacer caso a los mellizos desde que se conocieron, que
justo ahora que le daban un buen consejo, él tiro por la borda la oportunidad y
ahora estaba ahí mismo a punto de recibir la peor paliza de su vida, y no es
que exagerara, su padre se lo había prometido en la dirección del colegio,
vamos que Joaquín tras ser testigo de su lisura no solo estaba enojado…. estaba cabreado, es que encima de todo Joaquin
perdió las formas y se peleo con el director del colegio y lo amenazo con
llevar el asunto a las autoridades y todo para defenderlo si no se esclarecía
el asunto; aun se le estremecía el pellejo de recordar el horrible momento.
Todo
había empezado día antes, era media mañana del lunes y algún gamberro de
pacotilla había colocado pegamento transparente lo justo y necesario para hacer
una maldad en el asiento del profesor de música y se deshizo del bote
colocándolo el mismo en la mochilla de Sebastián para implicarlo y los mellizos
que lo vieron todo al regresar de la enfermería le advirtieron de aquello
aconsejándole que no arme escándalo y le avise al profesor qué los esperaba en
el salón para el ensayo, pero Sebastián no hizo caso y prefirió increpar a su
compañero dándole un puñete armando un escándalo, y la bulla obviamente llamo
la atención de muchos incluido el profesor que al querer pararse para ver que
sucedía en el aula adyacente al salón de música, desgraciadamente rompió el
pantalón generando un estallido de risa en la clase, lo que convirtió al
siempre amable maestro en un ser siniestro que decidió tomar el asunto en sus
manos y para eso necesitaba la atención y ayuda de los alumnos que como siempre
callaron cuando pregunto quién hizo semejante cosa y ante su impotencia, dio un
manotazo sobre la mesa haciendo volar los instrumentos musicales del ensayo
ofreciendo nada menos que 100 puntos de la calificación a quien denuncie el
acto vandálico y muchos apuntaron a Sebastián pero solo el que recibió el
puñete le mostro las pruebas contento de que por lo menos él caiga ya que no
pudo implicar a los mellizos porque estos acababan de sentarse en sus pupitres
pues no había pasado ni medio segundo desde que volvieron de la enfermería… era
el inicio de una rivalidad de amores del que Sebastián ni siquiera estaba
enterado.
El
profesor enojado como estaba había llevado a Sebastián de la oreja directo a la
dirección a presentar su queja, tan ofuscado como estaba había exigido al
director cortar de una vez por todas esos abusos a su persona, porque para mala
suerte de Sebastián, el profesor de un tiempo a la fecha venía siendo objeto de
burla y de bromas pesadas de parte de un montón de muchachos que nunca dejaron
rastro, pero este acto fue la gota que colmo el vaso, todos sabían que había jurado pillar al
infractor y que a su vez el director del establecimiento apenas una hora antes
en el acto de iza de la Bandera había prometido que sin importar si era o no la
primera vez a quien vuelva a hacer bromas a los maestros, iba a darles un
escarmiento en la dirección con una vara de rattan, amenaza que muchos tomaron
en cuenta y otro no tanto, pese a que la cabeza del establecimiento, el padre
Ángel había blandido en el aire aquella maldita cosa para que todos vean el
perverso objeto de disciplina, obviamente Sebastián estuvo tranquilo puesto que
a él la amenaza le iba y venía porque nunca jugaba bromas a los maestros, pero
que tenía un buen historial de indisciplina a causa de los mellizos lo que lo
hizo el chivo expiatorio perfecto.
- Auuch auu… profesor por favor
– rogaba
Sebastián caminando a toda prisa entre tropezones porque la forzada postura que
tenia y que impedía mirar bien por donde andaba, es que estaba siendo conducido
a la dirección levantado de una oreja – yo no hice nada
–
agrego con la esperanza que el maestro siempre amable en el pasado
lo oiga como de costumbre, pero el profesor estaba harto de ser el payaso del
colegio que estaba decidido a cortar de tajo cualquier broma ínfima a futuro y Sebastián seria el ejemplo de aquello – se lo juro profesor
– volvió a decir y la respuesta no se hizo esperar, el maestro
jalo con mucho más fuerza la oreja de Sebastián hasta saltarle las lágrimas y
así llegaron a la dirección después de cruzar todo el patio a vista y paciencia
de quienes estaban pasando clase de gimnasia a esa hora – auuu profesor,
por favooor, no fui yoo, le prometo – decía mientras subía las
gradas pudiendo sin poder en ese estado
- ¿A sí?... ¿y cómo diablos
explica la presencia del pegamento en su mochila? –
digo el maestro mostrándole el cuerpo del delito en la mano
- Pero de verdad profesor,
no fui yo AUUU debe creerme, señor –
decía
mientras procuraba que el maestro no solo suelte su oreja sino que la deje de
apretar y torcer, convencido de que no iba a oír más tonterías al respecto
- Ahórrese las
explicaciones Torrente – contesto
volviendo a torcer con mayor gusto la oreja de Sebastián llevándolo a otro
nivel de angustia
- AUUUU AUUU – no pudo evitar
gritar
- ¡PROFESOR! – exclamo sorprendida
la secretaria mirando asombrada la reacción de aquel hombre siempre amable y
que nunca mataba ni una mosca – ¡pero qué ha sucedido? – quiso
saber sorprendida del panorama
- ¡QUIERO VER AL DIRECTOR
INMEDIATAMENTE! – exigió
olvidándose de sus modales, dando a entender que no estaba para consideraciones
de ninguna clase
- Enseguida lo anuncio – contesto ella medio
asustada mirando de soslayo la cara de Sebastián a quien las lagrimas nublaron
los ojos porque el profesor volvió a pellizcar la oreja innecesariamente – tome asiento por favor – agrego
pulsando el intercomunicador hablando en voz baja con el otro lado de la línea – el Padre Ángel
lo espera – indico y
Sebastián puso cara de preocupación, no era por nada pero ambos se tenían mutua
tirria, aquel hombre lo tenía entre ceja y ceja a causa de sus desatinos, pero
sobre todo porque era el recomendado del padre
Andrés Camposanto el director de su antiguo colegio, al que el padre
Ángel Villamor tenía mala estima resultado de algunos roces entre clérigos en
el pasado, que derivo en una aversión desproporcionada de parte del padre Ángel
no solo a persona del padre Andrés sino de todo lo que el pobre hombre tocaba o
miraba y desgraciadamente Sebastián estaba en medio de ese mal animo y para
lástima de Sebastián justo ahora no estaba el padre Pablo que realmente era el director
Calixtino del establecimiento
- ¿Qué lo trae por acá
profesor? – pregunto
el fraile en tono sarcástico empujando su espalda sobre el mullido respaldo del
sillón donde se hallaba sentado – no me diga que pillo al bribón que le juega bromas
pesadas – indico, adjudicando a Sebastián el resto de los
pecados de sus compañeros de colegio mientras empujaba sus dedos entre sí al
tenerlos puestos como en oración sobre su pecho
- Tuvo la osadía de colocar
pegamento en mi silla y golpear a su compañero por tener la valentía de decirme
lo que este mocoso hizo – dijo
y la cara de Sebastián se puso roja pero no de vergüenza sino de ira, no fue lo
que paso; sí, había dado un puñete a Saúl pero no porque lo delate sino porque
lo implique, cosa que parecía que nadie quería oír
- Veo que todavía guardas
un poco de vergüenza – comento
el cura curvando una sonrisa sardónica en el rostro y mirándolo fijamente con
ojos de asesino en serie
- Quiero saber que hará al
respecto – exigió
el profesor importándole poco los sonrojos de Sebastián soltando por fin la
oreja del muchacho no sin antes torcerla una última vez a manera de venganza,
detallito del que se arrepentiría tras
el susto de ver el puñete de Joaquín a milímetros de romperle todos los dientes
cuando vio lo que le hizo, es que para cuando su padre llego, Sebastián tenía
un hematoma en el lóbulo de la oreja
- Castigarlo que más –
contesto el fraile extrayendo del paragüero una vara delgada de unos 60 cm de
largo y lo suficientemente gruesa como para perfilar ronchas lineales en la
piel, era la vara de rattan que había blandido en su mano en la iza a la
bandera, y Sebastián sintió un nudo en el estómago, era similar a la que usaron
en su antiguo colegio antes de que Joaquín lo adoptara
- Pero yo no hice naaada –
Sebastián no iba a quedarse callado, se supone que tenían que oír su versión de
los hechos
- ¡SILENCIO! – elevo la voz el
padre a tiempo de incorporarse de su sitio
- Profesor debe creerme – insistió
Sebastián
- ¡Torrente! – dijo
el cura –
por si no se ha enterado, nadie le pidió su opinión – agrego
- Pero de verdad padre, yo
no hice naaada – y
el cura dio un tremendo manotazo sobre el escritorio
- ¡HE DICHO SILENCIO! – repitió el hombre enfadado – ¿NO SABE OÍR
TORRENTE? – agrego y Sebastián se encogió de miedo – lo que pasa
aquí Torrente – volvió a repetir venenosamente sin disimular la
mala voluntad que le tenía y su gran desagrado – es que usted está acostumbrado a causar
disturbios de toda índole y nadie le para el coche porque sabemos MUY bien de
quien viene recomendado – agrego con saña e innecesariamente que
cualquiera diría que venía de parte del presidente – pero sepa una cosa – dijo
elevando un índice a nivel de la cara – yo no soy indulgente y mucho menos sobornable – y Sebastián abrió los ojos sorprendido,
¿sobornable?, quien hablo de sobornos y el maestro de pronto decidió su
retirada, aquello empezaba ponerse negro y no quería ser testigo de un lio a
futuro por ventilar cosas que no venían al caso o por lo menos no quería
inmiscuirse hasta saber bien que significaban aquellas palabras
- Yo me retiro padre Ángel,
tengo un aula que me espera y están sin control – agrego
y al fraile aquello le cayó de perlas
- Puede retirarse profesor
Gonzales que de la disciplina de este muchacho me encargo yo – agrego acariciando
aquella vara como si fuera una mujer – pero tenga por seguro que luego de esto, este
fanfarrón no volverá a gastarle una broma ¡NI EN BROMA! – aseguro
poniendo su mano sobre el hombro de Sebastián y apenas el profesor salió del
recinto aun enfadado por lo sucedido, el fraile ordeno a Sebastián agacharse
sobre la mesa –
y tu inclínate sobre el escritorio – agrego
- Pero paaadre, yo no hice
naaada – reclamo Sebastián asustado como estaba, con
el corazón corriendo en su pecho y su lengua de pronto seca de la impresión
- Rwass – cayo
un varazo sobre un lado del muslo, no tan fuerte pero si lo suficiente para
hacerle dudas –
DIJE SOBRE LA MESA
Y Sebastián con todo su pesar hizo lo que se ordeno, recibiendo de manos de aquel matón nada menos que 6 varazos que no quería ni imaginar cómo se sentirían estando sin ropa y para colmo de males tuvo que esperar a su padre a que lo venga a recoger porque el director en curso le puso una expulsión de una semana por agredir a su compañero, cosa que no se dio de inmediato ya que tuvo que esperar el resto de la media mañana sentado en la secretaria porque su padre no podía dejar a un lado el trabajo solo por venir a recogerlo y segundo porque el director se negó a que fuera otra persona a recoger a Sebastián con el pretexto de que tenía que firmar un compromiso previo a una expulsión definitiva, lo que enfado más a Sebastián porque de haber venido su abuelo, el pudo ser mediador entre su padre y su mal genio ya que oiría su versión de los hechos.
Detalle
que tampoco fue del agrado de Joaquín quien salió a las volantas del hospital
para hacer frente a este nuevo lío con su hijo, estaba enfadado, realmente
enojado con Sebastián, e iba a darle una buena paliza cuando estén en casa,
sino es que si las ganas y el coraje lo cogía en el colegio y le daba ahí mismo
su reprimenda, pensaba; es que Sebastián tuvo que hacer algo realmente malo
como para que el director le quiera hacer firmar un compromiso se decía a sí
mismo, pero todas las ganas de comérselo vivo desaparecieron cuando supo porque
su hijo estaba sentado en la silla con la cara congestionada y los ojos rojos
de tanto llorar.
- ¿Qué fue lo que hiciste?
– pregunto papá
enfadado
- Paaapi – musito Sebastián
mirando el suelo y su padre elevo su mentón y no pudo evitar mirar el hematoma
que se formaba en la oreja de su hijo – no hice nada papá – aseguro con un
nudo en la garganta
- ¿Y esto qué es? – preguntando mirando
su orejita dañada, cogiendo su rostro y haciendo a un lado el pelo para ver
mejor el lóbulo maltratado
- El profesor de música me
jalo la oreja – se
quejo y Joaquín cambio de expresión, entendía que la gente alguna vez pierda
los estribos pero esto era el colmo – y el director me pego con una vaaaara – lloro
y se abrazo a su padre lo que impido que pueda ver el horrible cambio de
expresión que la cara de Joaquín experimento
Joaquín estaba indignado por lo sucedido, el director y el maestro aquel le debían unas cuantas explicaciones porque él no había firmado ningún consentimiento para que su hijo sea reprendido físicamente en el colegio, eso le había quedado más que claro a él cuando iniciaron una vida familiar, si alguna queja tenían de Sebastián, ellos debían hacer llegar una nota o citarlo al colegio como venía siendo y en ningún momento le comunicaron que iba a haber cambios en la dinámica de aquello.
- ¡Doctor Torrente! – dijo la secretaria
apenas lo vio –
¿tiene unos minutitos? – pregunto de soslayo, no quería que el
directos sustituto la vea hablando él
- Si señora Pilar ¿qué
será? – dijo
- Antes de que entre a
hablar con el padre Ángel – agrego
dejando en claro quien estaba en la dirección apuntando la puerta principal
haciendo a su vez una señal de silencio, lo que extraño muchísimo a Joaquín
– sería
bueno que escuche a los mellizos y a un compañero más de Sebastián…
Y Joaquín se quedo parado sin entender del todo aquel extraño pedido pues la secretaría lo condujo al aula de maestros donde lo esperaban ansiosamente 3 muchachitos de la misma tanda de Sebastián.
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