Formando una pequeña manada
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 29 de Mayo del 2016.
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Capítulo
6
Autora:
Marambra
¡Mi cabeza
me estalla!… murmuro Joaquín frotándose los ojos, con una horrible jaqueca a
puertas, ¡DIABLOS!, pensaba ¿por qué justo ahora? se preguntó enfadado; porque
los adolescentes son impredecibles le
respondió una voz en su interior…
Joaquín
Monasterios acababa de negociar una salida anticipada del hospital y a los
pocos minutos un mensaje de la secretaria del colegio de Sebitas llego a su
teléfono, indicando que las clases se suspenderían a partir de las 3 de la
tarde por una reunión extraordinaria con autoridades del ministerio de
educación; él fijándose la hora y con un margen amplio para moverse sin apuros, se fue directo a Dominos Pizza
porque quería dar a su hijo la sorpresa de su vida; día antes le había llegado
a su correo de parte del colegio nada menos que el reporte de calificaciones de
Sebastián y que recién pudo abrir en la mañana en el hospital, pero no solo
eran las calificaciones sino el record del curso y su niño amado encabezaba la
lista de las mejores calificaciones del trimestre y pensó que por fin sus
esfuerzos, tanto de su hijo como suyo habían dado frutos y nada menos que de
los mejores; así que decidió que sería buena idea empezar la celebración con lo
que más le gustaba al muchacho: PIZZA, luego se irían al cine y en la noche se
encontrarían con su abuelo que había llegado de Montevideo después de un mes de
ausencias para ir en familia al espectáculo del Circo del Sol cuyas entradas
acababa de comprar solo por la ocasión y que le habían costado casi un ojo de
la cara.
Con
esos planes en mente, fijándose al hora decidió ir a recoger a Sebastián del
colegio y se marcho rumbo al establecimiento cargado de una pizza doble de
peperoni y una hawaiana con queso extra además de una tajada de torta de
chocolate y un enorme cubo de helado de menta para su hijo, él ya estaba
esbozando una sonrisa en la boca imaginando la alegría dibujada en la cara de
Sebitas cuando lo vea con la caja de pizza y además le cuente sobre los
resultados de las calificaciones; es que Sebastián, como el resto de los
alumnos ignoraba un detalle, ahora las calificaciones llegaban a los correos
privados de sus padre el rato menos pensado y esto a raíz de las
falsificaciones en los reportes escritos que eran como costumbre enviados a
casa en manos del alumnado y para evitar dichas situaciones y desde que
instauraron un circuito de internet en el colegio, el plantel había decidido
enviar las calificaciones por esta vía sin hacer saber a los alumnos cuando se
estaba enviados dichos correos a sus familias; pero ironías de la vida, la
sonrisa de orgullo que Joaquín traía consigo se le fue arrebatada en la puerta
del colegio.
- ¿Está seguro? –
pregunto
Joaquín aun incrédulo de lo que el regente del establecimiento le estaba
diciendo
- Doctor, no tengo porque me mentirle – respondió el joven
José Mendoza mirando fijamente al médico, algo incómodo, era nuevo en sus
funciones y no conocía muy bien a la gente en comparación con el antiguo
regente que en dos visitas se sabía la vida y milagros de cada estudiante y que
si había algo que comentar solo lo hacía con los involucrados, era muy discreto
con las trastadas de los chicos y solo daba parte a quien debía: la dirección y
los padres y este joven aquí
presente procuraba estar a la altura de su predecesor
- ¡Pero!... ¿no habrá alguna equivocación? – volvió a cuestionar
Joaquín, es que simplemente no podía creer que su retoño se haya atrevido a
algo semejante
- Ninguna Dr. Monasterios –
dijo
Mendoza volviendo a revisar los papeles que traía en su mano – en su clase han faltado seis muchachos – volvió a recalcar –
Cristian López, Raúl Ortega, Pablo Holz que envió un justificativo con su
hermano – decía mientras apuntaba con un lapicero los círculos en
rojo de ese día, era lista de asistencia del colegio, él había ido a pasar
lista a media clase de matemáticas hace como media hora atrás – Sebastián Monasterios yyyy dos muchachos más que no
recuerdo el apellido – decía mientras pasaba la hoja en busca de los
otros dos implicados, que para colmo tenían un cola de faltas y siempre en
conjunto, cosa que llamo la atención del joven y cuando pregunto si alguien del
curso sabia de ellos, algunos respondieron que Cristian y Raúl, estaban
internados, Pablo enfermo recién con dengue, pero que a los otros tres los
vieron en la góndola pero que no ingresaron al aula
- Los mellizos Tanner – aseguro Joaquín saltando
sus alarmas, eso significaba una sola cosa, que su hijo se hizo pepa con aquel par
- Mmmm Ryan Tanner Gutiérrez yyyy Bryam Tanner Gutiérrez – leyó en voz alta el
regente para luego cerrar su carpeta y mirar con pena a su interlocutor – me temo que si doctor, supongo que son mellizos, no
me fije en ese detalle, disculpe – agrego José encerrando en un
circulo a ambos hermanos para averiguar un poco más sobre ellos, y Joaquín ante
semejante coincidencia no tuvo más remedio que aceptar que su hijo nuevamente
se vio involucrado en alguna tontería propia de ese par demoniaco; a estas
alturas la peor pesadilla para Joaquín eran los mellizos Tanner, ya no sabía
que más hacer para que su hijo se aleje de ese par… grrr que rabia
- Muchas gracias José –
respondió
Joaquín aun en estado shock… pero ante los hechos tuvo no más que desechar su
fase de negación y aceptar la realidad, y aun así con la verdad chillando, no
podía creer que su hijo haya hecho semejante tontería todavía… SALTARSE LAS
CLASES, ¡AH! Pero, si era con ese par de mocosos, esta no se la iba a pasar aun
cuando tenga el primer lugar de la clase, no señor –
disculpa por quitarte tu tiempo, todo el mundo se ha marchado y yo te estoy
reteniendo aquí – dijo al darse cuenta del abismal silencio que
envolvió el patio del colegio, él estaba acostumbrado a ver chiquillos de todas
las edades corriendo, saltando y riendo
- No se preocupe Dr. Es mi trabajo mantener informado a los
padres y en algunos casos al director sobre lo que ocurre en el establecimiento
con sus hijos – y
le sonrió con algo de pena, era evidente que ese hombre acababa de tragarse una
noticia que no se la esperaba
- En fin, hasta el lunes –
se
despido Joaquín extendiendo la mano al inexperto regente
Y
sin saber qué hacer, Joaquín se vio de pronto dentro de la movilidad que olía a
pizza y se percato que el helado se estaba derritiendo así que tras un breve
lapsus en que tamborileaba sus dedos en el volante de la movilidad decidió su
destino y el de su hijo, saco el móvil de su bolsillo y marco el número del muchacho,
total, era hora del recreo y estaba permitido su uso en el establecimiento,
quería saber dónde estaba su hijo.
- Holaaaa – contesto
Sebastián tras el décimo timbrazo, todo agitado y con evidente falta de aire,
como si hubiese corrido para coger el fono
- ¿Qué pasa Sebastián?… ¿por qué no atiendes rápido el
teléfono hijo? – pregunto
su padre procurando no comérselo por la línea, después de todo no quería poner
sobre aviso al mocoso
- Hola papá – saludo
todo alegre Sebastián – es que todavía
no tocaba el timbre del recreo papi – se le ocurrió decir muy seguro
de sí mismo con esa vocecita de quien no hace nunca nada malo, y su padre
sintió que le nacía un nuevo cálculo biliar en su pobre vesícula, a este paso
su próxima ida al hospital no sería de médico sino de paciente pensaba,
mientras su hijo seguía al otro lado todo campante, soltando una sarta de
mentiras cada vez más seguro de sí mismo y eso lo sabia papá, porque la voz de
Sebastián no tenía ni un ápice de duda – y pues no podía
contestar el teléfono pa, porque tú sabes que me suspenden – agrego
descaradamente tratando de no reírse de las payasadas que hacían los mellizos
que procuraban a toda costa que se equivoque para que su padre lo retee, una de
las tantas estupideces que hacen los chicos a esa edad sin maldad aparente
- A claro, me olvide… entonces nada Sebastián, estas aun en
clases y no queremos que te suspendan por mi culpa – dijo papá muy
astuto, dejando que el chiquillo se enrede en sus propias artimañas, deseando
ver cómo salía de ellas a la hora de la verdad
- No pasa nada papá –
dijo
Sebastián, teniendo cuidado de tapar el
teléfono cuando su padre contestaba para que no oiga nada de lo que sucedía a
su alrededor – ya estoy en el patio del ahora, ¿paso
algo? – pregunto tanteando a su padre porque lo conocía muy bien,
sabía que Joaquín nunca llamaría al colegio si no fuera importante
- La verdad que no, solo quería saber a qué hora sales hijo,
para ir a recogerte – y obvio Joaquín uso las mismas artimañas
que el mocoso
– o
te vendrás en la góndola – agrego astutamente para que el niño no
haga nada tonto
- No sé si me iré en la góndola papá – contesto
buscando una buena respuesta – si alcanzo me iré en
ella, es que queríamos entrenar un poco
de futsal a la última hora, pero no es seguro, ¿por qué papi? – él quería saber que le diría su padre
para acomodar sus respuestas, si era ducho el muchacho
- Es que llego tu abuelo de Montevideo y quería que fuéramos a
verlo a la salida del cole – agrego
- Ya… pero tu sales más tarde que yo – tuvo el descaro de
acusar y de esta manera averiguar lo que papá tenía planeado
- Bueno no es que salga tarde, a veces me retienen los
pacientes – dijo
muy audaz, a estas alturas no se sabía cuál de los dos era el maestro de las
mentiras, pensaba Joaquín recriminándose por tan fea acción, pero al mismo
tiempo justificándose, diciendo que eran mentiras blancas solo para hacerse con
una verdad mayor – pero promesa que hoy puedo
salir temprano e ir a recogerte – insistió y Sebastián se vio en
figurillas
- Haremos una cosa papá – respondió Sebastián – yo te llamo en el segundo recreo y te
digo si habrá o no entrenamiento con el profe – y los mellizos que
estaban oyendo la charla por el altavoz para guiar sus respuestas levantaros
sus pulgares por tan buena respuesta, el discípulo estaba saliendo airoso de
aquel lio con su padre – porque si hay entrenamiento, ni modo que vaya así
cochino donde el abuelo a visitarlo, voy a querer bañarme en casa porque me
olvide mi ropa – dijo astuto
- Pero eso no es problema Sebitas, yo te llevo ropa a casa del
abuelo – si
definitivamente estaba jugando al gato y al ratón para ver cuál era más astuto
- Ya te llamo papá, acaban de tocar la campana y me pase todo mi recreo charlando contigo, me debes una
- Entonces me llamas para… – dijo
papá y se quedo con la palabra en la boca, el mocoso acababa de cortar la
comunicación sin explicación alguna – ¿Sebastián?... ¿Sebastián?, AHGGGG ¡EL MOCOSO ACABA
DE COLGARME! – dijo mirando el teléfono en su mano
Y
Joaquín se quedo con los crespos hechos, gritando dentro del carro, ¡Mierda!...
¿y ahora qué?, se preguntaba a si mismo quedándose como estaba: quieto mirando
al frente, hasta que prendió la movilidad de nuevo y se fue a casa a montar
guardia, iba planeando como desenmascarar al muchacho, sin decidirse si jugar
un rato más y ver hasta dónde iba con sus mentiras o lo confrontaba de frente,
imaginando que ninguna de las dos opciones sería grata, porque al final tanto
él como Sebastián iban a estar muy incómodos con la situación.
Pero
el destino le ahorro a Joaquín romperse la cabeza con esas cavilaciones, pero
en un revés de ese mismo destino le vació un jarro de agua fría sobre la cabeza
apenas llegar a casa y encontrar a su hijo en la vivienda, sobre todo por la
forma en que lo encontró, aquello fue simplemente INTENSO tanto para su hijo
como para él, vamos ¡sobre todo para él!......
la vida, los libros, la experiencia, el cinismo de los años cargados en
los hombros, ¡nada!, absolutamente nada lo había preparado para una situación como
esta…
Joaquín,
había llegado a casa con la pizza tibia, el helado medio derretido, la mouse de
chocolate casi intacto del trozo de torta como una ironía del amargo momento,
resignado a quedarse en casa casi tres horas en espera que su hijo “termine SUS
clases” y regrese del cole, pero apenas estacionó algo le llamo la atención,
las ventanas estaban abiertas, así que estaciono fuero para ver si Sebastián se
olvido como siempre cerrar la puerta principal y efectivamente estaba sin
seguro y nada fuera eso, sino que estaba abierto, eso lo alarmo; quizás alguien
se entro a la vivienda, así que decidió no abrir el garaje y dejar la movilidad
con toda la comida en el asiento de atrás y sigilosamente ingreso a la
vivienda, a esas horas las calles eran un desierto, la mayoría de la gente
estaba en el trabajo y los chicos en el cole,
así que no había a quien poder preguntar, e ingreso a su hogar, cogiendo
el rastrillo del jardín que para colmo Sebastián no había puesto en su lugar
pese a las mil y un veces que él se lo ordeno en horas de la mañana, pero ahora
en vista del posible asalto digamos que no le diría nada a su hijo por aquella
desobediencia, y armado con eso en mano ingreso al interior echando un vistazo.
Aparentemente
nada estaba fuera de lugar, excepto dos vasos de coca cola servidos a medio beber,
vaya ser que los ladrones tuvieron sed, pensó Joaquín y siguió pesquisando
evidencias de que alguien estuvo en la casa, alarmándose más cuando oyó unos
murmullos en ingles y llego a pensar descabelladamente que los delincuentes
eran extranjeros, pero luego se lo pensó mejor y creyó que él o Sebastián se
dejaron las teles prendidas, pero no explicaba que la puerta este abierta y
cuando ingreso armado del rastrillo el que casi muere de un infarto fue él, ahí
adentro en su habitación, estaba Ryan tirado sobre su cama en medio de una
cochinera de galletas deshechas, su mellizo en el suelo con un vaso de coca
cola que acababa de tirar al girarse, también tumbado…. y su hijo medio
desparramado sobre el sillón, los tres, sudando a mares, colorados de calor no
tanto por tener las ventanas y puerta medio cerradas sino por estar con la tele
prendida viendo una pornográfica yyyyyyyyy las manos metidas debajo del
pantalón.
Joaquín
acababa de pescar a su hijo y sus acompañantes en pleno acto onánico, no es que
se estuvieran tocando uno al otro, no, ninguno se miraba y estaban lo mas
separados posible, super concentrados en las imágenes obscenas de la tele que
ni cuenta se dieron de que se abrió la puerta, menos mal Joaquín bajo el
rastrillo al mismo tiempo que casi grito de la impresión.
- ¡PERO QUE CARAJOS! – y fue ver tres manos que
volaron de las braguetas y tres rostros que se tiñeron de púrpura, además de
tres cuerpos que se levantaron a la velocidad de un rayo
- Paaa PAAPAAAAA –
contesto
a su vez Sebastián que para eso había desenchufado la tele y saco como pudo el
horrible video
- ¡Dame eso! – exigió
Joaquín quitándoselo prácticamente de sus manos, sin esperar que el pobre de
Sebastián pueda siquiera esconder aquello, sintiendo un nudo en el estómago de
la cara que puso su padre al ver el estampado del video – ¿de
donde ha salido esto? – dijo cogiendo el video en la mano mirando a
tres pares de ojos asustados que se miraron entre sí sin saber que decir – estoy preguntando – recalco batiendo esa
porquería en la mano – ¿DE QUIEN ES
ESTO? – y la mirada y la pregunta estaban dirigidas a Sebastián
- No es mío papá – musito mirando el suelo
- Es… es… es nuestro señor – contesto por fin
Bryan sin querer contactar sus ojos con el padre de su amigo, viendo que mordía
sus mandíbulas
- Muy bien – dijo entre dientes Joaquín – recojan sus cosas, sus mochilas o lo que
hayan traído consigo – agrego ásperamente y con evidente impaciencia – y vamos saliendo ya no más, que VOY a dejarlos en su
casa, quiero tener un par de palabras con su padre – y la cara de
los mellizos paso del rojo vergonzoso al blanco fantasmal del susto que esas
palabras ocasionaron
- Por favor doctor NOOOO – dijo Bryan – no le diga a papá por favor, por
favor por favor – rogaba con
pánico en la voz
– no volveremos ni a mirar a Sebastián – dijo
como un juramento de sangre, palabras que tentaron a Joaquín, después de todo
eso era lo que quería, que lo dejen en paz, pero eso sería ceder ante un par de
mocosos que él con gusto pondría sobre sus rodillas, pero aparte de eso su hijo
estaba en juego, sus emociones y quizás su felicidad, y todo eso lo dedujo por
la forma en que el rostro de Sebastián
cambio ante esa declaración
- Lo siento, pero no, así que… circulando – dijo cogiendo del
brazo a Sebastián, si el mocoso estaba pensando que se quedaría en casa, estaba
equivocado, quería que oiga lo que iba a discutir con el padre de ese par
endemoniado… bueno en realidad no, no quería que oiga, solo que sepa que iba
hasta el último confín para evitar que siga por el mismo camino en compañía de
ese par – y tú qué esperas para caminar, ¿qué
piensas?... ¿Qué voy a dejarte aquí? – le preguntó Joaquín
impaciente, él quería conversar con el padre de esos muchachos y ver si se
podía llegar a un acuerdo entre adultos, después de todo, por lo que sabía,
ambos muchachos eran los únicos amigos de Sebastián y tampoco quería que se
quede solo, sobre todo cuando tenía dificultades para sociabilizar, mientras
tanto los mellizos iban discutiendo entre si
- Todo esto es tu cuuuulpa –
oyó
claramente a Bryan acusar a su hermano con la voz rota ya, estaba gimiendo – el papá me va a pegaaar – dijo entre
diente creyendo que nadie lo oiría
- ¿Y crees que a mi no? –
dijo
mas envalentonado Ryan, optando por el papel que mejor sabía manejar, el de
chico duro y que puede con todo, cuando por dentro estaba como una gelatina de
miedo – IMBÉCIL ESTO ES TAMBIÉN ES TU CULPA – y le metió un puñete en el brazo a su pobre
hermano al pasar por su lado cuando alzaban sus mochilas
- AHHHH – grito
- ¿QUE PASA AQUÍ? – dijo Joaquín sobresaltándolo
y Bryan se limpio los ojos por puro orgullo, cuando en realidad quería recibir
un abrazo de consuelo y que alguien le diga que todo estaría bien
Y
así en medio de murmullos por parte de los mellizos, todos se montaron a la
movilidad de Joaquín, quien espero que su hijo suba al carro al mismo tiempo
que los otros teniendo la precaución de poner seguro a las puertas por si
querían escapar, sobre todo Bryan que no paraba de limpiarse los ojos porque a
esas alturas del partido estaba llorando abiertamente.
Menos
mal el viaje fue corto y para gloria de Joaquín, en casa estaba el padre de los
mellizos, el hombre había pedido permiso en el trabajo para quedarse a cuidar a
Luis que recién salió del hospital tras una cirugía de apéndice, Luis era su hijo
menor y en realidad su único hijo biológico, los mellizos eran hijos de su
difunta esposa en su primer matrimonio con un canadiense, separándose ambos
cuando los niños apenas tenían 2 años, pasando a manos de Saúl, que así se
llamaba el hombre en cuestión, cuando los mellizos tenían tres años, siendo
adoptados por él después de un año de convivencia como familia, y sobre todo
cuando su esposa se vio embarazada de Luis perdiendo la vida en el nacimiento
del pequeño.
Así
Saúl, abogado, de pronto se vio con dos diablillos de 4 años y un recién
nacido, no se volvió a casar por lo que se ocupaba de los chicos a tiempo
completo y que no hace ni una semana que había castigado a los revoltosos con
una buena paliza justamente por el mismo tema: saltarse las clases y ahora iban
lo más seguro a recibir el mismo tratamiento…
- Lo siento muchísimo señor…. –
dijo Saúl evidentemente avergonzado, sujetando del brazo al par de mocosos que
tenía, adoraba a ambos niños, pero la adolescencia estaba haciendo estragos con
ellos, no había día que no lo maten un poquito con sus desatinos
- Joaquín – contesto – Joaquín Monasterios – agrego
cambiando la inicial impresión que tenía de aquel hombre, pero era obvio que su
situación era difícil, los chicos estaban casi todo el día solos, el no había
querido casarse por no darle a ninguno una madrastra y tampoco quiso que los
chicos vayan a vivir al Canadá con su padre biológico, además que ya los había
adoptado y los chicos le decían papá a él
- Como sea… esto no se quedara así, yo voy a tener una seria
charla con ambos – agrego mirando significativamente de uno
al otro, dándose cuenta Joaquín que de los dos mellizos el que peor lo estaba
pasando era Bryan y que Ryan si bien no lloraba en silencio sufrido como su
par, por lo menos no estaban tan desafiante sino triste –
ahora despídanse del papá de su compañero y suben de inmediato a mi habitación
– ordeno a ambos – sin hacer ruido que Luis está durmiendo – agrego
y apenas los chicos desaparecieron volvió a conversar con Joaquín y quedar en algo – mire Joaquín, no son malos – dijo
pensando en la amenaza que inicialmente hizo Joaquín de pedir su expulsión del colegio – son algo
revoltosos y yo no pude dedicarles tiempo porque recién hace poco que mi madre
murió y ellos estaban acostumbrados a su abuela y luego se vino la enfermedad
de Luis y pues ando partiéndome en cuatro porque debo trabajar y a veces el
juzgado me consume mucho tiempo – se justifico y justifico a sus
hijos
- No se preocupe Saúl – contesto Joaquín – no presentaré quejas al colegio, eso
lo dije con afán de meterles a ambos un poco de miedo, porque mi hijo también
iría de cabeza a ser expulsado y es lo último que quiero, Sebastián me da
muchos problemas en el cole pero no porque sea indisciplinado, sino porque no
puede hacer amigos, y los mellizos son su único mundo social, y cortar su amistad seria condenar a mi changuito – dijo
con cariño – mire… usted y yo
podemos echarnos una mano….
Y
decir eso fue más que estrechar las mismas en un saludo, sino un plan que
beneficie a ambos a futuro para dolor o alegría de los tres.
Pero
primero lo primero… la paliza.
Si bueno no todo es como uno lo planea, pobrecito Sebas
ResponderEliminarYo quiero helado de menta!!
ResponderEliminarNo si cuando los papás se ponen de acuerdo!! Nunca sale nada bueno!!
Pero uuff pobre Saul cuidar solo a tres hijos es mucho muy complicado!!