Mis Gemelos
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 10 de Agosto del 2016
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Capítulo 236
¡Ay¡ Tatai, Jesús di
ras me hizo el cuerpo,
señor
Autora: Marambra
- ¿Cómo pue´j doctorazo? – dijo indulgente Arturo con una media sonrisa dibujada en la cara, regalando tremendo apretón con la mano cubierta de callos y asperezas del trabajo a la contrastante y fina diestra del galeno, al que conocía desde hace mucho tiempo – ¿Cómo va a querer hacer usté eso con mi velatacu… ¡hágame el favor! Papá – agrego sin soltar la mano ni disminuir la prensa, mas por el contrario, posando su otra palma en el hombro.
Arturo podía
ser hombre humilde y de campo, pero tímido no era, él era de la vieja escuela y
el Dr. Lozano que atendió a Jacinto lo sabía, casi todos de aquel pequeño
centro médico al que acudió Lorenzo en primera instancia conocían no solo al
abuelo sino a los muchachos y sabían que el viejo Arturo era hombre legal y
leal… “Camba bien plantao”, como murmuraban las viejas que esperaban su turno
sentadas mientras tejían tapetes o chismes…
- Mi peladingo no es pue´j… pa estos trostes, pero aguanta cuando debe – e hizo un gesto cómico señalando con la cabeza el interior del consultorio donde Jacinto estaba llorando en silencio por la cepillada que le daba el médico pasante para quitar arena y vidrio molido, su huida le había costado caro y seguía pagando por eso, la única satisfacción fue que papá Arturo había frenado no solo a Lorenzo sino también a la enfermera de sus intenciones – pero querer meter esa cosanga por ahí atrá, son palabra mayores, ¡hágame el favooor! – y estiro la frase justo lo que la musicalidad daba al oído, era la jerga del lugar, el gentilicio de la región – Jesús diga más bien… me lo puede estar aficionando y ¿qué hago yo? – y sonrió Arturo, pues todo lo que dijo era un reclamo pero dentro del marco de la gracia; bien sabido era que para el viejo Arturo la homosexualidad no era una tendencia sino una moda que se te podía pegar de mirar demasiado, y aunque nunca fue homofóbico abierto se guardaba sus opiniones porque no eran santo de su devoción y mejor apartarlos del camino de sus hijos, sobre todo del menor que aun podía dejarse influenciar lo mismo que todo aquello que a sus viejos ojos de buey cansado, puedan atentar contra la hombría de sus tres hirpas – ya tendrá tiempo el pogre pa poner el culo sobre la mesa cuando tenga mi edá que yo ya no levanto polvo ni pá ensuciarme las abarcas – y con eso dio a entender que lo del médico era para viejos
- Pero Arturo, sino es por fastidiar a tu muchacho – le explicaba el Dr. Lozano firmando unas notas que trajo una joven enfermera que no dejaba de mirar a Lorenzo y a Yhanku, seguro muy antojada de ambos – de verdad necesita que se le haga ese enema – y Lorenzo y Yhanku se miraron y en un código secreto de miradas se dijeron todo: Pobre diablo jjjj – no ha entrado al baño en casi 5 días – y Arturo frunció el ceño, hasta para él aquello no era bueno ni natural
- ¿Cinco días?... pero qué mierda es esa, que le pasa a este muchacho opa tecla – expreso frunciendo el ceño y achicando los ojos
- ¿Ves que te lo dije? – Lorenzo había girado la cabeza para hablar con su padre desde el rincón donde se había sentado enfurruñado, porque por culpa del mozalbete de su hermano su abuelo había reteado delante de todos… tremenda herida para su orgullo masculino, pero como Yhanku antes se muerde la lengua que discutir a su padre, peor en público, dolorosa había sido la paliza que un día le dio a él a sus 15 años cuando se atrevió a algo semejante, pero más que el cuero en el trasero dolió la publica lección, porque a Arturo bien podía calzarle aquel apodo del cowboy más rápido del oriente boliviano, pero no por tirar disparos de escopeta sino por atestar rebencazos de enojado
- Vos callagindo metete, que contigo no es la charla, faltaba más – y esto fue demasiado para Lorenzo, ya había padecido lo suyo con las salidas de tono de su hermano menor como para que encima de la reteada previa por las quejas del tarechi, ahora mismo lo vuelvan a mandar a callar
- Como te decía Arturo, Jacinto necesita hacer eso – el médico vio conveniente hacer su intervención, conocía a Arturo y ahí donde se lo veía hablaba fuerte y todo el mundo se daba la vuelta – sino tendré que internarlo porque la fiebre le volverá a subir y de una o de otra manera tendremos que forzarlo a que vaya al baño, sino su infección urinaria no cederá tan rápido – explico el médico pacientemente a Arturo acostumbrado a ese tipo de actitud de parte de la gente ante la sola mención de un enema
- ¡Ahí está!, ¿ves?... ¡ahí está! – para Lorenzo ya estaba de buen tamaño eso de festejar las gracias al mocoso y se paro como rayo envalentonado poniéndose su sombrero en la cabeza, el se volvía a la casa
- Pero qué carajo, Lorenzo, mordete un cacho la trompa – murmuro Arturo frunciendo el ceño – ¿no entendés? – pregunto el abuelo – y encima malcriau, no ves que estamos parlando los mayores – y ahí iba, la segunda reteada de la tarde, de ser más joven el mozo, Arturo no hubiera dudado de darle tremendo jalón en las orejas
- Sin faltarle el respeto tata, disculpe si es así – dijo enfadado el muchacho volviendo a sacarse el sombre de ala en señal de respeto a su abuelo – pero sos vos el que no entendés – termino de decir procurando no sonar tan aspero como estaba siendo sin éxito
- No te me resbáles ahora Lorenzo – musito Yhanku a su lado colocando su mano sobre su hombro para darle a entender que estaba perdiendo las formas y que no era necesario llegar a eso
- Que no estoy enojao – agrego sentándose de nuevo para gusto del mayor, es que Yhanku había hecho sus cálculos mentales, si se decidía que el menor necesitaba un enema, quizás haga falta Lorenzo para atraparlo de nuevo, porque conociendo al menor como lo conocía, nada raro que vuelva a las andadas y él no había comido nada para perder fuerzas correteando tras su hermano
- Entonces estoy viendo mal – contesto Yhanku como era costumbre y Lorenzo decidió no hacerse picar por ningún lado más, al fin y al cabo a él que más le daba, total, no era él quien estaba con fiebre
- Siempre puede haber otra forma – murmuró el abuelo, dale con lo mismo, pensaron Yhanku y Lorenzo, lo mismo que el médico que movio la cabeza, Arturo no iba a cambiar de opinión conociéndolo como lo conocían – si ahora hay pastillas para eso – agrego creyendo de mala fe, que lo hacían por molestar a su hijo menor y miro significativamente al doctor
- No podemos dar medicación Arturo en esas condiciones, ya te explique, se puede romper el esfínter – volvió a repetir por enésima vez el médico sin perder su habitual humor o paciencia, aunque dándole mentalmente la razón también al joven y al muchacho, si él tuviera la edad de Jacinto y estuviera en su lugar, tampoco le gustaría la idea de un enema y bien podía estar queriendo un abuelo como el que se gastaba el joven que defendía su honor, y si fuera el padre del crío tampoco estaba para celebrar semejante decisión por muy orden medica que sea
- ¿Ves? te lo está diciendo el doctor – volvió a replicar Lorenzo cabezota también – no hay otra forma – dijo, para estas alturas estaba convencido ya que no existía otro método
- Cómo no va a haber, si solo es cuestión de buscar y tener voluntad, nada más – imposible que Arturo pierda
- Y según tu ¿Cuál papá? – y Arturo le blanqueo los ojos a Yhanku, no podía creer que el también lo cuestiones, pero les iba a dar en el ojo
- Una calilla que guena falta le hace – dijo para espanto de los tres muchachos, que para ese momento Jacinto acababa de salir del cubículo de emergencia con los ojos rojos de haber llorado en silencio mientras curaban – así mato dos pájaros de un solo tiro, su estreñimiento y los bichos – y con eso dio por terminada su charla, el menor estaba en condiciones de irse ya
- ¡TAAAATA! – grito Jacinto, eso era peor que un enema, ¡no podía ser que su padre hablara en serio!...o ¿si? Y menos en público NO por favoooor
- CHUSHHTA – y Arturo puso un dedo sobre su boca para callarlo – las chicharras no gritan dentro del hospital – lo amonesto y Jacinto hizo un esfuerzo por controlarse, a veces su abuelo lo trataba como a un mocoso
- Pero tata ¿no hablara en serio? – pregunto asustado ya ante el anuncio de su abuelo, siendo atrapado del brazo por la fuerte mano de Arturo pese a su edad
- ¿Me estoy riendo? – pregunto impávido – no ¿no ve?, ahora calladingo, que en eso debió pensar usté antes de estar como cría aguantando la cagadera apretando el poto, ¡que eso tan feo! – lo riño y Jacinto se puso de todos los colores de la vergüenza que siguió sin poder mirar con enojo la sonrisa que esbozo el medicucho que lo metió en ese lio – ahora camine, que si no hay más que hacer nos vamos a casa – anuncio y ahí terminaba el anuncio, con o sin urgencia de enema, el se llevaba a su hijo, pero antes extendió la mano al Dr. Lozano para despedirse – bueno mi estimado, me decís que tiene que tomar o volver a clavar, porque ya quiero irme a mi rancho, los hospitales me dan cucu y si algo hay que pagar, aquí mi muchacho se hace cargo de las gestiones y de los gastos – agrego mirando a Yhanku
- No, Arturo, ya le entregue a Lorenzo a receta y ya la tiene despachada hay que pinchar esta noche de nuevo y desde mañana una vez al día por 3 días, es resto es para siete días – indico y Jacinto no pudo evitar gemir, aquello estaba siendo una pesadilla con o sin enema de por medio
- Bueno pue´j hasta la oscurana entonces – y el último apretón del día llego para despedirse
Y
con eso salieron en tropa, Arturo por delante y los muchachos por detrás, pero
con un peculiar detalle, los mayores escoltaron al menor a quien pusieron en
medio de los dos con el afán no solo de retearlo todo el camino sino de vigilar
que no se escape y el pobre se subió al carro de su abuelo atormentado con la
idea de que aquella amenaza sea realidad, sería el colmo; es que él no quería
saber nada de aquel horrible remedio herencia de su bisabuela, tenía 18 años ya
pero el recuerdo de aquella mala cosa en su infancia estaba seguro que no se
olvidaría jamás mientras viva y la memoria este intacta.
Tendría
aquel entonces apenas 5 años, Yhanku 12 y Lorenzo 10 años, había adelgazado
tanto porque se enfermo malamente con diarrea disentérica amebiana que por poco
se lo llevan al otro lado y estaba prohibidísimo totalmente de tomar alimentos
crudos sobre todo el agua, la indicación del médico había sido esa y vino
justamente del doctor Lozano, él era su pediatra y aun con los años los chicos,
siempre que se ponían mal iban directito donde él pese a la edad, como ahora,
no porque los trate como niños sino porque le tenían más confianza, así que su
madre y su abuelo tras casi dos semana hospitalizado con suero se lo habían
llevado a casa con miles de recomendaciones, su tatarabuela que entonces vivía,
había llegado del campo y apenas al vio al muchacho en ese estado se puso en
campaña, su pajarito tenia mocheo, había que ahuyentar los malos espíritus,
seguro el duende quiso llevárselo quien sabe monte adentro para canjearlo por
monedas al bulto (diablo) fue cuando se decidió que los niños tenían que ser
bautizados y Arturo pensó en Rubén como padrino de los tres.
Y
estuvieron así por tres meses, cuidando la salud del pequeño entre comidas y
sahumerios, rezos y llamadas de ánimo cada noche sin falta, fumando tabaco
negro soplando su mollera antes de dormir y sonando una campanita de bronce a
la media noche de cada martes, pero nada parecía mejorar el peso del pequeño
aunque su estado anímico había vuelto poco a poco a la normalidad gracias a la
intervención de sus hermanos que hacían de todo para que esté contento, incluso
llevarlo al río a escondidas del abuelo pese a la recomendación dada,
recomendación que fue recalcada pero esta vez con un varillazo en el trasero
después de que Jacinto confesase en el consultorio que se iba al río a jugar
con sus hermanos y que como tenia sed, tomaba agua de la vertiente como los dos
mayores.
Aquel
medio día Arturo había regresado del médico junto con Jacinto que se había
dormido en el camino laxado por el calor, su pequeño parecía nada en sus brazos
porque no había subido ni medio kilo de peso, es más ni siquiera recupero su
peso habitual, ante este panorama, el Dr. Lozano pidió una batería de exámenes
de control que incluía examen de heces y
sangre de inmediato y se confirmo sus sospechas, no solo había amebas de nuevo,
sino otros parásitos más, además de una anemia de mierda.
- Arturo – hablo el médico tras leer el informe laboratorial comparándolo con el previo – te tengo malas noticias – anunció y el cuerpo del abuelo se tenso de inmediato, había pasado un calvario cuando Jacinto se puso tan malito que todos creyeron que se moría, no fue nada bonito verlo con vías en ambos bracitos y verlo vomitar pese a la medicación – no solo han vuelto las amebas, sino que hay otro tipo de bichitos más en su pancita – agrego el galeno acostumbrado a hablar así para los padre entiendan de que estaba hablando
- Y eso ¿qué significa doctor? – pregunto tras besar la inocente carita de Jacinto, que se acababa de dormir en sus brazos después de llorar como una magdalena cuando tomaron una muestra de sangre
- Que la diarrea puede volver cualquier rato, y que esos otros bichos nos causaran anemia… es más ya tiene anemia pero se puede tratar, estamos a tiempo – agrego para tranquilidad del buen hombre
- Entonces haga lo que tiene que hacer doctorcito, mire que mi hirpita casi se lo lleva la trampa – y el ruego en la voz era evidente, Arturo estaba muy preocupado por el pequeño, aun cuando el diablillo lo hacía renegar era su distracción y el remedio para su reuma, o sea con las trastadas del pequeño se olvidaba de sus preocupaciones
- No te preocupes por eso Arturo, pero una cosa voy diciéndote, quiero que les hagan estos análisis a tus otros dos nietos, porque esto ya se han contagiado entre ellos y de nada servirá solo tratar a Jacinto… además no está demás hacerle un chequeo general – y Arturo lo miro preocupado, andaba jalando el dinero a causa de las burradas que hacia su hija y ahora esto encima y el Dr. Lozano que días antes había hablado con Rubén cuando trajo a Logan para su última consulta pediátrica, comentaron sobre la salud del nieto de Arturo al que todos conocían y ante las explicaciones que el doctor le dio al hombre sobre cómo era esta enfermedad, Rubén y Clara había dejado dinero con las monjitas del centro para cualquier gasto médico de los nietos de Arturo, porque vamos, el hombre no quería pedir ayuda a nadie, así que el médico supo como camuflar aquello – y del dinero no te preocupes, que esto está en campaña interna gratis, solo preséntaselo a la madre Rosa Estela de la botica y ella gestionara el resto
Con
eso Arturo más tranquilo regreso a casa en busca de los muchachos con la idea
de llevarlos al doctor ese mismo día, pero no los pillo por ninguna parte,
inicialmente creyó que Narda se fue a trabajar con ellos como solía hacerlo,
pero Narda llego a los pocos minutos cargada de ropa que le habían regalado
para los niños y Arturo supo que los chicos se quedaron en casa y no necesito
preguntar donde estaban, se fue directo a la acequia detrás del potrero pero
antes arranco una finísima varita de sauce de medio metro verdecita y muy
flexible y armado con eso los trajo de regreso.
- Yhanku… Lorenzo – grito apenas puso pie en la vera para que los muchachos lo oigan
Ambos
estaban jugando frenéticos en la poza, menos mal no se fueron a la otra banda
del río y aunque entendía las razones no le gustaba la desobediencia, era
verano, el calor estaba en su punto, ellos no tenia aun el tendido de agua
potable en el interior de la vivienda, solo una pileta en el medidor, así que
en tiempos como ahora ellos no podían acceder a jugar con agua como cualquier
otro niño pues se había engorrosa la tarea de acarrear agua desde la puerta
principal al interior sobre todo cuando hacia semejante calor, ya de noche
cargaban agua para comer o lavar la ropa como para tener que cansarse más por
jugar; menos mal esta situación se estaba por terminar, tras el lio de la
diarrea de Jacinto, Rubén no había aceptado un NO para realizar toda la
instalación de agua potable a la casa y era cuestión de días que esos aciagos momentos
de calor terminen para todos; pero ahora primero lo primero…
- YHANKU… LORENZO – volvió a repetir
- Tatita – chillaron ambos felices de ver que papá había regresado a casa pero sintiendo ya no más el aguijón de la preocupación en la boca del estómago al recordar la recomendación del patriarca
- ¿Y? – murmuro enojado – ¿Qué les dije? – pregunto esperando una respuesta
- Es que estaba haciendo calor tatá – Yhanku se apuro en responder limpiándose los ojos del agua y chupando la misma que se escurría por su piel a su boca, lo que hizo fruncir el ceño a Arturo, seguro los dos tenían también amebas por el agua de la acequia – pero no se enfade con Lorenzo, yo… yo no quería acarrear agua de la pileta al fondo, es muy pesado para hacerlo solo – agrego saliendo del agua poniéndose justo delante de Lorenzo, como escondiendo a su hermano del enojo de su padre y esa actitud tan protectora hizo que papá fuera indulgente, pero aun así coloreo el trasero de ambos
- Wras…wras… wras – y como que, la delgada varita silbo muy fina antes de estamparse sobre el desnudo culito de Lorenzo, papá ya se había fijado que tanto su Renzo como su Yuyo estabas en igual condición: sin nada de ropa como un niño más que aun no ha sufrido cambios hormonales ni arrastra vergüenza por lo mismo, pero sin distraerse más allá de ese detalle, papá había atrapado al pequeño Lorenzo en un giro del destino, cuando Yhanku una vez fuera del agua desvió el paso pero no para escapar sino para coger las ropas suyas y de su hermano que habían quedado esparcidas en la playa y de las que Lorenzo se olvido al ver la varita en la mano de su padre queriendo hacerse el quite y correr a la casa y esconderse en el árbol hasta que la rabia de papá se pase, pero no fue el caso, papá lo atrapo y sin decir palabra alguna soltó su mano sin piedad tres veces
- BUAAAAAAAAA – grito Lorenzo saltando sobre sus pies como si corriera en un mismo lugar, llevándose ya no más ambas manos al trasero rascándose apurado y sin inmutar en lo más mínimo a su padre con su llanto o su dolor, mientras Yhanku que no se había dado cuenta de nada, del miedo soltó la ropa, no había podido ponerse siquiera el calzoncillo cuando ya no más Arturo lo jalo a su frente y atesto igual número de varillazos
- Wras wras wras
El
inconfundible silbido interrumpió fiero sobre la juvenil carne, el limpio corte de la vara había
vuelto a rasgar el aire, llenando de un grito el vacio del campo tres veces más
distrayendo a Lorenzo de su propio dolor, mientras ante sus ojos nublados
florecieron tres ronchas rojas en el trasero de su hermano, que trataba de huir
desesperado de la sujeción del abuelo, corriendo en círculos difusos sin lograr
mover en lo más mínimo a su abuelo, pero sin soltar ni un solo grito, lo que no
significaba que no estuviera llorando… Yhanku esta rojo, con los ojos anegados
de llanto y mordiéndose la boca como siempre, es que cuando su padre lo
castigaba delante de sus hermanos, prefería morir mordiéndose los labios que
soltar un solo gemido, era como si se sintiera obligado a no quejarse y ser
valiente, pero a diferencia de Lorenzo, papá no lo soltó, lo jalo a su frente y
lo abrazo a su pecho para que se calme.
- Ya esta Yuyo, ya se acabo
Murmuro
Arturo en su oído solo para que lo oiga su hijo, tras eso llamo a Lorenzo con
un gesto para que se acerque, el pequeño se había quedado quieto mirando lo mal
que lo pasaba Yhanku reanudó la moquera por el llanto, fue cuando Arturo se puso
a la altura de ambos apoyando una rodilla en la arena y los abrazo fieramente
como siempre… con ese lenguaje mudo cuyo amor no encontraba palabras y que como
ahora no hacía falta y los ayudo a vestirse, regresando con ambos agarrados de
la mano en apenas calzoncillos.
Además
¿para qué vestirse?, si igual los tenía que bañar de todos modos para llevarlos
al doctor.
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