El Jefe
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 5 de Junio del 2016.
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Capítulo 4
No, significa no
Autora: Little Hoshi
El cumpleaños de los mellizos estaba al caer, 15 años
ya, Lucia quería algo memorable, Olga quería algo memorable, Ernesto quería
algo memorable pero sin Lucía ni Olga, ni Victor y por supuesto sin Simón. Olga
llevaba planeando su fiesta de 15 aniversario desde los 12 años, así que estaba
todo pensado hasta el milímetro. Se podía decir que estaba ya toda la fiesta
organizada, solo necesitaba la tarjeta de crédito de su madre o de su padre
para hacer el pago.
Las
discusiones en aquellos días eran por las ideas extravagantes de Olga y la poca
disposición de su madre de gastar una fortuna en una fiesta de cumpleaños; los
15 son especiales, pero no son tan especiales como para hipotecar la casa para
celebrarlos. Victor estaba deseando que fuera el cumple de sus hermanos porque
siempre se lo pasaba en grande en la fiestas de cumpleaños. Además Olga había
elegido un buffet dulce en vez de una
torta grandota. Y eso solo significaba que podría ponerse hasta las botas de
todo tipo de dulces. Solo pensarlo ya salivaba.
Ernesto
había pedido solo una cosa, no quería fiestas como Olga, él quería permiso para
ir una semana en verano a casa de su amigo Pascu, sus padres tenía una casita
en una islita y los habían invitado a él y a otros dos chicos a pasar una
semana con ellos, su madre solo tendría que pagar el billete de avión hasta
Trabés, allí el papá de Pascu los recogería en su yate y los llevaría a la isla
donde tenían la casa de veraneo. Es lo que tenía ir a una escuela de niños
ricos que el más tirado tenía una isla. O eso pensaban los chicos. Simón pagaba
la escuela, podía pagarla y además tenía contactos en todas partes, además
Simón solía codearse con el tipo de gente que movía mucho dinero. Simón movía
mucho dinero. Los chicos estaban convencidos que era tan rico que se sonaba los
mocos en billetes de 100. Así que ni por un segundo Ernesto se le pasó por la
cabeza que su madre le fuera a decir que no por no querer pagar el billete pero
mencionárselo le haría parecer muy maduro. Así que llevaba tiempo diciendo que
estaba dispuesto a pagarse la mitad del billete (puro farol, por supuesto).
Lucía
estaba desbordada entre las miles de peticiones para la fiesta de Olga y la
cancioncilla incesante de Ernesto de “déjame ir, venga, déjame, déjame”, Simón
se limitó a decirle a Olga que tenía un presupuesto y que ella misma, si pedía
un circo no tendría para el vestido o si pedía 12 camareros no tendría comida
para servir. Simón se sintió muy listo, porque así le dejaba tranquilo y la
niña aprendía a administrarse. Pero fue peor, porque la niña se pasaba el día
negociándole ampliaciones de presupuesto.
Lucia
le había comentado que aunque conocía a
los padres de Pascu y parecían buena gente, no le hacía gracias enviar a su
hijo en avión a un sitio donde solo se puede llegar en yate… 15 años no 20 iba
repitiéndose todo el rato. Simón no decía nada, para él era distinto tenía 15
años la primera vez que viajó solo. Fue para ir a casa de unos primos, más o
menos, lo mismo y en vez de avión tomó dos trenes pero recordaba la experiencia
con cariño.
- No te ha pedido nada más – le dijo Simón a su esposa después de que Ernesto por enésima vez le suplicara que le dejara ir con Pascu y sus amigos
- Lo sé, por eso es más duro, pero no voy a dejarlo ir solo de vacaciones a donde Cristo perdió la alpargata
- Estará con Luisa y Dani, son buena gente, nos les dejarán hacer nada peligroso. Solo estarán el día jugando a vóley, a tennis y bañándose en la piscina o en la playa. Jo! Si hasta a mi me da envidia. Podríamos endosarle a Victor y a Olga a mi hermana e irnos tú y yo a una isla paradisiaca también
- Si, esta silla en la arena VA GENIAL EN LA ARENA – Simón había olvidado lo de la silla, ya se había acostumbrado tanto a que Lucia fuera en ella que a veces ni se percataba
- Lo siento, no pensé lo que decía – Se disculpó apenado
- No, disculpa no debí contestarte así es que…15 años ya, si hace dos días los llevaba por primera vez a la guardería. Y una está preparando una fiesta que parece más una coronación y el otro planea irse de vacaciones sin nosotros.
- No seas tan melodramática, esta mañana Ernesto a puesto unos morros kilométricos porque no habían los cereales que a él le gustan. Y Olga… ¿Olga ha sido alguna vez pequeña? Jajajaja
- Jajajaja creo que no jajajaja
- Además nos queda Victor
- Que este año ya hará 10 años – Lucia se preguntaba des de cuando el tiempo pasaba tan rápido
- ¡En diciembre, mujer! Y además Victor no tiene pinta de querer madurar tan rápido como sus hermanos – dijo mientras miraba a Victor jugando con unas figuras de acción a través de la puerta de crista de la terraza
- Sus hermanos no tenían pinta de querer madurar tan rápido a la edad de Victor – dijo haciendo un mohín
- Cariño, creo que estás exagerando, créeme esos tres siguen necesitándote y aún queda mucho para que despeguen del nido – y le dio un achuchón y un beso tierno
En
ese momento sonó el timbre de la puerta. Simón se levantó de la silla y salió
de la terraza para ir a ver quién podía ser un sábado por la mañana. Pero
Ernesto se le había adelantado, al oír el timbre saltó del sofá y corrió como
un galgo hacia la puerta. Ni siquiera miró por la mirilla, no hacía falta,
sabía quién era. Era Salva el primo de
los chicos, Ernesto lo había invitado para su cumple y se iba a quedar una
semana con ellos. Lucia hacía casi 2
años que no veía a su sobrino, desde la boda con Simón. Y el muchacho había
dado un estirón que casi no cabía por la puerta. Salva era dos años mayor que
Olga y Ernesto y de pequeñitos eran inseparables, después Lucia encontró
trabajo en la capital y se mudaron , así que perdieron el contacto, solo se
veían de higos abrevas. Aparte del visible estirón Salva estaba muy
cambiado, llevaba un corte de pelo peculiar y toda la oreja llena de pendientes,
no solo la oreja, también tenía uno en la ceja y otro en el labio. Lucia
pensaba que su hermano se debía haber vuelto loco por dejarle hacerse eso. Pero
su hermano y su cuñada siempre habían sido bastante hippies así que después de
parpadear un rato pensó que incluso se habían hecho ellos un par de pearcings.
Si
antes Ernesto ya adoraba a su primo ahora es que lo idolatraba. Ernesto pensó
que su primo era el tipo más genial del mundo, ojala a él le permitieran
vestirse como le viniera en gana o hacer con su vida lo que quisiera. Eso es lo
que Ernesto pensaba que era la vida de Salva. No era del todo cierto sus padres
por supuesto lo machacaban mucho con los estudios , mucho más que Simón o
Lucia hacían con ellos, pero por lo que
se refería con lo que vestía, comía o decía eran muchísimo más relajados que
Lucia. Y eso era lo que veía Ernesto. Ernesto y Salva no se separaron ni un
minuto desde que llegó, comenzaron a recordar viejos tiempos y hacer planes.
- Adiós – gritaron los dos chicos ya en la puerta de casa
- ¿adiós? – dijo Lucia y miró a Simón que se encogió de brazos, él no sabía nada – ¡Ernesto! ¡Salva! Venid aquí –
- los chicos rodaron los ojos pero cerraron la puerta y volvieron al salón
- ¿Sí? – dijo con muy malos modos Ernesto
- ¿A dónde vais así sin decir nada?
- Hemos dicho adiós – replicó Ernesto – además aún no son las seis, hasta las nueve…
- Ernesto tu madre sabe perfectamente cuando es tu toque de queda, no es eso lo que te ha preguntado – A Simón no le gustaba nada como se estaba comportando Ernesto des de que Salvador llegó
- Ernesto quería enseñarme la pista de hockey – dijo Salva de una forma muy educada cosa que con sus pintas chocaba mucho – estaremos aquí dentro de dos horas ¿no? – dijo mirando a su primo y Ernesto asintió pero con cara de perro, sus padres lo estaban tratando como a un bebé una vez más y esta vez delante de Salva
- ¿Vais en bus? – preguntó Lucia
- Si – dijo Ernesto muy seco
- Ya os llevo yo si queréis – empezó a decir Simón pero los chicos le cortaron en el acto
- Nooooo – exclamaron los dos a la vez. Lucia y Simón abrieron mucho los ojos por esa efusividad repentina
- Tía Lucia, Tío Simón, gracias, pero mejor marchamos ya sino no estaremos aquí a las ocho como había dicho antes – dijo Salva agarrando a Ernesto por el brazo y tirando de él hacía la salida – Tranquilos, yo cuido de él – dijo Salva ya des de la entrada, pero aquello no tranquilizaba para nada a Lucia
- Esos dos traman algo – dijo Lucia preocupada
- Será algo de la fiesta – dijo Simón para tranquilizarla, pero él tenía la misma sensación
Los
chicos llegaron a casa a las ocho menos diez, sanos y salvos y lo cierto es que
el resto de noche ni se les oyó. Lucia ya parecía más tranquila pero Simón en
vez de relajarse se puso más paranoico. Ni en mil años Ernesto llegaría a casa
antes de su toque de queda y no recordaba a los chicos tan silenciosos des de…des
de nunca. Quizás si que preparaban algo para la fiesta, pero él era hombre y
sabía que a los chicos esas cosas no les importaban lo más mínimo.
A
la mañana siguiente durante el desayuno…
- ¿Mamá cuando tenga la edad de Salva me puedo hacer un pearcing? – preguntó Victor con la boca llena de cereales
- No mientras vivas en esta casa – le contestó su madre sonriendo por la ocurrencia del pequeño
- Entonces me lo haré cuando vaya a la universidad – dijo Victor muy seguro
- No si quieres encontrar un buen trabajo y que la gente te respete – le dijo Simón y Salva se sintió ofendido
- ¿Quieres decir que yo no encontraré un buen trabajo y no me respetaran?
- Salva, disculpa, no quise decir eso – Simón se disculpó al ver que había metido la pata pero él jamás contrataría a alguien con las pintas de Salva y como él la mayoría de gente
- ¿Entonces qué quisiste decir, Simón? – preguntó con malicia Ernesto y ese “Simón” sonó como insulto más que como su nombre
- Lo que quería decir – Simón respiró hondo – es que la gente que tiene que contratar se queda con la primera apariencia y solo después mira las referencias, está mal pero así es.
- Pues Salva mola, yo lo contrataría – saltó Victor y Salva le sonrió
- No está bien prejuzgar a la gente por su aspecto, mamá siempre dice que no debemos juzgar la gente por su ropa o por su forma de pensar – saltó Olga que siempre era la abogada de las causa perdidas
- Porque no está bien – dijo Lucia – pero vuestro padre lleva razón, por desgracia cuando vas a una entrevista de trabajo hay que ir bien vestido, limpio y con un aspecto más profesional que… – miró a Salva – que un adolescente jajajaja – se rio para quitar hierro a la asunto pero solo Simón se rio con ella
- Pues yo creo que mola, y además lo que haga uno con su cuerpo no debe ser de la incumbencia de los demás y si la gente es tan estúpida de no quererme por mi aspecto soy yo el que no quiere trabajar con ellos – dijo Ernesto muy indignado
- Muy loable si, pero nada realista – dijo Simón serio porque no le gustaba ese tonito de voz
- Me la suda lo que tú opines, no llevas razón y lo sabes – dijo Ernesto levantándose indignado de la mesa, hasta Salvador se quedó parado por esa explosión súbita de su primo
- ¡Ernesto vuelve a la mesa y discúlpate con tu padre de inmediato! – dijo Lucia enfadadísima
- ¿Por qué? ¿Por decir lo que pienso? – dijo enfadado de pie delante de todos, Salva no sabía dónde meterse
- No, por ser un mal educado y faltarnos el respeto a todos los que estamos en esta mesa. ¡Discúlpate! – y Lucia dio un manotazo sobre la mesa. Lucia sabía que cuando Ernesto estaba con Salva siempre intentaba subírsele a las barbas
- ¡NO! – dijo cruzándose de brazos
- Entonces vete a tu habitación y cuando decidas comportarte sales y te disculpas – dijo Simón sin perder la calma
- No tengo nada por lo que disculparme, pensar por uno mismo no es algo por lo que nadie deba disculparse
- Tu madre ya te ha dicho que no es por lo que has dicho, sino por cómo lo has dicho. Ahora o te disculpas por comportarte como un energúmeno o te vas a tu cuarto – dijo Simón más serio pero aún tranquilo. Victor y Olga se miraban de reojo y pensaban que Ernesto se había vuelto loco. Ernesto se quedó ahí plantado con actitud beligerante – Ernesto, no quiero tener que castigarte estando tu primo aquí, seguro que queréis salir y hacer un montón de cosas, pero o dejas esa actitud ahora mismo o te vas a pasar el resto de la semana encerrado en tu cuarto – Simón realmente no quería castigar al chico pero desde que llegó Salva se había estado comportando como un pequeño tirano
- Venga, Ernesto, siéntate, déjalo ¿eh? Tengamos el desayuno en paz – le dijo Salva intentando que su primo entrara en razón, pero Ernesto era muy terco – venga, colega, que hoy teníamos que ir a hacer skate – y Ernesto dudó ahí, de repente se le veía como se debatía entre tragarse el orgullo y disculparse para poder pasar el resto de semana con su primo o se mantenía en sus trece y le castigaban. Ernesto se sentó muy dignó y agarró la cuchara y se metió un cucharón enorme de cereales en la boca. Simón estaba a punto de saltar, pero Lucia le puso su mano sobre la de él, y lo calmó
- ¿Hijo? Estamos esperando esas disculpas – dijo Lucia en un tono muy dulce y apaciguador
- Lo siento – dijo flojito y enfadado. Lucia sabía que no debía tirar más de la cuerda. Solo eran las siete de la mañana para empezar el día con gritos
- Muy bien, disculpas aceptadas – dijo Lucia y cambiando de tema le preguntó a su hija – ¿a qué hora teníamos que ir a por el vestido
- A las diez y también tenemos que pasar por la pastelería para dejar la paga y señal – dijo Olga que también quería cambiar de tema
- ¿Puedo ir? – preguntó Victor y eso dejó a cuadros a todos
- ¿Desde cuando te gusta ir de tiendas? – le preguntó Olga
- No… de tiendas no, pero a la pastelería sí, que la otra vez me dieron a probar pastelitos – dijo todo triunfante y todos rieron, todos menos Ernesto que seguía con su pose de perro con pulgas
Simón
aprovechó que Salva estaba hablando por teléfono con sus padres para hablar a
solas con Ernesto y le dejó clarito que ya estaba cansado de los desplantes y
que si se volvía a repetir lo del desayuno le iba importar muy poco que Salva
estuviera allí que lo castigaría. Ernesto no dijo nada pero tomó nota, mejor esquivaba
a Simón lo máximo posible los tres días que quedaban para que fuera su
cumpleaños.
Aquella
mañana Salva y Ernesto se fueron con los monopatines a uno de los parques que
contaban con zona para skaters. Salva hizo gala de sus habilidades como skaters
y le enseñó a su primo un par de trucos geniales para dejar a sus amigos con la
boca abierta. En el parque la mayoría de chicos eran mayores de Ernesto y todos
se veían super molones. Él parecía un pringado y eso que se había puesto la
ropa que tenía que creía más guay. Así que al dejar el parque le dijo a Salva
que si le acompañaba a comprar algo de ropa, que le ayudara, porque toda la
ropa se la compraba su madre y era ropa de lelo. Salva se rio porque recordaba
cuando le dijo a su madre que ya no quería que le comprara más la ropa, tenía
un año menos que Ernesto pero es que su madre le vestía como un niño de las
flores.
Al
llegar a casa, no había nadie, Lucia
debía de estar con Olga y Victor en el centro y Simón seguramente que
aún estaba en la oficina. Ernesto metió las bolsas en el armario y se tiró en
el sofá a ver una peli. Salva estaba viendo la tele con él cuando recibió una
llamada, era de un amigo que tenía en la capital por lo visto iba a hacer una
fiesta y quería que fuera. Salva lo pensó un par de veces pero no es como si le
diera esquinazo a Ernesto, la fiesta empezaba
a las 11 y a esa hora su primo ya estaba soñando. Así que quedó con
llamarlo para confirmarle que iría. Salva colgó y le explicó el plan a su primo
que lo había oído todo pero que se hacía el inocente. Ernesto pensó que solo
quizás no, pero con Salva seguro que su madre le dejaría ir.
Lo
primero que hizo Ernesto al oír la puerta de casa fue saltar del sofá e ir a
preguntar a su madre. Lucia quería mucho a su sobrino pero ahora era su
responsabilidad así que no estaba segura de dejarle ir a esa fiesta, por muchos 17 años que ya
tuviera. Pero lo que tenía clarísimo es que Ernesto no iba a ir. Lucia llamó a
su cuñada y le comentó lo de la fiesta, por lo visto conocía bien al chico de
la fiesta y no veían porque no dejarle ir, pero que la última palabra, por
supuesto la tenían Simón y ella. Lucia no quiso jugar el papel de ogro y lo
único que le pidió a su sobrino es que Simón fuera a recogerlo cuando se
acabara la fiesta. Salva le pareció genial, porque así se ahorraba tener que
llamar un taxi, lo cierto es que casi se había pateado todo el dinero que sus
padres le habían dado.
Ernesto
montó en cólera porque su madre no le dejó ir con su primo. Pero Lucia le dejó
muy claro que no iba a ir a esa fiesta por mucho que su primo fuera. Simón se
fue a su cuarto soltando puras perlas por la boca y dio tal portazo que todo en
aquel edificio tembló. Cuando Simón llegó Victor le puso al día de la
superbronca entre Lucia y Ernesto. Simón le preguntó a su esposa si quería que hablara con el niño pero ella
le dijo que mejor lo dejaba que se le pasara el berrinche. Simón no tenía ganas
de gritos así que hizo caso al consejo de su esposa.
A
las 10:15 Salva y Simón salían por la puerta de casa, A Salva no le
importó que su tío le acompañara hasta la misma puerta del piso de su amigo.
Había 5 chicos más, habían pedido pizzas y tenían una especie de película a
todo volumen. Salva se despidió de su tío y quedaron que lo recogería sobre las
seis de la mañana. Simón se levantaba a esa hora, así que pensó que se
levantaría antes, pasaría a buscar al chico, lo llevaría a casa. Simón habló
cordialmente con Salva mientras lo llevaba a aquella fiesta, y el chico a pesar
de su aspecto se veía muy buen chaval, era educado y más bien del tipo
Feliciano, de pensamiento positivo y muy predispuesto. Lucia llevaba razón con
que su hermano que era medio hippy lo había educado como si el mundo fuera todo
de color de rosas, todo el mundo es bueno y a la gente buena solo le pasa
buenas cosas. Lo que llevara esas pintas debía de ser para revelarse con el
tipo de educación y vida que sus padres le habían dado. Era curioso que de un
par de hippies salieras un gótico. Simón se preguntaba por donde saldría
Ernesto cuando llegara a la edad de Salva.
Lucia
y Simón se fueron a la cama antes de las doce, al día siguiente tocaba madrugar
y ya no era un chaval para trasnochar. Cuando aún no había agarrado el sueño,
escuchó la puerta de la entrada. Se puso la bata y salió a ver. Le había dado
unas llaves a Salva por si le apetecía regresar antes. Podría ser él o quizás
Cristina que también había salido aquella noche a cenar fuera. Miró pero no
había nadie, picó en la puerta de Cristina pero nadie contestó. Así que fue a
la habitación de los chicos, para ver si todo estaba bien. Victor tenía los
ojos abiertos como platos y lo miró aterrado. Simón fue a arroparlo pero
entonces se percató de que en vez de Ernesto había un almohadón en su cama.
Victor se puso a llorar él repetía que no era culpa suya, que él le había dicho
que se iba a enfadar, decía cosas sin sentido. Simón le costó calmar al chico y
asegurarle que él no estaba en ningún lio.
Victor
le dijo que Ernesto se había ido a la fiesta de salva y que le había dicho que
si se chivaba le iba a dar una paliza. Así que le hizo perjurar que no le diría
había sido él que le había dicho que
estaba en la fiesta. Decir que Simón estaba cabreado era el eufemismo del año,
Simón salió de la habitación dando grandes zancadas, despertó a Lucia y
mientras se vestía le explicó como pensaba matar luego desmembrar y deshacerse del cadáver de esos
dos.
Simón
estaba poniéndose la chaqueta para salir cuando sonó el teléfono de Lucia, a
Lucia se le detuvo el corazón, lo primero que pensó es que había atropellado a
Ernesto. Pero cuando atropellan a alguien no lo comunican por Whatsapp. Miró el
mensaje era de Salva “Ernie está aquí conmigo, está bien, no te preocupes” y el
emoticono del pulgar hacia arriba. Simón
le tomó el teléfono a su esposa y lo leyó un par de veces ¿un emoticono? ¿De
verdad? Llamó a Salva, salva se fue al baño a hablar, algo le decía que su tía
no iba a estar muy contenta y no quería que sus amigos le oyeran como le
gritaba.
- Jovencito, cómo os atrevéis a planear tal – Simón chillaba al aparato
- Ey ey ey alto Simón, alto, yo no he planeado nada, él se ha presentado aquí, yo solo le he escrito el mensaje a la tía para que no sufra. Si quieres venir a por él, por mi perfecto. Pero avisa antes, mi amigo no quiero movidas
- Pásamelo
- Ni hablar, Ernesto no sabe NI que os he escrito, quedaré como un cerdo
- ¡ME IMPORTA TRES MIERDAS COMO QUEDES, SALVADOR! ¡PÁSAME A MI HIJO!
- Tío sé que lo que ha hecho Ernie no es lo más inteligente del mundo, pero mejor nos calmamos todos ¿eh? Está bien, tomó un taxi y lo dejó aquí mismo en la puerta, ahora está aquí viendo una película, seguro. Mañana cuando vengas a buscarme si quieres en el coche le montas la marimorena, pero ahora déjalo que se lo pase bien, ya lo castigareis mañana
- Mira Salvador, cuando seas padre aceptaré consejos de ti, mientras tanto dile a tu primo que se ponga al teléfono de inmediato
- Tío, por favor, escucha
- Ni tío ni hostias, o le dices que se ponga o te juro que esta noche tu primo no es el único que duerme calentito ¿me expresado con claridad, Salvador? – Salva se quedó de piedra, era irreal que aquel tipo que había visto solo una vez antes, en la boda de su tía, le estuviera amenazando con darle una zurra – ¿Salvador me oíste?
- Tío, estás muy nervioso no sabe sin lo que
- ¡Sé perfectamente lo que me digo y estoy saliendo ya por la puerta de casa, así que sino quieres que aporré la puerta de casa de tu amigo y os saque a los dos de la oreja, ya estás dándole ese maldito teléfono a tu primo para que hable conmigo! – Simón alzó tanto la voz que despertó a toda la casa, quizás a todo el bloque. Salva rodó los ojos y sacó la cabeza por la puerta del baño, llamó a su primo y cuando llegó, tiró de él y lo metió en el baño
- Pero qué cojones… – preguntó Ernesto sin entender nada
- Tu padre – y le dio el teléfono al otro lado se escuchaba a Simón llamándolo una y otra vez y diciéndole que contestara. Ernesto miró a su primo en pánico y Salva entendió que su primo pusiera esa cara Simón sonaba furioso de verdad, incluso a él le había metido el miedo en el cuerpo
- Ho-Ho-Hola papá – dijo con la voz temblorosa
- Escúchame bien, porque no voy a repetirlo, voy para allá y cuando llame al interfono quiero que los dos bajéis cagando leches y subáis al coche. No quiero montar ninguna escena a estas horas de la noche, la gente mañana trabaja. Os subiréis al coche y no quiero oír ni una mosca hasta que lleguemos a casa. Después ya hablaremos sobre escaparse de casa e ir a una fiesta que tu madre te había dicho ya que no podías ir… devuélvele el teléfono a tu primo – ordenó Simón y Ernesto le regresó el teléfono – más vale que cuando llegue, esté aún ahí, te hago responsable de él – y colgó – Voy a por ellos – le dijo a su esposa y dio un portazo
Afortunadamente
de noche no hay mucho tráfico porque Simón condujo de una forma bastante
agresiva, realmente ese mocosa había logrado algo que no sucedía desde que
acabó la Universidad. Logró cabrearlo tanto que ni pensaba con claridad. Simón
detuvo el coche delante de la casa del amigo de Salva y se quedó un par de minutos
quiero sin hacer nada. Él mismo se asustó de lo furioso que estaba, debía
recuperar el control, debía mantenerse calmado para no acabar haciendo algo de
lo que se arrepintiera de por vida.
A
Simón le hubiera ido tan bien un Valium en esos momentos, pero no había ninguna
cafetería abiertas a esas horas y tampoco estaba él por ir a tomarse una
infusión, un copazo, puede. Pero bebidas calentitas para tu tía. Miró el reloj
era ya más de la una, y mañana tenía un follón con unos auditores en el
trabajo, respiró hondo y se puso a repasar mentalmente el orden del día. Quizás
si alejaba sus pensamientos unos minutos podría recuperar el temple. El truco
funcionó, al cabo de un rato su respiración y su pulso volvían a ser los de
siempre. Salió del coche, cruzó la calle y llamó al interfono.
Los
chicos estaban abajo en menos de un minuto y ambos se les veían tan asustados
como si en vez de subirse a un coche se fueran a subir al patíbulo. Simón
siguió repasando mentalmente cosas del trabajo durante todo el trayecto a casa.
Cuando los tres entraron por la puerta Lucia estaba esperándolos en la cocina,
Ernesto no sabía dónde meterse, estaba seguro que de esa no salía con vida. Si
Simón estaba furioso su madre estaba poseída, de haberle echado agua bendita se
hubiera derretido.
Simón
empezó a caminar arriba y debajo de la cocina, intentaba encontrar las palabras
más adecuadas para expresar su decepción y disgusto sin ser cruel. Le estaba
llevando lo suyo. Los chicos al ver que Simón solo paseaba como un loco arriba
y abajo se pusieron más nerviosos aún. Salva se sentía estúpido aquello no era
culpa suya él no le había dicho a Ernesto que se escapara y es más cuando
Ernesto se presentó a la fiesta hizo lo correcto, se lo dijo a su tía para que
si se levantaban y veían que el chico no estaba no sufrieran. Y en vez de
darles las gracias Simón lo miraba como a un delincuente y se había llevado un
buen moco por teléfono.
- Salvador, vete a la cama, mañana llamaré a tus padres y le diré que te regresas antes – al fin habló Simón, Salva iba a protestar cuando su tía intervino
- Sabemos que no tuviste nada que ver, pero tu primo va a estar castigado mucho tiempo y lamento que eso también te salpiqué a ti, espero que la próxima vez que nos visites tu primo sepa comportarse mejor.
- ¿y Olga? – preguntó Salva casi en un susurro. Lucia se quedó pensando, era cierto Olga había invitado a su primo a la fiesta de cumpleaños y la pobre se llevaría un disgusto si no iba
- Sí te quedas sabes que no habrá más salidas, Ernesto está castigado y yo voy muy liada con la fiesta de Olga y…
- Lo entiendo tía, y no importa
- Tampoco pienses que harás compañía a tu primo, él va a estar castigado – dijo Lucia de forma muy firme
- No pasa nada, os ayudaré con lo de la fiesta de Olga.
- Muy bien cielo, ve a la cama, mañana hablamos – Lucia le dio un beso a su sobrino
- Salvador – dijo Simón cuando el chico salía – gracias – dijo muy seco y Ernesto se quedó mirándolos como si no entendiera nada. Salva se fue a la habitación y procuró no hacer ruido para no despertar a Victor pero Victor estaba muy pero que muy despierto, todos lo estaban. Después que Salva se fuera Ernesto se quedó de píe en silencio esperando su final
- ¡Escaparse en medio de la noche para ir a una estúpida fiesta! – al fin saltó Lucia – Pensé que te había educado mejor. Pensé que tenías más cabeza. ¡En medio de la noche!
- Mamá, yo tomé un taxi, no pasó nada
- Y si el taxista te hubiera atacado, eres aún muy joven para ir solo de noche, ¡maldita sea! si tu padre te castigó por aquella estúpida fiesta con tus amiguitos no hace tanto y ahora vas y la haces más grande ¡Y te escapas en medio de la noche! ¿Es que no hay nada ahí dentro? ¿Es que lo que te decimos te entra por un oído y te sale por el otro? – Lucia se estaba calentando por segundos
- Pero mamá, es que ya tengo 15 y
- Ni 15 ni 30. Me preguntaste si podías ir y te dije que no, te lo repetí varias veces, no hay peros ni peras. ¿Qué hacemos contigo? ¿Qué hay que hacer para que te entre en la mollera que cuando te digo que NO es que no?.
- Es que te cierras en banda y no eres racional – dijo enfadado Ernesto – ¡No me hubiera escapado!
- ¡Se acabó! – soltó Simón – Te has equivocado y en vez de reconocerlo y aceptar la culpa vas y nos hechas a nosotros TUS culpas. Eso me demuestra que aún eres un mocoso inmaduro – Simón se puso los brazos en jarra como hacía su propia madre cuando lo reñía por no hacerle caso
- No lo soy, sois vosotros que queréis que sea un mocoso toda mi vida, pero ya soy mayor y no podéis tratarme como a un bebé nunca más.
- Dejaremos de tratarte como un bebé cuando muestres que no lo eres y la jugadita de esta noche y esta pataleta demuestran solo que eres un niño consentido.
- Vete al infierno – dijo y le dio la espalda a Lucia y a Simón y se dirigió hacia la puerta de la cocina
- ¡Ernesto José Soto! – y Ernesto se quedó parado porque no había sido su madre sino Simón el que lo había llamado por su nombre completo – Ni se te ocurra irte mientras tu madre y yo te estamos hablando.
- ¿Por qué? – dijo rojo de rabia y con lágrimas en los ojos – si os importa una mierda lo que yo opine, vosotros solo dictáis y yo obedezco, Ya lo dijisteis estoy castigado ¿no? Pues ala ya está, eso es todo, espero que estéis contentos.
- ¡Contentos no, delirantes! Y eso no es todo, Ernesto – Simón dijo clavándole la mirada – te aseguro que no es todo ni mucho menos. No hemos ni empezado aún, jovencito. La primera vez que te puse sobre mis rodillas fue por salir corriendo cuando te estaba hablando y meterte en una fiesta sin adultos y beber una cerveza.
- No bebí nada, pregúntale a Salva, él no me dejó
- ¿él no te dejo? Preferiría oír yo no quise – dijo Lucia
- Quizás no bebieras alcohol, pero sí que te fugaste
- No me fugué iba a volver antes que os levantarais, eso no Es fugarse – Ernesto dio un pisotón en el suelo de pura frustración
- Es salir sin permiso en medio de la noche para hacer algo que tu madre te había prohibido expresamente – a Simón estaba a punto de estallarle la vena del cuello
- Me lo prohibió porque no quiere que me haga mayor – dijo señalando hacia su madre con desprecio
- Te lo prohibí porque no eres mayor aún – dijo Lucia alucinada
- Salva solo es dos años mayor que yo, seguro que a mi edad sus padres no lo trataban así – Ernesto no entendía porque sus padres eran tan ciegos
- Salva no es nuestro hijo, además tu primo le pidió permiso a sus padres y ellos se lo dieron. Y a ti no te lo dimos – Lucia dijo elevando aún más la voz
- ¡No me lo distéis porque sois injustos! – volvió a dar un pisotón, hablar con sus padres era como hablar con una pared
- Ya me cansé de toda está tontería, tú jovencito – dijo Simón dando dos pasos en frente para agarrar a Ernesto que se apresuró a retroceder para que no lo agarrara – no solo te has equivocado desobedeciéndonos y saliendo de casa sin permiso y de noche sino que ahora encima estás haciendo una pataleta porque no te dejamos salir con la tuya. Y ya he tenido por hoy suficiente – y dio otros dos pasos pero Ernesto salió corriendo – ¡Ernesto no me hagas perseguirte por toda la casa porque cuando te pille me voy a desquitar!
- ¡Simón! – le llamó la atención su esposa
- Solo le voy a dar una buena zurra, lo he dicho para meterle algo de miedo ya que la sensatez brilla por su ausencia – le susurró a su esposa para tranquilizarla. Si que estaba enfadado con Ernesto pero no planeaba darle más que un trasero bien coloradito. Ernesto se encerró en el cuarto de baño, echó la llave, pensando que ahí estaría a salvo
- Pues no veo yo que asustarlo vaya a hacer que venga aquí más pronto – dijo resoplando Lucia
- Ya estaba fuera de la cocina cuando se lo dije – dijo Simón rodando los ojos
- ¿Quieres que pruebe yo? – dijo impulsando la silla fuera de la cocina
- ¿En serio crees que a ti te va hacer caso? ¿Después de lo de esta noche?
- ¿Insinúas que si te lo hubiera preguntado a ti y hubieras sido tú el que no le hubiera dado permiso, no hubiera ido? – dijo irritada Lucia. Simón se dio cuenta que había metido la pata
- No, no quería decir eso. Solo digo que ese crío ahora mismo no atiende a razones. Está empecinado de que lo que hizo no está mal así que no escuchará a nadie, ni a ti, ni a mí, ni a nadie – intentó arreglarlo Simón. Lucia suspiró agotada pero ya no dijo nada más empujó la silla hasta el baño y picó a la puerta
- Ernesto sal – dijo firme pero sin sonar enfadada, pero no obtuvo respuesta – Hijo, no empeores las cosas, sal de ahí dentro.
- No – gritó a través de la puerta
- Hijo, abre esa puerta de una vez – Lucia le dijo esta vez más firme
- ¡No! si la abro me pegará – A Ernesto ahora ya le importaba poco si sonaba como un niño de párvulos
- Y sino la abres a la de tres, te pegaré hoy, mañana, pasado y hasta que me cerciore que te entra en esa cabezota que tienes que obedecernos – gritó Simón que estaba detrás de Lucia para que el chico lo oyera alto y claro.
Y
Ernesto lo oyó, Ernesto, Salvador, Olga y Victor. Pero Ernesto no abrió la
puerta, ni borracho abriría para que Simón lo zurrase. Simón pasó delante de su
esposa y tras forcejear con el pomo de la puerta resopló y salió furioso. Al
cabo de unos minutos regresó con una llave y abrió la puerta. Ernesto no
esperaba para nada que hubiera una copia de la llave del baño, así que cuando
la puerta se abrió se quedó petrificado. Simón aprovechó la ocasión para
sentarse sobre la taza del lavabo y poner al chico sobre sus rodillas. La mano
de inmediato empezó a caer…
- PLASS PLASS PLASS – las nalgadas eran rápidas y duras, Ernesto intentó escapar pero Simón lo tenía bien sujeto – QUE SEA LA ÚLTIMA VEZ QUE SALES CORRIENDO DE MÍ PLASS PLASS PLASSPLASS PLASS PLASS YO DIGO CUANDO PUEDES IRTE PLASS PLASS PLASS YO DIGO CUANDO SE HA ACABADO LA CONVERSACIÓN PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS
- AAAAAAAAAAAAAAAH AUUUU AUUU NOOOO AAAAAAAAAU DUELE DUELE AAAAAAAY MAMÁ PÁRALO, PÁRALO AAAAAAAAAAAH – suplicaba Enrique mirando a Lucia contemplaba la escena des del quicio de la puerta pero su madre no hizo ningún gesto de detener a Simón
- NO SOY UNA MIERDA PARA QUE PUEDAS PASAR DE MÍ, SOY TU PADRE Y A LOS PADRES SE LES RESPETA PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS
- AAAAAAAAAU NO MÁS, NO MÁS, LO SIENTO, LO SIENTO AAAAAAAAH AYYY AYY – Ernesto a cada nalgada iba dando botecitos sobre el regazo de Simón. Simón se detuvo y sin soltar al chico se puso de píe y empezó a bajarle los pantalones y calzoncillos hasta la rodilla – Nooo, nooo por favor por favor no, bwuaaaaa nooooo, lo siento, lo siento, perdón – suplicaba mientras intentaba impedir que Simón le despojara de su única protección. Pero todos sus esfuerzos fueron vanos, Simón lo desnudó de cintura para abajo y lo volvió a colocar sobre sus rodillas y retomó la zurra
- PLASS PLASS PLASSPLASS PLASS PLASS QUE SEA LA ÚLTIMA VEZ QUE NOS DEJAS CON LA PALABRA EN LA BOCA PLASS PLASS PLASSPLASS PLASS PLASS
- AAAAAAAAAAAU SI, NO, NO LO HARÉ NUNCA MÁS LO JURO, PERO PARA, PARA DUELE, DUELE MUCHO BWUAAAAAA
- ¿QUÉ PARÉ? ESTO NO ACABA MÁS QUE COMENZAR PLASS PLASS PLASSPLASS PLASS PLASS TE VOY A ENSEÑAR YO A HACER CASO PLASS PLASS PLASSPLASS PLASS PLASS
- AAAAAAAAHHHH AAAAAAAAAAAAAY AYYY AUUUUUU UUUUUUUUUUU
- SI NO ERES CAPAZ DE OBEDECER POR LAS BUENAS SERÁ POR LAS MALAS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS – el trasero de Ernesto ya había tomado un color rosado considerable. Y el chico lloraba desconsoladamente cayéndole lagrimones sobre el suelo marmoleo del lavabo. Simón se detuvo un segundo y agarró el cepillo de la ducha y miró a Lucia como buscando autorización. Lucia respiró hondo y finalmente asintió con la cabeza – y ahora vamos a hablar de salir de casa sin permiso ¡Y de noche!
- Nooo no papá no, no por favor ya no más juro que nunca más haré nada malo, seré el mejor hijo del mundo pero ya no más, por favor – suplicaba desesperado Ernesto sobre el regazo de su padre. Salvador que podía oír perfectamente la zurra que se estaba llevando su primo resopló, Victor lo miró y se metió en la cama con él. Odiaba cuando Simón se enfadaba con ellos. Olga gruñó y buscó en su mesita unos algodoncitos para ponérselos en los oídos
- PLACK – Simón dejó caer por primera vez el cepillo sobre el trasero de Ernesto, para ser la primera vez que zurraba a alguien con un cepillo lo hizo muy seguro y firme
- Aaaaaaaaaaaaaaaaah – Y Enrique aulló des de lo más profundo de su ser y se giró para ver con qué demonios le acababan de dar Simon – no, papá no con eso noooooo papá por favor.
- Debería darte con el cinturón pero estoy demasiado enfadado contigo como para confiar en que solo te daría lo que te mereces – Simón le dijo a Ernesto, confesión que dejó tanto a Ernesto como a Lucia desconcertados – Esto te dolerá pero no te causará herida alguna PLACK – y dejó caer la segunda estocada. Ernesto dio un respingo que casi lo saca de las rodillas de su padre. Simón lo sujeto con más firmeza y prosiguió con la lectura – que sea la última vez que te fugas y SI digo ¡fugas!, porque saliste sin decir nada cuando se te había prohibido, eso, hijo, en mi casa se llama fugarse PLACKPLACK – Simón dejó caer dos cepillazos seguidos
- Bwuaaaaaaaaaaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaa papá noooo bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaa
- No te tengo por idiota sé que sabes que cada día hay chicos que desaparecen. A vecs piden rescate pero otras veces no. Simplemente desaparecen, ya no eres un niñó pequeñito, sabes perfectamente que les pasa a esos chicos que desaparecen y nunca más se sabe de ellos. Tu madre y yo hacemos todo lo posible porque no os pase nada pero si nos mentís y si no sabemos donde estáis difícilmente podamos hacer algo PLACK
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah lo siento, lo siento no era mi intención
- Me imagino que no pensaste en eso, pero tu madre y yo lo hacemos y es por eso que no os dejamos ir solos y mucho menso de noche PLACKPLACKPLACK – y Simon dio tres duros cepillazos que hicieron que Ernesto tuviera que apoyarse contra el suelo para no caer – A estas alturas no tendría ni que tener esta conversación PLACK cuando te decimos NO es que NO. PLACK PLACK Eso ha sido siempre así, y siempre lo será PLACK
- AAAAAAAAAAAAAAH BWUAAAAAAAAAAAAA PAPÁ POR FAVOR, YA NO MAS, LO JURO, LO JURO DE VERDAD, LO JURO NUNCA MÁS, NUNCA MÁS SALDRÉ SIN PERMISO BWUUUUUUUUUA
- NO, NO LO HARÁS, ME PIENSO ASEGURAR ESTA NOCHE DE ELLO. No quiero tener que estar así cada dos por tres. Esta zurra la vas a recordar pero bien PLACK PLACK PLACK
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah ay ay ay bwuaaaaaaaaaaaaaaaa papá por favor, por favor auuuuu aaaaaaah te lo suplico, te lo ruego, por favor papaíto, por favor perdóname – Ernesto lloraba desconsolado. Simón llevaba la cuenta mental de cuantas veces le había dado con el cepillo 13, quedaban 11 y se iba a encargar que el chico las recordara por mucho tiempo
- Estás perdonado hijo, pero no disculpado. PLACK creo que aún no te haces a la idea lo mal que está lo que hiciste PLACK
- Aaaaaaaaaah ayyy lo sé, lo ´se y seré bueno, lo seré bwuaaaaaaa – a Simón ya le dolían las rodillas, el chico medía igual que él y aunque fuera más bien tirando a delgado ya pesaba lo suyo
- Levanta – le ordenó Simón Ernesto se apresuró a levantarse, confiado que todo había acabado, Ernesto se inclinó para tomar sus pantalones y calzoncillos para vestirse pero Simón le agarró la mano – No, Inclínate, las manos sobre el lavamanos – le indicó y Ernesto lo miró como si Simón estuviera loco – las próximas 9 las vas a contar, y espero que no se te olviden, porque si tenemos otra vez esta charla me haré con una vara y veremos si entonces aprendes – al oír lo de la vara Ernesto empezó a balbucear clemencia – ¡Las manos! – volviéndole a decir que colocara las manos sobre el lavamanos – ¡las manos e inclínate, no me hagas repetirlo que no estoy de humor – y Ernesto entre llantos hizo lo que Simón le pidió – Si cuando fui a por ti te hubieras disculpado y hubieras aceptado la bronca y el castigo que tu madre y yo teníamos pensado sin rechistar, esto ya se habría acabado. Pero no solo nos desobedeciste e hiciste algo estúpidamente peligroso sino que encima nos plantaste cara, nos faltaste repetidamente al respeto y no asumiste tu culpa. No he oído algo parecido a arrepentimiento o remordimientos de conciencia hasta que te he puesto sobre mis rodillas y ello, hijo, solo demuestra lo que llevo tiempo observando vas para atrás como los cangrejos. Tenías más cabeza hace tres años cuando te conocí que ahora – Simón aprovechó para darle un buen sermón, sabía que ahora tendría toda la atención de su hijo – Y que sepas que no apruebo el comportamiento que has tenido desde que llegó tu primo, somos tus padres no tus colegas hay un mínimo de educación y de respeto que esperamos cuando nos hablas. Tu madre te ha educado muy bien, sé que sabes comportarte como dios manda.
- Snif snif – Ernesto empezó a llorar pero no por el dolor físico sino por las palabras que Simón estaba soltando. Él no quería ser a´si, él quería ser respetado y admirado por sus padres y en vez de eso estaba siendo reprendido y castigado
- Sí, tienes motivos para llorar, te has lucido, hijo. De verdad que hoy te has lucido. Ahora acabemos con esto – Y Simón puso la mano sobre la espalada de Ernesto y empujó un poco hasta que estuvo en el ángulo que quería, sin dejar la mano alzó la mano del cepillo y dejó caer la primera de los últimos nueve cachetazos – PLACK
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah UNO – Y Simón sonrió, no se le había olvidado lo de contar y eso que después le había soltado tremendo discursito – snif snif
- HARÁS LO QUE TE PIDAMOS PLACK
- AAAAAAAAAAAH DOS SNIF SNIF
- CUANDO TE LO PIDAMOS PLACK
- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAY AY TRES
- SI TE PROHIBIMOS ALGO NOS OBEDECERÁS AUNQUE NO TE GUSTE PLACK
- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAU CUA AUUU CUATRO PAPÁ POR FAVOR, LO SIENTO, DE VERDAD QUE LO SIENTO SNIF SNIF
- NO IRÁS A NUESTRAS ESPALDAS PLACK
- CINCO
- COMO DICE LA RANCHERA AQUÍ MI PALABRA ES LA LEY ASÍ QUE NO HAY EXCUSAS VALGA PLACK
- SEIS
- SI TE DECIMOS QUE NO TIENES EDAD PARA HACER ALGO, ES QUE NO LA TIENES, NADIE MEJOR QUE TU MADRE SABE SI TIENES O NO EDAD, ELLA ESTABA ALLÍ EL DÍA EN QUE NACISTE, SOLO POR ESO Y NI SE TE DEBERÍA PASAR POR LA CABEZA REPLICARLE PLACK – Y Simón le puso un poco más de fuerza en ésta
- AAAAAAAAAAAAAAAAAU AU SI – SI –SI SIETE BWUAAAAAAAA
- Venga hijo, solo quedan dos y podremos irnos todos a la cama Quiero oírte decir a ti que no nos volverás a desobedecer cuando te prohibamos algo – dijo abandonando el tono severo y adoptando uno más apacible
- Cuando no me dejéis hacer algo, os obedeceré, lo haré, lo juro snif snif – dijo Ernesto entre sollozos pero alto y claro
- PLACK
- OCHO AAAAAAAAAAAAAAAAH – Ernesto empezó a respirar con dificultad. Simón hizo una breve pausa, justo para que el chico recuperara el aliento
- No más escapadas ¿entendido? – Y Ernesto repitió lo que acababa de decir Simón como si fuera un mantra budista – La última, hijo PLACK
- NUEVE BWUAAAAAAAAAAA LO SIENTO, LO SIENTO, PERDÓN BWUAAAAAAAAAAA – Simón le ayudó a incorporarse y para su sorpresa Ernesto se abrazó a su cuello y empezó a llorar balbuceando cosa sin sentido pero aferrándose a él como si le fuera la vida. Simón lo abrazó e instintivamente empezó a consolarlo. Esta vez no había corrido a los brazos de mamá en busca de consuelo, había sido a los suyos. Y eso que acababa de darle una señora zurra
- Ya hijo, ya, ya se acabó, ya – Simón le acariciaba la nuca y le susurraba palabras más propias para un niño pequeño que para un chico de 15 años. Pero poco a poco Ernesto se fue calmando. Finalmente ya sin lágrimas en los ojos, Simón le ayudó a subirse los pantalones. Ernesto se dio cuenta que esa noche lo mejor sería que dormir en plan comando – Hijo no soporto tener que zurrarte pero es que cuando te comportas así no me dejas otra. Yo no quiero hacerte sufrir ¿ lo entiendes?
- Lo sé papá, lo sé – dijo muy avergonzado y recuperó momentáneamente algo de orgullo y se separó de su padre intentando aparentar normalidad
- Te quiero, no lo digo muy a menudo, no creo en esas cosas, pero os quiero más que nada en el mundo a ti, a tus hermanos y a tu madre. Y no importa lo que pase eso ya no va a cambiar
- Yo también, ya sabes – dijo rojo de vergüenza
- Ya – dijo sonriendo Simón – Venga a la cama que en un par de horas amanecerá.
- Simón? Estoooo. Sé que has dicho que estaría castigado pero…
- Antes que acabes la frase te diré dos cosas. Deja lo de “Simón” ya a veces me llamas papá otras Simón otras papito – dejando claro el tono burlón por lo último – me tienes la cabeza hecha un lio. A partir de ahora dejémoslo en papá, ¿eh? – Ernesto sonrió y asintió – Y la otra… – y alzó un dedo como lo hacen las maestras de parvulario cuando riñen – Ahora precisamente no es momento para negociar tu castigo – y le dio una palmadita en el trasero que hizo que Ernesto diera un bote como una liebre
- Aaaaaaaaaaaaay jooo papá, que ahí bajo duele.
- Eso parece, disculpa hijo, no estaba del todo seguro. Mejor te vas a la cama antes que se me vuelva olvidar eh? Jejejeje – pero Ernesto no le encontró la puñetera gracia y salió del cuarto de baño como alma que lleva el demonio – ¿crees que fui muy duro con él? – le preguntó a su esposa en cuanto Ernesto cerró la puerta de su dormitorio
- Sí – SImon abrió mucho los ojos y la miró asustado y tras unos segundo Lucia lo miró con amor y acabó la frase – pero había que serlo. Vamos a ver si podemos dormir aunque sean un par de horas.
- Yo no puedo, ve tú, me voy a poner con algo del trabajo a ver si al menos así saco algo provechoso del insomnio
Y
Simón le dio un beso en la frente a su esposa y se fue al salón a encender el
laptop…
Sabes Little, me han dado ganas de torcerle el cuello a Simón con esa idea de querer mandar de vuelta a cada Salvador, de verdad.
ResponderEliminarPero estuve muy de acuerdo en el jalon de orejas que le dio a Ernesto, vamos que se paso fronteras si pasaporte, se merecia todas y cada una de esas nalgadas, a ver si ahora le queda claro quien es ele Jefecito, jajajaj
Pero es que a veces el mocoso parece que pierde el norte jajajaja
Mujer, no te atrases con el quitno capitulo, quiero saber si ira a esa isla y como estuvo la pachanga de los 15
UN abrazo
MArambra
Me encanto el capitulo, y me dio mucha gracia Olga teniendo que buscar con que taparse los oídos a quien le gusta que le despierte a media noche.
ResponderEliminarQUIERO MAS!!!!
ResponderEliminarQUEDE MEGA ENGANCHADISIMA!!!!
La verdad que se merecía cada una de las que le cayó, es más yo siendo el primo de yapa le doy un coscaho por arruinaron la fiesta. Y el jefe se portó como todo un jefe dejando claras las reglas del juego.
ResponderEliminarAhora yo también quiero saber que pasará con el viajecito a la isla, le darán permiso? Y sino, habrá aprendido? ... por lo menos el jefe esta de su lado
El capítulo ha estado "perfecto",totalmente entretenido,ya te habrás dado cuenta Little que para todas el castigo ha sido mas que merecido y muy bien dado,jjj a lo cual también estoy cien por ciento de acuerdo!el crío se ha ganado lo que le ha llegado,pero aparte de toda esa situación ,me ha encantado el que el jovencito ya le llame papá a Simón o mejor dicho que lo tenga totalmente asumido (se me ha acelerado el corazón por la ternura que produjo el gesto jjjuajjjua.)
ResponderEliminarSerá una gran emoción el poder disfrutar luego de la fiesta de cumpleaños de los niños y ver que sucede .
Por ahora gracias por tu gran trabajo y hasta pronto!!
Keny
Me encanto con cada capi me enamoró más de esta historia muy bien hecha
ResponderEliminarEl jefe es el jefe, Simon lo esta dejando muy claro jajaja
ResponderEliminarVale sé que lo publicaron hace siglos este capi.. Pero yo apenas lo estoy disfrutando!!!
ResponderEliminarY Little eres totalmente increíble!! Con cada historia me atrapas!! Haces que una quiera más y más y con cada capi más!!!
Este fue estupendo!!
Gracias por compartir con nosotros tu talento!!