El Jefe “2”
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 30 de Enero del 2017.
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Segunda Temporada
Capítulo 2
Autora: Little Hoshi
Dos meses más tarde como era de suponerse,
Simón consiguió lo que quería, conocer y compartir con su hijo…
- Eusebio, puedes dejar tus cosas en la habitación de Victor y Ernesto. Dormirás en la cama de Ernesto. Anda Victor ayúdale – pidió Simón sonriéndole dulcemente a Victor mientras le alargaba la bolsa de Eusebio
- Vaya papá, ya veo que ahora que ya tienes tu propio hijo poco has tardado a relegarme a mozo de las maletas ¿no? – bromeo riendo Victor, Simón sabía que su hijo estaba guaseándose de él pero aún así quería dejar las cosas claras, tanto para Victor como para Eusebio
- ¡Victor! – dijo en ese tono de advertencia paternal, que según sus hijo, bordaba – Aquí todos sois iguales, no hay hijos de primera ni de segunda ¿Estamos? – y alzo una ceja y mirándolo muy serio
- Que si papá, que solo te estaba, tomado el pelo – contesto Victor sin dejar la sonrisa – Venga Eusebio, vamos a la habitación, ya te irás acostumbrando al poco sentido del humor del viejo – puso sobre aviso al muchacho, pasándole el brazo por encima a Eusebio y llevándolo hacía el pasillo que daba a sus habitaciones. Victor estaba muy contento de tener a Eusebio en casa ese fin de semana. Él siempre había sido el peque de la casa y ese fin de semana podría jugar él al hermano mayor con Eusebio – Tu cama es esa – dijo dejando la bolsa sobre la cama de Ernesto – bueno, es la cama de Ernie, así que mejor le cambias las sabanas – agrego mientras cogía unas sabanas limpias del cajón y se las daba a Eusebio – ¿Habías estado alguna vez aquí?
- Este verano mi madre y yo estuvimos unos días en casa de unos amigos suyos – y no tuvo más remedio que contestar sin ningún tipo de emoción y por cortesía mientras dejaba con sumo cuidado sus cosas sobre la cama
- Pues papá tiene planeado un fin de semana a full. Así que prepárate – en ese momento Eusebio puso una mueca. Victor se sintió aliviado al fin un signo que había algo vivo debajo de ese montón de carne – ¿Qué pasa?
- Es que… bueno… da igual – dijo pero en su cara estaba claro que no daba tan igual
- ¿Qué pasa? ¿Tenías pensado algo?
- Bueno… – Eusebio dio una especie de suspiro y negó con la cabeza – nada.
- Hey no tío, no te agobies, que si querías hacer algo, lo hacemos y punto, si a partir de ahora vas a estar aquí cada fin de, seguro que papá estará super contento de…
- ¡¿Cada fin de semana?! – reacciono de mala manera – ¿Quién te ha dicho eso? – pregunto enfadado Eusebio
- Papá – dijo sorprendido Victor al darse cuenta que el niño no tenía ni idea de nada, eso no era bueno – Creo que he hablado de más – dijo Victor poniendo una mueca de circunstancias, que papelon
- ¿Qué más te ha dicho? – demando clavándole la mirada llena de enfado
- Eyyyy nada – dijo levantando las manos como quien presenta rendición – Oye, tío, creo que he metido la pata, no le digas nada al viejo ¿eh? Se muere porque nos llevemos de puta madre y te mole estar por aquí. Si se entera que la cago se va poner como un puto basilisco conmigo
- Dices muchas palabrotas ¿no?
- ¡Joder! ¡Si que eres hijo de tu viejo! – no pudo evitar hacer aquel comentario, pero de verdad ese rato era un mini Simón que hablaba sobre las propiedades del lenguaje y el NO uso de las vulgaridades – Jajaja oye tampoco le digas lo de las palabrotas ¿vale? Y no digo tantas, tendrías que oír a Ernie, él si que dice
- Ernie ¿es el mayor no?
- Sí, ya no vive aquí, bueno aún se deja caer de vez en cuando, pero cuando vivía aquí esto era super divertido – dijo con nostalgia, extrañaba a su hermano – … te encantará, está super loco y lo mejor le tiene bien tomada la medida al viejo y ya verás cómo lo pasamos en grande haciendo lo rabiar a base de bien jajaja
- ¿Por qué querría hacerle rabiar? – Eusebio lo miró como si aquel chico le faltara algún tipo de tornillo
- Pues, no sé tío, ¿Por qué es divertido? – y Victor lo miro como si el niño fuera de otro planeta
- Si tú lo dices – dijo alzando una ceja y mirándolo de manera condescendiente como si Victor fuera imbécil. A Victor le dio un escalofrío, joder, el niñato tenía clavada la cara de su padre y eso que apenas lo había visto 4 o 5 veces
Efectivamente
Simón había planeado el fin de semana de tres días al detalle, más que un fin
de semana en familia parecía una especie de yincana. Ese mismísimo viernes al
llegar la noche Eusebio se quedó dormido nada más tumbarse en la cama, estaba
agotado, él era del tipo casero, no solía salir mucho, alguna vez a jugar a
casa del algún amigo, pero salir de tu habitación para ir a jugar a la consola
a la habitación de un compañero de clase, no era muy agotador. Sobre todo
cuando te llevan y traen en coche. El sábado Simón entró en la habitación de
los chicos a las ocho para despertarlo y que se prepararan para desayunar que
en una hora habían reservado hora en el circuito de karts. Eusebio y su madre
solían dormir hasta tarde los fines de semana así que despertarse tan temprano
un sábado le puso de mal humor, pero intentó disimular lo mejor que pudo,
porque le había prometido a su madre que no recibiría quejas de Simón.
A
medida que el día pasaba, el ánimo de Eusebio iba empeorando. Sobre todo cuando
se iban acercando las cinco de la tarde, que era la hora en que cerraba la
tienda de comics más grande del país, que estaba a tan solo 10 minutos de la
casa de Simón. Lucia se dio cuenta que Eusebio parecía algo inquieto y que
hacía ya un buen rato que miraba casi de forma compulsiva su reloj. Así que
aprovechando que Victor y Simón estaban haciendo cola para comprar unos
refrescos se acercó al niño para hablar un poco con él.
Lucia
no había hablado mucho con Eusebio en esos dos meses, normalmente Simón
acaparaba toda las conversaciones, y no podía enfadarse con su marido por
aquello. Entendía que el hombre quisiera saber todo sobre su hijo. No podía
imaginarse lo que debía estar pasando Simón en esos instantes. Él que tanto
valoraba la familia, él que había sido abandonado, él que ambas familias que
tenía no eran por derecho de sangre. Ahora a la vejez viruela se encontraba que
tenía un hijo, un hijo con su misma sangre el cual era un total desconocido.
Simón era un gran padre, lo había sido para Ernesto, Victor y Olga y para
Eusebio que era sangre de su sangre solo había sido un nombre sin rostro.
Aunque Lucia no había tenido mucho trato con Eusebio, era madre de tres hijos y
tía de unos cuantos más, sabía perfectamente que cada niño tenía sus notas que
ser afinadas. Y Eusebio parecía ser del tipo calmado, nada que ver con Ernesto
o Victor, ni siquiera con Simón. Simón seguro que a la edad de Eusebio era un
chico muy movido lleno de curiosidad y con ganas de vivir aventuras. Pero
Eusebio parecía más feliz jugando con su teléfono que dándole patadas a un
balón o viendo como otros daban patadas a un balón.
Lucia
solo se sentó al lado del niño y esperó que fuera éste el que empezara a
hablar, cosa que no llevaría mucho, porque a los niños suele incomodarles estar
sentados con un adultos que apenas conocen sin cruzar ni media palabra.
- ¿Venís mucho a este club?
- No tanto como solíamos venir. Pero tu padre sigue pagando la cuota así que al menos una vez al mes nos dejamos caer, aunque sea solo a almorzar – el chico dio uno de sus ya famosos suspiros y desvió la mirada a un grupo de chicos que estaban jugando al tenis – ¿te gusta el deporte? – el niño solo se encogió de hombros – Olga, mi hija, lo odia – el niño la miró con curiosidad solo venía al club porque sus amigas venían. Y ahora le dio por correr solo porque su prometido corre. Bueno supongo que debo dar gracias que esté con un chico tan sano ¿no? – Eusebio sonrió, aunque aquella era tan solo una sonrisa de cortesía – Seguro que debes estar harto ya de tanto arriba y abajo ¿qué te parece si cuando Victor y tu padre regresen con los refrescos nos vamos?
- Simón dijo que tenían reservada la pista de bádminton a las seis – dijo Eusebio no muy ilusionado
- Bueno… no pasa nada si no jugáis hoy, habrán más días. Además quizás quieras irte ya a casa o hacer otra cosa. Tu padre a veces no sé da cuenta que no todos vamos a su ritmo. ¿te apetece volver a casa? – Eusebio solo se hundió de hombros – ¿O hacer otra cosa? – y Lucia se dio cuenta que al niño se le iluminó la mirada pero justo cuando estaba a punto de abrir la boca, cambió de idea y volvió a adoptar la actitud de resignación y volvió a encogerse de hombros – Eusebio, si quieres ir o hacer otra cosa, solo tienes que decirlo, este fin de semana lo ha montado tu padre solo pensando en ti, sino vas a pasártelo bien es tontería seguir aquí. Él solo quiere que pases un gran fin de semana con nosotros
- Lo estoy pasando bien – pero era tan evidente que estaba mintiendo que Lucia no pudo evitar reírse – No lo estoy pasando mal – rectifico darse cuenta que Lucia se había dado cuenta de la mentira
- A ver, Eusebio, juguemos a un juego, pongamos que ahora mismo pudiéramos teletransportarnos a cualquier parte del mundo ¿Dónde te gustaría ir? – Eusebio la miró receloso – vale, empezaré yo. Si pudiera teletransportarme, ahora mismito, me iría a un balneario que fui hace muchos años en Letonia. Te toca – dijo sonriente Lucia
- Pues yo me teletransportaría a Comicity – Lucia sonrió así que era eso, el niño quería ir a la mega tienda de comics y artículos de ciencia ficción. Lucia la conocía bien porque alguna que otra vez sus chicos les habían hecho llevarles o simplemente les habían pedido algo de allí
- Jajaja vaya pero para eso no hace falta teletransportador, solo un coche, anda que le decimos a tu padre que nos lleve. Ojala me pudiera llevar a mi a aquel balneario también jajaja – agrego Lucia que empezaba a entender un poco el motivo de la apatía de aquel niño
A
simón no le costó nada dejar el programa que tenían planeado para ir a la
tienda de comics, lo único que quería ese fin de semana era que Eusebio lo
pasara en grande y que fuera el primero de muchos fines de semanas juntos. Si
había planeado tantas cosas es porque realmente no sabía nada del niño y quería
tocar todos los palos. Pero tenía que reconocer que lo de ir a la tienda de
comics se le había escapado. El próximo fin de semana Simón le tendría preparado
un buen puñado de comics para cuando llegara, así que iba a estar muy atento a
los comics que Eusebio se fijaba más en al tienda. Simón parecía sediento de
saber todo lo posible de aquel niño más bien tímido.
El
resto de fin de semana fue mejor, el niño cambio totalmente de ánimo tras
visitar la tienda. No es que fuera otro niño, seguía siendo más bien callado y
muy tímido, pero de vez en cuando sonreía e incluso se había reído cuando
aquella chica le dio tremendo corte a Victor tras darse don Juán. Diferente fue
la historia al regreso a casa, Eusebio había estado cocinando a fuego lento una
bronca descomunal, nada más salir Simón por la puerta Eusebio empezó a gritar y
a acusar a su madre de todo tipo de cosas terribles. No era que no se lo hubiera
pasado bien, ni que se diera cuenta de todo lo que se había estado perdiendo
esos años, era que se había enterado por Victor que a partir de entonces todos
sus fines de semana los pasaría con “esos”. Y si, para Eusebio ellos eran
“esos” porque él no había pedido tener un padre, no a esas alturas, y mucho
menos todo el sequito que acompañaba a su padre. Porque tenía 14 años y tener
que aguantar a su madre ya era duro, pero ya le tenía tomada la medida, así que
tener ahora un “papaíto” no era más que una mala jugarreta del destino.
Silvia
que de cierto modo se sentía culpable, dejó que su hijo se descargara con ella
y simplemente intentó armarse de paciencia y esperar que Eusebio se fuera
adaptando poco a poco a la nueva situación. Eusebio siguió de morros el resto
de la semana, a penas cruzaba dos palabras con su madre y al llegar el viernes
de nuevo y escuchar el timbre de la puerta, ni se despidió de ella, simplemente
agarró su bolsa y salió por la puerta. Aunque Silvia le doliera ese feo de su
hijo no podía recriminarle su enfado, sobre todo porque pensaba que el motivo
de su enfado era haber mantenido en secreto su existencia a su padre todos esos años.
- Hola campeón – Eusebio miró por la ventanilla y puso los ojos en blanco disimuladamente ¿campeón? ¿en serio? ¿Cuándo había sido él campeón de algo? nunca. Ese hombre debía pensar que todos los chicos eran como ese tal Ernesto y ese Victor – ¿Preparado para un gran fin de semana?
- Supongo – Eusebio no sonaba muy ilusionado que digamos y Simón sabía que Roma no se construyó en un día así que respiró hondo y puso en marcha el coche, le quedaban por delante más de tres horas de viaje
Pronto
fue una rutina lo de salir el viernes después de comer, agarrar el coche e ir a
buscar a Eusebio para pasar todo el fin de semana juntos. Simón apuraba el fin
de semana al máximo, rara era la vez que regresaban a casa de Eusebio y su
madre un domingo antes de las 11:00 de
la noche. Simón quería recuperar el tiempo perdido, y solo el fin de semana se
le hacía corto, había estado hablando con Lucia y habían pensado que estaría
bien que le chico pasara con ellos unas vacaciones o un poco más de tiempo.
Pero el niño entre semana tenía escuela y las vacaciones aún quedaban lejanas,
así que cada vez que Simón dejaba de vuelta en casa a Eusebio se sumía una
pequeña depresión. Simón se sentía estafado, le habían quitado a su hijo y
ahora solo tenía migajas, era imposible entablar una relación de verdad con
Eusebio, si solo se veían los fines de semana. Además el chico había ido
dejando claro que lo suyo no eran las actividades al aire libre, así que
probablemente del fin de semana solo pasaban unas cuantas horas juntos cada día
y el chico no era del tipo hablador, precisamente. Simón a veces se frustraba
porque sentía que para saber un poco más de su hijo casi tenía que hacerle un
tercer grado y al final tanto él como su hijo se frustraban y se ponían de mal humor. La paciencia, o en
este caso la falta de ella, era algo que tenían en común Simón y Eusebio.
Silvia
veía que cada vez las cosas estaban peor entre su hijo y ella quizás ahora que
conocía a su padre, Eusebio decidiera que quería cambiarla por él, un montón de
pensamientos funestos la invadían cada noche y los fines de semana se le hacían
eternos sola en aquella casa, que de
paso había sido la casa donde ella había nacido y donde Eusebio y ella habían
pasado toda su vida. Aquella casa era ahora demasiado grande para ella sola.
Tras la muerte de sus padres, y ahora con las “excursiones” de Eusebio, se
hacía más y más evidente que aquella casa familiar se les había quedado enorme.
Y un buen día Silvia se dio cuenta que llevaba más de tres horas mirando por
internet pequeños apartamentos cerca de la casa de Simón. Era gracioso las
vueltas que da la vida, había dejado la casa de sus padres, para labrarse un
futuro y había abandonado aquella ciudad para cuidar de su familia y ahora se
veía regresando de nuevo para conservar lo poco que le quedaba ya de esa
familia. Cuando Eusebio terminara el curso se mudarían, eso sería lo mejor,
Eusebio podría pasar más tiempo con su padre pero sin tener que abandonar a su
madre.
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