lunes, 30 de enero de 2017

El Jefe "2", Segunda Temporada: Cap. 3; Autora Little Hoshi

El Jefe “2”
一一一一一一一一一一一一一一一
Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.
Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 30 de Enero del 2017.
一一一一一一一一一一一一一一一
Segunda Temporada
Capítulo 3
Autora: Little Hoshi 


  • Ya estamos aquí – anunció Simón tras entrar en casa de Eusebio y Silvia. Como acostumbraba Eusebio tardó un nanosegundo en desaparecer en su cuarto
  • ¿Qué tal lo habéis pasado? – preguntó Silvia como acostumbraba. Eusebio no le contaba nada de lo que hacía con su padre – ¿se portó bien?
  • Si, como siempre. Lo llevé a ver la nueva película de artes marciales esa que sale cada tres minutos anunciada en al tele
  • Si, lleva días hablando de ella – comento Silvia, dándose cuenta que al llevarse Simón al niño los fines de semana había dejado de poder hacer cosas entretenidas con su hijo, se había convertido en al mamá de comete la verdura, arregla esa habitación, ponte el abrigo y haz primero los deberes. Ya no hacía nada divertido con su hijo
  • Victor igual – dijo Simón que no entendía tanta agitación por una película
  • ¿Y a ti te gustó?
  • Pues yo no fui. Victor casi se muere cuando dije de acompañarlos. Fueron ellos dos con los amigos de Victor –  Silvia no ocultó que no le hacía gracia que su hijo saliera con chicos de 17 años o más –  No pongas esa cara, son todos buenos chicos y los llevé y recogí a Eusebio en la mismísima puerta del cine
  • Necesito pedirte un favor – corto Silvia poniéndose un poco tensa, cambiando de tema y Simón también se puso tenso. Por el bien de Eusebio fingía llevarse bien con Silvia pero en el fondo la odiaba con toda la intensidad del mundo
  • ¿De qué se trata?
  • Hace unas semanas envíe mi currículo a una empresa muy importante y les ha interesado, la semana que viene se harán las pruebas para ocupar la vacante – Simón escuchaba atentamente esperando ver como aquella sanguijuela intentaría aprovecharse de él o de sus contactos, llevándose el chasco de su vida, no le pidió un favor laboral – Para eso tengo que ir y mi hermana está de vacaciones y no tengo con quien dejar a Eusebio, solo tiene 14 y aún es de –  pero Simón la interrumpió
  • Por supuesto que se puede quedar con nosotros! – dijo casi dando botes de alegría planeando toda la semana en casa
  • Más bien es que te quedaras tú con él – y sus sueños se fueron al agua, eso no se lo esperaba – que tiene escuela, Simón – le recordó un poco molesta al ver que Simón estaba deseando llevarse a Eusebio que era precisamente lo que le quitaba el sueño
  • Ahhh –  dijo volviendo a la realidad. Era cierto el niño tenía escuela y una semana es mucho tiempo para faltar, sobre todo teniendo tan cerca los exámenes trimestrales  –  deja que hable con Lucia y te digo algo
  • Por favor dímelo cuanto antes – no pudo evitar sonar irritada porque claro el tenia una familia y no podía hacer cosas sin consultar a la contra parte – Si no tendré que ver que hago, quizás lo dejé con los vecinos, la señora Fernandez ya se ha quedado alguna tarde con él cuando por alguna cosa he tenido que salir más tarde del trabajo, y ellos lo quieren como a un nieto – se salió de las ramas, pero también le hizo saber a su modo que tenia recursos
  • Te llamo mañana y te digo algo
  • De acuerdo – dijo Silvia y así se despidieron 

Simón era el JEFE de su propia empresa, por supuesto que podía tomarse una semana entera. No era algo que le gustara hacer, pero podía hacerlo.

  • ¡Eusebio! ¡A cenar! – dijo por tercera vez Simón pero Eusebio no apareció así que decidió que en vez de pasarse la noche chillando, mejor iba a buscarlo a la habitación, quizás estuviera con los auriculares y por eso no le oía – Eusebio, llevo más de 20 minutos –  y ahí se detuvo, Simón echó un vistazo a la habitación, estaba hecha un desastre y había envoltorios de comida basura y golosinas por todas partes. Eusebio estaba precisamente bebiendo una Pepsi mientras jugaba a algún tipo de juego de guerra en el ordenador – ¡Por dios Eusebio! ¿qué es esto?
  • Final War – refiriéndose al nombre del juego
  • ¡El juego no, todo esto! – señalo la habitación, Eusebio lo miró extrañado sin entender nada y solo se hundió de hombros – La cena está ya casi fría, vamos a cenar y después te pones a recoger esta cochiquera – Eusebio miró a su habitación sin entender nada. Pero si estaba bien, su madre la había limpiado y recogido justo antes de irse para darle buena impresión, solo había un par de bolsas de gominolas y la cama sin hacer, y la ropa de la escuela y los zapatos y un par de cosa más por el suelo, normalmente estaba un millón de veces peor – ¿tu madre te deja beber refrescos a estas horas?
  • Sí ¿qué pasa? No soy ningún gremling, puede comer y beber a cualquier hora – Simón no entendió el chiste y simplemente resopló como hacía Eusebio y le abrió la puerta para que saliera de aquel cuarto y fuera a cenar. No tenía ganas de discutir, no cuando aún era solo martes y le quedaba aún toda la semana por delante
  • Espero que todas esas porquerías no te hayan arruinado el apetito, porque he preparado mi pollo a la papillón – dijo Simón mientras le abría la puerta para que pasar delante de él, Eusebio miró a su padre y tras reírse un poco por el comentario, guardó la partida, se levantó y fue hacia la cocina – ¿Qué es lo que encuentras tan gracioso? – Le preguntó algo molesto Simón, porque encima que no lo estaba regañando por cómo estaba la habitación el niño aún tenía las agallas de reírsele en la cara
  • Que yo siempre tengo hambre jajaja –  Simón lo miró con detenimiento y pensó que ese cuerpo no era de pasar hambre precisamente – ¿Pollo a la papillón? Suena complicado... Pensé que no sabías cocinar como tenéis criada
  • Soy muy buen cocinero, y si tenemos cocinera es porque por nuestro trabajo no tenemos mucho tiempo para la casa, además no es nada complicado, lo aprendí hacer en mi primer año de universidad, no habré conquistado yo chicas con mi pollo a la papillón –  dijo algo orgulloso
  • ¿Cómo mi madre? –  dijo con malicia Eusebio que no soportaba el aire de superioridad de Simón y su familia y ese comentario por supuesto que a Simón no le sentó nada bien
  • Conocí a tu madre muchos años después, los dos ya éramos mayorcitos
  • Eso seguro – dijo Eusebio y se giró para agarrar otro refresco de la nevera, Simón le sirvió a su hijo y después se sirvió y antes de sentarse agarró la lata de Pepsi que había agarrado Eusebio y la volvió a colocar en la nevera y le sirvió un vaso de agua
  • Es tarde, si bebes tanta cafeína no dormirás – le dijo sin mirarlo a la cara mientras empezaba a cortar su pollo
  • No tengo problemas de insomnio –  respondió Eusebio y se levantó para ir a por su refresco
  • Siéntate y come, Eusebio – Simón sabía perfectamente lo que estaba haciendo Eusebio, estaba midiendo sus fuerzas con él, ya había pasado por eso con sus otros hijos así que en aquella mesa la edad era realmente un grado
  • Mamá me deja beber Pepsi con la cena
  • ¿En serio? –  eso no se lo iba a tragar, es una norma no escrita que todas las madres están en contra del consumo en exceso de refrescos de cafeína o muy azucarados –  ¿Qué te parece si la llamamos y le preguntamos? –  le propuso con una sonrisa gélida
  • Estará ocupada, ha ido a… – empezó a hablar Eusebio visiblemente nervioso
  • Son casi las nueve –  dijo mirándose el reloj – sino está ya en el hotel, estará acabando de cenar y sacó el teléfono para hacer como que iba a llamarla
  • ¡Noooo! – saltó Eusebio – No la molestes, además ya no quiero el refresco –  dijo dando un trago a su vaso de agua, Eusebio le había prometido a su madre que se portaría bien y haría caso a Simón además ella le había dejado claro que si recibía laguna queja de Simón, por pequeña que fuera, ya podía ir despidiéndose de su paga por una larga temporada, mientras Simón volvió a guardar su teléfono y le sonrió triunfante
  • Muy bien, entonces come, el pollo frío no vale nada. Cuando acabes nos ponemos a arreglar tu dormitorio, nada de irse a dormir sin haberlo recogido todo – dijo aprovechando el poder que le confería la reciente victoria
  • Vaaaaaaaaaale – dijo no muy conforme mientras se llenaba la boca con un trozo enorme de pollo
  • ¿Ya has metido las tareas de mañana en la mochila, no?
  • Si – y volvió a meterse otro trozo de pollo igual de grande que el anterior en la boca
  • Muy bien, entonces cuando acabemos, mientras yo recojo la cocina tú te lavas los dientes, te pones el pijama y nos ponemos con tu habitación. A las luces apagadas
  • ¿Qué es esto el ejército? –  pregunto enfadado de nuevo, Simón se estaba pasando ya de mandón
  • No, es lo que dijo tu madre, en la cama antes de las diez. Y  tienes suerte si estuvieras en mi casa serían las 9:30
  • Pero no lo estoy… ¡Esta es mi casa! – Eusebio remarcó cada sílaba como si fuera una amenaza
  • Mira Eusebio, no quiero ser borde, realmente quiero que lo pasemos bien estos días, pero creo que has cometido un error y puede que en parte sea culpa mía. Así que vamos a aclarar un par de cositas ahora – dijo Simón procurando controlarse – Primero soy tu padre, no un amigo de la familia que está aquí para hacerle un favor a tu madre. Así que ya vas bajando esos humos, tienes 14 años y yo casi 70 así que ni se te pase por la cabeza que puedes levantarme la camisa, porque mocoso, cuando tu vas y yo he vuelto al menos 30 veces –  dijo muy serio Simón – Segundo le prometiste a tu madre que me harías caso y que te comportaría como un angelito y cuando uno da su palabra es porque tiene intención de cumplirla – eso molestaba a Eusebio porque al fin y al cabo lo tenía que hacer por su madre no por este tipejo que ahora salía como padre suyo – Y tercero esta no es tu casa es la casa de tus abuelos, y ahora de tu madre y de tu tía, y puede que algún día llegue a ser tuya, pero hoy por hoy, no lo es –  Eusebio por primera vez desde que conoció a Simón no disimuló lo más mínimo su tremendo rechazo hacia aquel hombre que estaba sentado frente suyo, Simón se dio cuenta y aunque le dolió esa mirada, pensó que no era con él, era por el hecho de regañarlo, Simón ya había visto alguna vez esa misma mirada en los ojos de sus hijos mayores cuando le había tocado regañarlos
  • No tengo hambre, voy a arreglar mi habitación dijo muy serio y se levantó de la mesa
  • ¿Creí que habías dicho que tú siempre tenías hambre? –  dijo con malicia Simón – Siéntate y acábate la cena –  le indicó con el dedo que se sentara de nuevo en la silla – ¿No querrás despertarte a media noche porque tiene hambre, no? Mañana hay escuela y tienes que estar descansado – dijo muy condescendiente Simón y a Eusebio le estaba molestando mucho todo ese rollo de superioridad de Simón
  • No tengo hambre, comí muchas porquerías ¿recuerdas? –  le contestó Eusebio fulminándolo con la mirada
  • De acuerdo, lávate la boca, pijama yo ahora iré ayudarte –  contesto Simón armándose de paciencia, de haber sido Victo o Ernesto les hubiera dado unas buenas nalgadas para acabar con toda esa actitud pero sabía que tenía que ser más paciente con Eusebio
  • No necesito tu ayuda, puedo arreglarlo solo –  contesto muy digno tras levantarse de la silla
  • Me imagino, pero si lo hacemos juntos acabaremos antes y podrás irte a la cama a la hora que dijo tu madre –  dijo sin caer en la provocación de su hijo 

Eusebio le echó una última mirada de odio antes de salir de la cocina e irse a su habitación. Simón guardó en una fiambrera la comida de Eusebio. No le gustaba tirar comida, había pasado hambre y sabía que la comida era un bien demasiado preciado como para ir tirándola. Simón recogió la cocina y salió un momento al patio para fumarse un cigarrillo y así darle un poco de tiempo para que se enfriara un poquito. Cuando finalmente Simón entró en la habitación de Eusebio dio un largo y sonoro suspiro. En vez de recoger las cosas de en medio, Eusebio las había metido todas bajo la cama. Aquello casi le molestaba más que si no las hubiera recogido. Era bien conocido que a Simón no le gustaba nada que le intentaran tomar el pelo.

  • ¿En serio? – dijo Simón negando con la cabeza y en un tono de voz quizás un pelín elevado para lo que Eusebio estaba acostumbrado –  he dicho que recogieras no que lo metieras todo hecho un lio bajo la cama.
  • Así no se ve – dijo mirándolo inocentemente
  • Pero huele, y es comida y saldrán bichos. ¿Quieres dormir entre bichos y moho? –  Simón se acachó y empezó a sacar todo de debajo de la cama, salió un momento de la habitación y al cabo de unos segundos estaba de vuelta con tres bolsas de basura –  Para tirar, para lavar, para guardar – decía tras enseñarle cada una de las bolsas y tomó una bolsa vacía de patatas fritas y la metió dentro de la bolsa que había dicho “para tirar” – venga, que no pienso hacerlo yo solo – le dijo al ver que el niño no movía ni un dedo, Eusebio resopló y musitó algo entre dientes que Simón no alcanzó a entender pero se puso a recoger, al cabo de 10 minutos la habitación estaba exactamente como Silvia la había dejado antes de irse, Simón se dio cuenta que Eusebio no estaba acostumbrado a recoger sus propias cosas y automáticamente pensó en Silvia, y aun cuando la aborrecía pensó que ella debía ser de ese tipo de madres que les hacen todo a sus hijos y que les consienten hasta el más mínimo deseo

Simón era muy consciente que en esos momentos no era la persona favorita de Eusebio. Raramente los padres son las personas favoritas de su hijo cuando entran en la fase adolescente. Pero aún y así le hubiera gustado poder disfrutar de esa mirada de sincera admiración y amor de la que hablan los padres cuando hablan de los primeros años de vida de sus hijos. Simón se lo había perdido de los hijos de Lucia y de su propio hijo. Se repetía una y mil veces que no le gustaban los bebés ni los niños tan pequeños, simplemente no los entendía, pero si que era cierto que le hubiera gustado disfrutar aunque fuera solo de un día de esa época de cualquiera de sus 4 hijos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario