Un ramillete de flores: Cap. 5; Autora Nicole

Un ramillete de flores

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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 19 de Enero del 2017.

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Capitulo 5

Confesiones 

Autora:Nicole

Mientras  Mía Valentina se quedaba en  su pieza, su hermana se preparaba ya para salir con Navid quien tenía estacionado el carro en el garaje de los Cardona esperando por ella, cosa que se dio cuenta el padre de la muchacha y lo detuvo unos instantes.

• Hágame el favor jovencito – dijo, pero el chico no le paro bolas – Es con usted niño – volvió a repetir y está vez el muchacho se giró hacia él y le dijo:
• Señor – respondió en su tono más formal
• ¿Vos que edad tenés? – cuestionó
• ¿Y por qué me preguntás eso? – contesto y Emily que ya había salido y vio a su novio con su padre, solo tragó saliva mientras Carlos solo frunció el ceño
• Lo pregunto porque a los trece años – asumió que esa era su edad – No es uno muy responsable en el manejo y pensaba pues que – fue cortado
• Vea Don Patricio – error ese no era su nombre, pero Navid era tan despistado – Se manejar muy bien, y tengo dos años de experiencia, además tengo catorce años – mintió aun no los cumplía –  ya soy grande y no le pasará nada a su hija… soy la persona más confiable que existe en Medellín – dijo exagerando mucho
• No soy Patricio. Soy Carlos Mauricio y…
• Papi – Intervino Emily que hasta ahora no había hablado – Navid es un muchacho serio
• ¿Y vos como lo sabés?
• Bueno me parece – dijo ella toda nerviosa
• Parecer y ser no es lo mismo – ¡qué mamera con este cucho, acá nos dan las siete de la noche y no salimos por culpa de este carechimba!, pensó el adolescente
• Mijo confiá en los muchachos pues, solo van a tomar gaseosa y Navid trae a la niña a las tres ¿cierto que sí? – preguntó la suegra apareciendo nuevamente pues había ido a atender a una vecina que le pidió una información…
• ¡Bueno está bien pues! – dijo Carlos resignado, si su mujer soltaba a la flor seguro es porque conocía al mocoso, pero eso no le quitaba el derecho de recomendar – Pero escucháme bien muchachito – dijo elevando un dedo – Que nada le pase a mi hija sino te ahorco… ¿te quedo claro? – ufff con amenaza de muerte y todo – y nada de pasarte con ella, que es solo una amiga. ¿Entendés?
• Pues claro que sí señor – contesto, pero sin poder evitar murmurar entre dientes ni que me la fuera a comer
• ¿Qué dijo?
• Que si quiere te traigo algo de comer – se apresuró a responder, tuteando al suegro por salir del apuro
• No quiero nada gracias – contesto Don Carlos un poco confundido con el muchacho – Y ya váyanse para que regresen temprano

Y el chico se fue hasta el garaje, se subió al auto y al ver la cara de disgusto que el suegro le dio por lo poco caballeroso que se vio el gesto de no abrir la puerta a su princesita, Navid con todo y su despiste pillo aquella mirada acusadora y rápidamente salió del asiento del conductor y fue a abrirle la puerta a su reinita. La chica le dio las gracias y este regresó a su posición… cerró las puertas, encendió el motor y empezó a mover el carro, su suegro lehizo señas para que bajará el vidrio, el muchacho obedeció y Cardona  le indico que fuera muy juicioso en el manejo, la respuesta del pelado fue un: Listo llave e hizo lo que le dijeron solo hasta que se alejó aquella residencia,  luego no le paro bolas a tal  consejo y corrió tan rápido que Emily que es tan calmada y equilibrada se estremeció en su asiento y le suplicó que por favor redujera la velocidad. El sardino obedeció sin rechistar, total era su amorcito quien se lo pedía….

Mientras tanto Mia estaba enfrascada en una charla interesante

• Mami puedo ir a tu casa ahorita – Mia había recibido un chat en su fono
• Te aviso ¿sí? – le respondió rápidamente
• ¿Y eso? – preguntó él sorprendido
• Estoy castigada – le escribió
• ¿Castigada vos? – escribió colocándole un emoticon de sorpresa ahora
• Si las niñas buenas como yo también corremos con mala suerte – respondió haciéndose la inocente
• ¿Y qué fue lo que hizo la mami para que me la castigaran? –Mauricio pedía explicaciones…
• Nada, te digo que no tengo suerte…
• Comprendo, pero lo que me parece muy extraño es que te hayan castigado por nada – escribió poniendo unos ojos sospechosos – Siempre cuando un padre o una madre deciden ponerte un castigo hay una razón detrás
• Ya te he dicho, es mala suerte – insistía ella
• Mala suerte no es una razón de peso – Mauricio no se comía el cuento ni con asado – Bueno pues… ya no la molesto más con eso – decidió mejor no ponerla de mal humor – Lo que iba a decirte es que hoy tenía pensado hablarle a mi suegro sobre nuestro compromiso – uuufff que formal pensó Mía, pero al mismo tiempo sorprendida –  Quiero formalizar pues – dijo dejando un buen ratito sin escribir nada, como si esperara la reacción de Mia – No he dejado de pensar en vos desde que tu hermana nos presentó en aquella reunión. ¿Te acordás? – le dijo muy seguro de sí, pero no sabía que Mia mantenía su relación en secreto por miedo a la reacción de su padre
• Mami. ¿Estás allí? – escribió nuevamente ya que, Mia se quedó pensando que decir – ¡Decime algo pues!
• Ehhh si claro. Primero mejor voy yo a conocer a tus papás y luego venís vos a mi casa – propuso Mia para despistar al enemigo – Ya habló con papá y le digo que me levante el castigo, nos vemos en media hora que yo llego a tu casa – se apresuró en responder
• ¿En serio?… ¿vas a venir? – Preguntó emocionado – Me siento tan afortunado – respondió con sinceridad, en el fondo quería a Mia
• Si papito lindo… mi ¡amor! – le escribió cariñosa llenado la pantalla de corazones de colores
• Acá te espero pues – fue lo último que escribió y ambos se despidieron

Mia Valentina bajo rápidamente y le pidió o más bien rogo por un permiso a su padre quien más bien se puso a cuestionarla por todo, es que rogar por salir en medio de un castigo escondía algo.  Su madre tuvo que intervenir y le dijo a él que la niña tenía que salir y divertirse que ya le había quedado claro que tenía que ser bien juiciosa, que no se metiera en lio ni anduviera con malas compañías. La niña les dijo a ellos que iba a estudiar a casa de Paola que tenían examen de matemáticas en tres días, claro todo mentira, pero bueno el fin justificaba los medios; si no los engañaba no la dejaban ver a Mauricio y eso era lo peor que le podía pasar. A ellos no les gustaba la amistad con Paola, pero cedieron porque tampoco podían sobreprotegerla, eso era algo que al final iba a traerles muchos problemas, sabían que la chiquilla tenía que desenvolverse como cualquier muchacha de su edad.

Mientras la menor de las Cardona salía en bombas para ver a su novio adorado. Navid y Emily tomaban gaseosa juntos.

• Ufff que miedo – dijo la niña que aun recordaba cómo Navid salió a toda velocidad apenas se alejó de su casa
• Disculpáme vos pues – le pidió con ojos de arrepentido mirándola fijamente – es que a veces me emociono mucho cuando estoy detrás del timón – agregó
• ¡Claro, comprendo, pero tené cuidado! – Dijo ella tranquilamente – la calle está muy peligrosa
• Gracias por preocuparte por mí – dijo él besando su mano
• Si…sos un chico muy lindo y no quiero que te pase nada malo. A propósito ¿Para quién era el otro ramo de rosas que traías? – cuestiono ella, le pareció muy raro traer dos y solo entregarle uno
• Gracias Emily – dijo sonrojándose, lo  llamo lindo, era obvio, pero aun así que te lo diga una de las que te trae arrastrando el ala, eso era para ponerse la cara roja como tomate, pensó – Bueno pues el otro ramito era para mí mamacita linda que hoy llega de Bogotá y quería hacerla sentir como la reina de la casa que es. Es la única mujer en nuestro hogar – se explicó
• ¡Qué lindo que sos! – exclamó entusiasmada
• Bueno solo se me ocurrió – dijo sonriendo – entonces pues,   contame más sobre vos
• ¿Qué querés que te diga?
• Habláme de tu familia
• Bueno pues, somos cinco hermanas. La mayor se llama Danna Lucia un amor de persona; siempre hace hasta imposible por salvarnos – dijo y se tapó la boca cual niña de cuatro años que la acababa de embarrar
• ¿Salvarlas? ¿Cómo así, Emily? – aquello le causo curiosidad de la grande
• Bueno es… que… ay me da mucha pena – dijo sonrojándose
• No mami, vos no tenés que sentir vergüenza enfrente mío. Soy tu nuevo amigo – lo último lo menciono sin mucha emoción – Confiá en mí. Yo guardaré tus hermosas palabras en mi consciencia para siempre de eso podés estar segura – agregó haciendo un juramento, mas latoso no podia ser, pero lo que sea por enterarse de jugosos detalles se dijo a si mismo
• Está bien. Voy a contarte – dijo acomodándose – mi hermana mayor casi siempre nos salva de que nos den más duro, claro está; si ella ve que no la embarremos en grande mejor dicho, si hacemos una grande ni se mete pues sabe que solo se empeoran las cosas
• ¿Cómo así que les dan duro? – pregunto muy curioso
• Bueno nos pelan… a todas sin excepción. Nuestros padres son muy estrictos – confeso con algo de vergüenza y preguntándose si era prudente hablar de aquello
• ¿Enserio? No lo puedo creer – puso cara de barbaro
• ¿Qué no podés creer? – frunció el ceño
• Que las castiguen, pero contame ¿cómo es?
• ¿Cómo es que?
• ¡Como son los castigos que reciben ustedes pues!
• ¿Y para que querés saber?
• Tengo curiosidad…
• Ah bueno… ¡Mirá ponéme cuidao pues! Somos solo niñas en casa y nuestros padres se preocupan digamos más porque ya sabés…“las nenas corremos más peligros” – dijo entrecomillando la frasecita – Los castigos son tres tipos: Primero: falta leve solo cantaletas y unos minutos en la pieza – dijo numerando con sus dedos –  Si es grave: una paliza término medio con la chancleta o cepillo y cantaleta en el medio de los azotes, y si la hacemos en grande es decir una falta o varias graves: la pela va con todas las de la ley – seguía explicándole mientras el solo abría los ojos como plato y sin pestañear
• ¡Eh, Ave María pues! Imagino que a las pobres de Ariadna y a Catica les fue muy mal anoche ¿cierto? – preguntó para seguir con el tema que lo traía curioso
• Pues si… no pues… se las pelaron de lo lindo. Danna le contó a Mia y ella a mí, al parecer fue con la alpargata de mi mamá que si pegan duro y lo peor fue a cola pelada, en mi vida me he llevado una así y espero que nunca pase – dijo sin darse cuenta de lo peligrosa de sus palabras
• Pobrecitas las parceritas… dijo él sintiendo pesar por las sardinas – total el sabia como era el asunto en carne propia
• Sí, pero merecido se la tenían. Te cuento ese par son el mismísimo demonio y más cuando se juntan. La Ariadna llego toda ebria ¡Por Dios! yo mi mamá la incendio a correazo – dijo ella reprochando el comportamiento de su hermana
• Bueno pues… eso sí… ¿Y a vos te han pelado alguna vez?
• Si para que mentirte aunque me da un poco de pena, pero a mi jamás me bajaron los panties porque no soy grosera ni amanezco borracha – por poco y se persigna al terminar la frase
• Te entiendo parce, pero cuando fue la última vez que te cascaron a lo bien – insistió
• Hace un mes y medio, es una muy larga historia…
• ¿Y cómo paso?  ¿Qué hiciste pues? ¿Quién te las dio tu mamá o tu papá? Temblaste de miedo me imagino. ¡Contame pues! – pregunta tras pregunta con gran impaciencia y nada fuera eso, cogió su mano y la batía como florero
• ¡Paciencia pues!  Te voy a decir – le dio un sorbo a su helado y prosiguió con su charla – fue mi mamá  y me las dio tan fuerte que no pude sentarme en dos semanas… Resulta que…

Mientras Emily confesaba los secretos de ella y sus hermanas. Carmen le daba un caldito de pollo a su nena que traía un gayabito espantoso.

• Vio lo que le pasa por hacer lo que no debe – le regaño
• Si mami, ya no lo vuelvo a hacer más. Me duele mucho la cabeza y el trasero y todo por hacerle caso al Brian – dijo la tercera de las Cardona
• Si lo sabía, y de él queríamos hablarte tu padre y yo – dijo la señora mirándola fijamente a los ojos
• Mami por fis no más cantaletas, me duele mucho mi cabeza – dijo la adolescente tapándose los oídos como quien no quiere poner atención cuando le están reprendiendo
• ¡Ariadna Sofía! Estoy hablando con usted – le dijo la señora apartándole las manos de donde las tenía – Si vos volvés a verte con el tal Brian ese vamos a tener muchos problemas vos y yo señorita. No quiero tener que repetir la conversación que tuvimos ayer. ¿Entendés?
• Si señora – dijo la niña sin mucho ánimo la verdad no quería discutir y sabía que ponerse a pelear con su señora madre iba a traer más problemas tanto para ella como para su trasero y era lo que menos quería en aquellos instantes
• Yo veré… yo veré – dijo la señora y se fue a la habitación de Catica para hablar con ella también

Mientras hablaba doña Carmen con Catalina, Juan Camilo se estaba apenas despertando miro su reloj manilla ya casi las doce medio día y exclamo desesperado.

• ¡Juepucha! Se me olvido por completo. Como puedo ser tan bobo – se dijo así mismo – Hoy es el día de conocer a los padres de Catica y aun aquí durmiendo – dijo mientras se encamino a tomar un duchazo

El chico rápidamente se vistió con sus mejores pintas, y al igual que sus hermanos también tenía lo suyo, para que negarlo el sardino era bien pinta (bien parecido, guapo, lindo) Se en perfumó todo y vio a través del espejo el reflejo de su padre que estaba justo detrás de él y chicaneo la pinta e hizo un par de poses raras solo para joder.

• Se creció esta belleza y se volvió chicanero pues – dijo en tono de broma – ¿A dónde vas vos pues?
• A ver a mi novia Catalina ¿no te había contado de ella? – preguntó colocándose gomina en el cabello para hacerse un peinao cresta como los que usan los jugadores de futbol
• No hijo, disculpáme he estado tan ocupado que no me he enterado de nada y contame de esa niña ¿Dónde la conociste? – pregunto su padre con genuino interés
• Por ahí – es que ahora no había tiempo para esa charla
• ¿Cómo por ahí?
• Brian me la presento. Es hermana de Ariadna.
• Uhmmm ya veo¿Y cuando la traés acá para darte el visto bueno? – preguntó él al mayor de sus hijos, pensando también que rápido había pasado el tiempo, apenas ayer Juan Camilo era un nene en sus brazos y ahora era todo un hombrecito y hasta novia tenia y el señor ni enterado – debe ser una muchacha hermosa – añadió
• Lo es papá… Bueno voy a salir dame las llaves del auto – le pidió y su padre negó con todas las de la ley
• Lo siento hijo se lo preste a Navid, pero creo que no tarda si lo esperás – le sugirió
• No… ni que estuviera loco, si no voy ahora Catica me mata – dijo llamando a un taxi
• ¿Catica… es la mamá de la nena?
• No… Catica es mi novia papá. Se llama Catalina, pero de cariño le decimos Cata o Catica – explico santiguándose de que la suegrisima tenga el mismo nombre
• Ahh bueno. Hijo siento mucho que el otro carro no funcione lo debo llevar al taller de Alexander – se disculpó papa con una sonrisa
• No hay problema ya vienen por mi – dijo al ver al taxi ya estacionado al frente de la puerta de la casa
• Que te vaya bien pues y… – no alcanzó a decirle porque ya el taxi se había ido con su hijo en dirección a la residencia de las Cardona

Mientras al mismo tiempo Mia se apersonaba a la casa de los Piedrahita Tabares.

• Hola doña Sandra – saludo Mía
• Hola mamita siga, siga – la señora la invito a pasar
• ¿Está Mauricio? – preguntó
• Mire que estuvo una hora aquí con nosotros y salió para la tienda, pero ya no demora – le dijo ofreciéndole los sillones de la sala para que se sentara – Es que hoy me lo soltaron más temprano – se refería a las clases extra que el chico estaba tomando los sábados para afianzar algunas materias
• ¡Que hubo parcera! – Saludo Paola que apareció de pronto –Hola mamita – agregó, besando a su madre
• Todo bien y vos ¿En qué andás? – preguntó
• Estudiando mucho – respondió – mami puedo salir un rato con Marcela y Jessica… vuelvo en una hora ¿sí?, por fis mami decime que si – le pidió casi rogando en presencia de Mía
• No sé mija – dijo ella algo molesta, le incomodaba tanto que saliera con aquellas chicas, ninguna de las dos andaban en buenos pasos
• Mami por favor solo será un ratico y vuelvo… estoy aburrida decime que si – insistió
• Bueno está bien, pero no me llegue tan tarde – recomendó
• Gracias mamacita linda – dijo Paola dándole un beso a su madre y de paso invitando a Mia a que la acompañara
• Es que estoy esperando a Mauricio
• Pero ese ya no viene – le aseguró
• Y ¿Por qué no?
• Cuando se va a la tienda se topa con su parche – explico sobre su grupo de amigos – y nadie lo hace moverse de allí. Le dan como tres horas y la verdad no sé qué tantas bobadas pueden hablar. En fin hombres – dijo suspirando y rodando los ojos
• Pero él me dijo que me esperaría – dijo molesta Mia
• Mauricio dice una cosa y hace otra – declaro su hermana
• Bueno yo lo espero un rato
• Listo llave esperálo si querés. Yo me voy – dijo y salió por la puerta en dirección a la casa de Marcela donde estaba también Jessica.
• ¡Entonces qué Mia! Hola mamacita – dijo ahora Brian saludando que acababa de despertarse
• Bien mijo, ¿cómo sigue?
• Bien mamacita – dijo abriendo la nevera y sacando una jarra con jugo naranja; se sirvió en vaso y tomo… luego fue a darse un duchazo. Su madre le dijo desde la sala
• Brian mijo, ¿va a comer alguito?
• Mamacita ¿Qué hay? Preguntó antes de meterse al baño
• Arroz con fríjoles y carne molida y de postre natilla que a usted tanto le gusta – dijo ella
• Listo… listo ya voy mamá – el chico se duchó, se vistió y salió de su pieza, comió la comida lo más rápido que pudo en presencia de Mia y su madre y cuando Sandra iba a traerle el postre sonó el teléfono y se paró desesperado
• ¿Para dónde va mijo?
• Por ahí mamá…
• ¿Cómo así que por ahí Brian? ¿Para dónde va pues?
• Mamá voy a trabajar por favor, no me haga tantas preguntas ¿sí? Más bien porque no atiende a la muchacha y no se preocupe por mí que yo estaré bien – dijo él a su madre mientras iba a abrir la puerta cuando esta lo detuvo
• Mijo espere, no se vaya… ¡Ya le sirvo su natilla que tanto a usted le gusta!

Brian estuvo a punto de quedarse, tentado por la inteligente estrategia de doña Sandra de ofrecerle su postre preferido, que solo podían darse el lujo de comer una vez por semana, pero pudieron más sus ganas de ir a atender ese negocio y hacer la vueltica que le había encomendado Xavier… por lo que siguió corriendo.

Pasando saliva al recordar el delicioso y agradable sabor del postre que había despreciado por primera vez en su vida. Brian corría como loco por las calles del barrio, mientras Abdiel par de Xavier se encargaba de buscar nuevos prospectos en la tienda donde estaba Mauricio.

Mientras Brian iba a cumplir con la primera vuelta (negocio), Charlie se encontraba en el médico, al parecer el dueño de la heladería lo había llevado a una clínica que casualmente estaba al frente de la misma y bueno lo habían atendido y afortunadamente no paso a mayores, solo una somnolencia profunda, estaba medio apendejado el pobre. El sr. Nuñez reviso la cartera del muchachito que había sacado de su bolsillo del pantalón y vio los números de teléfono de sus familiares y la dirección de su residencia y decidió marcar.

Ring… ring… sonaba el teléfono de Juan Camilo, pero estaba tan distraído camino a casa de su novia que no le puso atención, es más el teléfono estaba en silencio.

• Y ahora, nadie contesta. ¿Qué voy a hacer con este muchacho? – se preguntó
• Señor ¿y los familiares del niño? – preguntó la enfermera
• No sé, estaba con un muchacho de estatura mediana, no muy alto bastante pinta y chicanero el sardino – dijo el médico tratando de recordar el rostro del mocoso – Podría tener como trece años vinieron, en un mercedes Benz, esta algo loco ese chico, salió corriendo y le dijo a este que iba a hacer una vuelta y volvía y el chiquillo se durmió – dijo señalando a Charlie – Intentare marcar nuevamente – añadió el sr. Nuñez mientras la enfermera solo asentía con la cabeza

Y en casa de los Correa Tabares solo estaba Oliver y dormido a pierna suelta en el sofá con el televisor encendido y de pronto llega su mujer toda cansada por el viaje.

• ¡Oliver Ivan! ¿Qué hacés tirado ahí pues? – dijo con autoridad y apagando el televisor
• Mujer ¿llegaste? No te sentí – dijo su querido esposo finalmente despertándose – Disculpá me he quedado dormido. ¿Y a vos como te terminó de ir?
• Más o menos no terminé nada lo que tenía pendiente. La otra semana me tocara viajar – dijo ella con cara de fastidio
• Ah bueno… ¿Querés que te prepare algo de comer? – preguntó amablemente y sonriendo
• Si, gracias amor – respondió, dando un vistazo a la casa, había demasiado silencio – ¿y los muchachos? – preguntó
• Bueno Camilo fue a ver a su novia, Charlie y Navid lo mismo… solo estoy yo – respondió él acercándose para darle un beso, como diciendo, ya estan grandes, ahora somos nosotros quienes nos quedamos
•  Si – suspiro ella – Tengo que hablar con ellos, he estado pensando en traer a una chica que esté a cargo mientras no estamos. No es bueno que pasen tanto tiempo solos pueden inventar algo y no sé – decía ella con ambas manos en la cadera, pero a su esposo se le cerraban los ojos solos, estaba que moría de sueño – ¡Pero paráme bolas pues! Parece que estoy hablando con la pared – sacudió el hombro de su marido enfada, como le molestaba la actitud tan desatenta de su conyugue
• Claro mi reina – dijo él tratando de suavizarla un poco – Lo siento ves, es que he estado algo cansado ¿decías?
• Que quiero traer a una muchacha para que se encargue de la casa y vigile a nuestros hijos, estaba pensado en Marta Ofelia Rengifo la hija de doña Ofelia – le comento
• Pero mi amor – dijo por fin el marido, aquello le quito la mitad del sueño – los muchachos ya no son niños, son adolescentes, eso que tenés en mente solo traerá problemas – dijo él considerando que no era una buena idea traer a esa muchacha que apenas alcanzaba los dieciocho años
• Ya lo he decidido y vos no me vas a hacer cambiar de opinión – dijo convencida
• Por Dios mujer Charlie casi tiene trece, Navid por cumplir catorce y Juan Camilo quince, ya son grandes para eso. No van a estar de acuerdo con vos – intento hacerla recapacitar, pero que va, a Sofía Aurora Tabares cuando algo se le metía en la cabeza era tan difícil hacerla entrar en razón
• ¿Y a mí qué? Mientras vivan en esta casa hacen lo que yo les diga y sin rechistar y aceptan mis órdenes sin reclamo, faltaba más hacerle caso a un trio de mocosos – dijo ella y se fue a su pieza a buscar ropa para cambiarse para salir de la ducha

Mientras su marido entro en la cocina para prepararle algo ligero, pensando en los líos que eso podría traer y no necesariamente porque no la acepten, sino porque lo hagan y las hormonas se revuelvan, total Marta Ofelia era una muchacha muy bonita…. A ver como convencía a su mujer de quitar esa tontería de la cabeza o quizás era mejor que solita se dé cuenta del problema, mmm pensó, si, mejor eso, para que fatigarse se dijo a sí mismo.