Postales Navideñas
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 24 de Diciembre del 2016.
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Promesas inclumplidas
Sebastián tenía lágrimas en los ojos, ¡¿por qué su padre no entendía lo importante que era para él pasar la primera Navidad con su papá como familia?! No era un berrinche lo que tenía... Era necesidad: la necesidad de tener a su papá sólo para él el día de Navidad... Se suponía que así iba a ser, y ahora papá le salía con que debía hacer guardia. No era ¡justo!.
- Sebastián! No estoy de humor para discutir esto nuevamente, hijo. Es mi trabajo y tengo que cumplir con esa responsabilidad... Créeme que si pudiera decir que no, lo haría. Pero desgraciadamente no está en mis posibilidades – Explicó con poca paciencia Joaquín Torrente, apretándose el entrecejo con sus dedos. Estaba empezando a sentir una terrible migraña, después de discutir unas diez veces por el mismo tema con su enojado hijo. Por qué su hijo no podía entenderlo?!
Sebastián tenía lágrimas en los ojos, ¡¿por qué su padre no entendía lo importante que era para él pasar la primera Navidad con su papá como familia?! No era un berrinche lo que tenía... Era necesidad: la necesidad de tener a su papá sólo para él el día de Navidad... Se suponía que así iba a ser, y ahora papá le salía con que debía hacer guardia. No era ¡justo!.
- Sniff. Sniff... Pero tú lo ¡prometiste!... ¡Lo prometiste! papá – Repitió dejando caer las lágrimas. Se suponía que su papá cumplía las promesas... ¿cómo es que ahora no?! Por qué esta vez ¡no?
- Lo sé. Y lo siento, hijo, pero esta vez no podré cumplirlo!, no por mi Sebastián – respondió apesadumbrado el hombre, invadido por una culpa terrible
- ¿Sabes qué? Ya no me importa – dijo finalmente Sebastián – Ya no quiero pasar navidad ni año nuevo, ni nada contigo ¡Te odio! – Lloró Sebastián, sintiendo un tirón en su pecho tras decir esas palabras... No odiaba a papá, pero estaba herido y su corazoncito adolescente lo hacía rebelarse de ese modo
- Hijo, por favor entiende...
- Qué quieres que entienda?! ¿Que yo no te intereso? – le pregunto duramente – Ya lo dejaste claro! Ya lo entendí, papá... No quiero escucharte MÁS – gritó Sebitas con mucha rabia antes de echarse a correr a su habitación, encerrándose para llorar sin que lo viera su padre
Abajo, Joaquín cerró los ojos tras escuchar el
fuerte portazo que dio su niño lindo, en otras circunstancias hubiera subido y
le hubiera dado unas palmadas por eso, pero hoy simplemente no podía hacerlo.
Si a Sebas le dolía no pasar Navidad con su papá, a Joaquín le dolía más no
poder complacerlo, ¡había esperado tanto por este momento!, había comprado cientos de regalos que hasta
el momento estaban guardados en casa del abuelo, esperando por la noche buena…
justo esta misma noche, y encargó platillos exquisitos y toda la comida que a
su hijo tanto le gustaba para compartir con él y con su abuelo Juan Carlos,
quería que fuera la mejor navidad por ser la primera que pasaban como familia.
Pero todo eso se había visto frustrado por el llamado a última hora del
hospital, el otro médico que debía cubrir la guardia tuvo un altercado familiar
por lo que se vio en la necesidad de hacer un viaje imprevisto y al parecer
quizás no tenga tiempo para regresar a cumplir con su trabajo, porque lo
presentó una carta de permiso por cuestión familiar que estaba perfectamente
documentado y así evitar conflictos futuros y la otra opción, la Dra. María
Luisa Alanis estaba con licencia por maternidad. Así que no había más remedio
que trabajar ese día, con la promesa de que en Año Nuevo descansaría sí o sí.
Joaquín dejó salir el aire de sus pulmones con un
suspiro largo antes de subir a hablar con el chico. No quería ir a trabajar
dejándolo molesto, o pensando que no lo quería o que no le interesaban sus
planes y sus sentimientos, él amaba a ese jovencito con su vida. Qué más daba
por quedarse en casa, disfrutando del rostro alegre de su hijo cuando abriera
los regalos... pero las obligaciones llamaban a su puerta, él era un médico y
había hecho un juramento, el de asistir a los necesitados y en esta época el
hospital colapsaba con todo tipo de accidentes, intoxicaciones y demás, no
podía echarse atrás.
Así que en un último intento por hacer que su hijo
entienda esta difícil posición, subió las escaleras lentamente, tomando
energías de donde no las tenía, mirando su reloj cada vez más nervioso por dos
razones, una que su abuelo llegue de una vez y dejar a su niño en buenas manos
y segundo, tener el tiempo suficiente para llegar al hospital sin prisas.
- ¿Sebastián? – murmuró en la puerta – hijito – dijo con cariño – ¿podemos hablar un momento? – preguntó, entrando lentamente a la habitación. Cuando asomó la cabeza y sus ojos se enfocaron en el cuerpecito acurrucado en la cama, y sus oídos oyeron el llanto pesado de su hijo, su corazón sintió una punzada que lo hizo correr prácticamente hasta él, con mucha ternura, lo alzó de la cama y lo acomodó en sus piernas para abrazarlo – Mi chiquito, no llores así, cielo… Por favor, trata de entenderme... – decía, dándole besos en la frente – Qué más quisiera yo que quedarme y pasar este día contigo, pero no puedo....
- Sniff sniff... Llévame contigo en… entonces... snif snif snif... no quie... no quiero que estemos separaaados... buaaa... – a Sebastián ya le dolía el estomago y su pecho de tanto llorar y tenía los ojos como dos focos rojos
- No puedo, hijo – respondió afligido, no quería exponer a su hijo a esas escenas tan crudas que pueden dejar las fiestas cuando las personas se dejan llevar por el alcohol y la irresponsabilidad
- ¡¿Por qué noo?! Yo quiero estar contigoo – lloriqueó, prendiéndose más en el abrazo de su papá
- Porque no, mi cielo. No tienes idea de las cosas que uno ve en estas fechas... niños quemados por el mal uso de la pirotecnia, personas baleadas, acuchilladas... no es ambiente para ti, Sebitas – le iba explicando las cosas feas que seguro enfrentaría – entiende a papá amor, porque aunque te llevara, igual no podré estar contigo porque seguro estaré atendiendo una emergencia, esta época es fea en el hospital – dijo con paciencia – ahí no llega la navidad hijo, sólo llega la catástrofe. Pero te prometo que voy a compensarte, mi pajarito pero ya no llores. No llores que sino no podré irme.
- Entonces No te vayas... – Afirmó Sebastián con un tierno puchero en sus labios
- Pero debo hacerlo, hijo, es mi trabajo – en eso sonó el timbre de la entrada – ese debe ser tu abuelo, quiero que te portes bien con él Sebastián. Mañana temprano estaré de regreso, promesa – dijo dándole un beso en la frente, apretando su cara entre sus manos – Te amo, hijo... Voy a extrañarte mucho – Joaquín le dio un beso en la cabeza y lo apretó entre sus brazos una vez más, antes de dejarlo en la cama para salir del cuarto, sabía que si miraba hacia atrás, no tendría el valor de dejarlo ese día
- Papá, me lo cuidas bien, por favor – pidió con la voz preocupada y triste, en eso Sebastián se asomó a las escaleras viéndolo desde ahí arriba, cosa que hizo que Joaquín dé el acostumbrado consejo de siempre – ... y si se porta mal, ya sabes que tienes mi permiso para reprenderlo – era una costumbre, como las palabras mágicas que hacían que Sebastián se lo piense antes de hacer alguna tontería
- No será necesario, mi nieto se portará bien – contestó Juan Carlos mirando triste a su nieto y a su bisnieto – que pases una noche tranquila – fue su deseo, abrazando a su muchacho
- Feliz navidad, papá... – así el joven médico se despidió de su abuelo y salió rumbo al hospital, sintiendo que de feliz, esta navidad no tenía nada
Mientras tanto, en su habitación, Sebastián
continuaba llorando, sólo que más resignado. Sin embargo, no podía evitar el
dolor que sentía su corazón, hubiera deseado que su papá se quedara o que lo
llevara con él al menos, pero Joaquín se había negado. Papá había roto su promesa...
por más motivos que tuviera, lo había hecho. Cada vez que pensaba en eso, sus
miedos de abandono se hacían más fuertes. ¿Y si también rompía sus otras
promesas de cuidarlo y quererlo siempre?, se preguntó, ¿y si se hartaba de él y
lo regresaba al internado o peor todavía... ¿a un orfanato?!, volvió a
acurrucarse en su cama, tomando la almohada para llorar en ella su pena. Dolía
tanto su alma.
Juan Carlos subió al cuarto de Sebas para instarlo a
bajar con él al comedor y estar juntos, habló un rato con él y trató de
consolarlo, pero no tuvo mucho éxito. La carita de su bisnieto continuaba
siendo la de un niño triste. Así que lo dejó un rato a solas, quizás dormir una
pequeña siesta lo haga sentir mejor pensó, mientras él se fue a ver la comida,
que esté todo en orden, aún era pronto para cenar, y se dirigió solo al salón,
colocando todos los regalos bajo el árbol acompañando aquellos que ya estaban
puestos, que obviamente eran para el abuelo, papá y el mismo Sebastián, y tras
eso decidió ver la tele, subió una vez más a la alcoba del niño y lo vio
tumbado de lado, y no quiso entrar, creyendo que estaba dormido, asi que se
distrajo tristemente mirando una peli navideña para niños, mirando la hora,
cuando sea cerca de las 11 de la noche lo despertaría para cenar y abrir los
regalos cuando llegaran las doce.
Pero Sebastián, lejos de acostarse a dormir, se
tumbó para pensar en frío, fingiendo dormitar cuando oyó a su abuelo y una vez
que se cercioró que Juan Carlos no subiría, se vistió con ropa deportiva y tomó
una mochila en la que cargó algunas ropas y su pertenencia más preciada: el
jueguito que le había regalado su padre el día de su cumpleaños el día que lo
adopto. No sabía dónde iría pero ya se las ingeniería para salir adelante. Por
lo pronto, se ocultaría en casa de los mellizos, total, el padre de los
muchachos no se daría cuenta.
Así, Sebas alzó su improvisada maleta y salió por la
ventana de su habitación, aprovechando que los vecinos tenían la música alta y
por lo tanto su abuelo no lo escucharía. No tuvo muchas dificultades para
llegar a la casa de los Tanner, habló un poco con los mellizos sobre sus miedos
y lo que había pasado y estos lo entendieron y decidieron llevarlo al garaje, el
auto de su papá estaba en el taller hasta la semana siguiente así que Saúl ni
se acercaría ahí.
En casa de los Torrente, Juan Carlos mirando la hora
decidió despertar a su nieto así que pasó por el cuarto de Sebastián a
supervisar que estuviera bien, dudaba que la música de los vecinos dejaran
dormir al niño, pero cuando abrió la puerta se llevó la peor de las sorpresas:
la cama vacía, la ventana abierta y una pequeña nota dando gracias. Juan Carlos
por poco y se infarta. Ahora ¿qué le diría a su nieto?? Ja! pero ese mocoso ya
vería.... De ésta no lo salvaba ni Papá Noel, pensó primero enfadado, pero
luego se dio cuenta que llevaba mucho tiempo sin supervisión y no tenía idea
cuánto tiempo llevaba perdido y ni idea de a dónde pudo ir.
Pensando en eso, bajó las escaleras al ritmo de un
maratonista y cuando abrió la puerta del frente de la casa, se topó de lleno
con Joaquín que venía llegando.
- ¿Qué haces aquí, Joaquín? – preguntó casi gritando y muy alterado, como a parte de sorprendido disgustado – ¿No deberías estar en el hospital? – cuestionó muy nervioso.
- No me lo vas a creer, papá – respondió Joaquín contento, sin darse cuenta del estado de ánimo de su abuelo – pero Marcos logró volver de su viaje y se enganchó a la guardia hace media hora, me agradeció el favor y me envió a casa, así que podré pasar Navidad con mi hijo – dijo todo eso, tomando a su abuelo de los brazos, contento como un niño de 3 años – ¿Dónde está Sebas?!... Quiero darle la sorpresa – Joaquín estaba tan emocionado que Juan Carlos no pudo evitar sentir vergüenza por lo que iba a decir
- Joaquín, lo lamento – murmuró y Joaquín frunció el ceño – pero No sé dónde está Sebastián…. Se escapó.
- ¿¿Queeeeé???? – El rostro sonriente de Joaquín pronto se ensombreció.
¿Cómo podía haber ocurrido eso?! Justo ahora que
todo estaba saliendo bien... Grr, gruñía, pensando que todo esto tenía parte de
culpa él también, pero eso no le daba derecho a Sebastián de hacer lo que
hizo... Su hijo le iba a sacar canas verdes. Joaquín sacó su celular del
bolsillo y activó el GPS, esperaba encontrarlo pronto para traerlo a casa y
darle la paliza de su vida y luego muchos besos, esperó un momento y se fijó la
dirección. Un suspiro ruidoso salió de su boca en cuanto supo la locación de su
bebé, por lo menos estaba en un lugar conocido, agradeció mentalmente a Dios.
- Voy a traerlo, papá… y en cuanto lo tenga bien seguro, encerrado en su cuarto, voy a castigarlo – prefirió advertir a Juan Carlos, para que llegada la hora no se le ocurra decir nada o entrometerse
A las 11,15 de la noche, Joaquín Torrente tocaba la
puerta de la casa de los gemelos Tanner Gutiérrez. Menos mal Saúl lo atendió y
se asombró por lo que el médico le dijo, el hombre no se había dado cuenta de
nada, con razón los chicos estaban tan calladitos y misteriosos, pero ya
hablaría con ellos, así que llamó a los chicos y tras las preguntas de rigor,
esperó por una respuesta de ambos, pero estos se negaban en redondo a
contestar… Joaquín era el enemigo, el arruina navidades… el Grinch según ellos
y Sebastián.
- Más les vale Bryam y Ryan Tanner hablar ya mismo, si quieren quedarse a ver los fuegos artificiales – amenazó Saúl, a estas alturas era lo único que los chicos disfrutaban
- Pero papá... – protestó Ryan
- Nada de peros, Ryan… ¡hablen ya! – dijo cruzándose de brazos
- Señor Torrente, de verdad que Sebas no vino aquí – mintió Bryam pero se arrepintió de hacerlo cuando su papá le dio dos palmadas fuertes en la cola – Ayyy...auuuu... Papiiii – acto seguido, Saúl tomó del brazo a su otro mellizo y le dio dos palmadas también
- Auuuuuuu... ¿A mí por qué?! – se quejó el adolescente
- Hablan ¡ya! o voy por el cinto – amenazó Saúl, sólo para meterles miedo porque bien podría haberse quitado el que traía puesto, Joaquín no quería arruinarles más la noche así que trató de razonar con los muchachos.
- Chicos, por favor. Necesito encontrar a mi hijo – dijo con voz suave y mirándolos con cariño – sé que Sebastián es su amigo, y lo están ayudando. Pero ya no tienen que hacerlo – aseguró mostrándole el GPS para que sepan que la señal venía de su casa – él estaba enojado conmigo porque le dije que no íbamos a pasar navidad juntos pero no era por mi capricho, yo tenía que trabajar esta noche por una emergencia que al final se suspendió – les explicó por si acaso Sebastián salió con algo de drama en su enojo – díganme dónde está, por favor – y ambos adolescentes se miraron y asintieron casi imperceptiblemente
- Está en el garaje – dijeron a coro….
Joaquín y Saúl fueron al garaje y encontraron a
Sebitas sentado en un rincón, con las piernas abrazados a su pecho, llorando.
Se veía tan vulnerable, como un cachorro abandonado. Joaquín se acercó hasta él
haciendo el menor ruido posible y le tocó la cabeza, haciendo que Sebas levante
la mirada.
- ¿Papi?! Qué.. ¿Qué haces aquí? – preguntó limpiándose las lágrimas con el puño de su remera, Joaquín no aguantó más, lo alzó del suelo y lo estrechó entre sus brazos, ya tendría tiempo para la paliza y en privado
- ¿Qué haces tú aquí, hijo? ¿Por qué huiste? – cuestionó dejándose impregnar por el aroma de los cabellos de su hijo
- Sniff... No quiero que te canses de mí y me dejes en un orfanato. Papi no lo hagas, por favor – Sin darse cuenta, Sebastián confesó su miedo más grande, tan cansado estaba que no podía controlar su lengua.
- De dónde sacas eso, ¿eh?! – quiso saber Joaquín confundido
- Es que estas buscando pretextos para no estar conmigo… lo mismo hacían mis abuelos – de pronto recordó algo que marco su joven corazón cuando quedo huérfano
- ¡Oh!, vamos pajarito, yo no podría vivir sin ti, he ¿mocoso!.... Te amo – le dijo y Sebastián se apretó en el abrazo, escondiendo su rostro en el cuello de su papá, llorando sin reparo sin importar mojar su camisa con mocos o lágrimas
- Yo también, papá.
Tras aquello y despedirse de Saúl y los mellizos
rápidamente porque era cerca de la media noche regresaron a casa, el abuelo los
esperaba, y cuando estuvieron de regreso Juan Carlos le dio un abrazo a su
bisnieto, recibiendo un sin fin de disculpas de su parte, pero todos sabían que
ahí no terminaba la cosa, antes de poder sentarse a disfrutar de la cena y los
regalos, Joaquín y Sebastián tenían un asunto que resolver.
- Ve a tu cuarto, Sebastián – y ahí estaba el Sebastián que papá anunciaba en problemas – o voy en un rato, hijo – dijo papá, con la voz seria
Sebastián puso un pucherito tímido pero ante la
seriedad en el rostro de su padre decidió obedecer. Sabía que le tocaría una
paliza.
- ¿Qué voy a hacer, papá? – preguntó Joaquín a Juan Carlos – No quiero castigarlo... ¡Es navidad! – decía Joaquín, rascando su frente y exhalando un suspiro
- Hijo... Sé que no quieres hacerlo, pero sabes que merece una reprimenda – contesto el abuelo sentándose en el sofá ya con el alma en el cuerpo – Piensa en el peligro que corrió para llegar hasta los Tanner – el había tenido tiempo para pensar en eso – La calle está llena de locos que andan haciendo tiros al azar, de borrachos, de pervertidos que lo podrían haber secuestrado. Puede parecer que estoy exagerando, pero tú sabes que no es así. Así que piensa lo que harás
Joaquín miró intensamente a su abuelo. Tenía razón.
Su hijo había estado en peligro desde el momento en que salió por la ventana...
Que para variar estaba en un segundo piso, ¡por Dios! Y luego los peligros de
la calle. Los borrachos abundaban y encima los locos al volante parecían
multiplicarse. Si algo le hubiera pasado a su hijo, él no se lo perdonaría
jamás. Por eso tomó la decisión que tomó.
- Voy a hablar con él – anunció sintiendo que sus pies pesaban toneladas
Cuando llegó al cuarto, Sebitas lo esperaba sentado
en el borde de la cama, para sorpresa de Joaquín se había quitado el pantalón y
sólo estaba en camiseta, ropa interior y medias, hecho un manojo de nervios.
Nunca era bueno para él esperar, su cabecita proyectaba tantas cosas malas.
Pero lo que más temía era decepcionar a su papá.
A Joaquín le conmovió verlo así y con pasos lentos
se acercó hasta él para no asustarlo más de lo que ya estaba y se sentó a su
lado y lo abrazó. Sebas se sintió protegido en aquel abrazo y no pudo evitar
llorar… Estaba avergonzado, no había querido preocupar a su padre así.
- Sé que me merezco una paliza – murmuró con dos luceros húmedos en vez de ojos, tuvo tiempo para reflexionar en todo pero papá quería hablar primero
- Bichito, ¿por qué te fuiste?, ¿por qué lo hiciste?... ¿Sabes el riesgo que pasaste? Te imaginas cómo me sentiría yo si te pasaba algo malo? – Sebitas lloró más fuerte....
- Lo seee – respondió resignado, no había pretextos, aabía que Joaquín tenía razón, es más en su camino a casa de los mellizos se había cruzado con algunos drogadictos y un par de muchachos intentaron robarle la mochila, afortunadamente, nada malo le pasó, gracias a que unos adultos los detuvieron – intentaron asaltarme – confesó con un escalofrío en el cuerpo y papá no necesitaba decir nada más, abrazó a su hijo, cerrando los ojos, sintiéndose en parte culpable, diciendo que fue un tonto en no llevarlo consigo, pero quien fuera adivino
- Bueno pues, entonces ya sabes que hacer – dijo papá después de un momento y lo puso sobre sus rodilla y empezó…
- Plass Plass Plass... – la pequeña orquesta de palmadas y quejidos tímidos pronto se hizo escuchar por toda la casa – Plass Plass Plass Plass PLAS PLAS PLAS plas plas plas....
- Auuu auu yaaa paa auuu agg – y Sebitas no pudo contener sus quejas, estaba además demasiado sensible
Abajo, Juan Carlos trataba de ocupar su cabeza y sus
pensamientos en los regalos y en preparar las copas con el champán y la gaseosa
para su bisnieto, para no echarse a correr en auxilio de su querubín, pero aun así
no era fácil.
- Plass Plass Plass Plass... PLAF PLAF – seguía resonando desde las gradas
- Mmm mmgg mgsss magg – y si bien Sebitas lloraba abiertamente, trataba de no quejarse, pero el brazo de su padre tenía una fuerza impresionante, que lo hacían berrear
- Plass Plass Plass Plass Plass Plass
- Ayyy.... Auuu... Yaaa, papaaaá. Sniff Sniff... Lo siento, papito....Lo sientouuuu – empezó a quejarse entre sollozos que sonaban desgarradores para los oídos de su padre
Pero Joaquín decidió que unos cuantos chirlos más
eran tolerables, pero primero quiso ver que no le estuviera haciendo daño, así
que le bajó el calzoncillo, dejando al descubierto el par de cachetes rojos de
la paliza suministrada. Viendo que el "daño" era superficial y que
seguramente no duraría más que un par de horas, decidió continuar con palmadas
repartidas en la zona baja del trasero de Sebas, que era la que estaba menos
colorada.
- No Plass Plass volverás a escaparte de casa Plass Plass nunca más Plass Plass... – continuó su padre, calcando hasta sus huellas digitales en las asentaderas de su retoño
- Buaaa... Buaaaa.... Papiiii... Ayayayyyy... No, papii, ya noo. Nunca más... Ayyy perdoooooón – se puso a rogar abiertamente pellizcando a papá quien supo que tenía que terminar, así que apretó la nalgadas antes de sentarlo
- Plass Plass... Tú mismo viste lo peligroso que es... Plass Plass... Que sea la última vez, Sebastián Torrente... Plass Plass... La última vez, porque.... Plass Plass Plass Plass... Porque te juro que si algo te pasa, se acaba la vida para mí, mi bebé – dijo Joaquín desesperado, para sorpresa de Sebastián que creyó lo amenazaría con el cinturón, mientras papá lo dio la vuelta encima de su regazo, abrazando a su precioso hijo con infinita ternura. Amaba tanto a ese mocosito, con escapadas, pre infartos y todo. Lo amaba más que a su propia vida, y así se lo hizo saber entre besos y caricias que fueron calmando enseguida el llanto de Sebastián – ¡jamás! creí que podría querer a una persona tanto como te quiero a ti... Te amo, hijo. Y te amaré siempre, lamento haber incumplido mi promesa, pero – empezó Joaquín a consolar a su hijo
- Pero papi, si cumpliste – dijo entre sollozos mirando el reloj de papá – ya casi es navidad y estamos juntos… Papi te quiero... – murmuro abrazándose a su padre, llorando de nuevo, Joaquín miró su reloj y se sorprendió de ver la hora
- Ya hijo, ya, calma… más bien ve a lavarte la cara, así bajamos a brindar con el abuelo – sugirió limpiando con sus dedos las lágrimas de su hijo
Joaquín lo puso de pie y le ayudó con la ropa, justo
a las doce en punto, Joaquín y Sebastián bajaban a abrazar a Juan Carlos y los
tres levantaron las copas, brindando.
Feliz navidad!! Dijeron los tres al mismo tiempo,
brindando y dando gracias al cielo por la hermosa familia que les había dado,
Juan Carlos, alzó su copa agradecido de ver a su nieto feliz y pleno con la
llegada de su bisnieto, Joaquín hizo lo mismo, sintiéndose bendecido de tener a
Sebastián en su vida... y Sebas agradeció a su padre y a su hermano que desde
el cielo habían puesto a Joaquín en su camino; no podrían haber elegido mejor
persona pensó, su papá era el mejor de todos. Un hombre de palabra que cumplía
con las promesas así le gustara él o le doliera a su trasero.
Feliz Navidad Cath, espero que sea de tu agrado
este humilde obsequio;
pero sobre todo, deseo que pases una hermosa Navidad
24 de Diciembre del 2016
Que bueno que el doctor pudo estar con su hijo!!
ResponderEliminarPobre sebitas todo lindo con sus inseguridades pero lo bueno que su Papi siempre le cumple!!
buu yo también me puse triste de que pensé que no pasaría
Pero fue increíble volver a leer algo escrito por ti Cami lo hiciste muy bien.. Porfis ya no nos abandones y continua escribiendo!!
Feliz Navidad Cath Blue Red
Super dulce Camila! Había olvidado tu Manera de escribir que bueno poder leerte
ResponderEliminarFeliz Navidad Camilita
ResponderEliminarY Bienvenida al blog, espero de corazón que sigas participando con nosotros y compartas tu talento, eres muy buena escribiendo así que espero que mi invitación te suene sincera.
Fuera de eso, me ha encantado que escribas de Sebastián, se que leíste toda la historia y gracias a eso me di cuenta que cambien el apellido, pero volví al nombre original.
En cuanto a la historia disfrute mucho de tu imaginacion y que obres el milagrito de que padre e hijos disfruten la navidad con su abuelo.
un abrazo, Marambra
Ay me encanto mi ragalo Camila, te quedo hermoso.
ResponderEliminarmuuuuuchasssss gracias y
FELIZ NAVIDAD
Muy linda la historia, triste pensar que se quedaría sin el cuidado de su padre en una fecha tan importante. Pero al final todo cambio jaja malo para el claro por su traserito.
ResponderEliminarPobre Sebas me dio mmucha penita, con sus inseguridades pero que bueno qe papá pudo llegar y le aclare laa cosas, aumque con dolorcito incluido.
ResponderEliminarTe quedo muy lindo el ccapi
Muchas gracias por los comentarios
ResponderEliminarQue sorpresa mas inesperada, papá buscandolo para estar con él y cumplir su promesa, pese a que seria castigado, muy lindo
ResponderEliminarFelicidades Camila, te quedo hermoso y Feliz Navidad
Ginebra