Mis Gemelos
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 29 de Abril del 2016
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Capítulo 122
Jenecherú: el fuego que
nunca acaba
Autora: Marambr
Iván y Lex
cerraron los ojos con una sonrisa cómplice en los labios, no era necesario
decir absolutamente nada, aquel instante puesto en escena era la imagen
bucólica por excelencia para coronar de oro las horas aquellas que se apagaban
en el fondo naranja de la estancia de Rubén; el olor a carne asada, las
melodías de una guitarra, el trino de tordos partiendo la tarde no eran nada,
absolutamente nada ante aquel beso que Rubén robo a su mujer delante de todos,
él, hombre celoso de su intimidad, casi nunca hacía despliego de sus pasiones
al aire libre por lo cual aquello era toda una hazaña para sus hijos y todo un
detalle para Clara sobre todo tras los incidentes de la noche pasada, pero para
llegar a esto uno de ellos tuvo que darse cuenta de lo que estaba en juego, eso
y la ayudita de Dios a su manera… es que realmente Dios habla entreverado a
veces con voz ajena y lo que paso en la hacienda con uno de los trabajadores
del Rubén fue un empujoncito para decidirse por lo correcto…
El
asado se hacía en el fuego y en una olla a barro cocía la yuca, si se serviría
algo típico, que sea un bufet a campo abierto con la mejor carne faenada de
Rubén, para ello se dispuso de una larga mesa cuyo cuerpo de madera era hecho
de troncas de cupecí en crudo sin mantel, sin individuales sin vajilla de lujo,
sino pailas de madera que llevaban en su lomos la yuca recién cocida, la
ensalada aderezada solo con sal y un chorro de aceite, en otro llajua picante y
chimuchurri con oloroso ajo, nada de mayonesas, kétchup o cosas como esas,
cubiertos para quien quiera hacer uso de ellos o solo comer con la mano, y en
una pila los platos de madera torneada, todo era informal, y los olores del
campo se mezclaban exquisitamente con el de la comida, y los trinos de las aves
y los gritos de los tarechis en las frondas ponían la nota del día ente los
murmullos de la gente y la música, un enjambre de abejas pululaba a un lado
robando pequeños pedazos de cebo de la carne aquella que Rubén y Arturo
cortaron para asar mientras otras lamian a un lado en otra mesa naranjas agrias
que era apretadas de tanto en tanto sobre la carne con sal gruesa.
Rubén
tenia la carne caliente, la piel ardorosa y la boca seca de sed pegada al
paladar, atender un fuego a tan altos grados de temperatura era cosa sería y un
trago de vino tinto aplaco su sed y sus calientes ganas y como de un milagrito
se tratara también empezó a adormecer la ira que le comía el cuerpo, noche
antes Clara le negó los favores en la cama, y lo mismo sucedió en la mañana;
algo que hasta ahora nunca había sucedido, lo increíble era que desde que
llegaran a casa sus parientes, tenía el demonio en el cuerpo quemando su sexo a
grandes bocanadas y el NO de Clara lo dejo frustrado, impaciente y furioso,
toda la mañana estuvo refunfuñando, pues sus ardores parecían aumentar a cada
paso y Clara no tenía intención alguna de hacer algo por él, pero ahora el rojo
cuerpo del vino áspero que saboreo con ganas le despejaba un poco la
frustración y dejo entre ver una sonrisa, la misma que se hizo más amplia
cuando vio a sus gemelos a su lado metiendo mano a la carne, si has de aprender
ensúciate en la faena era su lema
Y
allá estaban ambos con el sudor perlado a gotitas sobre la nariz y la frente,
aplacando la sed con sorbos largos de jugo de fruta permitida por los médicos,
tenían también la ropa sucia de carbón vegetal de ser ellos con el honor de
prender el fuego, era increíble cómo se complementaban entre ambos y adivinaban
los movimientos futuros entre sí y con su padre y Arturo, eran esponjas
absorbiendo los secretos de aquel arte de asar carne al aire libre, Ludwig
empezó a sacar fotos, estaba entusiasmado con sus bisnietos sin saber que eran
eso, Rubén no había revelado nada de nada y Clara esperaba que en algún momento
la verdad se dé, mientras eso pensaba para sí, sabía muy bien que si de Rubén
dependía, aquello nunca sería.
Mientras
Ludwig estaba entretenido mirando las tomas de los chicos, ellos habían apeado
el caballo tras una trotada a todo viento a la vera del rio tras prender las
brasas y esperar que caliente la calda, habían ido con Ludwig que se admiro de
la belleza del paisaje, inmensas palmeras se abrían paso de la hacienda a la
vera del rio, la playa que daba a la estancia era limpia como azúcar derramada,
Illien había llegado con sus hermanos, su abuelo y su madre, Rubén miro a la
mujer aquella toda provocación de campo quemado, a Almudena sentada con la
nariz fruncida atacada por los mosquitos que picaban su piel con saña y a Clara
una mezcla de ambas: fina en la mesa cuando debía y calda encendida en la cama
cuando quería, y un algo extraño le puñeteó la boca del estómago, era la
frescura de su mujer como si no le afectara su enojo, el enojo de ahora y por
su culpa, en su lógica ilógica de hombre, de macho, de testosterona su mujer
tenía la culpa de su enojo, por no atenderlo como debía, por decirle No, por no
darle la salida, la fuga que buscaba para sus frustraciones; pero Clara no era
indiferente, en realidad estaba caldeada también, solo que con los celos que
tuvo y la rabia que sentía prefirió callarse y morderse la boca antes de
reclamar nada y prefirió decir NO y darse la vuelta a dormir dejando a Rubén
con los crespos hechos, si no era sonsa, ya noche antes había cedido a los
reclamos maritales, vamos que no era una obligación, ella siempre disfrutaba y
cuando Rubén se lo pedía jamás dijo no, sacaba partido a gusto con el hombre
que amaba, pero la noche que llego su familia y el contrapunteo musical que se
mandaron Rubén y ella, debió ser suficiente para su marido, pero este cabeza de
chorlito parecía que no engranaba sus ejes a la carreta de su mujer pese a la
advertencia.
- ¿Qué fue eso de ahí abajo? – acuso Rubén en una mueca pobremente disimulada apenas cerraron las puertas de su alcoba, tras acomodar a los invitados en la casa y dar por concluida la larga y forzada sobremesa que tuvieron como primera cena familiar
- Mira Rubén – Clara se dio la vuelta sabiendo a que se refería, la canción – voy a decirte esto una sola vez – como nunca en su vida, Clara lo único que hizo fue ponerse a la altura de su marido y clavar sus ojos en los suyos sin hacer alguna otra cosa más como desvestirse, abrir la cama, pasarle el pijama, secarle la espalda o detalles cotidianos de su intimidad, quería dejar en claro lo que sentía – no quieras verme la cara de opa Rubén, como por aquí se dice: esto es nariz no teta – cogió su nariz – si tuviste o tienes algo con Almudena o cómo diablos se llama, dímelo ahora y arreglaremos esto como personas civilizadas, no quiero secretos Rubén, esto no es como tu pasado con Narda
Se
le quedo clavando las pupilas sin dejar que él haga nada, estaba metiéndose al
curichal de sus ojos de agua para impregnarse de él, mojarse en sus
profundidades, queriendo leer entre líneas lo que la boca de Rubén no
pronunciaba, es que ella prefería ir al ataque directo pero esta vez sutilmente,
por un momento razonó consigo misma repitiéndose una y otra vez: quizás
estoy viendo fantasmas, quizás son solo impresiones mías, pero vamos ponerle semejante taquirari sin
levantar los ojos de la cara de esa mujer fue demasiado y una punzada de celos
le corrió la espalda y con esos celos rascando el orgullo y conociéndose muy
dentro prefirió romper el contacto visual, no vaya a ser que de tanto ver y
buscar pille lo que no quiere, eso le daba más miedo que reaccionar sin sentido
justificado porque ahí si se paralizaría entera.
Tras
aquella meditación se baño como de costumbre y se metió a su cama y se llevo
una sorpresota Rubén la estaba esperando en traje de Adán sin nada encima ni la
sabana y se arrojo sobre ella con hambre, ella no le dijo nada, solo cedió por una
razón, en la cama su marido no podía mentirle, el lenguaje corporal de una
persona en la intimidad es una transparencia letal para quien sabe ver más allá
de la simple fachada, por eso cedió, para leer entre líneas, para mirar con
vendados ojos, para oír con sordos oídos lo que su marido quería o debía
decir…por eso se dejo llevar como siempre, pero algo había cambiado, Rubén opto
por el silencio y empujar y empujar y empujar como queriendo perderse en el
cuerpo de su mujer, aquello era nuevo, no hubo besos, caricias, o palabras
bonitas, ni sucias ni nada de charlas filosóficas a media faena como solían,
solo sexo crudo puro y duro, y Clara supo que algo había entre aquella mujer y
su marido, y se le quedo mirando profundamente estando a horcajadas sobre él,
prendió la luz para mirarlo y Rubén antes de que la luz se hiciera supo que
ella lo miraba, hurgaba en sus ojos lo que su alma guardaba y Rubén declaro con
voz firme y segura, casi como un gruñido, un grito un reclamo ante la acusación
sin fundamento.
- Yo no tengo nada con esa mujer – la boca hablo sola sin levantar la vista de los intensos ojos de la fémina aquella que aun atrapaba en su húmedo sexo al suyo enarbolado, y empujo hacia arriba con rudeza como queriendo enfatizar sus palabras, tratando de vaciar la verdad en ese visceral acto sexual, y ella contesto antes de cerrar los ojos
- Bueno entonces no hay nada de qué preocuparse ¿verdad?
Pero
de preocuparse si había, aun cuando no había nada concreto y solo eran simples
corazonadas las de Clara, su intranquilidad estaba ahí presente y la noche
previa al churrasco las cosas se pusieron muy incomodas, Clara vio a Rubén en
el pasillo, un simple roce, nada más, algo sutil que nadie tomaría en cuenta,
pero los susurros en alemán destaparon las alarmas se dio media vuelta en sus
pasos y se metió a su habitación y cuando Rubén ingreso con la cara
destemplada, mordiendo las ganas, apretando los puños, y quiso desahogar su
ímpetu, su increíble creciente inseguridad de sí mismo y de las circunstancias,
Clara se dio la vuelta y le dijo NO, lo que claro despertó los demonios de
Rubén que se levanto de mal humor, enfadado de pocas pulgas con ganas de
coagular a quien se cruce en su camino, menos mal los gemelos se portaron sedita
sino otra seria la historia de sus traseros; pero ahora el vinito lo soltaba
dulcemente y estaba contento después de todo de tener a su viejito en casa, no
pensó volverlo a ver pese a lo que sucedió, sin embargo estaba ahí lado a lado
con su padre postizo, Arturo, pensándolo bien había compartido y vivido más de
30 años bajo la sombre protectora de aquel hombre cuyos consejos adjudicados
por la vida eran más reales que los 20 años de vida junto a su propio
progenitor y fue la intervención de este mismo hombre que abrió su camino
nuevamente…
Aquella
tarde mientras se hacia el asado un incidente le puso el punto aparte a la
pastoril historia de un almuerzo a campo abierto, se trataba de Salvador, uno
de sus trabajadores hombre de jurado orgullo y muy de campo labrado, no vino al
almuerzo pese a la invitación, Rubén había invitado a todos sus empleados para
conocer a su familia, y ésta a la gente que lo rodeaba y a los que les debía en
realidad el secreto de su fortuna, sin esas manos callosas, sin esos conocimientos
adquiridos en la universidad de la vida, él no sabría manejar la hacienda como
lo hacía ahora, Salvador de unos 45 años más o menos, muy trabajador venia tras de una mujer de unos 40 años
rogándole por detrás y un par de peladitos de unos 12 y 10 años que lloraban
pegados a la pierna de su madre, a leguas se notaba que ésta estaba al punto
del colapso nervioso o recuperándose de uno, venía a ver a Clara y pedirle un
favor, que se quede con sus hijos por una semana mientras ella arreglaba un
asuntito familiar.
- Ña Clara, ña Clarita, cumita – doña Clara, doña Clarita, comadrita, decía en su castellano mestizo con la cara roja de rabia y los ojos aguados, a punto de llorar, y fue Rubén que salió a su encuentro, ellos habían hecho bautizar al menor de los niños y se conocían de años
- Pero que paso Fátima, que ha sucedido – la llevo a un lado y la hizo sentar mientras los gemelos que conocían a los chiquitines se los llevaban a tomar refresco los chicos aquellos lloraban amargamente al lado de su madre
- Que va a pasar pue´ qué ahí el tunante de su cumpa me ha sacao la vuelta – estaba enfadada, enojada con las manos en un puñete
- Aayyy, si ya se veía venir, le dije, pero, le dije a ese dejuañangau (desordenado) que no ande a doble palo, y a ti te dije o no te dije que a la trampa (diablo) no se lleva al jato (cuarto), como vas tener bajo el mismo techo a semejante pajona (mujer joven) si no más tu misma oíste decir que estaba buena la potranca – Intervino Arturo quitándole el rebenque de la mano dando énfasis a la última parte dando a entender que la mozuela aquella estaba como el diablo quiere
- Pero es mi hermana pue´cumpa, de donde voy a saber que la muy pendeja y el aguilillo de mi marido se ensarten en mi cama
- Ni a casa grande ni a casa chica se mete mujer u hombre ajeno o no ajeno, la tentación nunca duerme, ya debías saberlo….. ¿y esto? – pregunto curioso y la mujer que lloraba de pronto se paro y se abalanzo sobre su santo consorte Salvador que venía arrastrando la lengua de haber corrido a buscarla y llevarla a su casa a arreglar sus cuentas, la traza del hombre era digna de lastima, estaba chasconeado (despeinado por la acción de jalar con la mano) con la camisa rota de botones volados, y venia escupiendo su culpa
- Fatimita, Fátima, oíme pue´pero, deja que te cuente como fue la cosa – trataba de agarrar sus manos
- Que me vas a contar, si te he visto, con estos ojos que no son ciegos, ahora soltáme no quiero nada que ver con vos chemberequetecua (hombre cochino, traicionero), soltá e´dicho
- Calma Fátima, calma ¿por qué más bien no me dices que es lo que sucede? – intervino Clara abrazando a la mujer fatigosa que ahí tenia temblando y la pobre rompió en llanto contando su dilema
- Vengo ardida cumita, ardida y como tigre de un lao pal otro por culpa este cojudo y del mal trago que me llevao, la bilis revuelta aquisingo, aquisingo – se cogía la boca del estómago – por culpa de este desgraciao que me trae é cabeza y esto es cada vez, pero fue la última, juradinga, juradinga que esta vez es la última, por eso cumita necito su ayuda, no se donde dejar a mis chichilos – quería que los niños se queden con ella – luego me los vengo a llevar, no será mucho tiempo, una semanita y ya está
- VOS NO ME VAS A NINGUNA PARTE – grito Salvador ante la bomba soltada – SI ME SACÁS LOS PIES DE LA CASA NO VOLVÉS, Y SOBRE MI CALAVERA QUE TE QUERRÁS LLEVAR A MIS CHANGOS, SI VOS QUERÉS, TE VAS PERO SOLINGA, ELLOS SE QUEDAN, SE QUEDAN ME ESTAS OYENDO, SE QUEDAN – rezumaba su enojo Salvador, amenazando y sentenciando
- Muy bien eso querés, eso tendrás que mas faltaba que seas vos el ofendido – se paro con ganas de trompearlo – al fin y al cabo sin críos me has conocido, sin críos me puedo ir y rehacer mi vida, que me venís acá a amenazarme tamaño cabrón – escupía su rabia en sus palabras y la cara del otro se descompuso, no le gusto ni tantito la idea de verse atado a dos críos y encima varones, mientras su mujer seguía quejándose – puta por aquí, puta por allá, de eso no me sacabas, claro cuando otra te mueve la cola y la jeta te resbala y te tropiezas tu mismo en ella, buscás tres piej al gato pa pelearte conmigo, no te hagas, pero claro yo burra frega y frega sin enterarme que en mis narices jodías la vida, machacando lo que no debías – ahí donde estaba la tal Fátima pequeña, menuda y sufrida tenía una lengua de metralleta
- No es así, todo lo hacés grande – le dijo Santiago como si la otra exagerara
- ¿No es así?... ¿y cómo es pue´?, a ver contame, como es según tu cunumi de mierda – y le jalo el pelo al marido sin intensión de soltarlo
- Ya, ya Fátima, te pondrás mal, pensá en tus hijos, ellos están asustados – trataba de calmarla Rubén poniendo su brazo en el hombro, mientras Ludwig, Almudena y Ulrich se acercaban a ver qué pasaba, pero a Fátima parecía no importarle quien este, aun cuando los murmullos de Almudena fueron algo así como: que vulgares, lo que hizo que Rubén la mire con hielo en los ojos, para concentrase luego en la charla de Fátima y sus penas
- Y CÓMO NO VOY A ESTAR ASÍ! – exclamo enfadada – ... ¿que hubiera hecho usted compadre, y uste´ comadre que hubiera hecho?, cuando menos te das cuenta quien dice que te ama apenas mira un culo más apretadingo, achica su atao y se manda mudar, ¿qué tal eso? – y puso sus manos en jarra sobre sus caderas
- ¡VAAAA, que sos che! – decía Santiago queriendo restar importancia al lio que tenía entre manos – si no me lleve nada, no le crea comadre, que me voy a ir pues, la otra estaba yéndose no más y yo la fui a despedir
- Despedir, despedir por eso hasta tus calzones rotos te has llevao
- Aayyy que mentirosa que sos, Jesús di
- Eso es lo que has hecho, pelarme todo en el rancho pa irte con esa sinvergüenza puta de mi hermana – y los ojos se aguaron de la rabia contenida – mientras yo como burra rompiéndome el alma pa atenderte como Dios manda, si la Virgen es testigo, ni con el pensamiento le te faltao – le dijo limpiándose los ojos para que no la vea llorar y enun arranque de orgullo, sacando pecho agrego – pero te has fregao, si pensaste que me iba a quedar rumiando pena chupándome los mocos, es que no me conocés
- Pero será más loca… compadre, de nada me ha majao, de nada se ha trenzao conmigo y con su hermana – se quejaba a Rubén limpiándose la tierra de la ropa y acomodando su pelo
- Que de nada, no señor… Salí temprano a lavar ropa – empezó a relatar la cosa como un cuento de terror en un pueblo chico sin atajarse detalles – y cuando más tardecingo llegue cansada al rancho con el panacú (bolsa tejida de palma) lleno de la compra al hombro y m´ijo me contó las habilidades de este sinvergüenza, no podía creerlo entre a la casa y me pille con que sus pilchas no estaban, ni el tapeque (amarro maleta rustica) que esa condenada trajo consigo y me salí trepada en un potro ardiendo é rabia pa dar alcance pronto al carretón donde estos dos huían justingo en la boca el puente, brinque sobre este mierda y saque su lazo, este – alzo el rebenque de su marido que ahora mismo cogía Arturo en sus manos – este que siempre lleva colgao en el cinto que claro no estaba abrochao porque minutos antes los muy cochinos estuvieron revolcándose a su santa gana en mi cama, así que facilingo fue sacar el chicotito y con eso mismo les di huasca sin descansar – hizo una pausa para tragar aire junto a su rabia – cumita juro que no se – beso la señal de la cruz hecha en su mano – no sé de dónde mierda saque juerza, será del coraje que me arde todavía pero los he azotao hasta el cansancio – y todos los ojos allá presenten se fijaron recién en la traza de Salvador, que parecía haber librado una gran batalla cuerpo a cuerpo en el suelo con la ropa rasgada, sucia llena de tierra y estiércol, el pelo despeinado y unos claros cardenales en los brazos descubiertos de lo que seguro fueron los cimbronazos dados por Fátima – y luego gomitando la hiel revuelta y escupiendo toda la sangre de morderme la boca, maldije hasta a los duendes y en mi rabia pedí que se los cargue el diablo y que no vuelvan más pa´éste lugar, y mira no más ahí está éste butunta, acopaibao rogando (imbécil, hombre de reacciones tardías) pa que vuelva con él, ni loca, que se joda no voy a volver, Y ESCUCHAME BIEN… – le dijo mirando la cara de su marido que acababa de tomarse un trago de vino que alguien le alcanzo – A LA PRIMERA QUE PILLE, NO VOY A DUDAR DE LLEVARME UN HOMBRE A LA CAMA, QUE TE HAS CREÍDO TU, ¿QUE NO PUEDO? NUNCA FALTA DEMONIO PA´ TIRARLO A MANERA DE MANTA ENCIMA, QUE AUN PUEDO HACER DECIR JESÚS AL DIABLO MOVIENDO EL CULO CARAJO – y le soltó un puñete en toda la jeta y Salvador se quedo con la palabra en la boca escupiendo sangre
- ¿LO HAS PEGADO? – aquello era una pregunta y una afirmación al mismo tiempo, Arturo y los demás miraban a Salvador a su lado y no podía creerlo, ahí estaba apaleado él que en su juventud era un fanfarrón de primera y los años calmaron sus ansias
- ¿Y qué quería que hiciera?, ¿que lo premie? ¿Qué hubiera hecho cumita?, que hubiera hecho usté
- Yo hija, a tu edad le hubiera volado el pájaro y lo tiraba a los perros pa´ que se lo coman, a la mía se lo regalo en bandeja de oro con 10 pesos encima que un hombre que me saque la vuelta en mi propia casa y en mi cama no sirve pa´ maldita cosa – y clavo los ojos oscuros en los de su marido que se quedo sin saber que decir, y un rubor intenso le subió la presión y todo, Arturo dándose cuenta de aquello le dijo a Rubén cuando Clara se llevo al interior de la casa a Fátima que volvía a llorar y Salvador la perseguía para poder tener la oportunidad de arreglar sus cosas
- Yo siendo tu me ando con pies de plomo Rubén no vaya a ser que te echen como dijo con un quinto encima – y saboreo un trozo de carne con llajua
- Pero yo no sé qué le pasa a esa loca, de nada se ha enojado conmigo, si ni quiso – se corto ruborizándose
- No quiso darte pancito – que transparente era para Arturo – oye, las fieras huelen a cuadras a otras Rubén, huelen el peligro y captan a las rivales, yo siendo tu como te dije ando con pies de plomo, que a la legua se nota que la zarquita aquella esta tras tus huesitos – elevo una ceja mirando de reojo a Almudena que venía a alzar un triste trozo de carne habiendo en abundancia para servirse so pretexto de la dieta – y en casa el que no cae resbala
- Pero que dices pa, es la esposa de mi hermano
- ¿Y eso qué?, Roxana es hermana de Fátima – lo miro fijamente – … mira Rubén nos conocemos hijo, quizás tu no quieras la cosa, y te admiro por eso, que hay que tener temple, que la buena esa esta pues buena que le vamos a hacer, pero ni tu naciste monje ni Clara nació monja – dándole a entender que el cualquier momento el haría alguna cosa y su mujer no se quedaría con los brazos cruzados – o te vas a negar que ahí dentro tuyo no estás contento con las atenciones de tu cuñadita que en toda la tarde no ha hecho otra cosa que tirarte los tejos – y Rubén bajo la mirada avergonzado, tenía en parte su pecado, si, se sintió digamos halagado de que la mujer aquella que lo cambio por su hermano ahora lo mire con deseo – lo sé…. a veces necesitamos reafirmar que aun somos machotes y podemos dar riquito en la cama – le hizo una mueca netamente sexual que resumía las habilidades varoniles – que todavía somos sementales envidiables, pero el caso es que todos se han dao cuenta de tus pequeñas indiscreciones, incluso Iván – aquello era cierto, Almudena dejaba caer pequeñas bombas, discretos detalles como servirle el vino, limpiarle la frente, rozar su mano por alzar un cubierto, rozar su cuerpo como que no hay espacio en semejante campo, y Arturo se fijo como Iván clavaba la vista a papá
- Indiscreciones papá Arturo por favor – hizo un ademan con la mano negando aquello
- Indiscreciones, SI, Rubén, yo vi como la miras de soslayo como no queriendo la cosa, sé que no hacés con intensión de arrastrarla a la cama – le iba diciendo a media voz mientras daban a vuelta el asado sobre la parrilla que Clara había decidido consolar a Fátima dentro de la casa – cosa que no se te haría difícil si lo pensás bien, lo hacés porque en el fondo estas buscando alimentar tu Ego, reafirmar tu hombría y no está mal, pero entre nos, vos sabés que cuando uno quiere ve fantasmas donde no hay y huele rosas donde no existen – y miro enigmáticamente hacia donde estaba Clara, era obvio que hablaba de ella – así que tanto ésta ofrecida como aquella rogada, pueden sacar conclusiones equivocadas y tu verte en un lio de pelotas, y Clara no se va contentar con tirarte con 10 pesos encima, va a desollarte primero y a hacer un caldo de nervio con tu nervio – y Rubén se puso rojo de vergüenza – lo que no me explico aun es porque no dice nada el conchudo de tu hermano, imagino que será por algo, quizás son costumbres primaverales, pero Clara no se quedara de brazos cruzados, ella está brava y se nota – dirigió la mirada a Clara que volvía con Fátima y sus hijos para comer – lo que me trae curioso es en qué momento explota y todos salimos volando, porque la otra de ofrecidita más no podía estar, que todos nos hemos dao cuenta del hilito dental que se puso pa´ que tú la veas, que no es coincidencia sentarse a tu frente y cruzar las ancas pa´ tentarte y tu de reojo andas mirando o adivinando o recordando la vieja trinchera – Rubén se atoro con el trago de vino que apuro en su boca, había dado una discreta mirada y no pensó que nadie se diera cuenta, pero al parecer su discreción era como la de sus hijos – se te nota, así que hazte un favor o cortas de raíz las huevadas de esa sonsa o cerrás la boca, te limpiás la baba y le das a Clara su lugar, ella es una dama que todos la conocemos, y si alguna vez te tomás la molestia de fijarte en lo que tenés a tu lao, cuenta te darías que a muchos todavía arranca suspiros, sin ir muy lejos mirá al turco ese, a Farhá – y lo señalo con los ojos ahí donde estaba el socio aquel, divorciado sonriéndole a su mujer posando disimuladamente un beso en la mano atajando dicha mano más de lo normal – tiluchi en amores, a la primera que tú te descuides querrá volarte la tortolita… además Rubén si querés que Iván haga lo correcto y no esté ahí jorobando a Marcela apenas Lex se da la vuelta, debés dar tu el ejemplo primero
Y
lo dejo parado ahí dirigiendo la mirada discretamente hasta donde estaba Iván
en plan pavo real toqueteando a Marcela debajo de la mesa con los pies sin
importar que en los alrededores este Lex, y teniendo en cuenta el historial del
mocoso, parecía que se hizo un sinvergüenza de marca mayor, y se sintió
avergonzado, Arturo tenía toda la razón, reclamar no podía si él no solucionaba
las cosas con quien debía, y esa era Clara, así que agarrando la vieja guitarra
que Illien trajo consigo para tocar con Lex sorprendió a Clara y a todos con
una interesante propuesta musical
“Oh movimita
con ojos de ensueño
y labios de rosal en
flor,
quiero besar tu
boquita preciosa
porque tú eres mi
único amor…
Y
sin saber cómo sus bocas se juntaron y sus ojos se cerraron, entregándose
íntegros uno al otro… si en ese hogar había un alguien que cuidaba aquellos
detalles seguro sería el alma bendita de su hijo Logan pensaba Clara retirando
su ruborizado rostro para apretar su cara como una adolescente en el inmenso y
cálido pecho de su marido, mientras este también sentía que aquel beso era lo
que necesitaba como hombre para sentirse seguro de sí mismo, no era que dudaba
de sus sentimientos hacia su esposa, solo que a veces las circunstancias, lo
cotidiano, la rutina como que apagaba de a poco las bravías llamas de la pasión
pero sin quedar aun en cenizas y cuando aquel beso robado con ardor como un
chiquillo mordiendo la boca de su mujer termino con el aliento suspendido se
dio cuenta que a su alrededor estaban miles de ojos observándolo e igual que un
crio quinceañero pillado en plena faena su rostro se tiño de rojo y la carcajada
de sus enanos lo rescato del aprieto porque se vio obligado a sacar de alguna
parte al hombre que era y guardar al muchacho que fue en su momento en los
brazos de Clara, si, porque se sintió así de joven, así de resuelto… así de
amado.
- Hey hey PAAAA, PARA CHANGUITO, PARA, DONDE EL APURO, mira que no se come biscocho donde no hay ni pan duro – hablo Iván jalando a su padre del abrazo de su madre ayudado por Lex a manera de juego
- Chango e porra salte pa´ca YA – grito Clara hecha la ofendida y Rubén se soltó del abrazo de Clara, para abrazarlos a ellos; quién lo diría, todos pensaban que ella estaba aferrada a él y sin embargo era al revés
El
alma se volvió al cuerpo de Clara, el vacio que noche antes sintió fue llenado
de puro contento, quizás unos digan que cual Fenix de las cenizas renació el
amor y la pasión, pero en realidad ella y Rubén eran troncas de Jenecherú que
una vez prendidas su flama nunca terminaba de arder, así que quien venga con la
tonta historia aquella que donde hubo fuego cenizas quedan, eso eran, cenizas
nada más, nada que temer, cenizas que el soplo del viento su rastro podía
borrar así que si hubo amores entre aquella y su marido, ya podía gritar: ….
Si en la aventura de un sueño el amor fue tan fugaz pa´ la puesta del
sol…. lejos se irá no volverá, canita al
aire será…
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