miércoles, 27 de abril de 2016

Mis Gemelos: Cap. 102; Autora Marambra

Mis Gemelos
Æææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææææ
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 27 de Abril del 2016
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Capítulo 102
¿Quién me ha robado el mes de abril?
(parafraseando a Joaquín Sabina)...
los duendes Lex,
los duendes se lo llevaron en su alforja
Autora: Marambra

Un punzada como producida por una aguja se le clavo en la nuca a Alexander, fue tal el dolor que gimió de lo dormido tan fuerte que se despertó con su propia queja, estaba agitado… acababa de darle una pesadilla, soñó que alguien lo apuntaba de frente con el índice y le gritaba TUUUU, FUITE TUUUU, y un millón de ojos enojados se dieron la vuelta para ver al culpable, y el corría y corría y corría tratando de subir una empinada sin lograr avanzar ni un solo paso tropezando en un montón de basura, de cosas viejas, de plantas marchitas y caía a una honda poza oscura y fría hasta que una enorme mano lo sacaba de allá, era la mano de su padre, la reconoció por el aro que llevaba y a él le fascinaba por lo grande que era, alguna vez lo alzo de su velador y le tentó ponérselo pero Adela lo detuvo diciendo en medio de sus supersticiones.

Wa, loco estás guaguay, no se pone aro de casado – dijo Adela los ojos abiertos del susto como si acabara de ver un fantasma – te vas a quedar soltero para siempre, la soledad se pone celosa
Adela había sido tan seria en sus palabras que soltó el aro de su padre como si le quemara con un miedo tal en el corazón y una sensación tan fea a tal punto que le dio la impresión de estar parado junto a una gitana que le  vaticinaba la guillotina en su cabeza, los cuentos de Adela tenían a veces ese efecto en él……y ahora acababa de soñar con la mano de su padre y su aro y aquel tumulto de gente, definitivamente era su conciencia quien acababa de darle una patada;  se sentó agitado en medio de la noche con sed, se incorporo y camino a su baño y al prender la luz se fijo en su demacrado rostro, sus ojos estaban demasiado hinchados, parecía un sapo feo de ojos saltones, y sus párpados además estaban rojísimos como su nariz, la cual además no le dejaba respirar ya que estaba congestionada de mocos de tanto haber llorado, suspiro mojándose la cara, no quería verse así, se veía horrible, cerro sus ojos… no se acordaba haber tenido los ojos tan hinchados como ahora, bueno, pensó… hubo algunas memorables ocasiones para lucir una horrible cara de lastima como la de ahora, pero recordaba dos, una muy reciente hace 4 días y la otra; suspiro, la otra cuando  papá murió, había llorado tanto en el tanatorio solo, porque Iván estaba en el internado, así que se vio al lado de su peor enemigo Henry que no dejaba que vea a su padre en el cajón fúnebre y apuro el sepelio y la incineración, ¿Por qué habría hecho aquello?... no espero siquiera que los abuelos puedan acudir a ese último adiós, suspiro y alejo ese pensamiento de su cabeza para concentrarse en cualquier cosa y fue cuando decidió tomar un poco de leche.
Con esa intensión se dirigió a la planta baja caminando sigiloso en medio de las sombras, había aprendido del mejor a moverse como gato, de su par Iván y prendiendo solo la luz de las gradas bajo descalzo a la cocina; cogió un vaso de arroz con leche que había hecho mamá con canela y clavo de olor y se encamino al salón y se tiro allá en un sillón con una manta suave y se quedo mirando el techo oyendo música en un tono casi inaudible, cerro sus ojos concentrándose en los últimos acontecimientos de la semana y buscado una salida a su problema… que estúpido fui, tonto, se recriminaba…
En algún momento de su vida, cuando pasaba sus ratos de hambre en la cocina del patio donde Adela hacia masaco para complacer su goloso paladar, ella le había contado que en los hornos duerme el diablo y que de ociosos a veces los duendes salían de las cenizas y le roban los cachos de la cabeza y como son tan valiosos para él, porque son sus hijos quiere recuperarlos a toda costa y hace cualquier cosa, y los duendes de pura maldad piden un macabro deseo… como no pueden ya robarse a los niños grandes les gusta robarles la risa, pero ningún niño por don de Dios debe quedarse vacio sino estaría muerto, entonces el diablo lo cambia por el llanto, pero llanto de tristeza y para eso sopla en los ilusos oídos una irresistible tentación hasta verlos caer, y son los mismos hombres los que se encargan del resto… y fue eso justamente lo que le paso a él, había sido terriblemente irresistible y tonta la tentación de alzar aquello que vio caer del bolsillo de Armando, el novio de Adela,  y hacerse con él como un premio…
Alexander apago la luz y se encamino al despacho de su padre, quería estar allá y sentir su presencia y ver si aquello lo inspiraba para  buscar una solución, abrió con cuidado la puerta y se tiro al sillón, se hizo un pequeño ovillo encima, arropándose a esa hora que bajo la temperatura con aquel cárdigan que papá tenía siempre doblado en una de las mesitas laterales pensando en aquel peculiar cuento popular que Adela muy convincente en sus creencias se lo contó a él; hay Adelita, Adelita…si supieras que los duendes de tu horno me han robado la risa… pensaba para sí, empezando a caer dormitando en el sillón entrando en esa fase de sueño donde aun vez los objetos reales y cotidianos que tienes cerca y crees flotar tu alma levemente y cuando cierras los ojos estas en otra dimensión pero tus oídos clavados a la tierra oyendo tu alrededor, fue así que Lex rememoro aquella tarde peculiar.
… Un fondo rojo tiño a la hacienda sobre las 4 de la tarde, aun era temprano para el ocaso de aquel día, sin embargo los  rayos del sol murmuraban sus tonos cobrizos sobre las frondas, entre nubarrones negros que anunciaban tormenta,  habían empezado a cancelar a los trabajadores la quincena, nadie estaba en labores excepto Rubén y los gemelos; papá estaba a lomo de potro con ellos revisando las acequias y las alambradas, traerían ganado de cruce desde el Brasil su padre estaba en espera de aquellos sementales; cuando todo hubo concluido el se encamino con los dos hacia el revuelo de gente que iba y venía y renovaba contratos o cambiaba horarios de trabajo o tertuliaban tonterías, Iván aburrido ya de montar que además estaba escaldado por no hacer caso a su padre de ponerse bóxer de algodón se le ocurrió irse con un slip sintético debajo de los jeans que había rescatado del basurero prácticamente porque su madre lo había ya desechado pero para él, era su calzoncillo fetiche de la suerte, y ahora decía, SI, y que suerte, la suerte de tener llagado el culo del sudor, es que no creyó que fueran a estar todo el día montados y luego se dio cuenta que apenas tuvieron tiempo para nada siendo día de paga y de revisión médica general, Rubén solía traer un médico del centro para que revise a todo el personal y sus familias en un área destinada para ello, prácticamente armaban un consultorio y eso llevaba todo el día y de no ser por los sementales hubiera sido un día de descanso común para ellos; pero el destino tenía otra cosita en mente.
Iván cansado prefirió irse y había rogado a papá dejarlo libre porque le dolía y ardía las ingles del roce constante de su ropa y este lo mando a casa, y le había dicho a Lex que si quería se fuera con él, ojala lo hubiera hecho pensaba ahora, pero Lex no quiso, estaba en su mambo, feliz de montar de punta a punta al lado de su padre aprendiendo y divirtiéndose, papá le dio un tarea extra mientras esperaban que lleguen los bichos que tan caro le costó y Lex estaba desesperado de ver a aquel par de toros tan famosos de la exposición agropecuaria y bautizarlos; y todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos, hasta ahora Lex no entendía por más vueltas que le daba al asunto, como pudo sucederle a él, y lo que es peor que fue lo que le ocurrió a su cerebro para empujarlo a obrar de esa manera, y no encontró explicación lógica al asunto más que echarle la culpa al pobre diablo de tentarlo con saña.
Armando estaba en la hacienda, trabajaba ya buen tiempo allá  y acaba de recibir su sueldo y se puso a paliquear con un grupo de hombres contemporáneos y se pusieron a buscar una mesa y una taba, la hacienda además al estar abierta daba paso libre a un montón de gente que venía a hacer cobros por productos que solían los trabajadores adquirir a plazos, así que el patio se convirtió en una campo de feria, todos conocían al dueño y se llevaban bien; Rubén apeo su caballo como Lex y se quedo conversando con un grupo de hacendados que vinieron a ver si valía la pena hacer un gasto como el que estaba haciendo Rubén por los sementales, y Lex a su vez se puso a caminar entre la gente viendo las cosas que traían los venteros ambulantes, allá había de todo desde chicles hasta televisores, papá se distrajo pero de tanto en tanto seguía con la mirada a su hijo para ver si quería comprar alguna cosa y mimarlo, se había desvivido todo el día mostrando un entusiasmo único, propio de quien ama el aire libre.
Lex no se fijo que su padre lo seguía con la mirada pues cuando se daba la vuelta estaba enfrascado en su charla con los señores esos y con los propios trabajadores, y a Lex le llamo la atención el grupito que se arrimo alrededor de Armando, era poca gente y estaban algo apartados del resto; estaban jugando taba y habían abierto un par de cervezas heladas, reían a carcajadas y hacían hurras estaban enfrascados en apuestas, Lex se subió a una pequeña rampla donde se colocaban las herramientas bajo un gran techo de palmera tejida, una jatata estilo beniana y fue ahí que vio caer su perdición y al parecer nadie percatarse de aquel detallito en el suelo, se acerco con disimulo y se lo puso al bolsillo con el corazón acelerado de la certeza de que aquello no era correcto, y antes de que pueda terminar de pensar en ello y meterlo en su ropa, su padre se agacho del caballo para alcanzar la justa altura, arrebatando de sus bolsillos eso que alzo y susurro al oído de Lex,  mirándolo enfadado, con la voz furiosa.

  • Sube al potro y ve inmediatamente a la casa, te espero en el despacho

A Lex el alma se le congelo, su padre apenas termino de hablar, salió rajando el suelo de allá a todo trote hasta la casa, y Alexander como quien acabara de ver a la señora muerte llevarse su alma sin poder replicar nada ni contestar busco el potro suyo y fue a galope tendido al encuentro de su padre dejando una estela de tierra detrás, algo le decía que era mejor no hacer esperar a papá y apenas vio la casa en el traqueteo se percato que Rubén ya lo estaba observando desde el ventanal de su despacho, Lex llego con el corazón agitado como si él hubiera corrido y no el potro, amojono su grupa junto a la de su padre y se encamino a la casa que estaba en completo silencio, subió las gradas y apenas levanto la vista vio a su papá con la mano en el pomo, un nudo en el estómago lo dejo parado a dos pasos de aquel despacho tragando saliva y con los ojos desorbitados; Rubén acorto la distancia y lo jalo del brazo metiéndolo con brusquedad cerrando la puerta del despacho, Lex entendía bastante bien que lo que había hecho era como para que su padre este tan enfadado como lo estaba ahora, Rubén lo miro largo rato decidiendo que hacer con su hijo moviendo nerviosamente sus llaves en la mano, mientras a Lex se le dilataban las pupilas del miedo y oía confundirse su respiración agitada con la enojada de su padre.

  • Al parecer Logan no te ha enseñado lo básico – papá dio por sentado aquello como muchas otras cosas más en el camino cuando los gemelos hacían cosas malas – quizás porque no tuvo tiempo y oportunidad – justifico – pero tienes 15 años y el cerebro lo suficientemente sano como para darte cuenta de que lo que acabas de hacer es muy malo, o es algo que estas acostumbrado a hacer y yo recién me entero? – esa fue una estocada maestra, papá acababa de poner en duda su integridad
  • No señor – contesto en un casi gemido, por primera vez desde que llamara papá a su abuelo se dirigió a él como SEÑOR, entendiendo la gravedad de sus actos, a Rubén no le gusto el apelativo pero no dijo nada, se limito a sacar el billete aquel y sujetándolo entre los dedos lo coloco a escasa distancia del rostro de Lex enfadado
  • Esto es simplemente HUMILLANTE – fue lo único que agrego gritando ya su enojo

Y Alexander cayó recién en cuenta de que su padre estaba avergonzado de él, de lo que sucedió en su conjunto y que no era solo el hecho de que lo haya atrapado con las manos en la masa, sino en lo que realmente había sucedido y que hizo a su padre dudar de su integridad y se cuestione si era o no la primera vez…… Armando al sacar el pañuelo dejo caer de su bolsillo 10 pesos sin percatarse y él se bajo y lo alzo mirando un rato el dinero y luego disimuladamente se lo metió al bolsillo, 10 pesos, un euro con 20 centavos o un dólar con 30 centavos, a eso se resumía el gran robo de Lex, Rubén se quedo mirando el billete viejo y ajado incrédulo ¿que podía comprar con eso? apenas un helado y una galleta pero Lex entendió que no era el monto sino el hecho, el hecho de que siendo testigo de la caída de aquel billete del bolsillo y más aún sabiendo que era de alguien que él conocía y hablaba a diario no haya tenido la gentileza de devolverlo, aun cuando la intensión inicial fue esa y el pecado fue ese también, dejarlo solo en la intensión; por eso cerrando los ojos se acordó del cuento de Adela, no supo que paso con su cerebro, que fue lo que obnubilo su sentido de honradez, que ocurrió consigo para no devolver la plata y en vez de eso alzarlo dubitativo y guardárselo para sí, algo como eso solo podía ser obra del demonio, del diablo que le tentó el oído y soltándolo lo hizo rodar cuesta abajo a los pies de su padre, y ahora estaba ahí sin un argumento lo suficientemente válido para evitar un castigo, porque no había argumento alguno para aquello, una indescriptible sensación de vergüenza se apodero de él superando incluso  el temor y lo hizo chiquitito, la cara se le contrajo y se tiño de rojo, no podía pronunciar palabra alguna, estaba mudo ante la terrible decepción y tristeza que empañaba los ojos de su padre, incluso más que el enojo inicial, de pronto  su padre tiro aquel billete sobre la mesa dejando a Lex en medio de la habitación para volver a su frente agarrando el chicotito que tanto odiaba, dando una orden clara que no admitía reclamo alguno… ahí, entendió Alexander que NO sería el diablo que le robe la risa y la cambie por llanto, sino el enojo y la decepción de su padre… ahí entendió el cuento de Adela el diablo tienta y los hombres hacen el resto.

  • Bájate la ropa Alexander – y el corazón paro de golpe, el estómago fue un nudo y la boca de Lex se abrió para explicar a su padre lo que había sucedido saliendo en vez de eso un graznido de protesta que enfado más a papá
  • Perooo paa – se oía horrible
  • Te he dado una orden – en la poca paciencia que ya tenía, le dio un algo de tiempo a Lex para que obedezca – mi reloj marca las horas Alexander no margaritas, tienes 10 segundos
  • Peroooo – aun replico sabiendo que no era la mejor opción, no en esto
  • CARAJO… HE DICHO QUE ME OBEDEZCAS – acorto las distancias en todo sentido y sin que Lex se lo espere su padre empezó a quitarse el cinturón y se llevo una cuera con eso sobre la ropa – zas, zas, zas – papá estaba hablando muy en serio
  • Auuu auu buuu, yaaa papi, yaaaa – se frotaba los muslos que ardían bajo los jeans, todos cayeron ahí
  • Bájate los pantalones Lex, NO LO VOY A VOLVER REPETIR, porque si lo hago te juro que no te sientas en un año – era una pulseta de miradas, Rubén con los ojos cargados de decepción y enfado y Lex cargado de llanto lo miraba suplicante porque su padre había vuelto por el otro cuerito, y lloraba en silencio porque no quería que su padre lo castigue
  • Pa…. Yooo, yo………….tuuuu – simplemente no podía explicar lo inexplicable pero aun así buscaba un rescoldo de comprensión
  • ¡YO QUÉ! – increpo papá enfadado – ¿crees que estoy ciego Alexander?, ¿que mis ojos me engañan? – lo cuestiono –  SE lo que he visto, y lo que he visto es que tenias más que el tiempo suficiente para devolver aquello que se le cayó a Armando pero en vez de eso te lo guardaste en el bolsillo, y eso solo tiene un nombre Alexander, y se llama ROBAR – esa no era un pregunta, era una afirmación de lo que Lex también pensó – ahora hazte un sano favor y obedece – ordeno – bájate los pantalones Alexander – e hizo una corta pausa – a no ser claro,  que creas que lo que hiciste está bien y no merezcas una paliza sino un aplauso – papá no estaba facilitándole nada a Lex – si es así – dijo – TU Y YO DISCREPAMOS EN LO QUE ES MORALMENTE CORRECTO, Y QUE NO, y esperare que me des argumentos de peso para atreverte a cuestionar NO MIS NORMAS, sino normas universales – esa fue una estocada maestra que dejo a Lex lívido de miedo – … ¿o será que yo estoy tan obsoleto como las estampillas del correo? – pregunto en un arranque de ironía – que se han cambiado de un plumazo conceptos básicos como la honradez y estoy más perdido que aguja en un pajar… ¿me equivoco o no?
  • No señor – volvió a repetir en un hilito de voz, ¿qué podía decir? nada, no tenía ningún argumento, debía aguantarse calladito lo que su padre decida, porque se dio cuenta que decir que no era su intensión no sería creído y su padre desconfiaría peor de él y eso realmente lo asustaba, su padre acababa de recordarle algo vital, que tuvo tiempo para HACER LO CORRECTO
  • En voz alta Alexander, en voz alta – Lex dudo un momento pero la mirada de su padre lo insto a obedecer respondiendo elevando la voz
  • NOOO SEÑOORRR
  • Entonces QUÍTATE LA ROPA, RÁPIDO como te gusta hacer tiquiminiquis (hacer cosas engañosas)

Tras eso Alexander cerró los ojos fuertemente oyendo el eco de la voz de su padre retumbando en sus oídos mientras unas masculinas manos adolescentes en un fino tremor producto del miedo, del estrés de la desesperación viajaron a su ropa apurando desprender el botón y la cremallera aquella, sujeto los lados de su pantalón primero y lo soltó de sus cadera, sintiendo como la tela se deslizaba sobre sus piernas, pero ante la mirada impaciente de su padre que no había ni pestañado parado delante de él se corto de golpe, y sus manos quedaron atrapadas en la pretina del blanco y sudoroso bóxer, le acababa de invadir el pudor de verse de frente sin ropa; el hecho de que su padre lo crea un ladronzuelo era ya demasiado como para tener que dejar que lo vea además en pelotas, no es que fuera la primera vez que su padre vea sin atuendo, o fuera un ente extraño, no señor;  era la sensación de desnudes total y no solo estar sin trapos encima como la canción de Sabina: “otras me ven sin ropa y tu desnudo”, si, se trataba de algo más profundo, de la revelar los oscuros secretos que se esconden a veces en el alma de los mortales y se esconden de dar la cara porque no son más que los hijos bastardos de la vergüenza y el pudor, no era solo estar con la piel desnuda para sentir o no el dolor, sino que aquel acto hacia mucho más insoportable la sensación de vulnerabilidad  total que era desde ya el sentimiento que lo invadía, esa horrible sensación hacia que el mismo se recrimine llamándose pillo de poca monta, se sintió asqueroso, ruin y jodidamente cobarde tan cobarde que se vio incapaz incluso de cumplir la simple orden dada por papá, y en vez de eso solo se puso a llorar, papá entendía de que, era la vergüenza que ya lo azotaba con su invisible mano.

  • La vergüenza siempre arranca lágrimas Alexander cuando la culpa es grande, me alegra de que aun tengas sangre en la cara; hijo, de verdad me alegra – ese hijo pronunciado con pena latió en el corazón de ambos
  • Nifs nifs, nifs – solo los gemidos llenaban el recinto

Fue entonces que su padre hizo lo que él debía,  le aparto las manos y metió los dedos en la pretina y de un brusco jalón tiro los bóxer hacia abajo tirando algunos vellitos del pubis que hicieron que Lex haga una mueca, había llegado la hora de atenerse a las consecuencias y se tapo los genitales, por primera vez en su vida sintió encoger sus testículos del miedo… y cerró los ojos fuertemente.

  • Cerrar los ojos o cubrirse los adornos no te hacen invisible Lex, y menos cubren tu falta – papá termino de bajar los bóxer, ese comentario solo logro que Lex sienta un pellizco en el estómago, estaba a punto de vomitar

Aun así no quiso separar sus manos de allá ni pestañar, la risa ya había volado, Adela de saberlo preguntaría que duende desgraciado la tendría en sus alforjas, mientras él ahora estaba allá a punto de ser llenado de llanto, uno que seguro superaría el dique de sus ojos; tras eso papá agarro las dos manos de Alexander hacia arriba, llevándose en aquella sujeción el borde de la camiseta calada de Lex, dejando el abdomen, la pelvis, los glúteos y los muslos totalmente desnudos, que sensación más fea, un calor súbito lo envolvió como una pequeña fiebre interna y le tiño la cara enrojeciéndosela de rato en rato como sofocones; Rubén hizo un gesto de disgusto con la nariz, no le gustaba lo que veía, un crio vulnerable que cometió un grave error, ADUEÑARSE DE LO AJENO envuelto en la vergüenza tardía y el temor y no era un crio cualquiera era el suyo, su ojito derecho, tampoco le gustaba lo que tenía que  hacer: corregir y en el proceso claro está… hacer llorar a su pequeño, porque esta lección en particular dolería y mucho para que no sea jamás olvidada de eso estaba más que seguro; así que haciendo un acopio de valor como padre, buscando en sus entrañas una forma más sencilla de hacer esto se dispuso a iniciar el castigo y ahorrarle a su hijo la incertidumbre, se sentía mal por haber sido testigo de algo tan criticado y aborrecido por él y al mismo tiempo sereno porque al parecer Dios le daba una lección de humildad, él se jactaba de nunca haber robado en su vida, de no tener la necesidad, pero ahora estaba ahí, con su sangre mancillada, pero Dios también le daba la oportunidad de ser paciente, enseñar, corregir y enmendar aun cuando esta lección arda hasta el final de los días  el culo mismo de la conciencia de Lex, y a él le duela la soberbia de decir que en su casa nunca y se fijo en su hijo que ya hiperventilaba del estrés definitivamente quería terminar con esto disgustado con la mala hora en que NO obligo a Lex a irse a casa con Iván o retenerlo a su lado, cualquier cosa que lo distraiga de ese momento, que lo aleje de la tentación… como padre se sentía culpable diciéndose y ¿si lo hubiese mandado a casa?, ¿y si me lo hubiese llevado a  otro lado?, y si, y si, y un sinfín de y SI… porque él se había acercado a su hijo con la intensión de decirle que se apure que le tenía una sorpresa, porque el muchacho se había merecía un premio por su trabajo y su esfuerzo, y en vez de eso él sorprendió fue él; ahora en vez de premiarlo e incentivarlo tenía que azotarlo, así que prefirió acabar de una vez y con la diestra que agarraba el chicotito le cogió el mentón al muchacho que se empecinaba a ver el suelo diciendo antes de darle aquella paliza.

  • A MÍ – ordeno papá – la vista fija en MI – rectifico –  quiero que me veas a los ojos de frente mientras te doy un escarmiento Alexander, y pienses en lo que te atreviste a hacer en el potrero sin quejarte, porque lo que hiciste ha ofendido MI HONRA PERO MÁS LA TUYA 

Y la primera sensación salobre le invadió la boca al entrarse en un gemido los mocos que ya se derramaban  de aquel llanto que ya brotaba de puro pesar, papá le acababa de gritar a la cara su decepción,  Rubén alzo la diestra y propulso el primero de aquellos 10 azotes dados con el rebenquito aquel dibujando 10 dolorosas líneas blancas que se pintaron luego de escarlata oscuro y aun cuando la orden fue no gritar, imposible no hacerlo, aquello era demasiado feo porque realmente papá castigo ahora a Alexander con todas las de la ley, mientras el chiquillo oía a aquella cosa cortar el aire silbando porque no podía verla de lo rápido que era y lo siguiente que sintió fue el dolor que viajo de su trasero por su columna hasta golpear su cerebro como un estremecimiento.

  • rwas – Ahí estaba el primero de todos en la limpia piel de sus nalgas como una navaja cortando un queque, la sensación de un corte único invadió su cerebro
  • WAAAAAAAGGGGSSS – intento no gritar pero no pudo, intento no cerrar los ojos pero no pudo, quería soltarse, pero era imposible…aquello había sido malo, muy, muy malo, soltarse era la mejor opción pero sin poder lograrlo, intentaba agacharse y esquivar pero ¿dónde?, donde poder huir 
  • rrwaas rwas rwas – tres espaciados chicotazos mordieron de lleno los muslos que tenían de la previa dos rectángulos rosados dejando su resquemor picante, ácido y el desespero no se hizo esperar, es más nunca calmo, el dolor iba en aumento, papá se tomaba su tiempo entre uno y otro
  • NOOOO AGGGRRRRR, NO, NOOO – rogaba a papa que no lo haga, ya dolía demasiado y apenas había empezado – NOOOO PAPIIITOO NO AAAUUUUUU AAAAGGGUUUU AU AUUUU – aullaba, bamboleaba las piernas y jalaba los brazos abajo mientras papá lo suspendía hacia arriba apretando sus muñecas enrojeciendo sus manos, su cara era un mapa y el mentón empezó a temblar
  • PÁRATE ALEXANDER, PÁRATE RECTO rwas rwaas rwwas – el fustigado ahora era el trasero y al ser más blanca la piel se pintaron 3 gruesas líneas inmediatamente rojas inflamando su huella en relieve haciendo par con el primero
  • AAAAAAYYYY AYYYYYY DUEEE_LEE AUUU – ni siquiera supo cómo pudo pronunciar aquella queja en medio de tanto dolor o sí solo fue un grito imaginario de su trasero reclamando a su cerebro la estúpida decisión de meterse al bolsillo 10 miserables pesos que no necesitaba, doblando una pierna hacia arriba sujetándose solo en una como queriendo en ese acto mitigar el dolor que lo mordía; pero el grito no fue imaginario y papá le comunico que era justo lo que sentía mientras en una pausa pequeña él había logrado abrir los ojos para ver a su padre con el ceño fruncido y mordiendo sus dientes apretadamente
  • ¡Claro que duele!, pero a mi me duele más verte hacerte con algo que NO TE PERTENECE – y los últimos 3 rebencazos casi le parten la piel, pero solo era la sensación que él vivió invadiéndole las ganas de orinar quedándose sin voz del grito que dio, porque papá repitió los chirlos sobre el ya magullado trasero cayendo cruzados sobre los previos pero rápidos – rwas rwas RWAS
  • AAAAAHHHH AAAggggsssss – en aquel último grito se le fue el alma y casi el aliento

Y papá soltó las manos que volaron a rascar el traste volviendo a llorar porque el dolor lo invadió con más ganas, había caído de rodillas lastimándose las mismas, Rubén tiro por la ventana el maldito cuero aquel y paro a Alexander torpemente y fue él quien le subió la ropa interior de un tirón salvaguardando en algo su vergüenza, así como bajo, así como subió dejando el pantalón enredado en las pantorrillas…… mientras Lex avergonzado se tapaba la cara procurando no gemir con la boca toda llena de llanto y sufrimiento, el dolor estaba intacto.

  • Se sufre mas por la culpa que por el castigo hijo ….  – dijo sabiamente – Ahora ve a dejar el potro y me regresas de inmediato – le ordeno
  • Pero nooo termineee lo que debiaaa
  • NO importa, porque a partir de este momento tu NO me vuelves a pisar el potrero, MENOS mi oficina – y extendió sus manos – las llaves Lex
  • Paaapiii – aquella frase fue el desgarro total, alzo la vista sorprendido eso no se lo esperaba ni en su peor pesadilla, la paliza sí, eso no
  • NOOO, mientras NO TENGAS MI CONFIANZA
  • Están… ags, ags ags ….en tu eeescritooorio
  • Entonces no hay nada más que hablar

Había mucho de qué hablar, pero ahora mismo el sentía que si abría la boca diría algo que se arrepiente o vuelva a darle una paliza a Lex, ninguno de los dos estaba para razonamientos, y abandono la estancia dejando a Lex terminando de subirse el pantalón en medio de gemidos y torpes movimientos limitado por el ardor de sus nalgas pero llorando ahora no por el dolor físico, sino del alma, su padre acaba de considerarlo PERSONA NO GRATA y así gimiendo Rubén lo oyó bajar las gradas a pasos pequeños eso daba fe que el dolor era grande pues Lex siempre brincaba los escalones de dos en dos y desde su dormitorio lo vio abrazar a aquel animal fuertemente posando su cabeza en la de su potro que lamia sus manos para luego subir apenas en el caballo, y se tiro sobre el lomo del mismo abrazándose del cuello mojando la piel negra de aquella magnifica bestia, inclinado hacia adelante como si le hablara buscando consuelo en su compañía dejando el culete fuera de la silla por puro instinto de no apoyarse en nada pero sin poder evitar apoyar los muslos que también dolían, y aquel caballo como presintiendo que ya no vería al chico relincho suavecito y se encamino solo como si adivinara a dónde dirigirse a suave trote meciendo a su dueño en su lomo para calmarlo.
Mientras Alexander gemía y gemía bajito sobre aquel bronco rebelde y dócil como él, pero ahora no tanto porque doliera el culo sino porque dolía el alma, su padre al sentenciar que no lo quería en el potrero confirmaba su peor pesadilla, a papá le entro el gusanito de la desconfianza, algo difícil de enmendar; Rubén vio la escena hasta perderlo de vista, se tiro a su cama agobiado totalmente, superado, cavilando si sería o no la primera vez o algo repetitivo que no se dio cuenta, eso sí le quitaba el sueño y pensando que haría Lex ahora, pues de él dependía el resto, y se quedo dormido unos 20 minutos aproximadamente hasta que llego Clara con Iván, pues cuando éste regreso del potrero y se cambio se quejo a su madre de sus escaldaduras y ella al verle a duras penas las entrepiernas lo llevo al médico porque pensó que podría tratarse además de un problema micótico por la humedad, fue entonces que Rubén  se encamino al potrero y encontró a Lex dormidito sobre aquel montón de papeles que tenía como tarea extra, gimiendo audiblemente pese a estar durmiendo.
El corazón de su padre se hizo un puñete, había sido muy duro con su hijo, porque él sabía cómo era un solo azote con aquella cosita, equivalía a una vara pero algunas cosas no se pueden dejar flotando en el ambiente, menos un error como ese, porque ese error que para él como padre  ERA UN ERROR para el resto del mundo ERA UN DELITO que se castiga no con unos chicotazos ardidos, sino con la cárcel… observo largo rato a su hijo, dividido en la ambigüedad de despertarlo y abrazarlo, o despertarlo y amonestarlo o despertarlo y filosofar con él, se acerco sin saber qué hacer, dejando a manos de Dios los próximos minutos, que del mañana el se encargaría y se fijo que en su llanto Lex había mojado aquel cuaderno se lo veía vulnerable, su rostro ladeado dejaba caer un hilito de saliva y sus manos cruzadas sobre la mesa tenían todavía entre los dedos la lapicera azul y aun lado el llavero vacio, había retirado todas las llaves y las dejo sobre la mesa de papá incluso las llaves de la puerta y calle.
Suspiro hondamente y al fin se animo a poner una mano sobre su hombro y Lex se despertó asustado, ambos se miraron tristemente y largo rato sin cruzar palabra alguna, ambos esperando lo mismo uno del otro, LA PRIMERA PALABRA, pero como ninguno hablo, ambos se condenaron al silencio, un silencio que para Lex fue un castigo adicional por esos 4 largos días que siguieron privándose padre e hijo de la ternura y del amor, del perdón y la disculpa…

Al parecer Diosito que todo lo ve y nada olvida tardaría un poquito en revertir el llanto por la  risa que le cambiaron los duendes en sus travesuras…


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