domingo, 24 de abril de 2016

Formando una pequeña manada: Cap. 4; Autora Marambra

Formando una pequeña manada
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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.
Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 24 de Abril del 2016.
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Capitulo 4
Joaquín Torrente y su hijo Sebastián se habían trasladado de ciudad por cuestiones de salud, bueno salud de los abuelos de Joaquín quienes en realidad lo criaron, esto generó obviamente reajustes en la vida de ambos, tuvo que renunciar a trabajar en el internado calixtino donde conoció a su bichito adorado, algo que realmente fue duro porque ese lugar y esas personas eran especiales para ambos, pero los sacrificios tienen sus recompensas y a la semana de mudarse consiguió un buen trabajo en el hospital de la comunidad, desempeñando sus labores cómodamente por las mañanas, algo que le vino realmente bien porque aquel hospital le ofrecía no sólo la posibilidad de un horario compatible con su vida familiar, sino una importante mejora salarial sin demasiadas horas de sacrificio, un punto a tomar en cuenta sobre todo porque ya tenía un niño y tenía que cuidarlo, es que creía firmemente que tenía la obligación moral de mejorar sus condiciones de vida y velar por el presente y futuro de su hijo, lo que no significaba que antes vivieran mal o apretados, pero un cambio a positivo es siempre bienvenido.
Pero dicho cambio generó en Sebastián ansiedad…. el verse solo en una ciudad que no conocía, lejos de la gente que lo crió y que de algún modo eran su familia, y lejos de sus amigos del colegio, rompió el poco equilibrio que Joaquín empezaba a armar con su hijo, tanto así que tuvieron que asistir ambos a un psicólogo para trabajar en las inseguridades del muchacho, es que Sebastián estaba convencido que de un momento a otro iba a quedarse desamparado nuevamente, que en cualquier momento iba a despertar y darse cuenta que todo era un sueño, que su padre no era real, que nunca lo adoptó, que seguía viviendo en el internado o lo que era peor…. que lo llevaban a un orfanato real.
Inseguridades que tuvieron su punto máximo al inicio de la nueva gestión escolar; algo que el psicólogo que trataba a Sebastián ya había advertido a Joaquín recomendando la mayor paciencia posible, porque seguramente sería un obstáculo a la hora de hacer nuevos amigos, generando frustración, enojo, rabia y tristeza en el muchacho, en definitiva, era un época de muchos reajustes, no solo para Sebastián sino para Joaquín quien mostró tener una paciencia tibetana con los cambios de humor, de temperamento y estado de ánimo de su hijo, no teniendo otra salida que tratar cada problema un pasito a la vez, feliz por los logros obtenidos y mucho más contento cuando dichos conflictos fueron desapareciendo con el transcurso de los días.
Pero no todo es color de rosa, y de la larga lista de problemas sin resolver que aún tenía Sebastián en su vida, Ryan y su mellizo Bryam, encabezaban esa lista y empezaban a convertirse en un caso crónico, aquel par de mocosos adoptaron a Sebastián como conejillo de indias en el grupo y lo metían en un sinfín de líos, sino era que Joaquín lo tenía de cortito con las tareas, nada raro que estuviera aplazado como ellos, pero en realidad los mellizos tenían a Sebastián para beneficio propio porque les copiaba los deberes y Sebas les justificaba todo ante su padre cuando éste descubría lo que estaba sucediendo, algo que Joaquín no sabía cómo cortar por el consejo del psicólogo: paciencia… paciencia que tarde o temprano iba a terminar, sobre todo al paso que iba Sebastián, es que era el colmo que se meta en tantos líos solo por mantener la amistad de ellos cada vez que ese par de mocosos chasqueaba los dedos, como si no hubieran otros muchachos en el curso o en el vecindario, pero lo que nunca imaginaron ambos, era que aquello suceda mucho antes de lo imaginado...
Joaquín estaba en su despacho en el nuevo hospital en el que trabajaba, faltaba una hora justo para terminar su jornada laboral y estar libre para hacer las maletas e irse de viaje con su muchacho al lago, aprovechando el largo puente motivo de semana santa, es más, estaba saboreando ya aquel plan, hasta que recibió una llamada del nuevo director del colegio calixtino en el que estaba estudiando Sebastián, el Padre Román quien lo acababa de citar para tratar un asuntito con él, asuntito que tenía mucho que ver con Sebastián y lo mellizos… habían pillado infraganti a su hijo y los mellizos con un par de revistas indecorosas en el baño del colegio, y nada fuera eso, sino que Sebastián, ayudado e incitado por aquel par de demonios, le hizo la gallinita ciega al regente y se robó las revistas al director cuando acudieron a su despacho para supuestamente cumplir con la parte punitiva de su delito, saliendo los tres disparados del mismo, mientras Sebastián guardaba en la mochila el cuerpo del delito, creyendo que nadie los veía, olvidándose que había una cámara que filmaba todo lo que sucedía en la oficina y el pasillo… realmente fue un robo y una fuga de película porque todo sucedió mientras la secretaria y el regente guardaban los archivos en las gavetas.

  • ¿Son revistas pornográficas las que estaba agarrando mi hijo? − preguntó Joaquín frotándose la frente, habían tenido una charla al respecto no hace mucho y creía sinceramente que su hijo lo tenía claro
  • Me temo que una de ellas si es una revista de ese tipo, señor − y Joaquín pegó un sonoro suspiro como diciendo... y ahora ¿qué hago con este muchacho?, y el director del colegio retomo el curso de la charla − Mire doctor, desgraciadamente esto no podemos resolverlo ahora, estamos todos saliendo por la festividad religiosa, así que el día lunes usted tendrá que apersonarse al colegio para tratar la sanción de Sebastián, sobre todo considerando lo que pasó después
  • ¿Están involucrados los mellizos? − pregunto Joaquín, casi con la certeza de que la respuesta sea un gran y único SI
  • Me temo que sí − dijo el director reconociendo el patrón de conducta de Sebastián, su historial era limpio mientras no estén involucrados aquel par de muchachos − y eso es algo que esta vez no voy a dejar sin efecto − dijo para sorpresa de Joaquín, es que los profesores dejaban de lado ese detalle y solo acusaban a Sebastián − estoy como usted convencido, de que el problema de conducta de Sebastián se debe a la influencia que ese par tiene sobre él, pero como le dije, todo esto será tratado con calma el día lunes
  • ¿A qué hora? − preguntó resignado Joaquín, pensando en que quizás den una sanción corporal a Sebastián, después de todo estaba en un colegio religioso de la misma orden Calixtina que lo crió, hasta que él lo adoptó, y costumbres son costumbres, no iban a cambiar por cambiar de ciudad
  • A la hora que usted vea conveniente − dijo para comodidad de Joaquín sabiendo que él trabajaba en la mañana − sabe muy bien que aquí estoy tanto en la mañana como en la tarde, así que el lunes esperare su visita − agregó − y feliz semana santa
  • Igualmente padre, me temo que mi visita será por la tarde, pero iré con Sebastián
  • Lo estaré esperando entonces, hasta pronto

Y tras aquella despedida solo quedaba tratar esto en casa con su hijo, así que apuró sus pendientes y se marchó lo más pronto posible a su hogar, imaginando que su hijo estaba ahí seguramente haciendo las maletas para el viaje, y no se equivocó, Sebastián había bajado ya su mochila de acampada a la entrada de la casa, una casa que Joaquín compró con la ayuda de sus abuelos quienes le dieron parte de su herencia en metálico considerando que su nieto adorado tenía ahora un hijo que cuidar, y ellos como Joaquín tenían la firme convicción que un niño merece un hogar con un patio y con un perro, bueno tenían el patio, aún faltaba el perro.

  • SEBASTIÁN….

La profunda voz de Joaquín tras un momento de filosofía en la entrada de la puerta, interrumpió de pronto las actividades lúdicas del muchacho, donde tomó la más dolorosa decisión de todas, porque había decidido darle esta vez una paliza a su hijo, haciendo que un escalofrío recorra por la espalda de Sebastián, era la premonición de que algo horrible iba a pasar en cuestión de minutos y él lo sabía…… llevaban algo así como cinco meses que vivían juntos, tiempo suficiente para que ambos conozcan los rasgos más importantes del carácter de cada quien que hacía grata la convivencia, y una de ellas era reconocer el timbre de voz, algo que a Sebastián se le hizo bastante fácil, porque su amado padre generalmente de voz cálida y dulce, suave y armoniosa no solía gritar salvo puntuales situaciones tales como una urgencia médica en la que asumía el control de la situación y segundo cuando estaba molesto con él por alguna cosa que ya sabía era autor, así que apurado dejó de lado los rompecabezas de 5000 piezas que estaba armando, y se frenó en seco en el umbral de su dormitorio, sin saber que hacer exactamente, si bajar de una vez o fingir que no lo había oído y ganar tiempo en un excusa, es que estaba casi 100% seguro que papá estaba enterado del incidente en el cole.

  • SEBASTIÁN ESTOY HABLANDO CONTIGO – gritó Joaquín fingiendo estar de muy mal humor, cosa que no era, estaba enojado, pero no como para ser un ogro y comérselo – BAJA INMEDIATAMENTE – agregó y los vellitos de la nuca de su hijo se erizaron de miedo, apurando sus pasos a la sala vistiendo un viejo pantalón deportivo con liga y medias, no había terminado de vestirse para el viaje
  • Hoola papá – saludó un poco asustado, con la voz más chillona que de costumbre, pero aun así se acercó a su padre y le planto un beso en la mejilla como siempre hacía truene o queme el sol, gesto que aplaco en parte el enojo que Joaquín llevaba encima
  • Hola hijo – saludo devolviendo el beso en la mejilla de su pitufo y tras un suspiro y aquel breve paréntesis que parecía fuera de lugar ese momento retomo el curso de aquello – quiero hacerte una pregunta y quiero que me digas la verdad  Ay Dios mío, esa era la antesala al desastre – ¿es cierto lo que me dijo el Padre Román? − se fue directo al grano, nada de recibí una llamada y bla bla bla él quería la verdad pero ya, así que pregunto directamente sin levantar la voz, mirándolo fijamente, poniendo muy nervioso a Sebastián, tanto así que hizo que trague saliva − Sebastián te hice una pregunta… ¿es cierto lo que me dijo el Padre Román? − volvió a preguntar y Sebas bajo la mirada − sabes que no es bueno mentir, ni ocultar las cosas hijo − le dio un poco de ánimo y le cogió el mentón cariñosamente, gesto que provocó que Sebastián tenga ganas de llorar volvió a decir suavemente
  • Siii papá es cierto − confesó, un gran paso dijo Joaquín dentro suyo
  • Bien pues, ve a traer esas revistas − ordenó, así de simple
  • Nooo, no las te tengo papá − dudar, tartamudear, y pellizcar sus uñas eran luces de Neón para Joaquín, Sebastián estaba mintiendo y tuvo la osadía de mirar de frente a su padre
  • Si subo y encuentro las revistas donde creo que están − dijo Joaquín sin alterarse, apuntando con el índice acusatoriamente   voy a darte una paliza Sebastián y nos quedamos en casa todo el fin de semana, el viaje se suspende − y lo miró fijamente a la cara mientras decía aquello, una táctica de intimidación muy antigua y efectiva en los padres, tanto así que Sebastián subió corriendo las escaleras con el corazón acelerado y con temblorosas manos buscó debajo de su colchón sacando las revistas, sin pensar si debía llevar solo las revistas decomisadas o el resto que guardo hace días, al final solo alzó el cuerpo del delito
  • Aaa aquí están papá − le dijo

Y se produjo un largo silencio, Joaquín esperaba pillar un par de revistas ajadas que quizás le prestaran los mellizos, pero aquello era totalmente diferente, su hijo acababa de entregarle un paquete que había llegado por correo expreso y con entrega inmediata a SU nombre en un papel muy distintivo con el logo de DHL y un remitente desconocido con fecha de hace dos días, un detalle que no pasó desapercibido a Joaquín, quién iba frunciendo el ceño a medida que Sebastián se iba poniendo blanco de pánico, al darse cuenta que su padre maquinaría un montón de conjeturas en la cabeza, y todo por una sola razón, Sebastián no tenía dinero el efectivo, y lo poco que tenía estaba en un chancho de barro y apenas llegaría a 50 Bs, monto que aunque hubieras sacado no cubría ni el sello postal.

  • ¿De dónde salió esto? – preguntó su padre, terminando de abrir el paquete, sacando por fin el contenido, eran dos revistas… y no cualquier revista, sino nada menos que dos ejemplares de colección limitada de Marvel más concretamente Batman que gritaba a leguas era típico de un adolescente y que habían costado una pequeña fortuna, 20 dólares sin contar los gastos de envíos, demasiado dinero para algo que en pocos días estaría debajo de la cama o manchado de chocolate yyyy un revista con un título estrambótico en ruso claramente destinada a público adulto, pedido personal de Bryan cargado a la cuenta de su nuevo amigo – Sebastián…. te hice una pregunta − dijo con aparente calma   ¿de dónde salió todo esto? – repitió − oh es que no has entendido mi pregunta − y golpeteo su frente como si tocara un timbre, pero nada, Sebastián parecía que acababa de hacer convenientemente un voto de silencio  ¡¡¡Sebastián!!! − elevo un poco la voz, pero nada

Así que agarro del cuello a Sebastián y lo metió al despacho, prendió la computadora y se fijó en el logo de la empresa que envió las revistas, e hizo las averiguaciones pertinentes, el pedido se hizo hace una semana, efectuándose el pago con tarjeta de crédito cargada nada menos que a nombre de su abuelo, Sebastián había usado la tarjeta de crédito de su abuelo, una tarjeta que creía perdida para colmo de males.

  • Última oportunidad Sebastián − dijo tras inhalar hondamente como queriendo mantener a raya el poco control de sus manos, es que sus dedos estaban quisquillosos como los dedos de los cowboy, prestos para apretar el gatillo, en su caso para quitarse el cinturón y soltarle a Sebas una buena sobada, por lo que creía había hecho − Última oportunidad   agregó poniendo las revistas en la mesa, pero  Sebastián solo se hundió en sus hombros, y no hizo otra cosa que mirar el piso, para eso Joaquín miró el reloj de pared, habían pasado 45 minutos en ese regateo en busca de respuestas, estaba de buen tamaño ya, al !DIABLO! con la paciencia y el Dalai Lama, quizás era hora de probar otro método ya que la famosa charla no estaba resultando − bien pues, probaremos mi método − dijo, así que simplemente se saco el cinturón del pantalón ante la atónita mirada de Sebastián y antes de que cante un gallo, soltó la mano y fue suficiente para que Sebastián hable − zas, zas ZAS
  • paaaapppii − no tuvo reparo en sobarse el trasero, desde la paliza en el colegio cuando papá lo adopto solo dos veces su padre lo puso en su regazo
  • Vas a hablar ahora o tengo que seguir − sugirió su padre y todo fluyó por sí solo

Sebastián le contó todo a papá, que había encontrado la tarjeta de crédito de su abuelo, que la había llevado al colegio y se las había mostrado a sus amigos, básicamente a los mellizos, quienes como era de esperar tramaron todo, entrando a casa hace una semana ya, motivo de ver el nuevo juego que su padre le compró a Sebastián y fue ahí que hicieron el pedido por el internet cuando él no estaba y que luego Ryan limpio el historial de la compu de la oficina y que fue Bryan que cargo todo a la cuenta del abuelo, pero que no creía que fueran a enviarle las revistas tan rápido pensando que podría ahorrar ese dinero y hacer un depósito a la cuenta del abuelo antes que se dé cuenta y para eso había escondido dicha tarjeta en los cajones de la lavandería donde su padre nunca miraría ni por si acaso.

  • Para, para, para el coche Sebastián − dijo Joaquín alucinado con el relato  ¿me estás diciendo que entraron los mellizos a la casa, que abriste MI OFICINA − puso énfasis en eso porque él no podía tocar el internet de su oficina justamente porque era la única sin restricciones como la que puso en su dormitorio − hurgaste MI computadora, hiciste un pedido a MI nombre y ROBASTE la tarjeta de TU ABUELO PARA PAGAR? − no pudo evitar gritar
  • NO ROBEEE − se defendió  yo soolo encontré su tarjetaaa
  • NO, NO LA ENCONTRASTE − recalcó cogiéndolo de los codos y sacudiéndolo un poco, no podía creer que le de semejante excusa − eso estaba en MI cajón… y aunque no estuviera guardada Sebastián, NADIE...   chilló − NADIE se encuentra cosas en su propia casa 
  • Pero Bryan diiijo − murmuró − AUU − chillo ya no más, su padre acababa de jalar su oreja − pero Bryyan…
  • No me interesa saber lo que dijo o no dijo... sino lo que hiciste, acaso no entiendes que todo lo que hiciste estuvo MAL − le reflexiono para que su hijo no siga por la misma riel
  • Pero el diiijo... AYYY   ese era otro jalón
  • Ya te he dicho, NO me interesa lo que dijo Bryan, Ryan o MIERDITA sea − dijo enfadándose más y más por la tozudez del muchacho, pero parecía que Sebastián no se daba por enterado y seguía con la misma cantaleta
  • Pero EL DIIIJO que nadie lo notaaaríia − y papá ya tuvo suficiente, lo jaló al sillón, le bajó de un solo tirón el deportivo llevándose por delante el blanco slip de algodón − NOO PAAAPI, PAAAPI… DE VEEERDAAD… ÉEEEL DIJO
  • plaf plaf plaf plaf plaf plaf plaf ¿QUE TE IBA A DAR UNA PALIZA?... ¿ESO TE DIJO?  plaf plaf plaf plaf plaf plaf
  • aaahhhh papáaaa − eso no se lo esperaba y se quedó momentáneamente callado dando a su padre la oportunidad de seguir en ello
  • plaf plaf plaf plaf plaf ¿NO TE DIJO? plaf plaf plaf − iba diciendo en medio de las palmadas que cada vez más enrojecían el trasero − QUE SI NO OBEDECES  PLAF PLAF PLAF − aumentó la calidad del azote y Sebastián ya sentía los mocos gotear de la nariz y desesperarse por meter la mano y protegerse, su padre estaba dejando sus huellas dactilares calcadas
  • ayyy yaaa PAAA piiiica, piiiiica AUUU AUUU AHHH
  • ….EL PAPÁ SE ENOJA  plaf plaf plaf plaf Y TE BAJA EL PANTALÓN y TE HACE PUPA JA? − fue un enfoque muy infantil decir aquello, pero se ajustaba a las circunstancias − ¿NO TE DIJO ESO? PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF
  • AAAHHH AYYYAAA PAAAAPI YYYA NO LO VUEELVO A HACER, NO LO VUEEELVO A HACEEER AJGGGG
  • PLAF PLAF plaf plaf plaf plaf PLAF PLAF plaf plaf plaf plaf PLAF PLAF PLAF plaf plaf plaf PLAF PLAF…
  • agggg aggg

Y fue suficiente tanto para Joaquín como para Sebastián, quien tras un largo gemido quedó desplomado en el regazo de su padre, cansado de tanto forcejear, menudeando su dolor con pequeños estertores, viendo todo borroso de la gruesa capa de lágrimas que aún chorreaban por los ojos lo mismo que sus mocos y saliva, se había olvidado que la mano de papá puede ser más fea que la cinta del pantalón y Joaquín dándose cuenta que Sebitas no iba a pararse por su cuenta, lo incorporó sobre sus rodillas tras frotar su palma, la falta de uso también le pasó factura.

  • Lo sientooo papá, lo siieento AGG AGG − se abrazó a su padre apenas sintió su beso, disculpándose de él, prometiendo todo − nunca más voy a hacer cosas maa malas   balbuceaba dolorido Solo quiero que no te metas con esos muchachos Sebastián, nada más − le dijo con voz cansada, esperando que esta vez lo entienda − ¿acaso no entiendes que te usan? − le limpio los ojos en vano, porque nada más decir eso se volvieron a anegar de llanto − por hacerles casos, mira lo que pasó
  • Perdooon − musito volviendo a apretar a su padre, mientras este sin sacarlo de su regazo contesto el móvil que se cayó de su camisa a un lado en el forcejeo, era el abuelo
  • Hola papá   saludó depositando un beso en la frente de Sebastián − el viaje se pospuso − dijo y Sebitas solo bajó la cabeza avergonzado, después de todo, papá le había advertido que si le daba una tunda no habría viaje, por lo menos eso fue lo que él entendió en su momento − te esperamos entonces −  colgó y al ver a su hijo triste abrazándolo una vez más, lo sacó de su regazo agregado − ve a darte un buen baño, y vístete rápidamente, el abuelo estará aquí para ir a almorzar, nos iremos en su camioneta al lago
  • ¡¡¡OH!!! PAPI − Sebastián los abrazo fuertemente alegre pese al nubarrón de llanto
  • ¿Qué creías Sebastián, que nos perderíamos el viaje? − pregunto despeinandolo sin esperar respuesta − Hombre de poca fe − sonrió viendo que Sebastián en vez de subirse la ropa solo se subió el slip para facilitar su tarea en la ducha − anda apurate − agregó, pero Sebastián tenía una preocupación en medio
  • Vas…. ¿vas a contarle al abuelo? − pregunto
  • NO   contestó su padre − se lo contarás tu − dijo y al ver la cara de susto de Sebastián lo ayudó en su dilema − … le dirás que te prestaste dinero de su tarjeta y que se lo reembolsarás en dos meses con tu mesada...

Y el abrazo y el beso lo dijeron todo… sobraban las palabras… aún estaba pendiente la reunión disciplinaria a tratar en el colegio…. pero, aún faltaban 4 días para que llegara al lunes.




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