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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 20 de Abril del 2016.
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Capitulo
2
Autora:
Marambra
El fraile se quedo mirando al muchachito
aquel que apuraba subirse la ropa abotonar su camisa y su bragueta, nervioso,
bien hacia estar inquieto dijo, es el corazón que se anticipa a una buena
tunda…
- Vaya, parece que estas en mejores condiciones, termina de vestirte y ve a tu aula, te espera tu profesor guía, dice que quiere tener unas palabras contigo
- Si señor – contesto mirando el suelo
para obedecer como un rayo, y se dirigió a su aula lo más rápido que pudo, ya
no había nadie allá, excepto el profesor que corregía las carpetas y en cuanto
oyó al muchacho carraspear tras tocar la puerta lo hizo entrar para observarlo
largo rato antes de hablar…
- Quiero saber que sucedió Sebastián antes de tomar cartas en
el asunto – dejo de lado todo lo que estaba haciendo
para darle la atención total que se merecía, porque de eso dependía si salía
libre y solo sería notificado de su reciente adopción o, sería enviado al despacho
del director para lo mismo y para luego ser comunicado que sería severamente
reprendido en la sala disciplinaria – estoy esperando
Sebastián – declaro el profesor a
fijarse que el chico hundió los hombros, bajo la vista al suelo, se mordió el
labio inferior, coloco sus manos por detrás y se paraba y bamboleaba sobre sus
talones separados juntando la punta de sus pies –
¿Sebastián? – la cortante voz
hizo que se pare recto y suelte sus manos y junte los pies, alce la mirada a su
interlocutor y responda
- Hoy es mi cumpleaños señor, cumplo 14 y el doctor Torrente me regalo un teléfono celular, me dijo que me divierta..
- ¿Dijo que la usara en clases? –
levanto una ceja
- No señor, dijo que me divierta en mis ratos de ocio pero no que lo lleve al aula
- Y tu desobedeciste por lo visto –
aquello no fue una pregunta fue una afirmación, no le quedo otra que confirmar
aquello
- Si señor, pero no fue mi intención golpear a Rider, es que
- Es que, ¿qué? Sebastián sabes perfectamente que en esta institución no se aceptan las riñas entre compañeros y tu no solo has reñido sino que le rompiste la nariz, esto se castiga con la expulsión del colegio y tú lo sabes
- Perooo – empezó
a llorar, aquello implicaba quedarse sin hogar y su dolor quedo solo en esa
frase
- No hay peros Sebastián, ahora contesta una pregunta más, ¿estás consciente de que hiciste mal?, no solo has desobedecido al doctor Torrente, sino que además te has ido a las manos y eso es intolerable en cualquier lugar, ¿no es cierto?
- Siiii señor – gemía
arrepentido totalmente
- ¿Y qué crees que deba pasar ahora?
- No lo sé señor – ni siquiera levanto la
vista del suelo
- ¿No crees que te mereces un castigo?
- Siii, si señor, nifs, nifs nifs pero, nofs, nifs nifs por
favor, por favor no me expulsen, no tengo donde ir – y se derrumbo en llanto
- Silencio, voy a hablar con el director y el decidirá que hacer Sebastián, pero ten por seguro que no te expulsaran…. por ser la primera vez; pero si tendrás que dar la cara al comité disciplinario del colegio, ahora ve a tu habitación y espera que el padre Albino te de las instrucciones del caso
Y
se puso en lo suyo olvidándose del muchacho aquel que se quedo parado un buen
rato asimilando lo que acababa de conversar, no lo iban a expulsar pero lo iban
a castigar, su corazón se hizo un nudo mismo con el propio estómago,
definitivamente una cosa era fantasear y otra distinta era protagonizar y con
todos esos pensamientos asaltándole la mente y las sensaciones devorando su
vientre cabizbajo como estaba se encamino a su habitación, llorando en el camino
limpiándose de la cara las lágrimas que se escurrían y no hizo otra cosa que
bañarse rápidamente y cambiarse la ropa, espero sentado largo rato sobre su
cama sin moverse obligándose a guardar serenidad y paciencia, controlando su
respiración y sus movimientos pero cuando vio la sombra del padre Albino
aparecer cruzando su ventana la poca
serenidad que logró se esfumo como burbujas de champan y empezó a temblar como
una hoja del miedo que ya lo invadía, había llegado la hora de dar la cara al
comité disciplinario, eso le aterraba, ¿y si decidían expulsarlo de todos
modos?... y si llamaban al doctor y le informaba de su desobediencia? , él
tendría que explicar muchas cosas e incluso confesar que perdió el juguete y
eso lo avergonzaba más aún pues el doctor siempre andaba comprando cositas para
él, cuadernos, lápices, hojas, ropa, y seguro el juguete este era muy caro…
esté último pesa hizo que se sienta un gusano pues el doctor le había hecho
prometer que cuidaría el juguete aquel que ya perdió y que no lo sacaría de su
habitación para no tener problemas ambos, y ahora estaba a punto de ser
reprendido justamente por eso y por pelear con un compañero y él no había
podido conversar con el doctor para disculparse por el incidente ni hablar con
el director para aclara que el doctor no tenia culpa sino él, Albino ajeno a
los tormentosos conflictos del muchacho espero a que se incorpore como norma
para decir con la voz seca y áspera
- Te pones el uniforme deportivo Sebastián e iras al ala
oeste, allá te desnudaras de la cintura para abajo quedándote solo con la
camiseta, el calzoncillo y las medias, pon tu ropa doblada sobre la mesa y tus
calzados a un lado, luego cogerás una de las 3 varas que hay sobre la mesa la
más delgada y la colocas al lado del pupitre que está en medio de la habitación
al lado derecho, no te olvides de eso, luego te inclinaras sobre el pupitre y
esperaras que llegue el director, te advierto que no te muevas por tu bien, y
no hables si no te lo piden ellos, eso solo complicara las cosas para tu trasero,
entiende que ahora serás tratado como un alumno mayor y por ende debes portarte
como tal, de haber sido ayer el incidente no pasaría de un jalón de orejas pero
es tu mala suerte haber sucedió hoy Sebastián – y el cura lo miro con ternura por primera
vez y le limpio las mojadas mejillas del silencioso llanto que se vino por si
solo con los pulgares, aquel gesto le dio la confianza de preguntar la razón
- ¿Por qué ayer hubiera sido diferente? – se limpio la pequeña nariz son el dorso de
la mano al no tener pañuelo
- Porque los castigos con vara se reservan a los chicos de 14
años para arriba Sebastián, ayer tenías 13 hoy cumpliste la mayoría de edad
para recibir este tipo de escarmiento según la infracción y te estrenaste nada
menos con la peor de las faltas muchacho – puso sus manos
sobre los hombros y le sonrió con tristeza – ahora ve no
hagas esperar a nadie, ellos estarán en 20 minutos, valiente ¿si?,
- ¿Quienes estarán?
- El director, el profesor de ciencias, bueno si tuvieras
padre estaría él o tu tutor, y si pueden localizar al padre de Rider ten por
seguro que esta también – lo
ayudo a acomodar su ropa para que este impecable –
trata de no moverte por muy duro que sea, ¿bueno? – le arreglo el
pelito despeinado
- ¿Tan malo será? – Sebastián se puso alerta
ante aquel comentario, y no pudo evitar que su voz suene infantil lo que hizo
que el corazón del fraile se conmueva de verlo ahí limpiarse la cara con el
ruedo de su polera, con las pupilas dilatadas con un puchero en la boca y la
cabeza agachada tratándose de amarrar las piolas del calzado
- Si, muy malo, pero al final del arco iris siempre brilla el
sol pese a los nubarrones, ahora ve, corre – le
dio un beso en la frente
- ¿A dónde?
- Al ala oeste, al final del pasillo encontraras una puerta con aldaba negra, es la única que está abierta porque acabo de dejar todo para que tu ingreses, no hagas mucha bulla por correr pero tampoco te tardes, has caso solo te quedan 10 minutos
Su
corazón latía a mil por hora, lo tenía en la boca prácticamente, sus pupilas se
dilataron enormemente de tal forma que un delgado halo verde lo adornaba,
frente suyo estaba la puerta aquella con la aldaba negra abierta para él, sus
pasos se fueron perdiendo en el pasillo, el silencio era lo que lo acoquinaba
ese momento, tanto así que sintió su esfínter anal cerrarse en un doloroso
espasmo, tal fue que se quedo parado un rato tratando de calmarse y retomar
camino, al final estuvo ya con la mano en el pomo, respiro hondamente varias
veces inhalando y exhalando tragando saliva empujo la puerta y lo primero que
diviso fue el enorme reloj de péndulo tallado en madera vieja, tan vieja como
todo lo que había en aquel austero salón testigo mudo del sufrimiento de todos
aquellos cuyos traseros habían sido y serán merecedores de un doloroso castigo
y la antigua y bíblica frase de “la necedad está ligada al corazón del
muchacho, más la vara de la corrección lo alejara de élla” empezaba a tomar
forma en su mente… había sido un necio al desobedecer la recomendación de
Joaquín, había sido un necio en sacar el juego en la clase, y había sido mucho
más tonto repartir aquellos puñetes y patadas
Se
fijo en todos los detalles de aquel lugar, el misterio estaba empezando a ser
revelado para él, ya no eran murmullos, ya no eran suposiciones o
imaginaciones, empezaba a ser real, tan real como el olor a antiguo que
despedía aquella habitación cuyo enorme ventanal daba al patio del colegio y
que lo golpeo en la cara nada más abrir la puerta y se fijo en las paredes
blancas en una de ellas la que estaba hacia un escritorio colgaban varios
utensilios desconocidos para él pero que seguramente eran utilizados para
disciplinar y eso solo lo supuso al ver que ahí colgaba nada menos que un
cinturón grueso, se fijo en el escritorio, sobre el cual las tres varas de las
que le hablo Fray Albino descansaban de su triste labor: amoratar traseros,
tres sillones acomodados en las esquinas, 4 pupitres 3 de ellos apoyados en la
pared libre y uno colocado justamente en el medio cuyo lomo miraba a la puerta
y con un objetivo, ahí debía inclinarse el acusado y esperar mostrando desde ya
el trasero mientras la vista del muchacho podía divisar por el ventanal el
patio aquel donde tantos jugaban libre de un azote; sus pasos resonaron en la
madera brillante de haber sido recién encerada y sus pisadas se marcaron
blancas de polvo sobre la cera, cerró la puerta con cuidado y miro el reloj, se
apuro en cumplir la orden, se saco el pantalón deportivo y lo doblo dejándolo
sobre el escritorio aquel, dejo sus calzados al pie del mismo mueble, se sintió
avergonzado de estar semidesnudo y el solo pensar que debía esperar así a
aquellos hombres que lo azotarían le daba pesar, instintivamente se cubrió el
trasero y se fue a colocar sobre el pupitre hasta que se acordó de la vara, y
cuando la cogió, de solo mirarla un extraña punzada le comió la panza, la noto
liviana y la sacudió curioso en el aire y el peculiar ruido de viento cortado
le dio nauseas preguntándose cómo sería aquello impactado en su trasero,
asustado como estaba y tras oír varias pisadas en el corredor se apuro a poner
aquel instrumento al lado derecho del pupitre como le indicaron, y luego se
inclino sobre él, se sintió horrible y fue recién que se percato de un detalle,
a un lado de la pared había un enorme espejo que reflejaba su cuerpo inclinado,
sintió vergüenza y miedo, no solo adivinaría el siguiente golpe sino que lo
vería venir.
Cerró
los ojos fuertemente para desaparecer y concentrarse en los ruidos existentes
donde su corazón dominaba todo, de pronto dejo de oír la campana del colegio
que anunciaba la hora de salida de las clases, los gritos de alegría y risas de
sus compañeros en el patio, los pasos en los pasillo, no eran pasos de críos,
eran pasos adultos, eran los frailes que iban y venían en sus cosas pero
ninguno aun se acerco donde él, el trino de las aves a esas horas de la tarde
cuyos rayos del sol empezaban a posarse sobre los árboles dejo de ser percibido
por sus oídos que se concentraron en los ruidos de su propio sollozo, estaba
gimiendo de miedo, de angustia, y se acordó de su padre y de aquella puerta
cerrada, del llanto de su hermano, del cinturón de papá…… ahora lo sabía: era
eso, tenía que ser eso lo que golpeaba con cadencia y rigor la pobre grupa de
su hermano, pero luego en la noche recordó otra escena de familia mucho más
cálida y amorosa, su padre dando un beso a su hermano, un abrazo y una sonrisa
y la tristeza de la cara de Valentino se esfumo por completo, quedando solo el
brillo peculiar que iluminan las miradas de unos ojos que lloraron mucho, que
no eran diferentes a los ojos que él solía ver en el colegio, aquel recuerdo le
puso peor en su nerviosismo y su pena y su vergüenza, pues ahora estaba él a
punto de enfrentar un castigo severo y tras el dolor y el llanto quedarían las
marcas en el trasero, los ojos vidriosos de llorar mucho, los gemidos largos en
los rincones del colegio y la soledad de su habitación, más al caer la noche y
acostarse estaría complemente solo, sin nadie que lo mime, sin aquel beso en la
frente, sin esa sonrisa que te dice todo esta perdonado, sin un abrazo de
consuelo, porque no tenía a nadie para aquello, en su corta vida estaba por confirmar lo que su
corazón de niño ya sabía, había tenido suerte de encontrar quien procure y se
ocupe del pan, del trapo de la letra y del dolor, pero de ahí el amor y el
consuelo eran una ilusión, parecía feo, pero era mejor que estar en un
orfanato, aquí era un interno más, nadie tenía porque saber que era huérfano, y
nadie lo miraba de arriba o de abajo, era un igual y eso le mantenía la ilusión
de que pertenecía a una familia a la que pronto vería, a final de curso en las
vacaciones… solo eso le permitió por un momento recobrar la compostura y no
derrumbarse ante el miedo y lo inevitable…
De
pronto el chirrido de la puerta al abrirse lo saco de su autocompasión y se
puso alerta, no quería moverse pero quería reconocer por lo menos a sus
verdugos; había pasado como media hora
que estuvo ahí inclinado, el retraso no fue más porque el director y el maestro
esperaban a Joaquín, no quisieron tomar cartas en el asunto sin su
consentimiento y al estar ya al tanto de todo lo que ocurrió no tuvo más
remedio que estar de acuerdo con el castigo; por su parte, él comunico al Padre
Andrés que legalmente Sebastián era su hijo y en el portafolio que llevaba en
la mano estaba nada menos que el certificado de nacimiento del muchacho donde
se adjunto al nombre de los padres biológicos su nombre como padre putativo; de
pronto el suspenso fue roto por la voz del padre Andrés, los otros dos hombres
cuyo misterio ya revelarían sus rostros se sentaron en los sillones de las
esquinas más próximas a la puerta contemplando nada menos la sumisa posición
del pobre crio aquel que esperaba desde hace media hora ya su castigo…
- Párate y gírate Sebastián –
el muchacho obedeció temblando de miedo y ansiedad, aquel tiempo de espera fue
una verdadera tortura, llego incluso a rogar en silencio que se apuren y acabar
con toda esa incertidumbre, pero al verlos ahí parados a punto de hacer
realidad su pesadilla no sabía qué hacer y solo atino a obedecer mientras que
el cura aquel en cuanto estuvo de pie
agrego – ¿sabes porque estás aquí?
- Si señor – contesto
consternado y avergonzado al reconocer a Joaquín como uno de los hombres que
ingreso al recinto, de pronto le dio vergüenza que lo haya visto así inclinado
semidesnudo, eso le hizo sentir vulnerable, pero preguntándose porque estaba él
ahí? Sería parte del comité?, o vino porque él le compro aquello y ahora estaba
también en problemas?
- Bien, entonces estas consciente de que todo lo que sucedió se pudo haber evitado de haber obedecido las normas del colegio, ¿no es cierto?
- Si señor – contesto de nuevo, qué
más podía decir? Nada, no había argumento alguno que lo salve de esta, en el momento mismo que llevo el juego
al curso había cometido infracción
- Entonces sabes muy bien que un acto violento no es tolerable y se te puede expulsar, ¿verdad?
- Si señor – cerro
los ojos y las lágrimas empezaron a fluir solas
- Aclarado el hecho de que estas al tanto de lo ocurrido y de
las consecuencia pues me queda dos cosas que agregar: primero, no te
expulsaremos Sebastián porque es la primera vez que tenemos queja de ti, sin embargo no lo podemos dejar solo en una
llamada de atención, por lo que cual serás severamente reprendido, y al decir
severamente Sebastián me refiero a que serás azotado con un vara – hizo una pausa, la
justa para coger el mentón de aquel chiquillo – el segundo punto Sebastián… entendiendo que
en estos 4 años que has estado viviendo con nosotros, ningún familiar tuyo se
hizo presente para reclamarte – suspiro
y cogió del hombro al muchacho – y habiéndonos
cerciorado que no hay familiares tuyos en el país pues se iniciaron los
trámites de adopción y esta tarde en cuanto terminemos con el castigo por tu
falta te reunirás con el hombre que desde hoy será tu padre, a quien debes
obediencia y sinceridad, ¿entendido muchacho? – pero solo el
silencio respondió, Sebastián estaba en shock – ¿Sebastián, entendiste lo que te dije? – al ver que
el crio no respondía, cogiéndole la cara con ambas manos agrego – no te preocupes por nada, es una buena persona y
está al tanto de este evento, ya tendrás tiempo para aclarar con él la
penitencia o castigo que quiera darte como padre porque esto es un caso de
disciplina escolar que debemos corregir aquí entre los muros donde se cometió
la falta – apunto con el índice al aire para dar énfasis a sus
palabras – pero eso no significa que no sea
comunicado a los tutores legales y como tú ya tienes una familia, pues ya está
al tanto del hecho y estoy más que seguro que tomara cartas en el asunto en la
intimidad de tu nuevo hogar a donde iras desde hoy… ahora pequeño, pásame la
vara – le sonrió
Pero
para Sebastián aun cuando la sonrisa era sincera, a él más bien le parecía que
destilaba pura ironía, pues era una sonrisa que iba más acorde con frases
trilladas como: cariño, pásame esa flor, es que el cura ese o estaba tan
acostumbrado a esto, curtido ya, que ya perdió incluso el toque de severidad en
esa frase o hacia justo lo que estaba haciendo, restarle la importancia debida
para estresar mucho mas al condenado de turno… porque con él, aquella frase
logro ponerlo con los pelos de punta y se apoderó de su voluntad unas
imperiosas ganas de orinar que por mala suerte prefirió aguantar.
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