Los Th, una estirpe donde el amor es la medicina
El callado grito de la
sangre
Autora: Marambra
Los
pasos de Ethan sonaron pausados como siempre en el corredor del impoluto
hospital que olía a desinfectante, sin embargo nada más cerrar la puerta el
agobiante olor a sangre le invadió las fosas nasales irritándoselas, podía ser
médico y lidiar día a día con la gente enferma, y día a día teñir sus guantes
de rojo cuando la sangre manaba en sus manos de clavar el bisturí que empuñaba
con una precisión perfecta sobre la piel de aquel que yacía a su merced y se
concentraba en su trabajo, ahí bajo la luz de la lámpara cialítica, el olor a
la sangre se mezclaba con los desinfectantes o la carne cauterizada y su nariz
no lo percataba, tampoco le impresionaba ver un cuerpo desnudo tendido sobre
una camilla de quirófano, porque simplemente eran ajenos a su ser, solo eran
los instrumentos de su trabajo, porque un cuerpo enfermo bajo la fría y
calculadora mirada de la crudeza y la oculta realidad es eso para un medico: su
instrumento de trabajo, la pieza clave que ponía en juego todo su conocimiento.
Pero
ahora la situación era diferente, el olor a sangre que golpeaba sus narinas no
era cualquiera, era la de su hijo y el cuerpo tendido sobre la camilla bajo
observación no era un cuerpo ajeno, era su Nathan; y cuando cerró la puerta que
separaba el ruidoso pasillo de emergencias, (que esta área siempre es un campo
de batalla donde no se viste uniforme camuflado sino bata blanca y no se empuña
un fusil sino un fonendo) dos cosas pasaron por su mente, una el miedo y otra
el enojo y dos reacciones se gestaron en ella, el lanzarse a un abrazo y decir
todo está bien, no pasa nada, deja todo en mis manos o lanzarse y darle a
Nathan una paliza ahí mismo donde estaba sin importar la gente que estuviera
alrededor o los malditos sueros que tenia ingresando a su cuerpo conducidos por
aquellas bránulas cuyas puntas se perdieron bajo la piel e invadían sus venas…
¿Qué
había pasado?... ¿Qué había sucedido?... ¿cómo se entero Ethan de esto?... tres
semanas sin saber de él, Mikel y Miranda en una depresión terrorífica, sobre todo
mamá quien en retrospectiva se auto infringió la culpa por ser ella la de la
original idea de adoptar a Nathan como hijo suyo, fruto de su despecho y
desespero de mujer que tras muchos embarazos fracasados luego del nacimiento de
Ethan no pudo conservar en el vientre los engendrados nenes, había visto en su
nieto al hijo que tanto deseaba, la edad de Ethan 16 años, un niño que deseaba
ella siga siendo eso, un niño que no necesitaba decir lo que quería… porque
ella no era tonta, sabía que cuando las aguas mermen su negrura, él ansiaría
volver a salir con sus amigos y jugar, ansiaría tener una corteja, ansiaría no
volver a tener el miedo que empezó a tener a Mikel, no era que su padre lo haya
martirizado, para él fue suficiente castigo el tiempo que lo dejo allá en aquel
internado donde lo mando, pero Ethan no lo veía así, creía fervientemente que
su padre no dudaría en volver a dejarlo encerrado en aquel lugar hasta que
complete el bachillerato, y Miranda sabia de esos temores tan íntimos aun antes
que su hijo se atreva a formular si quiera en sus pensamientos y menos en voz
alta; suficiente era para su corazón de madre observar la perdida mirada de su
hijo que apenas se hacía notar, tal temor le había invadido que no se atrevía
siquiera a mirar al bebé cuando estaba Mikel presente, llevándose un susto de
muerte cuando su madre lo pesco ahí a hurtadillas con el nene en brazos
besándolo, observándolo mirar a su hijto
con amor puro y sincero.
Esa
imagen atormentaba ahora a Miranda, porque esa imagen le gritaba a la cara
acusadoramente lo que ella siempre supo: que Ethan amaba a su bebé y si ese
amor hubiese adivinado Mikel, si hubiese sido más observador, si hubiese
conversado con Ethan a su regreso del internado, o lo hubiese obligado a decir
algo…. Mikel nunca hubiera aceptado la idea de adoptar a Nathan, quizás Ethan
en el camino se hubiera ganado alguna que otra tunda por descuidar al niño por
ser eso: un niño, un adolescente, pero Nathan jamás hubiera dudado del amor que
le tenía como lo dudaba ahora; sin embargo su corazón egoísta dividido en dos
puso una venda en los ojos de su marido o mejor dicho, no le quito la venda que
Mikel creía tener, porque él observaba a su hijo y nunca vio la intensión de
coger al bebé, de estar a su lado, y eso era porque el muchacho se escurría a
su habitación temiendo la reacción de su padre, Ethan temía siquiera posar sus
ojos sobre el rostro de Nathan cuando Mikel lo tenía en sus brazos, en su
regazo en su pecho y a Mikel jamás se le ocurrió pensar que aquello era por el
gran miedo que su hijo le tenía a él, a su propio progenitor, de haber tenido
Mikel una mínima idea de aquello simplemente se hubiera quitado un huevo,
porque su intensión de padre jamás fue lastimar a su hijo a tal punto… pero lo
hizo.
Okey
le había dado una buena paliza en su momento pero de ahí a martirizarlo no,
siempre estuvo primero el bienestar de su muchacho, por eso cuando Miranda le
sugirió que ellos adopten al bebito lo hizo bajo el influjo de ella, confiando
fielmente en el ser que mejor conocía a su hijo, mejor que él mismo lo hacía
simplemente por ser su madre, la mujer que le dio el ser, pero ella traiciono
inconscientemente a su hijo sin querer, sin mala intención porque actuó mas
como mujer que como madre misma, dividida en sus sentimientos, entre mujer que
había parido ya y por ese acto era ahora madre que criaba a un adolescente y la
mujer que quería volver a parir, volver a ser madre; la primera le decía que si
bien Ethan cometió un desliz, un pequeño tropiezo pero no error, pues un hijo nunca
es un error… ella debía enseñarle a ser padre, así como le había enseñado a
caminar, a ir al baño, a comer, a bañarse, a leer y escribir, debería enseñarle
a asumir esta tarea, esta responsabilidad con paciencia y con buen humor e
instar a Mikel a lo mismo, pero su contra parte quería aquellos lujos para ella
sola, ser ella la de desvelarse por las noches por aquel precioso ser que su
mayor tesoro le había regalado sin querer, esa parte de madre frustrada había
visto conveniente que su Ethan retome su vida de siempre como si nada hubiera
pasado, que de vuelta la página, que vuelva a reír, vuelva salir, vuelva a
enamorarse, quizás con un poco de suerte hasta olvidara el incidente y se
convenza con los años que Nathan no era su hijo sino su hermano, una utopía
claro, esa madre egoísta quiso que Ethan vuelva a ser lo que fue sin darse
cuenta que aquello era imposible, la inocencia de su hijo se perdió el momento
mismo que engendro a Nathan y lo poco que aun quedaba fue devorado por el miedo
y por la inseguridad, y ese miedo y esa inseguridad confundió a Mikel
instándolo a pensar que Ethan no quería al niño, que el bebé representaba el
ser objeto de burla por parte de Pilar, total aquella muchacha hirió hondamente
su ego al llamarlo, pelele, mamón de mierda entre otras lindezas cuando se ensartaron los 4 en aquella
discusión sobre el aborto, él había visto como cada palabra vertida hería en lo
más profundo de su ser a su hijo, y ese dolor de su hijo se convirtió en enojo en
él y la paliza no solo era por la aciaga travesura, no solo era por el descuido
y la extraviada inocencia, sino por la falta de orgullo que Ethan tenía
humillándose ante aquella mujer, rogando, llorando por su supuesto amor, eso
enervo a Mikel y en medio de la huasca que le dio le enseño que un hombre no
debe llorar por ninguna mujer a no ser que sea por su propia madre, porque
ninguna valía semejante pena, sobre todo si esa había pagado tan mal como lo
hizo Pilar…
Ethan
pese a todo nunca
culpo a sus padres de nada, ya como adulto y padre que crío en su camino dos
hijos y criaba un tercero adoptado hizo que su lógica le permita ver la
situación desde otra perspectiva, imaginándose interesantemente no a Nathan en
aquellos trotes quizás por la edad, sino a su Uther y que quizás su primer
impulso sea el mismo, adquirir él la responsabilidad total, solo para que su
hijo continúe su vida sin las complicaciones reales que trae asumir el cuidado
de un nuevo ser, sin que eso sea un obstáculo pero quizás un tropiezo que
alarga el camino a las metas impuestas, y pensó en lo mucho que se parecía a
Mikel, su instinto de conservación de los suyos, hacía que a veces lastime sin
querer a los propios, como hizo él cuando obligo a Uther a repetir aquel examen
médico en su paranoia de creer que se pudo contagiar algo; y esa empatía misma
hacia que ahora vea con pesar a sus padres viviendo en tal estado de depresión
en que se encontraban, con aquel sentimiento de culpa que los agobiaba sin
necesidad de decir una sola palabra, porque pese a los grandes errores que cometieron
con él, la terrible depresión que vivió en su momento, la tristeza de no poder
reclamar a Nathan como su hijo primero por temor y luego porque no sabía como
ahora cual era la respuesta adecuada al millón de preguntas que esta situación
generaba en Nathan; esos dos seres que ahora estaban sentados frente a frente
en completo silencio dándole vueltas al plato de comida sin meter un bocado en
la boca, y que parecía que habían envejecido en menos de un mes años de años,
pues el pelo de Mikel nevó sobre las sienes y la mirada de mamá se opaco a tal
punto que perdió el brillo natural de su hermosa mirada, esos dos seres que
pese a los grandes errores del pasado, habían hecho todo por amor pero no solo
por el amor egoísta que sintieron y sentían por Nathan, sino por el inmenso
amor que le tuvieron y tenían a Ethan no se merecían lo que Nathan estaba
haciendo ahora, dejarlos al olvido, condenarlos al silencio, ni una sola
llamada contestada, ni una sola marcada por cortesía, ni por los años de mimos
que le dieron, ni por el amor que le tuvieron ni por nada de lo que ellos
hicieron por él, su desprecio empezaba a sobrepasar las fronteras de lo
aceptable o de lo que se espera, y eso dolía; al parecer pensaba Mikel, no lo
educo bien, no le enseño lo primordial, la humildad del acto más sublime de
todos: disculpar, no le enseño a perdonar, a guardar los malos momentos sin
necesariamente olvidarlos y aprender de ellos, y Miranda decía que el egoísta
actuar de su ser se reflejaba ahora en el corazón de su Nathan que no le
importaba nada, era como si al querer herir a Ethan por culpa suya, no se daba
cuenta de que los lastimaba a ellos y a sus hermanos, o quizás, la idea en
realidad era esa, vengarse de ellos por negarle la verdad, y vengarse de sus
hermanos por haber disfrutado en exclusiva el amor de su padre real.
Ethan
pensaba en eso observando a sus padres y a sus hijos menores que sin querer
estaban también afectados por la ausencia de Nathan, y lo acusaban
silenciosamente a él, sobre todo Uther… que aun pese a las explicaciones que le
dio y corroboro su abuelo, seguía albergando la duda de la inocencia de papá en
esta turbia historia destapada de la noche a la mañana, para él, simplemente no
era aceptable que haya entregado a su hermano a sus padres, por muy padres que
sean ellos e imaginaba a Nathan sintiéndose de pronto un estorbo que perjudico
sin querer la vida de un irresponsable como su padre, un mocoso irresponsable
que seguro el único afán era divertirse, seguir sus bajos instintos
curiosamente como él y el muy hipócrita moralista le dio aquella paliza por
bailar en la U con la preciosa chica de su tío Nathan, corrección de su
hermano, jooo, le levantó la noviecita al hermano mayor, al universitario… 100
puntos por él y su galanura le gritaba la vocecita del orgullo adolescente,
pero tras divagar en esos pensamientos, volvió al sentimiento original de
empatía imaginando a Nathan como un algo vergonzoso que esconder bajo las
faldas de su madre, por eso no dudo en entregarlo a ellos para que lo cuiden,
lo eduquen y lo castiguen… ¿cómo pudo hacer eso papá?, era un desaforado de
mierda pensaba irritado, confundido y sintió el corazón apretado; ¿dónde
estaría su pobre hermano?... seguro estaba en algún rincón de la ciudad
sintiéndose miserable, solo quizás, confundido tal vez, enojado seguro, con
miedo era apostar al ganador; y no pudo más, el cúmulo de sentimientos que lo
oprimía estrujando su corazón adolescente hacía que la sangre le hierba de la
pura frustración de ver a su padre ahí, sentado comiendo como si nada hubiese
pasado, callado como si no hubiese tema de que charlar, ¡caramba!, Nathan era
un buen tema de conversación, buscar alternativas de cómo encontrarlo serían un
buen pretexto para montar una conferencia de prensa, por eso miraba a su padre
enojado, enfadado, tragándose el grito que tenía a media boca, el grito de
reclamo, el grito de acusación y en vez de ello
un torrente de lágrimas se escurrió por los ojos y en vez de dejar su
plato sin tocar como diplomáticamente lo hicieron sus abuelos, termino
haciéndolo con violencia, arrojándolo a un lado rompiendo así la estrenada
vajilla de la abuela justo en los pies de su padre vaciando la comida sobre el
mantel y el regazo de Matías fastidiándole la nueva camisa que estreno para
salir con la chica más popular del cole, Milenka… la mortal enemiga de Anabela
y estuvo a puntito, a un pelito de soltarle un puñetazo, pero en cuanto vio la
cara de su padre se contuvo, no vaya a ser que el enojo de papá lo embarre
también a él, porque si había algo que diferenciaba a Uther de Matías, era que
este último observaba a su padre y sabía que sufría y mucho por lo que estaba
pasando en casa.
Caray,
pensaba… que duro debe ser tener a tu hijo ahí en tus narices, creciendo bajo
el mismo techo tuyo comiendo en la misma mesa y jamás poder decirle: eres mío,
YO SOY TU PADRE, ¿y todo por que?, porque los que te dieron la vida te robaron
el derecho y ¿por que?... porque desde la cruda óptica económica son ellos los
que te mantienen; pero también se ponía en los calzados apretados de Nathan,
que duro enterarse que quienes te han criado no son tus padres, okey no es
raro, él estaba ahí en calidad de hijo putativo, pero la crudeza radicaba en
que su padre biológico no tuvo las agallas suficientes de decírselo por propia
boca sino enterarse por un papel arrugado y amarillo guardado en una caja
fuerte, y nada fuera eso, total, se podía entender que el miedo lo acoquine,
pero que su padre biológico no le diga nada y encima adopte a un crio tan
problemático como él fungiendo de buen samaritano, olvidándose que la caridad
empieza en casa y ¿con los tuyos?, ¡eso si debe doler y mucho!, y entendía a
Nathan en ese punto, pero, había un pero… también estaba el hecho que siempre
gritaba que era un adulto y ahora resulta que ese adulto decidió hacerse chinca
(desaparecer en el habla popular de mi país) en todo sentido no solo
físicamente sino ético y moral, pues una cosa era estar confundido y enojado y
otra hacerse el pelotudo y optar por el papel de victimita cuando en esta
historia todos tenían su cuota de victima, sobre todo Ethan que por el estado
emocional de sus propios padres se privo de su propia tristeza, sin derecho a
manifestarla a voz viva.
¡Vamos!,
quien debía reclamar no había dicho nada, porque ahí donde se lo veía Ethan de
haber sido él, hubiera reclamado a sus padres todo lo que estaba pasando ahora,
sin embargo se levantaba todos los días a la misma hora con el mismo cariño y
con el mismo amor saludaba a sus padres, con una quebrada sonrisa pero con un
abrazo entregado, y seguía su rutina más menos de la misma manera, preparaba el
desayuno, se ocupo que alguien venga a casa a cocinar y limpiar porque su madre
no quería salir de la cama y Mikel se encerraba en la consulta sin atender a
nadie, encerrado ahí oyendo música, en cambio Ethan con el mundo a cuestas iba
a su trabajo, cumplía sus turnos, miraba todo los días el correo, abría todos
los días los mail electrónicos, llamaba a Ignacio mañana tarde y noche
preguntando por Nathan, o llamaba a los colegas de la U para averiguar si Nat
acudió a alguna clase, y se daba una vuelta por el campus universitario
buscándolo sin que todo eso afecte el ocuparse de ellos, de pagar las pensiones
del colegio, de comprar los útiles, de hacer los deberes cuando se ponían
difíciles para resolverlos por su cuenta, asistir a las reuniones que tuvieron
cumpliendo con el compromiso que firmo y hacia todas aquellas cosas como un
autómata y ahora el problemático Uther estaba enfadado de nada tirando la
comida, ¡cuando no él teatral aquel!, pensó… si, definitivamente era como para
darle un puñetazo y romperle todos los dientes, lo haría sino es que no
supusiera que luego a él, papá le rompería el poto a cintazo limpio…
- CRAAACKKK – sonó
la porcelana en el suelo
- DIABLOS UTHER
– Ethan despertó del letargo de su depresión con aquel
ruido, de aquella depresión que lo acorralaba sin derecho a quejarse porque en
casa era él quien debía contener a todos, a sus hijos y a sus padres – ¿que es lo
que te pasa?… ¡joder! – grito mirando la comida desparramada sobre
sus calzados, sacudiéndolos con algo de violencia, pero Uther en vez de
serenarse se violento peor
- PASA QUE ERES
UN TONTO – y mordió el resto del insulto soltándolo a
media voz mirando retadoramente a su padre – un estúpido
- ¿Qúe cosa? – Ethan
entrecerró los ojos peligrosamente acercándose a Uther
- Eso, que eres
un TONTO – volvió a afirmar todavía con agresividad en
sus palabras
- ¿Qué es lo que
acabas de decirme’ – Tano puso una mano a manera
de jarra sobre su cintura, exigiendo una explicación – retira lo DICHO Uther – golpeteo
la mesa con el indice, dándole una oportunidad para no pelear con él, no estaba
para estupideces, tenía demasiados líos en la cabeza con que lidiar, incluido
buscar un detective para saber donde carajos estaba Nathan
- QUE ERES UN
ESTÚPIDO eso es lo que acaba de decir – si a
Uther le gritas, él ruge, si a Uther acaricias él abraza, si a Uther lo miras
con cariño él te ama incondicionalmente… Ethan olvidaba esto por momentos y no
sabía cómo lidiar con él, 16 años y todavía creía que la lava no quemaba, Uther
era un pequeño volcán en erupción – ¿acaso debo decir que eres sordo también? – su
naturaleza ahora mismo no estaba serena, era como uno de esos fenómenos que
causa estragos en el camino arrasando cosechas, casas, comiéndose caminos y
destrozando cosas, unas veces turbión, otras maremoto, la más huracán y ahora
mismo sismo
- RETIRA LO QUE
HAS DICHO UTHER – lo agarro del brazo zarandeándolo
- NOOO – mala
táctica, retira, haz esto, obedece, cumple, repite con la aspereza en la voz
era como calar a un toro ya de por si caliente, Ethan aún no recordaba lo
aprendido, con cariñito se doma a las bestias
- Retira lo que
has dicho no lo voy a volver a repetir, NO ME GUSTA OÍRME DOS VECES UTHER – decía
Ethan enfadado, enfadando más a su retoño – RETIRA LO QUE ACABAS DE DECIR
- ¿Nooo?, pues ya lo haz dicho mas de 3, lo que me confirma que NO SOLO ERES UN ESTÚPIDO sino también UN IDIOTA
- CCCRRRAAACKKK
– golpeo la mesa con la palma abierta empezaba a cabrearse – DISCÚLPATE
UTHER o no se mierda te voy a hacer, tengo demasiados problemas para lidiar con
una de tus pataletas – y el silencio se hizo de cristal a punto de
quebrarse en el aire, Maty y Lothar dejaron sus cubiertos, su padre y hermano
no se ubicaban donde mierda estaban y con quienes, se perdieron en una batalla
privada de rebeldía y de dominación para ver cual vencía – ESTOY ESPERANDO – grito Ethan
en última instancia sacándose ya no más el cinto del pantalón, pero Uther lejos
de amilanarse se envalentono peor
- VETE AL CARAJO
– y al carajo se fue todo en cuando su padre atrapo su
brazo a la altura de la axila sujetándolo con firmeza
- ZAS, ZAS, ZAS A MI ME
RESPETAS ZASS ZASS ZASS – y
no necesito ni sacarle el pantalón pues los repartidos caían con fuerza y sin
consideración alguna
- MMMGRRRR,
AGGGRRR – de que aguantaba, aguantaba hasta cierto
punto como cualquiera claro, pero pronto aquellos gemidos y gruñidos serían
otra cosa, porque su padre definitivamente no estaba para tonterías por decirlo
cursi
- ZAS ZAS ZAS
- NO VOY A
LLORAR, GRRR NO VOY A LLORAAAAR… AU
MIERDA – repetia Uther como si estuviera en un
concurso de valentia
- NO estás con
NINGÚN amiguito tuyo para MANDARME AL CARAJO ¿¿ME HAS ENTENDIDO?? ZAS ZAS ZAS – y sin inmutarse lo
empezó a sacar a jalones y cinturonazos de allá, ¿la intensión?, llevarlo al
dormitorio y concluir aquello como Dios manda
- AHHHHH, AYYY
AUU AU… YAAA – y
ahí estaban las reales quejas
- NI VAS A VENIR
A LLAMARME ESTÚPIDO O IDIOTA – la voz de su padre se iba
alejando con los quejidos de Uther por el pasillo – Y si valoras la integridad de tu trasero
Uther TE DISCULPAS DE MI AHORA MISMO…. ¿ME ESTAS OYENDO? ZAS, ZAS ZAS ZAS ZAS
- ES QUE LO ERES, NO HACES NADA POR BUSCAR A MI HERMANO… POR TRAERLO – y soltó a su hijo como por arte de magia
Y el
revés le llego a la cara a él, las palabras de su hijo eran como un buen sopapo
que lo sacudió de su letargo, hasta este momento se había mantenido a la orilla
de las decisiones de Nathan, respetando en algo su edad, su estatus de joven
adulto, sin presionar ni a Dios ni al diablo para que le den respuestas del
paradero de su hijo, pero Uther llevaba razón, era estúpido pensar que Nathan
regresaría por cuenta propia u obligado por sus padres, ambos Mikel y Miranda
simplemente habían tirado la toalla, le correspondía a él acomodarse bien los
pantalones y afrontar las consecuencias, era hora de coger al toro por las
astas; mientras Ethan pensó esto en aquella fracción de segundos que le tomo
procesar la información en su cerebro, a Uther como de costumbre le faltaron
pies para huir de la escena del crimen… dándose cuenta tarde que su lengua le
metía siempre en los peores líos con papá, por no saber guardar las formas o
sus opiniones, y esta no fue la excepción; pero la verdad es que ya no podía
más con la incertidumbre de no saber nada de Nathan, con aquel silencio que
abrumaba la casa, con esa ausencia de palabras, gestos y presencia a la que los
abuelos se sumaron, pero sobre todo de la pasividad de su padre que creía que
los problemas se resolverían solos, que Nat regresaría como si nada, ¡vamos! de
que este ahí haciendo su vida como de costumbre, como si Nathan no le
importara, pero bueno esa era su impresión, el ignoraba lo que en realidad su
padre sentía, lo que ahora sufría, y en aquel tumulto de frustraciones que
tenía corrió inconscientemente a refugiarse a la habitación de Nathan, y se
tiro sobre la cama de éste abrazado su almohada sintiendo el leve aroma de su
hermano, ese que él conocía y gustaba, mezcla de perfume y jaboncillo y el
aroma intimo de su piel y al ver la foto aquella tomada en año nuevo cuando el
cumplió 16 simplemente se derrumbo y oculto su cara sobre la cama gimiendo, la
vida era una mierda para el este preciso momento
Ethan
desorientado al no pillar al muchacho en su propia alcoba oyó los gemidos en la
habitación contigua, aquella pieza a la que él jamán entraba sin permiso del
dueño y encamino sus pasos hacia allá, frenándose en el último minuto
confundido y abrumado porque los gemidos de Uther despertaron en él un
particular recuerdo, la terrible pelea que tuvo él con su padre, con Mikel
cuando Nathan tenía aquel entonces como 13 años y se había faltado al instituto
de tenis al que tanto había rogado ir y fue contra la voluntad de Mikel y
Nathan pues se dejo llevar por el impulso de hacer la rata con todo el grupo y
se fue de pintas al cine, olvidándose de la hora y de que Mikel lo recogería
para ir a cenar con todos al restaurante favorito de Ethan, aquel día Ethan
recibía su título como cirujano cardio – vascular; recordó que su padre no vino a la cena y él
enfadado por aquel desplante fue a casa de sus padres para ver el motivo de su
ausencia y grande fue la sorpresa de encontrar a Nathan mirando la pared con
los pantalones abajo y claras muestras de que se había llevado una buena tunda
con el cinturón,
su primera paliza oficial con aquel macabro instrumento, recordó el
desolado llanto hipando prometiendo no volver a ir a ninguna parte sin permiso,
y cuando Nathan oyó su voz, sin importarle que Mikel se enfade se tiro a sus
brazos como hacia siempre; al parecer era el instinto, el llamado de la sangre
lo que impulsaba aquel acto, y la pelea se monto no porque Mikel diera aquella
paliza sino porque se lo quite de su consuelo, que no le permita un mimito
después de lo mal que seguro lo paso recibiendo aquellos cintazos que dejaron 4
marcas en los muslos y que fueron motivo de otra discusión, pues Nathan no
quería ir al cole a pasar clases de gimnasia ni mucho menos retornar al tenis
por vergüenza de que todos reconozcan las marcas esas como hechas por el
cinturón.
- ¿Quien te dio permiso para moverte? Plaf plaf plaf plaf – Mikel
salto prácticamente sobre Nathan calcándole aquellos palmetazos en el resentido
trasero
- ¡Papá!... déjalo por favor, ya lo has castigado – Ethan
reclamo por su hijo, no le gustaba verlo llorar menos por causa del dolor
- NO, el se queda ahí donde lo deje, MIRANDO LA PARED – y
lo volvió a colocar ahí intransigente, fue cuando Ethan jalo a su padre al
garaje y discutieron de mala manera allá sobre lo que era o no correcto para
Nathan y Mikel se enojo, su enojo radicaba en el miedo a que Ethan ahora
reclame por él y decida decir la verdad
- Aquí se hace lo que yo mando, porque Nathan es mi hijo – sentencio
ya casi saliendo del garaje a la casa
- Pero yo soy su padre – se
atrevió a decir aquella única vez que Ethan puso en tela de juicio la
paternidad de sus propios padres respecto a Nathan y fue acallado con otra
frase mucho más dolorosa y real
- Padre no es el que engendra, es el que cría, y el que ha criado
a ese niño, SOY YO, soy yo el que se ha desvelado, el que ha ido a todas las
reuniones del colegio, el que lo ha bañado, limpiado el poto cuando no estuvo
tu madre, soy yo el que lo ha cuidado y trasnochado, el que paga sus estudios,
el que lo viste, le compra sus gustos, le da sus comodidades, YO; no tu – y
le dio espalda saliendo de alla como alma que quiere el diablo en su carreta
Los
gemidos de Uther se hicieron más audibles porque inconscientemente decidió
abrir la puerta recordando todas las veces casi siempre lidiando con el mal
humor de Nathan para que no cabree más de la cuenta a Mikel, cuando más chico
consolando su llanto por algún castigo impuesto físico o moral, y muy pocas
celebrando algún logro obtenido, ¡que feliz! se sentía entonces, y como de
orgulloso se sintió hinchándose el pecho de felicidad cuando leyó aquellas
cartas del rector y del ministerio felicitando a Nathan por su brillantes
notas, y la carta del rector dirigida a Mikel donde se le felicitaba por tener
un hijo tan brillante y aplicado, si era sincero con él mismo, no podía
quitarle ese merito bien merecido a su padre, su hijo era así por obra y gracia
de Mikel y Miranda, fueron sus esfuerzos los que lograron tan maravilloso niño,
de eso siempre estaría agradecido con ellos, cuidaron y educaron muy bien a su
Nathan con especial esmero, quien sabe cómo habría sido con él si como padre
era una pacotilla, pero en el fondo de de su corazón aquello también dolía y
hubiese querido que su nombre este en el encabezado de aquella carta a la cual
le saco una copia y la guardaba en el cajón de su escritorio con llave para
sentir ese oculto y secreto orgullo de ser el padre real aunque sea solo de
nombre de aquel brillante ser que era Nathan….
Uther
al oír la puerta supo que era su padre y se dio la vuelta para mirarlo y
hacerle frente y no le importo que tenga el cinto en la mano, no le importo que
le dé una paliza o mil, simplemente se lanzo sobre él abrazándolo con fuerza,
no quería sentirse solo como lo estaba haciendo hasta ahora, el quería que su
padre buscara a Nathan.
- ¿Porque lo
abandonaste papá? – reclamo mirando a los ojos
de su padre con la mirada aguada, mostrándole la foto de Nathan, la de su
cumpleaños… allá estaban ellos 4 abrazados Ethan, Nathan, Uther y Lothar; era
un reclamo, el que tenía clavado en su pecho como una aguja – ¿acaso no lo querías?, ¿acaso no lo
quieres? ¡dime la verdad! – y aquellas palabras derrumbaron a Ethan,
Uther le reclamaba por su hermano, tenía la errónea idea de que no lo quería
- No lo he abandonado hijo
Que
dolor más grande vivir la acusación de un hijo reclamando por otro, aquellas
palabras lo sumieron en un dolor tan grande que sintió que le faltaba el aire,
¿cómo podía Uther dudar de los sentimientos que tenía hacia Nathan?, pero al
parecer la confusión de su hijo le permitía hacer aquellas acusaciones sin
percatarse del dolor que él albergaba en su corazón y se vio en la obligación
de defenderse, pues sí Uther creía aquello, quizás también pensaban lo mismo
Matías y Lothar y el hecho de dejar pasar el tiempo, no ayudaba en nada,
confundía más bien y no ayudaría en absolutamente nada respecto a Nathan y los
sentimientos que esta situación generaban en su joven corazón .
- ¡NO lo he
abandonado!, NO LO HICE Uther… no lo hice ¿Cómo podría? – y
le cogió el rostro entre sus manos clavando sus ojos a los de su hijo – …. si tú
supieras todas las de Caín que he pasado, si tan solo supieras lo que he tenido
que vivir todos estos años sin poder decirle HIJO, sin tener el derecho en
realidad de pronunciar esa palabra – y la voz se le quebró en la
garganta dejando por fin fluir su angustia, esa que oprimía su existencia desde
hace 3 semanas que no sabía nada de Nathan – si tú supieras del inmenso amor que le tengo, no
dudarías de mi… porque yo quiero a tu hermano, como te quiero a ti... A TI ¿me
entiendes?... siempre lo he querido solo que no he tenido ese derecho… porque
me lo han quitado
Y
por fin se atrevió a gestar aquella acusación por primera vez y consciente en
voz alta, quejándose a su hijo, invirtiéndose los papeles, porque ahí donde se
los veía Uther maduró con aquella confesión 20 años más y su padre con aquel
abrazo se hizo niño… adolescente, el que fue padre y al que negaron el derecho
de esa prematura paternidad y una lágrima dio paso a otra y Uther agarro la
cara de su padre entre sus manos viendo como se mojaba en su propia tristeza,
papá estaba derrumbándose frente suyo con la foto de Nathan en las manos,
desnudando la vulnerabilidad que lo agobiaba, eso era lo que Ethan necesitaba…
llorar, llorar lo que no pudo cuando sin querer le arrebataron el vital derecho
de ejercer como padre, pero no el amor de serlo aun de lejos, aun en al
anonimato de aquella confesión, de aquella verdad como hasta ahora había sido.
- Entonces trae
a mi hermano a casa, tráelo con nosotros… por favor – rogo
mirando a su padre no solo a los ojos sino dentro de su alma, urgando las
fuerzas que necesitaba salieran de una vez por todas y Ethan lo sintió, sintió
esa fuerza, esa necesidad
Era
hora de enderezar algunos torcidos reglones se decía EThan para sí… era hora de
re escribir su historia…
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