domingo, 17 de abril de 2022

Los Th: Cap. 50; Autora Marambra

 Los Th, una estirpe donde el amor es la medicina

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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 17 de Abril del 2022.
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Capítulo 50

El callado grito de la sangre

Autora: Marambra

 

Los pasos de Ethan sonaron pausados como siempre en el corredor del impoluto hospital que olía a desinfectante, sin embargo nada más cerrar la puerta el agobiante olor a sangre le invadió las fosas nasales irritándoselas, podía ser médico y lidiar día a día con la gente enferma, y día a día teñir sus guantes de rojo cuando la sangre manaba en sus manos de clavar el bisturí que empuñaba con una precisión perfecta sobre la piel de aquel que yacía a su merced y se concentraba en su trabajo, ahí bajo la luz de la lámpara cialítica, el olor a la sangre se mezclaba con los desinfectantes o la carne cauterizada y su nariz no lo percataba, tampoco le impresionaba ver un cuerpo desnudo tendido sobre una camilla de quirófano, porque simplemente eran ajenos a su ser, solo eran los instrumentos de su trabajo, porque un cuerpo enfermo bajo la fría y calculadora mirada de la crudeza y la oculta realidad es eso para un medico: su instrumento de trabajo, la pieza clave que ponía en juego todo su conocimiento.

Pero ahora la situación era diferente, el olor a sangre que golpeaba sus narinas no era cualquiera, era la de su hijo y el cuerpo tendido sobre la camilla bajo observación no era un cuerpo ajeno, era su Nathan; y cuando cerró la puerta que separaba el ruidoso pasillo de emergencias, (que esta área siempre es un campo de batalla donde no se viste uniforme camuflado sino bata blanca y no se empuña un fusil sino un fonendo) dos cosas pasaron por su mente, una el miedo y otra el enojo y dos reacciones se gestaron en ella, el lanzarse a un abrazo y decir todo está bien, no pasa nada, deja todo en mis manos o lanzarse y darle a Nathan una paliza ahí mismo donde estaba sin importar la gente que estuviera alrededor o los malditos sueros que tenia ingresando a su cuerpo conducidos por aquellas bránulas cuyas puntas se perdieron bajo la piel e invadían sus venas…

¿Qué había pasado?... ¿Qué había sucedido?... ¿cómo se entero Ethan de esto?... tres semanas sin saber de él, Mikel y Miranda en una depresión terrorífica, sobre todo mamá quien en retrospectiva se auto infringió la culpa por ser ella la de la original idea de adoptar a Nathan como hijo suyo, fruto de su despecho y desespero de mujer que tras muchos embarazos fracasados luego del nacimiento de Ethan no pudo conservar en el vientre los engendrados nenes, había visto en su nieto al hijo que tanto deseaba, la edad de Ethan 16 años, un niño que deseaba ella siga siendo eso, un niño que no necesitaba decir lo que quería… porque ella no era tonta, sabía que cuando las aguas mermen su negrura, él ansiaría volver a salir con sus amigos y jugar, ansiaría tener una corteja, ansiaría no volver a tener el miedo que empezó a tener a Mikel, no era que su padre lo haya martirizado, para él fue suficiente castigo el tiempo que lo dejo allá en aquel internado donde lo mando, pero Ethan no lo veía así, creía fervientemente que su padre no dudaría en volver a dejarlo encerrado en aquel lugar hasta que complete el bachillerato, y Miranda sabia de esos temores tan íntimos aun antes que su hijo se atreva a formular si quiera en sus pensamientos y menos en voz alta; suficiente era para su corazón de madre observar la perdida mirada de su hijo que apenas se hacía notar, tal temor le había invadido que no se atrevía siquiera a mirar al bebé cuando estaba Mikel presente, llevándose un susto de muerte cuando su madre lo pesco ahí a hurtadillas con el nene en brazos besándolo,  observándolo mirar a su hijto con amor puro y sincero.

Esa imagen atormentaba ahora a Miranda, porque esa imagen le gritaba a la cara acusadoramente lo que ella siempre supo: que Ethan amaba a su bebé y si ese amor hubiese adivinado Mikel, si hubiese sido más observador, si hubiese conversado con Ethan a su regreso del internado, o lo hubiese obligado a decir algo…. Mikel nunca hubiera aceptado la idea de adoptar a Nathan, quizás Ethan en el camino se hubiera ganado alguna que otra tunda por descuidar al niño por ser eso: un niño, un adolescente, pero Nathan jamás hubiera dudado del amor que le tenía como lo dudaba ahora; sin embargo su corazón egoísta dividido en dos puso una venda en los ojos de su marido o mejor dicho, no le quito la venda que Mikel creía tener, porque él observaba a su hijo y nunca vio la intensión de coger al bebé, de estar a su lado, y eso era porque el muchacho se escurría a su habitación temiendo la reacción de su padre, Ethan temía siquiera posar sus ojos sobre el rostro de Nathan cuando Mikel lo tenía en sus brazos, en su regazo en su pecho y a Mikel jamás se le ocurrió pensar que aquello era por el gran miedo que su hijo le tenía a él, a su propio progenitor, de haber tenido Mikel una mínima idea de aquello simplemente se hubiera quitado un huevo, porque su intensión de padre jamás fue lastimar a su hijo a tal punto… pero lo hizo.

Okey le había dado una buena paliza en su momento pero de ahí a martirizarlo no, siempre estuvo primero el bienestar de su muchacho, por eso cuando Miranda le sugirió que ellos adopten al bebito lo hizo bajo el influjo de ella, confiando fielmente en el ser que mejor conocía a su hijo, mejor que él mismo lo hacía simplemente por ser su madre, la mujer que le dio el ser, pero ella traiciono inconscientemente a su hijo sin querer, sin mala intención porque actuó mas como mujer que como madre misma, dividida en sus sentimientos, entre mujer que había parido ya y por ese acto era ahora madre que criaba a un adolescente y la mujer que quería volver a parir, volver a ser madre; la primera le decía que si bien Ethan cometió un desliz, un pequeño tropiezo pero no error, pues un hijo nunca es un error… ella debía enseñarle a ser padre, así como le había enseñado a caminar, a ir al baño, a comer, a bañarse, a leer y escribir, debería enseñarle a asumir esta tarea, esta responsabilidad con paciencia y con buen humor e instar a Mikel a lo mismo, pero su contra parte quería aquellos lujos para ella sola, ser ella la de desvelarse por las noches por aquel precioso ser que su mayor tesoro le había regalado sin querer, esa parte de madre frustrada había visto conveniente que su Ethan retome su vida de siempre como si nada hubiera pasado, que de vuelta la página, que vuelva a reír, vuelva salir, vuelva a enamorarse, quizás con un poco de suerte hasta olvidara el incidente y se convenza con los años que Nathan no era su hijo sino su hermano, una utopía claro, esa madre egoísta quiso que Ethan vuelva a ser lo que fue sin darse cuenta que aquello era imposible, la inocencia de su hijo se perdió el momento mismo que engendro a Nathan y lo poco que aun quedaba fue devorado por el miedo y por la inseguridad, y ese miedo y esa inseguridad confundió a Mikel instándolo a pensar que Ethan no quería al niño, que el bebé representaba el ser objeto de burla por parte de Pilar, total aquella muchacha hirió hondamente su ego al llamarlo, pelele, mamón de mierda entre otras lindezas  cuando se ensartaron los 4 en aquella discusión sobre el aborto, él había visto como cada palabra vertida hería en lo más profundo de su ser a su hijo, y ese dolor de su hijo se convirtió en enojo en él y la paliza no solo era por la aciaga travesura, no solo era por el descuido y la extraviada inocencia, sino por la falta de orgullo que Ethan tenía humillándose ante aquella mujer, rogando, llorando por su supuesto amor, eso enervo a Mikel y en medio de la huasca que le dio le enseño que un hombre no debe llorar por ninguna mujer a no ser que sea por su propia madre, porque ninguna valía semejante pena, sobre todo si esa había pagado tan mal como lo hizo Pilar…

Ethan pese a todo nunca culpo a sus padres de nada, ya como adulto y padre que crío en su camino dos hijos y criaba un tercero adoptado hizo que su lógica le permita ver la situación desde otra perspectiva, imaginándose interesantemente no a Nathan en aquellos trotes quizás por la edad, sino a su Uther y que quizás su primer impulso sea el mismo, adquirir él la responsabilidad total, solo para que su hijo continúe su vida sin las complicaciones reales que trae asumir el cuidado de un nuevo ser, sin que eso sea un obstáculo pero quizás un tropiezo que alarga el camino a las metas impuestas, y pensó en lo mucho que se parecía a Mikel, su instinto de conservación de los suyos, hacía que a veces lastime sin querer a los propios, como hizo él cuando obligo a Uther a repetir aquel examen médico en su paranoia de creer que se pudo contagiar algo; y esa empatía misma hacia que ahora vea con pesar a sus padres viviendo en tal estado de depresión en que se encontraban, con aquel sentimiento de culpa que los agobiaba sin necesidad de decir una sola palabra, porque pese a los grandes errores que cometieron con él, la terrible depresión que vivió en su momento, la tristeza de no poder reclamar a Nathan como su hijo primero por temor y luego porque no sabía como ahora cual era la respuesta adecuada al millón de preguntas que esta situación generaba en Nathan; esos dos seres que ahora estaban sentados frente a frente en completo silencio dándole vueltas al plato de comida sin meter un bocado en la boca, y que parecía que habían envejecido en menos de un mes años de años, pues el pelo de Mikel nevó sobre las sienes y la mirada de mamá se opaco a tal punto que perdió el brillo natural de su hermosa mirada, esos dos seres que pese a los grandes errores del pasado, habían hecho todo por amor pero no solo por el amor egoísta que sintieron y sentían por Nathan, sino por el inmenso amor que le tuvieron y tenían a Ethan no se merecían lo que Nathan estaba haciendo ahora, dejarlos al olvido, condenarlos al silencio, ni una sola llamada contestada, ni una sola marcada por cortesía, ni por los años de mimos que le dieron, ni por el amor que le tuvieron ni por nada de lo que ellos hicieron por él, su desprecio empezaba a sobrepasar las fronteras de lo aceptable o de lo que se espera, y eso dolía; al parecer pensaba Mikel, no lo educo bien, no le enseño lo primordial, la humildad del acto más sublime de todos: disculpar, no le enseño a perdonar, a guardar los malos momentos sin necesariamente olvidarlos y aprender de ellos, y Miranda decía que el egoísta actuar de su ser se reflejaba ahora en el corazón de su Nathan que no le importaba nada, era como si al querer herir a Ethan por culpa suya, no se daba cuenta de que los lastimaba a ellos y a sus hermanos, o quizás, la idea en realidad era esa, vengarse de ellos por negarle la verdad, y vengarse de sus hermanos por haber disfrutado en exclusiva el amor de su padre real.

Ethan pensaba en eso observando a sus padres y a sus hijos menores que sin querer estaban también afectados por la ausencia de Nathan, y lo acusaban silenciosamente a él, sobre todo Uther… que aun pese a las explicaciones que le dio y corroboro su abuelo, seguía albergando la duda de la inocencia de papá en esta turbia historia destapada de la noche a la mañana, para él, simplemente no era aceptable que haya entregado a su hermano a sus padres, por muy padres que sean ellos e imaginaba a Nathan sintiéndose de pronto un estorbo que perjudico sin querer la vida de un irresponsable como su padre, un mocoso irresponsable que seguro el único afán era divertirse, seguir sus bajos instintos curiosamente como él y el muy hipócrita moralista le dio aquella paliza por bailar en la U con la preciosa chica de su tío Nathan, corrección de su hermano, jooo, le levantó la noviecita al hermano mayor, al universitario… 100 puntos por él y su galanura le gritaba la vocecita del orgullo adolescente, pero tras divagar en esos pensamientos, volvió al sentimiento original de empatía imaginando a Nathan como un algo vergonzoso que esconder bajo las faldas de su madre, por eso no dudo en entregarlo a ellos para que lo cuiden, lo eduquen y lo castiguen… ¿cómo pudo hacer eso papá?, era un desaforado de mierda pensaba irritado, confundido y sintió el corazón apretado; ¿dónde estaría su pobre hermano?... seguro estaba en algún rincón de la ciudad sintiéndose miserable, solo quizás, confundido tal vez, enojado seguro, con miedo era apostar al ganador; y no pudo más, el cúmulo de sentimientos que lo oprimía estrujando su corazón adolescente hacía que la sangre le hierba de la pura frustración de ver a su padre ahí, sentado comiendo como si nada hubiese pasado, callado como si no hubiese tema de que charlar, ¡caramba!, Nathan era un buen tema de conversación, buscar alternativas de cómo encontrarlo serían un buen pretexto para montar una conferencia de prensa, por eso miraba a su padre enojado, enfadado, tragándose el grito que tenía a media boca, el grito de reclamo, el grito de acusación y en vez de ello  un torrente de lágrimas se escurrió por los ojos y en vez de dejar su plato sin tocar como diplomáticamente lo hicieron sus abuelos, termino haciéndolo con violencia, arrojándolo a un lado rompiendo así la estrenada vajilla de la abuela justo en los pies de su padre vaciando la comida sobre el mantel y el regazo de Matías fastidiándole la nueva camisa que estreno para salir con la chica más popular del cole, Milenka… la mortal enemiga de Anabela y estuvo a puntito, a un pelito de soltarle un puñetazo, pero en cuanto vio la cara de su padre se contuvo, no vaya a ser que el enojo de papá lo embarre también a él, porque si había algo que diferenciaba a Uther de Matías, era que este último observaba a su padre y sabía que sufría y mucho por lo que estaba pasando en casa.

Caray, pensaba… que duro debe ser tener a tu hijo ahí en tus narices, creciendo bajo el mismo techo tuyo comiendo en la misma mesa y jamás poder decirle: eres mío, YO SOY TU PADRE, ¿y todo por que?, porque los que te dieron la vida te robaron el derecho y ¿por que?... porque desde la cruda óptica económica son ellos los que te mantienen; pero también se ponía en los calzados apretados de Nathan, que duro enterarse que quienes te han criado no son tus padres, okey no es raro, él estaba ahí en calidad de hijo putativo, pero la crudeza radicaba en que su padre biológico no tuvo las agallas suficientes de decírselo por propia boca sino enterarse por un papel arrugado y amarillo guardado en una caja fuerte, y nada fuera eso, total, se podía entender que el miedo lo acoquine, pero que su padre biológico no le diga nada y encima adopte a un crio tan problemático como él fungiendo de buen samaritano, olvidándose que la caridad empieza en casa y ¿con los tuyos?, ¡eso si debe doler y mucho!, y entendía a Nathan en ese punto, pero, había un pero… también estaba el hecho que siempre gritaba que era un adulto y ahora resulta que ese adulto decidió hacerse chinca (desaparecer en el habla popular de mi país) en todo sentido no solo físicamente sino ético y moral, pues una cosa era estar confundido y enojado y otra hacerse el pelotudo y optar por el papel de victimita cuando en esta historia todos tenían su cuota de victima, sobre todo Ethan que por el estado emocional de sus propios padres se privo de su propia tristeza, sin derecho a manifestarla a voz viva.

¡Vamos!, quien debía reclamar no había dicho nada, porque ahí donde se lo veía Ethan de haber sido él, hubiera reclamado a sus padres todo lo que estaba pasando ahora, sin embargo se levantaba todos los días a la misma hora con el mismo cariño y con el mismo amor saludaba a sus padres, con una quebrada sonrisa pero con un abrazo entregado, y seguía su rutina más menos de la misma manera, preparaba el desayuno, se ocupo que alguien venga a casa a cocinar y limpiar porque su madre no quería salir de la cama y Mikel se encerraba en la consulta sin atender a nadie, encerrado ahí oyendo música, en cambio Ethan con el mundo a cuestas iba a su trabajo, cumplía sus turnos, miraba todo los días el correo, abría todos los días los mail electrónicos, llamaba a Ignacio mañana tarde y noche preguntando por Nathan, o llamaba a los colegas de la U para averiguar si Nat acudió a alguna clase, y se daba una vuelta por el campus universitario buscándolo sin que todo eso afecte el ocuparse de ellos, de pagar las pensiones del colegio, de comprar los útiles, de hacer los deberes cuando se ponían difíciles para resolverlos por su cuenta, asistir a las reuniones que tuvieron cumpliendo con el compromiso que firmo y hacia todas aquellas cosas como un autómata y ahora el problemático Uther estaba enfadado de nada tirando la comida, ¡cuando no él teatral aquel!, pensó… si, definitivamente era como para darle un puñetazo y romperle todos los dientes, lo haría sino es que no supusiera que luego a él, papá le rompería el poto a cintazo limpio…

 

  • CRAAACKKK – sonó la porcelana en el suelo
  • DIABLOS UTHER – Ethan despertó del letargo de su depresión con aquel ruido, de aquella depresión que lo acorralaba sin derecho a quejarse porque en casa era él quien debía contener a todos, a sus hijos y a sus padres – ¿que es lo que te pasa?… ¡joder! – grito mirando la comida desparramada sobre sus calzados, sacudiéndolos con algo de violencia, pero Uther en vez de serenarse se violento peor
  • PASA QUE ERES UN TONTO – y mordió el resto del insulto soltándolo a media voz mirando retadoramente a su padre – un estúpido
  • ¿Qúe cosa? – Ethan entrecerró los ojos peligrosamente acercándose a Uther
  • Eso, que eres un TONTO – volvió a afirmar todavía con agresividad en sus palabras
  • ¿Qué es lo que acabas de decirme’ – Tano puso una mano a manera de jarra sobre su cintura, exigiendo una explicación – retira lo DICHO Uther – golpeteo la mesa con el indice, dándole una oportunidad para no pelear con él, no estaba para estupideces, tenía demasiados líos en la cabeza con que lidiar, incluido buscar un detective para saber donde carajos estaba Nathan
  • QUE ERES UN ESTÚPIDO eso es lo que acaba de decir – si a Uther le gritas, él ruge, si a Uther acaricias él abraza, si a Uther lo miras con cariño él te ama incondicionalmente… Ethan olvidaba esto por momentos y no sabía cómo lidiar con él, 16 años y todavía creía que la lava no quemaba, Uther era un pequeño volcán en erupción – ¿acaso debo decir que eres sordo también? – su naturaleza ahora mismo no estaba serena, era como uno de esos fenómenos que causa estragos en el camino arrasando cosechas, casas, comiéndose caminos y destrozando cosas, unas veces turbión, otras maremoto, la más huracán y ahora mismo sismo
  • RETIRA LO QUE HAS DICHO UTHER – lo agarro del brazo zarandeándolo
  • NOOO – mala táctica, retira, haz esto, obedece, cumple, repite con la aspereza en la voz era como calar a un toro ya de por si caliente, Ethan aún no recordaba lo aprendido, con cariñito se doma a las bestias
  • Retira lo que has dicho no lo voy a volver a repetir, NO ME GUSTA OÍRME DOS VECES UTHER – decía Ethan enfadado, enfadando más a su retoño – RETIRA LO QUE ACABAS DE DECIR
  • ¿Nooo?, pues ya lo haz dicho mas de 3, lo que me confirma que NO SOLO ERES UN ESTÚPIDO sino también UN IDIOTA
  • CCCRRRAAACKKK – golpeo la mesa con la palma abierta empezaba a cabrearse – DISCÚLPATE UTHER o no se mierda te voy a hacer, tengo demasiados problemas para lidiar con una de tus pataletas – y el silencio se hizo de cristal a punto de quebrarse en el aire, Maty y Lothar dejaron sus cubiertos, su padre y hermano no se ubicaban donde mierda estaban y con quienes, se perdieron en una batalla privada de rebeldía y de dominación para ver cual vencía – ESTOY ESPERANDO – grito Ethan en última instancia sacándose ya no más el cinto del pantalón, pero Uther lejos de amilanarse se envalentono peor 
  • VETE AL CARAJO – y al carajo se fue todo en cuando su padre atrapo su brazo a la altura de la axila sujetándolo con firmeza
  • ZAS, ZAS, ZAS A MI ME RESPETAS ZASS ZASS  ZASS – y no necesito ni sacarle el pantalón pues los repartidos caían con fuerza y sin consideración alguna
  • MMMGRRRR, AGGGRRR – de que aguantaba, aguantaba hasta cierto punto como cualquiera claro, pero pronto aquellos gemidos y gruñidos serían otra cosa, porque su padre definitivamente no estaba para tonterías por decirlo cursi
  • ZAS ZAS ZAS
  • NO VOY A LLORAR, GRRR   NO VOY A LLORAAAAR… AU MIERDA – repetia Uther como si estuviera en un concurso de valentia
  • NO estás con NINGÚN amiguito tuyo para MANDARME AL CARAJO ¿¿ME HAS ENTENDIDO??  ZAS ZAS ZAS – y sin inmutarse lo empezó a sacar a jalones y cinturonazos de allá, ¿la intensión?, llevarlo al dormitorio y concluir aquello como Dios manda
  • AHHHHH, AYYY AUU AU…  YAAA – y ahí estaban las reales quejas
  • NI VAS A VENIR A LLAMARME ESTÚPIDO O IDIOTA – la voz de su padre se iba alejando con los quejidos de Uther por el pasillo – Y si valoras la integridad de tu trasero Uther TE DISCULPAS DE MI AHORA MISMO…. ¿ME ESTAS OYENDO? ZAS, ZAS ZAS ZAS ZAS
  • ES QUE LO ERES, NO HACES NADA POR BUSCAR A MI HERMANO…  POR TRAERLO – y soltó a su hijo como por arte de magia

 

Y el revés le llego a la cara a él, las palabras de su hijo eran como un buen sopapo que lo sacudió de su letargo, hasta este momento se había mantenido a la orilla de las decisiones de Nathan, respetando en algo su edad, su estatus de joven adulto, sin presionar ni a Dios ni al diablo para que le den respuestas del paradero de su hijo, pero Uther llevaba razón, era estúpido pensar que Nathan regresaría por cuenta propia u obligado por sus padres, ambos Mikel y Miranda simplemente habían tirado la toalla, le correspondía a él acomodarse bien los pantalones y afrontar las consecuencias, era hora de coger al toro por las astas; mientras Ethan pensó esto en aquella fracción de segundos que le tomo procesar la información en su cerebro, a Uther como de costumbre le faltaron pies para huir de la escena del crimen… dándose cuenta tarde que su lengua le metía siempre en los peores líos con papá, por no saber guardar las formas o sus opiniones, y esta no fue la excepción; pero la verdad es que ya no podía más con la incertidumbre de no saber nada de Nathan, con aquel silencio que abrumaba la casa, con esa ausencia de palabras, gestos y presencia a la que los abuelos se sumaron, pero sobre todo de la pasividad de su padre que creía que los problemas se resolverían solos, que Nat regresaría como si nada, ¡vamos! de que este ahí haciendo su vida como de costumbre, como si Nathan no le importara, pero bueno esa era su impresión, el ignoraba lo que en realidad su padre sentía, lo que ahora sufría, y en aquel tumulto de frustraciones que tenía corrió inconscientemente a refugiarse a la habitación de Nathan, y se tiro sobre la cama de éste abrazado su almohada sintiendo el leve aroma de su hermano, ese que él conocía y gustaba, mezcla de perfume y jaboncillo y el aroma intimo de su piel y al ver la foto aquella tomada en año nuevo cuando el cumplió 16 simplemente se derrumbo y oculto su cara sobre la cama gimiendo, la vida era una mierda para el este preciso momento

Ethan desorientado al no pillar al muchacho en su propia alcoba oyó los gemidos en la habitación contigua, aquella pieza a la que él jamán entraba sin permiso del dueño y encamino sus pasos hacia allá, frenándose en el último minuto confundido y abrumado porque los gemidos de Uther despertaron en él un particular recuerdo, la terrible pelea que tuvo él con su padre, con Mikel cuando Nathan tenía aquel entonces como 13 años y se había faltado al instituto de tenis al que tanto había rogado ir y fue contra la voluntad de Mikel y Nathan pues se dejo llevar por el impulso de hacer la rata con todo el grupo y se fue de pintas al cine, olvidándose de la hora y de que Mikel lo recogería para ir a cenar con todos al restaurante favorito de Ethan, aquel día Ethan recibía su título como cirujano cardio – vascular;  recordó que su padre no vino a la cena y él enfadado por aquel desplante fue a casa de sus padres para ver el motivo de su ausencia y grande fue la sorpresa de encontrar a Nathan mirando la pared con los pantalones abajo y claras muestras de que se había llevado una buena tunda con el cinturón, su primera paliza oficial con aquel macabro instrumento, recordó el desolado llanto hipando prometiendo no volver a ir a ninguna parte sin permiso, y cuando Nathan oyó su voz, sin importarle que Mikel se enfade se tiro a sus brazos como hacia siempre; al parecer era el instinto, el llamado de la sangre lo que impulsaba aquel acto, y la pelea se monto no porque Mikel diera aquella paliza sino porque se lo quite de su consuelo, que no le permita un mimito después de lo mal que seguro lo paso recibiendo aquellos cintazos que dejaron 4 marcas en los muslos y que fueron motivo de otra discusión, pues Nathan no quería ir al cole a pasar clases de gimnasia ni mucho menos retornar al tenis por vergüenza de que todos reconozcan las marcas esas como hechas por el cinturón.

 

  • ¿Quien te dio permiso para moverte? Plaf plaf plaf plaf – Mikel salto prácticamente sobre Nathan calcándole aquellos palmetazos en el resentido trasero
  • ¡Papá!... déjalo por favor, ya lo has castigado – Ethan reclamo por su hijo, no le gustaba verlo llorar menos por causa del dolor
  • NO, el se queda ahí donde lo deje, MIRANDO LA PARED – y lo volvió a colocar ahí intransigente, fue cuando Ethan jalo a su padre al garaje y discutieron de mala manera allá sobre lo que era o no correcto para Nathan y Mikel se enojo, su enojo radicaba en el miedo a que Ethan ahora reclame por él y decida decir la verdad
  • Aquí se hace lo que yo mando, porque Nathan es mi hijo – sentencio ya casi saliendo del garaje a la casa
  • Pero yo soy su padre – se atrevió a decir aquella única vez que Ethan puso en tela de juicio la paternidad de sus propios padres respecto a Nathan y fue acallado con otra frase mucho más dolorosa y real
  • Padre no es el que engendra, es el que cría, y el que ha criado a ese niño, SOY YO, soy yo el que se ha desvelado, el que ha ido a todas las reuniones del colegio, el que lo ha bañado, limpiado el poto cuando no estuvo tu madre, soy yo el que lo ha cuidado y trasnochado, el que paga sus estudios, el que lo viste, le compra sus gustos, le da sus comodidades, YO; no tu – y le dio espalda saliendo de alla como alma que quiere el diablo en su carreta

 

Los gemidos de Uther se hicieron más audibles porque inconscientemente decidió abrir la puerta recordando todas las veces casi siempre lidiando con el mal humor de Nathan para que no cabree más de la cuenta a Mikel, cuando más chico consolando su llanto por algún castigo impuesto físico o moral, y muy pocas celebrando algún logro obtenido, ¡que feliz! se sentía entonces, y como de orgulloso se sintió hinchándose el pecho de felicidad cuando leyó aquellas cartas del rector y del ministerio felicitando a Nathan por su brillantes notas, y la carta del rector dirigida a Mikel donde se le felicitaba por tener un hijo tan brillante y aplicado, si era sincero con él mismo, no podía quitarle ese merito bien merecido a su padre, su hijo era así por obra y gracia de Mikel y Miranda, fueron sus esfuerzos los que lograron tan maravilloso niño, de eso siempre estaría agradecido con ellos, cuidaron y educaron muy bien a su Nathan con especial esmero, quien sabe cómo habría sido con él si como padre era una pacotilla, pero en el fondo de de su corazón aquello también dolía y hubiese querido que su nombre este en el encabezado de aquella carta a la cual le saco una copia y la guardaba en el cajón de su escritorio con llave para sentir ese oculto y secreto orgullo de ser el padre real aunque sea solo de nombre de aquel brillante ser que era Nathan….

Uther al oír la puerta supo que era su padre y se dio la vuelta para mirarlo y hacerle frente y no le importo que tenga el cinto en la mano, no le importo que le dé una paliza o mil, simplemente se lanzo sobre él abrazándolo con fuerza, no quería sentirse solo como lo estaba haciendo hasta ahora, el quería que su padre buscara a Nathan.

 

  • ¿Porque lo abandonaste papá? – reclamo mirando a los ojos de su padre con la mirada aguada, mostrándole la foto de Nathan, la de su cumpleaños… allá estaban ellos 4 abrazados Ethan, Nathan, Uther y Lothar; era un reclamo, el que tenía clavado en su pecho como una aguja – ¿acaso no lo querías?, ¿acaso no lo quieres? ¡dime la verdad! – y aquellas palabras derrumbaron a Ethan, Uther le reclamaba por su hermano, tenía la errónea idea de que no lo quería
  • No lo he abandonado hijo 

 

Que dolor más grande vivir la acusación de un hijo reclamando por otro, aquellas palabras lo sumieron en un dolor tan grande que sintió que le faltaba el aire, ¿cómo podía Uther dudar de los sentimientos que tenía hacia Nathan?, pero al parecer la confusión de su hijo le permitía hacer aquellas acusaciones sin percatarse del dolor que él albergaba en su corazón y se vio en la obligación de defenderse, pues sí Uther creía aquello, quizás también pensaban lo mismo Matías y Lothar y el hecho de dejar pasar el tiempo, no ayudaba en nada, confundía más bien y no ayudaría en absolutamente nada respecto a Nathan y los sentimientos que esta situación generaban en su joven corazón .

 

  • ¡NO lo he abandonado!, NO LO HICE Uther… no lo hice ¿Cómo podría? – y le cogió el rostro entre sus manos clavando sus ojos a los de su hijo – …. si tú supieras todas las de Caín que he pasado, si tan solo supieras lo que he tenido que vivir todos estos años sin poder decirle HIJO, sin tener el derecho en realidad de pronunciar esa palabra – y la voz se le quebró en la garganta dejando por fin fluir su angustia, esa que oprimía su existencia desde hace 3 semanas que no sabía nada de Nathan – si tú supieras del inmenso amor que le tengo, no dudarías de mi… porque yo quiero a tu hermano, como te quiero a ti... A TI ¿me entiendes?... siempre lo he querido solo que no he tenido ese derecho… porque me lo han quitado

 

Y por fin se atrevió a gestar aquella acusación por primera vez y consciente en voz alta, quejándose a su hijo, invirtiéndose los papeles, porque ahí donde se los veía Uther maduró con aquella confesión 20 años más y su padre con aquel abrazo se hizo niño… adolescente, el que fue padre y al que negaron el derecho de esa prematura paternidad y una lágrima dio paso a otra y Uther agarro la cara de su padre entre sus manos viendo como se mojaba en su propia tristeza, papá estaba derrumbándose frente suyo con la foto de Nathan en las manos, desnudando la vulnerabilidad que lo agobiaba, eso era lo que Ethan necesitaba… llorar, llorar lo que no pudo cuando sin querer le arrebataron el vital derecho de ejercer como padre, pero no el amor de serlo aun de lejos, aun en al anonimato de aquella confesión, de aquella verdad como hasta ahora había sido.

 

  • Entonces trae a mi hermano a casa, tráelo con nosotros… por favor – rogo mirando a su padre no solo a los ojos sino dentro de su alma, urgando las fuerzas que necesitaba salieran de una vez por todas y Ethan lo sintió, sintió esa fuerza, esa necesidad

 

Era hora de enderezar algunos torcidos reglones se decía EThan para sí… era hora de re escribir su historia…



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