Los Th, una estirpe donde el amor es la medicina
Marcando territorio y
propiedad
Autora: Marambra
- ¡BASTA
NATHAN!… DEJA de compórtate como un CRÍO – la
voz de Mikel corto la pataleta aquella como de costumbre, pues aquello estaba
ya saliéndose de todo límite permisible – PREGONAS a los cuatro vientos ser un ADULTO y estás ahí
montando UN BERRINCHE y nada menos DELANTE de tus hermanos… ¡caramba!
- PERO YO NO
QUIERO REGRESAR – gritaba desaforado Nathan tratando de
salir de la casa aquella a donde Ethan lo llevo a rastras, ¡maldita sea! ¿en
qué puta hora se le ocurrió dar el nombre de aquella traidora? – Y MENOS SI
VOY A COMPARTIR TECHO CON ÉL
- ¡SUFICIENTE! …
crack – la mano de Mikel se calco sobre la mesa de un
golpe plano, papá estaba para pocas pulgas
- Déjalo papá – intervino
Ethan –
Nathan si lo que quieres es que yo me vaya de la casa no hay problema – hablo
Ethan con la voz cansada de tanto batallar, pero había decidido que prefería
irse él a que Nathan esté viviendo como hasta ahora casi de la caridad y siendo
mantenido por una chica, y al mirar el rostro de su gente, sobre todo de su
hijos menores se dio cuenta que no sería fácil para nadie, particularmente para
él, pero creía que era lo correcto, sentía que le debía esto a Nathan por todos los años de mentira que
vivieron juntos
- ¡Es lo mejor
que has podido hacer hasta ahora! – respondió satisfecho
Nathan, él simplemente no podía verlo, no lo sentía, tenía mucha rabia y enfado
dentro suyo, pero Ethan prefirió no dejarse amilanar y dándose la vuelta agrego
- Voy a buscar
mis llaves, vayan a dormir chicos es tarde – se
dirigió a sus otros hijos, los 3 con tanta bulla pues despertaron asustados y
se pillaron con la caliente discusión que mantenía Nat con su padre y abuelo en
la sala –
mañana los voy a recoger para ir al cole y luego nos iremos al condominio – y
la voz en la última frase se quebró en dos, nadie que estuviera allá podía
negar que aunque Ethan decía que no pasaba nada y no había problema, no era
cierto… aquello realmente le afectaba sobremanera en todo sentido….
- TU NO ME SACAS
los pies de la casa – rugió Mikel ante aquella
declaración; no iba a permitir que Ethan abandone la casa y menos se lleve a
sus otros nietos y solo por un caprichito del niño bonito supuestamente
ofendido
- Si no se
marcha – apunto Nathan a Ethan – TEN POR SEGURO QUE ME MARCHO YO – realmente
los ánimos estaban cargados
- ¡CARAJO! – estallo
Mikel, era de esperarse, aquello empezaba a cansarle –
ME CAGO EN MI SUERTE, ¿CREES que después de lo que ha pasado esta noche
vas a venir a PONER CONDICIONES? – gritaba enfadado, en su rostro se
notaba el cansancio no solo de las horas sino de la situación, había imaginado
otro tipo de reencuentro con Nathan, quizás marcada de mucho reproche, enojo,
tristeza… pero no de un berrinche como el que estaba montando – A AMENAZARME
con que te MARCHAS… o venir a echar DE MI CASA, DE MI TECHO – se
golpeaba el pecho en un posesivo acto
– A ¿ETHAN? estas muy equivocado jovencito y más
vale que te DISCULPES Y SUBAS A DORMIR de una vez o NO RESPONDO – Mikel
ya se sacaba la faja de la cintura, Nathan quería las cosas difíciles, pues por
él ningún problema
- ¡NO!, no me da la REGALADA GANA, ya he dicho, o SE MARCHA EL O ME MARCHO YO…
- ZZZAAASSSS – y
era de esperarse, el cinto de papá Mikel voló implacable como siempre en un
solo chirlo, y el rostro de Nathan se congestiono en el acto aun cuando su boca
no lanzo nada más que un gemido mordido entre dientes, no les daría el gusto de
quejarse, él era un hombre
- ¡Papá! NO – Ethan
sintió un agudo dolor en el vientre como si una avispa le picara, ver la cara
de Nathan congestionarse hizo que la mente se sature de todos aquellos
recuerdos de su hijo llorando por un castigo y le quito el cinto de la mano
- ¡Devuélveme
eso Ethan!, voy a ¡reprender! a Nathan te guste o no la idea, porque una cosa
es que esté confundido, enojado o triste – elevo
su índice al aire para dar énfasis a sus palabras y a su descomunal enojo,
Nathan estaba pasándose de todos los límites – y otra MUY DISTINTA QUE SEA UN MAL
EDUCADO DESCONSIDERADO, Y CHANTAJISTA, ¡¡¡ESO!!!... ¡¡¡ESO NO SE LO VOY A
PERMITIR!!! – elevo mucho más la voz
- Pero yo si – y
todo el dolor que pudiera contener se vació en esa frase como un escudo
protector y con urgencia para que Nathan sepa que, para él, cualquier cosa que
pidiese sería siempre poca para tenerlo contento y dejo el cinto sobre la mesa – ¡déjalo en
paz!, no quiero que lo castigues… y no es por él, ¡es por mí!, ¡haz esto por mí!…
por favor – aquellas palabras no gustaron ni tantito a Nathan, ¡él no
era un niño!, no tenía que defenderlo de nada ni nadie, ya no tenía edad para
ser amenazado y menos con una paliza y por eso salto como gallo de pelea, mala
decisión
- ¡¡QUE CAGADA!!,
lo que faltaba – y señalo a Ethan despectivamente – EL PADRE
ABNEGADO, ¿sabes qué? No necesito que me defiendas – empujo a Ethan – no necesito
NINGÚN favor tuyo… ¿Por qué mejor no metes tu lengua al culo y desapareces?... LLEVATE
A TUS HIJOS DE AQUÍ, A ESE PAR DE MIERDAS Y AL ARRIMADO AQUEL QUE PREFERISTE
ADOPTAR…
- PLAAAF….
Tres
semanas de no saber nada de su hijo y vivir con las ascuas en el corazón y de
pronto estaban ahí reunidos todos por arte de magia con la tensión flotando en
el aire, de forma tan tirante que cualquier mal movimiento y todo se vendría
abajo y al parecer eso era lo que estaba por suceder tras aquel exabrupto de su
hijo Nathan; Nathan era su hijo si, biológicamente hablando, en el resto de los
contextos era más hijo de Mikel que suyo por muchas razones, pues pese a las
buenas o malas decisiones de sus padres para con él, y lo mucho que ahora
lamentara el poco coraje que siempre tuvo guardado en el fondo de su alma para
reclamar su derecho paternal no podía negar que sus padres con todos sus
errores habían hecho lo mejor, pensando en el futuro de ambos, tanto de Ethan
como de Nathan y por esta simple primicia sabía muy bien que Mikel sembró en el
corazón y en la mente de Nathan buenos principios, pero oírlo ahora, cargado de
rencor y odio, de rabia y enojo hizo que lo desconozca y se pregunte donde fue
a parar su pequeño.
¿Dónde
quedo Nathan?, él Nathan que él conocía ¿desde siempre?, el niño bien en sus
modos, ¿en su forma de ser?, ¿en su gentileza como persona?... verlo ahora tan
brusco, tan arisco tan envenenado le hizo darse cuenta de algo, ese niño entre
comillas había muerto, había sido asesinado cuando descubrió la verdad, lo mato
su versión adulta, su versión implacable y sedienta de venganza, una venganza
mal encaminada porque ese odio y esa ira contenida deberían tener un solo
objetivo, SU PERSONA, no atacar al resto; y como padre y como hijo fue testigo
de dos cosas, como hijo vio ante sus ojos la terrible decepción en la mirada de
Miranda y Mikel, seguro se preguntaban en el paréntesis de aquel revés dado
¿cuándo y dónde fallaron?, o sería que la decepción no era por el cuándo, ni
por el donde, ¿sino por el siempre?, seguro si esa era la idea que cruzaba la
mente de ambos, él siempre se resumía a toda la vida de Nathan, 19 AÑOS que
fallaron de la peor manera y aquel error tenía un claro origen, el momento
mismo en que se lo quitaron a él; y como padre… como padre vio el dolor cargado
en la mirada de 3 inocentes pues ahí donde estaban Uther, Matías y Lothar nada
tenían que hacer con sus errores del pasado por eso no podía aceptar que Nathan
maltrate a sus hermanos, cualquier cosa con él, cualquier reclamo a él,
cualquier insulto a él, pero no a los niños, porque al dañarlos se dañaba así
mismo, se condenaba y se dejaba vencer por un sentimiento tan destructivo como
el rencor…
Horas
antes tras la desastrosa cena, Uther le había pedido entre sollozos que traiga
a su hermano y tras calmar a su hijo y serenarse él, y dejar de lamentarse
sobre lo que pudo ser y no fue, decidió que era hora de tomar al toro por las
astas, empezó a buscar entre las cosas que quedo de Nathan en casa una agenda
en realidad, pero no pillo ningún número que sirviera y volvió a llamar a
Ignacio, pero tampoco consiguió gran cosa y cuando ya estaba por tirar la
toalla al piso una sospechosa llamada fue la respuesta a sus plegarias, después
de todo Dios sí existía, se dijo aún incrédulo…
Nathan había ingresado al servicio de emergencias a la una de la madrugada, lo que le llevo a pensar a Ethan que Nat sufrió un accidente o fue asaltado, y con el amén en la boca camino aquel largo pasillo que lo llevaba al área de emergencias, y lo primero que sintió fue el fuerte olor a sangre golpearle la nariz, su corazón se aceleró a mil por hora creyendo que algo muy malo la paso a su hijo, y su cabeza empezó a fabular mil y un escenarios dantescos para cuando abra esa puerta que separaba el corredor del área de emergencias, a cada latido suyo una imagen se formaba en su mente… que quizás Nathan este intubado, que quizás lo preparaban para una cirugía, que quizás estaba irreconocible, en fin todos y cada uno de los escenarios eran simple y llanamente tétricos, terroríficos pero lo que nunca imagino, estaba ahí en sus narices… Nathan… su hijo mayor, el joven sensato y brillante estudiante, pulcro en el vestir, en el hablar, en el pensar, solidario con todos, especialmente responsable y la más de las veces considerado con su gente sobre todo con Miranda la única madre que conoció, yacía ahí esposado a la camilla cubierto por una sabanilla y un campo quirúrgico a nivel del rostro mientras el nuevo medico de emergencias, su colega el doctor Sarmiento que ignoraba que Nathan era familiar suyo suturaba su cabeza y al otro lado estaba un agente policial pues, según el informe se trataba de un sujeto peligroso que fue aprendido en una redada ordinaria, primero por atentar contra las buenas costumbres de todo ciudadano, o sea lo habían arrestado por delitos contra la moral, segundo por agresión del agente al mando y tercero por huir de la escena del crimen.
Aquella noche Nathan estaba en casa de su amada tirado en cama, con depresión, la tristeza había empezado a hacer mella en él y casi todo el día se la pasaba mirando el techo oyendo música, y salía solo para trabajar, ya no iba ni a la U, porque además el trabajito que consiguió era ha llamado y aquella noche Miroslava, tenía intención de levantarle el ánimo así que dispuso sus mejores armas y su voz suave y sensual como un zumbido de abeja se filtró en los oídos de Nathan, la despampanante chica le mordió el lóbulo de la oreja antes de hacer caer de su cuerpo las sábanas que la envolvían y se encaramo así como estaba desnuda sobre las caderas de Nathan, aquel muchacho era la lotería del amor, okey, era su menor, tenía 4 años menos que ella pero ¿a quién le importaba? a nadie, bueno no, mentira, le importaba a todo el séquito suyo de varones de su curso y a todas la rivales de la U, pero ella había sido super inteligente y astuta al fichar primero en el pre universitario al más guapo de todos: Nathan Van Lauder Peralta, y lo tenía ahora justo donde debió estar desde la fiesta de la Universidad… en su cama; pero por mucho que ella hiciera malabares parecía no levantar el ánimo del joven, como todo varón de su edad sano, sexualmente activo, el ánimo levantado lo tenía siempre a un simple toque, pero ella no hablaba del vigor sexual que se exigía como mínimo para dar rienda suelta al desempeño corporal cuando tocaba sea sobre el colchón, en la ducha o en el piso de la sala, aquel atributo era el mismo, impecable, intachable, nada que ver con su pobre actuación en la fiesta de la universidad donde estaba más perdido que satélite fuera de órbita y nada menos por estar atento a los pasos que daban sobre el atrio, aquel simpático trío de adolescentes que en ese entonces se lanzó al éxito haciendo nada menos que striptease y termino con dos traseros azotados, un crio sin un riñón y Nathan castigado.
Miroslava
se le quedo mirando, clavando sus ojos enormes en las lagunas celestes de
Nathan queriendo perderse en la profundad de sus aguas, pero aquello era
imposible, Nathan estaba herméticamente cerrado a sus sentimientos, con un sin
sabor amargo en la boca y la sensación de total abandono…
- Okey churrito – la mina le mordió la boca – creo que si vas a seguir así con la cara
de funeral que te traes es mejor que llames a casa y les digas que te regresas
- Ni muerto – por fin se dignó mirarla – si no quieres tenerme aquí bueno, busco otra tapera
(hostal, alojamiento rincón para dormir) pa dormir – y
delicadamente la dejo sobre la cama – que incluso el hotel toborochi (planta
autóctona, se la conoce con el nombre árbol botella) está mejor que mi casa, y
con el calor que hace sus mil estrellas me caerán de pelos – se
refería a dormir a la intemperie de ser preciso
- Vamos Nat, estas llevando esto demasiado lejos, ¡madura!
muchacho, ya no usas pañales o ¿sí? – rio
burlonamente metiendo las manos debajo del pijama bóxer para acariciar sus
genitales provocando un estremecimiento en Nat
- Tu no lo entiendes – declaro
sin retirar su cuerpo de la caricia aquella que, al fin y cabo, hombre, le
gustaba
- Mmm parece que el muchachote despertó – le
bajo los bóxer para contemplar lo que muchas quisiera, la brillante erección de
alguien joven que no necesita artilugios – ¿quieres
jugar conmigo mi Romeo? – le hablo al pene erecto, y hubiesen
jugado de no ser por la llamadita de teléfono al nuevo móvil de Nathan y
Miroslava puso cara de puro fastidio, ese empleo que le consiguió Ignacio,
estaba arruinando la vida sexual de ambos pues llamaban el rato que les daba la
gana y el corría porque necesitaba el dinero, aunque no era tan cierto, ella le
costeaba todo pero él había dejado claro que no quería que lo mantenga y ella
respondió que no era su inquilino sino su visita y él decidió que compartirían
gastos hasta que se independice totalmente, porque le daba pena no pode pagarle
el alquiler del dormitorio, pero ella contesto que se cobraría en especias y
así lo hacía, pero ahora este empleo perjudicaba aquella cobranza y no era del
agrado de Miroslava
- Espera, espera es del trabajo –
contesto Nat tapando el auricular del fono – salió algo a
última hora
- Dile que no puedes hoy, no pasara nada por un día, además
dijeron que te llamarían siempre con anticipación de un día – puso
un puchero pero Nat dándole un beso apasionado con la promesa de que al volver
se la montarían a lo grande salió a la carrera con su ropa de trabajo en un
maletín, pero de montarse grande como quiso Miroslava no había tal, pues Nat se montó una grande y
solito en la calle primero, segundo en la comisaria y luego en el hospital para
volver a rematar en la delegación policial
Aquella noche Nathan salió a su fuente
laboral, Ignacio le consiguió un trabajo de bailarín exótico, bueno lo de
bailarín quedaba en duda, en realidad iba se movía un poco a ritmo de la música
y se quitaba la ropa, aquella con velcro, pero esta fue diferente, la dama en
cuestión era una mujer mayor de unos 55 años, mujer que pese a los años en la
piel se conservaba espléndidamente producto de su propio cuidado y del bisturí
claro; y conoció a Nathan una semana antes, en su debut cuando fue a bailar con
un grupo de chicos armando un show de striptease en una despedida de soltera y
pues quedo flechada de la varonil belleza del joven, de su porte, sus formas
gentiles y ese aire de niño bueno en la cara, y decidió que venga a montarle un
show privado en su casa, él acudió y se llevó el chasco, la doña no quería
baile, quería sexo y lo empezó a corretear de un lado a otro armada de una vara
dándole uno solo fuerte en los glúteos que adormecieron los dedos de los pies a
Nathan, gritándole que se esté quieto, que si el esclavo no sabía comportarse
se llevaría un señor castigo con aquella vara luego de atarlo, amordazarlo,
morderlo, echarle cera caliente, depilarle lo que haga falta, golpear los
testículos y un montón de cosas más que sonaban a Los infortunios de Justine en
versión masculina del Marqués de Sade.
La
doña quería montar un juego BDMS y Nathan,
asustado de la situación salió como pudo de allá con el pantalón
sorpresa a medio abrir por detrás vistiendo por dentro un minúsculo hilo dental
negro, sin camisa, sin calzados y la mujer salió tras suyo gritando que lo
atrapen, el guardia creyó que el muy impávido había querido asaltar a la señora
pero al verlo vestido de esa manera lo confundió con un exhibicionista; menos
mal la dama en cuestión dijo que solo la asusto creyéndolo un ladrón, es que
verlo así medio desnudo era para desconfiar, menos mal no puso demanda por
intento de violación que era lo que el poli estaba por escribir ante el relato
de los hechos, pero ella fue clara, diciendo que subía a su departamento y lo
vio ahí y creyó que era un lladronzuelo y como se puso a correr pensó que algo
malo hizo, pero que luego se fijó que no tenía nada en las manos, es más estaba
casi desnudo y le echo una mirada muy sugestiva que hizo que Nathan sienta
escalofríos y pegue pies en polvorosa y huya de nuevo, más de ella que del poli,
lo que complico el asunto pues el agente atlético, joven, nuevo y muy metido en
el papel de héroe se lazo a correr tras el sospechoso y se tiro encima haciendo
que Nathan se corte la frente al golpearse y se levante con mareos y aturdido y
cuando le pidieron la documentación se dio cuenta que la perdió en su brillante
fuga.
Ya
estando en el hospital no le quedo más opción que llamar a Miroslava para
decirle donde estaba contándole parte de lo sucedido, básicamente solo el
accidente y que necesitaba le traiga algo de dinero y su matrícula de la
universidad porque perdió sus documentos, y claro ella acudió a su rescate,
pero la traidora, al ver que el lio iba
más allá que pagar por una simple atención médica, pues los polis apenas ella
entro a la sala de emergencia le explicaron que estaba detenido y en efecto,
estaba esposado a la camilla como si fuera un delincuente, la muchacha comprendió
de inmediato que Nathan necesitaría un abogado sobre la marcha, algo que ella
no podía costear, así que en su temor humano, real e inexperto decidió por el
bien de todos, sobre todo por el de su Nathan llamó a Ethan directo al celular
por consideración a Mikel, a ella le gustaba el suegro y no iba a darle un
colerón como aquel a semejante hora, podía darle un infarto, pues desde su
óptica Ethan podría ser su padre biológico, pero su padre real en todo sentido
era Mikel.
- ¿Si?, buenas noches – contesto Ethan sin lograr identificar la llamada por ser de un número privado
- ¿Doctor Van Lauder? – una nerviosa voz femenina se filtró a sus
oídos
- Si, Ethan Van Lauder o busca a Mikel... – quizás se equivocaron y buscaban a su padre
- Soy Miroslava, la amiga de Nathan – agrego
- ¿Qué paso con mi hijo? – ataco, no pregunto – ¿me llamas por eso verdad? – se incorporó de un salto de la cama con el corazón en la boca mirando el reloj, una de la madrugada
- ¡Calma, CALMA! Doctor… SÍ, lo llamo por Nathan, él está en el hospital General y nece – dijo apurada y se quedó sin línea
- Pip pip pip – Ethan colgó el fono y salió a toda prisa poniéndose el pantalón sin quitarse la polera de dormir ni calzar zapatos cerrados, sino sus franciscanas de estar en casa, el tiempo era su peor enemigo en este momento
- MIERDA, ¡el cabrón me corto! – grito enojada Miroslava, pues no le dio
tiempo a decir nada
Cuando llego, Nathan estaba tumbado sobre
aquella camilla mientras el médico de emergencia terminaba de suturar su
cabeza, mechones de claro cabello yacían en el piso desparramados, la tijera
hizo su paso y su tarea sobre su cráneo, una sabanilla blanca cubría la parcial
desnudes de Nathan y un campo cubría su cara, él no sabía que su padre estaba
ahí atento a todos y cada uno de los movimientos del médico que lo atendía,
Joaquín el joven galeno alzo la vista y por tener el barbijo en la cara lo
saludo con un asentimiento de cabeza, conocía a Ethan de la visita médicas y
supuso que vino a ver a algún paciente de piso, no se percató en su forma de
vestir, Ethan por su parte saludo igual y con un dedo sobre su boca la dio a
entender que prefería que no lo delate delante del paciente, y el médico
entendió a la perfección aquello y como si se tratara de un ajeno empezó a
conversar sin pelos en la lengua los pormenores de su turno incluyendo claro,
la llegada de Nathan al nosocomio como un caso más que tuvo en su haber y
aprovechando la llegada del resto de estudiantes que tenían turno aquella noche
repasaron el caso como si estuviera internado.
- Bueno Sandra – reclamo la atención total de la muchacha que ejercía tu turno – toca redactar la historia clínica ya que tu recibiste al paciente, relata el caso, definiremos si se queda en observación o lo enviamos a la delegación policial – le pidió a la interna que lo acompañaba y recibió al caramelo aquel
- Bueno doctor, se trata de un paciente de sexo masculino, de 19
años de edad, trabajador sexual – y Ethan abrió los ojos desmesurado,
¿trabajador sexual? ¡NO!, en cuanto termine Joaquín el coagulaba a su hijo ahí
mismo
- HEY, HEY, HEY ¡cuidado con lo que dices!, que NO soy trabajador sexual – reclamo Nathan alterado, aquello sonó a prostituto – … solo bailo – murmuro enojado queriendo mirar a la cara de aquella estúpida
- Perdón, pero qué diferencia hay entre uno y – iba siendo sobradora la mocosa esa
- Mucha ñatita – indico Nathan enojado queriendo descubrir su rostro y hacer frente a esa fulana
- ¡Calma muchacho!, solo es un relato verbal a manera de repaso – intervino Joaquín – no hay nada escrito así que puedes aclararnos los puntos
errados de la historia
- AUUUCH… que quede claro que no soy un trabajador sexual…
¿estamos? – se quejó
Nathan, la anestesia empezaba a dejar de hacer efecto y metió la mano al campo
para quitárselo de en medio, pero la enfermera evito aquello
- ¡Quieto!, contaminaras el campo, además tú no puedes opinar en
la visita, eres solo un paciente, no tienes certeza de que estén hablando de ti
– lo amonesto
golpeteando la mano, tenía la autoridad para aquello, él la conocía era doña
Pilar la enfermera más antigua del recinto y que no se dio cuenta que el
paciente aquel era Nathan, el estudiante curioso que solía darse unas vueltitas
por los pabellones y preguntaba de todo y nada que le causara curiosidad
- Pero están hablando de mi – indico indignado
- Pero no lo estoy acusando – se defendió la estudiante, quería dejar en claro que no era una crítica, es más admiraba al paciente por llevar a cabo tan loable labor, después de todo una no se cruzaba todos los días con un prostituto a sueldo, rio para sus adentros fantaseando que se lo bailaba para ella
- ¿Y a qué crees que se resume eso de trabajador sexual? – siguió Nathan y otro estudiante intervino
- No importa si solo bailas porque igual estas mercando con tu
cuerpo, y eso entra en la categoría de trabajadores que comercia con el sexo,
pero sería bueno que nos digas la verdad para que hagamos una batería de
exámenes que te descarten una enfermedad de transmisión sexual y nosotros
mandemos tu ficha a la ATS (asociación de trabajadores sexuales) – hablo el residente que para colmo era uno de
los pasantes de Ethan en el área de cardio y tampoco sabía del parentesco del
paciente con su profesor
- HE… QUE NO SOY UN PUTO… joder – grito enfadado sin poder mover su cabeza – auuu me lastima, y se pasó la anestesia doctor…
- Son solo 3 puntos mas
- ¿Pues a poner anestesia no cree?... aun cuando solo fuera un
punto, que compre el anestésico y se cuánto uso – dejo en claro que estaba observando – y para tu información
niñato – dijo
enfadado al residente sin moverse sintiendo la aguja en su piel – lo que acabas de hacer es discriminar, apréndete eso primero y
tú que no sé si eres estudiante o que – se dirigía a la muchacha – en ningún momento te di a entender que era trabajador sexual,
el hecho que me veas vestido así no te da derecho a sacar conclusiones erróneas
y si lo fuera no es tu pleito, porque no es tu trasero sino el mío... y ten por
seguro que si fuera otro – si tuviera dinero – te pondría una demanda por discriminación
- NO quería ofenderte – se defendió asustada la muchacha y Ethan
contemplo a su hijo interactuar, jamás lo había visto así, tan seguro de sí
mismo, tan maduro, esos días definitivamente habían cambiado totalmente a su
hijo, antes imposible que levante la voz, casi siempre era pacifista pero ahora
era un aguerrido luchador, un luchador por sus propios derechos
- Bueno, es el riesgo de venir a un hospital universitario – dijo Joaquín – es de conocimiento público que aquí se ventilan los casos
entre los estudiantes, porque es un hospital de enseñanza y los pacientes
aceptan el trato y la categoría por que los precios son baratos – y Nathan resoplo enojado
- Se perfectamente lo que es un hospital universitario y lo que
MEJOR SE ES DE LOS DERECHOS DEL PACIENTE y uno de ellos dice que tiene derecho
a la PRIVACIDAD, CONFIDENCIALIDAD Y RESPETO, así que doctor primero lea y
apréndase lo que tiene colgado en su pared, debería darle vergüenza decir
semejante cosa– se levantó de la camilla tirando el campo quirúrgico a un lado enfadado
con los hilos azules largos colgando de la brecha de su cráneo, chorreando un
poco de sangre por su cara cayendo a su pecho desnudo y antes de poder
limpiarse la sangre y quitarse los tontos sueros que pusieron los estúpidos
esos pensando que tenía un edema en la cabeza, su enojo se hizo más evidente cuando
se percató de que Ethan estaba allá; ¡maldita traidora!, solo podía ser obra de
Miroslava que él este allá, ¡diablos!
- Aun no terminamos – intervino el doctor
- Ni falta hace, me marcho, puedo concluir en casa, me entrega mi
anestésico y mis hilos por favor, que solo han usado uno y me han hecho comprar
4 – aquello
solía suceder cuando se podía se hacía comprar demás y el resto quedaba para
urgencias de gente sin recursos, pero Nathan no estaba dispuesto a dejar nada a
esa sarta de discriminadores… ¡joder!, llamarlo trabajador sexual ¿dónde se vio
semejante cosa?, ok llevaba un atuendo sugerente pero eso no le daba derecho a
decir nada aun cuando el policía tonto haya dicho esas cosas de él, que
trasladaban a emergencias a un trabajador sexual de sexo masculino, ¡que
humillante! y no estaba para darle motivos a Ethan para discutir sobre su vida,
ni escusas para que quiera hacerse cargo de la situación
- Usted no se puede marchar – aseguro el residente
- ¿Quién me lo va a impedir? Soy adulto – puedo solicitar mi alta médica y pedir mi
expediente para ir a otro centro médico, iba a agregar, pero su padre lo
impidió
- Pues yo puedo impedir que te marches Nathan y lo sabes perfectamente, así que ¡cállate!, cálmate y deja que doctor Sarmiento concluya su trabajo
- NO, YO ME MARCHO… ES MI DERECHO DE ESCOGER DONDE SER ATENDIDO, Y SOLICITO MI ALTA INMEDIATAMENTE
- ¿Lo conoce doctor? – inquirieron el Doctor Sarmiento, el residente y la estudiante, sorprendidos de que el cirujano aquel sepa el nombre del paciente
- Si, es el mejor estudiante de medicina de la Universidad – no pudo decirlo más orgullos como se sentía
ahora, llevándose la boca con esas palabras aun cuando el mérito no era de
nadie más que de Nathan, al fin y al cabo era su cerebro brillante – ha sido premiado por el ministerio de educación hace un mes
atrás, y ES MI HIJO
- ¡Qué hijo ni que ocho cuartos!, está loco, QUIERO MI ALTA – grito enfadado
- ¡Cálmate Nathan! – Ethan elevo un poco la voz al ver que Nat se
arrancaba los sueros del brazo, ¿por qué diablos tenía que ser tan testarudo?, no
quería una escena en el hospital, sería la comidilla de todo el recinto y de la
U, ¿que no se daba cuenta que la chica era estudiante de 3 año?
- DE calmarme NADA, ¡quiero mi alta! – golpeo su palma abierta con el dorso de la otra – ES MI DERECHO – se golpeaba el pecho con el índice todo enojado – SOY MAYOR DE EDAD y decido DONDE O NO ser atendido y por quien, y NO QUIERO ESTAR AQUÍ, ni ser atendido por ninguno, MENOS POR TI – apunto a Ethan
- Pero usted vino custodiado – dijo Joaquín
- Pues ¡mucho mejor!, llame al guardia o lo llamo yo – y nadie se animó a llamarlo y fue
cuando sello su destino –
GUARDIA, GUARDIAAAA
Esa era la peor manera de decirle a su padre
que prefería el infierno con diablo y todo.
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