Mis Gemelos
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 19 de Abril de 2016.
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Capítulo 1
Empezando una nueva vida
Autora: Marambra
Los Gemelos Hansen
estaban pasando por duros cambios en su vida, siendo huérfanos de madre desde
el nacimiento ahora estaban en manos del estado tras el prematuro fallecimiento
de su padre en un accidente de tránsito; la tristeza, el dolor, la
incertidumbre, el miedo incluso…. todo se combinaba de mil maneras en sus
mentes provocando un sube y baja de emociones que los hacía presos del pánico
por momentos, imaginando un sinfín de desagradables desenlaces que atentaban
contra su seguridad a futuro.
Y ahora dubitativos como
estaban no dejaban de mirarse, acababan de ser
convocados a la oficina de legislación del menor, esto solo podía
significar una sola cosa: serían separados o serían enviados a alguna casa
custodia, por lo que permanecieron expectantes, en silencio parados ambos muy
cerca la puerta de aquella oficina sin decir absolutamente nada, comunicándose
en código con la mirada, no necesitaban hablar, todo estaba dicho; si la
intención era separarlos, huirían, darían batalla con todo y contra todos los
que pretendan semejante cosa, irían donde sea hasta las últimas consecuencias,
era una promesa pactada con sangre y es que no concebían ni un minuto
separados, peor toda una vida… y mucho menos ahora que no estaba su padre; sin
embargo lo que nunca imaginaron fue que
en vez de aquello la psicóloga del centro de custodia temporal del estado les
comunicara que en un par de horas más estarían bajo el cuidado expreso de la
familia de su padre.
Iván y Alexander que así
se llamaban los gemelos de ahora 15 años, no terminaban de entender lo que
acababan de escuchar, y se quedaron quietos con un sin número de interrogantes
en los ojos, ¿familia de su padre?, ¿quiénes?, ¿cómo?, ¿dónde?; pero todas esas
preguntas se esfumaron cuando entendieron lo que significaba, ellos no serían
separados y con eso en la mente lo demás no importaba y se quedaron con la
sonrisa en los labios al saber que estarían juntos…… siempre; mientras al otro
lado de la misma oficina, un hombre que reflejaba en el rostro preocupación,
cansancio, infinita tristeza y fatiga concluía junto a su abogado los papeleos
pertinentes que le daban la custodia total de Iván y Alexander, se trataba nada
menos que de Rubén Hansen su abuelo paterno, un hombre no más de 51 años que
podría pasar fácilmente por padre de ambos, lo que extraño muchísimo a los de servicios sociales, pero
la historia era simple, los gemelos eran fruto de una relación adolescente del
único hijo de Rubén con una muchacha no mayor de 15 años que falleció
prematuramente al dar a luz a sus nietos; aquella tragedia, la incomprensión de
ambas familias sobre ese embarazo no deseado, la desilusión de Rubén al ver a
su hijo convertido en padre a tan temprana edad, 15 años aquel entonces; las constantes
peleas sobre su sentido de independencia de Logan que así se llamaba el
fallecido y el sentido de control que había empezado a exagerar su padre habían
concluido muchos años después en una relación en saco roto.
Se podría incluso decir
que alguna que otra llamada por conferencia a larga distancia era todo lo que
tenían en común, pero Rubén, no había desatendido a su hijo económicamente en
ninguno de estos años, sobre todo cuando Logan aún estudiaba creyendo que había
ganado una beca, una beca inventada por su padre en una de las mejores
universidades del Reino Unido: Cambridge a donde se fue a vivir con sus gemelos
a los que no vio desde que tenían 3 años; nunca compartieron Navidades, Años
nuevos, cumpleaños o demás excepto una vacación de verano en España el primer
año que su hijo se fuera a estudiar a Inglaterra, porque Logan creía
fervientemente que su padre no quería a sus niños, una cuestión muy lejos de
ser real y que días antes del fatal accidente habían aclarado a través de
muchas llamadas por conferencia, cartas y mensajes.
Por su parte Iván y
Alexander sabían de su existencia, y tenían claro que ese fin de año visitarían
y conocerían a sus abuelos, pero la muerte de su padre se adelantó 6 meses
antes, justo al inicio de las vacaciones de verano… Rubén y Clara, los abuelos,
al saber del fallecimiento repentino de su único hijo decidieron viajar a
Londres, ambos quedaron devastados con
la noticia y no esperaron invitación alguna o comunicado oficial para resolver
la custodia de los niños ahora adolescentes y grande fue su sorpresa al recibir
un correo electrónico donde los servicios sociales del menor del Reino Unido
apelaban a ellos para la custodia de los niños pues Logan, su padre había
dejado claro que los consideraba tutores legales al 100 % en caso de
fallecimiento, con lo cual el papeleo fue simplemente una mera formalidad, lo
que alivió gratamente a los abuelos puesto que ellos imaginaron que deberían
quizás entablar juicios para tener a los muchachos consigo.
El viaje fue agotador, Londres
– Madrid, Madrid – Buenos Aires, Buenos Aires – Santa Cruz; las escalas fueron
aterradoras pero Rubén quería llegar lo más pronto posible a su casa, donde
vivía con su esposa; Rubén alemán de nacimiento al llegar a Bolivia como
trotamundos se había enamorado primero de la tierra y tras un tortuoso romance
con un mujer que conoció en los caminos de Dios, conoció luego a su esposa con la que tuvo a su único hijo;
hacendado de varias tierras al norte, empresario privado había hecho fortuna en
esta ciudad, le gustaba la vida del campo, así que tenía una casa quinta a las
afueras de Warnes, un poblado a media hora de la capital, no porque no pueda
vivir en la ciudad, simplemente porque disfrutaba del aire libre y había
decidido que sus nietos vivan con ellos en aquel lugar. No cometería los mismos
errores que con su hijo, una de las cosas que siempre se arrepintió fue la
libertad sin condiciones que le dio al inicio de su adolescencia lo que valió
la llegada prematura de los nietos y las constantes peleas con la familia de
María, la madre de los niños que fue en realidad lo que terminó arruinando la
relación padre e hijo que tenían.
Así fue que Iván y
Alexander conocieron o se reencontraron con su abuelo en condiciones muy
tristes, llenos de desconfianza pero al mismo tiempo de esperanza y no tuvieron
más remedio que aceptar la idea de abandonar Londres para ir a vivir a otro
continente, lo cual claro aumento el estrés de ambos, su hiperactividad y sus
malos modos que eran nada menos señal de auxilio, pero que su abuelo aún no
codificaba como tal, porque simplemente estaba sumido en la idea de instalarlos
en casa, enterrar las cenizas de su hijo y empezar una nueva vida…
Ya en casa los esperaba
Clara llena de animosidad y dicha pese a la pérdida de su hijo, tener a sus
nietos era tener a su hijo por doble partida, desde que se vieron tuvieron
química lo que no ocurrió con el abuelo, a él lo vieron con desconfianza y algo
de temor, quizás era su porte, Rubén era un hombre bastante grande de semblante
adusto, serio, siempre con el ceño fruncido, quizás era el shock de la muerte
de su hijo, la fatiga del viaje y el papeleo pero no terminaban de engranar los
ejes en la carreta de sus nietos, pero él sabía que no podía fallar a su hijo
doblemente, así que se ocuparía de ellos como Dios manda y la primera cosa era
llevarlos a casa, al lado de su mujer, que desde que nacieran, no era nada más
que la única mujer que fungió de madre, aun en la distancia… Clara, Clara que
apenas pusieron los pies en la hacienda no necesito formalidades se lanzó a
darles besos y abrazos que inicialmente fueron no bien recibidos pero luego
despertó en ellos la necesidad de ser amados, cuidados y sentirse seguros.
Así se inició aquella
nueva vida, con el entierro de su padre al día siguiente de su llegada, en un
ambiente íntimo de los más allegados a la familia que no paraban de mirar al
par de mozuelos que estaban con Clara como pollos tras una gallina, uno porque
se sentían seguros y mimados por ella, segundo porque su abuelo, con su ceño siempre
fruncido, la boca sin una sonrisa, con los ojos tristes y la voz gruesa y
mandona los intimidaba, haciendo que vean en él a un enemigo de quien cuidarse
y alejarse, sin darse cuenta que bajo la agreste coraza de aquel hombre latía
un corazón de puro caramelo.
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