Mis Gemelos
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 19 de Abril de 2016.
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Capítulo 10
Si el seso no funca (funciona), el músculo sufre
Autora: Marambra
Sobre las seis
de la tarde regresaba Rubén de la reunión que tuvo con Madame Lila y apenas puso pie en casa se dirigió al
establo, y se encontró con un Alexander frustrado, enojado con las manos
inflamadas, sudoroso y aún con un montón de bosta sin levantar. Miguel estaba
enojado en un rincón discutiendo con el crío que quería marcharse como el resto
de los peones a su casa concluido el jornal, pero el abuelo, haciendo una mueca
con la cabeza indicó a Miguel que podía retirarse que el concluiría allá y
cerraría el potrero.
- Y bien Miguel… ¿Qué está sucediendo aquí? – inquirió al ver la cara de su mano derecha, Miguel estaba enojado e incómodo con el muchacho
- Que quiero irme a casa – interrumpió Alex, se notaba el cansancio en la boca
- BUENAS Tardes…. DON Alexander Hansen – ironizó Rubén elevando la voz de forma festiva volviendo su atención a Miguel que ahí donde estaba, no estaba para bromas – ¿y... como va todo Miguel?
- Mira Rubén – Miguel empezó a caminar para alejar a Rubén de la compañía de Lex – ya sé que querés escarmentar a tu hirpa (pajarito), pero así no se puede hombre – dijo con la confianza que se tenían por los años de amistad, y Rubén elevo una ceja sin mediar palabra, esperando que su amigo le aclare el panorama – lo que pasa es que tu peladingo no sé si no tiene madera pa esto o de plano no le da la gana – le mostro el campo – no concluyó la faena, se paso la tarde poniendo pegas y me retrasa, vos sabés que no podemos meter al ganado en el establo si no está limpio
- MMM… – frunció el entrecejo pensando en una solución – lleva el ganado a las estancias de vacunación, esta noche se quedarán ahí, pero te prometo que este potrero estará impecable para las 6 de la mañana cuando llegues – sin más Miguel abandono aquel lugar, no quería estar en el pellejo del crío
- Bien, a trabajar – le dijo al mozo acercándose a él – coge tu pala y termina tu labor – y se giró acomodando su sombrero
- Pero todos se han marchado ya – protesto con la voz chillona, casi infantil
- Todos concluyeron su trabajo, aquí nadie se va sino se terminan las cosas
Y
se retiró del lugar y se entró a una pequeña oficina que había fuera del
establo, hizo unas llamadas a casa y le dijo a Clara que cenaran con Iván, que
no los esperen que aún tenían cosas que hacer con Alexander, obviamente Clara
estaba más que enojada, no sabía si azotar a su marido por tonto y no saber
manejar al niño, o azotar al adorable “niño” hasta que deje de comportarse como
un cabezotas, pero dejó sus pensamientos para mas luego, pero estaba claro,
ella estaba a punto de estallar, era mujer que
aguantaba, y que aguante, pero cuando reventaba, nada, era un volcán de
lava que quemaba todo..
Mientras,
Alexander había empezado a hacer las cosas a disgusto tironeando las
herramientas y haciéndose saltar bosta en la cara, lloraba de rabia y Rubén lo
vio de la ventana, pero no se inmuto, él mismo había cavado su tumba, si Alex
quería jugar rudo, Rubén era un hueso muy duro de roer; así que cuando sea
necesario lo ayudaría, no sin antes sobarle el trasero para que le quede BIEN
claro cuáles son sus verdaderas obligaciones y quien es el que tiene la última
palabra. Cosa que sucedió después de una hora o más de lo mismo, de no poder
jalar suficiente bosta, de andar tropezando y llevar la carretilla de un lado
al otro lado Rubén apareció porque se había apiadado de su nieto.
- Deja eso y sígueme – ordeno
Alex
hizo lo que su abuelo le ordenó, lo llevo al baño, le indico que se lavaran las
manos y la cara y luego lo invitó a su pequeña oficina, se sentaron y le
entregó un paquete de comida rápida, había pedido pizza, sabía que le gustaba al crío, era como
una pequeña ofrenda de paz, quería conversar con él, adentrarse en su corazón y
saber el verdadero motivo de su rebeldía, pero qué demonio se le entraría al
cuerpo de Alexander, no era él, era otra persona, sino no habría dicho lo que
dijo, porque lo echo a perder todo al hacer
a un lado la comida y agregar.
- ERES UN ESTU… – un tirón de patillas no le dejó concluir la frase, Rubén lo sacó de la oficina haciéndolo fuertemente, lo llevaba cogido del brazo y le volvió a entregar la pala y encendió de nuevo las luces del establo, su nieto no se había dado cuenta que Rubén quería conversar tranquilamente y firmar la paz con él, que quería librarlo de las tareas e ir a casa a descansar
- Regreso en una hora – advirtió caminando a la puerta – tiene una hora para terminar su trabajo, sino – elevo el índice de la mano derecha amenazadoramente – arreglaremos cuentas SEÑOR HANSEN.
Y
se salió, Alexander se puso a temblar pero no de miedo sino de rabia y se cayó
de rodillas, tenía emociones encontradas, sentimientos contradictorios, quería
por un lado dejarlo todo y gritar y romperse la cabeza o tirarse al río y
morirse o dejarlo todo y correr al lado de su abuelo y pedirle perdón; quería
que su abuela lo abrazara, la había extrañado toda la tarde, pues cuando no
estaba el abuelo, ella solía entrar a su habitación y besarle y contarle cosas
de su padre, de su propia madre; quería que su abuelo lo acurruque y le diga
que todo estaría bien después de unas nalgadas como lo hacía siempre, pero
ahora él lo había arruinado; pero por otro lado, estaba enojado ¿quien se creía
que era su abuelo?, él no era su padre, no podía ordenarle a hacer nada, estaba
harto de tanta porquería, estaba cansado de oler a bosta, se miró en el espejo
que había colgado en una de las paredes del establo con los ojos borrosos y vio
su rostro enfadado, triste, humillado, enojado y se quedó ahí sin hacer
absolutamente nada, se dejó caer sobre un balde que estaba dado la vuelta y
perdió su precioso tiempo, no hizo nada, ni lo uno ni lo otro, en eso llegó
Rubén, la hora había pasado como por arte de magia.
- ¿Y… A QUIEN HE HABLADO? ¿AL PALO? – preguntó Rubén enfadado, pero más enfadado estaba su nieto, en realidad ciego de furia
- ¡NO VOY A HACER NADA! – gritó ALexander como si con ello quisiera aplacar un poco su frustración – ESTOY HARTO!... ¡HARTO DE ESTO! – manifestó su enojo moviendo las manos y gesticulando – ESTOY LLENO DE CACA DE VACA POR TODOS LADOS, HUELO A CACA DE VACA, ME QUIEEEEROOOO IIIIIIIIIIRR – gritaba a todo pulmón mientras empezaba a rasgar su ropa sucia
Y el volcán reventó, pero Rubén sin inmutarse de los gritos cogió
al muchacho y le volvió a entregar la pala y lo arrastró hasta los cúmulos de
la misma para que empiece a alzarlas y ponerlas en la carretilla; fue una pelea
de voluntades a toda regla, y aunque Alex se abatía por soltarse y tiraba la
pala a un lado su abuelo lo volvía a obligar a cogerla, hasta que en un momento
dado, harto de todo eso, Rubén con la úlcera a punto de estallar apresó las lastimadas manos del chico entre
las suyas, y le bajo toda la ropa hasta las rodillas, y al ver que no podía
sacarse el cinturón, el diablo lo tentó de mala manera y cogiendo el pequeño
simbao (trenzado de cuero sin curtir de 3 puntas con un mango común) que alguien dejó sobre los turriles, le
propinó 5 ramalazos seguidísimos donde
se unen las nalgas con los muslos que hicieron que Alexander se quedara sin
voz y casi sin aire del grito que dio.
- RAAAAZZZ… – y el rebenquillo bailo, voló y azotó la suave piel del mocoso haciéndolo berrear y jurar obediencia ciega
- AYYYYYYYYYYYYYYYY aggggggggg – Alexander rompió un grito sonoro que parecía nunca terminar al punto de quedarse sin oxígeno, aquel dolor era único, jamás imaginó vivir semejante experiencia
- RAAAZZZ…. – y el segundo aflojo sus cuerdas
- VOY A OBEDECER… VOY A OBEDECER – fue lo primero que dijo apenas metió aire a los pulmones, volviendo a repetir la misma promesa con tal de no sentir más aquel ardor que brotó en la piel como si alguien le hubiera quemado con un trozo de alambre caliente
- RAAAZZZZ….– y sus piernas le temblaron como gelatinas
- DE VERDAD, DE VERDAD VOY A OBEDECER VOY A OBEDECER – grito asustadísimo al ver que su abuelo lo suspendía del piso a donde se puso casi de rodilla
- RAAAAZZZZ…. – y sus sienes latieron al mismo ritmo que los azotes haciendo que su lengua se vuelva de trapo
- ARRRRRRRGGGG, YA YA, VOY A… VOY A… VOY – repetía desesperado sin poder concluir de hablar
- RAAAAZZZ – y el ultimo de todos llego ahogándolo
- Aggggggg agggg voy a obedecer – dijo sin voz, tratando de respirar y con ataque de tos – COFF COOFFF COOOSFF voooy aa vooo aaaa abe obe obedee obedecer – le tembló la voz, el labio inferior y sus ojos seguían ciegos de tanta lágrima acumulada
- BIEN MI HIJITO, así me gusta – contestó el abuelo sin soltar las muñecas de Alexander – A MI SE ME RESPETA – declaro enfadado clavando los ojos a su hijo – y cuando doy una orden SE LA CUMPLE – advirtió subiendo y bajando el tono de voz enfatizando lo importante – ahora sabes lo que sientes LAS MULAS de carga cuando se les azota por TERCAS – dijo sin hacer el menor amago de disminuir el apretón de la mano, sabía que al chico le estaría doliendo un demonio la piel, pero quería que sienta ese dolor para que aprenda – y como NO QUIERES APRENDER por las buenas lo que se te dice, las ÓRDENES te entraran POR LAS MALAS – sentenció mostrándole el rebenque con que lo azotó – fue tu decisión no usar tu cerebro, pues ahora TE AGUANTAS – agrego para mortificación del pobre muchacho – ¿O NO SABÍAS QUÉ CUANDO EL SESO NO FUNCA, EL MÚSCULO SUFRE? – y con esa frase arrojó el simbao al lado de Alexander al tiempo de soltarlo
Y
Alexander cayó de rodillas llevándose inmediatamente ambas manos ampolladas al
casi ampollado trasero que para ese momento estaba como un horno, no de lo rojísimo que se pintaba sino del
increíble calor que sentía, pero no se sobo los azotes, más bien se los rasco con desesperación…... ¡con urgencia¡, lo que
claro despertó un insoportable dolor agregado, porque ese es el resultado de
tal visita… la mezcla agonizante y desesperante de escozor primero y un profundo dolor que se hace
interminable después y rompió a llorar desconsoladamente cuando ese dolor se
hizo palpable y no pareciera irse sino aumentar; su piel había empezado a inflamarse y
las líneas blancas que inicialmente
nacieron al beso agónico de aquellos chicotazos tan intensos, a medida que el
dolor agudizaba empezaron a hacerse moraditas, finas y Rubén que estaba
observando todo pensó que ya tuvo suficiente, lo levantó del suelo sin decir absolutamente nada más y lo abrazo
con toda su alma, y Alexander, su nieto empezó a murmurar sin dejar de llorar.
- Voooy aggg aggg voy aa Obe oobee obedecer, voy a obedecer aggg aggga – se ahogaba en sus propios mocos
- Claro que lo harás – Rubén se atrevió a asegurar – después de esto no queda ninguna duda, si vos no sos tonto hijo, sos inteligente – respondió Rubén aún muy serio, para luego de darle una última miraba, sin más enojo lo atrajo hacia su cuerpo y lo abrazo tan largamente mientras le besaba la frente y le susurraba bajito – ya hijo, ya paso… por eso hay que obedecer, hay que hacer caso
Y
tras subirle la ropa lo sentó entre sus piernas abiertas para que nada toque la
piel magullada. Alexander, necesitaba ese abrazo para empezar de cero, y cuando
las manos de su abuelo lo levantaron del suelo y lo acunaron, cuando esas manos
que lo habían azotado empezaron a limpiarle la cara de los mocos y las lágrimas
y enredarse en sus cabellos sudorosos y esos labios que lo habían amenazado y
sentenciado, lo besaron y consolaron tan tiernamente mientras sus largos dedos
secaban el torrente de lágrimas de su cara, él… se sintió por primera vez en
casa…
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