martes, 19 de abril de 2016

Mis Gemelos: Cap.12; Autora Marambra

Mis Gemelos

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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 19 de Abril de 2016.
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Capítulo 12

En la repetición esta el gusto

Autora: Marambra


El lunes llegó tras un fin de semana tranquilo en casa, Alex aun con algún dolorcillo punzante de vez en cuando en el culete que conservaba aún las líneas  rojas de los azotes dados por su abuelo, todo apuntaba a ser un día ordinario, pero apenas Rubén apuro a los chicos para vestirse y llevarlos al instituto, las cosas empezaron a estropearse.
Alexander recordó el instante en que salió avergonzado de instituto cuando su abuelo en el enfado  anunció a los cuatro vientos que le daría una paliza nada más llegar a casa y claro, el sensible en el bochorno público y con el orgullo malogrado, sobre todo teniendo en cuenta que el chisme correría rápido entre su tropa y no queriendo que estos se burlaran, decidió que era hora de enfermarse y así se lo comunicó a su abuela, aludiendo un horripilante dolor abdominal y una fiebre que nunca existió, y mientras ella preocupada iba a la cocina  a hacer un mate antes de decidirse llamar al médico, Alex  calentaba el termómetro en la lámpara y volvía a ponérselo en la boca, con lo que no contó fue con que su abuelo lo vea cuando preocupado estaba por entrar a su alcoba y se armó una de Oscar de cine.

  • ¿Cómo te sientes? – preguntó irónicamente mientras se sentaba a su lado en la cama
  • Mal, me duele el estomago y tengo calor – se dio la vuelta para evitar la mirada de Rubén
  • A ¿ver? – lo fue acomodando  mañosamente, peligrosamente cerca de sus rodillas, le volvió a pedir el termómetro y vio que estaba en 39,5º si, era fiebre – Me parece que este termómetro está mal dijo – mientras extraía otro de una nueva empaquetadura y se lo metió en la boca, y claro la temperatura marcó 36,5º – No tienes fiebre mi hijo, así que levántate y vístete, nos estamos atrasando – sentenció como queriendo darle una oportunidad a Alexander
  • Pero no me siento bien, me duele la cabeza, me duele la panza, tengo ganas de vomitar, por favor tráeme un poco de agua – pidió el pequeño pilluelo
  • NO, no voy a traerte nada, levántate de una vez – esperaba sentado en la cama para ver cuál era el siguiente paso de su nieto
  • Pero ya te dije… tengo fiebre – puso cara de compungido y voz melosa – por favor paaa – y se dio la vuelta mirando la pared dejando el trasero peligrosamente expuesto a las manos de su padre
  • ¿Tienes fiebre?... ¿Estás seguro? – preguntó irónico Rubén
  • SI, si tengo mucha fiebre
  • Si, puede que me haya equivocado dijo

Levantándose de la cama y yendo al baño, Alexander creyó que le traería agua así que decidió quedarse ahí en su pose teatral de enfermo de última hora, pero Rubén regresó, con un pote en la mano, era vaselina, lo unto en el termómetro lo puso en la mesa de noche y se sentó en la cama, volvió a coger a Alexander a modo de acurrucarlo, y él, no sospechando nada se dejó hacer.

  • ¿Te sientes muy mal?, ¿te duele la panza… no? – dijo mientras tocaba su frente y su panza – sí , creo que tienes fiebre, pero voy a verificar – agrego y sin más lo tumbó boca abajo sobre su regazo atrapándolo sin opción a nada, era un experto en acomodarlo sobre su rodilla y le bajó los calzones para sorpresa de Alexander, que pego un grito pensando que le vendrían unos azotes, pero con lo que no contó fue con lo que su abuelo le tenía preparado
  • AYYYYY; que haces, que haces
  • Voy a ver si realmente tienes fiebre – le dijo con voz aguda y suspicaz –  pero si el termómetro que te coloco no me marca nada, te marco el poto a nalgadas y te hago dar fiebre en el trasero – y sin más le metió el termómetro en el culete que arrancó a Alex un sufrido dolor de nada, porque claro aquello no dolía, gritó de la sorpresa y de sentirse humillado, le estaban tomando la temperatura como a una cría de 2 años, era indignante para su edad
  • Auuu auuu ggjjgjj, suéltame, abuelo por favooor – trataba de moverse
  • PLAS PLAS PLAS – le propino 3 azote de lleno – quieto, que se puede romper esto dentro – sentenció Rubén y Alexander tuvo que quedarse quietito avergonzado, la última vez que le tomaron la temperatura de esa manera fue cuando tenía 6 o 7 años

Luego de los interminables 3 minutos de rigor, que para Alexander fueron 300 horas de humillación pública su padre retiró el intruso de su interior y al ver que no tenía nada, después de colocar el termómetro en su misma caja para luego tirarlo a la basura,  le propinó unos azotes lo suficientemente duros para que se le vaya pasando la idea de volver a mentir.

  • Así que tenemos fiebre – declaro papá sujetándolo bien sobre sus rodillas – bien, fiebre te voy a dar yo  PLAF, PLAF, plaf plaf  PLAF, PLAF plaf plaf plaf PLAF, PLAF, PLAF era de esperar que Rubén le cure la fiebre a su manera
  • Ayyyyy Yaaaa chilló de sorpresa queriendo cubrirse
  • PLAF PLAF, PLAF, PLAF – pero papá siguió en lo suyo
  • AUUUU YAA, BASTA ABUEEELO BASTA, DUEEEEELEEE
  • PLAF PLAAF PLAAF, PLAF PLAAF NO ME VUELVAS MENTIR ALEXANDER, ESTÁS JUGANDO CON FUEGO.
  • PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF, PLAF
  • Ya yaaa yaa abuelito yaaa ya entendiiii ENTENDIIII

Rubén dejó de azotarlo y lo liberó de la prensa que lo sujetaba, Alex, se frotaba el poto rápidamente, con los ojos un poco rojos, más de la vergüenza que de los propios azotes, puesto que si bien fueron fuertes no eran para matar, eran para advertir.

  • ¿Sigues teniendo fiebre? – pregunto mientras lo paraba frente suyo y le levantaba el mentón, a Rubén le gustaba ver los ojos de sus hijos para conversar, pues hablaba con el alma y el corazón
  • SNIF SNIF AYYY, no, no tengo fiebre ya – contestó
  • ¿Ves que rápido curo yo los males? – le pregunto Rubén, y alzo su diestra en señal de azote – Si mi mano es bendita – y se río de la expresión de su nieto – Ala, ve a bañarte y vístete, aun tenemos tiempo para ir a clases – dijo mirando su reloj, Alexander entró corriendo al baño a tiempo que se subía el pijama, en eso entro su abuela toda tierna con el mate tibio en la mano
  • ¿Y Alexander?, ¿se puso peor?, lo oí gritar – apuro el paso Clara
  • Si hija, le dio fiebre pero en las nalgas por mentir – y la condujo fuera de la habitación mientras le contaba lo sucedido

Obviamente Alexander oyó el relato que Rubén y se puso rojo de vergüenza, su abuelo no sabía guardar secretos pensó y cuando bajó a la cocina a desayunar, su abuela le miró con los ojos entre divertidos y tristones mientras le ponía jugo de frutas y cereales en frente.

  • Alexander, Alexander, no serias tu, si no haces una de la tuyas – y se dio la vuelta

Alexander no contestó nada, se puso colorado de solo pensar que su abuela sepa que Rubén le bajó la ropa para ponerle un termómetro en el poto… el viejoso era muy mañoso, ¡se las sabía todas!, tendría que ser más cuidadoso; si no tomaba sus precauciones estaría casi todo el año boca abajo. Con todo eso y superada la vergüenza, fueron al instituto, tenía un clavo ardiente clavado en el estomago por nervios que arrastraba, Rubén advirtió el nerviosismo y lo retuvo un rato en la movilidad pese a que Iván ya ingresaba a clases.

  • Que pasa, ¿no quieres ir al instituto? disparo Rubén la pregunta, es que aquello era obvio hasta para un  ciego –  ya hablamos de esto Alexander, no quiero renegar contigo, así que mejor desembucha de una vez, ¿a qué viene esa cara?
  • Es que tu gritaste que me darías un paliza y todo el mundo lo oyó – contestó avergonzado
  • Vaya, ¿y por eso el teatro de la fiebre? – suspiro Rubén resignado ante aquello – Ay ay ay Alexander, cada día te superas y me sorprendes más y más – agregó mientras le besaba la frente con cariño – ¿Perdóname si? – le dijo frotando su espalda no estaba enojado – estuve muy enfadado ese día, pero ahora estamos en lunes, ya han pasado 4 días – hizo un rápido cálculo mental – ¡vamos! nadie se burlara de ti, y si lo hacen, pues nada, ignóralos ¿bueno? – le pidió seriamente – No te metas en líos – aconsejo – y si siguen fastidiando, avísame, tampoco voy a dejar que te carguen o te victimicen por una tonteria, pero por favor dijo recalcando –  por favor, no tomes las riendas en tus manos, puede pasar cualquier cosa que se salga de control – advirtió con sabiduría, los años como a todos le habían enseñado a mirar más allá del presente  –  es mejor evitar problemas Lex, si tu les haces caso, te fastidiaran más, pero si no le das importancias las cosas se calmaran,  ¿listo? – agrego – Y siempre puedo cambiarte de horario o de instituto recuerda, no están aún en el cole, las clases no empezaron todavía, así que ánimos  – le acaricio la mejilla y lo apuro para entrar a sus clases

Alexander ingreso a las aulas, pensando en lo que le dijo su padre, reconociendo que tenía razón… no tenía porque estar  tenso, si no le gustaba podía irse a otro lado, eso lo reconfortó, la primera hora pasó sin más novedad, aunque para él, no fue muy relajado que digamos, veía o creía ver que algunos chicos se codeaban o susurraban cuando pasaba, quizás era su imaginación, o no, pero prefirió mantenerse solo y no quiso buscar ni a su hermano, pero la segunda clase fue un verdadero cataclismo…

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