Palabra empeñada
Coescrita: Little Hoshi y Marambra
La primera
fiesta… el primer encuentro de dos mundos, chicos y chicas que se miran de
soslayo, sonrisitas menudeando nerviosas y a escondidas, grupitos de afines que
se aglutinan como escudos de defensa ante un posible ataque de miradas curiosas
y murmullos mal intencionados, mientras van dándose ánimos entre sí para
acercarse al enemigo y entablar negociaciones de paz… ¡SI SEÑOR!, era la
primera fiesta de aquel singular grupo de adolescentes que más que fiesta por
las caras de los protagonistas, se podría decir que en vez de ir a divertirse,
asistían a una reunión de iniciación a la vida adulta como en algunos grupos
tribales donde se despedía al niño y se daba la bienvenida al joven ya sea con
dolorosos azotes sobre la piel desnuda o circuncidando sus genitales sin
anestesia en medio un frenesí de cantos y bailes de los adultos mientras ellos
aguantaban el dolor y hacían verdaderos esfuerzos por no chillar.
Es
que aquel primer encuentro era cualquier cosa menos una fiesta a lo grande como
había imaginado Dick, que va, chicos y chicas estaban tímidamente dispuestos en
dos bandos y no hacían otra cosa más que mirarse entre sí, haciendo que Dick se
sienta un completo idiota y se replanteara su torpe actuar y sus precipitadas y
disparatadas decisiones. Ahora parecía todo tan absurdo, desde soltar aquella
diatriba de palabras hirientes a su padre, destrozar el inmobiliario de su
alcoba a patadas, escabullirse como un ladronzuelo al dormitorio de su hermano
e instarlo a delinquir al chantajearlo, saltar aquella barda a hurtadillas como
un delincuente que huye de la justicia en medio de la noche aprovechando las
sombras. Dick negó con la cabeza ¿En qué momento pensó que estaba bien permitir
que todo se salga de control?, y sobre todo dejar que Wally se deshiciera de su
teléfono para que su padre no supiera donde estaba, al colocarlo en la mochila
de aquel niño inocente. Definitivamente había sido una estupidez y mirando esa
pantomima de fiesta bostezando de sueño, hambre y aburrimiento se recriminaba
su estúpido actuar, y si aún no se había retirado de aquel lugar era porque aún
no había podido ver a Tara a solas.
Dick
quería tener por lo menos unas palabras de recuerdo de cara al futuro puesto
que emprendería viaje a lo desconocido al día siguiente, así que quería charlar
con ella ya que soñar con un beso, era eso, soñar. Y es que la comitiva de
amiguitas de Tara no la dejaban en paz, iban de un lado a otro juntas en patota
como siamesas a la mesa de ponches, de una esquina a otra, a los bancos vacíos,
a los baños, que por alguna extraña razón era el lugar que más visitaban todas
las muchachas sin excepción. Ese extraño comportamiento femenino hizo que todos
los chicos murmurasen por ese raro hábito, hasta el mismo Dick notó aquel
detalle y frunció el ceño al pensar en el porqué de aquello ¿o esas mocosas
tenían cistitis o incontinencia urinaria o se habían montado un club de
cuchicheo en los aseos?, sino como se explicaba que cada dos por tres todas las
chicas desaparezcan en grupitos al baño y salieran riendo. Definitivamente lo
que pasaba ahí dentro era un misterio para los chicos. ¿Quién entendía a las
mujeres? ¿Qué tenían de especial los aseos?
Ya
estaba hecho hongo mirando su reloj, iba a dar las 8 de la noche y nadie se
animaba a dar el primer paso, joder, se dijo DIck, muriendo de hambre, después
de todo la miserable hamburguesa que fue desayuno y almuerzo al mismo tiempo
hacía mucho que se perdió en sus intestinos. Ahora le dolían los pies, como
siempre que se ponía esos estúpidos zapatos y para colmo su estómago rugía cada
vez más fuerte. Miró su reloj una enésima vez más, ¡AJ!, ¡Al diablo con todo!,
se marcharía ya no más, no tenía caso perder el tiempo, era un hecho que Tara
nunca se quedaría a solas, era demasiado popular. Además, tenía que madrugar
para viajar a donde pillara el boleto o quizás era mejor tomar ahora mismo el
tren; así que se apartó de sus amigos y se dirigió al baño a refrescarse y
pensar en qué hacer.
Pero
al cabo de un minuto más o menos, justo cuando estaba por salir, un griterío
histérico llamó su atención. Y no solo el suyo sino la de todos los muchachos
que se habían plantado en grupitos a empezar a beber cerveza. Algunas cero,
pero la mayoría con contenido alcohólico de diferente gradación y como el resto
de chicos Dick apuró los pasos hacia bullicio, pues de pronto empezaron los
aplausos y las risas histéricas y sus ojos casi se caen de sus cuencas, ahí en
medio de todo ese remolino de chicos y chicas de su edad estaba nada menos que
Jason, poniendo sus manos en las caderas de Tara mientras hacía cabriolas
bailando.
Sí
señor, su hermano acababa de hacer su entrada a lo grande, había tomado el
micrófono del DJ y mandó a callar aquella aburrida música que ponían. De pronto
se apagó la luz y una sola figura brilló sobre él, tras un carraspeo en la
garganta, para llamar la atención diciendo
- ¡Oh, DIOS MÍO!... ¿ESTOY EN EL
PARAÍSO?, que alguien me pellizque para saber si
realmente estoy vivo o muerto – había dicho parado en la mesa de
discos antes de saltar al vacío
y ponerse en medio de todos y en medio de aplausos y vítores sobre todo de los
amigos de Dick que al parecer lo estaban esperando – aunque yo creo que estoy frio, tieso,
muerto… CAPUT – declaró Jason con una picara sonrisa antes de gritar
elevando la mano bastante alto, dando una orden inconfundible como si de un
director de orquesta se tratara – LUCES – chilló de la nada y se prendieron
todas las luces del atrio – sí, definitivo estoy muerto y bien muerto para estar
parado frente a semejante ángel – dijo mientras avanzaba a paso
seguro con dirección a Tara que de verlo empezó a ponerse roja de nervios, peor
cuando el escudo de amigas desapareció de su lado dejándola parada en medio de
la nada sin poder moverse – ¿Me concedes esta pieza, nena? – inquirió
Jasón elevando y bajando las cejas en señal ineludible de descarado coqueteo,
su intención era arrancar ese primer baile con la chica más popular no solo de
la academia sino del colegio donde él y su hermano estudiaban: Tara, animando
al resto a hacer lo mismo y consagrándose como el tío más popular de todo el
colegio… tenía que admitirlo, estar con Tara frente a una muchedumbre era como
estar con Angelina Jolie sobre una alfombra roja y todos los ojos del mundo
posados sobre ti
- Hola Jason – sonrió dulcemente Tara, tratando
de que no se notara su nerviosismo al darse cuenta que estaba bajo la minuciosa
lupa de todos, que esperaban expectantes el desarrollo de los acontecimientos
futuros y Jasón, aunque de sobra conocía esa sonrisa no se achico, al
contrario, hincho elpecho – estás muy guapo con ese traje – dijo
tratando de sonar natural, sabiendo de sobra que todas las chicas murmuraban
nerviosas y maliciosas a su alrededor
- Bahhhh ¿Esto? – agarro la esquina de su
camisa mirándola antes de mirar a Tara a los ojos – solo es un harapo más de Armani que tenía en el
armario – dijo Jason con una
torcida sonrisa como si fuera el mismísimo George Clooney dándose toooooda la
importancia que se merecía, después de todo, él estaba rompiendo el hielo entre
chicas y chicos
– en cambio Tú estás WAAAAOOO – dijo moviendo la cabeza teatralmente
como todo un galán – … estás de alfombra roja chica – murmuró y
dobló el codo para que Tara se
enganchase al brazo para acompañarla al centro de la pista. Jason elevó las
cejas al contemplar como Tara sonreía nerviosamente. Sí, 100 puntos para él,
acababa de robar un sonrojo nada menos que a la chica de su hermano – ¿Qué? ¿Les
demostramos a estos apestados lo que es darle marcha al body? – agregó
sin esperar respuesta y dio una señal al DJ para que pusiera la canción que
había elegido, era su favorita "ganster style".
Al
oír la canción Tara se rio de la ocurrencia de su acompañante. Risa que pasó a
carcajada cuando vio a Jason hacer la coreografía de la canción… sí, su casi
cuñadito era todo un líder en miniatura. Pero aquella payasada sirvió para que
todos los chicos y chicas salieran a la pista a bailar y pasárselo bien. Dick
no lo vio así, lo vio como un gesto más de su hermano demostrándole que Dick
Grayson siempre sería un pringado. Jason tenía 2 años menos que él y ahí estaba
siendo vitoreado por todos y bailando con la chica más popular del mundo, SU
CHICA, lo que le hizo cuestionarse muy seriamente, ¿qué fue lo que Tara vio en
su persona?... Era obvio que la personalidad de Jason eclipsaba a todos, no
solo a él, sino a Wally y el resto de sus amigos. Dick movió la cabeza con
amargura… era hora de marcharse. Aquel no era un lugar para él, era para chicos
como Wally y los demás, para Jason. Los miró una última vez a todos y sonrió
con cariño recordando viejos tiempos, después de todo habían sido tres años
formidables. Eso nadie se lo arrebataría jamás.
- Richard, Dick,
espera – dijo Tara corriendo hacía el aparcamiento al
darse cuenta que Dick se marchaba del lugar. Jason simplemente cambió de
pareja, después de todo, estaban haciendo fila para bailar con él – No me he
pasado 4 horas en la peluquería para irme sin bailar con el chico más sexy de
esta fiesta – dijo muy segura cogiendo la mano de DIck y
entrelazando los dedos en clara muestra de amor. Gesto que sorprendió y
avergonzó un poco a Dick
- ¿Creí que seguías bailando
con Jason? – contestó tímidamente, tratando de
ocultar los celos que sentía
- Jajaja aparte
de guapo, simpático – y
la sonrisa de Tara le nubló
el conocimiento
– Todo un detalle traerte al renacuajo al
baile, ojalá mi hermana hubiera hecho lo mismo por mí cuando yo tenía la edad de Jason – Tara
dio por sentado que Dick había llevado a su hermano pequeño al baile como gesto
de buen hermano.
- Bueno es difícil negarle algo a Jason – dijo
sin poder parar de sonreír
como un idiota, ahí
estaba él
hablando a solas con Tara y ella estaba tan… tan… tan guapa. ¡AY, por amor de Dios!,
Dick, contrólate, has hablado cientos de
veces con ella, no hay motivos para ponerse nervioso, se decía, pero es que estaba tan guapa… ¡CIELOS!,
concéntrate, se recriminaba a si mismo DIck y de pronto la tristeza lo volvió a
invadir, él había ido a despedirse de Tara – No sé si te lo han dicho – murmuró Dick
fijando sus ojos en sus manos enlazadas, DIABLOS que bien se sentía el calor de
su chica
– pero… mañana – susurró
- Si lo sé… Te vas – suspiró Tara también y aquello,
oído de sus labios levemente maquillados, sonó tristísimo – Me lo ha dicho Wally – comentó
compungida y tras un leve silencio continuó – No puedo creer que te vayas a ir – acarició
su rostro haciendo que Dick se derrita – eres el único más o menos decente – comentó
arreglándole las cejas con la punta de los dedos
- Gracias, yo
también lo creo – contestó modestamente DIck y ambos
se rieron del chiste privado, hasta que nuevamente se quedaron en silencio mirándose fijamente, mientras
sentían la tensión cargarse en el ambiente
- Ahora que te
vas te confesaré algo – habló Tara suavemente, casi
arrastrando sensualmente las palabras y a Dick el corazón le iba a mil por hora, ¡Dios, Dios, DIOS!… era igual que lo había soñado un millón de veces,
empezando a sentir su excitación crecer ahí abajo – se me da fatal bailar – dijo
toda coqueta Tara – y no hubiera venido si no fuera porque Wally dijo que ésta sería la
última vez que te vería – y las piernas de Dick empezaron a
temblarle como gelatinas porque Tara empezó a acercarse más y más a él
- Vaya – Dick tomo una bocanada de aire,
totalmente nervioso, si estaba traspirando como un cerdo – No sé qué decir – tartamudeó, sintiendo un nudo en el
estómago
- Richard – ¡oh!, que sublime sonaba su nombre en la
boca de Tara…
Richard…
si, de ahí
en adelante Richard, no sería
más
Dick y se obligó
a concentrarse en las palabras de Tara – siempre me has gustado mucho – la chica le confesó, ¡oh mama mía!, eso era simplemente
volcánico –
pero sé que solo me ves como una más de la pandilla – se quejó
batiendo teatralmente sus pestañas cubiertas de rímel para el desmayo de Dick
- ¡¿QUÉ?! ¡no!... no!
IMPOSIBLE – se apresuró a aclararle – es, es… es im imposible verte como una más – dijo
tras tartamudear y aclarar su garganta – eres la chica más bonita y con el corazón más grande
que conozco – y las tetas, Dick, no te olvides: las tetas más
grandes de la academia… la voz de Wally sonó en su mente – y además siempre he sentido algo muy
especial por ti – Tara sonrió
feliz con aquella declaración y se acercó mucho más, muchísimo más a Dick, a
menos de un palmo de distancia. Dick solo rezaba en voz baja, de pronto todo
rojo, ahogado, sudoroso porque no se diera cuenta de su inminente erección,
estaba tan asustado y al mismo tiempo tan excitado por la experiencia, porque
jamás había estado tan cerca de Tara, bueno ni de Tara ni de ninguna otra
chica. Dick por unos segundos olvidó por completo todos sus problemas. Ahí
estaban solo ellos dos y nadie más importaba, nunca se había sentido tan feliz
como en ese instante – ¿Tara? Sé que te puede parecer algo... precipitado,
pero... no quisiera irme preguntándome el resto de mi vida ¿cómo hubiera sido
si yo?... tuuu – pero Dick no pudo acabar la frase de repente su
boca fue sellada por los labios de Tara que le sabían a fruta fresca; la lengua
de la muchacha invadió su boca y sus manos acariciaron su pecho con una tibieza
sin igual. Dick respondió a todo instintivamente, apretando la cintura de la niña
que tenía delante suyo, cerrando los ojos con tal pasión que la escena era
digna de los mejores besos al Óscar, aquellos dos adolescentes estaban
besándose. Un beso precioso, nada torpe a pesar de ser el primer beso para
ambos, un beso que ciertamente ambos recordarán el resto de sus vidas.
- Yo tampoco
quería pasarme el resto de mi vida preguntándomelo – dijo en un susurro
Tara cerca del oído
de Dick, muerta de vergüenza – Me ha gustado mucho Dick – confesó de pronto pudorosa
escondiendo la cara en el tibio pecho de Dick como un pequeño gorrión
- A mí también – sonrió a su vez Dick sonrojado… con un brillo singular en
la mirada, sintiéndose
flotar en el aire, su corazón
estaba en paz y muy liviano, como nunca antes lo estuvo
- ¿No hay forma de que te quedes? – le
preguntó
Tara en un ruego mimoso, agarrándole
dulcemente de las manos. Dick sentía
derretirse por completo, pensando en que no había nada más bello y dulce que Tara,
oficialmente su chica, su primer amor, su primera experiencia
- Me encantaría quedarme Tara, pero... es tan complicado para mí – dijo Dick, aunque en
ese instante él
lo veía
muy claro, quería
quedarse, casarse con Tara, tener muchos hijos y poder besar esos labios todos
los días.
- ¿Qué es
complicado? – dijo mirándolo como solo lo hacen las
chicas enamoradas por primera vez
- Mi padre y... bueno... todo.
- Buffff padres – dijo dando un largo suspiro – En 3 años tendremos 18 – dijo intentando convencerlo – Iremos a la universidad, viviremos por nuestra cuenta y...
- No es tan fácil – dijo triste.
- ¿Porqué? – preguntó triste Tara.
- Porque nunca
estaré a la altura de Bruce Wayne en nada – respondió con amargura Dick,
sintiendo todo el peso del mundo en los hombros, de pronto muy cansado – ya no puedo
llevar su ritmo – dijo mirándola con tristeza – por mucho que me esfuerce nunca podre ser
“perfecto” y lo que más me duele es comprobar que mis hermanos no necesitan
hacer nada para que él los ame – e hizo un inhumano esfuerzo por
contener las lágrimas que sin querer se acumularon en sus ojos – A mí no se me
permite fallar ¿sabes? y eso cansa, me siento tan agotado – le dijo
apoyando su cabeza en el hombro de Tara que se momento había decidido abrazarlo
- Yo creo que
estas equivocado – le dijo Tara – no creo que tu padre no te quiera
- No hablo de
amor, hablo de cómo me trata, Grrr pero da igual – Dick no lograba hacerse entender, era
frustrante – además con todo lo
que le dije no creo que vuelva a quererme en su casa – y
se sintió abatido
- ¿Y no sería mejor que hablarás con él?, ¿Qué le contaras esto mismo a él? – le aconsejó Tara sin poder creer que
las cosas entre Dick y su padre fueran irreconciliables – ¿Qué vas a hacer fuera de tu casa?, ¿de qué vas
a vivir? porque yo no creo eso de que te vas de viaje de aventura como dijo
Wally y los otros chicos – dijo sarcásticamente
- No, no es un
viaje de aventura, eso fue un invento de Wally – confesó Dick suspirando – eso y el nuevo perfil de Facebook que creó para mí para seguir
en contacto y conseguir dinero para el viaje a través de sus contactos – Dick
hablaba como si todo aquello fuera una bufonada que debía de aguantar porque
Wally lo hizo con toda su buena voluntad. Al verlo tan abatido Tara le invitó a
sentarse en el suelo, apoyando las espaldas en aquella pared alejada de la
bulla del patio escolar. Cerca del aula de música – en realidad voy a marcharme a otro lado
y buscar un circo para trabajar en el, después de todo soy eso ¿no?, solo soy
un triste cirquero… ¿recuerdas? – agrego con amargura recordando que
ese fue el comentario de muchos en el colegio cuando lo adoptó Bruce. Bruce
nunca se enteró de aquello, porque Dick no quiso importunar a Bruce con esas
tonterías, pero se notaba que para él no lo eran y que aún le afectaban
- Que tonto eres
– le reprochó Tara – tú no eres solo un cirquero y menos uno triste, tu eres Richard
Grayson Wayne, el hijo de Bruce Wayne, el chico más interesante que conozco.
- NO, no lo soy.
¡Yo soy solo Richard Grayson! nada más – y al
decir eso volvió a recordar que había negado a su padre – sobre todo después de lo que pasó en
casa
- ¿Pero que fue eso tan terrible que pasó? – inquirió Tara realmente preocupada
por Dick, lo veía
tan desvalido y triste
- NO, OLVÍDALO, NO QUIERO LA LASTIMA DE NADIE – contestó con vehemencia – SE ACABÓ… voy a hacer algo por mí mismo, no por complacer al resto – y frunció el ceño, recordando de pronto no
solo las palabras de Wally y las tantas veces que siempre hizo algo para
agradar a su padre y recibir solo mas exigencias que cumplidos
- No sé de qué estás hablando
Dick, pero sinceramente creo que mejor sería que vuelvas
a casa con tu padre, seguro que está buscándote muy preocupado – definitivo
Tara era la nuera que todo padre quisiera para sí, Dick se molestó un poco que
no le apoyará incondicional y que tuviera En tan buena consideración a Bruce,
tenía gracia que Bruce la viera como una niña tonta y coqueta, las apariencias
engañan, definitivamente
- ¡Ah! Si… ¡Eso seguro! – dijo sarcástico – Tara, no creo
que Bruce esté haciendo ¡nada de eso! – si tan solo le pudiera contar que Bruce no
es otro que el mismísimo
Batman. El Batman que atrapa los peores villanos de Gotham. Ese super
detective. Si Batman, es decir Bruce Wayne, no lo había encontrado era porque
no quería encontrarlo.
- Eso no lo
sabes Dick, venga ¿porque no le llamas? Debe estar esperando
saber de ti – le dijo acariciando
su rostro
- No es tan sencillo. Lo cierto es que no es nada fácil en realidad
- ¿Por qué? – realmente Tara y no
solo ella querían
saber eso y ya se le agotaba la paciencia de tanto marear la perdiz.
- Ya te dije, es
muy complicado, son demasiadas diferencias de opinión, demasiadas cosas que ya no… – y
desvió la mirada, malditas lágrimas traicioneras, maldito corazón traidor – que ya no
puedo soportar,
- ¡OH! DICK ¿no crees que estas exagerando? – rodó los ojos, esa faceta tan
melodramática
de Dick le pillaba por sorpresa – … un poco – dijo
Tara al darse cuenta de su error – digo Yo ¿No?
- No exagero
Tara, ¿tienes alguna idea de lo que es matarse por
ser perfecto y que nadie lo aprecie? –Dick
empezó a explicar lo que sentía destilando por primera vez rencor en sus
palabras y no la autocompasión
como creyó
en un principio Tara – soy el mejor alumno de mi clase y de todo el colegio y
sin embargo no es suficiente... siempre encuentra un pequeño detalle que podría
haberse “hecho mejor”… para Bruce NADA de lo que haga está suficientemente bien
– Dick continuo con su queja – todo el día es… Dick quita los codos de la mesa, Dick
camina recto – y Dick fue haciendo muecas para ridiculizar a su
padre no solo con gestos sino también haciendo una muy buena imitación de su
voz y de su forma de hablar – Dick no pongas
los pies sobre la cama, Dick la servilleta, Dick esa ropa, Dick te olvidaste
esto o lo otro – bueno ya, quizás exageró demasiado –…Dick que
estás pedorreando mucho… DICK; DICK; DICK – y Tara se rio por lo
bajo, aquello obviamente era una exageración total de Dick pero a Él no le hizo
ninguna gracia, ya que siguió muy serio en su queja – ni entrar al baño puedo, porque hasta
allí, encontraría algo en que me hubiera equivocado y lo enojara – agregó
con ironía –
¿Sabes algo patético? – pregunto mirándola fijamente para continuar – no me di
cuenta de cómo me trataba hasta que llegaron Jason y Tim. Después de aquello
todo fue peor porque se hizo demasiado evidente que al único que machaca es a
mi… con solo decirte que le compró a Jasón un par de zapatillas fosforescentes
y a mí nunca me deja ponerme algo que yo quiero, para variar, si no son sus
estúpidas camisas blancas y sus pantalones almidonados – Dick se
sentía tan idiota.
- ¿Porque no se lo dices todo eso a tu padre? – sugirió – no creo que no entienda que no te guste
esa ropa
- ¿CREES QUE ES LA ESTUPIDA ROPA? ¿TAN
SUPERFICIAL Y BOBO ME CREES? – Dick de pronto se
enojó con
Tara y frunció
el ceño – ES TODO TARA, ¡TODO! – decía abriendo los brazos
queriendo abarcar algo – es la ropa, es su actitud, es… es el dar y dar y dar y no merecer algo más que: PUEDES hacerlo
mejor que eso, Richard – y Dick al decirlo con voz de
Bruce Wayne sonó como el campesino que da órdenes al mulo.
- Lo siento
tanto Dick – dijo Tara poniendo
una mano en su mejilla – pero sinceramente AUN creo, que deberías
hablar con él
- No puedo, ni
aun cuando quisiera, por no tener, no tengo ni mi teléfono – dijo riéndose de lo patético que era y olvidando el
teléfono
desechable que Wally le había
dado.
- Entonces ¿Si tuvieras uno lo llamarías? – Tara
sacó su móvil
– te presto el mío. Richard, yo creo que tu padre debe estar angustiado y
buscándote
- Jeejee… sí… seguro
- ¿MMM? – Tara hizo un mohín sin entender aquello
- Mira Tara – Dick miro su reloj – yo no creo
que me esté buscando y mucho menos “angustiado”. Si Bruce estuviera buscándome,
que no lo está, lo haría muy enojado. Y no porque yo me haya ido, sino porque
lo desobedecí. ¡No se hizo su voluntad!, es así de simple, eso es todo. Solo lo
cuenta lo que Bruce Wayne diga, quiera o piense. Lo que yo opine o quiera es
solo una niñería. Ya no puedo seguir viviendo así, estoy cansado de todo eso
- Yo sigo
creyendo que estas equivocado Dick, no creo que Bruce sea un tipo tan
intransigente, se le ve tan encantador – dijo
Tara con un tono mimoso
- ¡OH! por Dios, ¿Tú también, Brutus? – soltó Dick sin entrar en
detalles, lo que descolocó
a Tara – además ¿para qué?... Ya te he dicho que él nunca oye
nada, solo se oye a sí mismo – dijo
con rabia acumulada – … no tiene caso
- ¿Por? – volvió a insistir Tara, pero esta
vez Dick no tuvo tiempo a responderle.
- Eso mismo Dick… ¿Por qué?...
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