Mis Gemelos
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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 19 de Abril de 2016.
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Capítulo 2
Estrenando las manos del abuelo
Autora: Marambra
Pasó el primer
mes entre ajetreos de adaptación un poco áspera para todos, en casa del abuelo
habían un montón de reglas que obviamente Rubén había dejado perfectamente
claro que no eran negociables y se los había dicho en un inglés muy fluido, y
fue digamos una de las pocas veces que hablo con ellos de esa manera…
- Bien muchachos, dejaremos las reglas del juego hechas para no tener inconvenientes – dijo acomodándose en el sillón de su despacho privado – ya paso un mes de que están viviendo aquí y es necesario corregir algunas cosas – hizo alusión a su falta de hábito por ciertas normas cotidianas que ellos carecían, como estar todos bien sentados en la mesa a la hora de los alimentos, de ser ordenados con su habitación, de pedir permiso o de obedecer ipso facto algunas órdenes, pasando de inmediato a explicarles todo aquello que a él disgustaba pero sobre todo lo que sucedería de no obedecer – Yo hago ver el error la primera vez, la segunda es una advertencia y la tercera es la vencida, y les aseguro que no querrán llegar a la tercera fase porque será su trasero el que sufrirá las consecuencias de sus actos – sentenció
Con todo eso los muchachos
estaban prevenidos, pero sorprendidos, su padre ocasionalmente los había
castigado más a la manera moderna sin fines de semana, sin cena, sin tele etc.
pero nunca les dio una paliza… mmm bueno mentían, Logan si les había castigado
de muy niños, solo que en sus mentes eso no contaba y hubo solo un altercado
casi un año antes de su muerte que sí mereció una tunda de las buenas, detalle
que convenientemente anulaban aquel par de críos por una sola razón: el dolor,
no la vergüenza como normalmente seria en esos casos; pero no era tampoco el
recuerdo del dolor físico por lo vivido sino el emocional que acompaño a
aquellas circunstancias de las que preferían olvidarse y pactaron en silencio
jamás mencionar.
Así que su experiencia en
ello era casi nula, pues con todo Logan pasaba muchos tiempo fuera y no tenía
ni ganas ni fuerzas a veces para lidiar con el comportamiento de sus hijos, lo
que no era igual en casa de su abuelo, que si tenía el tiempo, la fuerza y
sobre todo las ganas para hacerles saber que estaría muy cerca de ellos
acechando, pero claro, eran adolescentes típicos que oyen por una oreja y la
información se escapa por la otra… así que aquello fue tomado con ligereza
sobre todo por parte de Alexander el mayor de los gemelos y el más truhán de
ambos, el que siempre metía en líos a su hermano Iván; pero el abuelo hasta ese
momento se dedicó a poner fin a los desmadres de los chicos siempre de forma
verbal, y la primera ocasión de un castigo llegó cuando ambos habían decidido
por sí mismos ir de excursión al río sin avisar a nadie.
Era casi cerca del
mediodía, empezaba agosto con el típico calor de la región, pocas lluvias,
viento y un calor infernal que según Iván y Alexander no podía ser calmado más
que con un buen chapuzón en el agua, estando la piscina siendo remodelada,
ellos habían decidido ir al río sin supervisión y sin avisar a nadie, como la
casa era tan grande y el abuelo estaba fuera aquella tarde revisando las
estancias y la abuela estaba en la cocina y ellos sin clases, porque obviamente
había terminado el año escolar europeo y el americano empezaba el próximo marzo
tenían una larga temporada para hacer lo que ellos quisieran, pero no contaron
con que el abuelo, siempre, pero siempre daba una vuelta entera a la hacienda
lo que incluía claro la acequia que daba a una playa del río y fue allí,
justamente donde los vio lanzarse haciendo piruetas como delfines en una poza
muy profunda y sin nadie a la vista.
Sin más y con el ceño muy
fruncido enojado como estaba y sin molestarse siquiera en sacarse la ropa entró
al agua, los chicos no lo advirtieron puesto que con la bulla no oyeron nada
distinto hasta que Iván sintió que alguien la jalaba la patilla derecha y le
daba un enorme manotazo en el trasero, que ardió como una picadura porque su
piel estaba mojada, abrió los ojos enormemente y casi se orina del susto al ver
la cara desencajada del abuelo.
- Espérame en la orilla – ordenó mordiendo los dientes
Iván solo atino a mover la
cabeza en señal de oír la orden y salió casi de inmediato, empezó a buscar su
ropa despavorido sin encontrarla, y es que el abuelo había entregado la ropa a
uno de sus capataces y sonrió al ver la afligida cara del muchacho, entre tanto
Alexander salía del agua con los ojos cerrados porque estaba buceando (según
él) y se topó con la misma picadura en el trasero.
- AYYYYYYYYYYYYYY – chilló
- Silencio, no quiero oír una sola palabra hasta llegar a la casa, así que más te vale que salgas de una vez por todas el agua, sino quieres que te azote aquí mismo – murmuro el abuelo, Alexander creyó que su abuelo lo haría y empezó a forcejear con él, haciéndolo caer de espaldas, y queriendo volver a la corriente, pero el abuelo lo cogió de la cintura y parándose al mismo tiempo lo saco del agua cargándolo como a un saco de patatas, el chico era largo pero era peso pluma y para lo que Rubén estaba acostumbrado, su peso apenas se sentía sobre el hombro, pero distinto era la forcejeada del muchacho por soltarse, Alex no dejaba de patalear y gritar como un poseso al que salpicaran con agua bendita.
- ¡Suéltame, suéltame…SUELTAME, NO TIENES DERECHO A HACER ESTO – vociferaba
- DIJE QUE BASTA – gritó a su vez el abuelo
Lo colocó en el piso y lo
sacudió para que parara el berrinche, su intención no era reprenderlos ahí,
quería llamarles la atención verbalmente y llevarlos a la casa, pero como
siempre Alexander díscolo y boca floja empezó a gritar sobre sus derechos,
sobre lo que quería hacer y no lo dejaban, que era injusto, que no estaba en la
cárcel y una perorata que empezó a amargar el día a su abuelo y como es de
esperar, hombre de pocas pulgas agotó su paciencia y sin decir una sola palabra
lo cogió del brazo cuando éste quería darse la vuelta satisfecho del berrinche
y de dejar a su abuelo con la boca abierta,
sin saber cómo, fue arrastrado hasta una piedra donde se sentó Rubén y
lo colocó sobre sus rodillas y empezó a azotar su mojado trasero con una fuerza
apenas disimulada que arrancó de Alexander unos aullidos exagerados, pero Rubén
como si nada siguió con la tarea prolija, y no fue necesario bajarle ropa pues
tenía poca cosa encima que amortigüe las mordidas de la mano del abuelo.
- PLAF PLAF PLAF PLAF – sonaban los azotes – ¿Vas a estar, PLAF quieto? – empezó a puntuar las preguntas con nalgadas – PLAF, ¿vas a poner PLAF atención?
- BUAAAAAAAAAAAAAA, BUAAAAAAAAAA DEJAME, SUELTAME, SUELTAME NO ERES MI PADRE, MALDITO VIEJO ESTÚPIDO
- Carajito esto si que no te lo permito – murmuro
Y sin más Rubén le bajó de
un tirón el pequeño traje de baño hasta las rodillas, Alexander no lo podía
creer, casi se desmaya… un súbito rubor invadió sus mejillas dejándolas tan
rojas con el trasero de la vergüenza que estaba sintiendo, quería volverse
avestruz y esconder la cara en algún agujero, nunca pensó que su abuelo
reaccionaria así; y como es lógico empezó a maniobrar por pararse o subir su
ropa; por su parte Iván estaba
paralizado ante la escena, su hermano estaba tumbado boca abajo sobre las
rodillas de su abuelo, con los calzones en las rodillas siendo azotado con una
fuerza inimaginable pataleando y su azotador sentado con la cara seria, adusta;
había logrado reducir al muchacho cogiendo la inquieta mano que luchaba por
protegerse a la espalda y apretando las piernas del chico con una de las suyas
a la altura de la rodilla de tal forma que el juvenil culito estaba en pompa
colorado y con enormes huellas de dedos y manos bien dibujadas sobre la piel,
no supieron ambos cuánto tiempo estuvo así, Iván estaba petrificado ante la
escena queriendo correr imaginando que pronto estaría en el mismo lugar y
cuando estuvo a punto de darse la vuelta una mano en su hombro lo atajó, era
Miguel, el capataz…
- Ni lo soñés peladingo – advirtió Miguel con la voz ronca poniendo su mano en el hombro desnudo – ¿o estás queriendo que tu tata te desollé el culo? – pregunto elevando una ceja, un poco de miedo no hacia mal a nadie – … no ¿verdá?
Ante ese panorama y con la
mano de Miguel en su hombro solo atino a mover la cabeza en señal de entender,
mientras tanto Alexander con la cara llena de mocos y lágrimas lloraba a raudos
totalmente desplomado sobre las rodillas del abuelo no podía calmarse del dolor
que sentía, estaba humillado, avergonzado y enojado por ser castigado como un
crío, recordando algunas escenas caseras de su infancia, acudiendo a su memoria
imágenes borrosas de sí mismo en la misma posición, pero con la certeza de que
no fue su abuelo sino su padre quien en alguna ocasión lo reprendió de la misma
manera… y se perdió en ese recuerdo sin darse cuenta que su abuelo hacía ya
mucho que dejó de azotarlo y lo dejó largo rato en esa posición sin dejarlo
incorporar, sobándole la espalda y el trasero y solo cuando el terrible llanto
se convirtió en un sollozo lo enderezo y lo colocó frente a él, aun sin subirle
la ropa interior ni permitiéndole hacerlo, quería dejar claro lo que tenía que
decir y era una forma interesante de captar la atención del muchacho.
- Ahora óyeme bien jovencito, te portas como niño, te azoto como a tal, ¿estamos? – e hizo una pausa esperando que el niño responda – ... ¿estamos? – volvió a preguntar dando un azote en el muslo del chico al ver que este no respondía y seguía con la vista clavada al piso
- Ssssiiiiii – respondió con algo de timidez, era un si apenas audible
- Bien, no voy a tolerar que me insultes, y utilices palabras soeces ¿entendido?, porque si no, esto solo será una caricia – le advirtió enfadado – y no te azote por estar en el río sin mi permiso, sino por tu lenguaje – dijo
Y tras aquello intento
recién abrazarlo, pero Alexander orgulloso como era no lo permitió, aún cuando
quería un abrazo de consuelo, ni él mismo entendía por qué, sintiendo en la
garganta un nudo que apretaba y amenazaba con dejar escapar un ahogado sollozo
y su abuelo viendo que estaba a punto de volver a llorar y no queriendo herir
más los sentimientos de su mocoso lo dejo pasar, le dio un beso en la frente y
empezó a subir el playero que para ese entonces quedó colgado en uno de sus
pies de tanto pataleo y Alexander al darse cuenta de lo que estaba por pasar,
apuro sus movimientos impidiendo que su abuelo lo vista, le daba vergüenza, era
humillante que lo despojase primero del atuendo y luego como si nada quisiera
volver a vestirlo y Rubén lo dejo a su gusto, comprendía el lenguaje corporal del muchacho, después de
todo Alexander era la viva imagen de su hijo, pero no solo físicamente, sino en
su actitud obstinada y orgullosa… “tendremos un sinfín de problemas a futuro
por lo visto” se advirtió…
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