martes, 19 de abril de 2016

Mis Gemelos: Cap. 9; Autora Marambra

Mis Gemelos

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Publicado originalmente en Blog: Travesuras de Cristal amor incondicional en fecha 19 de Abril de 2016.
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Capítulo 9

Sorteando el terreno 

Autora: Marambra


Un sudoroso y lloroso Alexander estaba parado frente a su abuelo, con los ojos terriblemente hinchados y la boca seca de tanto gritar… tenía el estómago  hecho un nudo de puro estrés,  los músculos todos congestionados, le dolía el trasero de solo moverse y los muslos se quejaban al mínimo roce,  su abuelo aún estaba enojado pero más calmado, así que decidió conversar con el crío y poner los puntos sobre las Is; Clara había llegado con Iván del mercado y todo estaba listo para almorzar, pero puso cara de pocos amigos al ver la escena del nieto con los pelos despeinados y mirando la pared, sollozando; Iván no hizo ni asomo por la habitación de su hermano, quería ahorrarle la vergüenza y se entro a su habitación con los hombros caídos de la preocupación queriendo a toda costa poder abrazar a su hermano, aunque este no le dejase, es que siempre terminaban igual, cuando el abuelo castigaba a Iván, Alex solo se asomaba para decirle “que hizo el nieto favorito’” o mejor dicho el hijito de papá?”, pero cuando Alex era reprendido, Iván solía ir a abrazarlo y solo recibía un terrible reproche de su parte… y es que desde que oyó a Iván decirle pá aquella noche previa a la separación de habitaciones, Alexander había estado convencido que el abuelo lo hizo para poder mimarlo y achucharlo sin sentirse obligado a lo mismo con él, y creía de corazón que las nalgadas ganadas por su propia cuenta, eran una forma de confirmar que su abuelo prefería a Iván el don perfecto, así que se había valido de su peor instinto de sobrevivencia en un mundo que creía hostil para él y una forma de vengarse fue portarse como un verdadero estúpido toda esa temporada…
Rubén cerró la puerta para evitar interrupciones, estaba cansado de tener que lidiar con el chico de la peor manera, y aun tenía una tarde llena de asuntos pendientes en la oficina sobre algunas exportaciones y ni hablar de la reunión con su mejor cliente en cuanto a ganadería “MADAME LILA”… si justo, era justamente eso, una mamá grande, era dueña de un prostíbulo  de lujo pero tenían una amistad de muchos años, mucho antes de casarse con Clara incluso, pero negocios son negocios. Suspirando, Rubén se acercó al muchacho y tuvo la intención de abrazarlo, pero se detuvo y solo atino a ordenar.

  • Ven aquí Alexander, date vuelta y ven aquí – indico mientras se sentaba en la cama del crío, pero Alex no hizo ni el intento de moverse – Alexander, te estoy hablando – Alex por fin se dio la vuelta o obedeció – Bien, así  me gusta hijo – y cogió el mentón del muchacho para que lo mirara, y le hablo con en voz calmada y clara – ¿Quiero la verdad Alexander, quiero saber porque hiciste lo que hiciste?... LA VERDAD – espero a que Alex tanteara el terreno, porque eso es lo que él estaba haciendo – yo sabré si me estas mintiendo y tendremos una larga charla al respecto y a calzón quitado, y no creo que te guste – pero Alexander no dijo absolutamente nada, había una chispa de pura rebeldía y rencor  en su mirada, Rubén se entristeció de lo absurdo del momento, pero sin dejarse  afectar con un enorme suspiro sentenció – Bien, me queda claro que no habrá más diálogo verbal entre tú  y yo – aseguro soltándolo volviendo a postrarlo de cara a la pared
  • NUNCA LO HUBO – grito por fin Alexander  y eso es lo que quería Rubén que se desahogara
  • Modera tu tono jovencito si no quieres volver a estar sobre mis rodillas, ahora dime ¿por qué hiciste lo que hiciste? – le sostenía la cara para que lo mire a los ojos
  • PORQUE NO ME GUSTA IR A CLASES DE QUÍMICA, NO ME GUSTA IR AL INSTITUTO, NO ME GUSTA ESTUDIAR – fue una respuesta sin pensar, de puro berrinche, estaba más que claro, pero se había armado de valor, de todo el coraje que sentía para pronunciarlo en voz alta y hacer renegar al abuelo luego de eso  había vuelto a cerrarse en su caparazón, Rubén con una tranquilidad que no sentía se paró empezó a  hablar
  • Bien, entonces no hay más instituto – dijo el abuelo con calma sin soltar su mentón  –  no hay más clases, no hay más salidas, no hay nada más – agregó moviendo la cabeza, negando con ella como cuando enseñas a un bebé a decir no –  no quieres estudiar y ser del montón, del montón te quedas – sentenció y Lex frunció el entrecejo confundido, no entendía aquel lenguaje encriptado de su abuelo, todo le era raro a él desde que muriera su padre, desde que vino a vivir tan lejos –  ahora te darás un buen baño, te cambiaras la ropa y bajarás a almorzar – indicó Rubén ajeno a sus pensamientos, soltándolo, disponiéndose ya, a salir de aquella alcoba….
  • Y SI NO QUIERO – respondió Lex todo temerario, sin saber muy bien porque dijo aquello, quizás solo era la rabia acumulada por dentro
  • Pues nada, tendrás una interesante cita con el cinturón – le respondió su abuelo girándose sobre sus talones para mirarlo de frente, con aquel gesto suyo que intimidaba a la gente  – vives bajo mi techo, vives con mis reglas
  • ¿Y SI NO QUIERO SEGUIR TUS REGLAS? – grito enardecido, definitivamente, Alexander era su vivo retrato, un pequeño Rubén enfadado, muy complicada sería para ambos la convivencia pensó su abuelo apenado, pero aun si respondió
  • ¿Estás seguro? – inquirió con calma
  • SI, YO NO QUIERO VIVIR AQUÍ – grito…… lloro – niff nifff nifff
  • No es necesario que levantes la voz Alexander, báñate y bajas a almorzar, si después de ello sigues con el mismo pensamiento, encontraremos una solución – sentenció Rubén con una peligrosa tranquilidad que no sentía

Pero quiera o no, Alexander hizo lo que su abuelo ordenó, se bañó, se cambió y bajó a comer, se sentó sin saludar y Rubén, lo levantó de la mesa y lo saco afuera agarrándolo  firmemente del brazo

  • No estás entrando a un corral de ovejas, así que pon tu mejor cara y saluda – el ambiente estaba caldeado, los humos que echaba el abuelo se podían ver desde Finlandia y cualquiera creería que era un dragón, Iván no pudo desprender la cara del plato y Clara, con los ojos aguados a punto de llorar, se contuvo de agarrar a su  marido y abrazar a Alexander, pero sabía que eso sería el fin, había hecho una promesa, no interferir en los castigos y no desautorizarlo como tantas veces había pasado con Logán ¿qué esperas? – mordiendo las palabras respondió
  • Buenas tardes
  • Buenas tardes ¿qué? – insistió Rubén esperando una respuesta que ALexander sabia era mejor dar, no quería que lo reprenda delante de nadie
  • Buenas tardes abuela – al final saludo resignado, queriendo sentarse, pero Rubén lo atajó con una sola pregunta
  • ¿Qué más?
  • Buenas tardes…… Iván

Y sin mediar más palabra, se sentaron a almorzar en un incómodo silencio, cuando hubo terminado todo, Rubén ordenó  a Alex subir a la habitación, no le quedó más remedio que  hacerlo, estaba sentado en su cama incómodo, tenía una extraña premonición, y no se hizo esperar.

  • Bien Alexander ¿qué has decidido? – preguntó Rubén –  ¿iras al instituto y harás todo lo que se te ordene? – el abuelo empezó a enumerar sus demandas – ¿sabrás obedecer? – inquirió
  • NO – respondió vehemente cruzando los brazos sobre su pecho en acto de total desafío a la autoridad
  • No a ¿qué?
  • NO A LAS DOS COSAS – chillo Alexander exacerbado, estaba con el ánimo revuelto –  NO QUIERO OBEDECER  Y NO QUIERO IR AL INSTITUTO – declaró golpeando sus puños sobre la cama
  • Bien, entonces la suerte está echada – declaró papá sin inmutarse del arrebato del crío, ya tenía la cura para aquello

Y sin más explicación, cogió al crío y lo llevó a la estancia, donde los peones, y donde estaba Miguel, Alexander no entendía qué sucedía, pero pronto se enteraría.

  • Aquí te lo dejo Miguel, es un velatacu – dijo Rubén a su capataz mostrando al niño –  podrá hacer cualquier cosa que falte, bañar al ganado, barrer el estiércol, coger leña, lo que haga falta – Miguel asintió con la cabeza, sabía de qué iba la cosa, ya habían hablado antes, así que no se inmuto siquiera en cuanto lo vio venir casi a rastras del brazo del abuelo, Alexander no acababa de entender – Bien jovencito, ahora, esta es tu nueva vida – Rubén hizo un movimiento con la mano a manera de mostrar el establo – son tus nuevas tareas, harás todo, absolutamente todo lo que Miguel te mande porque aprenderás un oficio para defenderte a futuro y ganarte el pan del día – le dijo el abuelo con el ceño fruncido – y aquí como sabes, no hay libros que leer, ni tareas que hacer con la cabeza, solo con las manos, y tu mi niño bonito, tienes unas manos hermosas y privilegiadas – agrego a tiempo que le mostraba sus manos suaves y blancas –  se que no quieres obedecer pero eso no se negocia... así que digamos que estás a prueba como en un trabajo cualquiera, y tendrás que obedecer – dijo para disgusto del muchacho – desgraciadamente en el mundo real y de los adultos – le dio muy condescendiente como burlándose – todos obedecemos órdenes – agregó al ver la cara de fastidio que puso el chico, no quería darle una paliza en público, pero si su nieto jalaba demasiado las cuerdas eso era lo que sucedería  – … pero por si acaso, ni se te ocurra hacer alguna tontería porque me vas a conocer y lo de hoy solo será una cosquillita ¿entendido? – todo eso lo había dicho en un perfecto y fluido inglés, por si acaso el shock no lo dejara entender
  • Sabe Don Rubén, yo preferiría que la primera tareinga se la conmine usté – dijo Miguel, no queriendo ser él, el que marque la sentencia del chico – digo pue´j pá evitar pleito más adelante, usté sabe, con cosa ajena mejor cuidarse – Miguel y Rubén habían pasado juntos un montón de tardes con Alexander enseñándole a montar a caballo, y no se sentía cómodo con la tarea de verdugo
  • Pues bien, la primera tarea la daré yo para mostrarte que MI NIETO sabe obedecer y ser un HOMBRE y que no se pela de nada, ¿verdad? – Ironizó a tiempo que miraba al chico y  le daba unos golpecitos de compinche en el hombro, como si la cosa fuera tan sencilla

Pero aquello  en realidad para Alexander fue horrible, porque lo llevó al establo le entregó una pala mediana, y le enseñó a alzar el estiércol y le mostró todo el campo que debería limpiar, nada pequeño, pero para que al crío no se le olvide con quién trataba y a lo que se estaba metiendo le dijo…

  • Bien, es fácil, no usaras tu cerebro, solo tus manitos – agregó cogiendo las manos del niños acariciándolas, sintiendo la suavidad de las mismas – para mi regreso quiero todo, absolutamente todo limpio, porque si no, las consecuencias serán funestas para tu precioso trasero, ¿entendiste? – preguntó cogiéndole del mentón para mirarlo fijamente – estamos negociando, si lo haces bien quedas contratado como si esto fuera un trabajo de verdad, en tu caso mmm lo pensare, pero si no, serás despedido, como no puedo despedirte, serán nalgadas… ¿estás de acuerdo? – y solo el silencio fue la rebelde respuesta, una rebeldía que papá supo cortar con tres fuertes nalgadas que por fin lo hicieron reaccionar – PLAF, PLAF PLAF
  • GGGRRRRR – gruñó Alexander descontento cruzándose de brazos
  • ¿Entendiste? – volvió a repetir
  • SI – agrego de mala gana queriendo levantar los hombros en señal de desdén
  • SI ¿QUE? – exigió su abuelo agregando – si perro entendí, si mono entendí, si señor entendí – decía enumerando con los dedos
  • SI…….. RUBÉN – osó contestar faltando el respeto a su abuelo descaradamente, al no poder usar la primera opción que su abuelo mencionó
  • PLAF, PLAF, PLAF – Alexander no se esperaba aquellos tres manotazos que llegaron sin previo aviso, por lo menos no tan pronto y menos el público de quienes recién se dio cuenta cuando un mozuelo de unos 18 años se giró sobre sus pasos alejándose del lugar, al parecer venía a buscar a alguien en aquel potrero que olía a mierda de caballo  –  “SI SEÑOR”, ALEXANDER, “SI SEÑOR” – gritó Rubén como para que todos se enteren, avergonzando al crío, porque todos sabían que el patrón estaba con su nieto enseñándole el oficio –  si tanto te cuesta decirme abuelo, me merezco  EL SI SEÑOR – volvió a decir enfadado –  ….no soy de tu talla changuito, ni estás con ese mocoso del instituto… ¿cómo dijo que se llama? – inquirió sin soltar la vista a Alexander – Scott, ¿verdad? – se respondió a si mismo agregando de inmediato antes de soltarlo – “NO me provoque señor Alexander, NO lo haga por su propio bien…” – lo usteo para hacerle  oír la diferencia y el respeto

Y sin más Rubén abandonó la estancia y dejó a un desolado Alexander en medio de un montón de estiércol y una pala en las manos, en eso llegó Miguel, con una carretilla, le enseño como alzar la bosta de la cuadra y le señalo el lugar a donde llevarlo; de ahí, terminada la tarea pues nada tenía que colocar la bosta en unas enormes bateas para hacer humus, definitivamente la tarde no sería  nada grata para el pequeño bribón….

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