Palabra empeñada
Coaescrita: Little Hoshi
y Marambra
Por fin había llegado el lunes, pensó Dick llegó a la
escuela, como de costumbre Wally fue a su encuentro, su amigo necesitaba
ponerle al día de todo lo que se habían hablado el sábado y tras oír
atentamente todos los detalles más jocosos del sábado que se perdió, los chicos
pasaron a hablar de los planes para esa semana… concretamente para el siguiente
sábado y la gran fiesta mixta, dejando los detalles para la salida del colegio,
con lo que a Dick no le quedó más remedio que decirle a su amigo que estaba
castigado, porque Wally no era imbécil y se daría cuenta que al acabar las
clases, en vez de ir todos juntos a los recreativos o a la cafetería de Mama’s
Bunseeh, Alfred pasaba a recogerlo junto
a Jason y Tim; teniendo que soportar la inquisidora mirada de su amigo, que en
cuanto Dick se confesó, Wally solo alzó una ceja que lo decía todo sin decir
absolutamente nada. Ya se lo había imaginado. En esos últimos 3 años, que
conocía a Dick, ya sabía cuándo su amigo le ocultaba algo es que Wally sabía
muy bien que Dick no se perdía una quedada de sábado ni aunque se estuviera
muriendo. Pero también se había percatado que Bruce le daba poco cuartelillo a
Dick, así que era lógico que Dick no desperdiciara las pocas licencias que su
padre le daba. Y cuando Dick hubo acabado de explicar la verdad se sintió como
un estúpido cuando vio la cara de Wally, preguntándose si los demás tampoco se
habrían tragado su pobre excusa del sábado.
- Dick, no me vengas con mierdas, ES NUESTRO PRIMER BAILE –
Wally elevó la voz como una llamada de atención, avergonzando a Dick que sintió
todas las miradas de sus compañeros y otros chicos más, clavadas en su nuca…
seguro imaginaban que dijo que no podría ir – Son las chicas más sexys de toda la
ciudad. Tienes que venir – sentenció Wally mientras caminaba por los
pasillos de la escuela de camino al laboratorio de química, era una locura que
su mejor amigo se perdiera eso por el tonto de Bruce
- Estoy castigado, y Bruce no es como Barry –
Dick puso una mueca de disgusto, esa era la quinta vez hoy, que le repetía lo
mismo y ya le estaba dando tirria tener que hacer de nuevo. ¿Es que no era ya
suficientemente horrible admitir un castigo como para tener la penitencia extra
de gritarlo a los cuatro vientos? – Wally, sabes bien, que Cuando Bruce dice que no puedo
ir, más vale que no vaya – eso era casi admitir que no solo era un
castigo estando conectado a la tierra con un grillete desde su alcoba. Sino que
Bruce iba más allá e incluso un poquitito más, si se ponía en plan terco. La
chancla había sido dura y tenía muy presente en la cabeza la amenaza de la
vara. Vamos que ir sin permiso era desobedecer. Y ni loco volvía a
desobedecerlo.
- Eres un cagado, Dick – declaró Wally enfadado, es que él lo veía todo tan
sencillo, porque su tío era el primero en animarlo a pasárselo bien. “Solo se
es joven una vez” solía decir. Así que le era muy difícil ponerse en los
zapatos de Dick. Estaba claro que a él nunca lo pusieron en el regazo para
azotarlo o por lo menos eso imaginaba Dick al oír hablar con esa ligereza a su
amigo – Allá
tú, pero si sigues así, seguirás virgen a los 30 o quizás más porque eres un
tonto. ¡Joder! Pareces una marioneta que no se tira un pedo sin el permiso del
todopoderoso “Bruce Wayne” – agregó entrecomillando el nombre de su
padre, y fue un poco más allá aun en su línea de enfado al poner sal sobre la
llaga – ¿Sabes qué? Mejor le voy a preguntar a Jason
si se apunta, estoy seguro que él no pondrá tantos reparos.
- No son reparos, joder, Wally – Dick contestó dando
un giro para mirarlo de frente, lo que acababa de hacer Wally fue cruel – Es que estoy
castigado, y si voy y Bruce me pilla, me mata – dijo Dick intentando
esconder el miedo en su voz, sin darse cuenta que acababa de confesar que su
padre le iba a dar una paliza de hacer eso
- Pues que no te pille – dijo Wally como quien dice “pásame el azúcar”
- Muy fácil para ti decirlo. Tú no conoces a Bruce ni vives con él
– Dick adoraba vivir con
Bruce, pero era cierto que no era precisamente fácil vivir
con Bruce, sobre todo cuando se trataba de salir de fiesta e imaginaba que peor
con chicas
- Que yo sepa, Jason también vive con Bruce y el pasado domingo
estaba en el centro comercial con el patinete de esos con motor, y estaba todo
campante, sin llorar en las esquinas, lamentándose porque su papi lo pudiera
pescar – dijo retando a Dick
- ¿QUÉ? – dijo
alucinado –
pero si Bruce no nos deja salir los domingos – ¡Los domingos eran de
familia!... ¿Cómo hizo ese loco para salir sin que
nadie se diera cuenta? Esa información le podía ser beneficiosa si le fuera el
rollo ese del chantaje, también podría ganar puntos con Bruce, pero eso de ser
un chivato no era su estilo para nada
- Lo que has oído –
Wally le confirmó con una malévola sonrisa, sabía que había tocado una fibra
muy sensible en Dick – si un mocoso de 12 años puede burlar a Bruce Wayne, tú
que eres un maldito genio, ¿Qué no lo vas a poder hacer? Dick – Y
Wally sabía que Dick estaba a punto de cambiar de opinión,
solo un empujoncito más y Dick caía en el resto – Reconócelo, Dick. Eres un cagón… pareces
el fiel perrito de Bruce – empezó a chincharlo – si Bruce dice salta, tu saltas y esperas
moviendo la colita a que te felicite. Tendrías que tener un poco de dignidad –
Wally se hubiera valido de cualquier cosa para hacer que Dick reaccionase de
una buena vez. Ya no solo por la fiesta, sino que su amigo no podía pasarse la
vida intentando agradar a Bruce, en todo y en nada… aunque era algo lógico y
típico de los chicos adoptados, pero en el caso de Dick ese comportamiento era
casi enfermizo. Wally estaba seguro que Dick necesitaba desmelenarse un poco,
soltar el cuerpo y disfrutar como lo hacia cualquier chico de su edad antes de
que se volviera un total y completo asocial… en definitiva, Dick necesitaba ser
menos Dick y más Jason
- Wally si no cierras ya esa bocaza tuya, te la cerraré yo de un
golpe – dijo ya muy
enfadado Dick. Era el colmo que su mejor amigo lo tratara de esa
manera. No era justo, él nunca sacaba a relucir las horribles cosas que Wally y
el resto arrastraban como parte de sus personalidades. Y mucho menos hacía
mención a las cosas que los adultos a cargo hacían con ellos. vamos que Bruce
tenía razón, a sus amigos también los castigaban… y el nunca entraba en
detalles ni hacía comentarios.
- Cómo quieras, es tu vida, Dick. Pero me jode que te vayas a
perder la fiesta por no tener los suficientes huevos como para usarlos – le dijo agarrándose la entrepierna, gesto
demasiado obsceno para una escuela de ese prestigio
- Y dale, que NO ES que No quiera ir o que me den miedo las chicas
– respondió, ya desesperado.
Estaba siendo un fiasco el buscar comprensión en Wally
- Oye, que nadie ha dicho nada de que te den miedo las chicas
– Le dijo Wally, pero sí que era cierto, como todos los de
su curso Dick y Wally también estaban un poco intimidados por la idea que
habría chicas en el baile. Como si antes hubieran ido a un montón de fiestas y
bailaran entre ellos – te da miedo Bruce – añadió de repente Wally
ajeno de que muchos compañeros de curso y colegio que andaban por el pasillo
como ellos, pudieran oír aquello perfectamente
- Da igual –
respondió Dick ajeno al pequeño detalle, a él le urgía dejar claro que no cuenten
con él para los planes de la fiesta – lo que te digo es que estoy castigado Y Bruce no me
dejará ir ¿Estamos?... No cuenten conmigo – agregó resignado
- ¡Siempre estás castigado, joder! – dijo Wally dando una patada a una lata.
- Eso no es verdad – protestó Dick.
- Ok. Siempre no. Pero cuando no estás castigado, estás enfermo, y
cuando no, tienes obligaciones “ineludibles” –
Wally
entrecomilló lo de ineludible en un claro signo de enfado y de burla.
Eso
le dolió a Dick pero no dijo nada, Wally dibujó una mueca de resignación en la
cara, se acababa de dar cuenta que no tuvo nada de tacto con Dick, después de
todo Dick era solitario casi en todo y no por naturaleza, precisamente. Wally hacía
ya un tiempo que se había percatado que Bruce tenía atado bien en corto a Dick.
Sabía que le había costado un mundo ganarse la libertad de los sábados y la
hora feliz después del cole y solo tras aceptar un millón de condiciones, un
sinfín de reglas y la obediencia absoluta. Por eso es que Wally y los demás
chicos se habían resignado a quedar con Dick solo “Un rato” los sábados por la
tarde, asumiendo que Bruce ejercía un control casi maniaco sobre Dick. Pero esa
percepción cambió con la llegada de Jason, porque el niño dejó patente que
vivir con Bruce Wayne no era sinónimo de llevar una vida de monje. Que no era
imposible burlar la guardia de papá y que eso nada tenía que ver con las
habilidades, que a leguas le sobraban a Dick, más bien era la entereza de
salirse con la suya. En otras palabras, no era que Bruce fuera el obstáculo,
sino Dick que no le daba la gana, según Wally, claro
- Ok, haré lo que pueda – respondió Dick con resignación, ya era malo
admitir estar castigado como para que ahora Wally y el resto lo vieran como al
apestado del grupo. Al oírlo, Wally le dio un codazo a modo
de compañerismo. Después de todo acababa de dar en el pundonor de Dick y eso
era lo importante, el resto podía esperar – pero no se hagan demasiadas ilusiones ¿eh? Ni estén
dándose de pedos en un saco de esperanzas – agregó Dick mortificado
- La esperanza es lo último que se pierde, Dick… y aún tengo mis
esperanzas puestas en ti, de que algún día liberaras tus cadenas – le dijo Wally pasando su brazo por encima del
cuello de Dick en plan camaradas con una maliciosa sonrisa en la cara elevando
las cejas significativamente
- Waaaaaally –
Dick negó con la cabeza entre la resignación y la risa, su amigo era un caso
perdido. Wally era simplemente imposible, ¿Pero qué podía hacer él? Nada, sino
enredarse más, si seguía poniendo objeciones. Dick no
estaba preocupado por perder la esperanza, lo que le preocupaba era perder la
confianza que Bruce había depositado en él y… aceptémoslo, la capacidad de
sentarse. Porque eso es lo que pasaría
si iba a esa fiesta sin el permiso de Bruce y acababa enterándose. Cómo sea, él
tenía que lograr el permiso de Bruce, ahora ¿cómo?, no lo sabía aun, pero tenía
que lograrlo
Y
con eso en la cabeza se perdieron en sus clases, Dick se la pasó dándole
vueltas al asunto, demasiado ausente como para atender a los profesores. Menos mal que estaban en etapa de repaso de
temas pasados, para reforzar antes de los exámenes reales. Y por mucho que Dick
le diese vueltas a todo, siempre llegaba a la misma conclusión: La única forma
que tenía para ir a esa fiesta era obtener el permiso de su padre legalmente.
Por
eso Dick rezó a todos los dioses que conocía para que su plan de ganarse a
Bruce con su comportamiento ejemplar diera resultados. Ya lo había probado
antes, y aunque siempre le había resultado, esta vez contaba con un pequeño
inconveniente. El factor tiempo estaba en su contra. El baile era el sábado a
la noche y ya estaban a lunes. Dick sabía que lo había bordado el fin de
semana, a pesar de su arrebato con Tim con eso de entregar las tareas a media
noche. Al fin y al cabo aceptó las disculpas de su padre y sus explicaciones y
sabia que con eso Bruce estaba más que contento con él. Pero 6 días eran muy
poco tiempo para trabajar el otro asunto y que su padre cambiara de opinión a
favor de la fiesta.
Pero
Dick estaba dispuesto a esforzarse al máximo para deslumbrar a su padre y que
cuando el sábado le preguntará si podía ir al baile con su mejor carita de
angelito, no pudiera negarse. Dick era así. Lo único que le vino a la cabeza
fue eso, portarse bien, pero tan bien que Bruce le recompensará dándole
permiso. Las otras estrategias eran un fracaso, Tim lo habría probado llorando
y dando mucha penita pero él ya era demasiado mayor, le resultaba patético.
Jason lo habría probado… mejor no hablar de ello. Jasón se iba por la tangente,
o utilizaba su peor arsenal, terminando siempre como terrorista apaleado.
Finalmente de tanto dar con la misma piedra Jason dejó de intentarlo
simplemente lo hacía sin importar las consecuencias. Venga, sin ir más lejos…
aquel mismo domingo se escabulló para ir a patinar sin que nadie se enterase en
casa. Jason lo hacía, aun sabiendo que si su padre se llegara a enterar lo que
acabaría estampándose sobre su trasero no sería la mano, la regla o el cepillo,
sino el cinturón o la vara. Dick pensó de estar Jason en su lugar él ni se
molestaría en pedir permiso, simplemente encontraría la forma de ir a esa
fiesta y divertirse a lo grande aun cuando a su regreso le esperase el cepillo
sobre la cama.
El
cambio para Dick fue tan significativa la charla verbal y sobre todo “la
charla” respecto a la obediencia, que para él era imposible defraudar a su
padre o Alfred y hacerles pensar que aquella conversación no había surtido
efecto en él. Y es que al contrario, obró un efecto positivo… Dick nunca más se
vio tentado a desobedecer, por lo menos no voluntariamente. Pero tanto Alfred
como Bruce también eran conscientes de que pese a que Dick, era un gran chico,
era eso, un chico y como todos los niños de su edad necesitaban una mano firme
para guiarlos. Y ahí estaba Bruce, listo para desempeñar, como el mejor, su
papel paternal sin cometer errores… Sí, Bruce tenía un ego más grande que el
gran cañón del Colorado. Le encantaba pensar que él era el mejor padre de los
demás padres de la Liga, que demonios, posiblemente fuera el mejor padre que
los padres de Todos los amigos de Dick. En fin, algo tenía que quedar en Bruce
de aquel multimillonario arrogante, caprichoso y extravagante que un día fue.
Finalmente
Dick decidió no hacer partícipe a nadie de su grupo sobre su lamentable
situación de castigado y se concentró únicamente en dar lo mejor de sí.
Probaría ablandar a su padre con sus métodos persuasivos: Estudiar, ser
obediente, puntual, cooperativo, el fin un cofre de virtudes y ser si con ellos
Bruce le concediera el mentado permiso y lograr su objetivo: Poder salir por la
puerta grande.
Y
todos esos esfuerzos no fueron ignorados por nadie, hasta Jason miraba
divertido como el santurrón de Dick se deslomaba intentando probarle a su padre
que era tan bueno que merecía ese permiso y cuando más vueltas le daba a eso,
mas movía su cabeza, en claro signo de declarar a su hermano (y su causa) caso
perdido, Jason se reía al pensar que por mucho que Dick fuera alumno de cuadro de honor, de modales,
exquisitos, finísimo. ¡Bastaba verlo con que habilidad manejaba los
cubiertos! Pero en cosas del bajo mundo:
como escabullirse, burlar al guardia, saltase toques de queda y demás… Dick era
más simple que un zapato y la verdad daba no solo pena sino lástima verlo
esforzarse tanto para nada.
Para
Jason, que ahora estaba sentado en el escritorio supuestamente haciendo los
deberes, parecía mentira que Dick llevara tres años con Bruce y que no lo
tuviera claro aún. Él, que solo hacía meses que lo conocía, ya sabía de
antemano cuál sería la respuesta de Bruce sobre lo del baile… UN GRAN Y ENORME
NOOOO…puede que Bruce le levantara el castigo, pero ni borracho lo iba a dejar
ir a un baile. Peor si habían chicas. Cosa que era ridícula hasta la pared del
frente, Bruce pecaba en eso de total idiota ¿Dónde se había visto una fiesta de
puros chicos en el colegio?… solo en reuniones gay y esas reuniones eran todas
de adultos, y estaba más que claro que Dick y su comitiva no lo eran. Dick era
como el resto de chicos de quince años en eso,
babeaba todo el día por esas niñas bien, de la famosísima Academia
Shawcross. Y esa tal TARA desde que le salieran tetas no hacía otra cosa que
causar una gran tensión en los calzones de su pobre hermano. ¡Solo era un par
de tetas, y tampoco eran tan grandes! Mmm bueno de casi ninguna niña a
excepción de Vanessa ¡oohhh! que bien sonaba hasta su nombre con esa doble S
VeneSSa y su talla triple X o ¿triple G?... ¡¡AJ!!, no importaba la copa del
bresier, importaba el contenido y de ella eran como melones… Mamacita, se le
hacía agua la boca, iría luego por una ensalada de melón, o helado de melón…
En
cambio, él iba a ir a ese baile para arrasar. Ni loco se lo perdería el hecho
de no estar invitado hacía más goloso el colarse. Ese baile era solo para los
alumnos de los últimos 4 cursos, una gran discriminación obviamente. Jason no
sólo iba a ir, sino que iba a ir y ni Bruce ni Alfred se iban a enterar. Porque
Jason tenía claro que de pedir permiso, la respuesta no solo sería un rotundo
NO sino que se llevaría un buen azote, por el mero hecho de pensar siquiera ir
a una cita donde pululaban esas bellezas. Jason iba a ir e iba intentar
engatusar a esas niñas tontas con su mejor posé de tipo duro de las calles que
está a la vuelta de todo. No es que se sintiera atraído especialmente por
alguna de esas niñatas. Pero él era un HOMBRE y su deber era lograr que alguna
de esas nenas comiera de su mano.
Por
eso miraba con lastima a Dick que se mataba tratando de dar contento a su
adorado padre. Como si por eso fuera a tenerle más cariño. Jason había
aprendido en esos meses que el cariño de Bruce estaba por encima de esas cosas.
Jason quería a Bruce y mucho, pero la mayoría de las veces lo veía como era un
hombre estrecho de mente. Jason se imaginaba que su padre por el solo hecho de
haber chicas pensaría que Dick se metería en líos... seguramente el muy pícaro
ganó millas en ese aspecto en su pasado y se las sabia todas, por eso
desconfiaba. Es que Bruce se montaba unas paranoias mentales más propias de una
telenovela venezolana; Jason podría meter la mano en el fuego, jurando que su
padre pensaba que si dejaba ir a Dick a esa fiesta, su gran chico acabaría
tomando drogas, emborrachándose, dejando a una chica embarazada y agarrando el
SIDA, todo eso, en un solo baile… aunque podría ocurrir, no podía negarle eso a
su papá, pero era DIck de quien hablaban, no de cualquier otro chico.
Por
todo eso, Jason no podía dejar de ser cínico. Y en muchos aspectos tenía razón.
Si a todos esos pensamientos le quitásemos la fantasía, serian catalogados como
validos y maduros y habría valido la pena oír su opinión, pero según Dick, por
su edad, Jason no era digno de ser tomado en cuenta. Por eso ni se molestó en
decirle nada a su hermano mayor y prefirió verlo en su dilema de niño bueno,
convencido de que Dick estaba equivocando la estrategia, eso de portarse tan
bien, podía crear hasta desconfianza. EL DESCONFIARÍA… Vale, era Dick, él
siempre se portaba bien, pero igualmente incluso se estaba portando demasiado
bien para ser Dick. Y eso de pedirle permiso, vamos, eso sí que era una cagada
monumental por eso prefirió seguir fiel a su línea de pensamiento bajo la
premisa de Ojos que no ven, corazón que no siente y trasero que no se resiente…
En el fondo si Jason mentía tanto a su padre no era porque le gustara
desobedecer o salirse con la suya, sino que era para protegerlo, porque su
padre sufría mucho por culpa de esa imaginación tan retorcida que tenía. Él
solo le ahorraba todo ese dolor y preocupación… nadie podía negarle que estuviera
preocupado por la salud mental y física de su papuchi. El cual de enterarse
seguro le vendría un cólico biliar o un síncope cardíaco. No tenía ni puta idea
de que carajos significaba eso, pero seguro era algo grande. Siempre oía a sus
celadores decir eso cuando alguien se fugaba en el orfanato.
Y
así Jason siguió una hora más perdido en su hilo de pensamientos. Tan perdido
que no se había percatado que todo ese tiempo estuvo mirando a Dick embobado.
Dick llevaba más de una hora ayudando a su padre a ordenar los últimos reportes
bursátiles de industrias Wayne y antes había corrido a hacer sus deberes y
había ayudado a Alfred a que Tim se tomara el maldito jarabe para el
estreñimiento… que cosa más asquerosa, pero típico en él. Se distrajo con
tonterías, según su padre, pero según él no era distracción, era un profundo análisis
sobre el enfermizo comportamiento de Dick.
- Jasoooon –
le dijo Bruce levantando la mirada del montón de papeles que estaba revisando,
ya era como tres cuartos de hora que Jason estaba con la mano debajo de la cara
sosteniendo su cabeza como un pedestal, algo realmente
para anotar en el libro de record. Considerando que su hijo no podía estar
quieto ni quince minutos. Pero Jason estaba muy lejos de allí, tan inmerso en
sus pensamientos, que ni la hora le dio a su padre, Bruce torció el hocico y
rodó los ojos en señal de impaciencia – Jason – Bruce resopló y dejó los papeles
¿tendría que usar un megáfono para despertar al niño? – ¡JASON! – esta vez dijo en un
tono alto y grave. Jason parpadeó varias veces, realmente se había quedado
dormido con los ojos abiertos – Dios, hijo, creí que tendría que usar un megáfono –
dijo con fastidio y se enfadó más al ver la mueca de indignado que puso Jason – Jason, si te he hecho bajar a mi despacho para
hacer los deberes es precisamente porque no quería que te encantaras –
agrego y Jason en vez de bajar la cabeza y sentir vergüenza porque lo estaba
amonestando su padre, solo se rio y puso cara de chiste. Y Bruce termino
riéndose aún en contra de sus principios, pero tenía que reconocer que aquella
frescura del niño siempre lo animaba – ¿has acabado la tarea? – inquirió suavemente
con la esperanza de que esta vez diga que si para variar… pero eso era mucho
pedir
- No – dijo sin
perder la sonrisa. Bruce respiró hondo y contó hasta 20
- ¿Si quieres te echo una mano? – le dijo Dick, antes
que su padre empezara con el sermón.
- No, Dickie… muchas gracias – dijo Jasón mirando su carpetas arrugadas ya de
tanto apoyarse en ellas sobre el codo – Si no es que
sean difíciles, solo son aburridos que te ca… –
y antes que Jason dijera que te cagas Dick le echó una mirada en plan “cierra
el pico, idiota”, mientras Bruce dejó de reír de golpe, ese chico y su bocaza,
iban a lograr que se le pusiera todo el pelo blanco antes que nada – que te caaaes
ya sabes… aburridos hasta morir – no se podía negar que era un as en
cambiar las cosas a su favor, su agilidad mental era increíble y más increíble
como desperdiciaba ese talento en cosas sin sentido, según los adultos claro.
- Jason –
volvió a decir Bruce – llevas ahí con la mirada perdida más de 20 minutos – Jason
siempre se preguntaba cómo se lo hacía su padre. ¿Que tenía ojos en el cogote?
Porque estaba seguro que su padre no había levantado la vista de sus papeles ni
una vez en todo ese rato – si esos ejercicios no están acabados la próxima vez que
te pregunte, me voy a enfadar y mucho.
- No, problem, jefe – dijo Jason haciendo un saludo marcial a su padre – ya los termino, si ya lo dije, no son
difíciles sino aburridos y solo me estaba tomando mi tiempo para meditar en las
circunstancias de la vida que me rodea – y
se puso a hacer sus ejercicios de nuevo, como si nada.
Pero
dejando a Bruce y Dick momentáneamente sin habla sin saber si aquellas palabras
tan firmemente pronunciadas fueron dichas para impresionar o era un enigma por
resolver, sea como sea Bruce lo dejó pasar, sabía que no se podía pasar la vida
zurrando al muchacho, pero realmente es que el niño tenía un nervio. Así que en
cuanto Jason regresó a sus deberes, respiró hondo y regresó a sus documentos.
No sin antes mirar con felicidad y orgullo a Dick y regalarle una sonrisa. Dick
a diferencia de su padre tenía muy clara la intención de las palabras de su
hermanito, ahí todo inocente, le acababa de lanzar una tremenda indirecta, pero
Dick prefirió callarse por prudencia.
Debía
hacer méritos… nada más.
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