Palabra empeñada
Coaescrita: Little Hoshi y Marambra
El comportamiento de Dick fue tan bueno durante toda la semana que Bruce estaba resuelto a levantarle el castigo al muchacho ese mismo sábado. Bruce sabía que Dick no volvería a flojear con sus estudios, el chico le había demostrado que era responsable muchas veces y esa no fue la excepción, Dick tenía 15 años, era normal que cometiera algunos errores; además Bruce le había dejado claro que debía priorizar sus estudios sobre juegos y distracciones y Dick lo había aprendido, por lo que Bruce no veía sentido alargar el castigo, la lección había sido aprendida como se esperaba y tras esa profunda meditación, Bruce mirando el reloj de su despacho, estaba impaciente por la llegada de Dick del colegio. Jason y Tim ya estaban en casa, pero era viernes y los viernes Dick tenía entrenamiento en ciclismo. Miró el reloj por millonésima vez, seguro que ya estaba por regresar.
Querida darle las buenas nuevas personalmente, y es que para ciertas cosas Bruce era igual que los chicos, y dar buenas noticias era una de esas cosas y como tal, no pudo esperar al sábado por la tarde para darle permiso a Dick para salir con sus amigos. Alfred se sorprendió que Bruce no se lo dijera a Dick nada más subir al coche aquella mañana que los llevó personalmente al colegio. Él ya sabía de los planes de Bruce, porque era una de esas cosas que se cuentan en la intimidad del hogar y se espera un consejo al respecto o incluso la aprobación de un padre. Teniendo en cuenta lo que Alfred significaba para Bruce, pues Alfred como de costumbre escuchó cuidadosamente los planes de Bruce para Dick y estuvo de acuerdo. Después de todo Dick era a su sentir, un primor de niño. Por lo que aprobó el plan al 100 %, sabiendo de antemano que aquella decisión hacía más feliz a Bruce que a cualquiera. Y es que Bruce se veía como un niño que sabe que lo van a llevar a una heladería… muy contento.
Dick nada más llegar a casa se quitó el elegante uniforme y tras darse un buen baño para quitarse el sudor residual y el cansancio se zampó un bocadillo. Limpio y alimentado, se puso con los deberes, como era su costumbre. Bruce al verlo como habitualmente era, todo entregado a su trabajo no pudo concentrarse más en su trabajo. Solo pensaba en la cara de su hijo cuando le dijera que le levantaba el castigo. Imaginaba a un Dick exultante, que lo abrazaba y besaba, y le decía cuanto lo quería y lo buen padre que era. Después Jason y Tim se les unirían en el abrazo y todos jugarían y bromearían felices, riendo a carcajadas y saltando en el trampolín… toda una peli de Disney… ¿A caso no puede un padre soñar?... pero tuvo que esperar.
Dick acabó su tareas sobre las siete y media de la tarde, y para Bruce se le había hecho eterna aquella espera, Alfred entraba y salía de vez en cuando del despacho mirando de reojo a Bruce, sonriendo al ver, que parecía un niño la mañana de Navidad esperando a que los padres dieran permiso para abrir los regalos, impaciente por la demora, sin disimular el ver de rato en rato el reloj de pulsera y movió la cabeza lentamente callando una risa, que por la actitud del millonario, más bien parecía que al que le iban a levantar el castigo era a Bruce Wayne en vez de a Dick, hasta que por fin hizo su gran entrada al despacho de su padre.
- Bruce – Dick asomó la cabeza por el umbral del despacho – ya acabé con todas las tareas de la escuela – le informó animándose a entrar al ver a su padre elevar la mirada de donde la tenía – ¿Quieres que te ayude con algo del trabajo, o quizás tengas algo de investigación que pueda…? – le preguntó tan solicito como acostumbraba, Jasón hizo una mueca de disgusto en el pasillo desde donde pudo oírlo. Vaya tonto, tan arrastrado que daba asco, pensó Jasón mirándolo con algo de desprecio y admiración… la ambivalencia entre el orgullo y la envidia.
- No, hijo. Todo está bajo control, anda, pasa quiero hablar contigo – dijo dejando patente la felicidad, Dick sonrió, era raro ver a Bruce tan feliz. Pero era un “raro-bueno”, a Dick le gustaba ver a Buce más informal y desenfadado – Tim ¿Por qué no vas a ver que hace Jason? mientras yo hablo con tu hermano – le dijo a Tim que estaba sentado sobre sus rodillas dibujando una especie de dinosaurio robótico alienígena zombi. Producto de una brillante imaginación como todo niño de su edad, un genio.
- Pero no acabamos mi dibujo – puso morros.
- No pasa nada, Tim. Luego lo acabamos – dijo Bruce dándole un beso en la cabeza y bajándolo de su regazo – Anda, que si Jason ha acabado los deberes se pueden ir a dar un chapuzón a la piscina – y ahí iba, acababa de pronunciar las palabras mágicas, chapuzón en la piscina, y Dick hizo un gesto desenfadado, aquellas palabras parecían la antesala a un desastre, una extraña premonición o simplemente una coincidencia
- Siiiiiii – y a Tim le faltó tiempo para salir corriendo mientras gritaba – Jason, Jason, Jason
- Jajaja – rieron Bruce y Dick al ver al pequeño saltar como un canguro del entusiasmo. Acababan de tirar la responsabilidad a los hombros de Jason, sabiendo que por cansancio acabaría diciendo que si.
- ¿Cuándo dejarás que vaya a la piscina solo? No conozco a nadie que le guste más nadar que a ese mocoso – dijo aún riendo Dick
- Cuando tenga 12 años, es la misma norma para todos – Bruce seguía de buen humor – pero lo más seguro es que le pase igual que a su hermano mayor, que una vez pueda ir sin permiso, deje de tener tanto interés en la natación – agregó recordando viejos tiempos
- Yo jamás tuve tanto interés como Tim por la piscina, y además, sigo yendo a nadar al menos 4 veces por semana – dijo a la defensiva.
- Jajaja tranquilo Dick jajaja no te estaba riñendo ni nada por el estilo jajaja
- Ya claro – se cruzó de brazos y puso morros como había hecho Tim cuando le había dicho que les dejara a solas. Cosa que hizo que Bruce se riera aún más y al darse cuenta Dick de lo que había hecho, él también se rio. Dick pensaba que era muy bueno que Bruce estuviera de tan buen humor. Ojala y ese humor se prolongue por la noche y todo el sábado, tenía planeado pedirle al día siguiente que le dejara ir al baile y necesitaba a su padre del mejor humor posible. Y él estaba ahí para ganar puntos a su favor, menos mal que no tenía que preocuparse por la actitud de sus hermanos ya que Bruce tenía una política. Si uno la cagaba el enfado era individual, no colectivo, así que solo debía preocuparse por su trasero
- Dick, el viernes pasado – dijo relajándose sobre el respaldo de su sillón mientras Dick hizo lo mismo frente suyo – tú y yo tuvimos una charla no muy agradable, y bueno, cuando subí a tu cuarto y vi que no había servido para nada nuestra charla, me sentí muy decepcionado – Dick tragó saliva y bajó la cabeza avergonzado, aquello era un mal augurio para sus propósitos – Pero que te quedaras en vela para hacer las tareas y todo tu comportamiento esta semana, me han hecho recordar lo gran chico que eres – y Dick levantó la mirada en automático, quizás se había equivocado de palpito – Y que no tengo motivos para no confiar en ti – ¡bingo! aquello era música para su jóvenes oídos – Eres joven y cometes errores, pero eres muy sabio, mucho más de lo que yo era a tu edad – aquello era un sueño hecho realidad, papá estaba admitiendo que él tampoco era perfecto a los 15 años – y sabes darte cuenta que has cometido un error y haces lo que es necesario para enmendarlo – Bruce pudo ver en el lenguaje corporal de su hijo la exultante alegría, no era que solo se estaba relajando de su previa rigidez.
- Gracias, papá – ahí estaba ese “papá” que le hinchaba el pecho de orgullo y satisfacción – Pero es que llevabas razón, no debí desatender mis estudios – dijo con mucha convicción, no necesitaba mentir ni inventarse nada, lo sentía como cierto – Y aún no sé porque no me puse con la tarea justo cuando me lo dijiste. Lo juro. No sé lo que me dio – y lo miró con los ojos transparente cargado de dudas sobre ese tema
- Lo que te dio se llama adolescencia, hijo – le dijo Bruce con una sonrisa – Y me temo que ni siquiera tú eres inmune a ella jajaja
- Jajaja supongo que no – dijo ruborizado.
- Y bueno, eso me lleva a lo que quería hablar contigo – y Dick calló de golpe, atento a las palabras de su padre – Esta semana me has demostrado que eres capaz de aprender de tus propios errores y que no solo eso sino que eres capaz de enmendarlos y mejorar – Bruce hablaba sin poder parar de sonreír, y a Dick de repente se le iluminó la mirada porque acababa de darse cuenta de que era lo que su padre iba a decirle – Así que Dick, no encuentro motivo alguno por el cual debas seguir castigado, así que mañana por la tarde podrás quedar con tus amigos y salir a dar una vuelta como sueles hacer – entonces pasó justo lo que Bruce había imaginado, Dick saltó de alegría, y sin darse cuenta le dio un abrazo y un par de besos y empezó a darle las gracias
- Gracias, gracias, papá, gracias, eres el mejor, papá. Ya verás cómo no te arrepientes, lo juro, papá, gracias – decía, casi fuera de sí de lo feliz que estaba, no había tenido que pedirle a su padre que le levantara el castigo. Bruce lo había hecho sin más. Estaba claro que las buenas acciones eran reconocidas y todo su esfuerzo por ser el mejor hijo del mundo habían sido más que recompensados y ahí estaba ahora cosechando sus frutos.
- Ya, ya, hijo – dijo Bruce pero sin hacer una gran esfuerzo para separase de su hijo, que lo estaba disfrutando, y últimamente le costaba tanto que ese muchacho diera algunas muestras de afecto físico por él, que por lo general tenía que forzar la situación. Y si no fuese porque en casa era norma recibir un abrazo y dar un beso de buenas noches antes de dormir, hacía ya mucho que el único contacto físico que hubiese tenido Bruce con Dick, hubiesen sido las nalgadas, nada más.
- Es que Esto es MÁS QUE GENIAL PAPÁ – y Dick dio un brinco de alegría, realmente estaba feliz. Eratan maravilloso lo que su padre había hecho que le faltaba tiempo para contárselo a sus amigos – voy a llamar a Wally para decir que al final sí que podré ir al baile del colegio – y se metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó urgentemente el teléfono para llamar a su amigo. A Bruce de repente se le frunció el señor ¿Baile?... ¿Cuál baile? ¿Quién ha hablado de baile?
- ¿Baile? – dijo Bruce sujetándole la mano para que no marcara el teléfono de nadie todavía.
- Sí, el baile, papá, estoy en noveno grado, este año y ya puedo asistir a los bailes de la escuela, además eso ya lo sabías, si informaron de estas actividades a todos los padres al inicio del año escolar – Dick dijo como si su padre de repente fuera un ancianito con Alzheimer. Bruce se dio cuenta que su hijo llevaba razón. Su pequeño ya podía ir a un baile con chicas, ¡OH! por Dios, él no estaba preparado aún para eso. Dick era muy joven para meterse en líos de faldas. Su sucia mente se trasladó a sus años de loca juventud, no en vano, alguien dijo que el ladrón cree que todos son de su condición – ya verás, cuando les cuente a los chicos que me levantaste el castigo y que puedo ir a la fiesta con ellos – Dick estaba super feliz. Tanto que volvió a calcar un beso a su padre y apretarlo como nunca contra su pequeño pecho, y a Bruce le dolía tener que decirle que no podía ir a ese baile, porque según él era aún muy pequeño para ese tipo de actividades; ni loco lo iba a dejar ir a un baile con chicas, pero Dick no había notado el cambio de humor de su padre y siguió, con toda la ilusión, contándole lo maravillosa que sería esta experiencia para él y sus amigos – y este año la escuela invitada es la Academia Shawcross, papá. Dios, esas chicas son todas tan, tan… – Dick estuvo a puntito de decir calientes, pero supo rectificar a tiempo – guapas. Y Tara, va a estar allí, ¿Te lo imaginas? Tara – dijo sin dejar de sonreír embobado iluminándosele la mirada de pura efervescencia adolescente – ¿Te acuerdas de Tara, papá? – ¿Cómo iba a olvidar a esa pecosa descarada? Hacía un par de años que esa pequeñaja había puesto los ojos en Dick y parecía que lo devorara con la mirada, demasiado pequeña para mirar así a un chico, y mucho menos a su chico, mucho taco para tamaño pie pensó Bruce, que ya no se veía tan contento.
- Dick, lo siento… pero eso del baile – realmente odiaba negarle algo que le hacía tan feliz, pero es que era aún muy joven y él conocía bien ese tipo de bailes, y siempre acababan con peleas y algún graciosillo que ponía alcohol en el ponche y…ni modo que fuera a dejarlo ir – no va a poder ser, aún eres muy joven para un baile con chicas – y ahí iba el primer revés de la noche. Dick se desinfló de golpe, que desinflar, reventó como un globo de helio, haciendo BUM su pequeño corazón.
- Pero ¿por qué? si es en la escuela – protestó totalmente confundido. Aquella era una actividad escolar, bueno extra escolar. Pero en algún momento tenía que suceder, y si la escuela que lidiaba con chicos de su edad todos los días, lo veía normal, ¿Por qué carajos su padre no podía aceptar ese hecho simplemente?
- Pero sin profesores ¿verdad? – Bruce alzó una ceja. A veces a sus hijos se les olvidaban que él había ido esa misma escuela cuando era pequeño y sabía muy bien cómo funcionaba. Y si los muchachos estaban deseando llegar a noveno curso era precisamente porque era cuando empezaban a haber actividades en las que también participaban las chicas de otras escuelas, como el teatro, algunas excursiones y los bailes sin adultos.
- Pero en la escuela, papá – protestó poniendo pucheros, si quería demostrar que ya era mayor, estaba equivocándose la estrategia, pero los aspectos viscerales de su frustración y su enfado estaban fuera del control mental, como cualquier otra persona
- Más adelante podrás ir, cuando seas un poco mayor y… – Bruce estaba rebuscando las palabras adecuadas para hacer menor dolorosa la reafirmación a la negativa, que ya había sido soltada.
- Entonces dirás lo mismo, siempre dices que no cuando se trata de hacer algo divertido – Dick ya no estaba en shock o triste, estaba enfadado. Su padre era super injusto – todos mis amigos van a ir. ¡TENGO 15 AÑOS, papá, no soy un bebé! Además sabes que soy muy responsable, tú mismo lo has dicho antes – esa hubiera sido una buena estrategia de ser Bruce como cualquier otro padre primerizo con un currículo limpio sobre su juventud. Pero no era así, Bruce Wayne ostentaba un curriculum bien corrupto a lo que se refería a asuntos del corazón y líos de faldas y brasiers
- Richard – y ahí estaba su padre llamándolo “Richard”, se dijo así mismo Dick. Bruce siempre hacia lo mismo, lo llamaba Richard y ponía cara de pocos amigos, y daba por acabada la conversación. Solo porque sabía que no tenía razón. Estaba siendo injusto y utilizando su posición de poder como ventaja – lo siento, hijo. Pero no voy a cambiar de opinión – le dijo, sosteniéndolo de los hombros para que prestara total atención a sus palabras. Discutir estaba fuera de foco
- Creí que habías dicho que ya no estaba castigado… eso fue lo que dijiste ¿O me estoy equivocando? – agrego tratando de sonar sereno, quizás si razonaba con madurez su padre le concediera al permiso, aunque su padre se lo estaba poniendo muy difícil.
- Y no lo estás – confirmó lo que inicialmente le dijo. Él era un hombre de palabra, sobre todo con sus hijos y si decía que levantaba el castigo, lo hacía con sus cinco sentidos – si quieres salir por la tarde mañana, tienes mi permiso, y ya no es necesario que vengas directo a casa de la escuela... regresa tu hora de paseo habitual – añadió pacientemente leyendo el lenguaje corporal de su hijo – Que no te dé permiso para ese baile no tiene nada que ver con que estuvieras castigado, ese no fue y no es el punto – recalcó para que su hijo entienda su punto de vista – yo NO te hubiera dejado ir a ese baile ni a ningún otro aunque no te hubiera castigado. NO vas simplemente porque Eres muy pequeño aún – eso era humillante y obviamente Dick reaccionó de la peor manera. ¡Al carajo la madurez y la serenidad! Que su padre le acabara de decir que aún era pequeño fue el detonante para que Dick se comportara como tal y le diera una tremenda pataleta y así su padre solo veía confirmadas sus palabras, era aún muy pequeño. Por desgracia, Dick estaba demasiado crispado para darse cuenta de todo aquello.
- ¡NO! ¡NO ¡NO! PAPÁ, NO… ESTAS EQUIVOCADO, MUY EQUIVOCADO – dijo dando un pisotón en el suelo – Y el hecho de que los de noveno curso ya podamos ir A UNA FIESTA LO DEMUESTRA. Demuestra que no lo soy. Todos ven que ya no soy un niño pequeñito, todos menos tú.
- PUES MAL POR TI, SINO LO ACEPTAS – ahora Bruce fue él que alzó la voz – porque yo soy TU PADRE y él que te tiene que dar permiso. Y Richard, que se TE grabe bien, NO LO TIENES – a esas alturas Dick estaba ya rojo de rabia. Estaba a punto de soltar sapos y culebras por su boquita cuando Bruce alzó una mano para indicarle que no le interrumpiera – Y déjalo ya Richard, porque no voy a cambiar de opinión y solo vas a lograr que me enfade contigo.
- ¡Te odio! – rechinó los dientes, con las lágrimas ya derramándose por su cara. Dick se echó para atrás cuando su padre quiso tomarle de la mano para hacerle entender su punto de vista y que podía canjear aquella fiesta por otra en casa bajo su supervisión. Pero Dick no era adivino. Y pensó que cualquier cosa que quisiera decir terminaría en saco roto. Dick estaba demasiado dolido para seguir prestándole atención a su padre. Y herido así como estaba, sacó lo peor de ser adolescente: las ansias de la venganza incontrolable ante la injusticia sufrida. Y tanto que se vengó. Se vengó hiriendo a su padre en lo más profundo. Donde más duele. Porque Batman podría ser el caballero de la noche, el hombre frio y calculador que dejaba a las mujeres tiradas en el camino como pétalos arrancados de un tallo. Pero en cuestión de hijos, no era inmune al dolor, su amor era sincero y eso lo hacía vulnerable. Porque lo que otros no podían, ellos si podían. Sus hijos eran los únicos capaces de minar su fortaleza con tan solo sus actos o sus palabras. Y en ese instante Dick lo hizo – TE ODIO TANTO… NO TIENES DERECHO A DESTROZARME LA VIDA. TÚ NO ERES MI PADRE – le gritó a la cara, una verdad que Bruce no podía negar. Su relación había empezado como una relación de pura camaradería y el hecho de que Dick le llamara Bruce confirmaba que no era una relación paternal 100x100, al menos no, al principio. Pero no tuvo tiempo de decir nada a cambio porque Dick estaba fuera de sí – MI PADRE ME HUBIERA DADO PERMISO PORQUE HUBIERA CONFIADO EN MI Y EN SU MANERA DE EDUCARME, EN CAMBIO TU… ¡TU NO QUIERES QUE YO SEA FELIZ!... PORQUE CREES QUE SOY UN ESTÚPIDO QUE SE METERÁ EN LÍOS COMO TU A MI EDAD… YO NO SOY TÚ, BRUCE… MI PADRE ME EDUCÓ MEJOR QUE A TI EL TUYO – y si a Bruce no le había dolido suficiente que le dijera que no era su padre, que le dijera que su difunto padre había sido un mal padre acabó de matarle.
Y Bruce se quedó en shock, las palabras de Dick le dolieron como un puñetazo en medio del estómago y no supo que decir ni que hacer. Se quedó petrificado mientras veía como Dick salía llorando del despacho lo más rápido que podía sintiendo su corazón en la boca. Lo siguiente fue oír un sonoro portazo tras entrar Dick en su habitación y aunque Bruce odiaba que dieran portazos, entendía el disgusto del chico, y no quería (ni tenía fuerzas) seguir discutiendo más con él. Solo esperaba que algún día su hijo lo entendiera. Aunque algo le decía que ese día no estaba muy cerca.
¿Pero a quien quería mentir? La verdad amarga era que su hijo acababa de lastimarlo. Bruce se debatía si replantearse su actitud frente a esa fiesta. Estaba claro que su hijo estaba muy dolido. ¿Pero valía la pena romper su palabra y dar su brazo a torcer y poner a prueba la madurez de su hijo dándole el beneficio de la duda? Además, también estaba la falta de respeto y el daño causado por las palabras de aquel mocoso ¿Debía premiar esa actitud dejándolo ir al baile? Bruce siempre había hecho prevalecer su autoridad sin aceptar reproches o discrepancias al respecto sin ningún problema ¿Entonces porque le resultaba ahora tan difícil obligarlo a cumplir sus ordenes? ¿Quizás por qué era algo que no quería, o lo que es peor, no sentía?...
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